Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, y todos los que están en otras naciones: ministros y sus congregaciones, y demás personas que se encuentran en otros lugares en estos momentos conectados con esta actividad. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para esta ocasión tenemos un documental de la construcción de la Gran Carpa-Catedral, para que vean y sepan cómo va el trabajo de construcción de la Gran Carpa-Catedral, ese proyecto tan importante que se está llevando a cabo en Cayey, Puerto Rico; para lo cual dejo al reverendo José Benjamín Pérez, para que les dé la señal para comenzar el video. Con el permiso.
[Presentación del video-documental]
Buscamos en Éxodo, capítulo 12, versos 1 en adelante, y leemos desde el verso 1 en adelante. Dice:
“Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo:
Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año.
Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia.
Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero.
El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras.
Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes.
Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer.
Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán.
Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas.
Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego.
Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová.
Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová.
Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.
Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“LA SEÑAL PARA SALIR EN EL ÉXODO.” Es nuestro tema para esta ocasión.
La Escritura nos dice en Éxodo, capítulo 4, verso 22:
“Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.”
El éxodo aquí prometido en la Palabra de Dios dada a Abraham en Génesis, capítulo 15, verso 13 en adelante, hablando del éxodo por el cual pasaría Israel, dice entonces capítulo 15, verso 13 en adelante, del Génesis:
“Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años.
Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.
Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.
Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.”
Aquí le habla Dios a Abraham que su descendencia va a morar en una tierra extraña y que van a ser esclavos allí, van a servir a una nación: “y será (la descendencia de Abraham) esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años.”
Cuando llegó el tiempo para la liberación de Israel, que estaba en Egipto esclavizado, Dios envió a Moisés, ya con 80 años, pues cuando tenía 40 años trató de liberarlos, de libertarlos, pero hubo problemas; él trató de hacerlo humanamente y también él cometió algunos errores (como matar a un egipcio que maltrataba a un hebreo), y no pudo. Más bien, hubo en medio del pueblo una persona que lo acusaba de la muerte del egipcio, y le dijo si lo iba a matar como había matado al egipcio. Era que dos hebreos estaban discutiendo, y el uno estaba tratando mal al otro, y Moisés trató de traer la paz entre ellos; y el que estaba maltratando al otro hebreo, le dijo así a Moisés; y se corrió la voz de que Moisés había matado a un egipcio, y el Faraón trató de tomarlo preso y luego lo sentenciaría a la muerte.
Moisés huyó, se fue a Madián, y allá vivió cuarenta años en la casa de Jetro como yerno de Jetro, allá tuvo dos hijos. Y aparentemente se había olvidado de su pueblo; tuvieron que esperar 40 años, y cuando llegaron los 40 años… Vean que hay ciclos: cuando tenía 40 años no lo recibieron, estaba joven todavía y no hubo un libertador durante esos 40 años subsiguientes, hasta que regresó Moisés ya anciano, con 80 años; y vino con las señales que Dios le dio, vino enviado por Dios, ungido por Dios, acompañándole la Columna de Fuego, el Ángel del Pacto, que es el Cristo en el Antiguo Testamento, el Ángel del Pacto, que es el Mesías en Su cuerpo angelical; porque la Venida del Mesías está prometida que será el Ángel del Pacto, en el cual mora Dios, que vendrá a Su templo el Señor y el Ángel del Pacto.
Por lo tanto, Moisés ya iba en esa ocasión enviado por Dios, ungido por Dios y con las señales correspondientes; porque Moisés tenía miedo de ir a donde sus hermanos allá a Egipto, que estaban allá en Egipto; y para libertarlos, mucho más era la responsabilidad. Pero Dios le dijo: “Ve, yo iré contigo, yo estaré contigo; y te van a escuchar.”
Moisés tenía temor de que no lo escucharan; y además Moisés tenía el problema de ser tardo para hablar, o sea, tartamudo; pero era el hombre que tenía el Mensaje de Dios, el ministerio de Dios, y que tenía las dos consciencias juntas para ver y escuchar de la dimensión de Dios.
Fue a Egipto, reunió a los ancianos de Israel y le escucharon; pero en algunas ocasiones cuando le aumentaban la tarea de los ladrillos que tenían que hacer, entonces el pueblo le reclamaba a Moisés; porque desde que llegó Moisés a Egipto en medio de los hebreos que estaban allá esclavizados, las cargas de la construcción de ladrillo le fueron aumentadas a los hebreos, y gemían por esa situación. Pero Dios estaba con Moisés y era el tiempo para esa liberación.
Habían estado ellos un tiempo sin problemas cuando estaba vivo José, pero después que murió José les llegó la esclavitud. Y ahora, ya se habían cumplido los cuatrocientos años de esclavitud, y la promesa era que Dios los iba a libertar.
Para toda Obra que Dios va a hacer, usa a un ser humano; y con ese ser humano va a estar un pueblo que lo va a recibir, y ese hombre hará una labor en pro de ese pueblo; y con ese pueblo hará una labor para todos los que lo han de recibir y han de recibir las bendiciones de Dios; porque ese hombre será la Voz de Dios, porque Dios pondrá Su Palabra en la boca de ese hombre, de ese profeta; y por consiguiente, siendo ungido por el Espíritu Santo, Dios hablará a través de ese hombre.
Cuando ese hombre habla la Palabra de Dios, es Dios hablando por medio de carne humana, estará Dios velado en un cuerpo humano. Por eso la Escritura dice: “Yo dije, Dioses sois.” Y Jesús dice: “Y si dijo Dioses a aquellos a los cuales es hecha Palabra de Dios, la Escritura no puede ser contradicha.” [San Juan 10:31-42]
Eso lo dijo Jesús cuando le decían: “Tú, siendo hombre, te haces Dios.” Era Dios en un velo de carne humana: en un hombre, visitando a Israel y hablándole a Israel; estos son siempre los profetas de Dios; “porque no hará nada el Señor si primeramente no revela Sus secretos a Sus siervos Sus profetas.” Amós, capítulo 3, verso 7.
