Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y los que están en otras naciones; que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para esta noche leeremos la Escritura de Primera de Corintios, capítulo 14, verso 8, y el capítulo 15, versos 49 al 58. Primera de Corintios, capítulo 15, verso 49 en adelante, nos dice:
“Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.
Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.
He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”
Que Dios nos llene del conocimiento de este misterio de la Trompeta Final, para lo cual también leemos el capítulo 14, verso 8, porque todos queremos escuchar esa Trompeta, que dice:
“Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?”
“LA VOZ DE LA TROMPETA FINAL.” Ese es nuestro tema para esta ocasión, usando el verso 52, donde dice:
“En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.”
Y que Dios nos abra las Escrituras en esta ocasión, porque todos estamos esperando la transformación de nuestros cuerpos, y los muertos creyentes en Cristo de Edades pasadas, y algunos de nuestro tiempo, están esperando la resurrección en cuerpos glorificados, cuerpos eternos, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, por lo cual es importante estar atentos a esa promesa divina de la Trompeta final que estará sonando en el Día Postrero, el tiempo final.
¿Qué es la Trompeta sonando? Es la Voz de Dios, la Voz de Cristo, hablándole a Su pueblo, a Su Iglesia, en el Día Postrero, así como le habló en Edades pasadas, Cristo por medio de Su Espíritu Santo, a Sus diferentes mensajeros, y luego ellos, ungidos por el Espíritu Santo, le hablaron a Su Iglesia, a la Iglesia del Señor Jesucristo, y así fue como sonó la Trompeta en cada Edad. Fue la Trompeta de la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu Santo en medio de Su Iglesia y a Su Iglesia, hablándole por medio del mensajero correspondiente a cada tiempo.
En Apocalipsis, capítulo 1, nos habla de una Voz de Trompeta para el Día del Señor, y nos dice en el capítulo 1, verso 10 al 11:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último.”
¿Quién es el Alfa y Omega? ¿Quién es el primero y el último? Nuestro amado Señor Jesucristo. Esa Voz o gran Voz como Trompeta es la Voz de Cristo en medio de Su Iglesia hablándole a Su pueblo, hablándole a Su Iglesia.
Al ser una gran Voz como Trompeta es la gran Voz de Trompeta prometida en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 51 al 58; es la misma Trompeta de Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, que nos habla en el Día Postrero. Capítulo 4, versos 13 en adelante, dice:
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen…”
O sea, de los que físicamente han muerto, porque lo que murió solamente es el cuerpo físico, pero ellos en alma y espíritu están viviendo en otra dimensión, que es la sexta dimensión, la dimensión de los ángeles, por eso son como los ángeles, en cuerpos angelicales, cuerpos teofánicos igual al cuerpo de los ángeles, cuerpos que son parecidos a nuestros cuerpos pero de otra dimensión; porque un espíritu es un cuerpo de otra dimensión.
“…para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.”
Los otros que no tienen esperanza son los que no creen en Cristo y mueren sin Cristo, y sus familiares entonces no tienen la esperanza de verlos en la primera resurrección, que es la resurrección en cuerpos eternos, inmortales, glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, en cuyos cuerpos estarán en el Reino de Cristo como reyes, sacerdotes y jueces reinando con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad. Continuamos leyendo, dice:
“…así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.”
O sea que en la Venida del Señor para el Día Postrero también vendrán los creyentes que murieron físicamente en Edades, en tiempos pasados, incluyendo a los apóstoles y los creyentes de aquel tiempo, y los creyentes de cada etapa de la Iglesia hasta nuestro tiempo.
Y los que estén vivos cuando ocurra la resurrección de los muertos creyentes en Cristo, serán o seremos transformados y entonces tendremos el cuerpo inmortal, eterno, glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, el cuerpo que Dios determinó para todos Sus hijos e hijas, del cual el cuerpo de Jesucristo glorificado es el modelo, un cuerpo inter-dimensional; un cuerpo que, como vemos, cuando Cristo resucitó, podía pasar, entrar, a un lugar que estaba completamente cerrado, y luego salir de él, porque pasaba de una dimensión a otra y desaparecía delante de los ojos de los mismos apóstoles.
