Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes y todos los que están en otras naciones.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para esta ocasión leemos en Gálatas, capítulo 3, versos 23 en adelante, dice:
“Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.
De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.
Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo,
pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“LA SIMIENTE DE ABRAHAM.” Ese es nuestro tema para esta ocasión.
Ser simiente de Abraham es una bendición muy grande. El apóstol San Pablo nos dice que si nosotros somos de Cristo, “ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” Para poder comprender cómo es posible que una persona sea linaje de Abraham y ni sepa que es linaje de Abraham, y que el apóstol Pablo nos diga que todos los que están en Cristo, todos los creyentes en Cristo, todos los que son de la fe en Cristo y de la fe de Cristo, son linaje de Abraham,
a través de la Escritura nos habla el apóstol Pablo señalando que los que son de la fe, de la fe de Cristo y en Cristo, son hijos de Abraham; dice capítulo 3, verso 6 al 7:
“Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham (o sea, simiente de Abraham).”
A través también de la Escritura el apóstol Pablo nos dice, en Hebreos, nos habla acerca de Abraham y de la simiente de Abraham. En el capítulo 7 de Hebreos, dice, verso 11 en adelante:
“Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?
Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley;
y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar.
Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.
Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto,
no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible.
Pues se da testimonio de él:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec.”
Ahora, tenemos que hay una descendencia de Abraham, una simiente de Abraham; también tenemos que hay un sacerdocio divino, un sacerdocio que no es el de Aarón, sino el de Melquisedec, del cual dice San Pablo que Jesucristo es el Sumo Sacerdote del Orden de Melquisedec. Por lo tanto, hay cosas que leemos en la Escritura que algunas veces no las podemos comprender, que son verdad aunque no las podamos comprender, porque una verdad no es lo que usted puede comprender; no significa que porque no sea comprendida, no sea una verdad.
Ahora, Dios es el Creador de los Cielos y de la Tierra, y antes de crear Dios los Cielos y la Tierra, ¿qué hacía? ¿Dónde estaba y de dónde salió toda la creación? Vino de Dios; y la Escritura dice en Hebreos, capítulo 11, verso 1 al 3, que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
Antes de verse esta creación física, Dios creó lo invisible; la creación invisible es primero, y después de ahí es que surge lo visible.
Dice la Escritura que Dios creó al hombre a Su imagen, había dicho: “Hagamos al hombre conforme a nuestra imagen, a nuestra imagen y semejanza.” Génesis, capítulo 1, versos 26 en adelante, dice:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”
Creó al hombre, al ser humano, a Su imagen, y había dicho que lo haría a Su imagen y semejanza; primero lo crea a Su imagen, esto es: en cuerpo angelical; y luego en el capítulo 2, verso 7, es que le da la semejanza física, y dice:
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”
Luego encontramos que el hombre aparece en la Tierra en un cuerpo de carne, creado, formado, del polvo de la tierra ese cuerpo, pero antes de eso ya estaba a imagen de Dios, en cuerpo angelical.
La imagen de Dios es Su cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, un cuerpo teofánico de otra dimensión, o sea, un hombre de otra dimensión llamado el Ángel de Dios o Ángel del Pacto a través del cual Dios llevó a cabo toda la creación; es llamado también el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas (San Juan, capítulo 1, versos 1 en adelante). Y luego aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros, y ahí es que surge la semejanza física de Dios cuando el Verbo fue hecho carne; así como cuando Adán, que estaba en cuerpo angelical, cuerpo teofánico, a la imagen de Dios, luego fue hecho carne al Dios tomar del polvo de la tierra y crearle un cuerpo físico.
Luego de ese cuerpo físico tomó de su costado y le hizo una compañera a Adán, en quien colocó el espíritu femenino que estaba en Adán, porque antes de eso estaban juntos; Adán era varón y hembra, varón y varona. Y Dios separó el espíritu femenino del espíritu masculino y lo colocó en otro cuerpo físico que creó Dios, que formó Dios, de una parte, de una costilla, de Adán, para luego reproducirse Adán en esta Tierra de acuerdo al Programa Divino; la reproducción estaba establecida para ser llevada a cabo, pero todo tiene que ser conforme al Orden divino.
