La verdadera y última señal del fin

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones, y a todos los ministros y sus congregaciones en diferentes lugares. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al proyecto de la gran Carpa-Catedral en Puerto Rico, y ese respaldo con vuestras oraciones, vuestro trabajo y también en la parte económica.

Para estos días hay personas que han preguntado si pueden, para estos días que les viene el bono navideño, si pueden usarlo para el proyecto de la gran Carpa-Catedral y desean así participar en el gran empujón en esa forma; quienes de todo corazón lo quieran hacer, lo pueden hacer. Para estos días ya muchos lo estarán haciendo en los países que lo recibirán con anticipación, y en Puerto Rico ya tendremos, ya se estará llevando a cabo la telebendición, el telebendición para dar el gran empujón que se necesita en este año, terminar este año con un empujón bien grande en pro del proyecto de la gran Carpa-Catedral.

Yo aprecio y agradezco mucho ese esfuerzo que están haciendo todos, y en nombre de la gran Carpa-Catedral en Puerto Rico les expreso el aprecio y agradecimiento de ellos a todos ustedes, y también mi aprecio y agradecimiento.

También aprecio mucho el respaldo que le están dando al proyecto que Cristo dio a Su Iglesia dos mil años atrás, de la predicación del Evangelio de la Gracia, de nuestra salvación, el Evangelio de Cristo, cuando dijo:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16.

La predicación del Evangelio de Cristo es de bendición para los que lo reciben, y es de juicio y condenación para los que no creen y por consiguiente no lo reciben como su único y suficiente Salvador.

También aprecio mucho el respaldo que le están dando a AMISRAEL, el cual está trabajando arduamente en los proyectos que le corresponden, y hemos estado viendo el éxito que ha estado teniendo AMISRAEL, y continuará teniéndolos.

Para esta ocasión quiero reiterarle al misionero doctor Miguel Bermúdez Marín feliz cumpleaños, pues está cumpliendo año este mes, y el mes pasado también, el 29 del mes pasado fue su cumpleaños, y todavía continúa cumpliendo años todos estos meses, y estaremos deseándole bendiciones del Cielo y de la Tierra para el misionero Miguel Bermúdez Marín.

Fiel compañero en el ministerio, en la obra del Señor en este tiempo final. Ya desde el 71 estamos viajando por todos los países trabajando en el Programa Divino de la evangelización en la obra misionera, y así hemos estado viendo la bendición que Dios ha estado derramando sobre el misionero Miguel Bermúdez Marín, el cual es de grande bendición para los ministros y sus congregaciones y por consiguiente para todos los creyentes en Cristo.

Miguel, que Dios te bendiga y te guarde y te use grandemente en Su obra, y te prospere espiritualmente y materialmente junto a tu esposa y todos los ministros y hermanos de Venezuela y de todos los países. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Dios bendiga a todos los hermanos allá en Puerto Rico, al reverendo José Benjamín Pérez y a todos los hermanos, a todos los que trabajan en la obra también de Dios allá, y al proyecto que están llevando a cabo de la gran Carpa-Catedral; que las bendiciones de Dios sean derramadas sobre Puerto Rico y ese proyecto que están llevando a cabo y toda la obra de Dios que están llevando a cabo allá en Puerto Rico. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amen.

Ahora, leemos un pasaje, pero antes quiero extenderles mis saludos al doctor Salomón Cunha que está en Jerusalén, y también a la doctora Kélita Machado de Cunha: que Dios te bendiga Salomón y Kélita y les use grandemente en Su obra, en Su programa en este tiempo final, y les prospere espiritualmente y materialmente también. Amén.

Y ahora, leemos un pasaje muy conocido por todos, que se encuentra en San Mateo, capítulo 24, versos 1 en adelante, donde dice de la siguiente manera:

“Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.

Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.

Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte,

diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?

Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.

Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.

Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin.

Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares.

Y todo esto será principio de dolores.

Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.

Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.

Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos;

y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.

Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “LA VERDADERA Y ÚLTIMA SEÑAL DEL FIN.”

