Las águilas de Dios juntadas en el occidente

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o internet en diferentes naciones. Un saludo muy especial a mis suegros: don Hernán y doña Elodia (presentes), y también un saludo muy especial a mi amigo, el Licenciado Máximo Mozcoso y su esposa Raquel, y también al Licenciado Serbando y al doctor Miguel Bermúdez Marín donde quiera que él se encuentre en estos momentos.     Para esta ocasión mis saludos y felicitaciones a todas las familias en este, hoy, el día de la familia. Leemos en San Mateo, capítulo 24, verso 21 al 28 palabras del Señor Jesucristo, y dicen así (en el capítulo 24 de San Mateo, versos 21 al 28):     “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.     Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.     Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis.     Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.     Ya os lo he dicho antes.     Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis.     Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.     Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.”     Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.     “LAS ÁGUILAS DE DIOS JUNTADAS EN EL OCCIDENTE.”     Para poder comprender esta Escritura que dice: “Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.” Para poder comprender esa Escritura, tenemos que ir a través de la Palabra, de la Escritura misma, para ver lo que todo esto significa. Veamos en Deuteronomio, capítulo 32, y también tendremos otras Escrituras que nos hablan de las águilas. Capítulo 32 de Deuteronomio, verso 9 en adelante, dice:         “Porque la porción de Jehová es su pueblo;         Jacob la heredad que le tocó.         Le halló en tierra de desierto,         Y en yermo de horrible soledad;         Lo trajo alrededor, lo instruyó,         Lo guardó como a la niña de su ojo.         Como el águila que excita su nidada,         Revolotea sobre sus pollos,         Extiende sus alas, los toma,         Los lleva sobre sus plumas,         Jehová solo le guió,         Y con él no hubo dios extraño.”     Y ahora, Dios se presenta como el Águila que lleva Su pueblo sobre Sus alas, y en el capítulo 19 de Éxodo nos habla algo más acerca de las águilas. Capítulo 19, verso 4 en adelante, dice:     “Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.”     Dios los tomó sobre alas de águilas y los trajo hacia Él:     “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.     Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.”     Aquí Dios habla del pueblo hebreo que es Su especial tesoro, y dice que los tomó sobre las alas de águilas, Dios se representa en un águila mayor y a Sus profetas los tipifica con las águilas; fue por medio de un profeta que Dios libertó al pueblo hebreo y lo llevó por el desierto rumbo al monte Sinaí; lo llevó al monte Sinaí, y del monte Sinaí, luego de darle las leyes, la ley divina, luego lo llevó rumbo a la tierra prometida.     El pueblo también de Dios, santo: el pueblo hebreo, como los creyentes en Cristo, son tipificados también en águilas, porque Dios es el Águila mayor y por consiguiente los hijos de Dios son ¿qué? Aguiluchos, nacen, van creciendo y se convierten en águilas que pueden volar a alturas espirituales para comprender el Programa Divino.     Y ahora, la Escritura dice: “porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.” Las águilas son los creyentes en Cristo, los hijos de Dios, y el cuerpo muerto es Cristo, el cual fue crucificado en la Cruz del Calvario y murió, y todas las personas que creen en Cristo están comiendo el cuerpo muerto de Cristo.     Ahora, ¿cómo se puede entender esto? Esto es sencillo para comprender, por esto: es necesario comer el cuerpo muerto de Cristo para tener Vida eterna. Vamos a ver cómo se entiende esto, porque los que no comprendieron este misterio allá en los tiempos de las persecuciones contra los cristianos, los perseguían y decían que esas personas habían sacado a Jesucristo de la tumba y se reunían para comer Su cuerpo, Su carne, porque Cristo dijo que había que comer Su carne, en esas persecuciones los acusaban de personas que comían carne humana.     Ahora, vean aquí en San Juan, capítulo 6, verso 52 al 53 dice Cristo… vamos a comenzar el verso 47 para que tengamos el cuadro claro de la conversación de Cristo:     “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.”     Se obtiene la Vida eterna al creer en Cristo, el que no cree en Cristo no tiene Vida eterna, “el que no creyere será condenado, mas el que cree tiene Vida eterna.” Ahora vean, para recibir la Vida eterna hay que creer en Cristo. Dice:     “Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.     Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.     Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.”     ¿Cómo daría Él Su carne? En Sacrificio en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por el pecado del mundo, por el pecado del ser humano:     “Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”     El mismo problema que tendrían las personas que no comprenden este misterio de estas palabras que Cristo habla en esta ocasión:     “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.     El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”     La resurrección para el Día Postrero, que es la primera resurrección, resurrección a Vida eterna, es para los que comen la carne del Hijo de Hombre y beben Su Sangre, y por consiguiente quien no entienda este misterio estará confundido con estas palabras como estaban aquellos judíos líderes religiosos, que preguntaban: “¿Cómo puede éste darnos a comer Su carne?”     Así que pensaban que tenían que ser caníbales y entonces pensaban que los creyentes en Cristo eran caníbales, los perseguían, hablaban muy mal de ellos, luego que murió Cristo. Ahora, dice:     “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.     Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.     El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.     Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.     Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.     Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.”     Ahora, esta enseñanza fue bastante profunda y todavía es profunda para, digamos, el 90 por ciento de los seres humanos. “¿Cómo puede Éste darnos Su carne? ¿Cómo vamos a comer Su carne?” Y para los que viven en este tiempo sería imposible entonces vivir eternamente, recibir Vida eterna, porque Él murió hace unos dos mil años atrás, ¿y dónde va a conseguir la carne del cuerpo de Cristo?     Es aquí dónde Él nos dice: “Yo soy el pan de vida,” y dice: “El que come de este pan, vivirá eternamente,” es pan también la carne y así por el estilo. Cristo dando Su vida en Expiación por el pecado del ser humano como Él dice aquí, que Él dará Su vida, y al dar Su vida entonces los que creen en Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario están comiendo Su carne y bebiendo Su Sangre; están creyendo en Cristo, en Su Sacrificio en la Cruz del Calvario y están creyendo en la Sangre de Cristo que nos limpia de todo pecado.     Es por la fe, es creyendo. Recuerden que hay algunas ocasiones en que una persona dice cierta cosa que no es comprensible para muchas personas, y algunos dicen: “Eso yo no me lo como, yo no me como eso.” ¿Ven? “No creo eso.” ¿Pero comerlo?” Tú te comiste eso, tú creíste eso, es asunto de creer: comer; y de no comer: es no creer. Tan sencillo como eso. ¿Vieron lo sencillo que es?     Ahora, Juan el Bautista cuando vio a Jesús en San Juan, capítulo 1, versos 29 al 36, Juan estaba predicando y bautizando en el Jordán, y cuando ve que Jesús llega, dice: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Y si lo señala como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, tiene Jesucristo que morir para quitar el pecado del mundo, como murió un cordero pascual allá en Egipto el día antes de la salida del pueblo hebreo de la esclavitud allá en Egipto.     Aquel cordero pascual que cada familia sacrificó, un cordero pascual, un cordero de un año sin defecto, es tipo y figura de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. En el capítulo 12, versos 5 en adelante, dice hablando de ese cordero que Dios ordenó al pueblo hebreo que sacrificara cada familia para la preservación de la vida de los primogénitos que estaban en los hogares hebreos, dice capítulo 12, verso 5 en adelante del Éxodo… verso 3 vamos a leer para que tengan el cuadro claro:     “Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia.     Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero.     El animal será sin defecto (lo mejor siempre es para Dios, recuerden eso, y más para un sacrificio. Por eso el Mesías, para efectuar el Sacrificio de Expiación por los pecados del ser humano tenía, que ser sin defectos; no podía tener defectos el Mesías, Cristo)…     El animal será sin defecto macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras.     Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes.”     