Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión.
Nos hablaba el misionero Miguel Bermúdez Marín acerca de una promesa que hay para el Cristianismo, de una Gran Carpa-Catedral, eso es una profecía, ya fue vista por el reverendo William Branham y por consiguiente se va a cumplir, y yo lo creo de todo corazón. Si solamente hubiera una persona que lo creyera, ¿saben quién sería ese? Yo.
Ya fue hablada esa Palabra, esa visión, y es Palabra de Dios, y será para bendición de todos los creyentes en Cristo de todo el Cuerpo Místico de Cristo; ahí se van a estar hablando muchos misterios divinos como el contenido de las Trompetas y de las Copas con la Plagas, todo eso va a ser hablado allí.
Por lo tanto, en algún lugar se va a cumplir esa profecía, y por consiguiente el Cuerpo Místico de Cristo estará trabajando en ese proyecto para que se haga una realidad, estará por la fe en acción trabajando para conquistar esa promesa.
Habrá momentos difíciles también como sucedió con la promesa de Dios para el pueblo hebreo de recibir una tierra que Dios le prometió. Cualquier persona podía pensar: “Van a entrar sin problemas, sin peleas,” pero tuvieron que pelear, tuvieron que luchar para obtener esa promesa.
Hubo algunos también del mismo pueblo hebreo, de los príncipes, que dijeron que no era posible, diez de ellos, de los doce espías que fueron enviados, diez decían que eso no era posible, y comenzaron hablar mal de esa promesa, pensando que no era posible, que iban a fracasar, pero los que fracasaron fueron los que hablaron mal.
Hubo dos de ellos, de los doce, dos de ellos llamados Josué y Caleb, Josué descendiente de la tribu de Efraín, y Caleb descendiente de la tribu de Judá, esos dos príncipes dijeron: “Sí podemos,” y Dios respaldó a esos dos príncipes, y a Moisés. Solamente dos príncipes estaban del lado de Moisés, y los otros diez estaban en contra del proyecto de entrar a la tierra prometida.
Pero aunque las cosas que Dios promete parezcan difíciles, inalcanzables, Dios será el que obrará para que sea posible. No será con ejércitos ni con fuerzas, sino con el Espíritu del Señor. Por lo tanto, así también la Visión de la Carpa se va a hacer una realidad.
Los que se opusieron a la entrada a la tierra prometida, aquellos príncipes y todos los que se unieron a esos príncipes, no entraron, ellos dijeron que no se podía entrar y no pudieron entrar ellos, murieron en el desierto. Josué y Caleb dijeron que sí podían entrar, y entraron con el pueblo, con los que creyeron.
Va a ser una realidad la Visión de la Carpa, vamos a ver el cumplimiento de esa visión y vamos a recibir las bendiciones de parte de Dios. Habrá siempre algunos que dirán que no se puede y tratarán de desanimar a los demás.
Nunca se deje desanimar, su fe permanezca sobre la Palabra que ha sido hablada. Los que traten de desanimar al pueblo diciendo que no se va a poder, que va a ser imposible, tendrán problemas con Dios, igual que lo tuvieron aquellos que dijeron que nos se podía entrar a la tierra prometida.
Por lo tanto, no van a recibir bendiciones de Dios, van a recibir lo mismo que recibieron aquellos diez príncipes y los que siguieron a aquellos diez príncipes. Eso va a ser así. No puede ser de otra forma. No puede ser que después vengan aquellos diez príncipes diciendo: “No, ahora queremos entrar,” no, ya habían dicho que no, y así se quedó. No pudieron entrar.
Por lo tanto, yo me quedo del lado de la Palabra, de lo que ha sido prometido; y por la fe vamos a conquistar esa promesa.
En una ocasión cuando tenían que restaurar el templo en Jerusalén, Nehemías y Esdras y Josué el sumo sacerdote, y Zorobabel el príncipe, estaban trabajando en ese proyecto, pero hubo algunos que decían: “No es el tiempo todavía para esa restauración,” pero tenían buenas casas y Dios decía: “¿Es tiempo para ustedes tener buenas casas, vivir bien, y la casa de Dios estar toda abandonada?” Lo primero tiene que ser la casa de Dios, el Programa de Dios, lo demás es añadidura, son las añadiduras de la vida. Por lo tanto, primero el Programa de Dios.
En la Escritura nos dice San Pablo en Efesios, capítulo 5, versos 6 en adelante:
“Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.
No seáis, pues, partícipes con ellos.
Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz
(porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad),
comprobando lo que es agradable al Señor.
Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas;
porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.
Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo.
Por lo cual dice:
Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“DESPERTANDO A LA REALIDAD DEL DÍA POSTRERO.”
Quiero agradecerles el respaldo que le están dando al proyecto de La Gran Carpa-Catedral, y también a la obra misionera y evangelística, y a AMISRAEL.
Y ahora, “DESPERTANDO A LA REALIDAD DEL DÍA POSTRERO.”
Para poder comprender la realidad del Día Postrero, tenemos que saber cuál es el Día Postrero. En la Escritura se nos habla del Día Postrero como el Día del Señor. En Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último.”
