La bendición de recibir al profeta de Dios

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes y ministros presentes también, ministros e iglesias en diferentes naciones. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. Es un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.     Oren mucho por mí, pues este es un tiempo difícil, porque es el tiempo final, el Día Postrero, y como dice Cristo y también San Pablo y San Pedro, que los días postreros son tiempos peligrosos y sobre todo el último de los días postreros, que es el tercer milenio de Cristo hacia acá o séptimo milenio de Adán hacia acá. Y ya hemos entrado a ese milenio postrero, a ese Día Postrero, por lo tanto, oren mucho por mí, y yo estaré también orando por todos ustedes.     El proyecto de La Gran Carpa-Catedral en Puerto Rico hasta donde me han informado, va muy bien, y gracias a Dios y a ustedes que están brazo a brazo con La Gran Carpa-Catedral en Puerto Rico trabajando en ese proyecto, el cual se espera que sea de grande bendición para todo el Cristianismo, para los judíos también, para los islámicos también (son descendientes de Abraham), y también para todos los grupos religiosos y para todas las naciones.     Será un lugar muy hermoso hasta donde me han mostrado y tendrá para clases de damas, de caballeros, escuelas bíblicas para jóvenes y para niños también, y también para predicación. Así que va a ser un lugar muy importante, muy, muy hermoso, en el cual grandes bendiciones de Dios van a ser derramadas, y cada uno de ustedes tiene una parte en ese proyecto. Yo también respaldo ese proyecto que tienen en Puerto Rico de la construcción de una Gran Carpa-Catedral.     Para estos momentos leemos en la Escritura de San Mateo, capítulo 10, verso 40 en adelante (40 al 41) donde nos dice… aun hasta el 42 podemos leer, dice:     “El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.     El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá.     Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.”     Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.     Nuestro tema es: “LA BENDICIÓN DE RECIBIR AL PROFETA DE DIOS,” o sea, la bendición de recibir a un profeta, o al profeta de Dios, que Dios tiene para cada edad; son bendecidos los que en ese tiempo lo reciben, reciben la recompensa de profeta, o sea, el beneficio para el cual Dios ha enviado ese profeta. La bendición que Dios tiene para ese tiempo la reciben esas personas que reciben a ese profeta, a ese mensajero de Dios.     Cristo hablando en una ocasión, nos dijo en San Mateo, capítulo 23, verso 34 en adelante, dice:     “Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad;     para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar.     De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.     ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!     He aquí vuestra casa os es dejada desierta.     Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.”     Esta es una profecía dada por Cristo, el profeta más grande de todos los profetas, el Mesías Príncipe, el Ángel del Pacto hecho carne en medio del pueblo hebreo, conforme a Malaquías, capítulo 3, verso 1 en adelante, donde dice que primero enviaría a Su mensajero, el cual le prepararía el camino y luego vendría a Su templo el Señor (o sea, Dios el Padre) y el Ángel del Pacto (o sea, el Ángel de Dios), y entonces ahí sería nada menos que el cumplimiento de la Venida del Mesías, eso es el Mesías, la Venida del Padre, Dios el Padre, el Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y el Ángel del Pacto, que es el cuerpo angelical de Dios, dentro de un velo de carne que sería creado en el vientre de una virgen hebrea, judía, descendiente del rey David:     “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” Que traducido es: Dios con nosotros.” (Isaías, capítulo 7, verso 14). Y San Mateo también nos habla de este misterio cuando el Ángel le aparece a José, el marido de la virgen María. Ella estaba desposada con José, todavía no se habían casado, estaban comprometidos, y se oyó que había concebido un hijo, y él quería dejarla en secreto para no hacerla sentir mal, y dice en el capítulo 1 de San Mateo, verso 18 en adelante, dice:     “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.     José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.     Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David…”     ¿Por qué le dice José hijo de David? Porque José es un descendiente del rey David que viene de la descendencia del rey David, del rey Salomón, y por ahí sigue esa descendencia de David y llega hasta José, por lo tanto era un príncipe José, aunque no era un hombre rico, pero el título no lo pierde una persona por la situación económica o social, es hereditario.     Y también la virgen María era descendiente del rey David por la línea de Natán hijo del rey David, por lo tanto, ella era una princesa también; y aún más, tenía alguna relación también con la línea de Aarón, el sumo sacerdote, porque si la parienta de la virgen María, que es Elisabet (digo es, porque los santos no mueren, está viva, está en el Paraíso), si ella es de las descendientes del sumo sacerdote, entonces… y la virgen María es parienta de ella, pues entonces hay ahí una conexión en algún lugar de la ascendencia de la virgen María que se conecta también con la línea de los sacerdotes. Vean, aquí dice en San Lucas, capítulo 1, verso 5:     “Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.”     Si era de las hijas de Aarón, de la descendencia del sumo sacerdote Aarón, y la virgen María… dice… vamos a ver dónde lo dice, y esto lo dice nada menos que el Ángel Gabriel; vamos a ver San Lucas, capítulo 1, cuando le habla a la virgen María, dice capítulo 1, verso 30 en adelante:     “Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.     Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.     Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;     y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.     Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.     Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.     Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;     porque nada hay imposible para Dios.     Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.”     