Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas y de internet en diferentes naciones; que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.
Para esta ocasión leemos un versículo de la Biblia que se encuentra en San Mateo, capítulo 24, verso *27, en el cual nos habla acerca de la Venida del Hijo del Hombre, y nos dice así el Señor Jesucristo:
“Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“LA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE RESPLANDECIENDO EN EL OCCIDENTE.”
La Venida del Hijo del Hombre en el Oriente, que es allá el Medio Oriente, en la tierra de Israel, encontramos que se cumplió, encontramos allá en la tierra de Israel que está en Medio Oriente, se cumplió la primera Venida de Cristo, la Venida del Hijo del Hombre; por cuanto la Escritura cuando nos habla de la Venida del Hijo del Hombre, nos habla de Dios manifestado en un hombre, por esa razón llamaba a los profetas en diferentes ocasiones: “Hijo del Hombre,” al profeta Daniel, al profeta Ezequiel también y a otros profetas Dios los llamó Hijo del Hombre, porque ese es título de profeta.
Ahora, encontramos que la promesa de la Venida del Hijo del Hombre o de la Venida del Mesías, es la venida de un profeta como Moisés, conforme a las Palabras que Dios le habló a Moisés en Deuteronomio, capítulo 18, versos 15 al 19 y en Éxodo, capítulo 20, y le dice Moisés al pueblo: “Profeta como yo, os levantará el Señor, vuestro Dios; a él oiréis, a el oíd.” ¿Dios por qué dice que escuchen al profeta que Él levanta en medio del pueblo? Más adelante dice:
“…y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.”
¿Es por causa de lo qué? Lo que estará hablando de parte de Dios ese hombre, ese profeta, es la Palabra de Dios, y por esa causa esa es la Voz de Dios para el pueblo, es un hombre con las dos conciencias juntas en el cual mora el Espíritu de Dios, y a través del cual Dios por medio de Su Espíritu le habla a Su pueblo. Tan sencillo como eso, y por esa causa le llama también Hijo del Hombre a Sus profetas.
Y el Mesías tenía que ser Hijo de Hombre porque tenía que ser un profeta como Moisés, así es para la primera Venida del Mesías y para la segunda Venida del Mesías; por eso cuando Cristo habla acerca de la Venida del Mesías para el Día Postrero, lo llama el Hijo del Hombre. “¿Cuando el Hijo del Hombre venga hallará fe en la tierra? (San Lucas, capítulo 18, verso 8). Y nos dice en San Lucas, capítulo 17, que la Venida del Hijo del Hombre será como en los días de Noé y como en los días de Lot.
En los días de Noé hubo un profeta dispensacional el cual se llamaba Noé, al cual vino la Palabra de Dios, porque la Palabra de Dios siempre viene a los profetas de Dios, y cuando la reciben, la Palabra se hace carne en ellos, y a través de ellos el Espíritu de Dios habla al pueblo la Palabra de Dios; ellos traen la Palabra de Dios, la Palabra viene a los profetas, Dios la coloca en el corazón y en la boca de Sus profetas; por eso en Amós, capítulo 3, verso 7, dice: “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele sus secreto a Sus siervos Sus profetas.”
Y ahora, en este pasaje que hemos leído, nos habla Cristo de la Venida del Hijo del Hombre como el relámpago que… dice:
“…como el relámpago que sale del oriente (allá fue la primera Venida de Cristo) y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.”
Y ahora, encontramos que la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero va a estar relacionada con el Oeste y el Este, la Venida del Hijo del Hombre es la única esperanza de Su pueblo y de toda la humanidad, pues como están las cosas en el mundo, en la actualidad con los problemas económicos, los problemas políticos, las guerras, la situación del calentamiento global en donde estamos viendo que los hielos polares se están derritiendo y va a causar que el nivel de los mares suba, y estarán en peligro las costas de todas las naciones; la Escritura dice: “Y daré el pago a los de las costas.” Por lo tanto, hay profecías bíblicas que hablan acerca de las costas y de las islas también, y dice que las islas van a ser removidas de su lugar.
Ahora, todo eso tiene un tiempo en el cual se cumplirá, es para el Día Postrero, pero recuerden, antes de cumplirse esas cosas en el Día Postrero, en el ciclo divino llamado la apretura de Jacob o la gran tribulación, de la cual nos habla el Señor Jesucristo y nos habla el libro del Apocalipsis, antes de eso vendrán tiempos difíciles, etapas difíciles para la humanidad, pero todavía no es el fin. El fin es ese lapso de tiempo de tres años y medio que corresponde a la segunda parte de la semana número setenta de la profecía de Daniel, capítulo 9.
