El misterio del segundo Adán y la segunda Eva juntos, en el Día Postrero, terminando Su Obra

Muy buenas tardes, amados ministros y hermanos presentes, y también los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones. Es un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al proyecto de La Gran Carpa Catedral en Puerto Rico.

Bueno, para esta ocasión tenemos una lectura en el libro del Apocalipsis, capítulo 22, versos 16 al 17, donde nos dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.

Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.

Leemos también Segunda de Corintios, capítulo 11, verso 2 al 4, donde dice:

“Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.

Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.

Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis”.

Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“EL MISTERIO DEL SEGUNDO ADÁN Y LA SEGUNDA EVA JUNTOS, EN EL DÍA POSTRERO, TERMINANDO SU OBRA”.

“EL MISTERIO DEL SEGUNDO ADÁN Y LA SEGUNDA EVA JUNTOS, EN EL DÍA POSTRERO, TERMINANDO SU OBRA”.

Hemos leído las palabras de San Pablo donde dice que él ha desposado a la Iglesia como una virgen pura a Cristo. Cristo es el Esposo y la Iglesia del Señor Jesucristo es la Esposa, una Virgen pura a Cristo; así como la virgen María estaba desposada con José, pero todavía no se habían juntado.

Por lo tanto, la Iglesia-Novia del Señor está desposada con Cristo, aunque todavía físicamente no se han juntado para ser una sola carne, como dice la Escritura que es con el hombre y la mujer cuando se casan[1].

Cuando se unan físicamente Cristo y Su Iglesia, seremos todos una sola carne, una misma carne: cuerpos glorificados, inmortales y jóvenes para toda la eternidad.

Físicamente, todavía encontramos que tenemos un cuerpo temporero, mortal, corruptible, que solamente tiene una vida temporera; pero es una bendición estar en estos cuerpos, porque nos ha dado la oportunidad de hacer contacto con Cristo nuestro Salvador, para ser juntados con Cristo espiritualmente, ser desposados con Cristo.

Y en lo espiritual estamos unidos a Cristo, porque tenemos el Espíritu de Cristo en nosotros, un mismo Espíritu; y ahora nos falta un mismo cuerpo, un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

Ahora, la Escritura nos habla de esta unión de Cristo y Su Iglesia como fue la unión de Adán y Eva: para reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios.

El primer hijo que Eva tenía que traer era a Jesús, el primer Hijo de Dios; pero por cuanto pecó y no esperó el tiempo correcto, entonces la vida que trae aún Adán por medio de Eva es temporera: hijos e hijas de Dios, personas, pero con una vida temporera; pero que los que guardarían la Palabra de Dios serían confirmados para vivir eternamente en el Reino de Dios.

En la resurrección del Mesías-Príncipe resucitarían con Él: Adán, Abel, Eva también, Abel, Set… Abel representa a Cristo muriendo, y Set representa a Cristo resucitado.

Así como por medio de Abel no aparece simiente…; pero recuerden que luego, cuando moría el mayor, el que le seguía (su hermano) le tenía que levantar simiente al mayor que había muerto. Y luego viene Set, el cual levanta simiente por medio de la unión de su esposa, y por ahí viene la línea de la descendencia de Adán.

Y ahora, así como Dios le dio una compañera a Adán para reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios, ahora Cristo es el segundo Adán; y siendo Cristo el segundo Adán, aparece en medio del pueblo hebreo.

Y Juan el Bautista, sabiendo que en el monte Sinaí se llevó a cabo allí un Pacto de unión del pueblo hebreo con Dios y Dios con el pueblo hebreo, un pacto matrimonial espiritual…; por eso es que Dios le dice al pueblo hebreo: “Yo soy tu marido, soy tu Esposo”[2]. Y por esa causa, cuando el pueblo hebreo se tornaba a los ídolos estaba cometiendo adulterio espiritual, era contado por Dios como adulterio; y dice que Dios le dio carta de divorcio a la casa de Israel, o sea, al reino del norte.

Por esa causa es que nos habla luego de un Nuevo Pacto.

En Jeremías, capítulo 3, verso 8, habla de que le dio carta de divorcio, y las causas por las cuales lo hizo. Y luego, en Jeremías, capítulo 31, verso 31 al 36, dice que va a hacer un Nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.

Para hacer un nuevo pacto, pues tiene que haber sido invalidado, roto, el pacto anterior; porque si no es así, si no ha sido roto el pacto anterior, entonces sería una reconciliación, una reconciliación bajo el pacto que no estaba roto. Pero para hacer un Nuevo Pacto, pues fue roto el Pacto de unión de Dios con el pueblo hebreo, que fue dado en el monte Sinaí.