Luego que le hubo dicho o dado esta buena noticia. Y ahora, si el Ángel Gabriel le dice que Elisabet es su parienta, la parienta de María, y Elisabet es de las hijas de Aarón, entonces hay un misterio ahí, en alguna forma la virgen María está también conectada con la descendencia de Aarón, pero lo más importante también es que viene de la línea del rey David, por lo tanto, es un príncipe hijo de David.     Pero recuerden que también Cristo ministra, es el Sumo Sacerdote del Templo celestial según el Orden de Melquisedec, que es más alto que el orden de Aarón. El orden de Aarón tipifica, representa, es el tipo y figura, del orden celestial sacerdotal, así como hubo un tabernáculo en la Tierra que construyó el profeta Moisés conforme al modelo que Dios le mostró allá en el monte, el cual es tipo y figura de Templo celestial, del tabernáculo celestial, y también el rey David quiso construir un templo para Dios y le fue dado el diseño, y le fue ordenado al rey David que Salomón fuera el que construyera ese templo, así como hubo un templo allá en Jerusalén que construyó el rey Salomón, el cual contiene o contenía todos los tipos y figuras del Templo celestial.     Ahora, ambos tabernáculos, el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón ya no existen, pero el anti-tipo, esos templos, porque el tipo y figura es el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, de lo cual son tipo y figura estos templos o tabernáculos, son del Templo que está en el Cielo que tiene un Orden sacerdotal: el Orden sacerdotal de Melquisedec, es conforme al Orden de Melquisedec y no conforme al orden de Aarón.     Y ahora, conforme al Orden celestial del Templo celestial, de la Jerusalén celestial, encontramos que el Sumo Sacerdote allí es Jesucristo, el cual está como Sumo Sacerdote en el Lugar Santísimo intercediendo por cada persona que lo recibe como único y suficiente Salvador, y Él ha enviado Su Espíritu conforme a como Él prometió, pues Él dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (San Mateo, capítulo 28, verso 20). Y en el libro de los Hechos, capítulo 1, verso 1 al 10 dice que no se fueran de Jerusalén hasta que fueran llenos del Espíritu Santo, el cual vendría, dice: “Dentro de muy pocos días.” O sea, que no serían muchos días los que estarían esperando allí en Jerusalén hasta recibir el Espíritu Santo, el cual recibieron el Día de Pentecostés.     Y ahora, podemos ver que la Iglesia del Señor Jesucristo nació el Día de Pentecostés, nació de Cristo. Cristo tipificado en el grano de trigo que fue sembrado en tierra, que murió, y ahora surge la Iglesia del Señor Jesucristo como la planta de trigo para tener el fruto, los hijos e hijas de Dios, y van manifestándose de etapa en etapa, de edad en edad en el Cuerpo Místico de Cristo.     Y ahora, la parte física de Cristo en la Tierra es Su Iglesia, los miembros de Su Cuerpo Místico de creyentes, porque son carne de Su carne y huesos de Sus huesos, son parte de Cristo.     Y ahora, encontramos que por medio del Espíritu Santo, del Espíritu de Cristo, Cristo en medio de Su Iglesia ha estado engendrando hijos e hijas de Dios, los cuales no son engendrados de carne y sangre, sino de Dios; Dios por medio de Su Espíritu ha estado engendrando hijos e hijas de Dios, produciendo una nueva raza, una nueva creación de hijos e hijas de Dios. Esta es la clase de hijos que Adán y Eva tenían que traer: hijos con Vida eterna.     Todo creyente en Cristo nacido de nuevo ha entrado a la Vida eterna, tiene Vida eterna, ha entrado, ha nacido en el Reino de Dios y por consiguiente nadie lo arrebatará de la mano del Señor Jesucristo ni de la mano del Padre celestial, eso fue lo que dijo Cristo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las puede arrebatar de mi mano ni de la mano de mi Padre, mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.” (Capítulo 10 de San Juan, versos 27 al 30).     También Él había dicho en el capítulo 10, versos 14 al 18: “También tengo otras ovejas que no son de este redil, las cuales también debo llamar, y oirán mi Voz, y habrá un rebaño y un pastor.” Dice que Él recibió ese mandamiento de poner Su vida por esas ovejas, o sea, que Cristo vino ya con una misión divina: para morir por esas ovejas y restaurarlas a Dios, reconciliarlas con Dios y por consiguiente restaurarlas a la Vida eterna.     Para eso fue la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, la muerte de Cristo fue el Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano, tipificado en el sacrificio del macho cabrío de la expiación del día diez del mes séptimo de cada año que el pueblo hebreo llevaba a cabo; el sumo sacerdote era el que tenía que llevar a cabo ese sacrificio con un macho cabrío. Ningún otro sacerdote lo podía llevar a cabo, el sumo sacerdote tenía que sacrificarlo, tenía que colocar, llevar la sangre al Lugar Santísimo.     Y ahora, para colocar la Sangre en el Templo celestial, pues tiene que venir el Sumo Sacerdote del Templo celestial que es Cristo, Melquisedec. El Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec celestial tiene que venir en carne humana, para con Su propio cuerpo físico ofrecer el sacrificio de expiación por el pecado del ser humano, y luego llevar la Sangre, Su Sangre, al Lugar Santísimo del Templo celestial y colocarla allí en el Propiciatorio, que es el Trono de Dios.     El Trono de Dios estaba representado en el propiciatorio que es la tapa del arca del pacto, y el arca del pacto estaba en el Lugar Santísimo. Así es en el Cielo: el Trono de Dios está en el Lugar Santísimo celestial, y allí Cristo entró con Su propia Sangre como Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, y ha colocado Su Sangre allí, y convirtió el Trono de Dios en un Trono de misericordia para todos aquellos que se acercan a Dios habiéndolo recibido como único y suficiente Salvador.     Cristo es nuestro intercesor como lo era el sumo sacerdote en el templo terrenal que construyó el rey Salomón, y como lo era el sumo sacerdote Aarón en el tabernáculo que construyó el profeta Moisés. Todo lo que estaba en la Tierra era tipo y figura del Templo celestial y del Orden celestial.     Y ahora, encontramos que Cristo dice que enviará sabios y profetas y justos, y dice que el que recibe a un justo, recompensa de justo recibe; el que recibe un sabio, recompensa de sabio recibe, o sea, recibe sabiduría de la que le da el sabio, y el que recibe a profeta, recompensa de profeta recibe, recibe toda la bendición que está en el mensaje que trae ese profeta; toda la revelación divina correspondiente a ese tiempo que trae Dios por medio de ese profeta, pues la recibe el que recibe ese profeta, y recibe todas las bendiciones.     