El cuerpo glorificado es el cuerpo perfecto que Dios tiene predestinado, elegido por Dios desde antes de la fundación del mundo para todos Sus hijos, y entonces todos los creyentes en Cristo que formarían Su Iglesia, serán plenamente a imagen y semejanza de Dios, o sea, a imagen de Dios, que es el cuerpo angelical o espíritu, llamado el Ángel del Pacto; así también el ángel de cada persona es un cuerpo teofánico, un cuerpo angelical de otra dimensión: de la sexta dimensión; y a la semejanza de Dios, que es el cuerpo físico de Jesús, esa es la semejanza de Dios, cuerpo que ya está glorificado desde Su resurrección.
Con la resurrección vino la glorificación, y con la resurrección de los muertos creyentes en Cristo vendrá la glorificación para todos los creyentes en Cristo que partieron, y con la transformación de los vivos que estén en esta Tierra, creyentes en Cristo, que forman la Iglesia del Señor Jesucristo, será la glorificación para todos los creyentes en Cristo.
Y entonces, todos glorificados, con cuerpos eternos, inmortales, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, estaremos como Cristo estuvo, unos cuarenta días con Sus discípulos, estaremos en el cuerpo nuevo (los que vivimos cuando seamos transformados y los que murieron en el cuerpo nuevo, glorificado), estaremos una temporada de unos treinta a cuarenta días, digamos cuarenta días como Jesucristo, y después nos iremos de aquí de la Tierra a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre celestial, como Jesucristo cuando resucitó, luego subió al Cielo, luego de cuarenta días se fue, se sentó en el Trono de Dios, a la Diestra de Dios, y todo poder le fue dado en el Cielo y en la Tierra.
Así también los creyentes en Cristo irán a la Cena de las Bodas del Cordero como está determinado por Dios, la fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo. Así es como los creyentes en Cristo obtendrán la adopción física, que será la redención del cuerpo, en donde el cuerpo obtendrá esa redención de mortal a inmortal, de cuerpos temporales a cuerpos eternos, cuerpos corruptibles a cuerpos glorificados. Eso es lo que tiene nuestro Padre celestial para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también, creyentes en Cristo nuestro amado Salvador.
La gran Voz de Trompeta, hemos visto que es la Voz de Cristo en medio de Su Iglesia en el Día Postrero hablándole y revelándole todas las cosas que deben suceder en el Día Postrero, y dándoles la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Ahí, en ese tiempo, será que Cristo le revelará a Su Iglesia el misterio del Séptimo Sello, así como ha revelado el misterio de los sellos anteriores y la historia de lo que sucedió bajo el tiempo en que fueron abiertos esos sellos; el contenido, el misterio contenido en cada sello es abierto a la Iglesia del Señor Jesucristo.
En el Día Postrero, el Título de Propiedad para Cristo reclamar todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, será tomado por Cristo en Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante; y al tomarlo y abrirlo en el Cielo, reclamará todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa. Y esto será cuando se haya completado la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero, en la Edad o etapa de oro de la Iglesia, la Edad de la Piedra Angular.
Esa es la etapa más gloriosa de todas las etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo, etapa paralela a la etapa en que apareció Cristo dos mil años atrás en esta Tierra, y paralela al tiempo de Noé y al tiempo de Abraham; porque dice el mismo Jesús en el capítulo 24, versos 34 al 39, de San Mateo, y San Lucas, capítulo 17, y capítulo 21 de San Lucas también, versos 25 al 36, que como fue en los días de Noé y como fue en los días de Lot, así será la Venida, la manifestación, del Hijo del Hombre.
Por lo tanto, es el tiempo más glorioso de todos los tiempos del Cristianismo, porque es el tiempo en donde Cristo va a resucitar a todos los creyentes en Él, Cristo viniendo del Cielo ya como León con el Título de Propiedad, traerá, pasará por el Paraíso, la sexta dimensión, resucitará, traerá con Él a todos los que están en el Paraíso en alma y cuerpo angelical, los traerá a la Tierra, les dará el cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como le dio Dios a Adán un cuerpo del polvo de la tierra.
