La venida del Mesías

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes, y los que están en diferentes naciones; que las bendiciones de Cristo, al Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Para esta noche leemos en Romanos, capítulo 11, verso 25 en adelante, y también en Isaías, capítulo 59. Leamos aquí, Romanos, capítulo 11 donde dice, verso 25 en adelante:

“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;

y luego todo Israel será salvo, como está escrito:

Vendrá de Sion el Libertador,

Que apartará de Jacob la impiedad.

Y este será mi pacto con ellos,

Cuando yo quite sus pecados.

Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“LA VENIDA DEL MESÍAS,” es nuestro tema para esta ocasión.

La Venida del Mesías es el evento más grande prometido para el cristianismo y también para el pueblo hebreo, y por consiguiente para toda la humanidad. No hay otra promesa, no hay otro evento profético más grande que la Venida del Mesías para el Día Postrero.

El Día Postrero es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá. “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día,” dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y también el Salmo 90, verso 4.

Y ahora, conscientes de que no hay otro evento más importante que la Venida del Señor para el Día Postrero, y que el Día del Señor no es otra cosa sino el tercer milenio de Cristo hacia acá o séptimo milenio de Adán hacia nuestro tiempo; ahora, siendo que no hay otra cosa más importante para los creyentes en Cristo, es importante tener nuestros ojos bien abiertos, porque esa promesa divina tiene que ser cumplida en el Día Postrero.

El Salmo 90, verso 4 está correcto, estaba revisándolo aquí, y Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8. Y para tener más claro que el Día Postrero es el séptimo milenio de Adán hacia acá: Así como el día postrero de la semana es el séptimo día, el sábado, y los días postreros de la semana son jueves (que es el quinto día de la semana), viernes (que es el sexto día de la semana) y sábado (que es el séptimo día de la semana), los cuales son tipo y figura también de los tres milenios postreros: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.

La promesa de la Venida del Señor, de la Venida del Espíritu Santo, dice Joel, capítulo 2, que es para los días postreros; y desde los días de Jesús y los apóstoles, desde el Día de Pentecostés, Dios ha estado derramando de Su Espíritu Santo sobre toda carne que ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador; porque los días postreros son los milenios postreros, para Dios derramar de Su Espíritu Santo sobre toda persona que recibe a Cristo como único y suficiente Salvador.

El mismo Pedro y San Pablo, hablando de los días postreros como los milenios postreros. Por ejemplo, tenemos a San Pablo en Hebreos, capítulo 1, hablándonos de esto y diciéndonos de la siguiente manera:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”

¿Cuándo dice San Pablo que Dios habló por medio de Su Hijo Jesucristo? Dice que “en estos postreros días” en el tiempo de los apóstoles, y han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá; así que los días postreros no se refiere a días de 24 horas, sino a días de mil años cada Día; a milenios, Día milenial cada día de los tres días postreros o tres milenios postreros.

“…el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…”

La imagen de Dios ¿cuál es? Cristo en Su cuerpo angelical, llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Dios que liberó al pueblo hebreo por medio del profeta Moisés, el cual le apareció a Moisés en una llama de fuego en una zarza, y le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Es que Dios estaba apareciendo a Moisés en esa Columna de Fuego llamada también el Ángel del Pacto o Ángel de Dios. ¿Y saben ustedes una cosa? Que ese Ángel del Pacto es el Mesías, es Cristo en Su cuerpo angelical, en donde estaba la presencia de Dios.

Por eso Cristo podía decir en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58:

“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”

¿Cómo era Cristo antes de Abraham? Jesucristo era el Ángel del Pacto, era Cristo en Su cuerpo angelical. Por eso cuando Moisés deseó ver a Dios, Dios le dice que va a pasar delante de Él, va a cubrirlo con Su mano mientras pasa, y luego quitará Su mano y verá Sus espaldas; las espaldas de Dios son las espaldas del Ángel del Pacto, de Su cuerpo angelical, que es la imagen del Dios viviente.

