Muy buenos días, amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para saludarles y pedirle a Cristo Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Quiero leer un pasaje corto de la Escritura, que dice, en Primera de Corintios, capítulo 15, verso 57 al 58:
“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestra victoria nos la da Cristo; y todo el trabajo que hacemos en Su Obra no perderá Su recompensa. Nos dice: “Creciendo en la Obra del Señor siempre.” O sea, que no pueden estar estancadas las personas como individuos, ni la Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes, sino creciendo en la Obra del Señor siempre.
Es como la persona físicamente, que nace y tiene que estar creciendo diariamente, hasta que llega a la estatura perfecta que le corresponde a la persona.
Así es la Iglesia del Señor Jesucristo: creciendo célula sobre célula, creyente que viene, y después viene otro, y sigue creciendo hasta que se completa la Iglesia de nuestro amado Señor Jesucristo. Y entonces estará en pie el Cuerpo Místico de Cristo, perfecto; y por consiguiente, ha obtenido su perfección de estatura, de crecimiento, al completarse el Cuerpo Místico de Cristo con el último que nazca en el Cuerpo Místico de Cristo, el cual está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
En cada edad creció el Cuerpo Místico de Cristo con el mensajero y los que fueron llamados en esa etapa; y encontramos que unos pertenecen a una parte del cuerpo, otros a otra, y por último los que pertenecen a la parte de la cabeza, que es la etapa o edad que nos ha tocado vivir.
Recuerden que el llamado es en cada edad por medio del Espíritu de Dios a través del instrumento que Dios tenga en cada edad; y así son llamados y reunidos en el Cuerpo Místico de Cristo. Esas son las células, diríamos, células madres, que forman la cabeza del Cuerpo Místico de Cristo; y en palabras más entendibles: que forman la Edad de la Piedra Angular. Esa es la última parte para llegar a la total perfección del Cuerpo Místico de nuestro amado Señor Jesucristo.
Por la Palabra creadora siendo hablada en cada edad es que viene cada parte del Cuerpo Místico de Cristo, que es formada, cada parte del Cuerpo Místico de Cristo, por los creyentes, junto al mensajero de cada edad. Tan sencillo como eso es el Programa Divino de Cristo y Su Iglesia; pues estábamos en Cristo eternamente.
Así como cuando Abraham diezmó a Melquisedec en Génesis, capítulo 14; dice que allí estaba también Leví, que Leví diezmó allí a Dios; y sin embargo, no había nacido Leví, no había nacido el padre de Leví (que es Jacob o Israel), no había nacido el padre de Jacob (que es Isaac); y ya estaba diezmando Leví, porque dice que estaba en los lomos de Abraham.
Porque en la cuarta generación anterior a la persona, surge la vida de esa persona; y va pasando del bisabuelo al abuelo, del abuelo a su padre, y luego aparece la persona. Esa persona es… Viene a ser la cuarta generación de Abraham: Leví. Y así surge de edad en edad, de etapa en etapa, en el Programa Divino.
Y ahora, es en la cuarta generación que se obtiene la victoria, porque surge uno a existencia; mientras tanto, los que estaban en los lomos de su bisabuelo y fueron pasando de etapa en etapa, y no fueron manifestados a vida: no vinieron a existencia, y por lo tanto, no obtuvieron la victoria.
Pero para los creyentes en Cristo, en el Cuerpo Místico de Cristo: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” [Segunda de Corintios 5:17]
Y por consiguiente, ya no estamos en los lomos de nuestro padre, de nuestro abuelo ni de nuestro bisabuelo, sino que estamos en esta vida real manifestados para obtener la victoria por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
Cristo obtuvo la victoria por nosotros. Cuando Cristo murió, fue sepultado y resucitó victorioso, ahí nosotros obtuvimos la victoria en Cristo; y por consiguiente, somos herederos de la victoria de Cristo nuestro Salvador, para estar en victoria en el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador.
“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
Ya la obtuvimos allá en Él, y ahora la hace realidad en nosotros en nuestro tiempo.
Por lo tanto, adelante sirviendo a Cristo, creciendo en la Obra del Señor siempre, como individuos; y la Obra del Señor siempre creciendo como Cuerpo Místico de creyentes; porque nuestro trabajo en el Señor no es en vano.
Recuerden los talentos que Cristo dio a los creyentes en Él. A unos les repartió ciertos talentos, a otros cierta cantidad, de acuerdo a la capacidad de la persona. Y luego se fue, subió al Cielo, está como Sumo Sacerdote en el Cielo, y regresará; y daremos cuenta a Cristo por los talentos que Él nos repartió.
Y nos dice la Escritura, que el que recibió cierta cantidad de talentos y ganó cierta cantidad, no le fueron quitados. Y el que recibió uno y no hizo nada, a ése sí le fue quitado, y le fue dado al que tenía más talentos y que había trabajado con ellos y los había multiplicado.
Porque al que tiene, le será dado más; el que tiene y lo usa; el que tiene talentos y los usa en la Obra del Señor. No es que los use en el mundo y para el mundo; es que los use en la Obra del Señor, trabajando; y así su trabajo en la Obra del Señor no es vano: Se multiplican los talentos y se multiplica la bendición para la persona; porque no le serán quitados los talentos sino que, si tiene muchos talentos, al que le es quitado alguno le será pasado a ese que tenía más. Así es en la Obra del Señor.
En palabras más claras: estamos trabajando en la Obra del Señor para nosotros mismos, para lo que será nuestra herencia, para lo que será lo que hemos de recibir en el Reino de Cristo. Trabajamos acá y luego disfrutaremos allá —en el Reino de Cristo— todos los beneficios, la recompensa, por la labor que hemos llevado a cabo en la Obra del Señor, en el Cuerpo Místico de Cristo.
No puede ser separado de Cristo y Su Programa para el tiempo que le toca vivir a la persona. Cada grupo de cada edad, con su mensajero, recibirá la recompensa correspondiente a los creyentes en el Cuerpo Místico de Cristo, que Cristo ha de otorgar a los creyentes que han trabajado en Su Obra y han permanecido firmes creciendo en la Obra del Señor.
Él siempre nos dará la victoria, y ustedes son testigos de eso, y yo también. Por lo tanto, podemos ver que toda labor debe estar ligada al Programa de Dios correspondiente al tiempo en que uno vive, porque si no, no le será contada como parte de la Obra del Señor (ya del ángulo o de la esfera en que se haga el trabajo).
Así que, adelante creciendo siempre en la Obra del Señor. Que se siga extendiendo la Obra del Señor y que siga Cristo dándonos la victoria en todo.
Continúen pasando un día feliz, lleno de las bendiciones de Cristo; y los veré, ¿cuándo? Dentro de una hora, en esa parte tan importante también que se estará llevando a cabo.
Vamos a dejar por aquí al reverendo Francisco con ustedes.
Con ustedes el reverendo Francisco Guerra.
“SALUDO A LA CONGREGACIÓN DE CIUDAD VICTORIA.”