Por lo tanto, Dios había dicho que visitaría a Su pueblo, y allí lo estaba visitando cuando Moisés apareció; estaba en Moisés, a quien le acompañaba aquella Columna de Fuego que le había aparecido a Moisés en una zarza que ardía y no se consumía, allá en el capítulo 3 del Éxodo, verso 1 en adelante. Y le dice: “Yo soy el de Amram (o sea, el Dios del padre de Moisés), el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.”
Era el Dios Creador de los Cielos y de la Tierra apareciéndole a Moisés en aquella llama de fuego; y acompañaría a Moisés para llevar a cabo por medio de Moisés, la liberación del pueblo hebreo, llevar a cabo el éxodo, la salida del pueblo hebreo de la esclavitud y, por consiguiente, de Egipto.
Moisés tenía temor de regresar a Egipto para estar en medio del pueblo hebreo, y le dice a Dios: “Si ellos me preguntan cuál es Tu Nombre, ¿qué les responderé?” Dios le dice: “Yo soy el que soy. Y dirás al pueblo: Yo soy me ha enviado a vosotros.” Le dice también: “Este es mi memorial para siempre.” Capítulo 3, verso 13 al 16 del Éxodo.
Toda persona ha deseado conocer el Nombre de Dios, y aquí le está siendo revelado a Moisés. Encontramos que Moisés supo cómo pronunciar ese Nombre de Dios, porque lo escuchó.
Y ahora, Moisés va para Egipto, pero le dice: “Envía por el que debes enviar,” porque le había dicho que él era tartamudo; y Dios se enojó con Moisés.
Es que nunca hay dos cabezas, dos líderes que concuerden en todo, porque dos líderes, dos cabezas, piensan cada uno en su manera normal de pensar; dos cabezas: dos formas de pensar. Y el líder era Moisés; y él le está otorgando una parte muy importante, la de dirigirse al pueblo, a su hermano. Dios se enojó con Moisés y le dice: “¿No conozco yo a tu hermano que habla bien, que sabe hablar al pueblo? Él va a salir y se va a encontrar contigo en el desierto, y se va a alegrar.” Y así fue. Y le dice: “Tú le vas hablar a él, yo hablaré a ti y tú le hablarás a él lo que él debe hablar.” Eso está en el mismo Éxodo, capítulo 4, verso 10 en adelante:
“Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.
Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?
Ahora, pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.
Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.
Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.
Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.
Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.”
Moisés era en lugar de Dios para Aarón; así como Dios le hablaba a Moisés lo que tenía que hablar, lo que Dios le hablaba a Moisés luego Moisés se lo hablaba a Aarón para que lo hablara al pueblo; y Aarón tenía que repetir lo que Moisés le decía, porque Aarón era profeta de Moisés, y Moisés era profeta de Dios, y profeta dispensacional; por eso cualquier persona o pueblo que hiciera algo contra Moisés, lo estaba haciendo en contra de Dios y tenía problemas con Dios.
Recuerden que en una ocasión Aarón y María o Miriam, hermana de Aarón y de Moisés, criticaron a Moisés porque se había casado con una joven morena, una joven de la cual pues ellos no estaban de acuerdo que fuera la esposa de Moisés, tenían discriminación en contra del color y nacionalidad de la esposa de Moisés.
Y Dios se enojó con Miriam y Aarón. Miriam quedó leprosa. Aarón se asustó y clamó a Moisés. Aarón no oró a Dios, él fue donde Moisés porque Moisés estaba en lugar de Dios para Aarón, para hablarle lo que Dios le decía a Moisés. Moisés oró, clamó a Dios, y Dios lo escuchó, y sanó a Miriam de la lepra.
Aarón estaba muy asustado porque después de Miriam le tocaba a Aarón; y ya Aarón tenía acumulado bastantes puntos por haber hecho el becerro de oro también; y encima de eso ahora, en esta otra ocasión, criticó a Moisés.
La Escritura dice: “No hagáis mal a mis profetas,” y más si es un profeta dispensacional, cualquiera que haga algo en contra de él, tendrá problemas grandes delante de Dios.
Ahora, estando Moisés en Egipto hizo las señales que Dios le dio para hacer, le dio el Mensaje de parte de Dios para el pueblo, del éxodo que se llevaría a cabo conforme al Programa Divino, conforme a lo que le prometió Dios a Abraham: que estarían cuatrocientos años como esclavos, y a los cuatrocientos años Dios los libertaría, los sacaría con grandes riquezas, y los llevaría a la tierra prometida; los sacaría y castigaría al pueblo que los tendría cautivos, lo castigaría con mano fuerte, con juicio divino.
Para la salida del pueblo, Dios le dijo que cada familia tomara un cordero de un año, lo tuvieran hasta el día 14; lo tomaban el día 10, y el día 14 lo sacrificarían cada familia; su sangre la aplicarían sobre el dintel y los postes de la puerta de la casa; y eso sería por señal para Dios, de que ellos habían sacrificado el cordero pascual, habían creído y tenían el cordero pascual dentro, asado, y comiéndolo toda la familia.
¿Por qué se lleva a cabo todo esto? Porque eso es el Plan de Dios; como fue la construcción del arca para salvación de los que estuvieran dentro del arca; una cosa sencilla, pero vean, era el Plan de Dios para aquel tiempo. Y ahora para los primogénitos del pueblo hebreo no morir esa noche de la Pascua que estarían comiendo el cordero, para no morir tenían que sacrificar el cordero de un año y sin defecto, y tenían que colocar la sangre en el dintel y los postes de la puerta del hogar. Y eso sería por señal para Dios, porque esa noche pasaría a medianoche Dios, y el ángel de la muerte entraría a los hogares y moriría el primogénito que estuviera en ese hogar.
Para la preservación de la vida del primogénito era sacrificado el cordero pascual, y aplicada su sangre en el dintel y los postes de cada hogar; porque en lugar de morir el primogénito moría en su lugar ese cordero pascual; en lugar de cada primogénito moría el cordero pascual, y su sangre era aplicada, porque la vida está en la sangre.
Ahora, encontramos que pasó la muerte, el ángel de la muerte, por los hogares en Egipto; y cuando veía en los hogares hebreos la sangre sobre el dintel y los postes de la puerta del hogar, no entraba a ese hogar. Era, las alas de ese ángel, como una neblina, un humo oscuro que bajó y entraba por las casas y morían los primogénitos, desde el primogénito hijo del Faraón hasta los primogénitos de entre los animales.