El cuerpo angelical es la imagen de Dios, Cristo en Su cuerpo angelical, como la imagen de cada persona es su cuerpo espiritual, su espíritu, porque un espíritu es un cuerpo de otra dimensión.

Cristo en Su cuerpo angelical es el Ángel del Pacto, el que libertó al pueblo hebreo, el que le dio la Ley en el monte Sinaí al pueblo hebreo; por eso es que en Hebreos, capítulo 2 y el libro de los Hechos, capítulo 7, dice que Dios “le dio al pueblo hebreo en el Sinaí la Ley por comisión de Ángeles.” Allí estaba el Ángel del Pacto y muchos otros ángeles en compañía Suya (eso lo habla la Escritura por allá por los días de Moisés). Allí apareció Cristo en Su cuerpo angelical en el cual estaba Dios el Padre.

Recuerden que creó al ser humano a Su imagen y semejanza. La imagen de Dios: Su cuerpo angelical; la semejanza física de Dios: el cuerpo físico de Dios que es Jesucristo en Su cuerpo físico. Y Él, Dios, creó al ser humano a Su imagen: lo creó hombre en cuerpo angelical. Y después de haberlo hecho así en el capítulo 1, versos 26 al 28 del Génesis, luego en el capítulo 2, verso 7, toma del polvo de la tierra y forma un cuerpo físico de carne donde coloca a Adán en ese velo de carne o semejanza física; y ahí es donde aparece el hombre a Su imagen y semejanza.

Antes de darle el cuerpo de carne, el hombre estaba a imagen de Dios; y cuando le da el cuerpo físico entonces está a imagen y semejanza.

La Escritura dice en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, que Cristo es la imagen de Dios, del Dios viviente; y estando Cristo en esa imagen, cuerpo angelical, era primero que Abraham y primero que Adán también, era antes que Abraham, que Isaac, que Jacob, era antes que todos los profetas, era antes que Adán y era antes que toda la Creación; porque por medio de Él y para Él creó Dios, hizo Dios todas las cosas. ¿Por medio de quién? De Su imagen, de Su cuerpo angelical, el cual es el Verbo que era con Dios y era Dios, por medio del cual hizo todas las cosas.

Todo lo que fue hecho, fue hecho por Él; y nada de lo hecho, fue hecho sin Él. Y luego aquel Verbo fue hecho carne y lo conocimos por el nombre de Jesús o Jesucristo, el Verbo hecho carne: San Juan, capítulo 1, verso 14.

Por eso Jesucristo podía decir: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” Y por eso es que cualquier persona que ve el cuerpo suyo, podrá decir: “Vi a fulano de tal,” pero lo que vio fue su cuerpo físico, pero como es el cuerpo suyo, la semejanza física suya, la semejanza física suya lleva el nombre suyo. Y la semejanza física de Dios, el cuerpo físico de Dios, lleva el Nombre de Dios, Jesús, Yeshua; ahí están las cuatro letras, las cuatro consonantes en Su Primera Venida. En Su Segunda Venida también estará el Nombre de Dios.

Si aparece como chino, pues estará en chino. Traduciéndolo, entonces sabrá que están ahí las letras sagradas: YHWH.

Recuerden que Moisés quiso conocer el Nombre de Dios y le pregunta a Dios (que está en Su cuerpo angelical): “¿Cuál es tu Nombre? Porque cuando me vaya allá y le diga a los hebreos que el Dios de vuestros padres me ha aparecido, y si ellos me preguntan: ¿Cuál es Su Nombre…?” Porque está yendo en Nombre del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Y ahí Él le dice: “Yo Soy el que Soy, y dirás a los hijos de Israel: Yo soy me ha enviado a vosotros, Yo Soy me envió.” Le reveló el Nombre a Moisés.

Recuerden que todos los profetas, hombres de Dios que han tenido un encuentro con Dios, viendo a Dios cara a cara en Su Ángel o cuerpo angelical o imagen celestial, han querido saber cuál es el Nombre, el nombre de ese Ángel, que es el Nombre de Dios; porque es el cuerpo angelical de Dios, porque el Ángel viene en el Nombre del que está en él.

