Muy buenos noches, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones. Que las bendiciones del Creador de los Cielos y de la Tierra, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob sean sobre cada uno de ustedes.
Para esta noche vamos a leer en el capítulo 1, del Génesis, verso 1, y luego el capítulo 1 mismo, versos 26 al 28, y luego el capítulo 2, verso 7.
Dice capítulo 1, verso 1:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.”
Luego el capítulo 1, versos 26 en adelante, dice:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”
Y el capítulo 2, verso 7, dice:
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.
Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.”
Luego en el verso 16, dice:
“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.
Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.
Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.
Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.
Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.
Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.”
“EL SER HUMANO, LA CORONA DE LA CREACIÓN DE DIOS.” Es nuestro tema para esta ocasión.
Antes de la creación pues solamente existía Dios y de Dios salía una luz llamada el Logos de Dios, el Verbo de Dios como nos dice San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”
El Verbo que era con Dios y era Dios es el Logos, es el Verbo, es el Ángel del Pacto, es el Espíritu Santo, es el Hijo de Dios, es Cristo en Su Cuerpo angelical, el Hijo de Dios que salió de Dios. Luego nos dice en el verso 14 de este mismo capítulo 1 de San Juan:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
Y ahora, el Verbo que era con Dios y era Dios es el Ángel del Pacto, es Cristo en Su Cuerpo angelical llamado el Espíritu Santo; porque un espíritu es un cuerpo de otra dimensión. Por medio del Verbo que era con Dios es que Dios creó todas las cosas, o sea, que el Verbo que era con Dios y era Dios el cual es el Ángel del Pacto es antes de la creación y es por medio de Cristo, el Ángel del Pacto el Cuerpo angelical de Dios, la imagen del Dios viviente que Dios lleva a cabo toda la creación.
Vean lo que San Pablo conocedor de este misterio nos dice, en Hebreos, capítulo 1, versos 1 al 3:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
Por medio del Hijo de Dios, el Ángel del Pacto velado en carne humana les estuvo hablando al pueblo hebreo en Su ministerio terrenal. La promesa de la Venida del Mesías conforme a Malaquías, capítulo 3, verso 1, dice: “He aquí, yo envío mi mensajero.” ¿Quién lo envía? Pues el mismo Dios.
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (le va a preparar el camino a aquel que lo está enviando); y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis…”
O sea, Dios el Padre, vendrá a Su Templo, Su templo humano el que nacería a través de una virgen conforme a Isaías, capítulo 7, verso 14, que dice: “He aquí la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y se llamará su nombre Emanuel,” que traducido es: Dios con nosotros. Eso lo explica también en el Evangelio según San Mateo, capítulo 1, verso 23, donde dice:
“He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel,
que traducido es: Dios con nosotros.”
Y ahora, sigue diciendo… vean, vendrá a Su templo, Su templo humano.
“…el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
Dios el Padre vendría con el Ángel del Pacto, que es Su Cuerpo angelical, el Verbo que era con Dios, el Logos a través del cual creó todas las cosas. Recuerden que cuando le apareció a Moisés el Ángel del Pacto en aquella zarza que ardía y no se consumía el Ángel del Pacto le habla, pero cuando está hablando el Ángel del Pacto es Dios a través de ese Cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, y le dice: “Yo soy el Dios de tu padre” (o sea Amram), Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, y Moisés tuvo miedo de mirar a Dios.
Todos los que veían a ese Ángel del Pacto, que en algunas ocasiones se aparecía en una llama de fuego, una luz, y en otras veces aparecía en la forma de un hombre, o sea, un hombre de otra dimensión, un hombre espíritu; porque un espíritu es un cuerpo de otra dimensión, los cuerpos de los ángeles son cuerpos de otra dimensión, pueden aparecer en forma de luz, en forma de una llama de fuego o en forma de un hombre pero de otra dimensión; al profeta Daniel vean cuando el Ángel Gabriel le aparece lo ve como un hombre pero de otra dimensión, un varón, por eso le llama: un hombre, un varón, varón de Dios, un varón de Dios, un hombre de Dios.