Aquí Juan el apóstol dice que fue en el espíritu, estaba en el espíritu en el Día del Señor, o sea, no en el cuerpo físico, sino en el cuerpo espiritual, o sea, en visión, en visión él tuvo toda esta revelación apocalíptica, y él dice que estaba en el Día del Señor y escuchó esta Voz como de trompeta, una gran Voz, o sea, una Voz muy fuerte.
Esto nos habla de Cristo hablando en el Día del Señor, que es el Día Postrero; un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día. Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, y el Salmo 90, verso 4, ahí se nos dice que un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día. O sea, que un día del Señor, para los seres humanos son mil años.
En Hebreos, capítulo 1 el apóstol Pablo nos habla de los días postreros, diciéndonos:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
Aquí el apóstol Pablo nos está diciendo que Dios habló por medio de Jesucristo en los días postreros, y ya han transcurrido dos mil años de ese tiempo de Jesucristo allá en la tierra de Israel, entonces, ¿qué son los días postreros, si Cristo ya estaba en los días postreros predicando? Delante de Dios, por cuanto un día de Dios son mil años para el ser humano, durante la semana para el pueblo hebreo encontramos siete días; el séptimo día es el Día del Señor en donde no se trabaja, se reúnen en la sinagoga en las actividades correspondientes para el comienzo de ese día séptimo o sábado, que comienza el viernes en la tarde a la caída del sol, y luego se reúnen al otro día, o sea, sábado en la tarde para cerrar ese día de descanso o reposo.
Para el pueblo hebreo los días comienzan en la tarde del día anterior, y terminan en la tarde, no como entre los gentiles que comienzan, terminan a la medianoche, y el otro día comienza a la medianoche; cuando terminan las 12:00, ahí comienza la 1:00 de la mañana y está comenzando un nuevo día.
Por eso tenemos que tener una mentalidad de las costumbres del pueblo hebreo, para entender estos días mencionados en la Biblia. El sábado es el día postrero de la semana para el pueblo hebreo, y también para los gentiles el domingo es el primer día de la semana, aunque algunas veces algunos se confunden y creen que es el lunes, porque más bien el lunes es el primer día de la semana de trabajo.
Ahora, encontramos que esa semana de siete días que tiene el pueblo hebreo y también los gentiles, es tipo y figura de siete milenios, siete días mileniales; desde Adán hasta el tiempo final transcurrirán siete milenios.
De acuerdo al calendario gregoriano ya estamos en el tercer milenio de Cristo hacia acá, que viene a ser el séptimo milenio de Adán hacia acá. ¿Y qué significa esto? Que así como los tres días postreros de la semana son: el jueves que es el quinto día, el viernes que es el sexto día, y el sábado que es el séptimo día. Esos son los tres días postreros de la semana.
Así también de la semana de Dios: para los seres humanos los tres milenios postreros son el quinto milenio, en donde Cristo ya estaba predicando, comenzó cuando Jesucristo tenía de tres a siete años de edad. Por eso San Pablo dice que Dios, el cual había hablado por medio de los profetas en otros tiempos, dice: “Ahora nos ha hablado en estos días postreros,” en estos días postreros nos ha hablado por Jesucristo, ya nos menciona que se están viviendo los días postreros.
¿Pero cuál de los días postreros? El primero, que es el quinto milenio, y luego más adelante el sexto milenio es el segundo de los tres días postreros delante de Dios, que para los seres humanos son milenios, para Dios son días.
Luego que han transcurrido dos mil años Cristo hacia acá, que es el segundo Adán, y de Adán hacia acá, ya han transcurrido seis mil años, y conforme al calendario gregoriano ya estamos en el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, y por consiguiente estamos en el Día Postrero, representado en el sábado de la semana hebrea y de la semana de los gentiles.
Estamos en sábado milenial, Jesucristo dijo que el Hijo del Hombre es Señor del sábado, por lo tanto, el séptimo milenio le corresponde al Señor, es el milenio en donde el Reino del Mesías va a ser introducido porque es el milenio en donde se va a cumplir la Venida del Señor y en donde Él estará hablando a Su Iglesia y después al pueblo hebreo, con esa gran Voz de trompeta.
¿Y qué es una gran Voz de trompeta? Un mensaje mayor de parte de Dios, y eso es un mensaje dispensacional, comienza en medio del Cristianismo y después pasará al pueblo hebreo.
¿Y qué mensaje hay prometido para el Día Postrero? Está prometido el mensaje de la gran Voz de trompeta, o sea, que Dios estará hablando en medio del Cristianismo y después en medio del Judaísmo con un mensaje dispensacional. Eso es el mensaje del Evangelio del Reino, en donde estará siendo revelado al Cristianismo y al Judaísmo que el tiempo para la restauración del Reino de Dios en la Tierra ha llegado.