Ya estamos muy cerca del comienzo de esa segunda parte de la semana número setenta que consta de tres años y medio, pero antes de eso las señales que Cristo y los demás profetas dijeron que estarían siendo vistas en el cielo, en el sol, la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes confundidas a causa del bramido del mar y de las olas, esas señales estarán siendo manifestadas, y Cristo nos habla también de la higuera que tipifica a Israel, y de los demás árboles que tipifican a las demás naciones.
Israel se ha convertido en una nación libre y soberana, y ahí tenemos la señal de la higuera, y muchas naciones se han convertido en naciones libres y soberanas; y también ahí tenemos en las demás naciones la señal que dio Cristo, y angustia y temor entre las gentes a causa del bramido del mar y de las olas, a causa de los maremotos y tsunamis, y a causa de los terremotos también de los cuales Cristo dijo que veríamos terremotos, todas esas cosas dice Cristo: “Serán principios de dolores.”
La Tierra está con dolores de parto para dar a luz un nuevo mundo, un planeta rejuvenecido, un planeta que será para el Reino del Mesías, del Cristo, el cual es el heredero al Reino mundial de este planeta Tierra; por eso es que nos habla la Escritura en Apocalipsis, capítulo 11, de lo que estará pasando en la Tierra, y señala el tiempo; dice capítulo 11, verso 15 en adelante, del Apocalipsis.
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.”
Aquí nos habla del tiempo en que los reinos de este mundo van a ser de nuestro Señor Jesucristo, Él se sentará en el Trono de David y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y ese será el Reino donde vendrá la paz para el pueblo hebreo y para todas las naciones; porque en ese Reino todas las naciones van a pertenecer al Cristo, al Mesías, o sea, que el Rey mundial de ese Reino que va a ser establecido en la Tierra, será el Mesías, el Cristo.
Él como Hijo del Hombre es el heredero al planeta Tierra y todo lo que tiene y tendrá el planeta Tierra, y como Hijo del Hombre Él es el Rey del planeta Tierra completo; como Hijo de David Él es el Rey de Israel, el Hijo de David; como Hijo de Dios Él es el Rey de los Cielos y de la Tierra; y así por el estilo podemos ver que cada título de Hijo tiene una herencia.
¿Y qué nosotros? Como hijos de Dios somos coherederos con Cristo nuestro Salvador, coherederos, herederos y coherederos de Dios por medio de Cristo, herederos de toda la creación, estaremos con Cristo en Su Reino como coherederos; por eso es que la Iglesia del Señor del Jesucristo es representada en una esposa que se ha casado con un rey heredero de todas las cosas, y por cuanto la esposa del rey viene a ser coheredera con el rey, así es la Iglesia del Señor Jesucristo; todos los creyentes en Cristo son miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, y por consiguiente son coherederos de Cristo, con Cristo, herederos de Dios y coherederos con Cristo nuestro Salvador.
Así como Él tiene un cuerpo glorificado, vamos a tener también nosotros un cuerpo glorificado, así como Él resucitó de entre los muertos, todos los creyentes en Cristo que han muerto físicamente, van a resucitar de entre los muertos, así como Cristo luego se fue al Cielo ya glorificado, también los creyentes en Cristo cuando tengan sus cuerpos glorificados, cuerpos eternos y jóvenes para toda la eternidad, irán con Cristo al Cielo a la Cena de la Bodas del Cordero; a todo lo que Cristo es heredero yo también soy coheredero con Él. ¿Y quién más? Pues cada uno de ustedes también.
Vean, Cristo dice: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida.” Eso está en San Juan, capítulo 8, verso 12, y luego Él dice hablando de los creyentes en Él: “Vosotros sois la luz del mundo,” ¿ven? A todo lo que Cristo es heredero y todo lo que Cristo es, lo son también los creyentes en Cristo; Cristo es Rey, los redimidos con la Sangre de Cristo son reyes también; Cristo es Sumo Sacerdote, los creyentes en Cristo son sacerdotes también del mismo Orden de Melquisedec; Cristo es Juez, porque Dios juzgará al mundo por medio de Jesucristo porque todo el juicio ha dado al Hijo, a Cristo, también los creyentes en Cristo dice San Pablo, juzgarán al mundo y aun a los ángeles.
O sea, que a todo lo que Cristo es heredero, también lo son los creyentes en Cristo; ser un creyente en Cristo es la bendición más grande que pueda tener una persona. El pasaje que les di, que les cité de que los santos juzgarán al mundo, lo encontramos en Primera de Corintios, capítulo 6, versos 2 en adelante.
Y ahora, viendo que a todo lo que Cristo es heredero también los son todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, por cuanto son los primogénitos escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, son las personas que aparecen en Hebreos, capítulo 12, versos 22 en adelante, de los cuales dice el apóstol Pablo: “No os habéis acercado al monte…” o sea, allá al Monte Sinaí, monte que lo podían tocar, vamos a verlo aquí tal como fue hablado, capítulo 12, versos 22 en adelante del libro a carta de los Hebreos:
“Sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,
a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.”