Y encontramos también que Abraham le aparecieron tres varones, tres Ángeles: Dios, el Ángel Miguel y el Ángel Gabriel; también encontramos que en diferentes ocasiones le hablaba Dios a Abraham y luego también a Isaac, luego también a Jacob. Aquel ángel con el cual Jacob luchó toda la noche era nada menos que el Hijo de Dios en Su Cuerpo angelical, el Ángel del Pacto, el Logos; y Jacob no lo soltaba (en el capítulo 32 del Génesis, versos 24 al 32).
Y el varón, ¿ve? Un hombre, ese Ángel, un hombre luchaba con Jacob le decía: “Suéltame porque raya el alba,” y Jacob le decía: “Yo no te soltaré, hasta que tú me bendigas.” Jacob tenía miedo porque venía de la tierra de su suegro, era de Harán donde se había casado, ya tenía familia; tenía ya once hijos, y uno que venía de camino o que nacería en la trayectoria y que sería Benjamín.
Y su hermano Esaú, cuando Jacob estando en la casa de su padre le lleva comida a Isaac para que lo bendiga porque su madre había escuchado a Isaac que le dijo a Esaú: “Ve al monte de cacería, toma caza para mí, la preparas, preparas un guiso (como el que nos gusta acá también) y lo traes para que yo coma y después te bendiga.”
Ya Jacob había hecho un negocio con comida también con su hermano, y ahora le tocaba con su padre y era por la bendición de la primogenitura, pues tiene sus diferentes etapas; y su madre le dice: “Tu padre mandó a tu hermano Esaú a que busque, cace un animalito, lo traiga preparado para él comer y bendecirlo,” lo iba a bendecir con la bendición de la primogenitura; eso es como darle ya su herencia estando vivo, o sea, hacer el testamento, y ahí era por palabra hablada y eso no se puede borrar; como él dijera, así permanecería delante de Dios, porque la primogenitura viene de parte de Dios y delante de Dios es que se hacen esos negocios.
Y Isaac amaba mucho a Esaú, y Rebeca amaba mucho a Jacob y entonces por eso ella lo ayudó como toda buena madre ayuda a sus hijos para buscar la bendición de Cristo preparándolos para que vayan a la iglesia, el domingo estén tempranito le prepara su ropa el día antes, le prepara el desayuno tempranito, los levanta a buena hora, y también el día que son las clases bíblicas (sábado) también los prepara para que vayan a buscar la bendición de Dios, así pues era Rebeca con su hijo Jacob, y ella quería la bendición para su hijo, la bendición de la primogenitura que es una doble porción de la herencia; y siempre echaban esa bendición antes de partir, antes de morir, el padre bendecía a sus hijos y ya les repartía la bendición en palabra hablada y así quedaba delante de Dios.
Jacob tenía miedo porque sabía que si su padre se daba cuenta que no era Esaú (aunque estaba ciego), si se daba cuenta en vez de bendición iba a hablar maldición sobre él; pero su madre le dice que cualquier problema entonces ella tomaba la responsabilidad, o sea, cualquier situación que surgiera. El joven se anima, ella le consigue toda la solución menos la de la voz, y siempre logra Jacob la bendición; su voz pues era la voz de Jacob no la de Esaú, pero el olor de sus vestidos era el olor de la ropa de Esaú que Rebeca se la había colocado a Jacob, y los brazos velludos que Esaú tenía pues con la piel del… ¿qué animalito? Del cabrito. Se la puso en los brazos y se sentía bien velludo; el problema entonces fue resuelto ahí también. Dos sentidos a favor de Jacob y uno en contra, el audio en contra de Jacob pero el del tacto a favor de Jacob, y el del olfato a favor de Jacob también, o sea, mayoría (dos a uno, y en cualquier deporte, dos a uno, el que tenga dos, pues ganó la competencia); y lo bendice, come y lo bendice porque la mamá de Jacob siendo la esposa de Isaac, pues que también conocía el gusto de su esposo, sabía cómo cocinarle.
Y recuerden que por la comida el hombre es atraído; sino le cocinan bien en la casa, prefiere comer en la casa de su mamá; porque en la casa de su mamá vivió muchísimos años, ya se acostumbró; y algunas veces surgen los problemitas ahí de la nuera y la suegra, y la suegra: “Bueno, no me le cocina a mi hijo que yo le he cocinado por tantos años bien; y ahora no sabe cocinar la muchacha.”