Todo esto de la creación del universo, en lo cual los científicos están interesados y por lo cual están haciendo estudios para descubrir el origen de la creación, y todos sabemos que el origen de la creación es Dios: Dios a través de Su Espíritu, que es Su cuerpo angelical, llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Dios. Es sencillo saber, conocer el origen de la creación, lo lee en la Biblia y ahí lo encuentra: “En el principio creó Dios todas las cosas,” ahí está el origen de la creación y el que originó la creación. ¿Cómo fue? Por medio del Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, y sin Él nada de lo que fue creado, fue hecho, “todo fue creado por medio de Él y para Él.” Hebreos, capítulo 1, versos 1 al 3, dice: “Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras…” vamos a leerlo directo aquí:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”
¿Cómo es que Dios habla al pueblo? Por medio de un hombre, de un profeta. Un profeta tiene las dos conciencias juntas y por eso estando despierto puede ver en otras dimensiones y puede oír la Voz de Dios y ver a Dios en Su cuerpo teofánico, Su cuerpo angelical.
Muchos vieron a Dios desde el Génesis en adelante, pero también San Juan, capítulo 1, verso 18, dice: “A Dios nadie la vio jamás, el unigénito Hijo que está en el Seno del Padre, Él le declaró, Él le ha dado a conocer.” Entonces ¿lo que veía Adán, también Abel, y también el resto de los profetas de Dios, era a Dios en un cuerpo angelical? Claro que sí: en un cuerpo teofánico, una teofanía, llamada el Ángel de Dios o Ángel del Pacto.
Ese es el Espíritu Santo, porque un espíritu es un cuerpo de otra dimensión, y por eso es que este Ángel del Pacto o Ángel de Dios aparecía en diferentes ocasiones, y los que lo veían decían: “He visto a Dios cara a cara y fue librada mi alma,” dice Jacob en Génesis, capítulo 32, versos 24 al 32, y por eso llamó Peniel el nombre del lugar donde se encontró con el Ángel de Dios.
Es que el Ángel de Dios, que es el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, es la imagen de Dios, el cuerpo angelical de Dios; así como la imagen de cada individuo es su espíritu que es un cuerpo espiritual de otra dimensión, y por eso cuando la persona muere, lo que muere es su cuerpo físico, que es la semejanza física, pero su cuerpo espiritual no muere en ese momento, su cuerpo espiritual es su imagen, la imagen de la persona.
El ser humano no ama a otra persona, no siente afecto bueno o malo por otra persona, en su cuerpo, es en su espíritu, y no planifica, no razona, con el cuerpo, es con el espíritu; porque la razón es uno de los sentidos del espíritu, pues el espíritu tiene cinco sentidos y por consiguiente la persona por medio de los sentidos del espíritu es que razona.
También la imaginación es otro de los sentidos del espíritu de la persona, y por eso se imagina cosas que después las materializa, las lleva a cabo, planifica las cosas, o sea visualiza, con su imaginación visualiza las cosas.
También tiene memoria, que es otro de los sentidos del espíritu; por eso cuando la persona pierde su cuerpo físico, a lo cual le llaman: la muerte, la persona continúa viviendo en la dimensión de los espíritus, ya sea que vaya al Paraíso, al Cielo, si se ha mantenido en la Palabra de Dios, sirviendo a Dios, o va a otro lugar donde tienen que ir los que no servían a Dios; los que no sirven a Dios van a otro lugar. El mismo Jesús lo dijo en la parábola del hombre rico y Lázaro el mendigo, uno fue al infierno, el hombre rico, y el mendigo fue al paraíso, al Seno de Abraham.
Estamos aquí para pasar por una etapa de prueba, como Israel estuvo en el desierto por cuarenta años pasando por una etapa de prueba, y en esa etapa de prueba cada persona mostraría si serviría a Dios o no serviría a Dios; y la persona tiene que permanecer firme sirviendo a Dios, como dicen las personas: en las buenas y en las malas. En Deuteronomio, capítulo 8, verso 1 en adelante, dice:
“Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová (o sea, el Eterno, el Señor) prometió con juramento a vuestros padres.
Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová (o sea, el Eterno, Elohím, el Señor) tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.
Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová (o sea, del Eterno) vivirá el hombre.”
Cuarenta años de prueba; y así es para todo ser humano, tiene un lapso de tiempo en esta Tierra para ser probado, si ha de servir a Dios o no ha de servir a Dios, porque en la eternidad el Reino de Dios cubrirá todo el planeta Tierra y vivirán los que servirán a Dios, los cuales probaron, en los días que les tocó vivir, que servirían a Dios eternamente; si en lo poco eres fiel, en lo mucho Dios te va a colocar porque vas a ser fiel también.
Pero si en lo poco, que es esta vida con pocos años para vivir, y con pocas comodidades, porque hay muchos problemas en la vida terrenal, no solamente en las naciones como naciones sino también en el individuo, problemas físicos, problemas de salud, problemas económicos, problemas familiares, o sea, que es una etapa como la que pasó el pueblo hebreo por cuarenta años en el desierto, para luego entrar a la tierra prometida. Los que se rebelaron en contra de Dios murieron en el desierto.