Pero en los hogares hebreos el ángel de la muerte no entró. ¿Por qué? Porque vio la sangre, y mostraba que en lugar del primogénito había muerto un animalito; y eso es fácil de entender porque desde Adán se están sacrificando animalitos que ocupan el lugar del pecador; muere el animalito y la sangre es derramada, del animalito, y el pecador queda libre, porque por el pecador murió un animalito.
Ese es el Plan de Dios, porque eso está tipificando algo que más adelante va a ser manifestado en medio de la raza humana para el establecimiento de un Nuevo Pacto prometido en Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36; y Dios va a escribir en las tablas del corazón de las personas la Ley Divina.
Y ahora, si allá no falló, y cada primogénito tuvo la representación en el cordero que murió en lugar de cada primogénito, aquello fue el tipo y figura de lo que más adelante sucedería en un nuevo tiempo para un Nuevo Pacto ser establecido. El pacto sin la sangre no es efectivo, es nulo.
Ahora, así fue con el éxodo de Israel, de la esclavitud en Egipto, para ir a la tierra prometida.
Y ahora, la promesa es que Dios va a llevar a cabo un Nuevo Pacto; por lo tanto, todo lo que pasó allá en el Antiguo Pacto, en el Antiguo Testamento, es el tipo y figura de lo que va a pasar para un Nuevo Pacto que tiene que ser hecho. Jeremías, capítulo 31, versos 31 en adelante, dice:
“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá (ahí está la profecía de un nuevo pacto).
No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.”
Aquí nos muestra que Dios va a hacer un nuevo pacto.
Y ahora, en el tiempo de Moisés las personas hebreas eran circuncidadas, Abraham fue circuncidado también, Ismael fue circuncidado también el mismo día, y después Isaac fue circuncidado más adelante, y así la descendencia de Abraham guardó el pacto de la circuncisión; pero aunque tenían el pacto, la señal del pacto como la circuncisión, y era circuncidado, para esa ocasión el pacto no era válido, no era efectivo, si no tenían la sangre del cordero pascual aplicada en el dintel y los postes de sus hogares.
Cualquiera podía decir. “No necesitamos un cordero que sea sacrificado ni la sangre aplicada en la puerta, en el dintel y los postes de la puerta, porque todos somos circuncidados.” Pero ellos creyeron a Moisés.
Los egipcios podían decir: “Eso es una ignorancia.” Ellos no tenían conocimiento de lo que era el sacrificio de ese cordero pascual y ellos no entendían que había llegado el tiempo para la salida de Egipto del pueblo hebreo, el éxodo del pueblo hebreo.
Pero los hebreos, por enseñanza de Moisés más la que ellos tenían, sí comprendían; y con temor y reverencia efectuaron ese sacrificio y lo colocaron, el cordero asado, dentro del hogar para comer durante la noche de la Pascua, y la sangre aplicada en la parte de afuera (porque en la sangre está la vida), mostrando que dentro ellos tenían el cordero asado y lo estaban comiendo, y estaban listos para salir: los zapatos puestos y el bordón en la mano de también (era la vara sobre la cual se sostenían las personas, como un bastón largo sobre el cual se sostenían); y todo tenía que estar listo, y la harina envuelta en sábanas, para salir luego de comer la Pascua. La sangre era la señal.
Y ahora, para el Nuevo Pacto y para la vida de los primogénitos ser preservada en el Nuevo Pacto, miren ustedes, hay una circuncisión también. Deuteronomio 10, verso 16, dice:
“Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz.”
“Y no endurezcáis más vuestra cerviz.” Una circuncisión en el corazón. De eso nos habla también Jeremías en el capítulo 4. Cuando decimos: Nos habla Jeremías, tenemos que entender que es Dios por medio de Su Espíritu hablando a través del profeta Jeremías [verso 4]:
“Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalén; no sea que mi ira salga como fuego, y se encienda y no haya quien la apague, por la maldad de vuestras obras.”
Y ahora vean que Dios exige que sea circuncidado el corazón, dice: “el prepucio de vuestro corazón.”
Y ahora, en el Nuevo Testamento San Pablo dice y Juan el Bautista dice… Juan el Bautista señala a Cristo y dice: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” San Juan, capítulo 1, versos 29 al 36. Y San Pablo nos habla de esa circuncisión del corazón, en Romanos, capítulo 2, verso 28 al 29:
“Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.”
Y ahora, San Pablo nos habla de la circuncisión de acá del corazón. Cristo nos habla también de un Nuevo Pacto en San Mateo, capítulo 26, y San Lucas, capítulo 22. San Mateo, capítulo 26, versos 26 en adelante, dice (26 al 29):
“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
porque esto es mi sangre del nuevo pacto (aquí nos habla de la Sangre del Nuevo Pacto), que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
Y ahora nos habla del Nuevo Pacto y de la Sangre del Nuevo Pacto. La Sangre de Cristo derramada es la Sangre del Nuevo Pacto.
Hebreos, capítulo 13, versos 20 al 22, dice:
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno (vean, la Sangre del Pacto Eterno, no nombra otro pacto),
os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”
Y ahora, la Sangre del Nuevo Pacto permanecerá haciendo intercesión por cada persona que recibe a Cristo como su Salvador, y el que confiesa sus pecados a Cristo.
En el Antiguo Pacto, en el Antiguo Testamento, la sangre literalmente tenía que ser aplicada; y siempre, para la fecha correspondiente tenían que hacerse sacrificios.
Ahora, en cuanto al cordero pascual y su sangre aplicada en el dintel y los postes de la puerta de cada hogar, nos habla de la puerta del corazón, en donde tiene que ser aplicada la Sangre y en donde Dios escribe Sus Leyes. Vean, capítulo 12, verso 22 en adelante, de Hebreos, dice:
“Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos (esos primogénitos son los que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo, cada uno en el tiempo que le tocaría vivir), a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,
a Jesús el Mediador del nuevo pacto (¿Quién es el Mediador del Nuevo Pacto? Jesucristo), y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.”