Ahora, Jacob logra que su padre lo bendiga y se va con la bendición de Dios, y cuando llega Esaú con la comida se estremece Isaac, y le dice: “¿Quién eres?” Y le dice: “Yo soy Esaú, tu hijo, ya traigo la comida para que comas y me bendigas.” Y se estremeció Isaac y pregunta: “¿Quién fue? Tu hermano vino primero que tú y me trajo comida, comí y lo bendije, y será bendito,” y ahí el que lo bendiga será bendito y el que lo maldiga va a ser maldito. Pero Esaú le pregunta: “¿Y no hay otra bendición para mí?” Ahí se pone triste.
Es lo que le pasa a muchas personas que se descuidan en su vida espiritual, pierden la bendición y después se ven en muchos problemas. No puede decaer la persona en la fe, tiene que permanecer firme y si tiene algún problema pide perdón a Dios y sigue hacia adelante en su vida Cristiana, porque “el que pone su mano en el arado y mira hacia atrás, no es apto para el Reino de Dios.” [San Lucas 9:62].
Así que, Jacob es un ejemplo de lo que es un creyente en la bendición de Dios, en la bendición de la primogenitura que lucha por esa bendición, usa su dinero, usa la comida, usa todo lo que tiene y lo cambia por la bendición de Dios; y por la bendición de Dios vean ustedes Jacob recibió la bendición de la primogenitura: doble bendición, esa es una bendición con doble porción.
Jacob tuvo también la experiencia porque su hermano dijo: “cuando muera mi padre, yo voy a matar a Jacob,” o sea, que por la bendición vean, es como por el poder en algunas naciones, diferentes tipos de poder, hasta matan a sus propios hermanos; y así lo vemos en la Biblia, aun el hijo mayor de David para arrebatar el trono trató de matarlo, y así por el estilo vemos que hijos de grandes reyes mataron a sus padres por tomarle el trono.
Y ahora, Jacob estaba muy asustado cuando venía ya de regreso con su familia de allá de Harán, venía rico pero rico y en peligro, la riqueza no tiene valor, entonces tiene que usarla para defenderse. Le manda un presente con un siervo y un grupo de personas en el grupo de los hijos de él, y con otro grupo otros presentes de lo que él tenía, y así por el estilo para ir apaciguando la ira por haberle robado la bendición de la primogenitura; y ya a lo último pues queda Raquel con su hijo José más los siervos que tenía, y el ganado; y entonces los manda y se queda él solito y se encuentra con el Ángel de Dios; y Jacob no soltaba al ángel hasta que recibiera la bendición del ángel, porque tenía que enfrentarse a su hermano Esaú que sabía que había jurado que lo iba a matar cuando su padre muriera, pero su padre todavía no había muerto, tuvo suerte, y tuvo suerte que le apareció el ángel que le había dicho: “Regresa a tu tierra.”
Jacob, le pregunta al ángel cuando el ángel lo bendice: “¿Cuál es tu nombre?” Quería saber el nombre del ángel, porque ese es el Ángel de Dios, o sea, el cuerpo angelical de Dios, el cuerpo teofánico de Dios, la imagen del Dios viviente.
En esa forma es que Dios creó al ser humano: un cuerpo angelical primero, le dio a Adán, y dice la Escritura que varón y hembra Dios lo creó; luego le da la semejanza física, que es el cuerpo físico igual al cuerpo físico que Dios iba a tener, el cual vino a ser el cuerpo de Jesús; por eso la semejanza física de Dios tenía que ser igual a la del ser humano, hueso y carne, pero creado por Dios.
Así como Dios trajo y de Dios salió el cuerpo angelical, ahora sale la creación del cuerpo físico, de parte de Dios y por el mismo Dios, a través de Su cuerpo angelical, el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto. Y por eso es Emmanuel, Jesucristo, que es Dios con nosotros; y por eso es que Jesucristo allá en el capítulo 2 de San Juan, versos 17 al 22, dice frente al templo: “Destruyan este templo, y en tres días Yo lo levantaré.” Todos pensaban que estaba hablando del templo de piedras, pero la Escritura dice que estaba hablando de Su cuerpo, o sea, del Templo de Dios humano, templo de carne de Dios, que es el cuerpo de Jesucristo.
