El Proposito de Dios y su Creación

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes aquí en Minatitlán, Veracruz, República Mexicana; es para mí un privilegio grande estar con ustedes aquí, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final, para lo cual leemos un pasaje bíblico en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 1 al 2, donde nos dice el apóstol Pablo:

Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.

Porque dice:

En tiempo aceptable te he oído,

Y en día de salvación te he socorrido.

He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.

Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

EL PROPÓSITO DE DIOS Y SU CREACIÓN.

A través de la Escritura podemos ver que desde la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario comenzó un Programa Divino en el cual el propósito de Dios se ha estado llevando a cabo; ha sido un propósito de amor Divino hacia el ser humano por el cual y en el cual Dios muestra Su amor, Su gran amor hacia el ser humano al enviar a Jesucristo a este planeta Tierra para un propósito divino: para morir por todos nosotros en la Cruz del Calvario.

La demostración más grande del amor Divino hacia el ser humano ha sido que ha enviado a Jesucristo al mundo para morir en la Cruz del Calvario. “Para que todo aquel que en Él cree no se pierda, más tenga Vida eterna.” Eso es lo que nos dice San Juan, capítulo 3, verso 16:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Por lo tanto, viendo que hay un propósito divino por el cual Jesucristo vino a este mundo y tenía que morir, aunque Él podía rechazar la muerte, pero Él se entregó al propósito de Dios en bien de todos nosotros.

Vean cómo nos dice San Pablo en Romanos, capítulo 5, verso 6 en adelante, dice:

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.

La reconciliación del ser humano con Dios es por medio de Cristo nuestro Salvador; porque Él fue el que llevó a cabo el Sacrificio expiatorio en la Cruz del Calvario como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y también como el macho cabrío de la expiación del capítulo 23, verso 26 al 29, de Levítico.

En donde también encontramos que Cristo en la última Cena que tuvo con Sus discípulos, luego de haber cenado tomó el pan y dio gracias al Padre, y partió y dio a Sus discípulos diciendo: “Comed de él todos; porque esto es mi cuerpo.” San Pablo dice: “Esto es mi cuerpo que por vosotros es partido.” Y tomando la copa de vino y dando gracias al Padre, luego dio a Sus discípulos y dijo: “Tomad de ella todos, porque esta es mi Sangre del Nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” (San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29).

Y todo eso concuerda con Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29, en donde nos habla del día de la expiación que se efectuaba el día diez, del mes séptimo de cada año, en donde el sacrificio de la expiación era efectuado con el macho cabrío por Jehová; y con ese sacrificio, vean ustedes el sumo sacerdote luego tomaba la sangre de ese macho cabrío que era sacrificado a Dios, y la llevaba al Lugar Santísimo, y esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio (que era de oro), donde estaban los dos querubines de oro, y donde estaba la presencia de Dios.

Y ahora, todos esos sacrificios de animalitos llegan a cumplimiento pleno en y con el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario; en Cristo se resumieron todos esos sacrificios, porque todos era tipo y figura de Cristo y Su muerte expiatoria en la Cruz del Calvario. Por eso Cristo es el Sacrificio por y para la reconciliación nuestra con Dios.

Cristo muriendo en la Cruz del Calvario es el sacrificio de la expiación como el macho cabrío, y también es el Sacrificio del cordero pascual, pues Juan al ver a Cristo Jesús, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”

Cristo es el Sacrificio por la paz, la ofrenda por la paz. O sea, que Cristo es el TODO. En Cristo se cumplen todos los sacrificios y ofrendas que eran ofrecidos en medio del pueblo hebreo conforme a la Ley.

Y ahora, por medio del Sacrificio de Cristo tenemos nosotros la bendición de ser reconciliados con Dios.

Dice la Escritura que Dios cargó en Cristo el pecado de todos nosotros; por lo tanto si el pecado nuestro fue cargado en Cristo, fue quitado de nosotros; y por consiguiente Él llevando nuestros pecados nos deja libres, nos justifica, o sea, nos deja como si nunca en la vida hubiésemos pecado; y se hace una realidad cuando la persona recibe a Cristo como único y suficiente Salvador.

Por eso es tan importante el tiempo desde la muerte de Cristo hacia este tiempo final; porque es el Día de la Gracia, no un día de veinticuatro horas, sino un tiempo, una dispensación: el sexto día dispensacional, la Dispensación de la Gracia en donde Dios recibe a toda persona que lo recibe a Cristo como único y suficiente Salvador; y esa persona es reconciliada con Dios para vivir no un año más sino eternamente con Cristo en Su Reino eterno.

