La Bendición de la Primogenitura entre la congregación de los justos

Muy buenos días, amables amigos, ministros compañeros y colaboradores, y hermanas y hermanos colaboradores en la Obra del Señor; es una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Nos dice el apóstol Pablo en Hebreos, capítulo 12, versos 22 en adelante… vamos a comenzar en el verso 18 para tener el cuadro claro de lo que está hablando el apóstol Pablo:

“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad,

al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,

porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo;

y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando;

sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,

a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“LA BENDICIÓN DE LA PRIMOGENITURA ENTRE LA CONGREGACIÓN DE LOS JUSTOS.”

El apóstol Pablo nos dice que no nos hemos acercado al monte que se podía palpar, o sea, el monte Sinaí.

Los creyentes en Cristo no se acercan a Dios por medio del pacto que fue dado en el monte Sinaí, no se acercan al monte Sinaí, el cual se podía palpar, sino que se han acercado, dice el apóstol Pablo… [corte de audio]… “…a la congregación de los primogénitos que están inscritos…” [corte de audio]. … los frutos de Él.

Es la Iglesia del Señor Jesucristo, compuesta por los creyentes en Cristo, en términos espirituales el Monte de Sión, Jerusalén la celestial, y por consiguiente todos los creyentes en Cristo han nacido del Cielo, de la Jerusalén celestial; sus nombres están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, nombre que fue escrito desde antes de la fundación del mundo por la Sangre de Cristo, el cual fue sacrificado, crucificado, desde antes de la fundación del mundo en la mente de Dios; y ahí estábamos nosotros también, en la mente de Dios; porque de Cristo hemos venido y por esa causa lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador en el tiempo que nos ha tocado vivir.

¿Quiénes recibirían a Cristo como Salvador y formarían la Iglesia del Señor Jesucristo? Los primogénitos inscritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo; por eso el apóstol Pablo les llama los elegidos, los escogidos, los predestinados de Dios. Son los que estaban en la mente de Dios, en los genes del pensamiento divino. Y teníamos que aparecer en la Tierra para confirmar nuestro lugar en la Vida eterna; regresando a la Vida eterna por medio de Cristo nuestro Salvador, siendo redimidos con la Sangre de Cristo, regresados a Dios y por consiguiente a la Vida eterna; y por consiguiente reconciliados con Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador.

Todo ese Programa Divino que se ha estado llevando a cabo estaba en la mente de Dios para llevarse a cabo; y está todo encerrado en el Libro sellado con siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, versos 1 en adelante, y del capítulo 2 al 3, de ahí en adelante encontramos las Edades de la Iglesia, las etapas de la Iglesia; y luego encontramos, desde el capítulo 6 en adelante, que el Cordero, el cual tomó el Libro sellado con siete Sellos en Apocalipsis 5, luego lo abre en el Cielo, cada sello en su debido momento.

En esos Sellos, en ese Libro sellado con siete Sellos, está todo lo que vendría a ser la historia de los elegidos de Dios, los predestinados de Dios, de los escogidos de Dios, y las luchas por las cuales pasarían, y cómo el enemigo de Dios, llamado Satanás, el diablo, Lucifer o como le quieran llamar, trataría de destruirlos.

Todo eso está en símbolos en el Libro sellado con siete Sellos; por eso el libro del Apocalipsis es escrito en símbolos. Es el último libro de la Biblia y es dado por Jesucristo, el escritor que trae esa revelación: Jesucristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia; pero usa un escritor humano llamado el apóstol San Juan. Pero el contenido de ese libro viene de Jesucristo.

Es como los escritores de libros de diferentes temas; si usted busca bien a lo mejor no escribieron nada, sino la secretaria o los secretarios fueron los que escribieron, pero el contenido vino del corazón y de la mente del hombre que aparece como el escritor de ese libro. Las demás personas que trabajaron con las computadores o maquinillas fueron los trabajadores, los que fueron empleados para llevar a cabo ese trabajo de escribir. Pero el contenido de eso, ¿de dónde salió? del escritor; aunque no haya escrito nada, pero tuvo una mente maestra que trajo todo eso y fue colocado en letra: así es con Cristo.