Aquí podemos ver que todos los creyentes en Cristo se han acercado a ese Monte celestial, allá a la Jerusalén celestial, se han acercado al Monte de Sión celestial, a la Jerusalén del Cielo, donde Cristo está como Sumo Sacerdote haciendo Intercesión con Su propia Sangre por todos los que lo reciben como su único y suficiente Salvador; por eso dice la Escritura en Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21, dice… vamos a leerlo para que lo tengan tal y como está dicho aquí por San Pablo:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.”
Nuestra ciudadanía terrenal es del país donde hemos nacido, pero los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, han nacido del Cielo porque el nuevo nacimiento es del Cielo, y por lo tanto somos ciudadanos celestiales de la Jerusalén celestial donde está nuestro amado Salvador.
“…de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.”
Del Cielo lo esperamos, de donde tenemos la ciudadanía del nuevo nacimiento como creyentes en Cristo:
“…el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra…”
¿Ven? Él viene del Cielo en el Día Postrero para resucitar a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, eternos, y a los que estemos vivos en ese momento, nos transformará, y entonces tendremos cuerpos inmortales, cuerpos jóvenes que representarán de 18 a 21 años de edad, cuerpos glorificados como el Cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y como dijo Adán cuando le fue traída a él su compañera, él dijo: “Esta es carne de mi carne y hueso de mis huesos.” Y Cristo cuando nos vea transformado podrá decir: “Esto es carne de mi carne y hueso de mis huesos,” carne, cuerpo glorificado y eterno, inmortal; porque Cristo es el segundo Adán, y los creyentes en Cristo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo es la segunda Eva, tan sencillo como eso.
Y ahora, hemos visto porqué es tan importante la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero; el Día Postrero es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá. “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día,” nos dice el Espíritu Santo a través de San Pedro, en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y el Salmo 90, verso 4.
Los días postreros de los cuales también la Escritura habla, dice que para los días postreros Dios derramará de Su Espíritu sobre toda carne, y en los días allá del apóstol Pedro cuando está predicando el Día de Pentecostés, Dios estuvo derramando de Su Espíritu sobre toda carne, sobre toda persona que lo recibió como Salvador el Día de Pentecostés, y luego continuó derramando de Su Espíritu Santo sobre todos los que reciben a Cristo como Salvador, lo cual todavía Él está haciendo con todos los que reciben a Cristo como Salvador. También el apóstol Pablo… eso está en el libro de los Hechos, capítulo 2, versos 14 al 29, y el apóstol Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
Y ahora, el apóstol Pablo dice que Dios ha hablado por medio de Jesucristo en los días postreros, y han transcurrido ya dos mil años de Cristo hacia acá; cuando Jesucristo está en la tierra predicando ya se está viviendo en el lapso de tiempo llamado los días postreros. Cuando Cristo era un niñito todavía, y tenía de tres a siete años de edad, comenzaron los días postreros delante de Dios, que para los seres humanos son los milenios postreros, así como los días postreros de la semana son el quinto día: el jueves, el sexto día: el viernes, y el séptimo día: el sábado, y de esos tres días postreros el último es el sábado, por eso es llamado el día también de reposo o día del Señor en el antiguo Pacto, en el antiguo Testamento; y Cristo dijo que el Hijo del Hombre es Señor del sábado.
Por lo tanto, en los días postreros de la semana literal, están tipificados los días postreros delante de Dios, días mileniales que son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. En los días de Jesús se estaba viviendo ya en el quinto milenio, y por eso el apóstol Pablo y el apóstol Pedro dicen que Dios derramaría de Su Espíritu sobre toda carne en los días postreros, y allí está mostrando San Pedro el Día de Pentecostés que ya Dios está derramando de Su Espíritu sobre toda carne, y Pablo en la carta a los Hebreos, capítulo 1, nos dice que: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a través de los padres, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo,” o sea, por Jesucristo, señala los días del ministerio de Cristo, los señala como los días potreros, ya habían comenzado los días postreros.
Cristo hablando de todos los creyentes en Él, dice en San Juan, capítulo 6, versos 39 en adelante de la siguiente manera.
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Aquí podemos ver cómo Cristo señala que Él va a resucitar a todos los creyentes en Él que hayan muerto físicamente en el Día Postrero.
Y ahora, muchas personas a través de la historia del Cristianismo, los cuales, pues no creyeron en Cristo, no lo recibieron como Salvador en el tiempo en que vivieron, quizás decían: “Ya llevan años los cristianos diciendo que Cristo vendrá, que resucitará a los creyentes en Él y que vendrá el fin del mundo, y no ha venido,” ¿Ven? Porque no comprendían las personas que los días postreros son los milenios postreros, los cuales son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio; y no comprendieron que la Venida y resurrección de los muertos creyentes en Cristo es para el Día Postrero, o sea, tercer milenio de Cristo hacia acá o séptimo milenio de Adán hacia acá; pero en todos esos milenios anteriores las personas, los creyentes en Cristo tenían que estar preparados para la Venida del Señor.