No será el mismo cuerpo físico que tuvo la persona cuando vivió en la Tierra; si llega a recibir el mismo cuerpo, si es resucitado en el mismo cuerpo, tendrá que morir nuevamente, como sucedió con Lázaro, pues Lázaro solamente fue el tipo y figura de la resurrección que será llevada a cabo en el Día Postrero por Cristo a todos los creyentes en Él que han partido.
Ese tiempo glorioso en donde la Venida del Hijo del Hombre, la Venida de Cristo con todos los santos que están en el Paraíso para ser resucitados en cuerpos eternos, para volver a tener cuerpos físicos, pero glorificados, igual al cuerpo físico glorificado de Cristo, será para el tiempo de la Trompeta Final en donde la Iglesia del Señor Jesucristo estará escuchando la Voz de Cristo, la Gran Voz de Trompeta, la Trompeta Final, la misma Trompeta de la cual habla el profeta Isaías en el capítulo 27, verso 13, donde nos dice:
“Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén.”
Es la misma Gran Voz de Trompeta o Gran Trompeta que encontramos aquí, es la misma Trompeta de la cual el mismo Jesucristo habló en San Mateo, capítulo 24, verso 31, donde dice:
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”
Los escogidos de la Iglesia son los creyentes que murieron, que los traerá del Cielo, del Paraíso, para encontrarse con los que están vivos en la Tierra; y cuando los veamos, seremos transformados.
Y en cuanto a los escogidos del pueblo hebreo, pues son ciento cuarenta y cuatro mil, doce mil de cada tribu, que aparecen en Apocalipsis, capítulo 11 y capítulo 7, en donde son llamados y juntados doce mil de cada tribu; y en Apocalipsis, capítulo 14 aparecen nuevamente esos ciento cuarenta y cuatro mil siguiendo al Cordero. O sea, que van a conocer el misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y todo eso por medio de la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final que contiene el misterio de la Primera Venida de Cristo y de la Segunda Venida de Cristo, señalada, Su Venida, para el Día Postrero.
Con gran Voz de Trompeta enviará a Sus Ángeles, a los dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en el Día Postrero para llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu. Esos ministerios primeramente estarán en medio de la Iglesia, porque es el Espíritu Santo el que está en medio de la Iglesia desde el Día de Pentecostés hacia acá, operando los diferentes ministerios correspondientes, como: apóstoles, evangelistas, pastores, maestros, y así por el estilo.
Para el Día Postrero operará el Espíritu Santo los ministerios de los dos Olivos, que son los ministerios de Moisés y de Elías, los cuales el Espíritu Santo los tiene, y como los operó esos ministerios en tiempos pasados en Moisés (el ministerio que operó en Moisés el Espíritu Santo) y también el ministerio que operó en el profeta Elías.
Luego ese ministerio se repitió en Eliseo por segunda vez, luego se repitió en Juan el Bautista por tercera vez, pues Cristo dijo que Elías vendría y restauraría todas las cosas, y dijo que Juan era aquel Elías que habría de venir en aquel tiempo; y luego el Elías que vendrá, que restaurará todas las cosas, es para el tiempo final.
Luego por cuarta ocasión vimos el ministerio de Elías siendo operado por el Espíritu Santo en el reverendo William Branham, y será operado por quinta ocasión en el Día Postrero. Continuará la obra que estaba llevando a cabo en Su cuarta manifestación, la continuará en Su quinta manifestación, así como la obra que estaba llevando a cabo en Elías tisbita la continuó en Eliseo.
Cualquier persona podía decir en los días de Elías tisbita, y luego de Eliseo, decir: “Dios le dijo al profeta Elías que ungiera a Hazael por rey de Siria, a Jehú por rey de Israel, y a Eliseo por profeta en lugar suyo como sucesor.” Y pueden decir: “Solamente se encontró con el último que Dios le mencionó, que fue Eliseo, y después no ungió a Hazael, se le olvidó, y tampoco ungió a Jehú, se le olvidó también.” No, el ministerio de Elías, que pasó a Eliseo (el sucesor), llevó a cabo esa labor, continuó.