A través de las diferentes etapas de la Iglesia encontramos a Cristo en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo hablando; así como Dios en el Antiguo Testamento estuvo también hablando. Miren cómo lo expresa el apóstol Pablo en Hebreos capítulo 1, versos 1 al 3:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

Vean, Dios dice: “en otros tiempos”… “habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”

Las personas veían a un hombre llamado: un profeta, hablándole al pueblo en el Nombre del Señor, y algunos pensaban que esa persona estaba hablando de sí misma. Y algunos reyes pensaban que esa persona era un enemigo del rey y de su reino; pero era el enviado de Dios, ese profeta, y por consiguiente hablando ellos por inspiración divina, inspiración del Espíritu Santo eso era Dios hablándole a Su pueblo, usando un velo de carne de esta dimensión terrenal para hacer esa labor, pero era la Voz de Dios era ASÍ DICE EL SEÑOR.

Y luego, cuando fue colocado en letra, sigue siendo ASÍ DICE EL SEÑOR; es la Voz de Dios en forma de letra. Pero todo eso viene de parte de Dios usando seres humanos.

Tenemos en Zacarías también la Palabra que dice, en el capítulo 7, verso 11 al 12:

“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros.”

Dios, el Todopoderoso, el Creador de los Cielos y de la Tierra, por medio de Su Espíritu, que es Su cuerpo angelical que es la imagen del Dios viviente, que es Cristo en Su cuerpo angelical, el Verbo que era con Dios, Su cuerpo teofánico, encontramos que por medio de Su Espíritu el Ángel del Pacto a través de los profetas le habló al pueblo.

Los profetas vienen a ser el velo de carne o templo humano en donde estaba Dios hablándole al pueblo, hasta que llegó el día en que Dios se creó Su propio cuerpo en el vientre de la virgen María; y le fue puesto por nombre al nacer, Jesús, que significa: “Salvador, Redentor.”

Por eso Cristo frente al templo en Jerusalén en una ocasión dijo: “Destruyan este templo y en tres días Yo lo levantaré.” Muchos pensaban que estaba hablando del templo físico de piedra que estaba frente a ellos, pero no; así como el templo de piedras tenía la presencia de Dios cuando Salomón lo dedicó, luego encontramos que cada persona también es un templo humano para Dios morar en él.

Por eso San Pablo decía: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”

Cuando Cristo dice: “Destruyan este templo y en tres días Yo lo levantaré (capítulo 2, verso 19).” [San Juan], no se está refiriendo al templo de piedras sino que se está refiriendo a Su cuerpo físico como Templo de Dios, como lugar de morada de Dios, lugar en donde Dios estaba morando en toda Su plenitud.

Por esa causa cuando Cristo resucitó entonces comprendieron que les había hablado de Su cuerpo físico que iba a ser destruído, iba a ser crucificado, pero en tres días lo levantaría, lo resucitaría; y así sucedió.

Y ahora, es importante conocer estas cosas, porque Dios, el Ángel del Pacto, vino a Su Templo humano y habitó en medio del pueblo hebreo.

Vean lo sencillo que fue todo: Dios morando en Su Templo humano. Cuando Cristo fue bautizado por Juan el Bautista descendió el Espíritu Santo en forma de paloma y reposó sobre Jesús. Ahí fue ungido como el Mesías, porque lo que significa Mesías es: “Ungido.” El Ungido con el Espíritu Santo en toda su plenitud.

Esa es la ruta que toman todos los creyentes en Cristo para morada de Dios en Espíritu Santo en cada creyente en Cristo. Y por eso cuando muere físicamente el cuerpo físico de un creyente, al tercer día va a resucitar, pues Cristo resucitó al tercer día, al tercer día delante de Dios, que es el tercer milenio de Cristo hacia acá; y es por consiguiente el Día Postrero para el cual Cristo dijo que resucitará a todos los creyentes en Él que habrán muerto, y a los que están vivos los transformará. ¿Ven? Al tercer día.

