Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes aquí en Lima, Perú; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes (que están presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet) unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Mis saludos para Puerto Rico, allá en La gran Carpa-Catedral de Puerto Rico. Ya hasta donde me han informado, ya están muy adelantados en el proyecto de La gran Carpa-Catedral, el cual está siendo respaldado por Puerto Rico y demás países. Por lo cual estén brazo a brazo con Puerto Rico en ese proyecto tan importante que están llevando a cabo allá, el cual va a ser de bendición no solamente para Puerto Rico y sus habitantes, sino también para toda la América Latina y para el mundo entero; pues en ese proyecto tienen establecidos salones para escuelas bíblicas de niños, de jóvenes y de adultos (damas y caballeros), y también tienen el programa de satélite, transmisiones para diferentes naciones a través del satélite Amazonas. Es una Iglesia que está dando un servicio muy importante en beneficio del Cristianismo y por consiguiente de la paz para el alma de las personas. Así que, todas las personas de la Iglesia allá en Puerto Rico que pastorea el reverendo José Benjamín Pérez y también la junta de directores, estén brazo a brazo con ellos en ese proyecto y en todos los demás proyectos que llevan a cabo allá en Puerto Rico. Yo también respaldo ese proyecto y esos proyectos que ellos llevan a cabo, porque son conforme a las Escrituras en favor del Cristianismo completo y por consiguiente en favor de la familia humana, para que así el ser humano tenga la fe puesta en Cristo como la única esperanza de salvación y Vida eterna, “porque no hay otro nombre bajo el cielo en que podamos ser salvos,” dice el apóstol Pedro en el capítulo 4, verso 12 del libro de los Hechos; porque “Jesucristo es la piedra de fundamento que ha sido colocada,” eso lo dice el apóstol Pedro ahí mismo, en ese mismo capítulo 4, verso 11 del libro de los Hechos, donde dice: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Y toda persona quiere ser salva, quiere vivir eternamente, por lo tanto, con la predicación del Evangelio de Cristo siendo dada y llevada por todas las naciones, a todos los seres humanos; nace la fe de Cristo en el alma de las personas para recibir la salvación y Vida eterna y tener la esperanza de un futuro en el Reino de Dios. Recuerden que Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” (San Juan, capítulo 3, versos 1 al 6). Por lo tanto, La gran Carpa-Catedral es una bendición de Dios no solamente para Puerto Rico sino para todas las naciones y por consiguiente para la familia humana completa. Oren mucho por ese proyecto de La gran Carpa-Catedral que va a ser levantada, construida allá en Puerto Rico. Respalden ese proyecto, al pastor José Benjamín Pérez, a los miembros de la junta directiva y a todos los que trabajan allá en La gran Carpa-Catedral. Y que Dios dé muchas bendiciones en ese lugar y desde ese lugar para todos los seres humanos. Para cuando ya esté levantada esa gran Carpa-Catedral he sido invitado para dictar algunas conferencias. Por lo tanto, yo también estoy deseoso de ver esa gran Carpa-Catedral levantada para estar allí de visita, para estar allí compartiendo con todos los que estarán presentes y los que estarán a través del satélite Amazonas, momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios, del Día Postrero. Así que, Dios les bendiga a todos allá en Puerto Rico, y a todos los que están a través del satélite Amazonas: ministros, iglesias e individuos que creen en Dios, creador de los Cielos y de la Tierra. También un saludo muy especial al reverendo Hugo Rodríguez Mares allá en Topochico, Monterrey, República Mexicana; y a todas las Iglesias y ministros que están reunidos hoy en ese compañerismo, y que continuarán hoy reunidos en ese compañerismo cristiano. Que Dios les bendiga grandemente a todos allá en Topochico, Monterrey, República Mexicana. Para esta ocasión leemos un pasaje de la Escritura donde nos dice el apóstol Pablo en Primera de Corintios, capítulo 3, verso 9 al 15: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego. Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos. Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos. Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.” Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema para esta ocasión es: “JESUCRISTO: EL FUNDAMENTO DE DIOS.” El apóstol San Pablo nos ha dicho que nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto. El capítulo 3, verso 11 de la lectura que tuvimos, dice: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” Y Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos, capítulo 3, verso 8). Por lo tanto, el fundamento de toda la creación es Jesucristo. Por eso el apóstol San Juan hablándonos acerca de Cristo Jesús, nos dice en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.” Y ahora, todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Y luego el verso 14 de este mismo capítulo 1 de San Juan, dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…” Y cuando se hizo carne y habito entre nosotros fue conocido por el nombre de Jesucristo. Ahora, el verso 9 dice, de este mismo capítulo 1 de San Juan, dice: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.” ¿Por quién fue hecho el mundo? Por Jesucristo, el Verbo que era con Dios y era Dios: por eso es que podía decir Jesucristo: “Antes que Abraham fuese, yo soy.” Ahora, el misterio es: ¿cómo era Jesucristo antes de Abraham? Jesucristo es nada menos que el Ángel del Pacto, el Verbo que era con Dios y era Dios, el mismo que le apareció a Moisés y le habló y lo envió a Egipto para la liberación del pueblo hebreo. Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra. El mismo apóstol San Pablo hablando de Jesucristo nos dice en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo…” ¿Quién es el heredero de toda la creación? Jesucristo. “…y por quien asimismo hizo el universo.” ¿Y por medio de quién Dios hizo el universo? Por medio de Jesucristo, el Verbo que era con Dios y era Dios y se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo y fue conocido por el nombre de Jesucristo. Ahora, estamos viendo quién es Jesucristo: es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra. Ahora, veamos un poquito más en este pasaje de San Pablo a los hebreos. El verso 2, dice: “El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…” El resplandor de la gloria de Dios y la imagen de la sustancia divina ¿quién es? La imagen de Dios: Jesucristo, Jesucristo en Su cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo. Recuerden que un espíritu es un cuerpo de otra dimensión. Y ahora, Jesucristo en Espíritu Santo es el Ángel del Pacto, Jesucristo en Su cuerpo teofánico, Jesucristo en Su cuerpo angelical; y en ese cuerpo angelical Jesucristo era primero que Abraham, antes que Abraham y antes que Adán también. Dice la Escritura que era antes de la creación, por Él fueron hechas todas las cosas. Vean, esto es lo que nos dice Colosenses, capítulo 1, versos 13 en adelante. Dice: “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.” La redención es por medio de la Sangre de Cristo, el perdón de pecados es por medio de la Sangre de Cristo y Su Sacrificio llevado a cabo en la Cruz del Calvario. No hay otra forma en que el ser humano pueda obtener el perdón de pecados y no hay otra forma en que el ser humano pueda ser limpio de todo pecado, excepto a través de la Sangre de Jesucristo. Por esa causa es que en medio del pueblo hebreo Dios ordenó al profeta Moisés que estableciera los sacrificios por el pecado como el sacrificio de expiación que se efectuaba en donde se sacrificaba un macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, conforme a Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29. Ese sacrificio de expiación es tipo y figura del Sacrificio de Cristo que sería llevado a cabo más adelante, y por esa causa ya en Israel no se efectúa el sacrificio de expiación del día diez del mes séptimo ¿por qué? Porque ya no tienen templo, ya fue quitado el continuo sacrificio, fue quitado el sacrificio de expiación por el pecado del día de la expiación; y todos los demás sacrificios fueron quitados porque los sacrificios tenían que ser efectuados en el templo; y si no hay templo, pues no hay sacrificio. Es que todo eso corresponde a la Dispensación de la Ley, y ya con el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario se pasó a una nueva dispensación, la Dispensación de la Gracia, en donde el Sacrificio de Expiación para el ser humano es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario bajo un nuevo Pacto, el nuevo Pacto del cual Dios le habló por medio del profeta Jeremías al pueblo hebreo en el capítulo 31, versos 31 al 36, donde dijo: “Yo haré un nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá, no como el pacto que hice con vuestros padres, el cual