Y ahora, Cristo antes de ascender al Cielo y aun en Su ministerio terrenal, dice a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” Y ahora hay un requisito para entrar al Reino de Dios. Y nos dice San Juan, capítulo 1 también, versos 11 al 13:
“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (o sea, a los hebreos).
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”
Esto es, engendrados por el Espíritu Santo.
Por eso es que le habla a la mujer samaritana del agua que salta para vida eterna, hablándole del Espíritu Santo; y en el capítulo 7 de San Juan habla del Espíritu Santo: Capítulo 7, verso 37 al 39:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Pero cuando murió y resucitó y subió al Cielo glorificado, fue glorificado, y dijo que Él enviaría el Espíritu Santo de parte de Dios; en otros lugares dice que el Padre enviaría el Espíritu Santo. San Juan, capítulo 14, verso 26, dice:
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”
Y en San Juan, capítulo 15, verso 26 al 27 dice:
“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.”
Y en San Juan, capítulo 16, verso 12 en adelante, dice:
“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.”
O sea, que Cristo no habló todo lo que tenía. Él tenía otras cosas que tenía que hablar, pero vean:
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.”
Y ahora, Cristo murió como el Cordero Pascual en el tiempo de la víspera de la Pascua; y ya el simbolismo de la Pascua que guarda el pueblo hebreo, se hace una realidad en Cristo; y aquella Pascua en Egipto, que realizó el pueblo hebreo, se hizo una realidad en Cristo, porque Él es el Cordero Pascual que viene para preservar la vida de los escogidos, de los que están escritos en el Cielo, que son los primogénitos de Dios. Y Cristo tenía que morir para preservar la vida de esos primogénitos, y la preserva para vida eterna.
No hay otro Sacrificio que el ser humano pueda hacer para los primogénitos de Dios, excepto el que fue hecho por Cristo en la Cruz del Calvario; y Su Sangre es aplicada en la puerta del corazón de cada persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador.
Sin el Espíritu Santo no hay pacto válido para los creyentes; por eso las vírgenes insensatas, que no tenían aceite en sus lámparas, que no tenían el Espíritu Santo, tuvieron que pasar por la gran tribulación; y por consiguiente, no eran de los primogénitos escritos en el Cielo; aunque están escritos en el Cielo, en la otra sección del Libro de la Vida, en donde puede ser borrada cualquier persona que cruce la línea entre gracia y misericordia.
Los primogénitos escritos en el Cielo, les dije que son los que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales tendrían la señal de la Sangre aplicada en el corazón. Cualquier persona se pregunta: “¿Y cómo puede ser hecho eso, si Cristo murió alrededor de dos mil años atrás y Su Sangre fue derramada?, ¿y ahora dónde vamos a encontrar la Sangre de Cristo?”
La Vida que estaba en esa Sangre es el Espíritu Santo, y cuando la persona recibe el Espíritu Santo está recibiendo la vida de la Sangre de Cristo; y por consiguiente, el Nuevo Pacto le es efectivo a todo creyente que ha recibido a Cristo, ha sido bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego; el cual cada persona tiene que pedir a Dios por medio de Cristo, en el Nombre del Señor Jesucristo, para que así tenga la vida de la Sangre de Cristo, que es el Espíritu Santo, el cual el Día de Pentecostés descendió sobre ciento veinte, y de ahí en adelante ha estado descendiendo sobre los que lo reciben como Salvador, que claman que Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego.
Sin la vida de la Sangre, lo cual es el Espíritu Santo, y por consiguiente la Sangre está aplicada en el corazón de la persona al tener la vida de la Sangre; sin el Espíritu Santo, a la persona no le es efectivo el Nuevo Pacto y a la persona no le es efectiva toda promesa correspondiente al Nuevo Pacto; pero el que ha recibido a Cristo y ha recibido Su Espíritu, es heredero de todas las promesas de Dios hechas para los creyentes del Nuevo Pacto que forman la Iglesia del Señor Jesucristo en el tiempo que les toca vivir.
Los elegidos, predestinados, escogidos, primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, de donde nunca pueden ser borrados, son los que serán resucitados si murieron físicamente, Cristo los resucitará; mientras tanto están en el Paraíso, otra dimensión, donde hay árboles, hay lagos, hay peces, hay pajaritos, hay animales y hay personas que han sido los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, de diferentes etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Esos son los primogénitos por los cuales Cristo murió como Cordero de Dios en la Cruz del Calvario para la preservación de la vida de esas personas; ellos vivirán eternamente con Cristo en Su Reino. Ya en el campo espiritual ellos han obtenido la parte de la redención espiritual: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Segunda de Corintios, capítulo 5, el apóstol San Pablo nos enseña esta verdad divina. Capítulo 5, verso 17, de Segunda de Corintios.
San Pablo también nos habla de que la circuncisión es la del corazón, porque es en el corazón que Dios dijo que fueran circuncidados los que creían en Él, porque esa es la más importante; y esa se lleva a cabo en el Nuevo Pacto que Cristo lleva a cabo, al cual entran, han estado entrando millones de seres humanos.
Por cuanto hay un Nuevo Pacto y la circuncisión es en el corazón, el que no está bajo el Nuevo Pacto tiene problemas delante de Dios. Los que están en el Nuevo Pacto, así como Israel una vez al año efectuaba la Pascua, cada creyente en Cristo en la Iglesia del Señor Jesucristo, de tiempo en tiempo en la Iglesia toma la Santa Cena, en donde toma el pan o come el pan, que representa el cuerpo de Cristo, y toma el vino, el cual representa la Sangre de Cristo. O sea, que la muerte de Cristo como el Cordero Pascual y también como el macho cabrío de la Expiación, se conmemora la pascua del Nuevo Pacto, que es Cristo sacrificado por nosotros.
Aquello allá, el sacrificio del cordero pascual en Egipto, era un tipo del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario muriendo por los primogénitos que entrarían al Nuevo Pacto Divino. Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7 dice:
“Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.”
Lo que pasó allá en Egipto, del cordero pascual siendo sacrificado y su sangre siendo aplicada en el dintel y los postes de los hogares, y el cordero asado siendo comido en cada hogar; es tipo de Cristo siendo crucificado, sacrificado, Su Sangre aplicada en el corazón de cada creyente que lo recibe como Salvador, y creyendo en Cristo y comiéndonos Su Palabra, que es Cristo.