Veamos aquí Oseas, capítulo 6, verso 1 en adelante, dice:

“Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.

Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”

La resurrección para el tercer día. Y aquí para el pueblo hebreo esto es una resurrección espiritual, un avivamiento, un despertamiento espiritual, que viene para el Día Postrero, para el tercer día, el tercero de Cristo hacia acá, el tercero de los tres días postreros delante de Dios; así como los días postreros de la semana son: jueves, el quinto día; viernes, el sexto día; y sábado, el séptimo día.

El sábado es el último de los días postreros de la semana; y delante de Dios el Día Postrero de esa semana de Dios, de esos siete mil años, delante de Dios es el séptimo milenio.

¿Y cómo sabemos que va a ser para el séptimo milenio la resurrección? Aquí dice que será para el tercer día, el Día Postrero; Cristo dijo: “Y Yo lo resucitaré en el Día Postrero.” (San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40; y San Juan, capítulo 6, verso 41 al 58).

Y también San Juan, capítulo 11, versos 25 al 27, cuando Marta le dice a Jesús, cuando Jesús le dice: “Tu hermano resucitará.” Marta le dice: “Yo sé que resucitará en la resurrección en el Día Postrero.” Vean, ella tenía el conocimiento que la resurrección sería para el Día Postrero; pues ya en el capítulo 6 Cristo lo está enseñando también.

Y Cristo le dice: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” [San Juan 11:25-26].

¿Por qué? Porque va a ser resucitado, si murió físicamente, resucitará glorificado en un cuerpo glorificado que Cristo ha prometido. De eso es que habla San Pablo en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 11 al 21; y también capítulo 15 de Primera Corintios, versos 49 al 58; y eso explica lo que dice en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 20 en adelante, acerca de las primicias.

Y también donde nos dice que Dios no nos ha puesto para ira sino para salvación (Primera de Tesalonicenses, capítulo 5, versos 1 al 11). No nos ha puesto para pasar por la gran tribulación donde se va a derramar la ira de Dios sobre la Tierra, sino para salvación, para salvación y Vida eterna; y por consiguiente para obtener redención, no solamente espiritual, sino la redención del cuerpo, que será la adopción, la glorificación.

Cuando los muertos en Cristo resuciten habrán recibido ¿qué? La adopción física, la redención del cuerpo. Y cuando los que estamos vivos seamos transformados, habremos llegado a la redención del cuerpo, y entonces seremos iguales a Jesucristo con cuerpos glorificados, jóvenes, eternos, inmortales; y eso para toda la eternidad.

Por eso a todo lo que Cristo es heredero también lo son los creyentes en Él que forman la Iglesia del Señor Jesucristo. Él es Rey de reyes y Señor de señores, y los creyentes en Él son reyes. Él es el Sumo Sacerdote del Templo celestial según el Orden de Melquisedec, los creyentes en Cristo son sacerdotes de ese Reino y de ése Orden celestial de Melquisedec del Templo celestial.

Por eso es que pueden llegar a la presencia de Dios: porque son sacerdotes del Templo celestial, pueden ofrecer sacrificios espirituales, alabanzas y oraciones que llegan a la presencia de Dios por medio de Cristo el Sumo Sacerdote del Templo celestial. Todo esto es porque la Bendición de la Primogenitura la tiene la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por eso dice: “Los primogénitos que están inscritos (¿dónde?) en el Cielo (o en los Cielos).” Esos son los que tienen la Bendición de la Primogenitura, tipificados allá en tiempos antiguos en José con sus dos hijos, los cuales heredaron la Bendición de la Primogenitura. Capítulo 5 de Primera de Crónicas nos dice:

“Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito.”

Vean cómo la Bendición de la Primogenitura pasa de uno a otro. Vean cómo en muchos casos el mayor, que era el que tenía los derechos a la primogenitura, comete algún error y la bendición pasa al menor.