Y ahora, el mismo Ángel del Pacto, que es Cristo…, el cual dio por medio del profeta Moisés al pueblo hebreo la Ley: dio los diez mandamientos y también ordena-… estatutos y ordenanzas para todo el pueblo de Israel, leyes divinas.

Y ahora bajo el Nuevo Pacto, la Novia, la Esposa del Cordero, es la Iglesia del Señor Jesucristo, compuesta por hebreos y por gentiles que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador.

Millones de hebreos descendientes de las tribus perdidas de la casa de Israel, del reino del norte, han estado recibiendo el Evangelio de Cristo a través de estos dos mil años que han transcurrido.

Muchos de estos descendientes del pueblo hebreo, de las tribus perdidas, ni siquiera en su tiempo supieron que eran descendientes hebreos; otros sí lo supieron. Y en nuestro tiempo también, muchos descendientes de las tribus del norte han estado recibiendo a Cristo como Salvador y han estado entrando al Nuevo Pacto, y han estado siendo limpiados con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Cristo.

Por eso, de ambos pueblos (hebreos y gentiles), Dios ha estado estableciendo un nuevo pueblo con vida eterna: todos los que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador. Esa es la Iglesia del Señor Jesucristo, esa es la Iglesia-Novia, a través de la cual Cristo en medio de Su Iglesia…, pues Él dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (San Mateo, capítulo 28, verso 20).

Y ahora, Cristo, el Ángel del Pacto, bajo el Nuevo Pacto es que ha estado obrando con Su pueblo, con Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes.

Y por consiguiente, así como fue en los días de Jesús es en nuestro tiempo: hubo un precursor, uno que le preparó el camino al Señor, el cual estaba prometido en Malaquías, capítulo 3, versos 1 en adelante, en donde dice: “He aquí, yo envío mi mensajero delante de mí, el cual preparará el camino delante de mí”; ese fue Juan el Bautista. Y luego dice: “Y vendrá súbitamente a Su Templo el Señor (o sea, el Padre), y el Ángel del Pacto, al cual deseáis vosotros”.

O sea que Dios el Padre vendría con y en el Ángel, el cuerpo angelical; vendría a Su templo humano: el cuerpo que nació a través de la virgen María, que es un templo mayor que el templo de piedras. Recuerden que Cristo frente al templo dice: “He aquí uno mayor que el templo”[3]. y también dice: “He aquí uno mayor que Salomón”[4]; porque un templo humano es mayor que un templo de piedra; un templo de piedra no habla, pero un templo humano sí habla.

Ahora, un templo de piedras, si es conforme al Plano Divino, pues tiene atrio, tiene lugar santo y tiene lugar santísimo, donde Dios está, y a través del cual Dios se manifiesta en la Columna de Fuego.

Y el ser humano como templo de Dios tiene atrio (el cuerpo físico), tiene lugar santo (el espíritu de la persona) y tiene lugar santísimo (que es el alma de la persona, donde mora Dios, si es que se ha recibido a Cristo como único y suficiente Salvador).

Ahora vean aquí, en San Juan, capítulo 3, verso 27 al 29, las palabras… vamos a ver… Juan todavía no había sido encarcelado. El capítulo 3, verso 24 en adelante, dice:

“Porque Juan no había sido aún encarcelado.

Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación.

Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él.

Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.

Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él.

El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido.

Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”.

Y ahora, Juan el Bautista aquí está presentando a Cristo como el Esposo, y estaba representando al pueblo hebreo como la Esposa; pues Dios dijo que Él es el Esposo del pueblo hebreo bajo ese Pacto Antiguo.

Y Juan está presentando a Cristo como el Esposo; o sea, a Dios en Cristo, Dios a través de Cristo como el Esposo del pueblo hebreo como nación; pues conforme al Pacto Divino establecido en el monte Sinaí, el pueblo hebreo es la Esposa (está comparada a una mujer casada con Dios), y Dios es el Esposo, la Cabeza. Y en la visita de Dios en carne humana en la persona de Jesucristo, ahí está el Esposo visitando a Su Esposa.

Recuerden que la Escritura dice que la virgen concebiría y daría a luz un hijo, un niño, y sería llamado Su nombre Emanuel, que significa: Dios con nosotros[5] (Isaías, capítulo 7, verso 14).

Y cuando Cristo resucitó al hijo de la viuda, todos tuvieron gran temor y dijeron: “Dios ha visitado a Su pueblo, porque un gran profeta se ha levantado entre Su pueblo”[6]. La visita de Dios a Su pueblo siempre es a través de carne humana, siempre es a través de un hombre, de un profeta.

Cuando viene el Esposo para la Esposa-Novia, ya sea bajo el Antiguo Pacto (el pueblo hebreo) o para el Nuevo Pacto (a la Iglesia del Señor Jesucristo), será siempre Dios por medio de Su Espíritu, Dios en y con Su Ángel del Pacto, Cristo en Su cuerpo angelical, velado en carne humana en un profeta. Tan sencillo como eso. Es la visita de Dios a Su pueblo, siempre ha sido así.