Todos sabemos que estamos viviendo en el Día Postrero conforme a las profecías bíblicas. Ya los días postreros que habían comenzando en el tiempo de Jesús y que son los días postreros tres milenios, “porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día,” dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y el Salmo 90, verso 4, y San Pablo en Hebreos, capítulo 1, versos 1 al 3 dice:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

dice: “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito…” vamos a ver esa parte ahí, dice:

“El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.”

Heredó el Nombre de Dios, y ese es el Nombre más grande, más importante.

Y ahora, en los postreros días, dice San Pablo, que Dios habló por medio de Jesucristo, es que los postreros días comenzaron en el tiempo de Jesucristo, cuando Cristo tenía de tres a siete años de edad, porque los días postreros son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio de Adán hacia acá, y ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá, por lo tanto, delante de Dios solamente han sido dos días, dos días proféticos, dos días delante de Dios.

Y ahora, cuando nos habla en el Génesis de siete días en donde Dios fue trayendo a existencia las cosas y luego en el séptimo día reposó, son días delante de Dios, los cuales son milenios para los seres humanos.

Y ahora, conforme al calendario gregoriano ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá, y ya hemos entrado al séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá.

Y ahora, antes se predicaba: “Estamos en los días postreros,” y era cierto de Cristo hacia acá, pero ahora podemos identificar en cuál de los días postreros estamos viviendo, el cual es el séptimo milenio de Adán acá o tercer milenio de Cristo hacia acá.

Para este tercer milenio de Cristo hacia acá que es el Día Postrero, es que Dios tiene grandes bendiciones para todos los creyentes en Cristo, pero también el juicio divino para la raza humana, para todas las naciones, porque el Hijo del Hombre, el Mesías, va a juzgar a todas las naciones, Él va a decidir quiénes van a entrar a Su Reino y quiénes no van a entrar cuando juzgue a todas las naciones, cuando se siente en el Trono de Su gloria que será el Trono de David en la restauración del Reino de David.

Recuerden que el Ángel Gabriel en San Lucas, capítulo 1, versos 26 al 36 de San Lucas, cuando le apareció a la virgen María, le dice que es bienaventurada:

“¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.” y sigue hablándole a la virgen María y ella se sorprende por las palabras del Ángel Gabriel.

Y el Ángel le dice: “María no temas, porque has hallado gracia delante de Dios,” capítulo 1, verso 30 en adelante:

“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.

Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Señor que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;

porque nada hay imposible para Dios.

Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.”

Y ahora, aquí tenemos la promesa de parte de Dios por medio del Ángel Gabriel, que el niño que nacería de la virgen María sería el heredero al Trono de David y se sentará sobre el Trono de David y reinará sobre la casa de Israel para siempre. Es importante que sepamos que el Reino de David al cual el Mesías Príncipe es heredero, y Trono de David, va a ser restaurado en medio del pueblo hebreo, y eso será la venida del Reino de Dios para el pueblo hebreo y para todas las naciones, por lo cual Cristo dice en San Mateo, capítulo 6, verso 10, que orando pidamos la venida del Reino de Dios, diciendo: “Padre nuestro que estás en los cielos. Santificado sea Tu Nombre. Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el cielo también en la tierra.”

La venida de ese Reino es la venida del Mesías Príncipe restaurando el Reino de David y sentándose sobre el Trono de David. Por esa causa Cristo habló tanto de la venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero, eso será la venida del Mesías, del ungido, porque Mesías o Cristo lo que significa es: ungido, el ungido con el Espíritu Santo, el hombre ungido con el Espíritu Santo en él.

El mismo que aparece en Apocalipsis, capítulo 7, el Ángel que sube de donde nace el sol con el Sello del Dios vivo, o sea, con el Espíritu Santo en él, obrando a través de él y llamando y juntando ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, y sellándolos en sus frentes, y luego aparecen en Apocalipsis, capítulo 14, versos 1 al 5 sobre el Monte de Sión con el Sello del Dios vivo en sus frentes.