Por ejemplo, la Bendición de la Primogenitura en el tiempo de Adán y Eva aparentemente correspondía a Caín; pero vean, pasó a Abel, el cual agradó a Dios, fue aceptado su sacrificio, fue bendecido por Dios, murió físicamente; ahí tenemos el primer mártir, murió por lo que creía. Luego viene a ser tipo de Cristo, el cual viene a la Tierra en un cuerpo físico, pero que podía morir; y la causa de la muerte es el pecado.

Por lo tanto, al tomar nuestros pecados vino a ser mortal, pudo morir; fue crucificado, todo eso tipificado en Abel. Pero luego Dios le dio otra simiente a Adán y a Eva, vamos a ver cómo lo dice (capítulo 5 y capítulo 4)… capítulo 4, verso 25 al 26 del Génesis:

“Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín.

Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.”

Le sustituyó Dios otro hijo; eso es tipo de Cristo resucitado. Y vean, por ahí después viene que los hombres comienzan a llamarse del Nombre de Dios; y con Cristo resucitado, los hombres creyentes en Cristo (hombres y mujeres), comienzan a llamarse del Nombre de Jesucristo. Recuerden que Él dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.”

Dios también había dicho por ahí por el capítulo 52 de Isaías, verso 5 en adelante, que sería conocido el Nombre de Dios. Y para ser dado a conocer estaba en el Mesías príncipe el cual dijo que Él había venido en Nombre de Su Padre.

“Y ahora ¿qué hago aquí, dice Jehová, ya que mi pueblo es llevado injustamente? Y los que en él se enseñorean, lo hacen aullar, dice Jehová, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día.

Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.”

¿Y cómo se hizo presente? En Jesús, en el Mesías. Y Él dijo que había venido en el Nombre ¿de quién? de Su Padre.

Por lo tanto, para dar a conocer Dios Su Nombre, fue colocado ¿dónde? En Jesús. Recuerden que fue Dios por medio del Ángel Gabriel que le dijo que le pusiera por nombre Jesús al niño que nacería a través de la virgen María. Es importante conocer estas cosas porque cuando Dios quiere dar a conocer Su Nombre, vean, lo coloca en el Mesías príncipe.

En San Juan fue que les dije que Jesús dijo que Él había venido en Nombre de Su Padre. Capítulo 5, verso 43 de San Juan, dice: “Yo he venido en nombre de mi Padre…” Y por eso Él también decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras.”

Y para entenderlo mejor, Cristo dijo que el Espíritu Santo vendría en Nombre de Jesucristo. “El Padre lo enviará en mi Nombre.” Y a San Pablo, cuando le aparece Cristo en Espíritu Santo y le dice a Saulo de Tarso en el capítulo 9 del libro de los Hechos y en el capítulo 22 del libro de los Hechos: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.” Saulo sabía que aquel era Dios, el mismo que le había aparecido a Moisés y le había dicho a Moisés: “Yo soy el Dios de tu padre; Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.”

Y Moisés quiso saber el Nombre (en el capítulo 3, versos 1 al 16)… quiso saber el Nombre de Dios, el cual estaba en Su ángel, o sea, estaba en Su cuerpo angelical, estaba en el Cristo, el Ángel del Pacto, el cual estaba en Su cuerpo angelical, y el cual más tarde vendría vestido de carne humana.

Y le fue dicho a Moisés, cuando quiso saber cuál era el Nombre de Él (capítulo 3, versos 3 al 16 del Éxodo), Dios le dice: “Yo Soy el que Soy, y les dirás: Yo Soy me envió a vosotros.”

“YO SOY,” ahí son cuatro letras, cuatro consonantes que no sabían las personas cómo se pronunciaban. Pero Moisés escuchó la pronunciación, por eso encontramos que luego Moisés le coloca por nombre a su siervo, le coloca por nombre: Josué, que significa: “Salvador, Redentor.” Y cuando el Ángel le anuncia a la virgen María que ella va a tener un niño, y será por supuesto por obra y gracia del Espíritu Santo, le dice que le ponga por nombre, en español, pues Jesús, pero en hebreo es Yeshua, y Yeshua es Josué. ¿Ven? O sea, que ya el nombre ya lo habían tenido otras personas, pero ahora lo tiene el Ungido por el Espíritu Santo; y ahí el Nombre toma el sentido correspondiente para llevar a cabo la Obra de Redención.