Vamos a ver si eso es así o no: Dios coloca Su Nombre en Su cuerpo angelical y después lo coloca en Su cuerpo físico cuando ya tiene Su cuerpo físico. Éxodo, capítulo 23, versos 20 al 23, dice:

“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

¿Dónde está el Nombre de Dios? En el Ángel de Dios, el Ángel del Pacto, la imagen del Dios viviente, el cuerpo angelical de Dios.

“Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir.”

El Ángel es enviado para guiar al pueblo, y en el Ángel está el Nombre de Dios, y en el Ángel está ¿quién más? Dios, así como cada persona tiene su ángel, tiene su cuerpo espiritual.

¿Recuerdan cuando Pedro estuvo preso y al otro día pensaban matarlo? Y el Ángel de Dios le apareció en la cárcel y lo sacó fuera de la cárcel y lo colocó en la calle para que se fuera? Cuando llega a la casa de Juan Marco donde estaban orando por él, toca a la puerta y una joven llamada Rode sale de entre los que están en la casa, sale hacia la puerta de la casa para abrir la puerta, pero cuando escucha la voz (porque antes de abrir la puerta siempre se pregunta: “¿Quién es?”)… Cuando escucha la voz, reconoce la voz de Pedro, y de gozo no abrió la puerta sino que le va a dar la noticia a todos los que están en la casa: “Es Pedro el que está tocando la puerta.” Y como todos sabían que ya habían matado… (¿A quién fue, Miguel? ¿A Santiago?) Santiago y Jacobo es lo mismo, y Jacobo pues es Jacob, al cual le fue cambiado el nombre por Israel.

Y cuando les da la noticia: “Es Pedro el que está tocando la puerta,” es una buena noticia para todos, pero ellos dicen: “Rode, estás loca, es su ángel.” Ya pensaban que ya lo habían matado; y como en algunos países cuando ven que pasa una persona y desaparece, dicen – y lo conocen, dicen: “Está desandando (es que le llaman en algunos países). Ya murió o va a morir, o murió y ya está caminado en su cuerpo espiritual y está por ahí todavía antes de irse de la Tierra, pero está en cuerpo espiritual.” Pero Rode continuaba diciendo: “No, es Pedro, Pedro es.”

Los creyentes en Cristo del tiempo de los apóstoles, conocían ese misterio: que cada persona tiene su ángel, su cuerpo angelical, su cuerpo espiritual. Van y abren la puerta y se dan cuenta que es Pedro en su cuerpo físico; pero también estaba el ángel de Pedro: estaba dentro del cuerpo físico, porque el ángel es la imagen de la persona, y el cuerpo de carne es la semejanza física de la persona.

Ahí tenemos al ser humano a la imagen y semejanza de Dios. Es el único en la Creación hecho a imagen y semejanza de Dios. Los ángeles son hechos espíritus, tienen la imagen pero les falta el cuerpo físico. El ser humano es, por consiguiente, la corona de la Creación, por esto Dios envía Ángeles a los que serán o son o serán herederos de la salvación, Ángeles ministradores para ministrarles la Palabra; y le aparecen a los mensajeros de cada tiempo como le aparecían a Moisés, a Josué y también a los diferentes mensajeros, a los apóstoles, a Pedro en diferentes ocasiones y también a San Pablo, a Felipe también. Ángeles ministradores que ministran la Palabra, la traen a esos mensajeros para que la den al pueblo.

Gabriel, un Ángel ministrador, le trajo la Palabra a Daniel, también a la virgen María, también al sacerdote Zacarías; encontramos también un Ángel ministrador trayendo la Palabra al reverendo William Branham. Ángeles ministradores enviados a los que serán herederos de salvación y vida eterna. Hebreos, capítulo 1, verso 7, dice que “Dios hace a Sus ángeles espíritus, y a Sus ministros llama de fuego.”