O sea, ya sellados en sus frentes con el Nombre de Dios en sus frentes, y el Nombre del Cordero. Vamos a leer aquí para tener el cuadro claro donde nos dice capítulo 14, verso 1 en adelante del Apocalipsis:

“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.”

Aquí ya los encontramos llamados, sellados, juntados en el Monte de Sión. Luego encontramos en el capítulo 14 mismo, verso 6 al 7, que dice:

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,

diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”

Este Ángel con el Evangelio eterno es el último Profeta Mensajero dispensacional que aparecerá en el Día Postrero en medio del Cristianismo, en la etapa más gloriosa de la Iglesia que es la etapa de la Edad de la Piedra Angular, el cual vendrá predicando el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino que predicaba Juan el Bautista y el Señor Jesucristo, del cual Cristo dijo en San Mateo, capítulo 24, verso 14, y lo vamos a leer aquí, pues son palabras de Jesucristo:

“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

El Evangelio del Reino lo predicaba Juan el Bautista y Jesucristo, pero cuando Cristo fue rechazado en Su entrada triunfal a Jerusalén, encontramos que luego fue juzgado, tomado preso, juzgado y condenado y crucificado, y luego el Día de Pentecostés o antes, fue sepultado también, resucitó y luego 40 días después subió al cielo glorificado y se sentó a la diestra de Dios en el Trono de Dios.

Pero Él dijo: “Todo poder me es dado en el cielo y en la tierra,” San Mateo, capítulo 28, versos 16 en adelante, y también dijo: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” ¿Cómo estaría? En Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, en medio de todos los creyentes en Él, hasta el fin del mundo y dice:

“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

Entonces vendrá el fin del mundo, el fin del reino de los gentiles que se encuentra en los pies de hierro y de barro cocido como fue mostrado a Nabucodonosor y al Profeta Daniel en el capítulo 2 del libro del Profeta Daniel, en el verso 30 al 45, ahí tenemos la explicación de ese reino de los gentiles en los pies de hierro y de barro cocido y tenemos la venida de la piedra no cortada de manos que es la segunda Venida de Cristo, y tenemos que el reino de los gentiles finaliza, es destruido y juntamente con él todas las otras etapas del reino de los gentiles será también destruida, y el Reino de Dios será establecido en la Tierra.

Por eso la piedra no cortada de manos, que es la venida del Señor, luego crecerá y se formará un gran monte que llenará toda la Tierra, ese es el Reino del Mesías, el cual será mundial y su capital será Jerusalén y el Distrito federal de ese Reino será todo el territorio de Israel.

Será un Reino que traerá bendición para el pueblo hebreo, para todo el Medio Oriente y por consiguiente para todas las naciones, es el único Reino y única etapa en que la paz para Israel vendrá, y será la paz permanente.

Fuera de este Reino del Mesías, conforme a Isaías, capítulo 9, verso 6 al 7, donde aparece el Príncipe de Paz, Padre eterno, Príncipe de Paz, fuera de ese Reino del Mesías no habrá paz permanente para Israel, se podrá conseguir paz temporera por medio de tratados humanos, pero la paz permanente solamente la traerá el Mesías.

Por lo cual se tiene que trabajar por el establecimiento, venida y establecimiento del Reino del Mesías que es la única esperanza para el pueblo hebreo y para todo el Medio Oriente y para toda la humanidad, de la paz permanente.

Y mientras tanto, también se trabaja por la paz temporera, porque con paz, aunque sea temporera, se podrá trabajar también por la paz permanente. Por lo cual la paz temporera es buena y la paz permanente mucho mejor. Por lo cual ambas son buenas para Israel, para todo el Medio Oriente y para todas las naciones.

Y ahora, la verdadera y última señal del fin es el Ángel que viene con el Evangelio del Reino, el Evangelio eterno, para predicarlo a los moradores de la Tierra, a toda nación, pueblo y lengua.