Y ahora, es importante que sepamos por qué estamos en esta Tierra y sepamos de dónde hemos venido y hacia dónde vamos: hemos venido de la eternidad, estábamos en la mente de Dios y por lo tanto éramos genes del pensamiento divino. A través del tiempo encontramos a Adán y a Eva y encontramos que al pecar perdieron el derecho a la Vida eterna física que ellos tenían pero lo perdieron al pecar, y por consiguiente fue perdido el derecho a vivir eternamente físicamente toda la descendencia de Adán y Eva.
Y esta vida terrenal y temporal que tenemos, la heredamos de Adán y Eva, fue lo único que les quedó: vida temporal, y por consiguiente: juventud temporal, porque al pasar de los años nuestros cuerpos se ponen viejos y luego viene la muerte, pero que mueren de muerte natural, otros por accidentes o por problemas de salud; pero con todo y eso esta vida es buena porque nos da la oportunidad de hacer contacto con Dios a través de la manifestación de Dios por medio de Su Espíritu en medio de Su pueblo para llamar y juntar a todos los que han de vivir eternamente, los cuales entrarían en el programa de Redención, de Salvación.
Todo esto ha estado reflejado en los sacrificios que fueron efectuados del tiempo de Adán hasta el tiempo en que el sacrificio fue quitado del templo de Jerusalén. Habrá un medio, una forma, para el ser humano ser redimido, lo cual ya fue reflejado; estos sacrificios del Antiguo Testamento son tipo y figura del Sacrificio que el segundo Adán, el Mesías, Jesucristo, llevaría a cabo en la Cruz del Calvario.
Para poderse llevar a cabo ese Sacrificio Dios tuvo que cegar a sus propios hijos: el pueblo hebreo, para que no vieran que ese era el Mesías. Gracias a Dios por la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario. Aún todavía Israel como nación no ha visto y no podrá ver hasta cierto tiempo que Jesús es el Mesías que tenía que venir para efectuar el Sacrificio de Expiación por el pecado como estaba profetizado.
Por lo tanto, nadie tiene que enojarse contra el pueblo hebreo porque sucedió lo que tenía que suceder para llevarse a cabo el Sacrificio de Expiación por los pecados de Israel y por los pecados de todo ser humano. Isaías, capítulo 53, versos 3 en adelante para no leer mucho, dice:
“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová (o sea, el Eterno, el Señor) cargó en él el pecado de todos nosotros.”
Recuerden que en los sacrificios, por ejemplo, del macho cabrío, de expiación el día diez del mes séptimo de cada año en la fiesta de la Expiación, el macho cabrío de la expiación y el otro macho cabrío sobre el cual eran confesados los pecados del pueblo por el sumo sacerdote, ese macho cabrío llevaba lejos los pecados del pueblo; todo eso es tipo y figura de Cristo que tenía que morir llevando nuestros pecados, tomando nuestros pecados, y llevándolos lejos, o sea, retornándolos al que originó el pecado, que fue el diablo, Satanás o Lucero, como le quieran llamar; porque la Sangre de Cristo desintegra el pecado y por consiguiente lo regresa a su origen y originador, que es el diablo.
El pueblo hebreo quedaba reconciliado con Dios y en paz por un año, el próximo año se tenía que efectuar el sacrificio de expiación nuevamente, porque los sacrificios de animalitos no son perfectos porque los animales no tienen alma, solamente ellos tienen cuerpo y espíritu, pero no tienen alma. Es el ser humano el que tiene alma: Dios hizo al ser humano alma viviente.
Y ahora, por eso el ser humano ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios, es lo más grande de la creación el ser humano; por eso es que la semejanza de Dios es un cuerpo humano llamado Jesús, el cual tomó nuestros pecados, Dios cargó en Él todo el pecado del ser humano, y tuvo que morir a causa de nuestros pecados.
Si Él no moría, todos los seres humanos tenían que morir porque aquel tiempo era tiempo de juicio divino para la humanidad, “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva,” muchos hijos e hijas de Dios llevaría Cristo, el grano de trigo, el cual y del cual saldría la planta de trigo que es Su Iglesia, a través de la cual se reproduciría en muchos granos de trigo, en muchos hijos e hijas de Dios.