ellos invalidaron.” Y ahora, hay un nuevo Pacto, por eso es que la noche en que Cristo Jesús estaba tomando la Santa Cena o la pascua, celebrando la pascua, pues era la víspera de la pascua, y estaba comiendo con Sus discípulos, y luego de terminar toma el pan, parte, da a Sus discípulos y dice: “Comed de él todos, porque esto es mi cuerpo (San Pablo dice que por muchos es partido o que por vosotros es partido).” Y luego tomando la copa de vino y dando gracias al Padre da a Sus discípulos y dice: “Tomad de ella todos, porque esto es mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” La Sangre del nuevo Pacto no es de animalitos, sino la Sangre de Jesucristo derramada en la Cruz del Calvario. Ya los sacrificios de animalitos tuvieron su tiempo; en Jesucristo se cumplieron todos los tipos y figuras, se cumplió toda esa tipología de los sacrificios que se efectuaban en el templo y que se efectuaban también en el tabernáculo que construyó el profeta Moisés. Ahora, tenemos en Hebreos, capítulo 13, verso 20 al 21 al apóstol San Pablo hablándonos de la Sangre de Cristo, y diciéndonos: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno.” Y ahora, la Sangre del Pacto eterno es la Sangre de Jesucristo, esa es la Sangre del Pacto Divino. Por eso es también dicho en Hebreos, capítulo 12, verso 24: “A Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.” Y ahora, la Sangre del nuevo Pacto es la Sangre de Cristo, y el mediador del nuevo Pacto, el Sumo Sacerdote del nuevo Pacto es Jesucristo en el Templo celestial, haciendo intercesión por cada persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador. Y ahora, lo que hubo en el templo terrenal, tanto en el tabernáculo que construyó Moisés como en el templo que construyó el rey Salomón, un orden sacerdotal del orden de Aarón. Todo eso es tipo y figura de un orden sacerdotal celestial, el orden sacerdotal de Melquisedec, del cual Cristo es el Sumo Sacerdote de ese Templo celestial. Allá está colocada la Sangre de Cristo sobre el propiciatorio que es el Trono de Dios, y Cristo como Sumo Sacerdote haciendo intercesión por cada persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto, ahora el Templo que está en funcionamiento para la gracia de Dios, la misericordia de Dios ser extendida a los seres humanos, es el Templo celestial con el Sumo Sacerdote de ese Templo celestial que es Jesucristo, y es el mediador del nuevo Pacto en favor de los seres humanos. Por eso Él es el abogado, el intercesor delante del Padre celestial. Por eso es que la Escritura dice: “Si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo.” Él es nuestro Abogado, el que nos defiende ante la presencia de Dios y el que nos declara libres, que no hemos pecado, porque hemos confesado a Cristo como nuestro Salvador, y Él con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y ha regresado con Su Sangre y en Su Sangre los pecados al originador que fue el diablo. Así como usted hecha una gota de tinta en un envase con cloro, ¿y qué pasa? De momento desparece; así sucede con el pecado que la persona confiesa a Cristo pidiéndole perdón, desaparece el pecado, ¿qué sucedió? Volvió a su lugar de origen; así como la tinta volvió a lo que era antes de ser tinta, así es como son remitidos nuestros pecados: a través de la Sangre de Cristo son remitidos al originador que es el diablo. Por lo tanto, teniendo la Sangre del nuevo Pacto, de la cual Cristo dijo: “Esta es mi Sangre del nuevo Pacto.” No hay nuevo Pacto sin sangre. La Sangre de Cristo es la Sangre del nuevo Pacto, es la Sangre del Salvador. Él es el mismo ayer, hoy y siempre, Él es el mismo Ángel del Pacto que se vistió de carne humana al nacer a través de una virgen, la virgen María allá el Belén de Judea. El velo de carne tuvo un tiempo… tenía cuando dijo estas palabras: “Antes que Abraham fuese, yo soy.” (San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58), tendría de 30 a 33 años, por lo tanto, le dicen los judíos: “No tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?” Es como usted decirle a otra persona: “Yo conocí a tu tatarabuelo.” La otra persona le va a decir a usted: “Tú no tienes todavía ni cien años, y mi tatarabuelo vivió hace doscientos o trescientos años, o sea, nos estás mintiendo.” Pero Cristo no estaba mintiendo cuando dijo: “Antes que Abraham fuese, yo soy.” Y había dicho también: “Abraham deseo ver mi día, lo vio y se gozó.” Esto fue cuando Dios visitó a Abraham con Sus dos Arcángeles Gabriel y Miguel