¿Y qué es la restauración del Reino de Dios en la Tierra? Recuerden que los discípulos del Señor Jesucristo allí en el libro de los Hechos, capítulo 1, versos 1 al 10, ya Jesucristo resucitado y llegando el día en que Él tiene que subir al Cielo, le preguntan Sus discípulos: “¿Restaurarás Tú el Reino a Israel en este tiempo?” ¿Ven? La restauración del Reino de Israel.
¿Y qué será la restauración del Reino de Israel? El mismo Jesucristo en el capítulo 6 de San Mateo, verso 10, nos dice que orando pidamos la venida del Reino, diciendo: “Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea Tu Nombre. Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo, aquí en la Tierra.”
El mismo Cristo enseña a Sus discípulos que va a venir el Reino de Dios, que va a ser restaurado el Reino de Dios en la Tierra. La restauración del Reino de David será la restauración del Reino de Dios en la Tierra, porque el Reino de David es el Reino de Dios sobre el pueblo hebreo, y ese Reino va a ser restaurado y va a ser restaurado para el pueblo hebreo, ese es el Reino que va a gobernar el mundo entero.
Todas las naciones han deseado gobernar el mundo entero, solamente hay un Reino que tiene promesa para el Día Postrero que va a gobernar el mundo entero, ese será el Reino de David, será el Reino del Mesías, porque el Mesías es un descendiente del rey David.
Por lo tanto, el Reino de David, que es el Reino de Dios terrenal, va a ser restaurado, el Trono de David es el Trono terrenal de Dios. Eso lo encuentra usted en Primera de Crónicas, capítulo 28, versos 4 al 6, y también en Primera de Crónicas, capítulo 29, verso 22 al 23, donde dice… esto fue cuando le dieron por segunda vez a Salomón la investidura de rey por su padre David. Dice:
“Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.
Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre.”
¿En qué Trono se sentó dice aquí? Dice que se sentó en el Trono de Jehová, en el Trono de Dios porque el Trono de David es el Trono terrenal de Dios, y el Reino de David es el Reino terrenal de Dios. Leemos en el capítulo 28 de este mismo libro de Primera de Crónicas, capítulo 28, versos 4 en adelante:
“Pero Jehová el Dios de Israel me eligió de toda la casa de mi padre, para que perpetuamente fuese rey sobre Israel; porque a Judá escogió por caudillo, y de la casa de Judá a la familia de mi padre; y de entre los hijos de mi padre se agradó de mí para ponerme por rey sobre todo Israel.
Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.”
El Trono del Reino de Dios sobre Israel ¿cuál es? El Trono de David, y el Reino de Dios sobre Israel ¿cuál es? El Reino de David. Tan sencillo como eso. Ahí lo dice la Escritura, ese es el Reino que va a ser restaurado y el Trono que tendrá ese Reino, es llamado el Trono de David, y el Hijo de David se sentará sobre el Trono de David.
Por eso es que el Ángel Gabriel, cuando aparece a la virgen María, le habla palabras de bendición entre las cuales le dice en el capítulo 1 de San Lucas, verso 30 en adelante, dice:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS (allá en hebreo es Yeshua).
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
Y ahora, ahí encontramos al Ángel Gabriel hablando del Trono de David sobre el cual se sentará el Mesías y reinará sobre Israel y sobre todas las naciones. Por lo tanto, podemos ver la bendición tan grande que hay en el Día Postrero para el Cristianismo, para el Judaísmo y para toda la humanidad.
Toda persona está llamada a despertar a la realidad del Día Postrero, a la realidad del Programa Divino en favor de la familia humana. La humanidad, los líderes políticos y los religiosos están buscando la paz porque todos desean la paz; la paz del alma se consigue por medio de Cristo, la paz para todas las naciones se conseguirá por medio del Mesías en el establecimiento de Su Reino conforme a las profecías.
Por ejemplo, tenemos las profecías de Isaías, en donde nos habla del Mesías y en el capítulo 9 nos dice, verso 6 al 7:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz (el Príncipe de Paz es el Mesías).
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.”
La paz no va a tener límites en el Reino del Mesías, ahí es donde el pueblo hebreo, donde el Medio Oriente y donde todas las naciones recibirán la paz permanente, la cual traerá el Mesías en Su Reino al sentarse sobre el Trono de David, y eso será el Reino de Dios en la Tierra, del cual Cristo y los demás profetas hablaron.
Es para el Día Postrero delante de Dios, que para los seres humanos es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, que estas cosas van a suceder, por lo cual tenemos que estar despiertos a la realidad del Día Postrero, comprender cuál es el Día Postrero delante de Dios y las cosas que Él ha prometido llevar a cabo en el Día Postrero.