Y ahora, hemos visto lo que son los días postreros y hemos visto cuál es el Día Postrero: el séptimo milenio de Adán hacia acá que conforme al calendario gregoriano ya comenzó; conforme al calendario gregoriano ya estamos 10 años dentro del séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá; por eso estamos en el tercer milenio de Cristo hacia acá, y es el milenio en el cual se cumplirá la Venida del Señor, la Venida del Hijo del Hombre, se cumplirá la resurrección de los muertos creyentes en Cristo y la transformación de los que estén vivos creyentes en Cristo, y el arrebatamiento o rapto de la Iglesia del Señor Jesucristo para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, fiesta que está lista y está esperando por mí, ¿y por quién más? Por cada uno de ustedes también, y por los que faltan de recibir a Cristo como Salvador.
La Cena de las Bodas del Cordero durará tres años y medio, será la fiesta más grande, más importante que se haya llevado a cabo en el Cielo; porque la fiesta llamada la Cena de las Bodas del Cordero, vean, habla de Bodas del Cordero que es Cristo, y así como cuando se casa un joven y una joven, luego hay una recepción, una fiesta, ¿ven?
Pero la fiesta de Cristo y Su Novia, la fiesta de Cristo y Su Iglesia será en el Cielo, es el mejor lugar porque en la Tierra no se podrá estar viviendo en esos días, porque la Tierra estará pasando por el lapso de tiempo llamado la gran tribulación que durará tres años y medio, en donde los juicios divinos van a estar cayendo sobre el planeta Tierra y sus habitantes; pero Él nos va a llevar a la Cena de las Bodas del Cordero y allí estaremos disfrutando esas bendiciones de parte de Dios, por eso en el libro del Apocalipsis, nos habla el Espíritu de Dios y Juan lo escribe, vean, le habla Cristo por medio de Su Ángel, y Juan escribe todo esto en Apocalipsis, capítulo 19, versos 7 en adelante:
“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.
Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.
Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.”
Y ahora, vean como el Ángel del Señor Jesucristo le dice a Juan el apóstol que son bienaventurados los que son llamados a la Cena de las Bodas del Cordero.
Yo escuché el llamado, la invitación al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y nacer la fe de Cristo en mi alma, esa es la invitación, y lo recibí como mi Salvador, y ahora estoy esperando el momento de ir a la Cena; recuerden que las invitaciones siempre la novia y el novio la envían con anticipación, y ya la persona que tiene la invitación, puede decir: “Va a llevarse a cabo una fiesta maravillosa a la cual yo he sido invitado,” y puede mostrar la invitación, y así también es para la fiesta de las Bodas del Cordero, o sea, de Cristo y Su Iglesia, la unión de Cristo y Su Iglesia.
Y todo eso está señalado para ser llevado a cabo en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio de Adán hacia acá, ya estamos dentro del séptimo milenio por 10 años, pero no sabemos en qué año es que Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él y a los vivos los transformará; y entonces todos ya con cuerpos nuevos y eternos, luego de unos días aquí en la tierra ya con el nuevo cuerpo, así como cuando Cristo resucitó estuvo apareciendo a Sus discípulos en diferentes ocasiones en un lapso de tiempo de 40 días, así también, pues estaremos de 30 a 40 días aquí en la tierra ya con el cuerpo nuevo, y luego nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, así como Cristo se fue al Cielo a la Casa del Padre celestial ya glorificado, ya con el Cuerpo glorificado para nunca más morir.
Y así también será con los creyentes en Cristo ya con el cuerpo glorificado, el cuerpo nuevo y eterno para nunca más morir, estaremos estrenando ese cuerpo aquí en la tierra, pero luego nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; es un privilegio grande ser convidado, ser invitado a la fiesta más grande del Cielo: la Cena de las Bodas del Cordero.
Y ahora, conscientes del tiempo en que estamos viviendo, no solamente podemos decir que estamos en los días postreros, pues si decimos que estamos en los días postreros, podemos decir: “Estamos en los días postreros desde los días de Jesucristo hacia acá,” ya llevamos dentro de los días postreros dos mil años, y ya comenzó el tercer milenio que es el Día Postrero delante de Dios, por lo tanto podemos decir: “Estamos en el Día Postrero, en el milenio Postrero donde todas estas bendiciones divinas van a ser cumplidas para la Iglesia del Señor Jesucristo. Y Cristo tiene el poder para transformar nuestros cuerpos, para que sean iguales al Cuerpo glorificado que Él tiene, y entonces seremos inmortales y jóvenes para toda la eternidad.