Entre las dos tardes porque para los hebreos, conforme al calendario hebreo, los días terminan y comienzan en la tarde, no como el calendario gregoriano que los días terminan en la noche, a la medianoche, y comienzan a la medianoche el otro día; entre los judíos el día comienza o termina a la caída del sol, y ahí mismo comienza el otro día.     Por eso es que usted ve a los judíos en todos los países que el viernes en la tarde ya entran al sábado, ya es sábado para ellos. No así para los cristianos y no así para el resto de los gentiles. Ahora, sigue diciendo el pasaje:     “Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer.”     O sea, en el marco de la puerta colocarán la sangre, la pasarán, y ya esa es para delante de Dios la señal de que hicieron el sacrificio del cordero pascual para la preservación de la vida de los primogénitos o del primogénito que está en ese hogar; y siendo hoy el día de la familia, nos recuerda ese día de la familia allá en Egipto, era el día de la familia y en la forma que tenía que celebrarse era teniendo un cordero pascual dentro de la casa, y teniendo ya la sangre aplicada sobre el dintel y los postes de la puerta del hogar.     Las familias que no hicieron eso, tuvieron problemas, hubo un problema en la familia: la muerte del primogénito, hubo luto en la familia. Recuerden que siempre alguien es el primogénito. Ahora, sigue diciendo, dice que la sangre va a ser colocada en el dintel y los postes de la casa, la puerta de la casa en que han de comer el cordero, porque ese cordero tenía que ser asado al fuego, colocado dentro de la casa, para durante la noche todos comer ese cordero.     Y mientras ellos estaban comiendo la carne del cordero pascual, la muerte estaba pasando por todos los hogares de Egipto, y los primogénitos, comenzando desde el hijo primogénito del rey, del faraón, hasta los hijos de los esclavos, de los presos y también de los animales, el primogénito aun de los animales estaba muriendo, excepto los primogénitos de los hogares judíos o hebreos que tenían la sangre aplicada en las puertas y el cordero pascual asado y comiendo todos la carne del cordero pascual.     Ese cordero pascual representa a Cristo; San Pablo dice en Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7: “Porque nuestra pascua, la cual es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.” Y ahora, la muerte de Cristo está tipificada en la muerte del cordero pascual, y ahora el cordero pascual tenía que ser comido en los hogares hebreos, toda la familia comiendo en esa noche.     En muchos países el nacimiento de Cristo lo celebran comiendo carne en muchos hogares, pero vean, la muerte del cordero pascual allá, luego se llevaba a cabo una cena en la noche con toda la familia, era la noche de la familia, una reunión de familia, todos tenían que estar en los hogares, fuera de la casa no podía estar nadie, y mucho menos si era un primogénito, era una reunión familiar para la preservación de la vida de los primogénitos.     Y ahora, así como tenía que ser comido el cordero pascual allá, ahora todo eso tipifica que hay que comer el Cordero pascual, Cristo, y beber Su Sangre, porque “el que no coma Su carne y beba Su Sangre, no tiene vida permaneciente en sí, o sea, no tiene Vida eterna, pero el que come Su carne y bebe Su Sangre, tiene Vida eterna.”     Y ahora, comer Su carne y beber Su Sangre es creer en el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario donde Su cuerpo fue crucificado por nosotros, Él lo entregó voluntariamente en Sacrificio vivo como dice la Escritura que ocurriría. Dice en la Escritura de Isaías, capítulo 53, verso 10, hablando del Mesías como un Cordero, como una oveja, dice:     “Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”     El Mesías pondría Su vida en Expiación por el pecado, pondría Su cuerpo físico como el Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano. Tan sencillo como eso. Por eso también en Daniel, capítulo 9, nos habla del Mesías y Su Venida, y la fecha en que Él vendría, eso es con relación a la primera Venida de Cristo, y dice el capítulo 9, verso 21 en adelante, dice:     “Aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel (o sea, el Arcángel Gabriel)… cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.     Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.     Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.     Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad…”     Si va a ser expiada la iniquidad tiene que efectuarse un Sacrificio de Expiación, y el único que puede expiar la iniquidad es el Mesías Príncipe, lo cual fue tipificado en aquel cordero pascual que el pueblo hebreo sacrificó allá en Egipto, y también en el macho cabrío de la expiación de Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29, el cual se efectuaba o lo cual se efectuaba, y el sumo sacerdote, que era el que hacía ese sacrificio, luego llevaba la sangre al Lugar Santísimo y esparcía con su mano o con su dedo siete veces sobre el trono de intercesión que es el propiciatorio, la tapa del arca del pacto que tiene dos querubines, uno a un lado y el otro al otro lado, mirándose el uno al otro, de frente el uno al otro.     Y ahora, encontramos que ahora en Jesucristo se cumplen esos sacrificios, el sacrificio del cordero pascual y el sacrificio del macho cabrío de la expiación. Sigue diciendo:     “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad (o sea, sobre Jerusalén ), para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.     Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas…”     Siete semanas y sesenta y dos semanas, son sesenta y nueve semanas; sesenta y nueve semanas de años que son cuatrocientos ochenta y tres años; cuatrocientos ochenta y tres años hasta el Mesías Príncipe. El Mesías Príncipe tenía que presentarse al final de la semana número sesenta y nueve, y luego comenzaba ahí la semana número setenta que consta de siete años.     Porque las setenta semanas completas, son setenta semanas de años que son cuatrocientos noventa años, Cristo aparece y es bautizado por Juan el Bautista al final de la semana número sesenta y nueve, o sea, para comenzar la semana número setenta. Tenía como alrededor de treinta años, unos veintinueve años y medio, y es bautizado por Juan el Bautista, el cual dice que es el Cordero pascual, Cordero de Dios que quitará el pecado del mundo.     Y cuando lo bautiza ve al Espíritu Santo descender el forma de paloma sobre Jesús, por lo tanto es el Ungido con la presencia del Espíritu Santo; Cristo lo que significa es ungido, Mesías: ungido. Y ahora, sigue diciéndonos aquí el Ángel Gabriel:     “…habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.     Y después de las sesenta y dos semanas (y antes de las sesenta y dos hay siete, por lo tanto, después de las sesenta y nueve semanas)… Y después de las sesenta y dos semanas, se quitará la vida al Mesías, mas no por sí…”     O sea, que en la semana número setenta le sería quitada la vida al Mesías. Por eso tuvo un ministerio de tres años y medio y le fue quitada la vida al Mesías en la Cruz del Calvario. De la semana número setenta, que consta de siete años, y tres ya se cumplieron en el ministerio de Cristo, faltan tres años de esa semana. Con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario se detuvo esa semana setenta en la mitad, falta la otra mitad.     En la mitad de esa semana entra la Dispensación de la Gracia predicándose el Evangelio de Cristo luego que el Día de Pentecostés vino el Espíritu Santo como Cristo lo había prometido, y bautizó con Espíritu Santo y Fuego a ciento veinte creyentes en Él y ahí nació la Iglesia con los primeros creyentes en Cristo que recibieron el Espíritu Santo, porque la Iglesia del Señor Jesucristo está compuesta por las personas creyentes en Cristo nacidas de nuevo, creyentes en Cristo los cuales lo han recibido como su único y suficiente Salvador, han sido bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido en ellos el nuevo nacimiento.     Recuerden que Cristo dijo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6: “De cierto de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios,” no entra, no puede entrar a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, que son los que forman ese Reino espiritual.     La Iglesia del Señor Jesucristo es nada menos que el Cuerpo Místico de Cristo a través de la cual Cristo ha estado llevando a cabo Su Obra durante estos dos mil años que han transcurrido, y es en la Iglesia del Señor Jesucristo que Él dijo que Él estaría todos los días hasta el fin del mundo.     Es en la Iglesia del Señor Jesucristo donde ha estado, está y estará la manifestación de Dios en Espíritu Santo, la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo, llevando a cabo la Obra de Dios, es por medio de los miembros de la Iglesia de Jesucristo, que Jesucristo en Espíritu Santo obra y lleva a cabo Su Programa Divino.     Y ahora, las personas creyentes en Cristo han estado comiendo la carne y bebiendo la Sangre de Jesucristo el Hijo del Hombre, o sea, han estado creyendo en el cuerpo de Cristo y Su crucifixión, Su muerte como el Sacrificio de Expiación por el pecado y han estado creyendo en la Sangre que nos ha limpiado y nos mantiene limpios de todo pecado. Tan sencillo como eso.     