Cuando la humanidad esté viendo a ese Mensajero, recuerden que Ángel significa Mensajero, y la predicación del Evangelio es para ser a través de seres humanos. Por consiguiente habrá en la Tierra un Mensajero, un Profeta dispensacional con el Evangelio eterno predicándolo y enseñando a la humanidad a adorar a Dios, buscar a Dios, servir a Dios, al que hizo los Cielos y la Tierra, y anunciándole también a la humanidad que la hora del juicio divino ha llegado, la hora del juicio divino es en el Día Postrero y es en el tiempo en que la Iglesia estará en la Edad de la Piedra Angular, en la etapa de oro de la Iglesia del Señor Jesucristo, donde ocurrirá la venida del Señor a Su Iglesia, la fe para ser transformados y raptados por medio de los siete truenos del Apocalipsis, la Voz de Dios hablándole a Su Iglesia y dándole la fe para ser transformados, la revelación para ser transformados, la revelación del séptimo Sello, la revelación de la venida del Señor a Su Iglesia.

Y ahora, Cristo dijo:

“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

Por lo tanto, un Profeta Mensajero dispensacional en medio del Cristianismo estará predicando el Evangelio del Reino, el Evangelio de Cristo como León de la Tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, y esa será la señal del fin, no habrá otra señal más grande que esa.

Bajo el ministerio de ese Profeta Mensajero en medio del Cristianismo y después en medio del Judaísmo, la humanidad estará viendo la señal verdadera del fin del siglo, del fin del tiempo, del fin para la Iglesia, del fin para el reino de los gentiles, y de la preparación de la Iglesia para ser transformada y llevada con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Cristo en Espíritu Santo estará en ese Mensajero hablándole a las vírgenes prudentes, también le hablará a las vírgenes insensatas, le hablará al pueblo hebreo y le hablará a toda la humanidad por medio del mensaje del Evangelio del Reino, para que el pueblo sea preparado para darle la bienvenida al Señor, al Hijo del Hombre en Su venida y estar en pie delante del Hijo del Hombre como dice San Lucas, capítulo 21, versos 34 al 36, y dice que orando, oremos que seamos dignos de evitar todas estas cosas que vendrán, o sea, los juicios divinos que han de venir sobre la Tierra durante el tiempo de la gran tribulación, y estar en pie delante del Hijo del Hombre.

El título de Hijo de Hombre o Hijo del Hombre es título de Profeta, por eso dos mil años atrás cuando Jesucristo estaba en la Tierra, Él se identificaba como el Hijo del Hombre, porque Hijo del Hombre es título de Profeta. O sea, que no puede llamarse Hijo del Hombre si no es un Profeta, el Mesías es Profeta, es Rey y es Juez también, es un Rey Profeta y también Sumo Sacerdote.

Por lo tanto, todos esos títulos serán una realidad. En la primera Venida del Señor fue una realidad, y en la segunda Venida de Cristo también serán una realidad. Cristo dijo que “el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno según sus obras,” eso está en San Mateo, capítulo 16, versos 25 al 28 y también en Apocalipsis, capítulo 22, verso 12.

Y luego Él llevó a Pedro, Jacobo y Juan al Monte y se transfiguró delante de ellos, Su rostro resplandeció como el sol; San Lucas, dice: “Su rostro se hizo otro,” San Lucas, capítulo 9, y aparecieron con Él… las vestiduras del Señor también se hicieron resplandecientes como la luz y aparecieron a cada lado del Señor Moisés y Elías hablando con Él acerca de la partida de Cristo hacia Jerusalén.

Allá aparecieron estos dos Profetas: Moisés y Elías, y allí está establecido el orden de lo que será la venida del Señor en el Día Postrero, porque el Hijo del Hombre viene con Sus Ángeles, el Hijo del Hombre viene con Moisés y Elías, el Hijo del Hombre viene en el Día Postrero para bendición de Su Iglesia.