Dios se casará —por medio del Mesías— con Su Iglesia en el tiempo final, y vendrán a ser una sola carne. La misma clase de carne y hueso del Mesías, cuerpo glorificado, será la que yo voy a tener, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.

Y ahora, estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, porque estamos viviendo en un tiempo paralelo al tiempo de Jesucristo. Para aquel tiempo Dios envió un profeta llamado Juan el Bautista, con el espíritu y virtud de Elías, para preparar el camino al Mesías, preparar el camino al Señor, a Dios, que vendría velado en carne humana en un cuerpo que nacería en la Tierra a través de una virgen; y ya eso se cumplió en la persona de Jesús, en el cual habitó Dios el Padre viniendo a Su templo humano, y el Ángel del Pacto, que es el cuerpo angelical de Dios, la imagen del Dios viviente.

Y así fue como la semejanza física de Dios fue visible, el cuerpo de carne donde Dios habitó, el cual está glorificado y sentado a la diestra de Dios en el Cielo.

Para el Día Postrero será paralelo a lo que pasó allá. Por eso es que envió un precursor en este tiempo final, llamado: reverendo William Branham. Ese es el precursor de la Venida del Señor para el Día Postrero, así como Juan el Bautista precursó la Primera Venida.

El reverendo William Branham, con el ministerio, espíritu y virtud de Elías —operado por el Espíritu Santo—, estaría (¿qué?) precursando con su Mensaje la Segunda Venida de Cristo. El Mensaje de Juan precursó la Primera, y el Mensaje del reverendo William Branham precursaría la Segunda Venida de Cristo.

La Primera Venida fue al pueblo hebreo; la Segunda Venida es a la Iglesia del Señor Jesucristo. Tan sencillo como eso.

En la Primera Venida Él estuvo recogiendo el trigo. Y por eso es que en San Juan, capítulo 4, nos dice…, capítulo 4, verso 35 en adelante, dice:

“¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.

Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.

Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega.

Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores”.

Para el tiempo de Jesucristo era la Cosecha. Para el tiempo de Moisés, Josué, los jueces y los profetas era tiempo de siega – o era tiempo de siembra, y de cuidar la siembra para que no se perdiera la siembra; y en el tiempo de Jesús y los apóstoles era el tiempo de cosecha. (Por esa causa…). Eso es de acuerdo a las leyes divinas de la siembra y de la cosecha, conforme a Levítico, capítulo 23.

  • Y por eso encontramos que Cristo, el cual murió en la Cruz del Calvario, luego resucitó un domingo bien temprano en la mañana, luego de la Pascua[7], y en Él se cumplió la fiesta de la gavilla mecida, que es la fiesta del primer grupo de cosecha que había llegado a madurez[8].

La gavilla mecida, ese mazo de gavillas de cebada que eran colocadas, ofrecidas ante la presencia de Dios, y mecidas, tipifican a Cristo, las primicias de los que durmieron, resucitando el día del Domingo de Resurrección, que era el domin-… el día domingo, en que se mecía delante de Dios la gavilla, el primero que llegaba a madurez.

Y el primer Hijo que llegó a madurez, llegó a la adopción, llegó a la glorificación, es nuestro amado Señor Jesucristo, primicia de los que durmieron[9].

Y luego, cincuenta días después, contando ese día de resurrección, contando cincuenta días, encontramos que los que habían sido recogidos por Él durante Su ministerio terrenal fueron presentados ante Dios el Día de Pentecostés, fueron aceptados y fueron llenos del Espíritu Santo: obtuvieron la transformación interior.

  • Para el Día Postrero, dice el reverendo William Branham: “Habrá otra Gavilla Mecida”[10]. O sea, será el primero que llegará a madurez, el primero que llegará a esa adopción física, el primero que obtendrá la glorificación o transformación, en el cumplimiento de las promesas divinas correspondientes al Día Postrero; el primero que será mecido sobre el pueblo. Y eso será la manifestación del Hijo del Hombre en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo siendo mecido sobre el pueblo, presentado ante Dios.

Y luego de algún tiempo, será presentado ante Dios todos los creyentes del Día Postrero, y serán adoptados; vendrá otro Día de Pentecostés. Será un tiempo de resurrección de los muertos en Cristo y de transformación de los que vivimos; será el cumplimiento del Año de Pentecostés.

Ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá. Y por consiguiente, tenemos, durante las siete etapas o edades de la Iglesia, los 49 años de reposo sobre la Tierra, que están también tipificados en los 49 días desde la resurrección de Cristo hasta el Día de Pentecostés; luego, el Día de Pentecostés, viene a ser el día 50.