Y ahora, donde estuviere el cuerpo muerto, la carne del Hijo de Hombre, donde estuviere la Palabra, el Evangelio de Cristo siendo predicado y presentado el Sacrificio de Cristo y Su Sangre limpiando de todo pecado, ahí estarán las águilas, los elegidos, los escogidos, los hijos e hijas de Dios.     Esas son las personas que tienen Vida eterna, porque están comiendo la carne del Hijo del Hombre. Comerla es estar creyendo en el Sacrificio de Cristo efectuado por Su cuerpo físico en la Cruz del Calvario, y creyendo en la Sangre derramada en la Cruz del Calvario que nos limpia de todo pecado, y esas personas han recibido Vida eterna.     Y así como el pueblo hebreo recordaba aquel sacrificio del cordero pascual que efectuaron allá en Egipto y que comieron su carne durante la noche de la pascua, y fue preservada la vida de los primogénitos de esas familias; luego cada año conmemoraban esa noche de la pascua efectuando la pascua, conmemorando la pascua. Por eso la pascua es la primera fiesta hebrea que encontramos en Levítico, capítulo 23.     Esa conmemoración la encontramos siendo efectuada todos los años por orden del mismo Dios; aun el mismo Jesucristo, cuando estuvo con Sus discípulos cenando la última cena del Señor, los discípulos le habían dicho al Señor Jesucristo antes… digamos, el día antes, dónde Él deseaba celebrar la pascua, y Cristo les dice cómo deben ellos hacer. En el capítulo 26 de San Mateo, verso 1 en adelante, dice:     “Cuando hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos:     Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.     Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás,     y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle.     Pero decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo.”     Luego encontramos en otro de los Evangelios, que Sus discípulos le preguntan a Jesús: “¿Dónde tú quieres que celebremos la pascua?” Jesús observaba la fiesta de la pascua, conmemoraba, por consiguiente, la salida del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, y por consiguiente Sus discípulos también; y todavía el pueblo hebreo observa la pascua, conmemora la salida de Israel de Egipto.     Y el Cristianismo que salió del Egipto espiritual, el reino de las tinieblas, de la esclavitud que el faraón del reino de las tinieblas, el diablo, Satanás, tenía cautivo a los hijos de Dios, ahora por medio de Cristo han sido libertados; la Sangre está aplicada en el corazón de cada creyente en Cristo, y el alma de cada creyente en Cristo tiene Vida eterna, y la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes tiene la Sangre de Cristo aplicada también en la puerta. La puerta es Cristo, ahí está la Sangre del Cordero pascual que es Cristo nuestro Salvador.     Por lo tanto, dentro de la Casa de Dios donde son colocados los creyentes en Cristo que comen la Carne y beben la Sangre del Hijo de Hombre, de Jesucristo, al creer en Cristo, eso es lo que sucede en términos simbólicos; en el Cuerpo Místico de Cristo, todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo están protegidos, tienen Vida eterna, la muerte espiritual no puede matarlos.     Y ahora, conmemoramos esa pascua que Cristo efectuó con Su muerte en la Cruz del Calvario, recordando que Él murió por nosotros, lo recordamos, lo conmemoramos en cada ocasión que comamos la Santa Cena, Cristo dijo en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29:     “Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.     Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;     porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”     Y ahora, la Sangre de Cristo es la Sangre del nuevo Pacto que Dios prometió hacer con Su pueblo, y conmemoramos ese Sacrificio de Cristo como el Cordero de Dios que murió en la Cruz del Calvario, lo conmemoramos en cada ocasión que tomamos la Santa Cena. El pan tipifica el cuerpo de Cristo que fue partido por nosotros, y el vino representa la Sangre de Cristo que fue derramada en la Cruz del Calvario para remisión de nuestros pecados. Así que estamos conmemorando, celebrando, la pascua cristiana al tomar la Santa Cena en cada ocasión que se lleva a cabo.     Cristo dice que el que no coma Su carne y beba Su Sangre no tiene vida permaneciente en sí, por lo tanto, es importante conmemorar que hemos creído en Cristo, por lo cual hemos comido Su cuerpo creyendo en Su cuerpo crucificado como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados; hemos bebido, tomado Su Sangre al creer en la Sangre de Cristo como la Sangre de Expiación que nos limpia de todo pecado, y lo conmemoramos, lo celebramos, en cada ocasión que tomamos la Santa Cena, como el pueblo hebreo conmemora la pascua y la salida del pueblo hebreo de Egipto una vez al año en la pascua judía que se lleva a cabo.     