Así que, vemos en el ministerio de Elías una continuación, en su primera manifestación en Elías, luego en Eliseo, luego en Juan el Bautista, luego en el reverendo William Branham, el cuarto Elías o cuarta manifestación del ministerio de Elías operado por el Espíritu Santo, y luego en el quinto Elías, en la quinta manifestación del ministerio de Elías veremos el resto; lo veremos primeramente en medio de la Iglesia y después lo veremos en medio de los judíos o con los judíos.
Cuando veamos algo sucediendo entre los cristianos y los judíos, abran los ojos. Cuando veamos un acercamiento entre judíos y los cristianos, y que un ministerio estará siendo usado por el Espíritu Santo, recuerden que está prometido que Elías estará nuevamente por quinta ocasión, ese ministerio operado por el Espíritu Santo en medio de la Iglesia, y después en medio del pueblo hebreo. Eso será lo que atraerá la atención del pueblo hebreo, porque el pueblo hebreo no cree sino a profetas; y tiene la promesa en Malaquías, capítulo 4: “He aquí Yo os envío al profeta Elías, antes que venga el día de Jehová grande y terrible.”
Por lo tanto están esperando a Elías, y ellos saben que Elías vendrá proclamando la paz imperecedera, la paz permanente, para el pueblo hebreo, y la paz permanente prometida en la Escritura para el pueblo hebreo está prometida en el Reino del Mesías; fuera del Reino del Mesías no hay promesa de paz permanente para el pueblo hebreo.
Por lo tanto, veremos el ministerio de Elías operado por el Espíritu Santo en el Día Postrero hablando acerca del Reino del Mesías y de la paz que traerá el Reino del Mesías, y pondrá en orden todas esas promesas para el pueblo hebreo. Y ellos dirán: “Éste es el que nosotros estamos esperando.”
Profeta Moisés estará prometido también, el ministerio de Moisés; cuando Dios promete un profeta para regresar o para tener el ministerio nuevamente, es el ministerio que estuvo en aquel profeta siendo operado nuevamente por el Espíritu Santo en otro hombre, en otro profeta. Tan sencillo como eso.
Por eso es que cuando el profeta Elías fue arrebatado en un carro de fuego, al profeta Elías lo estaba acompañando Eliseo, que era su ayudante. Y fue arrebatado en un carro de fuego, pero ese era el sucesor de Elías tisbita: Eliseo, y Eliseo tomó el manto de Elías, se paró frente al Jordán, que ya se había cerrado, y dice: “¿Dónde está el Dios de Elías?” E hirió al Jordán con el manto de Elías y se abrieron las aguas del Jordán nuevamente. Y los hijos de los profetas que estaban al otro lado dijeron: “El espíritu de Elías ha reposado en Eliseo.” ¿Por qué? Porque donde Elías terminó, comenzó Eliseo el ministerio, o sea que donde Elías terminó, de regreso Eliseo, con el manto de Elías, que representa la Palabra, y hablando esa Palabra también, trajo la continuación del ministerio de Elías. Así será en el Día Postrero con el ministerio de Elías siendo repetido en medio de la Iglesia y luego con el pueblo hebreo.
Los judíos lo van a ver en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero, en la etapa de oro de la Iglesia, la etapa en donde estará la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, la Voz de Cristo, hablándole a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto. Es la misma Voz que en el capítulo 4 le dice a Juan: “Sube acá,” y vamos a leerlo, capítulo 4, verso 1 en adelante, de Apocalipsis, dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta (una Voz como de Trompeta, no es una trompeta literal, sino es una voz como de trompeta.)… y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”
Así también Juan, representando a la Iglesia del Señor Jesucristo, subirá, escuchará esa Voz en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, la Iglesia, los creyentes, escucharán esa Voz, esa Voz celestial, en la etapa celestial de la Edad de la Piedra Angular, y la invitación es a subir, subirán a esa Edad celestial, y después para el rapto subirán al Cielo, a la séptima dimensión, a la Casa del Padre celestial, para la Cena de las Bodas del Cordero.