Veamos algunas de esas cosas para que tengamos el cuadro claro, cosas que en otros tiempos estuvieron esperando y no se cumplían, ¿por qué? Porque son para el Día Postrero. Capítulo 6 de San Juan, versos 39 en adelante nos dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”
¿Y qué es lo que Dios le ha dado a Cristo? Las ovejas que Él dice que el Padre le ha dado. Las ovejas del Padre son seres humanos, son las almas de Dios, las almas hijos e hijas de Dios, y Dios se las ha dado a Cristo para que les dé Vida eterna. Dice Cristo en San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”
Esas son las ovejas, los seres humanos que recibirían a Cristo como único y suficiente Salvador. Por eso Él también dice en el capítulo 10, verso 14 al 18:
“También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”
Por eso es que Cristo se representa, se tipifica en el buen Pastor: “Yo soy el buen Pastor, el buen pastor Su vida da por las ovejas.” (San Juan, capítulo 10, verso 11). Por lo tanto, estas personas que recibirían a Cristo como Salvador están tipificadas en ovejas, y Cristo en el buen Pastor, y Él coloca Sus ovejas ¿dónde? Vamos a ver, capítulo 10, verso 14 en adelante, dice:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”
Cristo es el buen Pastor, las personas que lo recibirían son las ovejas, la Voz de Cristo llamando Sus ovejas porque escucharán Su Voz, es el Evangelio de Cristo siendo predicado por el Espíritu Santo, o sea, el Espíritu Santo en los diferentes mensajeros, predicadores trayendo el Evangelio de Cristo; y las personas que son esas ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna, escucharán el Evangelio de Cristo, nacerá la fe de Cristo en su alma, creerán en Cristo y lo recibirán como Salvador, y dice:
“…Y habrá un rebaño.”
Ese rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo, el Cuerpo Místico de Cristo, por lo tanto esas ovejas estarán en cada tiempo entrando al redil del Señor, entrando a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, y eso es una obra divina, no es una obra humana, es la obra de Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, Él dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (San Mateo, capítulo 28, verso 20).
Por lo tanto, ha estado ocurriendo algo muy grande en el Programa Divino durante estos dos mil años que han transcurrido, y continúa ocurriendo algo grande en medio de la raza humana: Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia llamando y juntando por medio de la predicación del Evangelio de Cristo a todas las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna. Cristo mismo dijo en San Lucas, capítulo 19, verso 10, y San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14:
“Porque el Hijo de Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
O sea, que vino a buscarme a mí y a salvarme a mí, ¿y a quién más? Pues a cada uno de ustedes también. La bendición es para todos; esas personas mencionadas como las ovejas del Padre que Cristo viene a buscar y a salvar, están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. De eso nos habla la Escritura, de que hay un Libro donde están escritos los nombres de todas esas personas. Por ejemplo, en Hebreos, capítulo 12, verso 22 al 23, dice:
“Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos.”
¿Y quiénes son los primogénitos escritos en los Cielos? Los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero. En el libro del Apocalipsis también nos habla del Libro de la Vida del Cordero, y dice que todos los que no están escritos en ese Libro, van a adorar a la bestia y a la imagen de la bestia. Vamos a ver algún lugar donde nos habla de las personas que van a adorar a la bestia, dice:
“Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.” (Apocalipsis 13:8).
Ahí podemos ver que los que están escritos en el Libro de la Vida del Cordero, no van a adorar a la bestia ni a su imagen. También hay otro lugar en la Escritura que nos habla del Libro de la Vida y nos menciona, en la misma forma, lo que va a suceder con los que no están escritos en el Libro de la Vida.
Es importante estar conscientes de estas verdades bíblicas, para así saber qué hacer en este tiempo final, porque el que no sabe lo que debe hacer en este tiempo final, cometerá graves errores que le impedirán entrar a la Vida eterna.
Es importante que toda persona esté consciente que hay un Libro de la Vida del Cordero en el Cielo, donde están escritos los nombres de todas esas personas que recibirán a Cristo como su Salvador. El mismo Cristo habla de los hijos de Dios, los creyentes en Él, y dice que “Sus Ángeles ven el rostro de nuestro Padre cada día.” También nos enseña que están en el Cielo escritos los nombres de esas personas. Por lo tanto, toda persona tiene que despertar a esa realidad. El mismo Cristo dice que conoce Sus ovejas y Él las llama por su nombre.
Y ahora, continuamos en el capítulo 6 de San Juan, en el verso 40 donde dice:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
¿Por qué no ha ocurrido la resurrección de los creyentes en Cristo en tiempos pasados? Porque no se estaba viviendo en el Día Postrero, ya comenzó el Día Postrero y están siendo llamados los últimos escogidos, las últimas ovejas del Señor para entrar al redil del Señor, y cuando entre hasta la última oveja del Señor a Su redil, entonces se cerrará la puerta, como la puerta que aparece en la parábola de las diez vírgenes de San Mateo, capítulo 25, verso 10 al 13; y en San Lucas, capítulo 13, versos 25 al 27.
También Cristo dijo: “Yo soy la puerta, el que por mí entrare, será salvo,” (San Juan, capítulo 10, verso 9). Es la misma puerta de San Mateo, capítulo 7, verso 13 al 15 donde Él dice que la puerta que lleva a la vida (o sea, a la Vida eterna), es angosta, y el camino es angosto.