  • Así también, las siete edades de la Iglesia corresponden al lapso de tiempo tipificado en esos 49 años, pues cada 7 años, el año séptimo, era de reposo para la Tierra (Levítico, capítulo 25, versos 1 al 7). Y luego de esos días… 49 años, que están contenidos en siete ciclos de 7 años (son 49 años), y luego viene el Año Cincuenta, el Año del Jubileo.

Los 49 años corresponden a las siete edades de la Iglesia, como también corresponden al tiempo en que Dios tuvo al pueblo hebreo viajando por el desierto rumbo a la tierra prometida. Luego llega el Año Cincuenta, el Año del Jubileo, que corresponde a la Edad de la Piedra Angular.

Estamos dentro del Año del Jubileo, siendo cumplido espiritualmente en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo; en donde, así como recibieron el Espíritu Santo en los días de los apóstoles, el Día de Pentecostés, en el aposento alto: la Iglesia del Señor Jesucristo ha subido a la parte más alta de la Iglesia, y ese es el Aposento Alto para Ella, en la Casa de Dios.

Ese también es el Año Cincuenta materializándose en medio de la Iglesia, para recibir una transformación física; que está prometida en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58; y en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 13 al 17; antes que venga “el día del Señor, grande y terrible”, antes que venga la gran tribulación, donde “todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa”, como dice Malaquías, capítulo 4, verso 1 al 6:

“… he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; (y) aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.

Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación”.

El Sol de Justicia es Cristo en Su Venida a Su Iglesia. Y luego es Cristo (después de la gran tribulación) en Su Venida con Su Iglesia al pueblo hebreo, para el establecimiento del Reino del Mesías.

La Venida del Señor a Su Iglesia-Novia es un secreto y continuará siendo un secreto, el cual solamente será revelado a la Iglesia del Señor Jesucristo para recibir la transformación. Porque la fe para ser transformados gira alrededor de la Primera Venida de Cristo, para una transformación espiritual; y la fe para ser transformados físicamente gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo viniendo a Su Iglesia, para darnos esa fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Tan sencillo como eso.

Por lo tanto, los que tendrán que recibir la fe para ser transformados, la revelación de la Venida del Señor a Su Iglesia, pues son los que van a ser transformados.

Por ejemplo, quien tiene que recibir el traje de bodas ¿es quién? La novia que se va a casar. Y quien tiene que recibir la transformación de su cuerpo ¿quiénes son? Pues los que van a ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Por lo tanto, recibirán la fe, la revelación, para ser transformados, que es la revelación de la Venida del Señor a Su Iglesia.

Y ahora, por cuanto dice que: “A los que temen mi Nombre (temen el Nombre del Señor) nacerá el Sol de Justicia, y en Sus Alas traerá salvación”, eso es la Venida del Señor a Su Iglesia y la Venida del Señor al pueblo hebreo; la Venida del Señor luego de la gran tribulación y luego de la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, viniendo Cristo con Su Iglesia, con todos los que fueron transformados espiritualmente y todos los que fueron transformados físicamente, los cuales tendrán cuerpos eternos y glorificados, viniendo con Cristo para establecer el Reino luego de la gran tribulación.

¿Ve? Tenemos que hacer la diferencia, saber la diferencia que hay entre la Venida de Cristo antes de la gran tribulación viniendo a Su Iglesia, y luego la Venida del Señor después de la gran tribulación viniendo con Su Iglesia, con cuerpos glorificados, para el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra. Tan sencillo como eso.

  • Ahora, siendo que Cristo dijo: “Si el Grano de Trigo no cae en tierra y muere, Él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva” (San Juan, capítulo 12, verso 24).

Cristo es el Grano de Trigo, la Semilla, la Simiente original; y muriendo en la Cruz del Calvario, encontramos que se cumple lo que sucede con el grano de trigo: que es sembrado, muere, pero surge una plantita; y esa plantita de trigo va creciendo; y es en esa plantita donde aparecen los granos de trigo por medio de la vida del grano de trigo que fue sembrado en tierra. Y así, la Iglesia está tipificada en esa plantita de trigo que nace cuando el grano de trigo muere.

La Iglesia del Señor Jesucristo es producto de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario. Y la Vida de Cristo es el Espíritu Santo; la Vida de la Sangre de Cristo es el Espíritu Santo. Y por consiguiente, la Vida de Cristo, el Espíritu Santo, en Su Iglesia: se va reproduciendo en una Planta de Trigo, y luego en muchos granos de trigo a través de esa Planta de Trigo. Eso es Cristo y Su Iglesia, por medio de la manifestación de Cristo en Su Iglesia, por medio de la manifestación de la Vida de Cristo a través de cada mensajero correspondiente a cada tiempo.