Lo que sucedió allá y lo que se conmemora por el pueblo hebreo, es tipo y figura de lo que sucedió con Cristo y lo que se conmemora en cada ocasión que se toma la Santa Cena; por lo cual las águilas de Dios estarán siempre reunidas comiendo la carne del Hijo de Hombre, creyendo en el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y tomando la Sangre, creyendo en la Sangre de Cristo como la Expiación por nuestros pecados, Su cuerpo y Su Sangre como la Expiación por nuestros pecados, y con Su Sangre somos limpios de todo pecado.     Por lo tanto, “LAS ÁGUILAS DE DIOS JUNTADAS EN EL OCCIDENTE.”Pues estamos aquí en el Occidente porque la República Mexicana pertenece al Occidente, al Oeste del planeta, comiendo la carne del Hijo de Hombre.     A través de la predicación del Evangelio y creyendo en el Evangelio de Cristo, Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, Su Sangre derramada que nos limpia de todo pecado, creyéndolo, estamos comiendo y bebiendo, comiendo la carne del Hijo de Hombre y bebiendo la Sangre del Hijo de Hombre, las águilas, los hijos e hijas de Dios, los creyentes en Cristo.     Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, para lo cual puede pasar al frente y estaremos orando por usted; y los que están en otras naciones también pueden hacer lo mismo: pasar al frente para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que estarán recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.     Dios tiene mucho pueblo, muchos hijos, muchas águilas, tiene muchas águilas, muchos hijos en la República Mexicana, y los está llamando en este tiempo final. La bendición más grande que una persona puede tener, puede recibir en la Tierra, es recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, para que Cristo le dé la Vida eterna.     “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito , para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”     Es para darnos Vida eterna que Cristo vino a la Tierra y murió en la Cruz del Calvario, y solamente Él comprendía ese misterio; Sus propios discípulos no lo comprendían, y Pedro en una ocasión cuando Cristo dice que sube a Jerusalén para ser tomado preso y ser condenado y morir, Pedro no quería que Cristo fuera a Jerusalén, como cualquier amigo que ama a otra persona y ve que hay peligro si va a un país o a una ciudad, va a tratar de que no vaya, eso hizo Pedro, trató de que Cristo no fuera, pero Cristo le dijo que Él no sabía, no conocía las cosas que son de Dios.     El que las entendía bien era Jesucristo, Él tenía que morir en Expiación por el pecado del ser humano, y todos los tipos y figuras de todos los sacrificios hebreos que se efectuaban desde el Génesis hasta los días de Jesús, todos fueron cumplidos en Jesucristo.     Todos esos sacrificios que se efectuaban eran tipo y figura de Cristo siendo sacrificado en la Cruz del Calvario. Por esa causa es que después ya no se efectuarían sacrificios por el pecado, por esa causa luego que Jerusalén fue destruida por el general romano Tito Vespasiano y el templo fue destruido, el continuo sacrificio fue quitado, y el sacrificio del macho cabrío de expiación, del día de la expiación, también fue quitado porque tenía que efectuarse en el templo allá en Jerusalén, y si no hay templo, pues no se puede efectuar un sacrificio.     Pero en el Templo celestial está Cristo, en el Lugar Santísimo de ese Templo, como Sumo Sacerdote intercediendo con Su propia Sangre por todos los que lo reciben como único y suficiente Salvador. Aunque no hay templo allí en Jerusalén, hay Templo en el Cielo, y ahí Cristo está como el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec. Y Él está allí para la reconciliación nuestra con Dios.     Por eso el apóstol Pablo también decía que él, y por consiguiente también los ministros, son embajadores en Nombre de Cristo, y clama: “Reconciliaos hoy con Dios;” el mensaje de San Pablo era que sean reconciliados con Dios por medio del Sacrificio de Cristo y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario, no hay otra forma para el ser humano ser reconciliado con Dios.     Todavía siguen, continúan viniendo más personas que como ustedes quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, y han comprendido lo que es comer la carne del Hijo del Hombre y beber Su Sangre: es creer en Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, Su cuerpo siendo sacrificado y Su Sangre siendo derramada para nuestra reconciliación con Dios, para nuestra redención. Por eso es llamado Jesucristo nuestro Redentor.     