Y ahora, esto de que algunos puedan pensar que ya no hay profetas, que eso era para el tiempo allá de Moisés, el tiempo de Josué, el tiempo de Samuel, el tiempo del profeta Elías, el tiempo del profeta Isaías, la Escritura nos enseña que para cada tiempo la humanidad se encuentra dentro de una dispensación, y en cada dispensación hay diferentes etapas o edades.     Por lo tanto, encontramos que Adán era un profeta, encontramos también que Set era un profeta, eran profetas dispensacionales. Adán, el profeta de la primera dispensación, la Dispensación de la Inocencia; Set el profeta de la Dispensación de la Conciencia; Noé, el profeta Noé, el profeta de la Dispensación del Gobierno Humano, la tercera dispensación.     Abraham, otro profeta, recuerdan que cuando Abimelec tomó a la esposa de Abraham: Sara, la cual ya estaba rejuvenecida, luego de la destrucción de Sodoma y Gomorra; ya para ese tiempo, por esos días Dios había rejuvenecido a Sara y a Abraham, Sara tenía 89 años y Abraham tenía 99 años y tenían la promesa que el próximo año iban a tener un niño.     ¿Y cómo iban a esperar un niño si ya estaban muy ancianos? Pero Dios rejuveneció a Sara y a Abraham y entonces cuando se van del área donde están viviendo por causa de la destrucción de Sodoma y Gomorra, que de seguro fue una destrucción atómica, hubo fuego y azufre y todas estas cosas; y ahora se van para otro lugar, para Gerar, donde el rey allí es Abimelec, y Abimelec cuando la ve se enamora de ella y la separa.     Y Abraham le había dicho a Sara: “Ahora yo veo que tú eres una mujer muy hermosa, y como vamos a estar por estos lugares, reinos, países que no temen a Dios, por ver que tú eres tan hermosa me van a matar a mí para quedarse contigo, y tú vas a decir que tú eres mi hermana,” aunque lo eran, eran hijos del mismo padre: Taré, pero no de madre, dice la Escritura. Y así acordaron, era un mutuo acuerdo entre ellos dos, y Sara, por salvar la vida de Abraham, pues así hacía, lo mismo pasó con Isaac (Isaac y Rebeca).     Y ahora, Abimelec estaba muy contento y Abraham contento en cierto sentido y triste en otro sentido, pero la promesa de Dios era que Abraham era el que iba a tener un hijo por medio de Sara, la cual ya estaba rejuvenecida; y era el hijo prometido, el hijo de la promesa.     Y ahora, Dios cierra matriz de todas las mujeres en el reino de Gerar, cierra la matriz de todos los animales; y si la matriz está cerrada, de todas las mujeres de un país, pues luego ese país va a desaparecer, porque si no nacen niños, la gente que ya viven se ponen viejas y se mueren y se acabó ese país.     Sin la ley de la reproducción no tendríamos ni siquiera árboles en la actualidad, ni comida, porque la ley de la reproducción eso es lo que hace: reproduce lo que ya tenemos, en una cantidad mayor; usted siembra un grano de trigo y le nace una planta que produce muchos granos de trigo.     La ley de la reproducción la estableció Dios para que el ser humano pueda continuar viviendo, preservar la vida del ser humano; así es entre los animales y entre las personas, y en los árboles, la vegetación también, los peces, las aves, todos están bajo la ley de la reproducción.     Y la Iglesia del Señor Jesucristo y Cristo también están bajo la ley de la reproducción. Somos la reproducción de Cristo y Su Iglesia en el campo espiritual, y somos la reproducción de nuestros padres terrenales.     Ahora, ¿saben ustedes una cosa? Que la vida del individuo surge, brota, es creada, en la cuarta generación anterior a él, o sea, en el bisabuelo nuestro, allí nació nuestra vida. Recuerdan que Abraham, cuando diezmó a Dios, a Melquisedec… por allá por el capítulo 14 creo que fue, de Génesis, luego San Pablo en el capítulo 7 de Hebreos, dice que cuando Abraham diezmó a Dios también estaba diezmando ¿quién? Leví; y si usted cuenta: Abraham, Isaac, Jacob y Leví que era hijo de Jacob, ahí tienen, en la cuarta generación anterior.     En el bisabuelo de Leví, la vida de Leví ya estaba, iba pasando de Abraham a Isaac por el proceso divino para la reproducción; como una planta, un grano de trigo, la vida que está en ese grano de trigo va pasando a una planta que nace ahí, ahí está la vida, la vida de una planta de trigo, ahí está la vida de los granos de trigo, entonces va pasando la vida de los granos de trigo, va pasando por la planta que tiene diferentes etapas.     Y luego llega a la etapa de la cáscara, y dentro de la cáscara (esa es la tercera etapa)… y dentro de la cáscara, ahí está escondidito el grano de trigo, que cuando llega a cierto momento que el sol calienta, va secando la cáscara, se va abriendo, y aparece el trigo.     Así en la cuarta generación aparecimos nosotros físicamente, la vida que estaba en nuestro bisabuelo, fue pasando de nuestro bisabuelo a nuestro abuelo, y de nuestro abuelo a nuestro padre, y de nuestro padre a nosotros; ahí se hizo carne esa simiente que estaba allí, que surgió en nuestro bisabuelo.     Por eso es que algunas personas en algunas ocasiones dicen: “Requintó este hijo mío,” también para la quinta generación, pues dicen que ‘requintó,’ o sea, que trae algunas características de su bisabuelo o tatarabuelo.     Ahora, las bendiciones ya en el bisabuelo ya están, todas las bendiciones que va a recibir la persona ya vienen ahí, pero van pasando de etapa en etapa, y también encontramos por ejemplo en Abraham, que Dios le dijo a Abraham en el Génesis, capítulo 15, verso 12 en adelante, dice:     “Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él.     Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años.     Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.     Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.     Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.”     Y ahora vean, la cuarta generación aquí mencionada, la cuarta generación es donde viene la bendición grande para esa simiente que estaba en Abraham, estaba Leví, estaba José, estaban todos ellos, los doce patriarcas estaban en Abraham. Ya cuando Dios da esa Palabra a Abraham, ahí está todo, y las bendiciones que Dios va a dar a esa simiente que viene de Abraham, está todo ahí sellado, está todo ahí cerrado, sellado.     