Muy buenos días, amables amigos y hermanos en todos los países que están conectados con esta transmisión que se está efectuando directamente desde la Capital del mundo, la Ciudad eterna, Jerusalén, la Ciudad de Dios. A todos los ministros y congregaciones: que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.
En cuanto a la firma para la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, sigan las instrucciones que la doctora Kélita Machado de Cohen [Cunha] les dio en esta ocasión. Hoy, luego de la actividad, trabajen para obtener el máximo de firmas; y que si todavía no han llegado al millón de firmas en todos los países, se complete hoy el millón, y pase de un millón.
Les felicito y les agradezco el respaldo que le están dando a este proyecto de una firma por la liberación y para la liberación del soldado Gilad Shalit.
Para esta ocasión tenemos en el libro del profeta Ezequiel, capítulo 37, la base para lo que hemos de hablar.
Pero antes quiero expresarles también mi aprecio y agradecimiento por el respaldo que le están dando al proyecto de La Gran Carpa-Catedral; y también de la obra misionera que es el proyecto que instituyó Cristo para trabajar en él todos los creyentes que lo recibieron en aquel tiempo y lo recibirían a través de las diferentes etapas de la Iglesia; es un proyecto dado por Cristo para Su Iglesia compuesta por todos los creyentes en Cristo.
También aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando a AMISRAEL, y este respaldo que le están dando en estos días para: “Una firma por la liberación del soldado israelí Gilad Shalit.”
Para esta ocasión leemos en la Escritura de Ezequiel, capítulo 37, versos 1 en adelante, que dice:
“La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos.
Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.
Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.
Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová.
Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.
Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.
Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.
Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.
Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.
Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.
Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos.
Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel.
Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío.
Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.”
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL ESPÍRITU DE DIOS REGRESANDO A ISRAEL.”
¿Para qué? Para reinar por medio del Mesías sobre Israel y sobre el mundo entero; ese es el propósito del regreso del Espíritu de Dios, de la presencia de Dios al pueblo hebreo. Es para la restauración del pueblo hebreo en su tierra, y para la restauración del Reino de Dios, del Reino de David en medio del pueblo hebreo, lo cual será un reino judío; y por consiguiente todas las naciones vendrán a Jerusalén de año en año para adorar al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y para traer diezmos y ofrendas, tributos al Dios de Israel.
Así está establecido en Zacarías, capítulo 14, y eso será la Fiesta de los Tabernáculos siendo convertida en una realidad en el Reino del Mesías en medio del pueblo hebreo, en donde la Capital de ese Reino será Jerusalén, en donde estará el Trono del Mesías, y todo el territorio de Israel será el Distrito Federal de ese Reino mundial del Mesías.
Israel estará a la cabeza de todas las naciones, Jerusalén será la ciudad más importante del mundo; porque Jerusalén es la Ciudad eterna de la cual Dios dice que es Su Ciudad, y de la cual Cristo dijo que no juremos por Jerusalén, porque es la Ciudad de Dios.
Por lo tanto, Jerusalén llegará a su esplendor máximo en ese Reino judío que será la restauración del Reino de David; y eso será el Reino del Mesías durante el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, en algún año de ese séptimo milenio será establecido el Reino del Mesías.
Por lo tanto, el Espíritu de Dios regresando a Israel traerá la restauración del Reino de David trayendo el Mesías Príncipe, ungido el Mesías Príncipe por el Espíritu de Dios; y por consiguiente la presencia de Dios estará en el Mesías, y el Mesías estará en medio del pueblo hebreo, la presencia de Dios estará en medio del pueblo hebreo. El Espíritu de Dios estará en medio del pueblo hebreo, habrá regresado al pueblo hebreo.
Desde que Israel no tiene templo la presencia de Dios se fue de Israel, pero regresará a Israel en el Mesías Príncipe en medio del pueblo, de la nación que nacerá en un día conforme a Isaías, capítulo 66, versos 7 en adelante, donde dice:
“Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz hijo.
¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sión estuvo de parto, dio a luz sus hijos.
Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? Dijo Jehová. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? Dice tu Dios.”
Por lo tanto, Israel nacerá en el Reino del Mesías como la nación de Dios, como la nación primogénita de Dios, en donde estará el Mesías Príncipe descendiente del rey David, sobre el Trono de David, al cual Él es heredero; y en la Ciudad santa y eterna de Jerusalén, que es la Ciudad de Dios; y por consiguiente la Ciudad del Mesías para sentarse en el Trono de David y reinar sobre Israel y sobre todas las naciones por el Milenio y luego por toda la eternidad.
“EL ESPÍRITU DE DIOS REGRESANDO A ISRAEL.”
¿Para qué regresa? Para que nazca una nación en un día, en el Día Postrero, en el séptimo milenio de Adán hacia acá, nazca en el Reino del Mesías, en el Reino de Dios que será restaurado a Israel, para el Mesías Príncipe reinar sobre Israel y sobre el mundo entero.
Ha sido una bendición para mí estar con ustedes en esta ocasión.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted; puede permanecer donde está usted, puede levantar su mano y ahí recibirá la oración en estos momentos.
Pueden todos estar puestos en pie para la oración por todos aquellos que han levantado sus manos para recibir a Cristo como único y suficiente Salvador; y los niños de diez años en adelante también pueden recibir a Cristo como Salvador, para lo cual pueden levantar sus manos también.
Con nuestros ojos cerrados, todos los que han levantado sus manos en señal de que reciben a Cristo como Salvador, repitan conmigo esta oración que estaré haciendo:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio, y nació Tu fe en mi corazón, creo en Tu primera Venida, y en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Doy testimonio público de mi fe en Ti, y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente Contigo.
Sálvame, Señor, te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Con nuestras manos levantadas al Cielo, todos repitan conmigo: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador, por lo cual bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego; y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Continúen pasando todos un día feliz, con las bendiciones del Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob. Amén.
“EL ESPÍRITU DE DIOS REGRESANDO A ISRAEL.”