Por eso es tan importante ese día de Redención que comenzó allá con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario y comenzó a ser predicado por Pedro el Día de Pentecostés, el día de salvación del cual Dios por medio del profeta Isaías, en el capítulo 49 había hablado diciendo de la siguiente manera. Capítulo 49, verso 8, dice:

Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades;

para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Mostraos. En los caminos serán apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos.

No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas.

Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia ha estado conduciendo a manantiales de agua de Vida eterna, conduciendo al pueblo a la Roca, que es Cristo; la Roca tipificaba la roca de Horeb o la roca allá en el Sinaí que hirió Moisés con su vara dos veces, y dio agua para el pueblo; y la roca que hirió en Cades-barnea que dio agua también para el pueblo.

La primera roca representa a Cristo siendo herido en la Cruz del Calvario para darle el agua de Vida eterna al pueblo, darle de Su Espíritu Santo y así darle la Vida eterna al ser humano. La segunda roca representa a Cristo en Su segunda Venida para darle Vida eterna física al pueblo, dándole el agua de la Vida eterna al darle el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado que Él ha prometido para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también creyentes en Cristo.

Por lo tanto, todavía podemos decir: “Hoy es del día de salvación,” el “hoy” corresponde a tiempo presente y la Dispensación de la Gracia, el día de salvación, la Dispensación de la Gracia todavía no ha terminado, todavía queda algún tiempo y no sabemos cuánto días, meses o años quedan de la Dispensación de la Gracia; por lo tanto todavía hay oportunidad para el ser humano que arrepentido de sus pecados viene a Cristo y lo recibe como único y suficiente Salvador, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento.

Esto es así porque todavía estamos en el día de salvación, el día de la Dispensación de la Gracia, en donde toda persona puede ser reconciliado con Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador, y obtener así la Vida eterna.

Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, lo recibí como mi Salvador al nacer la fe de Cristo en mi alma y obtuve de parte de Cristo la salvación y Vida eterna. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino. Para lo cual puede pasar acá al frente y estaremos orando por usted en estos momentos, para que así obtenga de parte de Cristo la Salvación y Vida eterna que Él ganó para todos nosotros en la Cruz del Calvario; por lo tanto pueden pasar al frente y estaremos orando por usted.

Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo.

Vamos a dar unos minutos mientras llegan a los Pies de Cristo las personas que todavía no lo han recibido como único y suficiente Salvador. Recuerden que Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y Yo las conozco, y Yo les doy Vida eterna.” Recuerden que solamente hay una persona que nos puede dar Vida eterna y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO.

Dios le ha dado la exclusividad de la Vida eterna al Señor Jesucristo; y por consiguiente una persona que desea recibir la Vida eterna viene a Cristo porque Él tiene la exclusividad de la Vida eterna; por eso Él dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la Vida; y nadie viene al Padre sino por mí.”

Solamente por medio de Cristo podemos llegar a Dios, y podemos ser reconciliados con Dios nuestro Señor; por lo tanto tenemos que aprovechar el tiempo, el Día de Salvación, la Dispensación de la Gracia para acercarnos a Dios por medio de Cristo, ser reconciliados con Dios y obtener así la Vida eterna.

Ninguna persona puede salvarnos a nosotros, excepto UNO y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO, porque no hay otro Salvador, solamente hay UNO, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO.

Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombre, Yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos; más al que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” (San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33). También Cristo nos dijo: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según sus obras.” (San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28).

Todos queremos vivir eternamente, y todos tenemos la misma oportunidad de obtener la Vida eterna recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. No hay otra forma para obtener la Vida eterna, excepto a través de Jesucristo, Él es el camino, Él es la verdad y Él es la Vida, y nadie viene al Padre sino por medio de Jesucristo. Él es la puerta angosta por la cual hay que entrar, conforme a San Mateo, capítulo 7, verso 13 al 14. Y también Él es el camino angosto, Él es la puerta angosta y el camino angosto que llevan a la Vida eterna.