Vean, otro lugar donde… recuerden: bendiciones y también los juicios y las maldiciones; así que vamos a ver aquí en Éxodo, capítulo 34 dice, verso 5 en adelante, esto fue luego que Moisés rompió, quebró las tablas de la Ley, y ahora vean lo que sucede, capítulo 34, verso 1 en adelante para tener bien clara la historia:     “Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras (o sea, “tú las rompiste, ahora te toca hacerlas a ti,” o sea, tomar las tablas y ponerlas como estaban las otras, o sea, que tiene que hacer un trabajo de albañilería), y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste.     Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte.”     Y ya él había subido y había estado 40 días allá, y la subida a ese monte no es tan fácil, en la actualidad no es fácil, ¿y cómo sería en aquel tiempo? ¿Cuántos han subido al monte Sinaí? Saben que uno a mitad mira hacia arriba y mira hacia abajo, y piensa: “¿O sigo o regreso abajo?” Así que tuvo que subir nuevamente. Sigue diciendo:     “Y no suba hombre contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte.     Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra.     Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová.     Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;     que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.”     Ahí podemos ver ahora, al saber que la vida de una persona está en el bisabuelo y viene pasando del bisabuelo al abuelo, y del abuelo al padre, y del padre luego surge en la Tierra en carne humana.     Ahora, vean por qué hasta la cuarta generación viene las consecuencias de lo que hizo el bisabuelo. Ahora, esto es así para individuos, para naciones, para pueblos y en el campo espiritual o religioso para Iglesias, para religiones, y así por el estilo.     Por lo tanto, la cuarta generación es muy importante porque es donde se recoge el fruto, donde se cosecha, donde se cosecha bendición o maldición. En lo espiritual o religioso encontramos para el Cristianismo, el Judaísmo y el Islam, que creen en el mismo Dios porque son descendientes de Abraham, encontramos que han tenido diferentes etapas, diferentes edades; así como Dios le dijo: “En la cuarta generación volverán acá,” le dice a Abraham, que la descendencia de Abraham regresaría de la tierra en donde estaría esclavizada la nación o la descendencia de Abraham, luego regresaría a la tierra en la cuarta generación.     La cuarta generación también es de regreso, de restauración. En las etapas de la restauración, vean ustedes, la más importante es la cuarta etapa; esa cuarta etapa en el campo religioso o del Cristianismo (y para otra ocasión dejamos la parte del Judaísmo y del Islam pendiente)… en el Cristianismo encontramos que la Iglesia ha pasado por diferentes etapas, entre los gentiles por siete etapas.     En la cuarta etapa… encontramos que la Iglesia pasó por esas etapas, de la primera hasta la cuarta; en la quinta comenzó la restauración de la Iglesia, por eso comenzó el movimiento luterano y el protestantismo. El movimiento luterano causó un impacto muy positivo en medio de la humanidad: surgió la imprenta y surgieron muchas cosas, muchos adelantos, que gracias a ellos la ciencia y la humanidad ha progresado tanto.     Luego de esa etapa surgió la etapa wesleyana, y más adelante surgió la etapa pentecostal, la tercera etapa de restauración, y luego de esas tres etapas, pues tiene que venir la cuarta etapa que es la etapa donde se llevará a cabo la cosecha, la cosecha del trigo, la etapa donde, así como hubo una luz en la quinta etapa, luego hubo una luz mayor en la sexta etapa, la etapa wesleyana, y luego hubo una luz mayor en la etapa pentecostal.     La etapa cuarta es la luz mayor para madurar el trigo, para los cristianos madurar como hijos e hijas de Dios, como el trigo para cosechar todas las promesas que Dios ha hecho para el Día postrero, para así recibir la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.     Esta es la etapa de la edad de oro de la Iglesia del Señor Jesucristo, la etapa de piedra angular, la etapa en donde la Venida del Señor va a ser cumplida, y en donde Cristo va a resucitar a los muertos creyentes en Él que han partido y va a transformar a los vivos creyentes en Él.     Esa es la etapa más gloriosa de todas, y después de esa etapa no vienen más etapas, se llega a la perfección en esa etapa; no sabemos cuántos años durará ese ciclo hasta que los creyentes que partieron sean resucitados en cuerpos glorificados y eternos y jóvenes, y los que vivimos seamos transformados.     En esa etapa es que Cristo completará Su Iglesia y luego saldrá del Trono de Intercesión donde está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión, saldrá, tomará el Título de Propiedad, el Libro de la Vida del Cordero, que está sellado con siete Sellos en Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, reclamará a todos los que Él ha redimido con Su Sangre, los resucitará en cuerpos eternos y glorificados y jóvenes, y a los que estén vivos los transformará, y reclamará todo aquello que Él ha redimido con Su Sacrificio.     Él es el Redentor, por lo tanto Él ha pagado el precio de la redención para restaurar todo, restaurar todo a Dios y Su Reino. Él es el Redentor semejante que pagó el precio de la redención; y por consiguiente todo esto para ser hecho una realidad en el Día postrero, el reclamo de todo lo que Él ha redimido, Él estará hablándonos Su Palabra. Él ha enviado apóstoles, ha colocado apóstoles en Su Iglesia, ha colocado profetas, ha colocado evangelistas, ha colocado pastores, ha colocado maestros también, y también ayudas, personas que tienen una bendición grande de ser ayudantes, ayudantes de pastores, ayudantes en la obra en una cosa o en otra; y como ayudantes, pues hay ayudantes varones y ayudantes mujeres también.     Y así por el estilo encontramos que en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es Su Cuerpo Místico de creyentes, hay todas estas bendiciones, y por consiguiente la Escritura nos dice, hablando acerca de todas las cosas que han sido reveladas en el nuevo Pacto o el nuevo Testamento, que Dios ha hecho grandes cosas, grandes maravillas. Por ejemplo, en Efesios, capítulo 4, verso 11, dice:     “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,     a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo (y el cuerpo de Cristo ¿es quién? Su Iglesia),     hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.”     