Y es muy importante conocer estas cosas, porque la Escritura también nos dice, el mismo Cristo, que Él tiene un Nombre nuevo y eso corresponde a Su segunda Venida, en donde será como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Eso es lo que aparece en Apocalipsis, capítulo 19, versos 11 en adelante, Cristo el Jinete del caballo blanco, “el cual tiene un Nombre escrito el cual ninguno conoce sino Él mismo. Y tiene sobre Su vestidura, tiene sobre Su vestidura y sobre Su muslo: Rey de reyes y Señor de señores.” ¿Ve? Es como Rey de reyes y Señor de señores. Y ese Nombre la Iglesia del Señor Jesucristo algún día lo va a conocer. Cada cosa tiene su tiempo.

Recuerden que Cristo viene en Su primera Venida dos mil años atrás para redimir. Luego para el Día Postrero vendrá por Su Iglesia Novia (y ése es el secreto más grande), para llevarla a la Cena de las Bodas del Cordero. Y luego regresa, después de la gran tribulación, después de la Cena de las Bodas del Cordero, regresa, y ya esa es la tercera vez, Su Venida por tercera vez, para comenzar Su Reino, establecer Su Reino milenial.

Y aun más, luego del juicio final, estará, vendrá, estará en la Tierra para por toda la eternidad estar reinando sobre el planeta Tierra y sobre todo el Universo. O sea, que el planeta Tierra vendrá a ser el centro de gobierno del Universo completo, vendrá a ser (digamos) el distrito federal, o diríamos, la capital. Y el distrito federal digamos que sería el sistema solar completo, o digamos, la capital será la Nueva Jerusalén, y todo el planeta Tierra será el distrito federal; porque Dios va a habitar en el planeta Tierra y por consiguiente desde ahí va a gobernar el Universo completo.

Eso está en el Programa Divino. Ahí estará Cristo y por consiguiente Dios estará en Cristo, Jesucristo reinando, gobernando, sobre el planeta Tierra y sobre toda la humanidad y sobre todo el Universo. El Trono de Dios y el Trono de Cristo estarán ahí bien fundidos.

¿Y ahí… quiénes van a estar ahí? Todos nosotros también. Todos los primogénitos bajo el nuevo Pacto estaremos ahí, porque la Bendición de la Primogenitura la tenemos. La Bendición de la Primogenitura la tiene la Iglesia del Señor Jesucristo, y por cuanto pertenecemos a la Iglesia del Señor Jesucristo, hemos nacido ahí, en Su Iglesia, tenemos la Bendición de la Primogenitura.

La bendición de Abraham que pasó a los gentiles, la bendición de Abraham que por medio de Cristo ha pasado a los gentiles, la bendición del bautismo del Espíritu Santo y por consiguiente la bendición del nuevo nacimiento, en donde obtenemos el cuerpo angelical, y así obtenemos esa resurrección espiritual y luego obtendremos la parte física, la redención física, que será nuestra transformación.

Y si viviendo en estos cuerpos es algo tan grande y maravilloso, cómo será teniendo el nuevo cuerpo. Por más que nos imaginemos, ni una millonésima parte logramos entender; pero cuando tengamos el nuevo cuerpo, entonces entenderemos lo que nuestra mente finita no puede comprender, ya entonces tendremos un conocimiento pleno de todas las cosas de Dios.

Está muy cerca nuestra transformación.

En algún momento la Visión de la Carpa que dijo el reverendo William Branham, va a ser vista hecha una realidad, y eso va a ser una señal que nuestra transformación estará muy cerca, y que la resurrección de los muertos en Cristo estará muy cerca.