Él es el segundo Adán y por consiguiente Su Iglesia es la segunda Eva. Una nueva raza, una raza con Vida eterna está siendo creada, de la cual Jesucristo es el primero, es la cabeza, y es el que está reproduciéndose en muchos hijos e hijas de Dios, hijos que primero obtienen la imagen de Dios, que es el cuerpo angelical, espiritual; al recibir el Espíritu Santo están recibiendo un cuerpo espiritual en la creación de esta nueva raza con Vida eterna que viene por medio del segundo Adán que es Jesucristo y que también es el Hijo de David.
Por lo tanto, la Casa de David, la Familia de David, que está siendo formada, creada, y de la cual dice la Escritura que “Cristo con Su Sangre nos limpió de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes y reinaremos con Cristo por mil años,” es una nueva raza con Vida eterna, son los hijos e hijas de Dios que Adán y Eva tenían que traer a vida, pero por causa del problema que hubo allá han estado viniendo a vida desde los días de Jesucristo hacia acá.
Y por cuanto Jesucristo es según la carne descendiente del rey David, porque nació a través de una joven llamada María, una virgen descendiente del rey David y por consiguiente de la tribu de Judá, y por consiguiente en cumplimiento de Isaías, capítulo 7, verso 14:
“He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo (un niño), y llamará su nombre Emanuel (Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros).”
Y así surgió la semejanza física de Dios en este planeta Tierra como descendiente del rey David y por consiguiente como un judío, y es una bendición para Israel que el segundo Adán apareciera con nacionalidad hebrea o judía, y como descendiente del rey David. Él es el amado, el David.
Recuerden que luego del rey David, el nombre David se convirtió también en título del rey descendiente de David que en cada tiempo estuviera gobernando, así como el César luego vino a ser el título de los diferentes emperadores romanos, aunque el nombre de pila de cada uno de ellos fuera otro, pero el título era el César; como en Egipto: mientras estuvo el imperio allá en Egipto, el título del rey, del emperador, era: el Faraón.
Y ahora, la generación del primer Adán la podemos ver en la Biblia, y la generación del segundo Adán son los creyentes en Cristo de cada etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual ha tenido diferentes etapas; por ejemplo tenemos allá la generación del tiempo de los apóstoles, tenemos también la generación de San Pablo en Asia Menor, y así también por el estilo tenemos diferentes generaciones del Cristianismo, tenemos diferentes generaciones de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Tenemos la generación de la etapa de Ireneo, tenemos la generación de la etapa de Martin, tenemos la generación de la etapa de Colombo, tenemos la generación de la etapa de Lutero, tenemos la generación de la etapa de Wesley, tenemos la generación de la etapa pentecostal o etapa del reverendo William Branham; son diferentes generaciones de la Iglesia del Señor Jesucristo en donde Dios ha llamado y ha juntado todos los que entrarían a formar parte de Su Iglesia, los que recibirían a Cristo como Salvador en cada una de esas etapas.
Y esto también está reflejado en Isaí y los hijos de Isaí, el cual tuvo ocho hijos, ocho generaciones, y de la octava generación surgió, Dios trajo a vida terrenal, el que sería conforme al corazón de Dios, el amado: David, lo cual significa: Amado, el que sería también profeta, porque David era profeta y por lo tanto, siendo conforme al corazón de Dios, Dios transmitía los pensamientos de su corazón al corazón de David, y David los llevaba a cabo.
Fue el ungido de Dios como rey sobre todo Israel, lo ungió el profeta Samuel. Saúl fue desechado por Dios porque no hizo conforme a la voluntad de Dios. Saúl también fue un rey en la permisiva voluntad de Dios; David fue un rey en la perfecta voluntad de Dios. Saúl fue un rey conforme al deseo del pueblo, el cual pidió un rey. David fue un rey dado por Dios.
Y ahora, a través de las diferentes etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo, la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles ha tenido siete generaciones, y en este tiempo final corresponde a la octava generación de hijos e hijas de Dios, de Cristo, el Hijo de David, del segundo Adán. La generación final, que será la octava generación, será la que y en la cual se van a materializar las promesas correspondientes al tiempo final, y será la generación en donde se va a entrelazar la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia; y en donde se va a entrelazar Israel con el programa que Dios estará llevando a cabo en medio de la octava generación de hijos e hijas de Dios que vienen por medio del segundo Adán y la segunda Eva, que vienen de Jesucristo, el Hijo de David.
Es en este tiempo final donde esa octava generación estará surgiendo y en donde se va a cumplir la Venida del Mesías como Rey de reyes y Señor de señores, como Hijo de David, y ahí es que vendrá la bendición, no solamente para los creyentes en Cristo, sino también para el pueblo hebreo, para los judíos.