el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra, esto está por el capítulo 17 y 18 de libro del Génesis. Por lo tanto, Cristo en Su cuerpo angelical, que es el Ángel del Pacto, visitó a Abraham, y Cristo en Su cuerpo angelical es antes que Abraham, es antes que Adán también y es antes que toda la creación, porque toda la creación fue llevada a cabo, realizada por Dios a través de Jesucristo en Su cuerpo angelical, por Él fueron hechas, creadas todas las cosas, dice la Escritura, y si lo dice la Escritura, sea Dios verdadero y todo hombre mentiroso. Lo dice la Escritura y yo lo creo, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre, Jesucristo es el Ángel del Pacto, el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, y se hizo carne; un velo de carne que fue creado en el vientre de María y nació en Belén de Judea, ese es el templo humano de Dios, la semejanza física de Dios. Pero la imagen de Dios es el cuerpo angelical de Jesucristo llamado el Ángel del Pacto, es un cuerpo espiritual, es de otra dimensión. Recuerden que Cristo dijo en una ocasión: “Todo poder me es dado en el cielo y en la tierra,” y ordenó ir por todas las naciones para hacer discípulos a todas las naciones. Y luego nos dice: “Y yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Pero usted no va a estar buscando a Jesucristo en Su cuerpo físico en medio de cada Iglesia, sino que Él está en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Y ya que se habla del fin del mundo, Él dijo: “Y será predicado este Evangelio del Reino para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.” El Evangelio del Reino fue predicado por Juan el Bautista y por Jesucristo, y luego por los apóstoles del Día de Pentecostés en adelante, se comenzó a predicar el Evangelio de la Gracia. Y será predicado en el Día Postrero, en este tiempo final nuevamente el Evangelio del Reino para testimonio a todas las naciones, donde se estará dando a conocer los misterios del Reino de Dios que va a ser establecido en la Tierra físicamente en medio del pueblo hebreo. Será un Reino judío, el Mesías Príncipe se sentará en el Trono de David y gobernará, reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y Jerusalén será la Capital del mundo, y el Distrito Federal será el territorio de Israel. Por eso es tan importante que toda persona sepa que las bendiciones de Dios han estado viniendo del pueblo hebreo, la salvación vino de los judíos, Cristo mismo dijo: “La salvación viene de los judíos,” le dijo a la mujer samaritana en el capítulo 4 del libro, del Evangelio según San Juan. Y ahora, el que bendiga a Israel será bendito, y el que bendiga también a la Iglesia del Señor Jesucristo será bendito, y el que bendiga a uno de estos pequeñitos miembros de la Iglesia de Jesucristo, será bendito también; pero el que lo maldiga o haga algo en contra de ellos, será maldito. Tan sencillo como eso. Mejor le fuera amarrarse una piedra de molino y tirarse a lo profundo del mar o de la mar, que escandalizar, que serle de problemas a un miembro de la Iglesia del Señor Jesucristo. Por lo tanto, teniendo la Iglesia del Señor Jesucristo a Jesucristo como Su fundamento, que es el único fundamento de Dios para la Iglesia, puede la Iglesia estar esperando todo lo que Dios le ha prometido; y cada persona también creyente en Cristo puede esperar creyéndolo de todo corazón lo que Cristo ha prometido para los que creen en Él. La salvación y Vida eterna Él la ha prometido para los que creen en Él cuando dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna.” Esa es la bendición más grande: la Vida eterna; y con esa bendición en adición vienen otras bendiciones: un cuerpo físico inmortal, incorruptible y glorificado como el cuerpo glorificado que tiene Jesucristo está prometido para los creyentes en Cristo; y eso será cuando se complete la Iglesia del Señor Jesucristo y Cristo resucite a los creyentes en Él que han muerto, los resucitará en cuerpos eternos, cuerpos glorificados, y a los creyentes vivos los transformará, y entonces todos serán iguales a Jesucristo, con cuerpos inmortales, cuerpos jóvenes, cuerpos glorificados como el de Jesucristo nuestro Salvador, para ir luego con Él a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. Por lo tanto, es importante saber que el fundamento de la Iglesia del Señor Jesucristo es uno: Jesucristo, el principal fundamento, como piedra de fundamento; por eso es que cuando en el capítulo 16 de San Mateo Cristo pregunta a Sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo de Hombre?” Unos decían: “Algunas personas dicen que Tú eres Elías o eres alguno de los profetas, o eres Juan el Bautista.” Y Cristo pregunta a Sus discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen ustedes que soy yo?” Pedro le dice: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” –“Bienaventurado eres Simón hijo de Jonás porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos; y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra yo edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Lo que atares en la tierra será atado en el cielo, lo que desatares en la tierra, será desatado en el cielo.” Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella, contra la Iglesia. Por lo tanto, aunque la Iglesia ha pasado por diferentes etapas difíciles, ha permanecido en pie, ha sobrevivido. Para nuestro tiempo también pasará por momentos difíciles, pero prevalecerá, las puertas del infierno que se levantan siempre en contra de la Iglesia del Señor Jesucristo, no van a prevalecer. Por lo tanto, es importante saber que Jesucristo es el fundamento de Dios para la Iglesia. El fundamento de Dios de toda la creación es Jesucristo, y fueron hechas todas las cosas por medio de Él y para Él. Él es el heredero no solamente del Reino de David con los judíos, sino que también Él es el heredero del planeta Tierra completo, porque Él es el Hijo de Hombre heredero del planeta Tierra, para ser el Rey del planeta Tierra completo, y Él es el heredero de los Cielos también, heredero de los Cielos y de la Tierra como Hijo de Dios. Por lo tanto, es importante que sepamos que el fundamento de toda la creación es Jesucristo. Jesucristo es el fundamento también de Su Iglesia, Jesucristo es el fundamento de nuestra fe, de nuestra fe en Dios; Él es el fundamento de nuestra salvación, Él es el fundamento de la redención. Jesucristo es la persona más grande que ha pisado este planeta Tierra, porque Él es la imagen del Dios viviente, el cuerpo angelical de Dios, el cuerpo teofánico de Dios, y se hizo carne y habitó en medio de los seres humanos. En Jesucristo dice la Escritura que estaba la plenitud de Dios, le agradó a Dios que en Él habitase toda plenitud: Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo concentrado en la persona del Señor Jesucristo, el cual decía: “Las obras que yo hago, en Nombre de mi Padre las hago; mi Padre, el Padre que mora en mí, Él hace las obras,” era Dios en Jesucristo realizando aquellas maravillas, aquellos milagros, y hablándole al pueblo hebreo en aquella ocasión. Dios se hizo carne, Emanuel, conforme a Isaías, capítulo 7, verso 14, donde dice: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (que traducido es Dios con nosotros).” Isaías, capítulo 7, verso 14. Y también en San Mateo, también nos habla acerca de ese misterio de Emanuel. En el capítulo 1 de San Mateo, verso 22 y 23 dice… vamos a ver, dice el Espíritu Santo (el Ángel) le dice a José: “Y pensando él en esto…” porque había pensado en dejar a María, capítulo 1, verso 18 en adelante de San Mateo: “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.” Esa fue la primera ocasión en que una joven o una mujer concibe del Espíritu Santo, la primera y única ocasión. “José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David (¿por qué le dice: Hijo de David? Porque José era descendiente del rey David, de la línea de Salomón)… José hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.” Ahí podemos ver que era Emanuel que traducido es Dios con nosotros, Dios visitando al pueblo hebreo y Dios visitando a la raza humana en un velo de carne llamado Jesús. Por lo tanto, ahí tenemos el misterio de Dios el Padre y de Cristo, Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al ser humano, a los humanos, a la humanidad. No hay otra persona que pueda reconciliar al ser humano con Dios, solamente hay UNO, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Todos queremos estar reconciliados con Dios para así obtener la Vida eterna y tener paz para con Dios por medio de Jesucristo; Él es nuestra paz dice San Pablo en Efesios, capítulo 2, versos 11 al 22. Por lo tanto, Él es la cabeza de la familia de Dios, Él es el Salvador del ser humano, el Salvador de todos los hijos e hijas de Dios. Si hay alguna persona que todavía no ha sido reconciliada con Dios y quiere ser reconciliada con Dios para vivir eternamente, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted, para lo cual puede pasar acá al frente para así orar por usted y así usted tener a Jesucristo como el fundamento de su vida, a Jesucristo como el fundamento de su fe, a Jesucristo como el fundamento de su salvación, de su redención. Vamos a dar unos minutos mientras llegan al frente las personas que quieren tener a Jesucristo como su fundamento de salvación y Vida eterna, en su fundamento de fe para así tenerlo como el fundamento de su salvación, de su redención, el fundamento de su vida. En las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pues Dios tiene lugar en Su Reino para todos ustedes que me están escuchando en estos momentos. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Recuerden que Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los cielos.” Por lo tanto, es importante venir a los Pies de Cristo para obtener la salvación y Vida eterna, porque no hay otro Salvador, solamente hay UNO, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Él es el fundamento de la salvación para el ser humano, Él es el Todo suficiente para el ser humano, Él es nuestro único y suficiente Salvador, no hay otro Salvador, no hay ninguna otra persona que le pueda prometer o dar a usted o a mí la Vida eterna, solamente hay UNO, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. En las demás naciones pueden continuar viniendo también a los Pies de Cristo, pueden pasar al frente allá donde ustedes se encuentran en las diferentes iglesias, auditorios o lugares donde se encuentre en estos momentos reunidos, para recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, pues ya han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma, porque la fe viene por el oír la Palabra, el Evangelio de Cristo, y con el corazón se cree para justicia. Ya están creyendo en su corazón para justicia, pero “con la boca se confiesa para salvación,” dice San Pablo en Romanos, capítulo 10. Por lo tanto, es importante confesar públicamente a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Recuerden que Él dijo en San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” Si le confesamos como nuestro único y suficiente Salvador, Él nos confiesa delante de Dios como creyentes en Él que lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador, y el Padre nos da la entrada al Reino celestial y por consiguiente a la Vida eterna. Pero el que le niega, el que no le confiese sino que le niega como su Salvador, Cristo le negará delante del Padre celestial: “Éste no me recibió como Salvador, éste no creyó en mi Sacrificio en la Cruz del Calvario como la Obra de Redención para él y para todo ser humano.” Por lo tanto, no tendrá entrada al Reino de Dios y por consiguiente no podrá vivir eternamente. Recuerden que la Vida eterna es para los creyentes en Cristo. En el Evangelio de la Gracia, en el nuevo Pacto, la Vida eterna es para los creyentes en Cristo. Por eso Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y yo las conozco y yo les doy Vida eterna.” Es para Sus ovejas, para los creyentes en Él que Él ha prometido darles Vida eterna. Todavía vienen más personas de camino, que como ustedes quieren vivir eternamente, quieren tener a Jesucristo como el fundamento único de su vida y de la Vida eterna para cada uno de ustedes. Todavía vienen más personas que han escuchado y han creído de todo corazón, y vienen para dar testimonio público de su fe en Cristo como su único y suficiente Salvador. Mientras continúan pasando los que faltan por llegar, vamos a estar puestos en pie, los que están presentes y los que están también en otras naciones para, dentro de algunos segundos, orar por las personas que están viniendo a los Pies de Cristo para recibirlo como su único y suficiente Salvador. Dios tiene mucho pueblo aquí en la ciudad de Lima, Perú, y en todas las ciudades y en todas las comunidades de la República del Perú, y también en todos los países de la América Latina y del Caribe y también en Norteamérica, también en China, también en Japón, también en Rusia, también en Europa, también en África, en la India, Él tiene muchos hijos, mucho pueblo, y los está llamando en este tiempo final. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando para darte Vida eterna y para con Su Sangre limpiarte de todo pecado, para que así estés justificado delante de Dios, como si nunca en la vida hubieses pecado. Vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Si falta alguna persona por llegar, puede llegar, venir, ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Dios está llamando y juntando Sus escogidos en este tiempo final, los está llamando y juntando en Cristo, Su Cuerpo Místico de creyentes. Todos los que nacen de nuevo, nacen de Cristo y Su Iglesia, nacen en el Reino de Dios y por consiguiente nacen en la Iglesia del Señor Jesucristo. “JESUCRISTO: EL FUNDAMENTO DE DIOS.” Y nadie puede poner otro fundamento del que ya ha sido puesto, Jesucristo es el fundamento de la Iglesia del Señor Jesucristo, Su Iglesia está fundada y fundamentada en Jesucristo, la Roca de los siglos, la Roca inconmovible. Con nuestras manos levantadas en alto y nuestros ojos cerrados, todos los que han venido a los Pies de Cristo y están aquí presentes o en otras naciones, con nuestros ojos cerrados repitan conmigo esta oración: Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente, sálvame Señor, se haga una realidad en mí, la salvación y Vida eterna que ganaste en la Cruz del Calvario para mí y para todo ser humano que Te recibe como Salvador. Sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén. Y con nuestras manos levantadas en alto al Cielo decimos todos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén. Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecado y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Recuerden que Él dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16). Ustedes me dirán: “Escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, creí y he dado testimonio público de mi fe en Cristo recibiéndole como mi único y suficiente Salvador, y ahora quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, porque Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado.’ ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. El bautismo en agua es tipológico, es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo; es un mandamiento del Señor Jesucristo. El mismo Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista. Por lo tanto, en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en la muerte de Cristo, en la sepultura de Cristo y en la resurrección de Cristo. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es el simbolismo, la tipología del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Cuando San Pedro predicó el Día de pentecostés en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 36 en adelante, fueron compungidos de corazón los que escuchaban y le preguntan a Pedro y a los apóstoles: “Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” Y con otras muchas palabras testificaba y les predicaba y les anunciaba el Evangelio; y los que creyeron fueron bautizados y se añadieron aquel día como tres mil personas a la Iglesia del Señor Jesucristo; como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego; y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y cuando Él lo establezca aquí en la Tierra, ahí yo voy a estar, ¿y quien más? Cada uno de ustedes también. Pero si muere físicamente antes de ese tiempo, pues va al Paraíso en cuerpo espiritual y regresará a la Tierra en la Venida del Señor porque Él viene con los santos creyentes en Él, los resucitará en cuerpos glorificados y a los que estén vivos, los transformará; y luego nos iremos con Él a la Cena de las Bodas del Cordero, a la casa de nuestro Padre celestial. Por lo tanto, para el creyente en Cristo luego no hay problema de que qué va a pasar si muere físicamente: va al Paraíso, ¿y qué va a pasar después? Pues regresará a la Tierra en la resurrección, ¿y después qué va a pasar? Va a ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero a la casa del Padre celestial. Tan sencillo como eso. Y después de esa Cena de las Bodas del Cordero que durará tres años y medio ¿qué pasará? Regresaremos a la Tierra en cuerpos eternos glorificados para comenzar el Reino del Mesías en la Tierra y estaremos allá en la tierra de Israel, en Jerusalén con el Mesías. Tan sencillo como eso. Bueno, bien pueden ser bautizados los que han recibido a Cristo como Salvador y están aquí presentes y los que están también en otras naciones, para lo cual dejo al ministro aquí correspondiente, el reverendo Ronald, y en cada nación dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma, indicándoles a los que han recibido a Cristo cómo hacer para ser bautizados en estos momentos en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Que Dios les bendiga y les guarde y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, nuestro fundamento. “JESUCRISTO: EL FUNDAMENTO DE DIOS.”