Por lo tanto, la Iglesia del Señor espera la venida del Señor, que es la única esperanza para la transformación nuestra en cuerpos glorificados y la resurrección de los muertos en Cristo y el rapto o arrebatamiento de la Iglesia para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo estará viendo en el Día Postrero y escuchando la predicación del Evangelio del Reino que gira alrededor de la segunda Venida de Cristo como el León de la Tribu de Judá, estarán escuchando ese mensaje a través del Mensajero, del Profeta de Apocalipsis, capítulo 7 y Apocalipsis, capítulo 14, versos 6 al 7, el Mensajero, el Ángel que viene con el Evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la Tierra, a toda nación, pueblo y lengua, diciendo a gran Voz: “Temed a Dios y dadle gloria porque la hora de Su juicio ha llegado.”

Si viene con el Evangelio eterno, viene con el Evangelio del Reino, el Evangelio, el mensaje para la Dispensación del Reino; y si viene para predicarlo a los moradores de la Tierra, pues tiene que ser un predicador, un predicador en el cual se estará cumpliendo esa profecía, estará predicando el Evangelio del Reino, el Evangelio eterno, y cuando haya predicado el Evangelio del Reino, entonces vendrá el fin.

El tiempo del fin es el tiempo de la gran tribulación que son tres años y medio, tres años y medio que corresponden a la semana setenta, a la segunda parte de la semana setenta de la profecía de Daniel, en Daniel, capítulo 9, versos 21 al 27. Por lo tanto, la verdadera señal del fin será la aparición de un Profeta Mensajero dispensacional con el Evangelio del Reino, el Evangelio eterno predicándolo a todos los moradores de la Tierra, a toda nación, pueblo, lengua y reyes, y esto al ser visto acontecer, será la señal del fin.

Por lo tanto, tenemos que tener nuestros ojos bien abiertos para vigilar como Cristo dice: “Velad,” velad ¿por qué? Velar por la segunda Venida de Cristo como hubo que velar por la primera Venida de Cristo, velar para que no se nos pase por alto, y velar por ese Mensajero que viene predicando el Evangelio del Reino, el Evangelio eterno de Cristo, de Dios, a todas las naciones, a todos los reyes, a todas las lenguas, a todos los individuos, porque para ese tiempo llegará el fin, el fin del siglo, el fin del mundo, el fin para todas las cosas.

Es muy importante que estemos alertas recordando que en la parábola del trigo y de la cizaña también Cristo dice que el Hijo del Hombre enviará a Sus Ángeles, esos son Sus Mensajeros, los ministerios de Moisés y Elías que el Espíritu Santo estará operando en ese Mensajero que viene con el Evangelio eterno predicándolo a todos los moradores de la Tierra.

“LA VERDADERA Y ÚLTIMA SEÑAL DEL FIN.”

Siempre la señal más grande de Dios para la humanidad es un Profeta. Cuando es un Profeta para una etapa, una edad, es una señal grande, pero cuando Él envía un Profeta dispensacional, es una señal más grande.

Más grande que la aparición de un Profeta dispensacional, no hay otra señal más grande. Por ejemplo, la aparición de Moisés en Egipto hablándole al pueblo hebreo para sacarlos de la esclavitud, era la señal del fin para Egipto y la señal para la liberación del pueblo hebreo. Así también será para este tiempo final, habrá un Profeta como Moisés, un hombre en el cual el Espíritu Santo estará operando el ministerio de Moisés, en donde grandes bendiciones de Dios vendrán para el Cristianismo, para los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, y para el pueblo hebreo.

Será también no solamente la señal para la Iglesia, para transformación y rapto, sino también que será la señal del fin del reino de los gentiles y la introducción al Reino del Mesías y la introducción al milenio o séptimo milenio de Adán hacia acá, en el cual el Mesías establecerá Su Reino, el Reino de Dios en la Tierra, que será la restauración del Reino de David.