Los creyentes en Cristo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo están ligados a las cosas celestiales, a las bendiciones celestiales, a todas las cosas celestiales, y han estado naciendo de nuevo, naciendo en el Reino de Dios, a Vida y con Vida eterna; es una nueva raza que Dios está creando, a la cual pertenecen todos los creyentes en Cristo. Esta nueva raza ya tiene salvación en su alma, ya ha recibido la redención del alma, tiene Vida eterna, y les falta recibir la redención del cuerpo, la adopción del cuerpo, que es la glorificación del cuerpo, que es recibir la Vida eterna física, para lo cual habrá una transformación para los que están vivos: serán cambiados en sus átomos y por consiguiente tendrán cuerpos eternos, inmortales, jóvenes, glorificados, iguales al cuerpo glorificado que tiene Jesucristo, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo. Y los creyentes en Cristo que murieron serán resucitados en cuerpos eternos, cuerpos inmortales, para vivir jóvenes en el Reino de Dios, vivir por toda la eternidad.
Esta raza con Vida eterna va a estar ayudando a Israel en todo momento, porque ayudar a Israel significa ayudar a toda la humanidad. Si hay paz en Israel, hay paz en el mundo entero, si hay guerra en Israel, hay guerra en el mundo entero.
Por lo tanto, las promesas para la era mesiánica son de paz para Jerusalén y para todo Israel, y de ahí saldrá para todas las naciones la paz, porque el Mesías Príncipe, el Hijo de David, gobernará, reinará, sobre Israel y sobre todas las naciones, Su Reino será mundial; y por cuanto estará Su Trono en Jerusalén y el Distrito Federal será todo el territorio de Israel, entonces es un Reino judío que se estará llevando a cabo, que estará obrando a nivel mundial.
El apóstol Pablo nos dice en Romanos, capítulo 4, verso 13:
“Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo (vean, la promesa es que Abraham o su descendencia será heredero del mundo, la descendencia de Abraham), sino por la justicia…”
Y ahora, la descendencia de Abraham, el cual es el Mesías como Hijo de Abraham, se sentará en el Trono de David, restaurará el Reino de David, gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Por lo tanto, la administración será desde Israel. Por lo tanto, los judíos tienen una bendición muy grande en el Reino del Mesías.
Y ahora, la octava generación de Cristo, el Mesías, del segundo Adán, del Hijo de David, será paralela a David como octavo hijo, el cual subió al Trono. Es para el tiempo de la octava generación, que corresponde a la etapa de oro de la Iglesia o Edad de Piedra Angular, que todas las bendiciones correspondientes al Día Postrero para los creyentes en Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, y para los judíos, van a ser una realidad.
Dios ama a Israel, y Dios dice: “Israel es mi hijo, mi primogénito.” Por lo tanto, Israel es el modelo, la nación modelo, el pueblo modelo para que todas las demás naciones sean como Israel, y el que bendiga a Israel será bendito, y el que maldiga a Israel será maldito, y esto es así para individuos como también para naciones.
Viene un tiempo, vienen días maravillosos, para los creyentes en Cristo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo en la octava generación de la Iglesia, y para los judíos. Cuando llegue el momento en que ocurra la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de los vivos, entonces es que Israel va a comprender lo que sucedió en los días de Jesús. Zacarías dice que habrá llanto en Israel, en Jerusalén, preguntando: “¿Qué heridas son estas?” Él les va a explicar lo que sucedió y que fue para beneficio de Israel y de toda la humanidad, como José en Egipto les dijo a sus hermanos cuando se reveló a ellos, se dio a conocer: “No les pese haberme vendido, fue Dios el que obró esto para la preservación de vida.”
Y para la preservación de la vida humana fue que Dios guió todas las cosas para que Jesús fuera rechazado y fuera crucificado llevando los pecados del ser humano, y así la familia humana no tuviera que morir por sus pecados.
A través de toda la Biblia están los tipos y figuras de todo lo que sucedería. Tenemos que ver que hay un Orden celestial y un orden terrenal, y tenemos que ver que la Iglesia del Señor Jesucristo pertenece al Orden celestial e Israel pertenece al orden terrenal. Ambos tienen una bendición grande, por lo tanto, ambos tienen que amarse y ayudarse el uno al otro, ambos son simiente de Abraham.
Y para este Día Postrero, para este tiempo final, la octava generación de la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles va a estar llena de descendientes de Abraham según la carne también, lo sepan o no lo sepan las personas, y no se sabe qué porciento de descendientes de Abraham según la carne estarán en la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final.