Y luego en el capítulo 3, verso 4 al 6, dice:     “…leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo,     misterio que en otras generaciones (¿ven? En otras generaciones) no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu (o sea, por el Espíritu Santo).”     ¿A quién es revelado? A los apóstoles y profetas. Por eso encontramos que el Evangelio de San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan fue dado por los apóstoles y profetas, y las cartas apostólicas de San Pedro y San Pablo y demás escritores; son personas que fueron colocadas en el Cuerpo Místico de Cristo con la revelación que tenía que recibir la Iglesia.     Y ahora, hay cosas que en otras generaciones no fueron dadas a conocer, y cuando nace la Iglesia del Señor Jesucristo son dadas a conocer para esa Dispensación de la Gracia, y hay cosas que no fueron dadas a conocer en dispensaciones pasadas, que serán dadas a conocer en la Dispensación del Reino, para lo cual, pues Dios tendrá también Sus instrumentos para ese propósito.     La Palabra, la revelación viene a los profetas: “Porque no hará nada el Señor, sin que antes revele Sus secretos (¿a quiénes?) a Sus siervos los profetas.”( Amós, capítulo 3, verso 8). Por lo tanto, Dios continuará teniendo profetas en Su Programa.     Algunas personas pueden pensar que: “Es que Cristo dijo en una ocasión: ‘los profetas hasta Juan profetizaron.” Pero Cristo vino después de Juan y era un profeta mayor que Juan el Bautista, ahora, ¿qué significa entonces: ‘los profetas hasta Juan profetizaron’?” Los profetas del antiguo pacto, del Antiguo Testamento, hasta Juan profetizaron; pero los profetas del nuevo Pacto, del Nuevo Testamento, encontramos que son por ejemplo: Cristo, San Pedro, San Pablo, los diferentes mensajeros de cada una de las edades de la Iglesia y así por el estilo, hasta el último mensajero de las siete edades que fue el reverendo William Branham, y después de él vendrá un mensajero para la cuarta generación de la Iglesia, la cuarta generación de la restauración de la Iglesia.     Y así como hubo una luz en cada edad, porque cada mensajero es una luz en cada lámpara del candelabro, y el candelabro tiene siete lámparas y una mecha sumergida en aceite, y el aceite viene de los dos Olivos, el aceite tipifica el Espíritu Santo, y arde en el Fuego, con Fuego del Espíritu Santo cada mensajero, y alumbra en el Lugar Santo que corresponde a las siete etapas o edades de la Iglesia.     Pero después encontramos en Apocalipsis, capítulo 11, que Dios enviará a los Dos Ungidos, ungidos con el Espíritu Santo, que son, dice: “Los dos Olivos, y los dos candeleros que están delante de la presencia de Dios.” Si son dos candeleros delante de la presencia de Dios ¿es para qué? Para alumbrar con el Fuego del Espíritu Santo, por lo tanto, vienen con el Espíritu Santo para alumbrar, son los que están en el Lugar Santísimo porque ya en el Lugar Santo están siete candeleros o siete lámparas en el candelero alumbrando.     Y ahora, encontramos que la presencia de la Columna de Fuego sobre el Propiciatorio, alumbraba, y de en medio de los dos querubines de oro, y luego también Salomón colocó dos querubines de madera de olivo gigantes cubiertos de oro, encontramos que allí estaba la presencia de Dios, el Fuego divino.     Así estará en la Iglesia en el Día Postrero en la cuarta generación de la Iglesia, ¿y hacia dónde era el templo?, ¿qué dirección tenía el templo? El atrio pues para el lugar del Este; la entrada, la puerta del Atrio por el Este, la puerta del Lugar Santo por el Este, viene en esa dirección, continúa y llega a la parte Oeste del Templo, donde se encuentra el Lugar Santísimo.     El Lugar Santísimo está en el Oeste del Templo y por consiguiente la Iglesia del Señor Jesucristo, que comenzó por el Este y es un Templo espiritual que está siendo construido, la parte del Lugar Santísimo será construida en el Oeste, con piedras vivas, personas creyentes en Cristo, para ser colocados en la Iglesia del Señor, en el Templo espiritual; y los del Día Postrero, la cuarta generación de la restauración de la Iglesia, serán colocados como piedras vivas en el Lugar Santísimo, en esa parte que estará siendo construida, y ahí es que estará la luz del Día Postrero, la presencia de Dios.     La luz del Día Postrero será en el Oeste, continente americano; la séptima luz o tercera luz de la restauración fue en el Oeste también, en Norteamérica, en la etapa que corresponde a Norteamérica, y por consiguiente tiene que haber otro lugar en el continente americano, donde se cumpla la cuarta etapa de la restauración, la cuarta generación de la Iglesia en la restauración, en donde la luz brote, surja para alumbrar nuestra alma, nuestro espíritu y todo nuestro ser con el conocimiento del Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo, y con ese conocimiento obtengamos la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, porque esa luz estará madurando el trigo, madurándolo en conocimiento de Dios el Padre y de Cristo, para conocer el misterio de Dios el Padre y de Cristo, a tal grado que llegará el momento, el tiempo en que la Venida del Señor será hecha una realidad en medio de esa cuarta generación de creyentes en Cristo en la etapa o en esa trayectoria de la restauración de la Iglesia.     Para eso la presencia del Espíritu de Dios estará manifestándose, y como tuvo mensajeros en diferentes etapas de Su Iglesia, tendrá un mensajero en el Día Postrero; ese será el que encenderá la luz del Día Postrero, la luz de los dos candeleros que están delante de la presencia de Dios, que corresponde al Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo.     Por consiguiente en el Día Postrero habrá una gran luz, y cuando lo veamos al instrumento que Él tendrá para encender la luz del Día Postrero, diremos: “He aquí el hombre que puede encender la luz en el Día postrero en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la cuarta generación.” Dios lo tendrá en Su Iglesia.     Esa es la luz que nos alumbrará el entendimiento para comprender las cosas que en otros tiempos no fueron comprendidas, y sobre todo el misterio de las cosas que estarán pasando en este tiempo final, y el misterio del séptimo Sello será revelado a esas personas que estarán en esa cuarta generación de la Iglesia del Señor Jesucristo, esa cuarta generación de restauración de la Iglesia.     