Por eso es tan importante la Venida del Hijo del Hombre en el Día Postrero, es para el Día Postrero; Cristo hablando de la Venida del Hijo del Hombre dijo que ese tiempo sería como en los días de Noé y sería como en los días de Lot. Los días de Noé la humanidad estaba condenada a ser destruida con un diluvio, y en los días de Lot los ciudadanos de Sodoma, Gomorra y ciudades cercanas estaban condenados a ser destruidos con fuego; pero en la tierra en los días de Lot hubo un profeta dispensacional muy grande llamado Abraham, el padre de la fe.
Y ahora, estamos conscientes que la humanidad está como en los días de Noé y como en los días de Lot, pero Dios no destruye al justo con el injusto, dice Dios en Su Palabra, y también dice Abraham allá por el capítulo 18 del Génesis cuando está hablando con Dios.
Y ahora, estamos viviendo en un tiempo muy, pero que muy importante, y los que quieran tener una idea de cómo va a ser, hay películas científicas que muestran lo que va a suceder en el planeta Tierra, y también películas para el cine donde muestran parte de lo que va a suceder, como esta película que habla del 2012, esa película el que la ve, puede tener una idea de lo que va a suceder, y quizás sea peor de lo que se es mostrado en esa película; porque será el juicio divino cayendo sobre la raza humana, pero se va a llevar Cristo a Su Iglesia para la Cena de las Bodas del Cordero al Cielo, porque ella fue limpiada con la Sangre de Cristo, y por consiguiente no tiene porqué permanecer aquí recibiendo el juicio que ha de caer sobre la Tierra; porque el juicio viene siempre por causa de los pecados del ser humano, dice la Escritura que la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Por lo tanto, es tiempo de estar bien agarrados de Dios, creyendo en Cristo con toda nuestra alma, habiéndolo recibido como nuestro único y suficiente Salvador, habiendo sido bautizado en agua en Su Nombre y habiendo recibido Su Espíritu Santo, y por consiguiente habiendo obtenido el nuevo nacimiento, por lo cual habiendo entrado al Reino de Cristo, al Reino de Dios.
Estamos en el tiempo más peligroso de todos los tiempos, en el tiempo más terrible desde el punto de vista humano, pero desde el punto de vista divino para los creyentes en Cristo, hemos llegado al tiempo más glorioso, el tiempo en donde Cristo completará Su Iglesia, el tiempo en donde Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él, el tiempo en donde Cristo transformará a los creyentes que estén vivos, el tiempo en que estaremos en la tierra estrenando el nuevo cuerpo por un lapso de tiempo de 30 a 40 días, y el tiempo o Día Postrero o milenio en donde los creyentes en Cristo serán llevados con Él a la Cena de las Bodas del Cordero.
No podemos ir con estos cuerpos físicos, porque para ese lugar no hay viajes espaciales que nos puedan llevar estando en estos cuerpos mortales, se requiere que estemos en el cuerpo eterno y glorificado como Cristo, el cual fue llevado al Cielo dos mil años atrás, no necesitó un avión, no necesitó un cohete, sino que ya tenía el Cuerpo glorificado; y por consiguiente el cuerpo al ser glorificado es interdimensional. Recuerden que ya Cristo resucitado aparecía a Sus discípulos, ellos estando con las puertas cerradas por miedo a los judíos, y Cristo aparecía entre ellos, y ellos pensaban que era un espíritu, pero Él les dijo: “El espíritu no tiene carne como yo tengo, y huesos,” pidió algo de comer, le dieron un pedazo de pescado y miel, y comió delante de ellos, y luego se desapareció, luego de estar con ellos y hablar con ellos.
Es que en el cuerpo glorificado no hay nada imposible, miren, Él también cuando resucitó dijo a las mujeres que lo habían visto: “Vayan a Pedro y los demás discípulos y le dicen que vayan a Galilea y allí los veré,” y de seguro Él llegó primero y no lo vieron caminando para llegar allá.
O sea, que el cuerpo glorificado viene con el equipo completo, no tendrá limitaciones para pasar de una dimensión a otra, por eso podía aparecer a Sus discípulos y nadie sabía de dónde había aparecido, y luego se podía desaparecer; ¿recuerdan los caminantes de Emaús, el día de la resurrección del Señor? Iban muy tristes hacia Emaús, y les aparece un joven y habla con ellos, y les dice: “¿Por qué ustedes están tristes?” Y ellos comienzan a contarle: “¿Eres tú extranjero, o sea, eres tú un turista aquí que no sabes lo que ha pasado en Jerusalén?” Y comienzan a hablarle a Jesús acerca de Jesús de Nazaret, cómo Dios por medio de Él obró poderosamente y después cómo lo tomaron preso, cómo lo castigaron, lo juzgaron, lo castigaron, y luego lo crucificaron, “…y ya es el tercer día que esto sucedió (ya era domingo y fue viernes la crucifixión), aunque hay algunas mujeres que han dicho que lo vieron resucitado,” pero ellos no lo habían creído.