Si es un cincuenta por ciento, está bueno; si es un setenta y cinco está mejor; si es un noventa por ciento mucho mejor; si es un noventa y nueve por ciento mucho mejor; y si es un ciento por ciento, mucho mejor: si es ciento por ciento entonces sería una Edad judía ciento por ciento en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Pero no es necesario buscar porcientos, buscar números, lo importante es creer en nuestro amado Señor Jesucristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, para que así nuestros pecados sean quitados, sean limpiados con Su Sangre, y seamos justificados y quedemos como si nunca en la vida hubiésemos pecado, y así ser parte del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, de los cuales dice San Pablo que son hijos de Abraham, simiente de Abraham.
Es la simiente de Dios, los descendientes de Dios, según nos dice San Pablo en Efesios, capítulo 2, porque un descendiente de alguien, es un hijo de esa persona, y los hijos de Dios, pues son hijos de Dios; son por consiguiente descendientes de Dios y por eso le pueden llamar: “Padre nuestro que estás en los Cielos.”
La Escritura dice: “Y me llamaréis Padre mío.” “A la no amada…” de Oseas, capítulo 1, versos 7 al 11, dice: “Donde fue dicho: vosotros no sois mi pueblo, les será dicho: Vosotros sois pueblo mío,” y por consiguiente hijos e hijas de Dios.
La Iglesia comenzó con judíos, encabezada por el mismo Jesucristo allá, descendiente del rey David y heredero al Trono; por eso el Ángel Gabriel al aparecerle a la virgen María, dice que Dios le ha dado el Trono y que Él se sentará en el Trono de David su Padre y reinará sobre Israel para siempre.
Así como Jesucristo es simiente de Abraham, también lo son todos los creyentes en Cristo, porque Cristo ha estado creando una nueva raza con Vida eterna, primero Vida eterna espiritual, y en el Día Postrero les va a dar la Vida eterna física también.
“LA SIMIENTE DE ABRAHAM.”
Esa es la simiente celestial que viene por Cristo, descendiente de David y descendiente por consiguiente de Abraham. En cuanto a la parte física de la simiente, lo dejamos quieto por ahora, porque en otra ocasión hablaremos de la parte física, porque puede para este tiempo final ser tan grande el número de los descendientes de Abraham físicamente, que hasta puede llegar al ciento por ciento.
Por eso es que la Iglesia del Señor Jesucristo está esperando la Venida del Mesías como también Israel está esperando la Venida del Mesías. En otra ocasión hablaremos acerca de la Venida del Mesías, lo cual va a ser muy sencillo ese evento; ese evento va a ser muy sencillo conforme a la Escritura.
Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos. Recuerden: octava generación está ligada a Edad de Oro de la Iglesia, Edad de Piedra Angular, para la venida de la Piedra Angular, la Piedra no cortada de mano humana, que vio el rey Nabucodonosor y le interpretó el profeta Daniel en el capítulo 2, versos 30 al 45 del libro del profeta Daniel.
Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, el tiempo en que el Espíritu de Dios que salió del templo, pues ya no hay templo allá en Israel, no está el templo, la presencia de Dios estaba en el templo sobre el Propiciatorio, sobre el Arca del Pacto; salió la presencia de Dios y ha estado viajando por el mundo entero en las diferentes etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo, pero va a regresar la presencia de Dios a Israel. En el libro de Ezequiel, capítulo 37, versos 1 al 14, está la forma en que regresará el Espíritu a Israel, y luego en el mismo capítulo 37, versos 15 al 29 de Ezequiel, está la restauración del Reino de David y el pacto de paz que habrá de Dios con Israel.
“LA SIMIENTE DE ABRAHAM.”
El Mesías según la carne es un descendiente de Abraham, y los que forman la Iglesia del Señor Jesucristo son descendientes de Abraham por la fe en Cristo, el cual está realizando una nueva creación con Vida eterna.
“LA SIMIENTE DE ABRAHAM.”
Ellos son los que escucharán la predicación del Evangelio de Cristo, nacerá la fe de Cristo en su alma y lo recibirán como único y suficiente Salvador, esa es la descendencia de Abraham que vendría a formar el Cristianismo, aunque otros descendientes de Abraham según la carne no lo hayan recibido.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, y produzca en usted el nuevo nacimiento y lo haga una simiente de Abraham por medio del nuevo nacimiento.
En los diferentes países que están a través del satélite Amazonas o de internet, también pueden venir a los Pies de Cristo para recibirlo como único y suficiente Salvador. Vamos a dar unos minutos mientras en los diferentes países vienen a los Pies de Cristo nuestro Salvador.
Cristo tiene mucho pueblo, mucha simiente de Abraham, en todas las naciones, y los está buscando para colocarlos en Su Reino. Todo este misterio de la simiente de Abraham se va a abrir gradualmente y plenamente para el Cristianismo y también para el Judaísmo.