Por lo tanto, en el mensaje del Evangelio eterno que estará predicando el Mensajero del Día Postrero estarán contenidas todas estas cosas, toda esta revelación divina estará contenida en el Evangelio eterno, y los entendidos entenderán, y el que es de Dios, escuchará la Voz de Dios a través de la predicación del Evangelio eterno, del Evangelio del Reino, y obtendrán la fe, la revelación para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Así como para la transformación espiritual escuchamos la predicación del Evangelio de la Gracia que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario y obtenemos la fe para salvación, la fe para obtener esa transformación interior, el nuevo nacimiento, y para la transformación física estaremos escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, del Evangelio del Reino, el Evangelio de la segunda Venida de Cristo, que gira alrededor de la segunda Venida de Cristo y obtendremos la fe, la revelación para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y estaremos recibiendo al Mesías, a Cristo, como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Por lo tanto, así como recibimos Su primera venida, creemos en Su primera venida, estaremos creyendo y recibiendo Su segunda venida, y creyendo en Su segunda venida, en Su venida a Su Iglesia.

Por lo tanto, la verdadera señal del fin del tiempo, del fin del siglo, del fin del mundo, será la aparición de un Mensajero, de un Profeta dispensacional como Moisés y como Elías, predicando el Evangelio del Reino para testimonio a todas las naciones, anunciándoles que hay una oportunidad de salvación y Vida eterna y también anunciándoles el juicio divino que ha de venir sobre la raza humana, anunciándoles la hora del juicio divino, diciéndole a la humanidad: “Porque la hora de Su juicio ha llegado.”

Dios juzgará la humanidad por medio de Cristo y luego caerá el juicio divino, las plagas que aparecen en Apocalipsis, como cayeron también en Egipto sobre el imperio o reino del faraón.

Y ahora, hemos visto lo que es la verdadera y última señal del fin: La aparición de un Mensajero con el Evangelio eterno predicándolo a todos los moradores de la Tierra y llamando al pueblo para que busquen a Dios, adoren a Dios y sirvan a Dios todos los días de su vida, y anunciándoles que la hora del juicio divino ha llegado, pero que todavía tenemos la oportunidad de escapar del juicio divino que vendrá sobre la raza humana.

En Malaquías, capítulo 4 nos dice que:

“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará (o sea, los quemará), ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.

Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación.”

O sea: “nacerá el sol de justicia,” es: nacerá la venida del Señor a Su Iglesia, porque Él es el sol de justicia, Él es la luz del mundo, y el que lo sigue no andará en tinieblas.

Y ahora, todavía hay lugar en el Reino de Cristo para toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma y lo recibe como único y suficiente Salvador.

Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma y lo recibí como mi único y suficiente Salvador, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Si hay alguna persona que todavía no lo ha recibido como su Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y le bautice con Espíritu Santo y Fuego luego que usted sea bautizado en agua en el Nombre del Señor, y produzca en usted el nuevo nacimiento.

Por lo tanto, bien pueden venir a los Pies de Cristo y estaremos orando por usted, para lo cual pueden pasar acá al frente los que están aquí presentes y los que están en otras ciudades, en otras comunidades en la República Mexicana, y también los que están en otras naciones pueden venir a los Pies de Cristo, pueden pasar al frente donde ustedes se encuentran, para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.

Para lo cual, pueden pasar al frente y estaremos orando por usted, pueden pasar al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo. Recuerden que la fe viene por el oír la Palabra, pero con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Y ahora, ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestras almas. Y ahora, ustedes están creyendo en Cristo, por lo cual pueden dar testimonio público de vuestra fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador, para lo cual pueden pasar acá al frente y estaremos orando por usted.

Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, sean bautizados en agua en Su Nombre y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así usted nazca en el Reino de Cristo del Agua y del Espíritu.

Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios,” y le explica, porque Nicodemo pensó que era nacer a través de su madre nuevamente, y Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios,” y todos queremos entrar al Reino de Dios para tener Vida eterna.

Por lo tanto, es necesario que toda persona, al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, lo reciba como único y suficiente Salvador y Cristo lo reciba en Su Reino, perdone sus pecados y con Su Sangre lo limpie de todo pecado, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona ha entrado al Reino de Dios y por consiguiente tiene Vida eterna, vivirá eternamente con Cristo en Su Reino.