Pero primero tienen que subir a la etapa que corresponde a la Iglesia del Señor Jesucristo, la Edad de Oro, la Edad de la Piedra Angular, para escuchar las cosas que deben suceder pronto y recibir la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por eso es tan importante la Voz de Trompeta o de la Trompeta Final, la Voz de Cristo, en medio de Su Iglesia. Es la Voz del Espíritu Santo hablándole a Su Iglesia y preparándola para transformarla y llevarla con Él a la Cena de las Bodas del Cordero. Esa misma Trompeta la encontramos aquí en Tesalonicenses (donde todavía les debo una parte aquí), el verso 15 de Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 15 en adelante dice:
“Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios (o sea el mismo Señor Jesucristo), descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”
Son palabras de aliento para todos los creyentes en Cristo que, aunque ven la situación mundial, en todas las naciones, difícil, problemas económicos, problemas políticos, todo tipo de problema, en medio de las naciones, hay, con todo y eso, algo que alienta el alma de cada creyente en Cristo: es la promesa de la Venida del Señor con los creyentes que murieron resucitándolos en cuerpos eternos, y transformando los creyentes que estén vivos, lo cual va a suceder como ha sido prometido.
Por lo tanto, es importante estar escuchando la Voz de Cristo, la Voz del Espíritu Santo, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y así es como se cumplirá la Palabra que está escrita en Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21, donde nos dice:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
O sea, que Él tiene el poder para resucitar a los muertos en Cristo creyentes en Él y para transformar a los que estén vivos y llevarnos con Él a la Cena de las Bodas del Cordero. Él tiene el poder para hacer lo que Él prometió, para que todos seamos a Su imagen y semejanza, para que todos seamos personas glorificadas como nuestro amado Señor Jesucristo: a imagen y semejanza de Dios, y podamos ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
No hay otra forma para ir a la Cena de las Bodas del Cordero, porque para ese lugar, la Casa del Padre celestial, la séptima dimensión, no hay vuelos aéreos, no hay cohetes tampoco que vayan a ese lugar, porque no hay cohetes ni tampoco aviones que vuelen de una dimensión a otra; vuelan en esta dimensión y aún con problemas.
Por lo tanto, la única esperanza para los creyentes en Cristo es la Venida del Señor, para la resurrección de los muertos creyentes en Él, trayéndolos en alma y espíritu para darles cuerpos físicos glorificados, y a los vivos transformarlos. Los carros de fuego que se llevaron al profeta Elías, se llevarán también a los creyentes en Cristo. Será en carros de fuego, carros de fuego que los ángeles llevarán… en donde los ángeles llevarán a todos los creyentes en Cristo.
Hubo ángeles en la resurrección de Cristo, hubo ángeles también en el rapto de Cristo, hubo ángeles también en el rapto o arrebatamiento del profeta Elías, hubo ángeles también en la muerte del profeta Moisés, la Escritura dice que hubo una lucha, pero el Arcángel Miguel se encargó del cuerpo de Moisés.
Así que, la intervención celestial de Cristo con Su ejército de ángeles, va a intervenir para llevar con Él a los creyentes en Él; aun la transformación está ligada a Cristo y los ángeles que están bajo Su mando.
Así que, hay grandes bendiciones para todos los creyentes en Cristo que en el Día Postrero, que en el tiempo final, estarán escuchando la Trompeta Final, que es la Voz de Cristo en medio de Su Iglesia por el Espíritu Santo hablándole todas las cosas que han de suceder pronto.
“LA TROMPETA FINAL.” Hemos visto qué es la Trompeta Final: es la Voz de Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia hablándole todas las cosas que han de suceder, y dándole la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, firmes en Cristo, unidos en el Amor divino, manténgase cada creyente en Cristo escuchando la Voz de Cristo, la Voz de la Trompeta Final.
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último.”
El cual es Jesucristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia hablándole, así como le habló en el tiempo de los apóstoles por medio de Su Espíritu, y usó a los apóstoles y a los diferentes mensajeros a través de la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo; y continúa en medio de Su Iglesia hablándole, esa es la Voz de Trompeta Final para la Iglesia del Señor Jesucristo, la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu hablándole a Su Iglesia.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone, y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y le bautice con Espíritu Santo y Fuego, luego que sea bautizado en agua en el Nombre del Señor, y así puede estar escuchando siempre la Voz de la Trompeta Final, la Voz de Cristo, en medio de Su Iglesia.