Cristo es el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, dice Él… Él dice: “Nadie viene al Padre sino por mí,” nadie llega al Padre celestial sino por Cristo, por medio de Cristo y Su Sacrificio Expiatorio en la Cruz del Calvario a través del cual la persona es reconciliada con Dios. De eso es de lo que nos habla San Juan, capítulo 14, verso 6 cuando dice: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.”
Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, es el Ángel del Pacto dentro de un velo de carne llamado Jesús. Recuerden que Jesucristo decía en San Juan, capítulo 8,verso 56 al 58:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”
¿Y cómo podía ser antes que Abraham si no tenía cincuenta años? No tenía cincuenta años el velo de carne, el cuerpo físico que había nacido en Belén de Judea a través de la virgen María, pero Su Espíritu, Su cuerpo espiritual, Su cuerpo angelical, eternamente, Su cuerpo angelical era primero que Abraham, era primero también que Noé, era primero que Adán también.
En San Juan, capítulo 1, verso 1 al 14, dice:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”
Y luego en el mismo capítulo 1, verso 14, dice:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
Y ahora, el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, se hizo carne, se hizo hombre de esta dimensión terrenal; pero Cristo, el Ángel del Pacto, que estaba dentro de aquel velo de carne, es el Ángel del Pacto que libertó al pueblo hebreo, es el Ángel del Pacto donde está el Nombre de Dios, es el Ángel del Pacto que a través del profeta Moisés libertó al pueblo hebreo, los pasó por el Mar Rojo en seco, los llevó al monte Sinaí, le dio allí los diez mandamientos y ordenanzas y leyes para todo Israel, y luego los llevó por el desierto rumbo a la tierra prometida.
Ese Ángel del Pacto es Cristo en Su cuerpo angelical. Tan sencillo como eso. Y eso sería la Venida del Mesías, la venida de Dios el Padre, y el Ángel del Pacto, que es el cuerpo angelical de Dios. En palabras más claras, Dios con Su cuerpo angelical vestido de carne humana, Emanuel, Dios con nosotros, como dice Isaías, capítulo 7, verso 14.
“He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (que traducido es Dios con nosotros. Tan sencillo como eso).”
En San Mateo, capítulo 2 también nos habla de eso.
Por lo tanto, Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra; capítulo 1 de San Mateo, verso 20 en adelante, dice:
“Y pensando él (o sea, José) en esto (o sea, en que María estaba embarazada)…” Vamos a leerlo desde el verso 18 en adelante:
“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.
Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David (¿por qué le dice: ‘José, hijo de David’? Porque José es un descendiente del rey David por la línea de Salomón, y la virgen María es descendiente del rey David por la línea de Natán, el hijo de David. Son José un príncipe y María una princesa, aunque fueran pobres, aunque José tenía su negocio)… José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.”
Por lo tanto, María es la mujer que tuvo la bendición que despreció Eva, por lo tanto, es la única mujer en el planeta Tierra que por medio de creación divina ha tenido un niño, y ha tenido al niño más importante: al Mesías, a Emanuel, en el cual estaba Dios en toda Su plenitud; la plenitud de la Divinidad moró en Jesucristo. Por eso Él decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras.” Y también decía: “El Espíritu del Señor está sobre mí por cuanto me ha ungido,” y comienza a enumerar las cosas para las cuales había sido ungido. Eso está en San Lucas, capítulo 4.
Y ahora, podemos ver quién es Jesucristo: es el Ángel del Pacto, el Ángel del Pacto en Su cuerpo angelical dentro de un velo de carne llamado Jesús o Yeshua en hebreo. ¿Y cómo puede ser hecho esto? Estaba prometido, y si estaba prometido, las personas tienen que despertar a la realidad de quién es Jesucristo y no avergonzarse de Cristo.
Si Cristo se avergüenza de nosotros, ahí está el problema grande para nosotros, pero el que se avergüenza de Cristo, Cristo dice: “El que se avergonzare de mí, yo me avergonzaré de él delante de mi Padre.
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” (San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33. Y también San Marcos, capítulo 8 por ahí por el verso 34 al 38).
Así que podemos ver quién es Jesucristo, pero para que lo veamos más claro, veamos aquí en Malaquías, capítulo *3, verso 1 en adelante, esta es la promesa de la Venida del Mesías allá en el Antiguo Testamento, y de la venida del precursor del Mesías, el cual sería un hombre ungido con el espíritu de Elías. Dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.”
En San Mateo, capítulo 11, versos 11 en adelante Jesucristo dice de un hombre algo muy importante: capítulo 11, verso 9 en adelante dice:
“Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.
Porque éste es de quien está escrito:
He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz,
El cual preparará tu camino delante de ti.
De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.”
En este pasaje Jesucristo identifica a Juan el Bautista como el mensajero que le prepararía el camino, y no solamente en esta ocasión, sino que también hay otras ocasiones donde Él así lo presenta; por ejemplo cuando desciende del Monte de la Transfiguración donde habían visto a Jesús transfigurado con Moisés y Elías, uno a cada lado, donde está ahí el orden de la segunda Venida de Cristo, ahora, cuando desciende del Monte vean lo que sucede, verso 9 en adelante del capítulo 17 de San Mateo, dice:
“Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos (o sea, que no dieran a conocer la visión que tuvieron en el Monte de la Transfiguración, donde vieron a Jesús glorificado y a Moisés y a Elías uno a cada lado).
Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?
Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas (o sea, está hablando de un Elías que va a venir en el futuro, uno que restaurará todas las cosas).
Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.
Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.”
Juan el Bautista vino con el espíritu y virtud de Elías preparándole el camino al Señor, y luego cuando lo vio, dice: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” San Juan, capítulo 1, versos 29 al 36. Ahora, aquí dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (en Malaquías, capítulo 3); y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis (o sea, Dios el Padre), y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros (y el Ángel del Pacto es el cuerpo angelical de Dios, o sea, que Dios el Padre viene en y con Su cuerpo angelical). He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
Y cuando vino a Su templo, a Su templo humano, el velo de carne llamado Jesús, se cumplió esa profecía. Por eso es que cuando está frente al templo en el capítulo 2 de San Juan, dice: “Destruyan este templo, y en tres días yo lo levantaré.” Y le dicen: “En cuarenta y seis años fue construido este templo, ¿y ahora Tú dices que lo vas a levantar en tres días?” pero Él no hablaba del templo de piedras, Él hablaba de Su cuerpo, el templo humano, y cuando Jesucristo resucitó de los muertos entonces fue que entendieron esas palabras.
El templo humano de Dios está tipificado en el tabernáculo que construyó Moisés y en el templo que construyó el rey Salomón. Es que todo ser humano es un templo, tiene atrio, que es el cuerpo físico, tiene lugar santo que es el espíritu de la persona, y tiene lugar santísimo que es el alma de la persona. El apóstol Pablo en Primera de Corintios, dice:
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”
Y ahora, vino Dios el Padre, el Señor, y el Ángel del Pacto a Su templo humano y habitó en medio del pueblo hebreo. Por lo tanto, esa profecía se cumplió allá; Jesucristo es el velo de carne, o sea, en cuanto al cuerpo físico, más importante que ha pisado este planeta Tierra, porque en Él estaba Dios en toda Su plenitud.
Toda persona que veía a Cristo, estaba viendo a Dios, estaba viendo al Padre, eso es lo que dice Cristo; le dice a uno de Sus discípulos: “Tanto tiempo hace…” Cuando le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta.” (San Juan, capítulo 14). Jesucristo dice: “Tanto tiempo que estoy con vosotros, ¿y todavía no me has conocido, Felipe? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí, y el que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Por qué dices Tú: ‘muéstranos al Padre y nos basta’? El Padre y yo, una cosa somos.”
Es que el velo de carne llamado Jesús o Yeshua, es la parte física de Dios, es la semejanza física de Dios, es el velo de carne o templo humano de Dios. Tan sencillo como eso. Por eso es que en la Escritura de Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 15 al 16 dice: “Dios ha sido manifestado en carne,” estaba en Jesucristo habitando en toda Su plenitud.
Y ahora, podemos ver que Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, en Él estaba Dios en toda Su plenitud, y continúa en Él y ahora tiene Su cuerpo físico glorificado.
Así que, Jesucristo es nuestro Salvador, en Él se cumplen todas las promesas que Dios ha hecho para Su pueblo.
Y ahora, despertando a la realidad de quién es Jesucristo y viendo que Jesucristo al decir: “Antes que Abraham fuese, yo soy,” cuando dice: “Yo soy antes que Abraham,” se está refiriendo al cuerpo angelical, no al cuerpo de carne. Vean aquí en el Éxodo, capítulo 23, verso 20 en adelante, dice:
“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.
Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.
Porque mi Ángel irá delante de ti.”
Ese Ángel del Pacto que le aparecía al profeta Moisés, es el mismo que le apareció a Manoa en el capítulo 13 del libro de los Jueces, y Manoa quería conocer el Nombre del Ángel; ahí dice también que Manoa no sabía que ése era el Ángel de Jehová, el Ángel de Dio, lo supo cuando subió en la llama de fuego del sacrificio del corderito que Manoa ofreció a Dios.
Es el mismo Ángel con el cual luchó Jacob en el capítulo 32, verso 24 al 32 del Génesis y bendijo a Jacob, y Jacob le pregunta: “¿Cuál es Tu Nombre?” Y Él le dice: “¿Por qué preguntas por mi Nombre?” Y no le quiso revelar Su Nombre. Ese es Cristo, el Cristo, el cuerpo angelical de Dios que es el cuerpo angelical de Cristo.
Ahora, tenemos que saber hacer la diferencia entre lo que es un cuerpo angelical o espiritual del mundo de los espíritus, y lo que es un cuerpo físico de esta dimensión terrenal, para que así podamos comprender que cuando Jesús dice: “Antes que Abraham fuese, yo soy,” no se refiere al cuerpo de carne, se refiere al cuerpo angelical suyo.