Lo más importante es la Vida eterna, esta vida temporera que tenemos es mortal, por eso nos dura un corto tiempo, a la mayoría de los seres humanos menos de cien años. Pero tenemos la promesa de un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y joven, y glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, ¿para quién es esa promesa? Para todos los creyentes en Cristo, para todos los que reciben a Cristo como único y suficiente Salvador.

Por lo tanto, todos tenemos la oportunidad, al vivir en esta Tierra, de hacer contacto con la Vida eterna a través de Cristo, y obtener la Vida eterna, y así entrar al Reino de Dios.

Dios tiene mucho pueblo en esta Ciudad de Villahermosa y los está llamando para colocarlos en Su Reino eterno, y tiene mucho pueblo, muchos hijos en toda la República Mexicana, y los está llamando en este tiempo final para colocarlos en Su Reino con Vida eterna.

Sin Vida eterna no hay esperanza de vivir para siempre. Y sin Cristo no hay Vida eterna para las personas, dice Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13: “Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo, el que tiene al Hijo (o sea, a Cristo), tiene la vida (o sea, tiene la Vida eterna); el que no tiene al Hijo de Dios, el que no tiene al Hijo, no tiene la vida (o sea, no tiene la Vida eterna).” y también la buena noticia es que Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está ¿en quién? En Su Hijo, en Jesucristo.

Por lo tanto, por cuanto todos queremos vivir eternamente, queremos la Vida eterna, todos tenemos la misma oportunidad de escuchar el Evangelio de Cristo y recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador para que Él nos dé la Vida eterna.

Dios le ha dado a Jesucristo la exclusividad de la Vida eterna, por eso Él dijo: “El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna, y yo le resucitaré en el Día Postrero.” Por lo tanto es importante… San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40. Por eso es tan importante escuchar la predicación del Evangelio de Cristo para que nazca la fe de Cristo en nuestra alma, creamos en Él y lo recibamos como nuestro único y suficiente Salvador para que Él nos dé la Vida eterna. Hemos visto que hay un Programa Divino para que el ser humano reciba la Vida eterna y entre por consiguiente al Reino de Dios, al Reino de Cristo.

Todavía continúan viniendo más personas a los Pies de Cristo y por eso estamos esperando unos segundos para orar por usted, por lo tanto pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que falten por venir.

Recuerden que recibir a Cristo como Salvador es un asunto de Vida eterna, Él dijo:

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos.” San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30.

Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, es la persona en donde la plenitud de Dios moró, mora y morará eternamente, en donde estaba Dios el Padre celestial con Su cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, para el establecimiento de un nuevo Pacto en el cual la Sangre del nuevo Pacto sería la Sangre del Mesías que sería derramada en medio del pueblo hebreo en la Ciudad de Jerusalén. Por eso Jesucristo tenía que morir en Jerusalén, para llevar a cabo la Obra de Expiación.

Por eso no podemos hablar mal en contra del pueblo hebreo, más bien amarlos de todo corazón, orar por Israel para que Dios los ayude y los bendiga y venga la paz para el pueblo hebreo y para todas las naciones.

Es importante saber que la Sangre de Cristo y en la Sangre de Cristo tenemos la redención, tenemos redención por Su Sangre, el perdón de pecados, los sacrificios que el pueblo hebreo realizaba en el templo eran tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. En Cristo se cumplieron todos los sacrificios de animalitos que el pueblo hebreo llevaba a cabo.

Por eso es que en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29, Cristo en la última cena con Sus discípulos, en esa noche de la última cena, tomando el pan y dando gracias al Padre y partiendo el pan, da a Sus discípulos y les dice: “Comed de él todos, porque esto es mi cuerpo.” O sea, que en el pan tipificó Su cuerpo que sería ofrecido por Cristo en Expiación por nuestros pecados, para nuestra redención con Su Sangre.