Y siguen, y llegan al lugar ya en la tarde, a la caída del sol, llegan al lugar donde van, y Jesús hace como que va a continuar Su camino, y ellos le dicen: “No, no te vayas, quédate con nosotros,” porque Cristo les estaba hablando acerca del Mesías, mostrándoles todas las Escrituras que hablaban del Mesías, y ardía como un fuego en sus corazones, en sus almas las Palabras que Jesucristo les hablaba, y no sabían que era Jesucristo; es como las personas que han partido y tenían, digamos 50, 60, 70, 80, 90 años o más, cuando resuciten, resucitarán jovencitos.
Y los familiares sino saben eso y le aparecen unos jovencitos, y le dicen: “Yo soy tu abuelita, o yo soy tu abuelito,” podrán decir las personas: “Mi abuelita era ya una anciana, y tú eres un joven o tú eres una joven, y mi abuelito era un anciano y tú eres un joven, no puedes ser mi abuelito o mi abuelita.” Pero teniendo el conocimiento que en el cuerpo en que van a resucitar es joven, que representará de 18 a 21 años, es un Cuerpo eterno, inmortal, glorificado, entonces estarán esperando no a una ancianita y a un ancianito, sino estarán esperando unos jóvenes que representarán de 18 a 21 años.
Así que, teniendo ese conocimiento no les pasará como les pasó a los discípulos del Señor Jesucristo, que resucitó y no lo conocían, y había estado con ellos por unos tres años y medio en Su ministerio terrenal.
Y ahora, sabemos que viene una resurrección de los creyentes que ya murieron físicamente, en Cuerpos glorificados será esa resurrección, y una transformación para los creyentes en Cristo que estarán vivos en este tiempo final, y cuando ocurra la resurrección, entonces seremos nosotros transformados, los vamos a ver a los muertos creyentes resucitados, y entonces seremos transformados cuando los veamos, tan sencillo como eso. ¿Y por qué eso es sencillo? Porque el que lo prometió tiene el poder para cumplirlo, para Él no hay nada imposible, por eso es tan importante: “LA SEGUNDA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE RESPLANDECIENDO EN EL OCCIDENTE.”
La primera Venida se cumplió en medio del pueblo hebreo, que estaba bajo el Pacto divino que le fue dado en el Monte Sinaí, allá en el Este o Medio Oriente se cumplió la primera Venida del Mesías; como el relámpago que sale del Oriente, ahí se cumple la primera Venida, y sale para recorrer el camino como lo hace el sol, y el sol recorre su camino de Este a Oeste, en el Este sale, surge, y en el Oeste se pone, termina su recorrido.
Y Cristo como el sol y como el relámpago que sale del Oriente, o sea, del Este, de la tierra de Israel, y recorre su camino desde los judíos, por los gentiles pasa, Asía Menor, Europa, Norteamérica y luego la América Latina; el Oeste, el Occidente es el Continente Americano, es donde se pone el sol.
Y es el Cristianismo el que está esperando la segunda Venida de Cristo, por consiguiente este es el tiempo en que Dios va a cumplir la segunda Venida de Cristo en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, en medio del Cristianismo, pues el Cristianismo está esperando la Venida del Señor.
Y ahora, Cristo dice que cuando nosotros veamos todas estas cosas (las señales que Él dio) suceder, dice: “Erguíos y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca,” o sea, vuestra redención es la transformación del cuerpo, la redención del cuerpo; para los vivos su transformación, y para los muertos la resurrección en cuerpos glorificados, esa es la redención del cuerpo, esa es la adopción de la cual habla San Pablo en Romanos, capítulo 8, versos 18 al 31, y San Pablo también nos habla en Efesios, capítulo 4, verso 30:
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”
El día de la redención del cuerpo, el día de la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y de la transformación de los creyentes en Cristo, ese es el día, el tiempo, ese es el Día Postrero, séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá.
Por lo tanto, estemos preparados habiendo recibido a Cristo como nuestro Salvador, habiendo sido bautizados en agua en Su Nombre, habiendo recibido Su Espíritu y permaneciendo firmes en la fe de Cristo, sirviéndole todos los días de nuestra vida, y esperando el cumplimiento de Sus promesas, esperando nuestra transformación los que estamos vivos, y también esperando la visita de los muertos en Cristo que vendrán para estar con nosotros en Cuerpos glorificados, y que podrán comer; porque Cristo cuando resucitó pudo comer con Sus discípulos.
Así que, en México de seguro le tendrán, se le tendrá frijoles, arroz, carne, y chile también; porque es parte de la dieta de acuerdo a la cultura mexicana, y en cada país, pues de lo que tengan en cada país.
Así que va a ser una bendición y privilegio grande tenerlos como invitados cenando o desayunando o almorzando con nosotros, y después nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial, la recepción de Boda de Cristo y Su Iglesia que el Padre celestial va a hacer para todos los creyentes en Cristo, juntamente con Cristo, siendo llevados con Cristo al Cielo en el Día Postrero, o sea, en el Milenio Postrero de Adán hacia acá.