Hay una bendición grande para los judíos en este tiempo final; lo que están esperando los judíos primero lo va a ver la Iglesia del Señor Jesucristo, y los judíos lo van a ver en la Iglesia del Señor Jesucristo, y van a decir: “Esto es lo que nosotros estamos esperando;” porque la Iglesia del Señor Jesucristo va a estar escuchando la gran Voz de Trompeta o Trompeta Final que es el mensaje final de Dios, el mensaje del Evangelio del Reino, y esto le dará la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; y esa Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta es la misma Gran Trompeta de Isaías, capítulo 27, verso 13, que será para llamar y juntar a los judíos, a los hebreos.
Habrá también un recogimiento grande de ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu; así que las tribus y los representantes de esas doce tribus estarán presentes escuchando la Gran Trompeta que es la Voz de Dios hablándoles el mensaje del Evangelio del Reino, el mensaje que está prometido para el Día Postrero, y van a reconocer esa Voz, ese mensaje, en su debido momento.
Primero le toca a la Iglesia del Señor Jesucristo escuchar esa Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final para recibir la fe para ser transformados y los muertos ser resucitados, eso es para recibir la fe para la redención física, e Israel la escuchará para recibir la fe para la redención física de Israel. ¿Ven?
Así que podemos ver que todo eso está prometido y eso es lo que Dios estará haciendo en este tiempo final; por ejemplo tenemos el caso (mientras siguen pasando al frente en diferentes países)… tenemos en la Escritura una profecía muy grande que nos habla de que la Ley saldrá de Sión, y la Ley salió del Sinaí; la Ley escrita en piedras, tablas de piedra, salió del Sinaí, donde el Ángel de Dios, el Ángel del Pacto, Dios en Su Ángel, Dios en Su cuerpo angelical, Dios en Espíritu, escribió la Ley en dos tablas de piedra, la Ley del Pacto.
Pero ahora Dios dijo que habrá un nuevo Pacto, que dará un nuevo Pacto a Israel y a Judá, Jeremías, capítulo 31, verso 31 al 36; ese nuevo Pacto sale de Sión, Jerusalén, ahí comenzó el nuevo Pacto, la Sangre del nuevo Pacto fue derramada en la Cruz del Calvario, y ahí salió el nuevo Pacto para Israel y todas las naciones, y la Sangre del nuevo Pacto es la Sangre de Cristo derramada en la Cruz del Calvario según nos dice Cristo mismo en el capítulo 26, verso 26 al 29, de San Mateo, en la última cena da pan a Sus discípulos y les dice: “Comed de él todos, este es mi cuerpo.”
O sea, el pan tipifica el cuerpo de Cristo, y luego toma la copa de vino y dando gracias al Padre da a Sus discípulos diciendo: “Tomad de ella todos, porque esta es mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” En el vino está tipificada la Sangre de Cristo, la Sangre del nuevo Pacto, y todo eso sale de Sión, de Jerusalén.
Y Sión en términos espirituales también significa o tipifica la Iglesia del Señor Jesucristo, es el Monte de Sión espiritual, y ahí Él ha estado gobernando la vida de todos los creyentes en Él, reinando sobre la vida de todos los creyentes. Pero en lo literal Él va a estar también, y Su Trono, allá en Sión, en Jerusalén.
Así que la Ley del nuevo Pacto salió ¿de dónde? De Sión, la Ley del primer pacto salió del Sinaí, ¿ven? No hay ninguna contradicción, y la Palabra de Dios, del Señor, ¿sale de dónde? De Jerusalén. La Palabra del Señor saldría de Jerusalén, comenzó a predicarse en Jerusalén y de ahí por todas las naciones, comenzando en Jerusalén, Samaria, Judea y todas las naciones.
Así es la predicación del Evangelio de Cristo, la Palabra del Señor saliendo de Jerusalén, eso lo pueden buscar y lo encontrarán en Isaías, y por ahí por Miqueas, por Miqueas también encontrará algo relacionado…
Es importante saber, conocer, todas estas cosas, y el tiempo que nos ha tocado vivir a nosotros es el tiempo más glorioso de todos los tiempos, el tiempo profético en donde más bendiciones están prometidas para todos los creyentes en Cristo, el tiempo en que muchos de los que están vivos podrán alcanzar la transformación si no se tarda mucho ese momento.