Y para nuestro tiempo es la etapa de la Siega, de la Cosecha; para lo cual, el trigo, que está en la Planta de Trigo —y sobre todo los que están en la parte alta de la Planta de Trigo, o sea, los que están en la Edad de la Piedra Angular—, tienen que ser colocados frente al Sol para madurar como creyentes en Cristo y poder ser cosechados, ser transformados, los que están vivos, y los muertos en Cristo ser resucitados en cuerpos eternos.

Por lo tanto, el Sol de Justicia, que es Cristo en Su manifestación final, tiene que —con Su Luz— darnos ese calor divino para madurar, para llegar a la perfección.

Cuando hablamos del trigo, encontramos que el color del trigo es trigueño cuando madura; y por consiguiente hay una bendición grande para el trigo maduro. Y el trigo madura en el oeste, que principalmente la mayoría son trigueños (y viene de “trigo”).

El sol termina su recorrido en el oeste; y el recorrido de Cristo, viniendo del este, termina Su recorrido en el oeste; y luego regresa ¿a dónde? Al este, a la tierra de Israel, de nuevo.

Y ahora, el Sol, Cristo, tiene que calentar mucho el trigo con Su Palabra revelada, darnos ese calor espiritual por medio de Su Palabra revelada para madurar. Y es en la Edad de la Piedra Angular, la parte alta de la Planta de Trigo, donde el trigo está más cerca del Sol y madura con el calor del Sol, con el calor de la Palabra revelada, dándonos Luz para madurar.

Por eso el reverendo William Branham hablaba tanto del trigo, del sol, y la cosecha, y todas estas cosas; y el mismo Jesucristo también, en la parábola del trigo y de la cizaña[11].

El trigo son los hijos del Reino; y para el tiempo de la Cosecha, pues, el trigo tiene que estar maduro.

Por eso en Apocalipsis, capítulo 14, le es dicho al Ángel que tiene la hoz aguda, de cosechar el trigo; le es dicho: “Mete tu hoz”; le es dicho que el trigo – o la mies, ya está madura. Capítulo 14 del Apocalipsis dice, verso 14 en adelante:

“Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.

Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.

Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada”.

Una Cosecha es llevada a cabo: el trigo es cosechado; que son los hijos del Reino, los hijos e hijas de Dios, en el Cuerpo Místico de Cristo.

Por lo cual, se necesita que el Sol nos dé cada día más Luz, el Sol caliente más y más, y nos madure para ser cosechados, ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; ser transformados, como sucedió el Día de Pentecostés. Ahora, en el Año de Pentecostés, se repite un nuevo Pentecostés a una escala grande, y a una escala física: de transformación para los vivos, y de resurrección en cuerpos eternos para los que partieron.

Y ahora, la manifestación del Hijo del Hombre para el Día Postrero será la Gavilla siendo mecida, y la transformación de los vivos y resurrección de los muertos en Cristo será un nuevo Pentecostés; como sucedió allá, en donde el Espíritu de Dios produjo el nuevo nacimiento; y en donde, en el Día Postrero, el Espíritu Santo producirá la transformación de nuestros cuerpos; y por consiguiente, una transformación que nos colocará físicamente en el Reino de Dios, con vida eterna física, como Él lo ha prometido.

En las fiestas agrícolas del pueblo hebreo, vean, todos estos misterios ocultos y siendo hablados por nuestro amado Señor Jesucristo. En esas parábolas Cristo estuvo hablando cosas escondidas desde la fundación del mundo, y habladas, dadas a conocer, a los creyentes en Él.

  • Y ahora, estamos viviendo en el cumplimiento de fiestas hebreas, fiestas agrícolas y fiestas como la caminata del pueblo hebreo por cuarenta años por el desierto habitando en tabernáculos.

Estamos viviendo en el tiempo final. Por lo cual, en el campo espiritual, también estamos en la Fiesta de los Tabernáculos, que corresponde a los cuarenta años del pueblo hebreo en el desierto.

La fiesta de los tabernáculos es una conmemoración de esos cuarenta años por el desierto habitando en tabernáculos[12].

Y así también, durante las siete edades de la Iglesia tenemos al pueblo viajando, caminando en tabernáculos mortales, cuerpos mortales; y la séptima edad de la Iglesia hebrea – o la séptima edad de la Iglesia gentil, la Iglesia del Señor Jesucristo, corresponde también a la séptima fiesta, la fiesta de los tabernáculos.

Pero en el Reino del Mesías, ese ciclo divino del Reino del Mesías de mil años corresponde a la Fiesta de los Tabernáculos siendo materializada en el Reino del Mesías. O sea que tiene diferentes puntos de vista, aplicaciones, la fiesta de los tabernáculos.