Para lo cual Dios tendrá que enviar un hombre con las dos conciencias juntas en medio de Su Iglesia, y por consiguiente será un profeta dispensacional, será el profeta de la Dispensación del Reino.     Recuerden que al principio les dije que Adán fue el profeta de la Dispensación de la Inocencia, la primera dispensación; Set fue el profeta mensajero de la segunda dispensación, la Dispensación de la Conciencia; Noé fue el mensajero profeta dispensacional de la tercera dispensación, la Dispensación del Gobierno Humano; Abraham fue el profeta de la cuarta dispensación, la Dispensación de la Promesa; Moisés fue el profeta mensajero dispensacional de la Ley, la Dispensación de la Ley; Jesús el sexto profeta dispensacional, el profeta de la Dispensación de la Gracia.     Y falta el séptimo profeta dispensacional que será el profeta de la Dispensación del Reino con el mensaje del Evangelio del Reino que lo entrelazará con el mensaje del Evangelio de la Gracia, como hizo Jesucristo, que entrelazó el mensaje de la Dispensación de la Gracia con el mensaje de la Dispensación de la Ley. Tan sencillo como eso es todo el Programa de Dios.     En cada etapa de la Iglesia, en cada edad, la luz ha resplandecido por medio del Espíritu Santo a través del mensajero de cada edad, la Palabra hecha carne en el mensajero de cada edad ha sido la luz de cada edad.     Por lo tanto, para nuestro tiempo tenemos la promesa más grande de todos los tiempos, y será una bendición grande recibir al profeta de Dios que Él tenga para el Día Postrero, él traerá en esa Palabra selladas todas las bendiciones que van a ser derramadas sobre la Iglesia del Señor Jesucristo, es para toda la Iglesia del Señor Jesucristo.     Así como con la presencia de Moisés en Egipto, enviado por Dios, estaban todas las bendiciones para el pueblo hebreo, la liberación del pueblo hebreo, su trayectoria rumbo a la tierra prometida, su trayectoria rumbo al monte Sinaí para recibir la Ley divina en dos tablas de piedras, y escuchar allí la Voz de Dios, ver la presencia de Dios. Todo eso en la cuarta generación.     Y ahora, cuando el pueblo veía a Moisés, estaba viendo allí la bendición de Dios de la liberación, aquello era el tiempo de la cuarta generación. Para nuestro tiempo será el tiempo de la carta generación de la Iglesia, la cuarta generación del programa de restauración, y estaremos viendo nuestra liberación, vamos a ser libertados de lo mortal para entrar a lo inmortal, a la inmortalidad, vamos a tener la liberación prometida.     Así como hemos recibido la liberación espiritual, recibiremos la liberación física, transformación y luego arrebatamiento o rapto de la Iglesia para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Todo esto fue colocado en lo que el Ángel de Dios le dijo al reverendo William Branham que sería la Tercera Etapa o tercer halón. Y todo eso va a estar ligado a una Gran Carpa-Catedral, porque le fue dicho que lo que él vio en La Gran Carpa-Catedral que le fue mostrada en visión, era la Tercera Etapa, y que eso prepararía al pueblo para la fe para el rapto, fe de transformación y rapto.     Por lo tanto, en algún lugar, conforme al Programa Divino que le fue mostrado al reverendo William Branham cuando fue transportado al tiempo donde todo eso va a suceder, sabemos, entendemos, que en algún lugar, al que corresponde, en el Oeste, va a surgir el cumplimiento de la Visión de la Carpa.     No puede ser cumplida en la tercera etapa de restauración en Norteamérica, porque era para la cuarta etapa de restauración, y corresponde al Oeste también, al continente americano. De que no sería fácil, pues eso ya lo sabemos; nunca ha sido fácil el trabajo en la Obra de Dios cuando llega el tiempo para Dios cumplir Su Palabra profética, no fue fácil en el tiempo de Moisés para la liberación del pueblo hebreo, no fue fácil en el tiempo de Noé tampoco, fue difícil, para la preservación de la vida de todos los que entrarían al arca.     No fue fácil en el tiempo de los profetas, no fue fácil tampoco en el tiempo de Juan el Bautista: lo decapitaron; no fue fácil en el tiempo de Jesús: murió crucificado por el imperio romano, no se puede culpar a los judíos porque ya estaba profetizado que sería así.     Por lo tanto, Cristo dijo: “Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen,” era un Programa Divino que tenía que llevarse a cabo para la preservación de la vida, de la vida de los que serían creyentes en Cristo y de la vida del pueblo hebreo, de la nación judía.     Por lo tanto, era un Programa Divino que era duro, de mucho dolor y tristeza para Jesús, pero que tenía que cumplirse por el bien de los judíos y del Cristianismo que surgiría más adelante, y por el bien de toda la humanidad.     Por lo tanto, nadie culpe a los judíos; sepan que fue un Programa Divino. Miren a José allá en Egipto, sus hermanos lo habían vendido, pero cuando él se revela a ellos, les dice: “No tengan temor, no fueron ustedes, fue Dios el que Dios el que obró, el que tenía eso programado, fue Dios el que hizo todo para que yo pudiera estar acá en Egipto, tuviera una esposa gentil, tuviera hijos y estuviera en esta posición para la preservación de la vida de todo este pueblo gentil y también de ustedes mis hermanos, mi familia.”     Así que José no culpó a sus hermanos, él dijo: “Era un Programa Divino,” y así Jesucristo reconoce que es un Programa Divino, y dice: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen,” y cuando venga para establecer Su Reino, no los va a culpar, va a consolarlos.     Más bien ellos son los que van a ponerse tristes. “¿Cómo no nos dimos cuenta?” Fue que Dios obró así, los cegó para que se pudiera cumplir el Programa Divino, y si Dios fue el que lo hizo, entonces Dios no los culpa a ellos y tampoco nosotros los vamos a culpar, fue que tenía que cumplirse la profecía bíblica.     “LA BENDICIÓN DE RECIBIR AL PROFETA DE DIOS.”     La bendición de recibir al profeta de Dios correspondiente a cada tiempo, es una bendición para el pueblo que vive en ese tiempo recibirlo, porque “el que reciba a profeta en nombre de profeta, recompensa de profeta recibirá.”     Y ahora, para nuestro tiempo tenemos grandes bendiciones profetizadas para el Cristianismo y para el Judaísmo y también para el Islam y para toda la humanidad. El Medio Oriente tiene una bendición grande prometida, pero habrá problemas también.     