Recuerden que Él dijo: “El que no coma mi carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí.” O sea, que no tiene vida eterna; lo que tiene es una vida temporal y se le va a terminar en algún momento, porque la vida que recibimos de Adán y Eva, como descendientes de Adán y Eva, es vida temporal; pero ahora necesitamos nacer de nuevo, nacer del Agua y del Espíritu, como le dijo Cristo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, versos 1 al 6, para así entrar al Nuevo Pacto y tener la señal de la Sangre, que es el Espíritu Santo dentro de nuestros corazones, en nuestra alma.
Sin la señal del Nuevo Pacto, sin la señal de la Sangre de Cristo, que es el Espíritu Santo, las personas están sujetas al juicio divino y están sujetas a todos los problemas que corresponden al juicio que Dios dicte sobre las personas; y para el Día Postrero: la gran tribulación. Pero para los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, los cuales tienen la señal de la Sangre, que es el Espíritu Santo, porque la vida está en la Sangre… En la Sangre de Cristo, vean ustedes, está la Vida de la Sangre, que es el Espíritu Santo.
En tiempos del Antiguo Pacto o Antiguo Testamento, la vida de la sangre no podía venir al individuo porque los animales no tienen alma; en el Nuevo Pacto o Nuevo Testamento, la vida de Cristo, el Espíritu Santo, viene a todos los creyentes que lo reciben como Salvador; por eso con un solo Sacrificio Él nos ha redimido, no tiene que estar viniendo cada vez para morir, ya murió una sola vez y así hizo el Sacrificio perfecto para hacer perfecto al que lo recibe como su único y suficiente Salvador.
Y cuando Dios ve al creyente nacido de nuevo, no ve pecado en él, porque está bajo la Sangre de Cristo con la vida de la Sangre de Cristo, que es el Espíritu Santo; está dentro del Nuevo Pacto.
Y por consiguiente, cada creyente en Cristo nacido de nuevo, con la señal de la Sangre, que es el Espíritu Santo, ha estado esperando la Venida de Cristo a Su Iglesia para transformarnos y llevarnos con Él a la Cena de las Bodas del Cordero; sabiendo que si muere la persona físicamente, va al Paraíso; y en la Venida del Señor, Él antes de venir directo de la séptima dimensión —donde está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su Sangre— pasa por el Paraíso, que es la sexta dimensión, y hace un juicio allá a todos los que mensajeros de Su Iglesia, a los siete mensajeros y también a los del tiempo de la Iglesia primitiva allá en Israel, San Pedro y los demás apóstoles.
Le fue dicho al reverendo William Branham, él no sabía que eso iba a suceder y le fue dicho: “Tú darás cuenta por todos nosotros, tú serás juzgado; y si tú entras, nosotros entraremos también: regresaremos a la Tierra, tomaremos cuerpos, recibiremos cuerpos glorificados, tomaremos cuerpos,” o sea, cuerpos glorificados. En cuerpos glorificados es que resucitarán, pues si resucitan en los mismos cuerpos que tenían, volverán a morir; pero resucitarán en cuerpos glorificados, cuerpos glorificados como Cristo resucitó para nunca más morir. Aparecerán a los creyentes que estén vivos, y cuando los veamos seremos transformados, así es el Programa Divino, el plan divino.
En Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, habla de la Venida del Señor, que será para transformar nuestros cuerpos, para que sea semejante al cuerpo de la gloria Suya, con el poder con el cual puede sujetar a Sí mismo todas las cosas.
Y en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 12 al 18, nos habla que el mismo Señor con Aclamación, Voz de Arcángel y Trompeta de Dios, descenderá del Cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero, luego nosotros los que vivimos seremos arrebatados para recibir al Señor en el aire; y así estaremos siempre con el Señor.
Y en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58, nos habla también de lo mismo, y nos dice: “Así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos la imagen del celestial.” Lo vamos a leer aquí, el verso 50 en adelante, dice:
“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción…”
O sea, que con cuerpos físicos mortales no vamos a estar en el Reino de Cristo, el Reino físico, cuando sea establecido, o para ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el rapto; tiene que ser con un cuerpo inmortal, incorruptible, como el cuerpo glorificado de Jesucristo.
“Ni la corrupción hereda la incorrupción.” O sea, que el cuerpo que tenemos mortal, es corruptible, por lo tanto no hereda la incorrupción, tiene que dejar de existir en algún momento; pero habrá un grupo de personas creyentes en Cristo, que tendrán la señal del Espíritu Santo, que no verán muerte física sino que serán transformados cuando los muertos en Cristo resuciten en la Venida de Cristo con ellos.
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados (no todos moriremos; ya muchos han muerto en las edades pasadas, pero habrá un grupo que para el tiempo de la resurrección de los muertos en la Venida del Señor, estarán vivos y serán transformados),
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta (la final trompeta es el final mensaje o Mensaje Final); porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados (transformados de mortales a inmortales físicamente, pues ya nuestra alma tiene vida eterna, ahora falta la parte física: la transformación de nuestro cuerpo).
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.”
Es importante, es necesario, ser vestidos de inmortalidad, ser transformados; y eso es a la Final Trompeta, al Mensaje Final, al Mensaje de Gran Voz de Trompeta, que es un mensaje dispensacional, el Mensaje para la Dispensación del Reino.
Estamos todos esperando la Venida del Señor desde que Él se fue hasta nuestro tiempo; esa será la solución final a todos nuestros problemas y eso será la solución al problema de la situación del medio ambiente, que está muy difícil la situación del medio ambiente: terremotos, maremotos, volcanes y así por el estilo, tsunamis también en el planeta Tierra, y cada día aumentando. Y si así es actualmente, ¿cómo será en la gran tribulación? Porque dice la Escritura que viene el día de Jehová y que será un día ardiente como un horno. Malaquías, capítulo 4, verso 1 en adelante dice:
“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará (o sea, los quemará), ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.
Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia…”
Eso es la Segunda Venida de Cristo. Él es el Sol de Justicia. Él dijo en San Juan, capítulo 8, verso 12: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida,” la lumbre de la vida o luz de la vida; o sea, que tendrá el Espíritu Santo, y por consiguiente la vida eterna.
“Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.
Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.
He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.
El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.”
Antes de venir el día terrible de la gran tribulación, en donde dice que será un día terrible y que todos los que hacen maldad, “todos los soberbios serán estopa, aquel día que vendrá los abrasará, los quemará”; antes que llegue ese momento, que será durante la gran tribulación, dice: “Yo os enviaré a Elías.”
Por lo tanto, así como tuvimos al profeta Elías Tisbita, y después, como sucesor de Elías Tisbita a Eliseo, que vino a ser entonces el segundo Elías, el hombre con el espíritu y virtud de Elías, el hombre con una doble porción del espíritu de Elías, como él pidió y como reconocieron los hijos de los profetas cuando dijeron: “El espíritu de Elías ha reposado sobre Eliseo.” Eso es el Espíritu Santo que reposó sobre Eliseo, el cual estaba primero sobre Elías.
Y después, por tercera vez, en Juan el Bautista; ese fue el Elías que vino precursando la Primera Venida de Cristo. Y luego, por cuarta ocasión, en el reverendo William Branham como precursor de la Segunda Venida de Cristo.
Y está prometido que vendrá nuevamente Elías por quinta ocasión, y vendrá acompañado con Moisés; esto es el Espíritu Santo operando el ministerio de Elías por quinta ocasión y el Espíritu Santo operando el ministerio de Moisés por segunda ocasión; y si contamos la Primera Venida de Cristo como la segunda ocasión, entonces será por tercera ocasión.
“Profeta como yo os levantará el Señor nuestro Dios, a él oiréis,” dijo Moisés conforme a como le dijo Dios a Moisés. Y luego dice Moisés: “El Señor vuestro Dios…” Capítulo 18, verso 18 al 19 de Deuteronomio, dice:
“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú (le dice Dios a Moisés); y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.
Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.”
En ese profeta prometido aquí, en el cual estará el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo ungiéndolo y poniendo las Palabras de Dios en la boca de ese profeta… En todos los profetas anteriores se reflejó lo que Dios va hacer en el Día Postrero; en Cristo fue en toda Su plenitud, y luego para el Día Postrero también será en toda Su plenitud; pero en cada uno de los profetas y los mensajeros del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento se reflejó lo que Dios va a hacer en el tiempo final.
Por lo tanto, hay promesas grandes para Israel; esos son los Dos Olivos de Zacarías, capítulo 4, versos 11 en adelante, y Apocalipsis, capítulo 11, versos 1 al 14: los Dos Olivos que están delante de la presencia de Dios.
Tenemos también la promesa de la Venida del Hijo del Hombre, de la Venida del Señor; eso es el misterio del Séptimo Sello, de lo cual no se puede explicar ahora para que no haya imitación de lo que será la Venida del Señor en este tiempo final a Su Iglesia; y luego ese misterio será abierto a la Iglesia para obtener la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; y eso será en la Tercera Etapa, como dice el reverendo William Branham.
Y la Tercera Etapa, lo que vimos manifestado temporalmente en el reverendo William Branham, será manifestado plenamente; y será esa Tercera Etapa para la Novia, o sea, para los elegidos, los escogidos, los predestinados, los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, para darles la fe para ser transformados y raptados con Cristo.
Y la Tercera Etapa será también para las vírgenes insensatas, que van a pasar por la gran tribulación porque no tenían el Sello del Espíritu Santo; no tenían la señal de la Sangre, que es el Espíritu Santo; no tenían la vida de la Sangre de Cristo, que es el Espíritu Santo.
Y para el mundo entero también será la Tercera Etapa.
Tendrá el impacto no solamente en la Iglesia del Señor Jesucristo (las vírgenes prudentes), sino también en las vírgenes insensatas, lo cual les dará fuerza y ánimo para soportar en la gran tribulación y dar sus vidas por Cristo; porque el anticristo las perseguirá y los matará. Eso está en Apocalipsis, capítulo 12, versos 1 al 17; y lo del anticristo está en Segunda de Tesalonicenses, capítulo 2, verso 1 en adelante.
O sea, que a la humanidad le espera un tiempo muy difícil; pero antes de comenzar la gran tribulación vendrá una apretura para los creyentes en Cristo que tienen la señal de la Sangre, el Espíritu Santo; y ahí, en medio de esa apretura, la Tercera Etapa será manifestada, Dios en toda Su plenitud manifestado en medio de Su Iglesia.
El reverendo William Branham dijo que le fue revelado a él, que le fue dicho por el Espíritu Santo, le fue dicho por el Ángel que lo acompañaba, que lo que le fue mostrado en la Visión de la Carpa, todo lo que él vio, eso era la Tercera Etapa, la Tercera Etapa surgiendo.
En medio del cristianismo, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, habrá una Gran Carpa-Catedral conforme a la visión que le fue mostrada al reverendo William Branham, por eso él siempre trató y quiso tener, comprar una Gran Carpa; sabiendo que era una visión, sabía que se tenía que cumplir y él trató de conquistar por la fe esa visión, esa promesa; pero no era para el tiempo de él, si no, lo hubiera logrado en su tiempo.
Es para nuestro tiempo. En algún lugar aparecerá el cumplimiento de la Visión de la Gran Carpa-Catedral; él dijo que va a ser así, que se va a cumplir. Antes de irse él dijo: “Hay una cosa que todavía no se ha cumplido (de las visiones que había tenido), y es la visión de la Gran Carpa-Catedral”; y por consiguiente le toca a la Iglesia del Señor Jesucristo llevar a cabo ese trabajo para que se cumpla esa visión; y en algún lugar se va a cumplir.
En todos los países, todas las Iglesias quisieran que fuera en su país; pero si ya él la vio ya hecha y Dios obrando en medio de ella, pues el lugar también estaba escogido. En algún lugar la vio en la visión, por lo tanto, en algún lugar se cumplirá, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde estarán trabajando en pro de ese proyecto divino.
