El regreso a la casa del Padre

Muy buenas tardes, ministros y también hermanos presentes. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes. Es un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión para saludarles y pedirle a Cristo Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes, les bendiga espiritualmente y materialmente, y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Nos hablaba el misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín, de la parábola del hijo pródigo de la cual estaban hablando, y como hijos pródigos, todos nosotros como hijos e hijas de Dios, hemos estado regresando a nuestro Padre Celestial arrepentidos de nuestros pecados para recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, y siendo así reconciliados con Dios, regresando a nuestro Padre Celestial; y por consiguiente Él dándonos un vestido nuevo, el Espíritu Santo, el cuerpo angelical, y colocándonos un anillo, el anillo, el sello del Dios vivo, el Espíritu Santo; y sellándonos así en Su Reino, siendo restaurados para vivir con Cristo por toda la eternidad.

Hemos estado regresando a la Casa de nuestro Padre Celestial como hijos pródigos, arrepentidos de nuestros pecados y siendo restaurados a la Familia de Dios, a la Casa de Dios, que es nuestro lugar de orígen.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes en la Casa de Dios, la Casa del Señor Jesucristo, Su Iglesia, Su Cuerpo Místico de creyentes.

Dejo nuevamente con ustedes al misionero Miguel Bermúdez Marín para continuar. Pero si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, no ha venido a los Pies de Cristo a la Casa de nuestro Padre Celestial como el hijo pródigo, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted.

Vamos a dar unos minutos. Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo lo puede hacer en estos momentos y oraremos por usted. Recuerden que es el regreso de los hijos, como el hijo pródigo regresando a la Casa de nuestro Padre celestial para vivir eternamente en el Reino de Dios con Jesucristo nuestro Salvador, que es el segundo Adán, el cual se está reproduciendo en hijos e hijas de Dios en este tiempo final.

Todavía si hay más personas que todavía no han recibido a Cristo, lo pueden hacer en estos momentos para que Cristo les reciba en Su Casa, en Su Reino, en esta ocasión. Todavía vienen más personas que quieren regresar a la Casa de nuestro Padre Celestial como el hijo pródigo, para que Cristo los reciba en Su Reino.

En las demás naciones que están conectadas a través de internet o del satélite también pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para todos ustedes también que están en otras naciones; y también los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” Y los niños también recién nacidos, los bebés también es importante traerlos a Cristo para que sean presentados a Cristo, y Cristo los reciba en Su Reino.

Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos con nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio, Tu Voz, nació Tu fe en mi corazón, en mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados; creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos; y reconozco que soy pecador y necesito un Salvador.

Señor, doy testimonio público de mi fe en Ti, y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Quiero vivir contigo por toda la eternidad.

Señor, Te ruego salves mi alma; reconozco que la obra de Salvación la efectuaste en la Cruz del Calvario y deseo que se materialice en mi alma, en mi corazón; por lo cual te pido que salves mi alma. Sálvame, Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén.

Con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, decimos todos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, porque Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).

Y la pregunta de ustedes es: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El bautismo en agua no quita los pecados de ninguna persona, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado; pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, el cual dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”

El mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista, mientras Juan predicaba y bautizaba  en el Jordán apareció Jesucristo, entró a las aguas del Jordán para que Juan lo bautizara, cuando Juan lo ve, le dice: “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí para que yo te bautice? Y Cristo le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces le bautizó. Si a Cristo le convenía cumplir toda justicia siendo bautizado por Juan, cuánto más a nosotros.

Por lo tanto, nos conviene ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

El bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Por eso nos identificamos con Cristo en el bautismo en agua en la muerte de Cristo, la sepultura de Cristo y la resurrección de Cristo. Ahí tenemos el simbolismo, la tipología del bautismo en agua representando la muerte, sepultura y resurrección de Cristo.

Por eso nos identificamos con Cristo en el bautismo en agua en su muerte, sepultura y resurrección.

Conscientes del significado del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El Apóstol Pablo predicando el Día de Pentecostés en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 31 al 36, cuando dice: “A este Jesús Dios le ha hecho Señor y Cristo.” Al oír esto las personas que estaban allí escuchando a Pedro el Día de Pentecostés, le preguntan a Pedro y a los otros apóstoles: “Varones hermanos, ¿qué haremos?” Pedro les dice: “Arrepentíos y bautícese cada uno en el Nombre de Jesucristo para perdón de los pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo; porque para vosotros es la promesa y para vuestros hijos, para los que están lejos y para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba diciendo: “Sed salvos de esta perversa generación.” Y los que recibieron Su Palabra, o sea, que creyeron el evangelio de Cristo predicado por Pedro, fueron bautizados; y se añadieron aquel Día como tres mil personas a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y así ha estado sucediendo por estos dos mil años que han transcurrido del tiempo de los Apóstoles hacia acá; y continúa sucediendo porque Dios tiene muchas ovejas, muchos hijos e hijas en todas las naciones, y los está llamando para colocarlos en Su Redil, que es Su Iglesia, colocarlos en Su Reino, el Reino de Dios, el Reino de Cristo que está en la esfera espiritual. Y así es como recibimos la Vida eterna a través de Cristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo aquí al ministro correspondiente para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y en cada nación, en cada país, dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma. Continúen pasando todos una tarde feliz llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

Dios les bendiga y les guarde a todos.

“EL REGRESO A LA CASA DEL PADRE.”

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