La Venida del Mesías no es otra cosa que la Venida del Ángel del Pacto, Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Isaías, capítulo 7, verso 14 y San Mateo, capítulo 1, y también Malaquías, capítulo 3, verso 1 en adelante, en donde nos habla del precursor de la Primera Venida de Cristo, el mensajero enviado para prepararle el camino al Señor; y luego vendrá a Su Templo el Señor: a Su Templo humano, Su cuerpo físico.

A ese cuerpo físico vendrá el Ángel del Pacto, a ese cuerpo físico vendrá el Señor (el Padre) y el Ángel del Pacto (el cuerpo angelical de Dios); y por consiguiente, ahí estará Dios a imagen y semejanza como un ser humano; pero es Dios.

El mismo Cristo decía: “El Padre y yo, una cosa somos.” Y decía: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” Capítulo 14, verso 6 en adelante de San Juan, y capítulo 10 de San Juan, verso 30.

Cuando en el Antiguo Testamento, Abraham, Jacob y otros profetas vieron al Ángel del Pacto, estaban viendo a Dios en Cristo, el Ángel del Pacto, a Dios en Su cuerpo angelical; estaban viendo la imagen del Dios viviente, a Dios en Su imagen, Su cuerpo espiritual, Su cuerpo angelical, esa teofanía, ese cuerpo teofánico.

Y venir Dios en Su cuerpo angelical, era Dios viniendo en Su imagen; y por consiguiente, ahí estaba el Nombre de Dios. Y luego cuando se hizo carne creando una célula de vida, de sangre, en el vientre de María, la cual se multiplicó célula sobre célula y se formó el cuerpo de Jesús, el cuerpo físico, la semejanza física de Dios: ahí estaba también el Nombre de Dios.

Cristo decía: “Yo he venido en Nombre de mi Padre,” así como el Ángel del Pacto venía en Nombre de Dios, del Padre, porque Dios había colocado Su Nombre en el Ángel, Su cuerpo angelical, y luego lo colocó en Su cuerpo físico, Su cuerpo de carne. Y eso fue la Venida del Mesías para llevar a cabo la Obra de Redención dando ese cuerpo físico en Expiación por nuestros pecados.

Pero ya pasó esa etapa de muerte, sepultura y resurrección, ya está glorificado, ya pasó esa etapa difícil, esa etapa donde sudó gotas de sangre. El sufrimiento más terrible que una persona haya pasado, haya tenido, lo tuvo Cristo, el Ángel del Pacto en Su cuerpo físico, Su cuerpo de carne; sufrió por nuestros pecados, llevando nuestros pecados para evitar que nosotros sufriéramos; para evitar que nosotros tengamos que ir al infierno Él tomó nuestros pecados y fue al infierno, y dejó allí nuestros pecados; y resucitó justificado, sin pecados, y glorificado.

La Venida del Señor para el Día Postrero no es para quitar los pecados, ya eso Él lo hizo; no es para morir, ya eso Él lo hizo; Él viene para resucitar a los muertos creyentes en Él, viene con ellos, pasará por el Paraíso, habrá un juicio allá, le fue dicho al reverendo William Branham cuando estuvo allá en el Paraíso; y de allí regresarán a la Tierra para tomar cuerpos físicos glorificados, conforme a San Juan, capítulo 5, versos 17 al 29, y también capítulo 6, versos 39 al 58, y también San Juan, capítulo 11, versos 25 al 27, cuando le habla a Marta la hermana de Lázaro.

La resurrección de Lázaro es tipo y figura de la resurrección que se llevará a cabo para todos los muertos creyentes en Cristo; y cuando eso ocurra, van a estar con nosotros y van a comer con nosotros. Nunca probaron ellos, los de tiempos de muchos siglos atrás, la comida que nosotros comemos, con el toque que se le da acá en este tiempo; pero ellos dijeron al reverendo William Branham, los del grupo del hermano Branham, del reverendo William Branham: “Acá nosotros ni comemos ni dormimos, pero cuando ya regresemos a la Tierra, entonces comeremos”; o sea, que ya dijeron que los podíamos invitar a comer.