Recuerden en San Pablo nos dice: “¿No sabéis que vosotros sois templos de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” Así es el ser humano, un templo para Dios: tiene atrio, que es el cuerpo físico; tiene lugar santo, que es el espíritu o cuerpo espiritual; y tiene Lugar Santísimo que es el alma de la persona. Lo mismo lo vemos en Dios: Dios el Padre, el cuerpo angelical de Dios que es el Espíritu Santo, el Hijo de Dios en Su cuerpo angelical, y el cuerpo físico que es el Atrio.
Y encontramos que Jesús al hablar esas palabras, todos pensaban que estaba hablando del templo, y por eso cuando lo tomaron preso y el concilio del Sanedrín lo estaba juzgando, hubo unos cuantos testigos que dijeron que Jesús había dicho que destruyeran el templo, que Él en tres días lo iba a levantar, y esto es terrorismo, promoviendo el terrorismo; pero eso no funcionó para juzgarlo y condenarlo; y entonces buscaron una razón mayor: “¿Eres tú el hijo del Bendito, el hijo de Dios?” Dijo: “Tú lo has dicho.” Entonces aparecía como una blasfemia el decir que era el Hijo de Dios, por lo cual fue llamado digno de muerte; y fue condenado por esa causa.
Y ahora, Jesucristo es el personaje más importante de la historia bíblica, porque es la imagen y la semejanza de Dios; la imagen de Dios en Su cuerpo angelical, y la semejanza de Dios en Su cuerpo físico.
También encontramos en Colosenses, capítulo 1, verso 15 en adelante que nos dice:
“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”
La imagen de Dios, el cuerpo angelical de Dios, el Ángel del Pacto. Pues leímos en Malaquías, capítulo 3, que “vendrá a Su Templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el Ángel del Pacto a quien deseáis vosotros.” Ese Ángel del Pacto fue el que le dio la Ley a Moisés en el monte Sinaí, el que escribió la Ley, el que escribió allí en dos piedras la Ley, los diez mandamientos para el pueblo hebreo.
Y ahora, podemos ver porqué decía Jesús en San Juan, capítulo 8, versos 56 al 58: “Abraham vuestro padre deseó ver mi día; lo vio, y se gozó.” Le dicen entonces los judíos: “No tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?” Él le dice: “Antes que Abraham fuese, Yo soy.”
Él es el Yo Soy, aquel al cual Moisés le pregunta: “¿Cuál es Tu nombre?” Le dice: “Si ellos, si los hijos de Israel me preguntan: Cuál es Su Nombre, ¿qué les voy a responder?” Y Él le dice: “Le dirás: YO SOY EL QUE SOY, Yo Soy me ha enviado a vosotros.” (Éxodo, capítulo 3, versos 13 al 16). Y dice que con ese Nombre Él no se había revelado antes (capítulo 6 de Éxodo). O sea, que Moisés recibe la revelación de Dios y el Nombre de Dios.
Y ahora, encontramos que la corona de toda la creación es el Ángel del Pacto, Cristo. Y luego la corona aquí en la Tierra, la corona de la creación del planeta Tierra es el ser humano: Adán, que Dios lo coloca en la Tierra como el hijo de Dios que coloca en la Tierra con un cuerpo de carne; y por eso es que el ser humano fue colocado como rey, como señor del planeta Tierra completo, de los animales, de las aves, de los peces, de los reptiles, y de todo lo que es el planeta Tierra, pero para que le dé buen uso, para que lo cuide, como cuidador, guardián del planeta Tierra; por eso el ser humano es tan importante en el Programa Divino, porque es el único ser a imagen y semejanza de Dios; los ángeles son a imagen de Dios, pero la semejanza física, el cuerpo de carne, no lo tienen; excepto cuando se han hecho carne, entonces ya tienen imagen y semejanza.