Dios tiene mucho pueblo en Cali, en todo el valle, y en toda la bella República de Colombia, y los está llamando en este tiempo final, y tiene mucho pueblo en toda la América Latina y el Caribe, y los está llamando en este tiempo final. Es la Voz de la Trompeta Final, la Voz del Espíritu Santo, la Voz de Cristo, en medio de Su Iglesia.
No hay nada más importante para el ser humano, que la vida, y sobre todo, la Vida eterna, porque todos queremos vivir eternamente. Si es tan bueno vivir en estos cuerpos, cuánto será en un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible, y glorificado, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo, representando de dieciocho a veintiún años de edad; por eso es que no lo conocían Sus propios discípulos luego que ya estaba resucitado, porque en el cuerpo glorificado o cuerpo nuevo, la edad que representará la persona, ese cuerpo, será de dieciocho a veintiún años de edad: la flor de la juventud; eso es lo que Dios tiene para mí, ¿y para quién más? para cada uno de ustedes también.
El Señor Jesucristo dijo: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” O sea, que no le vale de nada ganar mucho dinero, ser multimillonario en la Tierra, y perder el alma; porque el ser humano es alma, eso es lo que es el ser humano: alma, alma viviente, que vive en un cuerpo angelical o espiritual, que es el espíritu de la persona, y vive en un cuerpo de carne en esta Tierra.
Por lo tanto, lo más importante para el ser humano es la Vida eterna, para que así la esperanza de vivir eternamente en un cuerpo eterno, glorificado, igual al cuerpo de Jesucristo, sea firme, sea real, para la persona.
Todos queremos ser iguales a Jesucristo, ser glorificados. Todos queremos vivir eternamente, y todos tenemos la misma oportunidad de obtener la Vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para lo cual se predica el Evangelio de Cristo conforme al mandamiento de Cristo en San Marcos, capitulo 16, versos 15 al 16, en donde Cristo dijo:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Nadie quiere ser condenado, nadie quiere ser echado en el lado de fuego, nadie quiere morir en el lago de fuego, todos queremos vivir eternamente. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo,” por lo tanto vivirá eternamente con Cristo en Su Reino eterno.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, mientras tanto pueden continuar viniendo, y en los diferentes países pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo dentro de algunos minutos.
Todavía veo más personas que vienen porque Cristo los ha llamado acá en lo profundo de su alma, pues el nombre de las personas que vienen a los Pies de Cristo está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida. Esas son las personas que escucharían el Evangelio de Cristo, nacería la fe de Cristo en su alma, y lo recibirían como su único y suficiente Salvador.
Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y con nuestros ojos cerrados, los que están presentes y los que están en otras naciones, oremos:
Padre celestial, en el Nombre del Señor Jesucristo vengo a Ti trayendo todas estas personas que Te están recibiendo, que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador, recíbelas en Tu Reino, dales la entrada a Tu Reino. Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y ahora repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi alma, en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti y de Tu fe en mí, y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente. Señor, haz una realidad la salvación que ganaste para mí en la Cruz del Calvario. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, porque Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón.
Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.
El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. El bautismo en agua es tipológico; en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
El mismo Cristo fue donde Juan predicaba y bautizaba allá en el Jordán, para ser bautizado por Juan el Bautista, y cuando entró a las aguas del Jordán, y Juan lo ve, y le toca el turno a Jesús para ser bautizado por Juan, Juan le dice a Jesús: “¿Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Cristo le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó. Si Cristo necesitó ser bautizado por Juan el Bautista para cumplir toda justicia, cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados en agua en el Nombre del Señor, porque es un mandamiento divino, un mandamiento de Cristo, en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales el ministro, está siendo resucitado a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino. Tan sencillo como eso es el simbolismo, la tipología, del bautismo en agua en el Nombre del Señor, en donde nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Conociendo el simbolismo, la tipología, del bautismo en agua en el Nombre del Señor, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Cristo nuestro Salvador.
Continúen pasando una noche feliz, y dejo con ustedes al reverendo Mauricio Vivas para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor, y en cada país dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LA VOZ DE LA TROMPETA FINAL.”