Lo mismo que sucedió con Jesucristo cuando resucitó: creían que era un espíritu, Él mismo se tuvo que invitar a comer (y ya ellos también se están invitando), porque Jesucristo les dice: “Como ustedes ven, el espíritu no tiene carne y huesos como yo tengo.” Ahí nos da una descripción de cómo es el espíritu. “¿Tienen algo ustedes de comer? No me han ofrecido nada.” Y tenían pescado y tenían panal de miel también y el invitado principal por el cual habían estado llorando y habían estado tristes, no lo habían reconocido. Es que en el cuerpo glorificado la persona es joven, representando de 18 a 21 años de edad.

¿Cómo es posible que los discípulos de Jesucristo, que amaban tanto a Jesucristo ahora no lo conozcan cuando ya está glorificado? Más bien estaban asustados, tenían miedo: “Es un espíritu.” Pero no era un espíritu, era un cuerpo glorificado; ahí hay una descripción de cómo es un cuerpo glorificado y también cómo es un espíritu.

Le dan de comer y comió delante de ellos, lo cual indica que cuando tengamos el cuerpo glorificado podremos comer, aunque no tengamos necesidad, pero no le vamos a rechazar una invitación que sea hecha por los creyentes en Cristo que están esperando a los santos que regresarán, y sobre todo los de nuestro tiempo.

Por lo tanto, así como Cristo se invitó: “¿Tienen algo de comer?”, le sirven y comió delante de ellos, ya los que están en el Paraíso han dicho: “Regresaremos a la Tierra, entonces tomaremos cuerpos físicos glorificados.” Son glorificados y eternos porque San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 en adelante, hasta el 58, dice que “la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de Dios ni la corrupción hereda la incorrupción.” Dice:

“He aquí, os digo un misterio (es un misterio grande, es un misterio de vida eterna y de la vida eterna)… He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos…”

¿Por qué no dice: “No todos moriremos”? Porque los santos no mueren, tienen vida eterna, solamente duermen. La muerte para los creyentes en Cristo es el dormir del cuerpo físico para despertar por el Señor, ser despertados en cuerpos glorificados y eternos, despertados a la vida física, pero ya con cuerpos en los cuales no tendremos problemas, estaremos a imagen y semejanza de Dios, con cuerpos físicos glorificados y cuerpo espiritual teofánico.

Esa es una promesa divina para lo cual la Venida del Señor en el Día Postrero a Su Iglesia —lo cual es un misterio divino— y para la cual ha sido hecha la promesa; porque la venida con los muertos creyentes en Cristo resucitados, es para los creyentes que estén vivos. Y por eso el rapto luego, continuará siendo un misterio; y después: la Venida del Señor con Su Iglesia después de los tres años y medio de gran tribulación en los cuales Cristo y Su Iglesia estarán ¿dónde? En el Paraíso, en el Cielo, en la Casa del Padre celestial, en la Cena de las Bodas del Cordero. Después de esos tres años y medio regresaremos a la Tierra para el establecimiento del Reino del Mesías, del Reino Milenial.

“LA VENIDA DEL MESÍAS.” La Venida del Señor, la Venida de Cristo el Ángel del Pacto. Ese es el misterio más grande, prometido para ser cumplido en el Día Postrero, del cual se habló más que de la Primera Venida de Cristo; pero para la Primera Venida de Cristo se dieron más detalles claros, como que nacería de una virgen, que nacería en medio del pueblo hebreo, de la tribu de Judá y de la descendencia de David, y que nacería en Belén de Judea, y todas estas cosas.

Pero para la Segunda Venida de Cristo, de la cual hay más profecías pero es más secreta, menos explicación. No dice: “Será o vendrá o tal cosa”; no hay detalles, pero sí profecías, se profetizó, se habló más de la Segunda Venida de Cristo que de la Primera Venida de Cristo.