La promesa grande para el ser humano es que una parte de la raza humana va a ser igual a Dios, ¿no dijo: dioses sois? Y si dijo dioses a aquellos a quienes es dicha la Palabra, Cristo dice: “La Escritura no puede ser quebrantada.” Habrá un grupo de personas que van a ser iguales a Jesucristo, cuerpos angelicales teofánicos, como el cuerpo de Jesucristo angelical teofánico. Y ese es el cuerpo primero que reciben todos los creyentes en Cristo, ese cuerpo espiritual es el Espíritu Santo que recibe cada persona; y luego, en el Día Postrero, con la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos, inmortales, glorificados, recibirán la semejanza física de Dios, que será un cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado que Dios tiene, el cual es el cuerpo glorificado de Jesucristo.
Ahí tenemos la plenitud de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo en la persona del cuerpo glorificado de Dios, que está sentado en el Trono de Dios, está a la diestra de Dios; por eso tiene todo el poder, eso significa estar sentado a la diestra de Dios.
Y ahora, encontramos que así como el primer Adán tiene muchas generaciones, o sea, toda la descendencia de Adán hasta nuestro tiempo son generaciones de Adán, del primer hombre que Dios colocó en carne aquí en la Tierra.
Vean, aquí dice, capítulo 5, verso 1 al 5, dice [Génesis]:
“Este es el libro de las generaciones de Adán…”
¿Ve? Y por eso aparecen los que vienen a ser cabeza de cada una de esas generaciones de Adán, o sea, que para siempre, de un hijo de Adán viene una familia; y de uno de esa familia, que recibe el primogénito, digamos el liderazgo, y comienza otra generación; por eso la bendición de la primogenitura tiene ese liderazgo, para formar la generación siguiente; y viene así de generación en generación formándose esa familia del primer Adán.
Luego en San Mateo, capítulo 1, nos dice, verso 1 en adelante:
“Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos.
Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom, y Esrom a Aram.
Aram engendró a Aminadab, Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón
Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí.
Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías.”
Y sigue así enumerando esas generaciones del rey David, trayéndolas desde Abraham hasta Jesucristo; desde David hasta Cristo son veintiocho generaciones, porque el verso 17, dice:
“De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce.”
Y aquí, una de estas generaciones es contada dos veces, la de David. Dice: “Desde Abraham hasta David, catorce, y desde David (ahí la cuenta de nuevo, de David a la deportación, catorce) y de la deportación a *Cristo, catorce.” O sea, que la generación de Cristo es la que va a traer, los que van a ser reyes y sacerdotes; esa va a ser la generación que corresponde al Cristianismo, que son reyes y sacerdotes y son jueces también, porque son la generación del Rey de reyes y Señor de señores. Por lo tanto, esa es la familia de los príncipes y princesas del Reino celestial, que con Cristo van a reinar en este planeta Tierra, y traerán la bendición para todas las naciones.
Dice el Ángel Gabriel a la virgen María que “Dios le va a dar el trono de David Su padre, y va a reinar sobre Jacob, Israel, para siempre; y Su Reino no tendrá fin.” El heredero al trono de David es Cristo, pero Él dice: “Al que venciere… Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi Voz, entraré a él, cenaré con él y él conmigo.” Vamos a leerlo lo que dice aquí, capítulo 3, verso 20 al 21, dice [Apocalipsis]:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
Cristo comparte Su Reino y Su Trono con Su generación, con Su descendencia que vienen a la Vida eterna, nacen en la Vida eterna por medio del Espíritu Santo, nacen del Agua y del Espíritu. Por eso Cristo le dice a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.” Y le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”
Por lo tanto, nacer del Evangelio de Cristo, la Palabra, y del Espíritu Santo, coloca a la persona dentro del Reino de Dios; y viene a formar parte de esa generación de Jesucristo, de esa generación que es la heredera del Reino de Dios, del Reino celestial donde está Cristo sentado, y que también heredará el reino terrenal, y colocará al pueblo hebreo en ese reino en la parte física, para trabajar en ese reino.