El mismo Cristo en San Juan, capítulo 10, verso 9, nos dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” No hay otra forma de llegar a Dios, no hay otra forma de acercarnos a Dios y ser reconciliados con Dios para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, solamente hay un Sacrificio aceptable delante de Dios y es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario; y Dios no acepta otro sacrificio por el pecado del ser humano, Dios no acepta otro sacrificio para el ser humano ser reconciliado con Dios, solamente un Sacrificio, y es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario; y ese es el único Sacrificio aceptable en el Templo celestial, allá en el Lugar Santísimo, donde Cristo entró con Su propia Sangre y la presentó ante el Padre celestial para la reconciliación del ser humano con Dios; y Cristo está como Sumo Sacerdote en el Cielo con Su propia Sangre haciendo Intercesión por cada persona que lo recibe como único y suficiente Salvador; por eso es que dice la Escritura: “Si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Su Hijo Jesucristo.”

Por lo tanto, no hay otro abogado, no hay otro sumo sacerdote que interceda, que nos defienda ante el Padre celestial, solamente hay UNO, y es Jesucristo que nos defiende con Su propia Sangre y Su propio Sacrificio realizado en este planeta Tierra, y ese Sacrificio es válido en el Cielo, en el Templo celestial por cada uno de nosotros. Ese es el Sacrificio llevado y Su Sangre llevada al Templo celestial con la cual Cristo como Sumo Sacerdote ha estado haciendo intercesión por todas las personas que lo han estado recibiendo como único y suficiente Salvador.

El Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario no era para ser llevado al templo terrenal, sino al Templo celestial, es el Sacrificio requerido en el Templo celestial, no con animalitos sino con una persona, un pariente Redentor del ser humano, que es Jesucristo nuestro Salvador; por eso Su Sangre fue presentada por el mismo Cristo en el Cielo ante Dios, en el Lugar Santísimo del Templo celestial; y por eso el Templo de Dios celestial fue ocupado el Lugar Santísimo por el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, el Señor Jesucristo, Él es el Melquisedec, el Sumo Sacerdote Melquisedec del Templo celestial.

Y ahora, son millones de seres humanos por los cuales Cristo ha intercedido en el Templo celestial, en el Lugar Santísimo. Cristo convirtió al Trono del Padre en un Trono de misericordia, desde donde se extiende la misericordia divina hacia el ser humano.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo también los niños de diez años en adelante, pues Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador, y los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todas las personas que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.

Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad y en toda la República Mexicana, tiene mucho pueblo aquí en Minatitlán Veracruz, República Mexicana; y tiene mucho pueblo en toda la América Latina también, y en todas las demás naciones y los está llamando en este tiempo final.

Por lo tanto: “Si oyes hoy Su Voz (o sea, el Evangelio de Cristo), no endurezcas tu corazón.” Ha nacido la fe de Cristo en tu corazón porque la fe viene por el oír la Palabra, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Ahora toda persona tiene la oportunidad de confesar a Cristo como único y suficiente Salvador, si todavía no lo había hecho. Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo y están presentes, y también por los que están en otras naciones.

Y ahora, con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, y nuestros ojos cerrados los que han venido a los Pies de Cristo, repitan conmigo esta oración que estaremos haciendo:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio, y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida y en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados; creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos; reconozco que soy pecador y necesito un Salvador.

Doy testimonio público de mi fe en Ti, y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre; y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente. Sálvame, Señor. Que la Salvación que ganaste para mí y para todo ser humano en la Cruz del Calvario se haga una realidad en mi vida. Sálvame, Señor, te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén.

Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, decimos todos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, porque Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ Y la pregunta es: ¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado; pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo; el mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista, cuando Juan predicaba y bautizaba allá en el Jordán.

Cristo Jesús fue a donde Juan estaba predicando y bautizando, entró a las aguas del Jordán y cuando Juan lo ve, le dice: “Yo tengo necesidad ser bautizado por ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice? Cristo le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y si a Cristo le convenía cumplir toda justicia siendo bautizado por Juan el Bautista, cuánto más nos conviene a nosotros cumplir toda justicia siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo; porque el bautismo en agua siendo tipológico es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo.

En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección; cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales tipológicamente está siendo sepultada la persona; y cuando es levantado de las aguas bautismales tipológicamente está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo así es la tipología, el simbolismo del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Por lo cual, bien pueden ser bautizados y así identificarse con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche. Continúen pasando una noche feliz llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

Dejo al ministro aquí… dejo al reverendo Miguel Bermúdez Marín y al reverendo Bladimiro Rivera para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y a los que están en otras naciones, dejo al ministro allá correspondiente para que haga en la misma forma. Y continúen todos pasando una noche feliz llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

EL PROPÓSITO DE DIOS Y SU CREACIÓN.

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