Siempre que hay una bendición prometida de parte de Dios para un tiempo, en ese tiempo hay también problemas, a tal grado que algunas veces al mismo mensajero, el mismo profeta que Dios les envía, algunas veces lo quieren rechazar, algunas veces hasta lo quieren apedrear como hicieron con Moisés.     Por lo tanto, tenemos que ser prudentes y comprender que Dios tiene grandes promesas para nuestro tiempo, y dejar que Dios sea el que obre, el que cumpla esas promesas. Nunca uno atacar el Programa Divino, lo que no entienda ahora, lo entenderá después, dice Cristo a San Pedro, y nunca desviarnos de la Palabra de Dios para el tiempo en que nos toca vivir y tampoco estar de acuerdo con los que se levanten en contra del Programa de Dios o instrumento que Dios tenga para nuestro tiempo, así como fueron fieles a Dios los que no se pusieron de acuerdo con los que estaban en contra de Moisés, sino que se quedaron brazo a brazo con Moisés.     Siempre hubo y por consiguiente habrá problemas de esa clase; si no es la Palabra, no se ponga de parte de lo que no es la Palabra, manténgase con la Palabra, unidos a la Palabra, al Programa Divino. Interpretaciones privadas no son buenas, es buena la revelación divina de parte de Dios para el tiempo en que uno está viviendo. Por lo tanto, manténgase con la Palabra de Dios para nuestro tiempo, hasta que seamos transformados, de ahí en adelante se habrá terminado todo problema.     “LA BENDICIÓN DE RECIBIR AL PROFETA DE DIOS,” así es para todo tiempo en el cual Dios envía un profeta, recompensa de profeta recibirá. Por lo tanto, recibirá la bendición, la revelación divina que Dios da por medio de ese profeta para Dios dar la bendición prometida para ese tiempo.     Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos; ¿en qué generación estamos de la restauración de la Iglesia? En la cuarta generación, en donde se tiene que materializar todas las cosas, porque las personas que estarían en la cuarta generación, y que fueron, surgieron a vida allá en la cuarta generación anterior a nosotros, en nuestros bisabuelos, y ha venido por ahí hasta que se materializó esa simiente divina que estaba allá, se materializó y somos nosotros, todas las bendiciones que estaban allí selladas para ser manifestadas, dadas a nosotros, también tienen que ser hechas una realidad.     Estamos en la generación más gloriosa de la restauración de la Iglesia: la cuarta generación; la misma fue en el tiempo de Moisés; de eso fue de lo que Dios le habló a Abraham: “Y en la cuarta generación volverán acá.”     Ahora, también para el mundo en la cuarta generación viene el juicio divino. Tan sencillo como eso: para unos bendiciones y para otros los juicios divinos. La gran tribulación será en la cuarta generación de la Iglesia del Señor Jesucristo, la generación de oro para la Iglesia pero de juicio divino para la humanidad.     Recuerden que cuando el pueblo salió rumbo a la tierra prometida, fue en la cuarta generación, y ya en la cuarta generación el juicio divino estaba señalado para caer sobre los habitantes que estaban en el territorio que Dios le prometió a Abraham que la daría a él y a su simiente.     El mundo está en la cuarta generación de la Iglesia del Señor Jesucristo y no lo sabe, por eso es que la Escritura en Apocalipsis, capítulo 11, versos 15 en adelante, dice que Dios destruirá a los que destruyen la Tierra; por eso los problemas del medio ambiente, del calentamiento global y todos estos problemas, y con la profecía de que habrá una tercera guerra mundial atómica, que eso en cierta forma afectará a nivel mundial toda la humanidad, el planeta Tierra también, pero va a causar algo bueno: va a enderezar la Tierra, la va a preparar para el milenio, y los volcanes también van ayudar; la lava volcánica se va a regar por el planeta Tierra, y para el Reino milenial el planeta Tierra estará restaurado, fértil, y por consiguiente todo listo para ese Reino del Mesías, que será como volver al Huerto del Edén. Volver al Huerto del Edén el Segundo Adán, Cristo; y la segunda Eva, la Iglesia del Señor Jesucristo.     Y ahí yo voy a estar, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que también tenga la esperanza de estar en ese Reino glorioso del Mesías, del Cristo, prometido para ser hecho una realidad en este planeta Tierra, para lo cual puede pasar acá al frente y estaremos orando por usted.     Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, y los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo, adultos y también jóvenes y niños para recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, para estar dentro del Programa Divino, dentro del Cuerpo Místico de Cristo antes que se cierre la puerta de misericordia; antes que se complete la Iglesia del Señor Jesucristo entrar al Cuerpo Místico de Cristo para estar seguros con Vida eterna en el Reino de Dios.     Los que están en otras naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, y los que se encuentran aquí presentes también pueden venir a los Pies de Jesucristo nuestro Salvador, si todavía no lo ha recibido como Salvador.     Dios tiene grandes bendiciones para todos los creyentes en Cristo para este tiempo final, las bendiciones más grandes están para este tiempo en donde la mayoría no tendrá que ver muerte sino que serán transformados conforme a las promesas divinas.     Si se cumple Su Venida trayendo, viniendo con los santos resucitados, yo voy a ser transformado, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también, y no sabemos en qué año va a ser eso, pero tenemos que estar preparados para cuando ocurra, obtener nuestra transformación y luego estaremos unos 30 ó 40 días aquí en la Tierra estrenando el nuevo cuerpo y después nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Por lo tanto, estemos preparados.     Si recibir profeta en nombre de profeta es una bendición grande y se recibe merced de profeta, cuánto más recibir a Cristo, el profeta más grande de todos: es recibir Vida eterna; el que recibe a Cristo como Salvador recibe Vida eterna.     “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” (Dice Cristo en San Juan, capítulo 5, versos 24 en adelante).     