Jerusalén será la capital de ese reino, pero ese será un reino mundial, un reino para todas las naciones con capital en Jerusalén, y distrito federal el territorio de Israel; y de Jerusalén saldrá la paz para todas las naciones: “Y la Tierra será llena del conocimiento de la gloria del Señor como las aguas cubren la Tierra.
Toda esa enseñanza de conocimiento, para conocer al Dios de Israel, saldrá de Jerusalén. El Departamento de Enseñanza o como le llamen en otras naciones, o de Instrucción Pública, estará en Jerusalén; también el Departamento de Hacienda, porque allá va a estar el dinero, va a ser allí (Jerusalén) el lugar de la Bolsa de valores del Reino del Mesías, por consiguiente del planeta Tierra completo; porque dice la Escritura en Isaías que todas las riquezas de las naciones van a ser llevadas a Israel, a Jerusalén, de ahí saldrá todo lo que la humanidad necesita, la paz, la educación en asuntos espirituales o religiosos, con los cuales se llenará del conocimiento de Dios la familia humana; y todas las cosas buenas van a salir de allá, para todas las naciones que entren al Reino del Mesías, o sea, las naciones que sobrevivan al tiempo de la gran tribulación; porque el tiempo de la gran tribulación, que durará solamente tres años y medio, va a ser tan terrible que muchas naciones van a desaparecer; pero Cristo es el Redentor: restaurará el planeta Tierra y restaurará a todos los que entren a ese Reino. Esperamos que las naciones Latinoamericanas puedan entrar al Reino del Mesías.
¿Recuerden a Cristo en la parábola que da ahí en San Mateo, capítulo 25, versos 31 al 46? Donde dice que cuando el Hijo del Hombre se siente en el Trono de Su gloria, reunirá a todas las naciones, y pondrá unas a las derecha y otras a la izquierda, como el pastor coloca las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda; y a los de la derecha les dirá que entren al Reino de Dios preparado para ellos desde antes de la fundación del mundo; porque todo eso estaba en la mente de Dios, y ese Reino ha sido preparado para las ovejas de Dios, los hijos de Dios.
Y a los de la izquierda, pues entonces los manda al fuego, donde serán destruidas esas naciones, hay fuego atómico, una guerra mundial atómica que está por venir, y fuego volcánico y terremotos y maremotos, todo eso va a ocasionar un día ardiente como un horno prometido o profetizado por el Espíritu Santo a través de Malaquías, capítulo 4, que dice: “He aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; y aquel día que vendrá los abrasará (o sea, los quemará), ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación (salud).”
Y dice: “He aquí, yo os envío el profeta Elías,” primero dice: “Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual Yo encargué ordenanzas y leyes para todo Israel.” Viene recordando la Toráh al pueblo, y dice: “He aquí, Yo envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.” Antes que venga ese día: “No sea que Yo venga y con destrucción hiera la Tierra.” Antes de la destrucción, el ministerio de Elías estará en la Tierra en su quinta manifestación, en su cuarta manifestación lo vimos en el reverendo William Branham, en su tercera manifestación lo vimos en Juan el Bautista, en su segunda manifestación lo vimos en Eliseo, y en su primera, pues en Elías tisbita. Que Dios nos ayude para el Día Postrero para verlo en su quinta manifestación. Él vendrá para preparar todo para la introducción al Reino del Mesías.
Y ahora, estamos viviendo en el tiempo final donde el ministerio del profeta Elías va a estar en medio del pueblo de Dios; él estará en medio del Cristianismo y luego en medio del Judaísmo también, ese ministerio es uno de los dos Olivos, el otro ministerio que estará es el de Moisés, que es el otro ministerio señalado de uno de los dos Olivos.
Y eso será simplemente el Espíritu Santo en un hombre operando esos ministerios; porque el que tiene ministerio es el Espíritu Santo, puede operar un ministerio, o puede operar dos ministerios, o tres ministerios en un solo hombre, porque el que los tiene es el Espíritu Santo. Pero no tiene dos profetas mayores al mismo tiempo; se pelearían el uno con el otro, no estarían de acuerdo; unos seguirían a uno, y otros a otro.