En las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo y también los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Dios tiene lugar para los niños también, recuerden que Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los cielos.”     Toda persona desea vivir eternamente, todos queremos tener Vida eterna, y solamente recibiendo a Cristo como nuestro Salvador obtenemos la Vida eterna; recuerden que Él dijo:     “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,     y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.     Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.” (San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30).     La parte difícil para nuestra redención, para recibir la Vida eterna, la hizo Jesucristo viniendo a la Tierra y muriendo en la Cruz del Calvario por nosotros y resucitando para nunca más morir. La parte sencilla nos ha tocado a nosotros: escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, que nazca la fe de Cristo en nuestro corazón, creamos en Cristo y demos testimonio público de nuestra fe en Cristo recibiéndole como nuestro único y suficiente Salvador. Por eso Él dijo:     “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.”     ¿Cómo le confesamos? Le confesamos recibiéndole como único y suficiente Salvador, pero para los que no lo reciben como Salvador, miren lo que dice:     “Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” (San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33).     Si le negamos, Él nos negará delante del Padre celestial, si le confesamos delante de la gente, Él nos confiesa delante del Padre celestial y nos da la entrada a Su Reino eterno.     En la vida siempre estamos haciendo decisiones, pero solamente hay una decisión que le coloca en la Vida eterna, y es recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. No hay otra decisión que el ser humano pueda hacer para obtener la Vida eterna.     Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. En todos los países también puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador.     Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:     Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo en el cual podemos ser salvos, y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.     Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en mí el nuevo nacimiento, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, Señor, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.     Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.     Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado porque ustedes han creído en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.     Por lo cual me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, porque Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de cada uno de ustedes.     Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.     El bautismo en agua es tipológico, como la Santa Cena, como el lavatorio de pies, y es en semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo; ese es el tipo y figura del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y es un mandamiento de Cristo, el cual dijo:     “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”     Por lo tanto, si Cristo fue bautizado por Juan el Bautista, aunque Juan no lo quería bautizar cuando entró Jesús al río, al Jordán, y Juan ahí estaba bautizando, y le tocó el turno a Jesús, Juan le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó y vino el Espíritu Santo sobre Jesús. El apóstol Pedro dice, cuando le preguntan:     “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.     Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”     Y como tres mil personas fueron bautizadas y fueron añadidas a la Iglesia como tres mil personas en esa ocasión. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y como les dije: nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.     Los que están en otras naciones también pueden ser bautizados, los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos.     Dejo con ustedes al reverendo Andrés Cruz Gallego para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en estos momentos.     Hay ropas bautismales, hay ministros también, bautistas, que les bautizarán, hay también agua (bautisterios).     Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.     Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.     “LAS ÁGUILAS DE DIOS JUNTADAS EN EL OCCIDENTE.”

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