  • Como la fiesta de las trompetas: corresponde a nuestro tiempo. Las trompetas – la fiesta de las trompetas, corresponde al Mensaje Final de Dios, en donde serán habladas las cosas que van a suceder en este tiempo final; todo bajo el ministerio del Espíritu Santo operando los ministerios de Moisés y Elías, y de Jesús.

Pero recuerden: una cosa son los ministerios, y otra cosa es el velo de carne, que no será ni Elías, ni Moisés, ni Jesús.

Y ahora, para este tiempo final nos ha tocado a nosotros vivir en el tiempo más glorioso de todos: en el tiempo paralelo a los días de Jesucristo. Y por esa causa, luego de la transformación de los vivos y resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados, luego de eso, en algún momento comenzará la segunda parte de la semana setenta, para el pueblo hebreo; porque esa semana número setenta se detuvo al final de los primeros tres años y medio, cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario; y se abrió una brecha, un espacio de tiempo que ya lleva dos mil años, para entrar en esa brecha la Dispensación de la Gracia.

Pero luego, cuando se cierre esa Puerta, esa brecha, con la resurrección de los muertos en Cristo y transformación nuestra, se abrirá —para el pueblo hebreo— otra vez el ciclo divino de la semana número setenta, para el cumplimiento de los últimos tres años y medio que le corresponden al pueblo hebreo.

Por lo tanto, la semana setenta es una Semana Mesiánica, que está compuesta de dos partes: los primeros tres años y medio, que ya se cumplieron en la Primera Venida de Cristo, y los otros tres años y medio, que corresponden a la Segunda Venida de Cristo: viniendo Cristo a Su Iglesia, resucitando a los muertos en Cristo y transformándonos a nosotros los que vivimos; y todo eso será Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia; y luego revelándose al pueblo hebreo.

El pueblo hebreo lo verá en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y dirá: “Este es el que nosotros estamos esperando”.

Vamos a ver esa atracción y relación que va a tener el pueblo hebreo con esa manifestación de Cristo, que será en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo. Eso será la Tercera Etapa y en la Tercera Etapa, de la cual hemos escuchado tanto; y la Tercera Etapa será en una Gran Carpa Catedral.

Por lo tanto, eso es un proyecto divino que va a hacerse una realidad en este tiempo final. Y le corresponde a la Iglesia del Señor Jesucristo hacer…, trabajar, para que se haga realidad esa promesa divina; porque la Iglesia-Novia del Señor es la ayuda idónea para Cristo, para trabajar en todos los proyectos divinos.

Vean, Él dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este Redil; las cuales también debo traer, y oirán mi Voz; y habrá un rebaño, y un Pastor” (San Juan, capítulo 10, versos 14 al 18). Y luego, a quien encontramos haciendo esa labor es a la Iglesia del Señor Jesucristo, a la cual Cristo le dice: “Id por todo el mundo y predicad este Evangelio a todo el mundo, a toda criatura…”: “… predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).

Y ahora, vean, es Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia obrando todas estas cosas. A través de la Iglesia es que Cristo ha estado obrando, trabajando; por lo tanto, la ayuda idónea del Señor Jesucristo es Su Iglesia, por eso es Su Cuerpo Místico de creyentes.

  • Y el cumplimiento de la Visión de la Carpa, ¿dónde la vamos a ver? Pues en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la etapa final, que es la Edad de la Piedra Angular.

El grupo de creyentes en el Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular: serán los instrumentos a través de los cuales el Espíritu Santo estará trabajando para hacer realidad la promesa de la Visión de la Carpa. No estará trabajando con los de la primera, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta o séptima edad, porque ya esas edades terminaron; por lo tanto, no estará obrando por medio de ninguno de los mensajeros para hacer realidad el cumplimiento de la Visión de la Carpa. Estará obrando por medio del grupo de los escogidos del Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, y mensajero de la Edad de la Piedra Angular. Tan sencillo como eso.

Más claro no se les puede explicar, porque no hay forma más clara en que se pueda dar a conocer.

Y si lo quieren más claro: pues estará obrando por medio de todos nosotros para hacer realidad lo que Él prometió. Ahí más claro ya no se puede decir, porque no hay forma.

Con lo que ha sido dicho yo creo que ustedes tienen suficiente conocimiento para saber que estamos y estaremos trabajando en ese proyecto divino para que se haga una realidad. ¡Y se hará una realidad!, pues fue visto ya; y si fue visto, entonces se tiene que materializar.

Y por consiguiente, Dios estará usando —por medio de Su Espíritu— al grupo de escogidos del Día Postrero, que estarán frente a Cristo, el Sol de Justicia, madurando; y a medida que van madurando: van trabajando en la Obra del Señor, van madurando en el conocimiento de la Palabra, y haciendo de acuerdo a esa Palabra que está prometida para el Día Postrero.

Y eso será nada menos que el segundo Adán y la segunda Eva juntos, en el Día Postrero, terminando la Obra de Dios correspondiente al Día Postrero. Tan sencillo como eso.