Ese es el Séptimo Sello de Apocalipsis, capítulo 8, verso 1; y son los Truenos, la Voz del Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10, que le hablará con esa Voz “como cuando ruge un león y siete truenos emitieron sus voces,” revelando ese misterio y dándole así la fe a los creyentes en Cristo para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Ese misterio va a ser abierto en la Tercera Etapa mencionada por el reverendo William Branham, de la cual fue dada una muestra en el ministerio del reverendo William Branham; y luego en medio de la Iglesia va a manifestarse, va a ser manifestada esa Tercera Etapa en toda su plenitud. ¿En dónde? Al reverendo William Branham le fue mostrado que será en una Gran Carpa-Catedral.

Por lo tanto, en algún lugar va a aparecer, y por lo tanto eso es un proyecto divino en el cual estará trabajando la Iglesia del Señor Jesucristo; esos van a ver la Venida del Señor, esos van a ver el Séptimo Sello, que es la Venida del Señor en el Día Postrero. Es un misterio.

¿Cómo vendrá y cuándo vendrá y dónde vendrá y cómo van a ser los detalles? Eso lo vamos a conocer cuando se abra ese Séptimo Sello en el Día Postrero, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la que tiene la promesa de la Venida del Señor para nuestra transformación.

Así que van a estar con nosotros en cuerpos glorificados los santos del Nuevo Testamento, y todos juntos después nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Por lo tanto, tenemos que estar vigilando Su Venida, con nuestros ojos bien abiertos a las Escrituras, a lo que dicen las Escrituras y a lo que dijo Dios por medio del precursor de la Segunda Venida de Cristo, porque ése es el que vino preparándole el camino, y él dijo: “Este mensaje introducirá a Cristo al mundo.”

“Introducirá a Cristo” porque el mensaje y el mensajero son la misma cosa. El mensajero precursor introduce, precursa la Venida del Señor con Su mensaje. Y aunque se fue el mensajero precursor, quedó el mensaje, quedó lo que él dijo; y por lo tanto será como fue precursado, ese evento prometido para el Día Postrero, para beneficio de los creyentes en Cristo.

Los judíos cuando vean a Cristo viniendo por Su Iglesia dirán: “¡Éste es el que nosotros estamos esperando!”

La Primera Venida de Cristo, los creyentes en Cristo la ven ¿dónde? cumplida con los judíos; la Venida de Cristo para el Día Postrero la verán los judíos cumpliéndose con la Iglesia del Señor Jesucristo.

El precursor de la Segunda Venida de Cristo dice que va a ser así: “Cuando ellos vean a Cristo viniendo por Su Iglesia, Su Novia, ellos dirán: ‘Éste es el que nosotros estamos esperando,’ pero Él no viene por ellos, viene por Su Iglesia,” para llevar a cabo la adopción, la redención del cuerpo, que es nuestra transformación; para recibir la redención física, pues ya hemos recibido la redención espiritual; ahora nos falta la física para entrar físicamente a vida eterna con cuerpos eternos, inmortales, cuerpos glorificados como el cuerpo glorificado del Señor Jesucristo; para eso es la Venida del Señor para el Día Postrero.

Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice:

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Para eso es la Venida del Señor a Su Iglesia. La Venida del Señor: “LA VENIDA DEL MESÍAS.”

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de la Venida del Señor, de la Venida del Mesías para el Día Postrero, lo cual será paralelo en todo a la Primera Venida de Cristo.

Como hubo un precursor para la Primera Venida de Cristo, con el espíritu y virtud de Elías en su tercera manifestación, ya hubo un precursor para la Segunda Venida de Cristo con el espíritu y virtud de Elías en su cuarta manifestación.