“LA SEGUNDA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE RESPLANDECIENDO EN EL OCCIDENTE.”
Es en el Occidente, en el Continente Americano, y sobre todo la parte de la América Latina y el Caribe que el resplandor va a ser más fuerte, y vamos a ser alumbrados espiritualmente, vamos a ser llenos del conocimiento de todas estas cosas. En Habacuc, capítulo 2, verso 14 y en Zacarías, capítulo 11, verso 9, nos dice:
“Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová (o sea, de la gloria del Señor), como las aguas cubren el mar.”
O sea, que la tierra va a tener ese conocimiento de parte de Dios, el conocimiento de la Segunda Venida del Hijo del Hombre en gloria con Sus Ángeles, resplandeciendo para prepararnos para ir con Él a la Cena de las Bodas del Cordero; por lo tanto, tenemos que estar preparados esperando el cumplimiento de estas promesas, recuerden que el mismo Cristo dijo en San Lucas, capítulo 18, verso 8: “Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?” ¿Creerán en Su Venida? Recuerden que dos mil años atrás muy pocos creyeron, muy pocos obtuvieron esa luz del Hijo del Hombre viniendo allá en el Este; y por eso algunos lo rechazaron.
Para este tiempo final queremos que la luz de Cristo, el Ángel del Pacto, nos alumbre el entendimiento y el corazón para recibirlo en Su Venida, recibir la fe para ser transformados y llevados con Él a la Cena de las Bodas del Cordero en el Día Postrero, Día Postrero Milenial que ya comenzó; no sabemos cuándo será el arrebatamiento de la Iglesia, pero sabemos que será en el Día Postrero, y la resurrección de los muertos en el Día Postrero, y la transformación de los vivos creyentes en Cristo en el Día Postrero también.
Y ahora, como bien temprano en la mañana Cristo resucitó en el domingo de resurrección, pues bien temprano en el Día Postrero resucitará a los muertos creyentes en Él y los vivos serán transformados, y bien temprano allá fue en la primera hora de la mañana ya estaba… todavía estaba oscuro un poco, actualmente pues de 6:00 a 7:00 de la mañana, todavía está un poquito oscuro en algunos lugares, y ahora, eso es tipo y figura del primer siglo del séptimo milenio.
Por lo tanto, estemos preparados, porque ha de ser transformada la Iglesia del Señor, los muertos resucitados en Cuerpos glorificados y eternos, y los que vivimos seremos transformados e iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
La Venida del Hijo del Hombre es la única esperanza de los Cristianos, es la única esperanza que tiene la humanidad, no hay otra esperanza, en la naturaleza no tenemos esperanza de que las cosas se pongan mejor, cada día más terremotos, volcanes entran en erupción, maremotos, tsunamis y todas estas cosas que están sucediendo, y cada día se aumenta más el problema del medio ambiente, con el calentamiento global ya ustedes pueden ver que se está aumentando el problema, los hielos polares derritiéndose, y eso causará unos problemas mayores; pero en el Programa Divino para los creyentes en Cristo hay grandes bendiciones.
Por lo tanto, estemos bien agarrados de Cristo, el Ángel del Pacto, para que cuando Él resucite a los muertos creyentes en Él, luego nos transforme a nosotros los que vivimos, lo cual será exclusivamente para los creyentes en Él.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento; y así sea colocado en el Reino del Señor y pueda tener esta esperanza que está señalada aquí para los creyentes en Cristo.
Sin Cristo no hay esperanza para el ser humano, sin Cristo no hay esperanza para este planeta Tierra, sin Cristo no hay esperanza para la familia humana, pero con Cristo sí hay esperanza.
Estamos esperando esas bendiciones prometidas para este tiempo final, para el Día Postrero, pueden pasar al frente los que todavía no han recibido a Cristo y nació la fe de Cristo en su alma al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, para que oremos por usted; los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo para que así Cristo les reciba en Su Reino. Recuerden que todos queremos vivir eternamente, y sin Cristo nadie podrá vivir eternamente.