Recuerden que Cristo no hizo o no concluyó toda la Obra de Dios, porque una parte le tocaba a Jesucristo allá y otra parte le tocaba a la Iglesia del Señor Jesucristo. O sea que una parte la llevaría a cabo el Espíritu Santo por medio de Jesús, y otra parte la llevaría a cabo el Espíritu Santo por medio de la Iglesia del Señor; una parte la llevaría a cabo por medio del segundo Adán, y otra parte la llevaría a cabo por medio de la segunda Eva.

Es como para la reproducción de un hombre y de una mujer: una parte le toca al hombre y otra parte le toca a la mujer: el hombre coloca el espermatozoide, y la mujer el óvulo. ¿Ve? Una parte le toca al hombre y otra parte le toca a la mujer.

Y Cristo coloca Su Espíritu para reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios, y la Iglesia se coloca para recibir esa Palabra. Y se hace realidad esa Palabra: concibe la Iglesia, y da a luz el cumplimiento de lo que ha sido prometido; por eso da a luz en el Día Postrero muchos hijos e hijas de Dios.

Los hijos e hijas de Dios que estando vivos serán transformados son los que dará a luz en este tiempo final.

Los hijos e hijas que serán transformados serán ¿quiénes? Pues todos nosotros. Si alguno se va antes, no hay ningún problema: regresará a nuestra edad; porque no es de otra edad, es de nuestra edad.

Pero nadie se quisiera ir; porque si se va antes, ya no va a trabajar más en la Obra, sino será espectador, mirando lo que estaremos haciendo; y dirá: “Yo que me descuidé, y descuidé tanto mi cuerpo, y lo traté tan mal, y lo arriesgué tanto en otras cosas; y entonces ya terminé mi trabajo en la Tierra. Si tuviera otro cuerpo iría a trabajar, pero ya el que Dios me dio ya lo gasté, se murió; ya tengo que esperar a recibir el nuevo, glorificado, y entonces veré lo que tendré que hacer bajo la dirección de Dios en el cuerpo nuevo”.

Y ahora, tenemos que cuidar nuestro cuerpo; no podemos dañarlo con bebidas alcohólicas, o cigarrillos, o drogas u otras cosas que hagan daño al cuerpo. Tenemos que cuidarlo.

Como cuando una persona tiene su auto y ya tiene bastantes años: tiene que cuidarlo, mantenerlo limpiecito, brillosito y bien de mecánica, para que no se le vaya a dañar. Así es nuestro cuerpo también: tenemos que cuidarlo bien; aunque es un cuerpo de una antigua generación, tenemos la promesa que vamos a recibir uno de nueva generación: un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Pero mientras tanto continuamos con el cuerpo de antigua generación, en lo que nos llega el nuevo; y podemos trabajar mucho con él hasta que tengamos el nuevo cuerpo.

Vamos a ser adoptados, y eso de la adopción: es la redención del cuerpo, la transformación de nosotros los que vivimos.

Para Israel, pues la adopción será la restauración al Reino de Dios, al Reino de David; y por consiguiente, habrá una transformación nacional, una transformación de tipo de gobierno: de democracia a teocracia combinada con monarquía.

Ese es el nuevo cuerpo de gobierno prometido en la Escritura, que será dirigido – establecido y dirigido por el Mesías-Príncipe, heredero al Trono de David. Y allí estarán también todos los creyentes en Cristo en ese Reino, porque la Iglesia del Señor Jesucristo es heredera de Dios y coheredera con Cristo Jesús Señor nuestro, bajo el Nuevo Pacto.

“EL MISTERIO DEL SEGUNDO ADÁN Y LA SEGUNDA EVA JUNTOS, EN EL DÍA POSTRERO, TERMINANDO SU OBRA”, o sea, la Obra de Dios que le ha sido encomendada a Cristo y a Su Iglesia.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, compartiendo con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

En estos días hemos visto que hay muchos riesgos en todas las naciones. Terremotos que están destruyendo muchas naciones, pues quedan casi arruinadas cuando hay un terremoto muy grande; y para ser restauradas tardan mucho tiempo, y necesitan mucho dinero y muchas ayudas económicas y también de mano de obra.

Hay muchos maremotos también, muchos problemas en el calentamiento global, con el derretimiento de los hielos polares; y eso causa que el nivel de los mares suba y se meta a las costas, y afecte las costas de las naciones. Y se pueden quedar sin las costas, o la costa moverse más adentro, y se quedan sin las construcciones, sin los edificios de las costas, y hasta de la gente, si no se sale pronto.