¿Y lo próximo es qué? El cumplimiento de la Venida de aquel que fue precursado por Elías en su cuarta manifestación; para lo cual todos tenemos que estar preparados, con nuestros ojos abiertos, para que cuando sea abierto ese misterio, la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero sea manifestado, manifestada en nuestras almas, en todo nuestro ser, y podamos decir: “¡Esto era lo que yo estaba esperando para mi transformación!”, para lo cual tenemos que estar preparados.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos, y estaremos orando por usted para Cristo le reciba en Su Reino y sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego; y produzca en usted el nuevo nacimiento, y sea preparado para su transformación, y luego el arrebatamiento con Cristo para ir a la Cena de las Bodas del Cordero; para lo cual puede pasar al frente y estaremos orando por usted.

Y los que están en otras naciones también pueden pasar al frente para orar por ustedes, los que todavía no han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino. El mismo Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los cielos.”

Dios tiene mucho pueblo en la Argentina y en toda la América Latina, Dios tiene mucho pueblo en todo el Caribe, Dios tiene mucho pueblo en toda la América Latina y también en Norteamérica y demás naciones; y los está llamando en este tiempo final.

Lo más importante para el ser humano es la vida eterna, y el evento más importante prometido para el Día Postrero es la Venida del Mesías, la Venida del Señor, y es la única esperanza que hay para el ser humano: la Venida del Señor; y conforme a la promesa divina, es para un tiempo en que la Tierra estará, las naciones estarán llenas de violencia; y estamos viendo eso. Y la higuera habrá reverdecido: Israel, como una nación libre y soberana, porque Israel es representada en la higuera; y las demás naciones, representadas en los demás árboles que reverdecerán también.

También nos habla de terremotos, maremotos, volcanes y así por el estilo, que estarán ocurriendo en el Día Postrero, lo cual estamos viendo con nuestros propios ojos.

En estos días ustedes escucharon en Guatemala y otras naciones, que han estado ocurriendo terremotos, y no sé si acá en Argentina también se ha sentido algo… también. O sea, que estamos viendo las señales de las cuales Cristo habló, que cuando estuviéramos viendo todas esas señales, el Reino de Dios estaría cerca; y nos dice “Cuando vean ustedes suceder estas cosas, levantad vuestras cabezas.” Es tiempo de tener nuestras cabezas levantadas al Cielo, a Cristo, a Dios. Él dijo: “El Reino de Dios está cerca, cuando vean ustedes suceder estas cosas.”

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros ojos cerrados e inclinados nuestros rostros, repitan conmigo esta oración que estaremos haciendo cuando yo les avise.

Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea Tu Nombre. Venga Tu Reino y hágase Tu voluntad como en el Cielo también en la Tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal, porque Tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Vengo a Ti en el Nombre del Señor Jesucristo, oh Padre celestial, con estas personas que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Recíbelos en Tu Reino, en Tus manos los encomiendo.

Y ahora, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, en mi alma. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos. Creo en Tu Primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre; y produzcas en mí el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir contigo en Tu Reino por toda la eternidad. Señor, sálvame. Que se haga realidad en mi vida la salvación que ganaste para mí en la Cruz del Calvario. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.

Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! AMÉN Y AMÉN.

Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, porque Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.’ (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).”

Y ahora, ¿hay agua? Hay agua; por lo tanto, bien pueden ser bautizados y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.

Y los que están en otras naciones, que han recibido a Cristo en estos momentos como vuestro único y suficiente Salvador, bien pueden también ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y como le dije a los presentes: nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.

El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo. El mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista para cumplir toda justicia; y si Cristo fue bautizado, tenía que ser bautizado, ¡cuánto más nosotros!

Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente, simbólicamente está siendo sepultado en las aguas del bautismo; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es el simbolismo del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados y bien pueden identificarse con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, conscientes del significado del bautismo en agua en el Nombre del Señor; y como les dije: nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.

Continúen pasando todos, una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Dejo al reverendo Guillermo Rodríguez con ustedes para que les indique qué hacer y cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y en cada país dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma. Que Dios los bendiga también a los que están en otros países. Buenas noches.

“LA VENIDA DEL MESÍAS.”

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