Por lo tanto, Jesucristo es la persona más importante, no solamente del planeta Tierra, sino del Universo completo, del mundo visible y del mundo invisible también, a Él están sujetas todas las cosas: Ángeles, Arcángeles, querubines, serafines. Todo está sujeto a Él. Él está sentado en el Trono del Padre.
¿Y el Padre se quedaría sin Trono? No, Dios está en Su Trono humano, el cual está glorificado ya en Su cuerpo glorificado, Él está dentro de Jesucristo y está gobernando Dios por medio de Cristo el Universo completo.
Recuerden que Cristo en San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20 dijo: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” El que tiene el poder es el que está sentado en el Trono: el rey; en toda nación que tiene monarquía, ¿dónde está el poder? En el rey, porque es el que está sentado en el trono; y en los lugares o países donde está la democracia, ¿dónde está el poder? En el presidente de esa nación.
Así que podemos ver quién es Jesucristo. Tenemos que despertar a la realidad de esta verdad de quién es Jesucristo, y que Él dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Si está sentado en el Trono, ¿cómo va a estar con nosotros? En Espíritu.
Desde el Día de Pentecostés en adelante ha estado, está y continuará estando en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo, y ha estado bautizando con Espíritu Santo y Fuego a todos los creyentes en Él, produciendo el nuevo nacimiento, naciendo en el Reino de Dios. Por eso es que San Pablo dice en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
O sea, que somos ciudadanos celestiales, nuestra ciudadanía está en los Cielos, porque el nuevo nacimiento es del Cielo, y la persona es ciudadana del lugar en el cual nace. Así que tenemos doble ciudadanía: la terrenal por el nacimiento físico a través de nuestros padres terrenales, y la ciudadanía celestial por el nacimiento espiritual, el nuevo nacimiento que Cristo ha producido en nosotros. Tan simple como eso.
Y esperamos del Cielo a Jesucristo en Su Venida a Su Iglesia, ¿para qué? Para transformar nuestros cuerpos, de donde esperamos al Señor, a nuestro Salvador, a Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra. Hijos e hijas de Dios, príncipes y princesas del Reino celestial han estado viviendo en cuerpos humanos mortales, corruptibles, pasando por esa etapa de humillación, han sido perseguidos y masacrados en diferentes tiempos, pero la promesa es que va a transformar el cuerpo de nuestra humillación, de la humillación nuestra, el cuerpo físico lo va a transformar, y entonces vamos a tener un cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado que tiene Jesucristo. Esa es la promesa para mí, yo la creo con toda mi alma, ¿y para quién más es esa promesa? Para cada uno de ustedes también, es para todos los creyentes en Cristo.
ESTÉ BIEN AGARRADO DE LA PALABRA DE DIOS, LO QUE DIOS HA DICHO, ÉL LO VA A HACER.
Estamos viviendo ya en el Día Postrero, o sea, séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, es el Día Postrero o séptimo milenio de Adán hacia acá donde Cristo va a resucitar a los muertos creyentes en Él y va a transformar a los creyentes en Él que estén vivos. Pero no sabemos en qué año y mucho menos en qué mes, pero sabemos el día: el Día Postrero, el milenio postrero.
“DESPERTANDO A LA REALIDAD.”
Ya estamos en el Día Postrero, ya no solamente podemos decir que estamos en los días postreros, sino que podemos identificar en cuál de los días postreros: estamos viviendo en el Día Postrero, séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá.
“DESPERTANDO A LA REALIDAD.”
Y para el Día Postrero, que es el día del Señor, la promesa es que habrá una gran Voz de trompeta, la Voz de Cristo hablando con un mensaje dispensacional. Eso es la gran Voz de trompeta, es un mensaje para el Cristianismo y para el Judaísmo, es el mensaje del Evangelio del Reino.
El apóstol Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58, y también en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 13 al 17, dice que vamos a ser transformados, dice: “He aquí os digo un misterio: todos ciertamente no dormiremos…” o sea, no moriremos, porque dormir significa morir, pero los santos no mueren.
Por eso Cristo dice que duermen, por eso cuando lo llevaban a algunos lugares en que había muerto alguna persona, como Lázaro o como la hija de un principal de los sacerdotes, Cristo decía: “La niña duerme, no está muerta, no ha muerto, está dormida.” Y cuando le dice a los discípulos también: “Lázaro nuestro amigo, duerme.” Ellos dijeron: “Si duerme, estará bien, o sea, cuando despierte va a estar bien.” Entonces, como no entendían, Cristo les dice: “Lázaro nuestro amigo, ha muerto,” y entonces entendieron: “Y voy a despertarlo,” lo iba a resucitar, y así lo hizo, porque Cristo mismo dijo a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida.”
Él va a resucitar también a todos los creyentes en Él que han muerto físicamente. Lázaro es tipo y figura de los que van a ser resucitados.
Y ahora, despertando a la realidad del Día Postrero, y todas las cosas que Cristo ha prometido que va a llevar a cabo en el Día Postrero, Él mismo dijo que es en el Día Postrero que Él va a llevar a cabo la resurrección de los creyentes en Él que han muerto físicamente, y si Él lo dijo, ¿cree usted que lo va a hacer? Claro que sí; sino, no lo hubiera dicho.