Por eso hay que estar con los ojos abiertos siempre, para saber qué hay que hacer en esos casos de peligro. Si tiene su negocio en la costa, pues puede seguir adelante, pero recuerde: trate de tener un lugarcito más lejos y más alto para su familia, para, en caso de que vea que viene un maremoto o un tsunami, pueda salir con su auto rumbo a un lugar más alto donde tenga asegurada su familia; y si trabaja con usted en la costa, pues entonces los monta en el carro y sale rumbo a un lugar más seguro, para evitar perder la familia.

Pero si se quiere ir de la costa, pues trate de no regalar las cosas, sino de venderlas bien y establecer otro negocio igual o mejor que el que tenía, para producir más; pues queremos siempre estar trabajando en la Obra y tener lo mejor posible a nuestra familia.

Estaremos orando también para que Dios nos dé un poco de tiempo hasta que se complete el proyecto de La Gran Carpa Catedral. Por lo tanto, estaré orando por los que viven en las costas y las congregaciones que hay en las costas, para que Dios tenga misericordia de todos los ministros y congregaciones que están en las costas.

Ahora, si sucede algo y están en las costas, no me echen la culpa a mí. Sabemos que vienen graves problemas para las costas, pero que si quieren permanecer en las costas porque están trabajando en la Obra del Señor fuertemente para que se haga una realidad la Visión de la Carpa, pues no hay ningún problema.

Muchas personas mueren, y mueren y no han hecho nada por la Obra de Dios, y mueren no porque están trabajando en la Obra del Señor. Pero si estamos trabajando en la Obra del Señor, pues no hay ningún problema: regresaremos en cuerpos glorificados.

Malo es estar en un lugar seguro y no estar haciendo nada por la Obra del Señor. Mejor es estar en un lugar de peligro, pero trabajando en la Obra del Señor, y no en un lugar muy seguro sin hacer nada por la Obra del Señor.

Y otra cosa: todas las naciones están en peligro. No hay sitio dónde escapar. Las islas están marcadas en la Escritura que van a desaparecer[13]; con el gran terremoto de California viene el juicio divino para las costas y para las islas.

Así que ¿dónde nos esconderemos de la presencia de Dios? No hay lugar. ¿Y del juicio divino que ha de venir sobre la Tierra? No hay lugar. Solamente siendo transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, donde no nos alcanzará el juicio divino.

Por lo tanto, lo importante es estar bien con Dios.

Que Dios bendiga a todos los ministros y a todas las congregaciones, a todos los hermanos, y los ayude en estos tiempos, en este tiempo tan peligroso; y los use grandemente en Su Obra en este tiempo final, para hacer la Obra del Señor, la Obra de Dios. Porque la Obra de Dios es que creamos y trabajemos en Su Obra correspondiente a este tiempo final; porque sabemos cuál es el Programa Divino, por lo tanto podemos trabajar en el Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo.

Bueno, que Dios les bendiga y les guarde.

Y adelante trabajando en la Obra del Señor en este tiempo final, sabiendo que todos los creyentes en Cristo son la segunda Eva, forman la segunda Eva, la Iglesia del Señor; y Cristo es el segundo Adán. Y por consiguiente, como individuos somos los hijos e hijas de Dios descendientes del segundo Adán y la segunda Eva, que están (¿qué?) trabajando en la Obra de Dios del Día Postrero.

Es que no hay otra obra en la cual trabajar. No vamos a trabajar en la Obra del primer día de la Iglesia entre los gentiles; tendríamos que ir para Asia Menor a trabajar; ni vamos a trabajar en la segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta o séptima edad; sino en la Edad de la Piedra Angular. Y la Edad de la Piedra Angular es mundial.

Bueno, ya tenemos al misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín, y al reverendo Andrés Cruz Gallegos; por lo tanto, los dejo a ellos por aquí. Aquí voy a dejar al doctor Miguel Bermúdez Marín, que fue el que me pasó; lo dejo, y él se encargará de pasarle al reverendo Andrés Cruz Gallegos.

“EL MISTERIO DEL SEGUNDO ADÁN Y LA SEGUNDA EVA JUNTOS, EN EL DÍA POSTRERO, TERMINANDO SU OBRA”.

[Revisión septiembre 2025]

[1] Gén. 2:24, Mt. 19:5-6, Mr. 10:7-8

[2] Jeremías 3:14, Isaías 54:5

[3] San Mateo 12:6

[4] San Mateo 12:42

[5] San Mateo 1:23

[6] San Lucas 7:11-16

[7] Mt. 28:1-10, Mr. 16:1-8, Lc. 24:1-12, Jn. 20:1-10

[8] Levítico 23:10-14

[9] 1 Corintios 15:20

[10] [65-0418M “Ya salido el Sol”, párr. 94]

[11] San Mateo 13:24-30, 13:36-43

[12] Levítico 23:33-36, 23:36-43

[13] Apocalipsis 6:14, 16:20

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