Veamos algunos lugares donde esto está muy claro, todos queremos que Cristo nos confiese delante del Padre celestial para entrar al Reino de Dios, San Mateo, capítulo 10, versos 32 en adelante, nos habla Jesucristo muy claro cuando nos dice en los versos o versículos 32 al 33 de San Mateo, capítulo 10, dice:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Si lo confesamos, Él nos confesará delante del Padre celestial como personas que hemos creído en Cristo y lo hemos recibido como nuestro Salvador; si lo negamos, pues Él nos va a negar delante del Padre, pero queremos que Él nos confiese delante del Padre celestial como creyentes en Él, en Cristo. También nos dice en San Juan, capítulo 3 de la siguiente manera, y vamos a leerlo, capítulo 3, verso 16 de San Juan, dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Y en ese mismo capítulo 3 de San Juan, versos 35 al 36, dice:
“El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”
No podemos rehusar creer en Cristo, porque el que rehúsa creer en Cristo, dice: “No verá la vida.” O sea, no verá la Vida eterna, lo que tiene la persona es una vida temporera, y no verá la Vida eterna; estamos en este planeta Tierra para escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, obedecer lo que dice el Evangelio de Cristo recibiéndolo como Salvador, y ser por consiguiente lavados con la Sangre de Cristo, rociados con la Sangre de Cristo para así ser limpiados de todo pecado, dice también en San Juan, Primera de Juan, capítulo 5 de la siguiente manera, y lo vamos a leer para que tengamos el cuadro claro, dice Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 en adelante, dice:
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”
El que tiene a Cristo tiene la Vida eterna, el que no tiene a Cristo porque no lo recibió como Salvador, pues no tiene la Vida eterna, lo que tiene es una vida temporera y no sabe cuándo se le va a terminar.
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”
La buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna, porque lo hemos recibido como nuestro Salvador, y Él es la Vida, Él es el camino, la verdad, y la vida; “y nadie viene al Padre, sino por mí,” dice Cristo en San Juan, capítulo 14, verso 6. Cristo tiene la exclusividad de la Vida eterna, y Él le otorga la Vida eterna a todos aquellos que lo reciben como único y suficiente Salvador; por eso en San Juan, capítulo 10, versos 27 en adelante, Cristo dice: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y yo las conozco, y yo les doy Vida eterna.” Es Vida eterna lo que Cristo le da a Sus ovejas, que son las personas que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, creen, nace la fe de Cristo en su alma y lo reciben como único y suficiente Salvador. Por eso es que también Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:
“ Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Y nadie quiere ser condenado, todos quieren ser salvos, por lo tanto todos necesitamos a Cristo, todos necesitamos recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador; es una bendición y privilegio grande recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, Él es la persona más importante de los cielos y de la tierra, Él se ha sentado en el Trono de Dios celestial, Él es el Rey de reyes y Señor de señores, y es un privilegio recibirlo acá en nuestro corazón.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Si falta alguno por venir, puede venir; y de los que están en las demás naciones conectados con el satélite Amazonas o por internet, pueden también continuar viniendo a los Pies de Cristo nuestro Salvador. También los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo, pues Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí; y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”
Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo; si falta alguno por venir, puede venir todavía. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo y nuestros ojos cerrados, los que están presentes y los que están en otras naciones, y los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, en mi alma, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Creo en Tu primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por lo de todo ser humano.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, Sálvame Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible;” porque Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” “¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón; bien pueden ser bautizados en agua, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
En los días de Juan el Bautista y de Jesús, cuando Juan el Bautista predicaba allá en Judea y bautizaba en el Río Jordán, llegó Jesús, entró a las aguas del Jordán donde Juan estaba, y cuando Juan lo ve, le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para yo Te bautice?” Y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia.” Y si a Cristo le convenía ser bautizado para cumplir toda justicia, cuánto más a nosotros.
Es un mandamiento del Señor Jesucristo el bautismo en agua en Su Nombre, los apóstoles bautizaban a todas las personas que creían en Cristo y lo recibían como Salvador, el Día de Pentecostés donde Pedro predicó su primer mensaje lleno del Espíritu Santo, en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 14 en adelante, y también versos 31 en adelante, las personas al escuchar a Pedro predicar preguntan: “Varones hermanos: ¿qué haremos?” Todos los que creyeron preguntaron a Pedro y los apóstoles qué tenían que hacer, y Pedro lleno del Espíritu de Cristo dice a ellos:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para los que están lejos; y para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.”
Y todos los que creyeron fueron bautizados y se añadieron aquel día como tres mil personas, y perseveraban cada día en el templo, sirviendo a Dios en el templo y en las casas y comiendo juntos, y así por el estilo, y dice: “Y el Señor añadía cada día a Su Iglesia los que han de ser salvos, o los que habían de ser salvos.” Los que han de ser salvos reciben a Cristo como Salvador y son añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la que predica el Evangelio de Cristo.
Y ahora, el agua en el bautismo no quita los pecados, el bautismo en agua es tipológico, pero es un mandamiento del Señor Jesucristo en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva Vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno; tan sencillo como eso es la tipología, el simbolismo del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador. Los que están en otras naciones, también pueden ser bautizados en estos momentos; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “LA SEGUNDA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE RESPLANDECIENDO EN EL OCCIDENTE.” Dejo al ministro que está aquí presente, el reverendo Jorge Alberto Aguirre, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. En cada nación también dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.
“LA SEGUNDA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE RESPLANDECIENDO EN EL OCCIDENTE.”