¿Recuerden el tiempo de Juan el Bautista y de Jesús? Unos seguían a Juan y otros seguían a Jesús; hubo dos profetas ahí, pero Juan dijo: “El que viene después de mí, es mayor que yo.” Por lo tanto, no había dos profetas mayores ahí al mismo tiempo, uno era un profeta de una edad, la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley; y el otro era Jesús, un Profeta dispensacional, el Profeta de la sexta dispensación, la Dispensación de la Gracia. Dos profetas dispensacionales a la misma vez no pueden trabajar bien; porque cada profeta dispensacional cuando es enviado es para comenzar una nueva dispensación.
Y ahora, vimos la generación de Jesucristo. Yo pertenezco a esa generación de Jesucristo. Con el último de la generación de David allá, Jesucristo, comienza una nueva generación de David, en la casa de David, la familia de David restaurada, el tabernáculo de David caído: Cristo con Su Iglesia; por eso son reyes, sacerdotes y jueces también. La casa de David es la heredera a esas bendiciones celestiales y bendiciones terrenales, tiene una doble porción. Por eso es que el Mesías Príncipe es el que restaura las tribus perdidas de la casa de Israel; y en las tribus perdidas es que está la bendición de la primogenitura, que fue dada a José y sus dos hijos; sin esa bendición no hay reino de David restaurado.
Por eso es que podrá ser restaurado el Reino de David por el Mesías Príncipe, el que corresponde a esa generación de David número veintiocho, por ahí, de David hasta Cristo; de Abraham hasta Cristo, pues sería la generación cuarenta y uno (si hay que arreglarle el número, pues se arregla luego) [cuarenta y dos] pero sería esa generación a la cual pertenecen todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo que nacen en el Reino de Dios por medio del nuevo nacimiento a través de Jesucristo nuestro Salvador.
Siendo que el ser humano es la corona de la creación, llega a su máxima expresión el ser humano en Cristo; Cristo es la máxima expresión de la corona de la creación; y luego Cristo lleva a la máxima expresión de la corona de la creación al ser humano en el proceso, en el Programa de Redención. Nos pasa por la parte espiritual dándonos el cuerpo angelical, y ya tenemos la mitad del camino viajado, y ya lo que nos falta es la glorificación, cuerpo glorificado para llegar a la máxima expresión, como seres humanos de la corona de la creación; una familia con Vida eterna, cuerpos glorificados, cuerpos angelicales teofánicos iguales a Jesucristo; eso será lo máximo de la familia humana en la corona de la creación, será la corona de la creación.
Y por eso, no solamente sobre el planeta Tierra, Cristo y los creyentes en Él gobernarán, sobre toda la creación, el Universo completo, del mundo visible y del mundo invisible también. Pasamos por esta etapa terrenal en la permisiva voluntad de Dios para confirmar nuestro lugar en la Vida eterna, en el Reino de Dios, como miembros de la corona de la creación de Dios.
Por lo tanto, conociendo que hay un Programa de Redención para regresar a la Vida eterna y ser a imagen y semejanza de Dios, con cuerpos angelicales, eternos, y cuerpos físicos glorificados eternos, le damos gracias a Dios por la bendición y privilegio de colocarnos en esta Tierra donde se está haciendo el contacto para la glorificación de esa parte de la familia humana, de la raza humana, para llegar a ser, en todo el sentido de la palabra, la Familia Corona de la creación de Dios, con Jesucristo como Cabeza de esa Familia, como el Hijo sobre Su Casa.
Todavía el llamado para formar parte de esa Familia, que es la corona de la creación que está pasando por esa etapa hasta llegar a la glorificación, si hay una persona que todavía no ha entrado al Programa de la Redención, lo puede hacer en esta noche. Ya yo entré al Programa de la Redención que Cristo está llevando a cabo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Por lo tanto, pueden pasar al frente los que todavía no lo habían hecho, para recibir a Cristo como Salvador, y oraré por ustedes para que Cristo les reciba en Su Reino, para que así formen parte de la Familia Corona de la creación de Dios; y como es la Familia Corona de Dios, por eso son reyes, van a tener sus coronas de reyes.
Lo más importante es la Vida eterna; no hay nada más importante que la Vida eterna, y solamente se consigue por medio de Jesucristo. Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” (San Juan, capítulo 14, verso 6).