Es el proyecto más importante que se llevará a cabo en este planeta Tierra, como fue el más importante en el tiempo de Salomón la construcción del templo para Dios allá en Jerusalén. Y en el tiempo de Moisés la construcción más importante fue la construcción del tabernáculo, una casa para Dios. La casa más importante es la casa de Dios; por lo tanto, donde se cumpla esa profecía, esa visión, se estará cumpliendo la construcción física más grande y más importante del planeta Tierra.
El reverendo William Branham vio la misma Columna de Fuego que le apareció a Moisés y guió al pueblo de Israel por el desierto y lo llevó a la tierra prometida, y le acompañó todo el tiempo, y acompañaba a los diferentes profetas, y se hizo carne en la persona de Jesucristo; “el Verbo se hizo carne y habitó en medio, entre nosotros.” (San Juan, capítulo 1, verso 14).
Esa misma Columna de Fuego descendió el Día de Pentecostés allá en Jerusalén, en el aposento alto, sobre ciento veinte personas: libro de los Hechos, capítulo 2. Sucedió como Cristo les dijo en el capítulo 1, verso 1 al 10 del libro de los Hechos.
Fue el Espíritu Santo colocándose en medio del pueblo y descendiendo lenguas como de fuego, y así recibieron el Espíritu Santo y obtuvieron el nuevo nacimiento; y ahí recibieron la circuncisión de acá del corazón, del alma, todos los que allí estaban; y así ha estado sucediendo durante estos dos mil años aproximadamente, en todos los que han recibido a Cristo y han recibido Su Espíritu Santo.
Y ahora, estamos en el tiempo final, donde de un momento a otro se completa la Iglesia del Señor Jesucristo, de un momento a otro nacen en el Reino de Cristo por medio del nuevo nacimiento, por medio del Espíritu Santo, los que falten para completarse la Iglesia del Señor Jesucristo; y luego vendrá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los que estamos vivos, luego de Cristo salir del Trono del Padre y tomar el Título de Propiedad, el Libro de la Vida del Cordero, que es el Libro sellado con siete sellos, y abrirlo en el Cielo; de Apocalipsis, capítulo 5, versos 1 en adelante.
Y luego en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, ya Cristo desciende, el Ángel Fuerte desciende con el Librito abierto en Su mano, clamando como cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces.
Los Siete Truenos, que es la Voz de Cristo hablando consecutivamente, nos dará la bendición de la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Venida de Cristo para el Día Postrero; y así nos dará la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, porque Él viene para transformarnos y llevarnos con Él a la Cena de las Bodas del Cordero. Y para transformarnos: así como hemos creído en Su Primera Venida, estaremos creyendo en Su Segunda Venida viniendo a Su Iglesia.
Él ha sido siempre la Luz del mundo, es la Luz que alumbra a todo hombre, Él es la Luz de la vida eterna; y por eso cuando el Espíritu Santo entra al alma, alumbra, ilumina el alma de la persona y le alumbra el camino divino, el camino de Dios, que es Cristo nuestro Salvador, el cual dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí,” San Juan, capítulo 14, verso 6.
Por lo tanto, la señal para salir en el éxodo, en el éxodo espiritual, ha sido Cristo produciendo el éxodo espiritual, sellando en el alma a los hijos de Dios. “No contristéis al Espíritu Santo de Dios con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” [Efesios 4:30] O sea, para el día de nuestra transformación, de la redención del cuerpo. Romanos, capítulo 8, versos 14 al 31.
Y en nuestro tiempo tenemos la promesa de un éxodo en el campo espiritual, saliendo del formalismo religioso y colocándonos en la Palabra prometida para este tiempo, creyendo las promesas para nuestro tiempo y siendo preparados para nuestra transformación; recibiendo Su Espíritu, teniendo la señal para el éxodo, que es el Espíritu Santo.
Recuerden que el cristianismo como creyentes en Cristo consta de vírgenes prudentes y vírgenes insensatas; las insensatas pasarán por la gran tribulación, porque no tenían la señal de la Sangre, que es el Espíritu Santo, la vida de la Sangre, que es el Espíritu Santo; y las que tienen aceite en sus lámparas son las vírgenes prudentes, son las que tienen el Espíritu Santo, y serán transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Dice que cuando las vírgenes insensatas fueron a buscar aceite, vino el Esposo (San Mateo, capítulo 25, versos 1 al 13), y las que estaban preparadas entraron con Él a las Bodas y se cerró la puerta; luego vinieron las insensatas tocando a la puerta y no dice si consiguieron aceite o no, y vinieron a tocar a la puerta: “Señor, Señor, ábrenos.” Y Él les contestó: “No sé de dónde sois, no sé de dónde son ustedes.”
No eran del grupo de las vírgenes prudentes, no eran de las que tenían aceite en sus lámparas, no eran de las que tenían la señal de la Sangre de Cristo, la vida de la Sangre de Cristo, que es el Espíritu Santo; y por consiguiente, tuvieron que pasar, ser echadas a las tinieblas de afuera, donde será el lloro y el crujir de dientes; o sea, ser echadas en la gran tribulación.
Pero las prudentes entraron con Cristo a las Bodas, y se cerró la puerta antes de la gran tribulación. Las vírgenes prudentes son los que serán transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
En todas las etapas de la Iglesia, desde el Día de Pentecostés para acá, hubo vírgenes prudentes y vírgenes fatuas en medio del cristianismo. Y también para nuestro tiempo, por cuanto la Tercera Etapa va a impactar a las vírgenes prudentes y también a las vírgenes fatuas, van a haber vírgenes fatuas también en este tiempo final, las cuales pasarán por la gran tribulación, pero va a ser fortalecidas para pasar por la gran tribulación, la Tercera Etapa les va a ayudar mucho.
Para el mundo no habrá oportunidad; para el mundo, por cuanto han rechazado a Cristo como su Salvador, ya no habrá tiempo para recibirlo.
Para el pueblo hebreo: la Venida del Mesías, también la venida de Elías precursando la Venida del Mesías, preparándole el camino, y la venida de Moisés, tendrán una bendición; pero tendrán que pasar por la gran tribulación, que es la apretura de Jacob, donde ciento cuarenta y cuatro mil van a ver y a recibir la Venida del Mesías y van a ser sellados en sus frentes, pero tendrán que pasar por la gran tribulación y morir como mártires en la gran tribulación; la bestia los perseguirá y los matará.