Estamos en la octava generación de la generación de Jesucristo, de las generaciones de Jesucristo. Por lo tanto, estamos más cerca de lo que nosotros nos imaginamos, estamos tan cerca que ya podemos ver las señales por todos los lugares moviéndose. Miqueas 4:2, dice:
“Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová (o sea, el Monte del Eterno), y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.”
Y ya aquí nos habla también del milenio que ha de venir, en donde habrá grandes bendiciones para todo Israel, eso nos habla del Reino del Mesías. Capítulo 2 de Isaías, verso 1 en adelante, dice:
“Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén.
Acontecerá en lo postrero de los tiempos (o sea, que eso es para el tiempo final), que será confirmado el monte de la casa de Jehová (o sea, de la Casa del Señor) como cabeza de los montes…”
Cabeza de todas las naciones, cabeza de todos los reinos, será Jerusalén y será Israel, o sea, que el Distrito Federal a nivel mundial será Israel, y la Capital será Jerusalén; Dios prometió que si Israel guardaba la Palabra de Dios, hacía conforme a la voluntad de Dios, sería cabeza y no cola, pero si no, sería cola y no cabeza:
“…y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones.
Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová (o sea, al Monte del Eterno, el Monte del Señor), a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová (o sea, la Palabra del Señor).
Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.”
¿Ven? Porque el Reino del Mesías será un Reino de paz, y ahí será que el Mesías establecerá para todas las naciones las Leyes del Reino del Mesías, y ahí será también en donde solamente habrá una sola forma de creer en Dios; no habrá muchas religiones, capítulo 14 de Zacarías, verso 9, dice:
“Y Jehová (o sea, el Señor) será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová (o sea, el Señor) será uno, y uno su nombre.”
Y esa es la victoria del Dios de Israel, un solo Dios, una sola enseñanza, ¿de que habrá una sola enseñanza religiosa? Claro que sí, no habrá muchas enseñanzas relacionadas a Dios, solamente una, y estará saliendo de Jerusalén, porque ahí estará el Ministerio de Economía, de Finanzas, estará el Ministerio de Educación, y en la educación está incluido la parte religiosa, y todos los demás Ministerios, el de Agricultura estará ahí también, de ahí saldrá la enseñanza de todas las cosas para Israel y para todas las naciones. Así está señalado que será en el Reino del Mesías. Dice en Habacuc, capítulo 2, verso 14:
“Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová (o sea, de la gloria del Señor, de la gloria del Eterno), como las aguas cubren el mar.”
Isaías, capítulo 11, verso 9, también nos habla así cuando nos habla del Reino del Mesías; en el capítulo 11, verso 9 al 10, dice:
“No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová (o sea, del Eterno), como las aguas cubren el mar.
Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa.
Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová (o sea, el Eterno, Elohím, el Señor) alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar.
Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra.”
Eso está prometido para Israel, y será de beneficio para toda la humanidad, y de eso mismo habla… de ese mismo tema habla Isaías, capítulo 27, verso 13, dice:
“Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta (¿ven? Con gran trompeta, esa es la Gran Voz de Trompeta), y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén.”
La forma en que Dios llamará a los desterrados y a los esparcidos será con gran trompeta, es la trompeta de la Fiesta de las Trompetas de Levítico, capítulo 23, versos 24 en adelante, la Fiesta de las Trompetas se hará una realidad. Y vamos a dejarlo ahí porque todo eso está ligado a la Fiesta de las Trompetas, lo que tiene que ver con Israel, y a la Fiesta de la Expiación y luego la Fiesta de las Cabañas o de los Tabernáculos que corresponde en su cumplimiento al Reino milenial del Mesías.
Vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en diferente naciones, vamos a estar puestos en pie:
Padre nuestro que estás en los Cielos, vengo a Ti con todas estas personas que han recibido a Cristo como Salvador en estos momentos. Te ruego los recibas en Tu Reino, Padre celestial. En el Nombre del Señor Jesucristo te lo ruego.
Y ahora repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado; te recibo como mi Salvador, y te ruego que produzcas en mí el nuevo nacimiento, me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. En Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo te lo ruego, para quien sea la gloria y la honra por los siglos de los siglos. Amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Pues Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Por cuanto ustedes han creído en Cristo como vuestro Salvador, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, recordando que el bautismo en agua no quita los pecados, sino que es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, el bautismo en agua es tipológico.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultada. Y cuando es levantada de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Así que bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador, y nos vemos el próximo domingo Dios mediante.
Con nosotros dejo al reverendo José Benjamín Pérez, y en cada nación dejo al ministro correspondiente para que les indique cómo hacer para ser bautizados los que han venido a los Pies de Cristo en diferentes lugares.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LA SIMIENTE DE ABRAHAM.”