Es asunto de Vida eterna recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. El mismo Jesucristo nos dice en San Mateo, capítulo 10, versos 32 en adelante de la siguiente manera:     “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.     Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”     Si le negamos, Él nos negará; si le confesamos como nuestro único y suficiente Salvador, Él nos confesará delante de nuestro Padre celestial como creyentes en Él que lo hemos aceptado como nuestro Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, como nuestro pariente Redentor, como nuestro único y suficiente Salvador. Por lo tanto, nos conviene recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, confesarlo públicamente como nuestro Salvador.     Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo dentro de algunos minutos. Los que están en otras naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo donde ustedes se encuentran allá en otras naciones. Y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador.     La Escritura nos dice que no hay otro nombre bajo el Cielo dado a los hombres, sino: Señor Jesucristo. No hay otro nombre porque no hay otro Salvador, no hay otro Redentor. Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” (San Juan, capítulo 14, verso 6). No hay otro forma de llegar a Dios, no hay otra forma del ser humano acercarse a Dios, Él es el intercesor entre Dios y el ser humano, Él es el Sumo Sacerdote del Templo celestial, el que intercede por nosotros ante el Padre celestial. “Si alguno ha pecado (dice la Escritura) abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo,” Jesucristo Su Hijo, el Hijo de Dios.     Todavía continúan viniendo más personas que como ustedes quieren vivir eternamente, que como ustedes reconocen a Cristo como el único y suficiente Salvador. En los demás países pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo dentro de algunos segundos.     En algún momento se va a completar la Iglesia del Señor Jesucristo, y luego se cerrará la puerta de la Dispensación de la Gracia, la puerta de la misericordia, y ya después no van a seguir teniendo oportunidad las personas de venir a los Pies de Cristo; eso es de lo que nos habla San Lucas en el capítulo 13, por lo cual es importante recibir a Cristo antes que esto suceda, porque después ya no habrá más oportunidad. Capítulo 13, verso 25 en adelante… capítulo 13, verso 23 en adelante para tener el cuadro claro, dice que cuando Jesús pasaba por un lugar, dice:     “Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:     Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.     Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.     Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste.     Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.”     Vendrá un momento en que ya no habrá oportunidad para recibir a Cristo, porque ya se habrá cerrado la Dispensación de la Gracia, la dispensación de la misericordia. Cuando se cierre la dispensación de la misericordia entonces Cristo estará como Juez, por lo tanto, ahora está como Intercesor, como Sumo Sacerdote, como Cordero, pero va a venir el tiempo en que estará como Juez, como león, como Rey de reyes y Señor de señores.     Vamos a estar en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador, en estos momentos. Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos y con nuestros ojos cerrados los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo esta oración:     Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.     Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Señor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y produzcas en mí el nuevo nacimiento.     Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente, sálvame Señor, hágase una realidad Tu salvación en mi vida. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén     Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.     Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, porque Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:     “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.     El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”     Tan sencillo como eso, porque el ser humano, por cuanto es alma viviente, tiene libre albedrío para creer o para dudar, para ser creyente o para ser un incrédulo, por eso dice: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo, mas el que no creyere (el que sea incrédulo), el que no cree en Cristo como su Salvador, el que no creyere, será condenado,” porque si no cree al Salvador, al que lo va a salvar, entonces será condenado.     Cristo es nuestro abogado, por lo tanto, el creyente en Cristo no es condenado porque Cristo lo salva, Él es nuestro abogado, nuestro intercesor, el cual ofreció, se ofreció a Sí mismo como el Sacrificio de Expiación en la Cruz del Calvario.     El bautismo en agua es tipológico. El agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo.     Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales, tipológicamente, simbólicamente, está siendo sepultada; y cuando es levantada de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es el simbolismo, la tipología, del bautismo en agua, y es un mandamiento del Señor Jesucristo.     El mismo Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista, por lo tanto, Él dice: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”     Recuerden que el Día de Pentecostés, cuando Pedro predicó en el capítulo 2 del libro de los Hechos, luego las personas que lo escucharon fueron compungidos de corazón y preguntan a Pedro y a los apóstoles: “Varones hermanos, ¿qué haremos?” Pedro les dice, lleno del Espíritu Santo, Pedro les dice:     “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.     Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos ( y para los que están cerca); para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”     Y fueron bautizados en el día como tres mil personas, y así fueron añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.     Continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.     Dejo por aquí al reverendo Joel Lara para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.  Que Dios les bendiga y les guarde a todos, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.     En cada país también dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.     “LA BENDICIÓN DE RECIBIR AL PROFETA DE DIOS.”

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