Estamos en un tiempo muy importante, de preparación, para recibir la Venida del Señor, recibir a los muertos que resucitarán y ser transformados; recibir la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. El final de las vírgenes prudentes en la Tierra y las bendiciones para las vírgenes prudentes al final, girará todo alrededor de la Visión de la Carpa-Catedral que vio el reverendo William Branham; y de ahí se extenderá esa bendición para todas las naciones.
Por lo tanto, es importante que estemos preparados con la señal para salir en el éxodo. En el éxodo, en la parte física del cuerpo físico: salir de esta dimensión al ser transformados, y entrar físicamente al Reino de Dios y de Cristo, para ir a la Cena de las Bodas del Cordero con Cristo nuestro Salvador; y eso no se explica mucho porque eso lo vamos a experimentar, y cuando lo experimentemos entonces vamos a entender bien.
Por lo tanto, hemos visto la señal para salir en este tercer éxodo, que es el Espíritu Santo en cada creyente y en la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, en donde estará manifestándose en toda Su plenitud en este tiempo final; como se manifestó en Jesucristo y como se manifestó en el reverendo William Branham, así va a ser.
El reverendo William Branham dice que lo que fue visto en parte manifestado en él como la Tercera Etapa, va a ser manifestado en toda Su plenitud. Así que viene una bendición grande.
Es como dijo Elías, el profeta Elías en una ocasión: “Grande lluvia suena.” Una lluvia de bendición para los creyentes en Cristo y aun para las vírgenes insensatas.
Es necesario tener la señal para salir en el éxodo, la señal del Espíritu Santo, que es el que produce el nuevo nacimiento en la persona y que es la vida de Cristo, la vida de la Sangre de Cristo.
En los animales, el espíritu del animal no puede venir a la persona porque no tienen alma los animales; pero Cristo, el Espíritu de Cristo, sí viene al ser humano. Por lo tanto, es importante estar conscientes de la necesidad de tener la señal del Espíritu Santo en nuestra alma, nuestro corazón, el cual nos sella para el día de la redención, para el día de la transformación, de la redención del cuerpo, y escribe en nuestra alma, en nuestro corazón, los mandamientos y ordenanzas y leyes divinas. Ahí es donde se escribe el Nuevo Pacto por Cristo por medio del Espíritu Santo.
“LA SEÑAL PARA SALIR EN EL ÉXODO.”
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos, y estaremos orando por usted.
Los niños de diez años en adelante, también pueden venir a los Pies de Cristo; por lo tanto, pueden pasar al frente y estaremos orando por usted.
Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo: pueden pasar al frente donde ustedes se encuentran, para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo. Y los niños de diez años en adelante, también pueden venir a los Pies de Cristo allá en otras naciones.
Dios tiene mucho pueblo en toda la América Latina y en todas las naciones, y los está llamando en este tiempo final. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando en este tiempo final.
Cristo dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea, esos son los gentiles), las cuales también debo traer, y oirán mi Voz; y habrá un rebaño y un pastor.” La Voz es el Evangelio de Cristo, el Evangelio de nuestra salvación; el rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo, y el Buen Pastor es Jesucristo, y la puerta del redil es Cristo, el cual dijo: “Yo soy la puerta, el que por mí entrare, será salvo; y entrará y hallará pastos,” San Juan, capítulo 10, verso 1 al 30.
Él dijo: “Y habrá un rebaño y un pastor.” A ese rebaño ¿quiénes pertenecen? ¿Cuáles son las ovejas de ese rebaño? Todos nosotros, todos los creyentes en Cristo en todos los países que se encuentren.
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre uno somos.”
San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo:
Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea Tu Nombre. Venga Tu Reino y hágase Tu voluntad, como en el Cielo también en la Tierra; el pan nuestro de cada día dánoslo hoy, y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal, porque Tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Vengo a Ti, Padre, en el Nombre del Señor Jesucristo, con todas estas personas que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Recíbelos en Tu Reino. Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Y ahora, repitan conmigo esta oración, los que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón.
Creo en Ti con toda mi alma. Creo en Tu Primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Creo, Señor, en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos.
Reconociendo que soy pecador, reconozco que necesito un Salvador, un Redentor. Doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino. Haz realidad la salvación que ganaste para mí en la Cruz del Calvario. Sálvame, Señor, hazla una realidad en mi vida. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Con nuestras manos levantadas al Cielo, todos decimos: ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! AMÉN.
Cristo les ha recibido en Su Reino y ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. La pregunta es: “¿Cuándo me pueden bautizar?”
Por cuanto ustedes han creído en Cristo como Salvador, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado; pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, el cual dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 a 16:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Tan sencillo como eso. Por cuanto la persona tiene libre albedrío le corresponde a la persona —luego de escuchar— ser bautizado o rechazar ser bautizado.
El bautismo en agua es tipológico: en el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando es sumergido en las aguas bautismales, tipológicamente es sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, es resucitado a la vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por lo tanto, el bautismo en agua es importante para todo aquel que recibe a Cristo como único y suficiente Salvador.
El apóstol Pedro, hablándonos del bautismo en agua en su primer mensaje, lleno del Espíritu Santo: Capítulo 2, verso 37 al 40, dice [Hechos]:
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Como tres mil personas creyeron y fueron añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo, y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados los que han recibido a Cristo como Salvador; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Nos vamos a ver en la Cena de las Bodas del Cordero, nos vamos a ver viniendo después con Cristo para el establecimiento del Reino Milenial, nos vamos a ver en el Reino Milenial; ya no tendremos problemas allí, allí estaremos como reyes, como sacerdotes y jueces; y nos veremos eternamente.
Aun nos veremos en el Juicio final, pero estaremos como el gabinete de la Corte Suprema de Cristo, en donde Cristo es el Juez Supremo; y allí nosotros estaremos como jueces, asistiéndole en ese Juicio final; y después en toda la eternidad también estaremos con Cristo en Su Reino eterno.
(Pueden tomar asiento si tienen la bondad).
Vamos a dejar al reverendo José Benjamín Pérez con ustedes para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua; y en cada país dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.
Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“LA SEÑAL PARA SALIR EN EL ÉXODO.”