El camino a Dios es Cristo. Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno. Él nos reconcilia con Dios, y hace la paz entre Dios y el ser humano. Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, y vino para redimir al ser humano, para Él morir, para que nosotros podamos vivir eternamente.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Los que están en otras naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador.
Con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, repitan conmigo esta oración, los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Señor, doy testimonio público de mi fe en Ti, y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados, y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.
Sálvame Señor, te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Con nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, pues Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado.’¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes.
Por cuanto ustedes han creído en Cristo como Salvador, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El bautismo en agua no quita los pecados, nos quita los pecados la Sangre de Cristo, la que nos limpia de todo pecado. Pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, que es a imagen, a semejanza de la muerte de Cristo, sepultura de Cristo y resurrección de Cristo; a la semejanza de la muerte y sepultura de Cristo es el bautismo en Cristo.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador muere al mundo; cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es la tipología, el simbolismo del bautismo en agua. Y fue Cristo el que ordenó, para todos los que creen en Él, que sean bautizados en agua en Su Nombre.
El Día de Pentecostés Pedro predicando y mostrando que Cristo es el Salvador, el Mesías, y que Dios lo ha hecho Señor y Cristo, le dicen a Pedro, le preguntan a Pedro: “Varones hermanos: ¿Qué haremos?” Pedro les dice… aquí está, fueron compungidos de corazón dice, capítulo 2, verso 36 en adelante, ó 34 en adelante, dice:
“Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”
Y como tres mil personas creyeron, fueron bautizadas, y fueron añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo. Y así ha estado sucediendo por estos dos mil años que han transcurrido de Cristo hacia acá; y todavía siguen las personas escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, sigue naciendo la fe de Cristo en el corazón, en el alma de las personas, siguen recibiendo a Cristo, y siguen siendo bautizados, y Cristo continúa bautizándolos con Espíritu Santo y Fuego, y produciendo en las personas el nuevo nacimiento.
Y así es como la descendencia de Cristo, la generación de Cristo, ha estado naciendo de etapa en etapa, millones de creyentes en Cristo han nacido en el Reino de Cristo como miembros de la generación de Jesucristo, pues Cristo es la cabeza de esa generación, Cristo es la cabeza de la Iglesia, Cristo es la cabeza del Cristianismo; y por consiguiente de todos los cristianos.
San Pablo dice que así como Dios colocó a Moisés sobre Su Casa, Dios ha colocado a Jesucristo Su Hijo, sobre Su Casa, la cual Casa somos nosotros, ¿ve? La Casa de Dios, la Familia de Dios, la descendencia de Dios por medio de Cristo el segundo Adán, son los creyentes en Cristo. Eso es lo que nos dice San Pablo en Efesios, capítulo 2, versos 11 al 22, que ya no somos extranjeros, dice:
“…y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;
porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado (ese edificio es la Iglesia del Señor) en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor.”
¿Ve? Es un Templo espiritual; así como Cristo dijo: “Destruyan este templo,” (hablando de Su cuerpo) los creyentes en Cristo como individuos son un templo espiritual y la Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes es un Templo espiritual también.
“…va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”
Y ahora, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nazcan en la Familia de Dios, entren al Reino de Dios con Vida eterna por medio de Cristo nuestro Salvador.
Y luego nos dará el cuerpo físico glorificado, que yo estoy esperando antes que se me acabe éste que ya tengo ya con unos 70 años. Lo espero lo más pronto posible, porque prefiero recibir el nuevo cuerpo sin ver muerte.
Bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, a todos ustedes que han recibido a Cristo en esta noche como vuestro único y suficiente Salvador; y a los que están en otras naciones, también pueden ser bautizados y que Cristo también les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Continúen pasando una noche feliz llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador, miembros de la corona de la creación.
Dejo con ustedes al doctor Camilo Montoya, que les dirá cómo hacer para ser bautizados, y en cada nación dejo al ministro correspondiente para hacer en la misma forma.
Dios les bendiga y les guarde a todos, y continúen pasando una noche feliz llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“EL SER HUMANO, LA CORONA DE LA CREACIÓN DE DIOS.”