Para el cumplimiento de la Gran Carpa-Catedral habrá creyentes en Cristo, ministros y sus congregaciones, trabajando en ese proyecto divino; porque toda la Obra de Dios que el Espíritu Santo hace en el nuevo Pacto desde el Día de Pentecostés hacia acá, encontramos que lo hace por medio de miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y por consiguiente por medio de Su Iglesia es que Cristo obra así, como Dios obró por medio de Cristo. Todo el Programa Divino podemos ver cómo se desenvuelve de Edad en Edad con y en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo en donde Cristo está. Y está obrando de etapa en etapa usando seres humanos, diferentes mensajeros, cada uno para su tiempo, con el grupo que le toca trabajar en el tiempo que Dios lo envía a la Tierra.

La Visión de la Carpa no se podía cumplir en la séptima Edad, tiene que ser para la Edad de Oro de la Iglesia, la Edad de Piedra Angular, porque esa es la Edad donde hay promesas para un grupo de creyentes del Día Postrero ser transformados sin ver muerte. Las demás Edades no tenían esa promesa sino la promesa de una resurrección.

Por lo tanto, esa Edad de Piedra Angular es la que corresponde al Día Postrero, la que entra vigente al Día Postrero; la séptima Edad ya no está vigente, pues con Cristo fuera de la séptima Edad, ¿cómo va a estar vigente? Pero hay que ver hacia dónde se movió Cristo en Espíritu Santo en el Día Postrero, pues se movió, se fue moviendo, de una Edad a otra, como subiendo una escalera hasta llegar a la Edad de Oro, la Edad de Piedra Angular.

Por eso el precursor estaba, antes de la Edad de Piedra Angular, preparando el camino, el terreno, para una Edad de Piedra Angular, una Edad de Oro, en donde la promesa de la Venida del Señor a Su Iglesia será una realidad, y en donde la Visión de la Carpa va a ser una realidad. Esa es una promesa para ser cumplida en la Edad de Oro de la Iglesia, la Edad de Piedra Angular.

Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo en esa Edad será la que estará trabajando en ese proyecto y demás proyectos que Cristo tiene para el Día Postrero. No se puede trabajar en una Edad que ya pasó, tiene que trabajar la persona, el creyente en la Edad que está vigente.

¿Qué Edad está vigente en nuestro tiempo? La Edad de Oro de la Iglesia, la Edad de Piedra Angular; no hay otra Edad vigente. Por lo tanto, las cosas que Dios ha prometido para el Día Postrero las cumplirá en esa etapa o Edad de Oro de la Iglesia del Señor Jesucristo con los primogénitos de Dios, con los primogénitos los cuales tienen la Bendición de la Primogenitura; y en esa bendición hay bendiciones del Cielo y hay bendiciones de la Tierra también.

Por lo tanto, se trabaja en el campo espiritual y se trabaja en el campo físico también. Esa es la etapa más gloriosa de la Iglesia del Señor Jesucristo. Ser parte de esa etapa es el privilegio más grande que una persona tiene como miembro de la Iglesia del Señor Jesucristo; es la etapa en la cual Cristo resucitará a los creyentes que partieron en Edades pasadas y transformará a los que estarán vivos en ese tiempo. ¿Por qué? Porque la Bendición de la Primogenitura está entre la congregación de los justos, de los primogénitos escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión dándoles testimonio de la Bendición de la Primogenitura entre los justos, entre los creyentes en Cristo que han sido justificados por Cristo.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y nos continuaremos viendo mañana Dios mediante en este mismo lugar en la mañana.

Bueno, dejo por aquí al reverendo Miguel Bermúdez Marín, que fue quien me pasó la parte de este saludo que les he dado a todos, en donde podemos ver las bendiciones de Dios, de la primogenitura entre los creyentes en Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y hasta mañana Dios mediante.

Y tengan todos una feliz Navidad y un próspero Año nuevo 2.013. Dios les bendiga.

“LA BENDICIÓN DE LA PRIMOGENITURA ENTRE LA CONGREGACIÓN DE LOS JUSTOS.”

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