Y tomando la copa de vino y dando gracias al Padre dio a Sus discípulos diciendo: “Tomad de ella todos, porque esta es mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”

Y ahora, el sacrificio y la sangre del sacrificio de expiación que se efectuaba el día diez del mes séptimo de cada año, conforme a Levítico capítulo 23, versos 26 al 29, se cumple en Cristo, y el sacrificio del cordero pascual que el pueblo hebreo sacrificó en Egipto para la protección de los primogénitos que estaban en sus hogares, es tipo y figura también de Cristo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, como lo presentó Juan el Bautista, cuando vio a Jesús dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Por lo tanto, lo presentó como el Cordero que tenía que morir para la preservación de todos los primogénitos de Dios escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.

Y ahora, podemos ver que Cristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, Él es mi Salvador, mi Redentor, ¿y de quién más? De cada uno de ustedes también, Él es nuestro pariente Redentor, el hombre perfecto con el cuerpo perfecto creado por Dios, no vino por medio de la unión de un hombre y de una mujer, sino que lo creó en el vientre de la virgen María el Espíritu Santo, y por consiguiente vino sin pecado, tenía que el Sacrificio de Expiación ser de un hombre sin pecado y que Su cuerpo fuera creado por Dios para ser sin pecado.

Él podía vivir en la Tierra en ese cuerpo eternamente, pero Él dijo, comparándose o tipificándose en el grano de trigo, dice: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” Porque un grano de trigo que es sembrado en la tierra muere, pero nace una planta de trigo en donde lleva muchos granos de trigo iguales al grano de trigo que fue sembrado en tierra.

Y ahora, Cristo murió, pero el Día de Pentecostés nació la plantita de trigo, la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde Cristo, el grano de trigo, se reproduciría en muchos granos de trigo, en muchos hijos e hijas de Dios. Ese es el propósito del segundo Adán con la segunda Eva, el segundo Adán es Cristo, la segunda Eva es la Iglesia del Señor Jesucristo a través de la cual Cristo se reproduciría en muchos hijos e hijas de Dios.

Por eso es que los creyentes en Cristo son llamados en la Biblia: hijos e hijas de Dios. Dice la Escritura que a los que creen en Su Nombre les dio potestad de ser llamados o hechos hijos de Dios, los cuales nacen del Cielo por medio del nuevo nacimiento que Cristo anunció a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, versos 1 al 6.

En la diferentes naciones si ya están listos también que nos avisen para orar ya por todos los que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador. Vamos a estar puestos en pie por favor, los que están presentes y los que están en otras naciones. Y ahora, con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo y nuestros ojos cerrados, en todas las naciones los que han recibido a Cristo en estos momentos como vuestro único y suficiente Salvador, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el cielo en que podemos ser salvos.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, un pariente Redentor. Doy testimonio público de mi fe en Ti y de Tu fe en mi, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en mi el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino. Sálvame Señor, que se haga una realidad la salvación que Tu has ganado en la Cruz del Calvario, sálvame Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Con nuestras manos levantadas al Cielo todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor lo más pronto posible,” pues Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ Quiero ser bautizado en agua en Su Nombre lo más pronto posible.” Bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El bautismo en agua es tipológico, pero es un mandamiento del Señor Jesucristo. Cuando Juan el Bautista estaba predicando y bautizando en Judea en el Jordán, llegó Jesús también para ser bautizado por Juan el Bautista, y cuando entra a las aguas del Jordán y llega hasta Juan el Bautista, Juan el Bautista le dice a Jesús: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tu vienes a mi para que yo Te bautice?” Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó. Si Cristo para cumplir toda justicia necesitaba ser bautizado en agua, cuánto más nosotros.

El bautismo en agua es tipológico. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, porque el bautismo en agua es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados y así identificarse con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.

Dejo al ministro correspondiente aquí, reverendo Andrés Cruz Gallego, y en cada nación dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma, les indique a los creyentes, a los que han creído, cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, porque bien pueden ser bautizados porque ustedes han creído en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Y aquí hay agua, bautisterios para ser bautizados.

Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

“LA VERDADERA Y ÚLTIMA SEÑAL DEL FIN.”

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