Vean aquí en el mismo capítulo 6, verso 44 de San Juan, dice:
“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Sigue diciendo, hablando acerca del Día Postrero, que Él va a resucitar a los que comen Su carne y Su Sangre, San Juan, capítulo 6, verso 54, dice:
“El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Marta, la hermana de Lázaro, cuando Cristo le dice: “Tu hermano resucitará,” Marta le dice: “Yo sé que resucitará en el Día Postrero,” ella sabía que la resurrección es para el Día Postrero. (San Juan, capítulo 11, versos 21 al 27).
¿Y cuántos más saben que la resurrección es para el Día Postrero? Todos nosotros.
¿Y cuántos saben cuál es el Día Postrero? Ya lo sabemos.
Por lo tanto, en este séptimo milenio del cual ya llevamos diez años conforme al calendario gregoriano, va a ocurrir la resurrección; pero no sabemos en qué año, ni sabemos en qué década. Ya la primera década se nos está terminando, pero siempre estaremos esperando la resurrección de los muertos y la transformación nuestra en el año que estemos viviendo. Así hay que esperar la transformación nuestra.
Y a los muertos en Cristo los estamos esperando también, porque así como Cristo cuando resucitó, visitó a Sus discípulos y comió con ellos, cuando resuciten los creyentes en Cristo, van a estar con nosotros y van a comer también con nosotros, y después nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, va a ser un momento muy glorioso.
“DESPERTANDO A LA REALIDAD DEL DÍA POSTRERO Y EN EL DÍA POSTRERO.”
Este es un tiempo de despertar. “Despiértate tú que duermes, levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo;” Cristo está en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo, lleva dos mil años en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo, y todavía continúa en medio de Su Iglesia, y sigue llamando y juntando a Sus ovejas.
Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón. Ya yo escuché Su Voz y lo recibí como mi Salvador, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguno que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador y nació la fe de Cristo en su alma, ahora tiene la oportunidad de dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador, para lo cual puede pasar acá al frente y estaremos orando por usted.
Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo. Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están presentes. También serán incluidos los que están en otras naciones.
Dios tiene mucho pueblo en la República del Brasil, y los está llamando en este tiempo final, y tiene mucho pueblo en toda la América Latina incluyendo el Caribe, y tiene mucho pueblo en todas las naciones y los está llamando en este tiempo final.
Estamos en el tiempo del llamado final, del llamado de la gran Voz de trompeta. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, estamos en el tiempo del llamado de la gran Voz de trompeta que Juan el apóstol escuchó en el día del Señor.
Este es el tiempo más glorioso de todos los tiempos para el Cristianismo, esta es la edad de oro o etapa de oro para la Iglesia del Señor Jesucristo, esta es la etapa paralela a la etapa que vivió Jesucristo dos mil años atrás aquí en la Tierra, este también es un tiempo o una etapa paralela al tiempo de Noé, y es una etapa paralela al tiempo de Abraham y de Lot, cuando fueron visitados por Elohím y Sus Ángeles Gabriel y Miguel, pues Cristo habló del Día Postrero, y lo comparó al tiempo de Noé y al tiempo de Lot.
Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, la edad de oro para el Cristianismo, para la Iglesia del Señor Jesucristo.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que están viniendo a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Vamos a pedirle a los que están en las cámaras que nos informen si ya están listos en Venezuela, en Colombia, en Perú, en Chile, en Argentina, en Paraguay, en Uruguay, en Bolivia y diferentes lugares del Brasil, y en la República Mexicana y otros países.
Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados, repitan conmigo la oración que estaremos haciendo por ustedes; nuestros ojos cerrados, y los que han venido a los Pies de Cristo y están presentes o en otras naciones, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo con toda mi alma en Ti, creo en Tu primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento.
Señor, he aceptado Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario, acepto mi salvación que Tú me ofreces, que Tú me das. Sálvame Señor, que se haga realidad en mi vida Tu salvación. Te lo ruego oh Dios eterno en el Nombre del Señor Jesucristo, para quien sea la gloria y la honra, por los siglos de los siglos. Amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón.
Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. El bautismo en agua es tipológico, es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, está tipológicamente siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida en el Reino del Señor Jesucristo. Tan sencillo como eso es el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y Cristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego y producirá en ustedes el nuevo nacimiento, y así producirá ese milagro grande del nuevo nacimiento del cual le dijo Cristo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”
Por lo tanto, hemos visto la forma de entrar al Reino de Dios: naciendo del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dejo con ustedes al reverendo Gian del Corto, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
¿Tienen bautisterios? Por lo tanto tienen agua. ¿Tienen ropas bautismales? También tienen ropas bautismales. ¿Tienen ministros que les bautizarán? También tienen ministros que les bautizarán, por lo tanto, pueden ser bautizados.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“DESPERTANDO A LA REALIDAD DEL DÍA POSTRERO.”