La Visitación de Dios a Su pueblo

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y todos los que se encuentran a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes lugares. Es para mí un privilegio grande visitarles aquí por primera vez, y espero que no sea la última.

Hoy ha sido un día de éxito, de bendición, de parte de Dios.

Vamos a buscar nuestras Biblias…

Aprecio mucho el respaldo que le han estado dando a la actividad de hoy en el lugar que se llevó a cabo esta mañana y hoy en la tarde.

Leemos en San Lucas, capítulo 7, versos 11 al 17, donde nos dice:

“Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud.

Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad.

Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.

Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.

Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre.

Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo.

Y se extendió la fama de él por toda Judea, y por toda la región de alrededor.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“LA VISITACIÓN DE DIOS A SU PUEBLO.”

Es importante conocer lo que es la Visitación de Dios, y sobre todo, lo que es la Visitación de Dios a Su pueblo.

Encontramos, a través de la Escritura, que Dios visitaba a Adán y hablaba con él y lo enseñaba; y también lo puso a trabajar. Porque Dios no hace nada si no es para trabajar conforme a Su propósito. Vean, creó árboles, creó diferentes cosas con un propósito.

Por lo tanto, no estamos aquí por mera casualidad sino por un propósito divino y para un propósito divino. Y es en medio de Su pueblo, el cual Dios ha creado, que Él viene, lo visita y cumple lo que Él le ha prometido.

Encontramos en el libro del Génesis, capítulo 18 y 19, que Dios visitó a Abraham; lo visitó en esa ocasión con dos Ángeles más. Se habla de Ángeles porque vienen de la dimensión angelical en sus cuerpos angelicales; y en esta ocasión Dios se creó para Sí mismo y para Sus Arcángeles cuerpos del polvo de la tierra para visitar a Abraham físicamente en cuerpos visibles, y tener un almuerzo con Abraham, al cual Abraham lo invitaría.

Pero no fue solamente comer, el propósito de Dios, sino revelarle a Abraham aquello de lo cual Él le había hablado tanto: de que le daría un hijo a través de Sara su esposa. Eso se lo prometió cuando tenía 75 años, y Sara 65 años.

Vean, prometerle a una señora de 65 años que va a tener un niño, y prometerle a un hombre de 75 años que va a tener un niño… prometérselo a un hombre no es tan complicada la situación, pero a una mujer o por una mujer que ya tiene 65 años, ya ahí la cosa es diferente, porque la mujer pasa por los ciclos de vida cada mes, en donde puede concebir niños, pero cuando se acaban esos ciclos de vida y ya la mujer no puede quedar embarazada, ya solamente un milagro divino puede hacer que tenga un niño.

Y por cuanto el que le prometió que le iba a dar un niño era Dios, y como para Dios no hay nada imposible, no era ningún problema que Abraham tuviera un niño, un hijo, a través de Sara su esposa.

Cualquiera podía decir: “Pero ya…, continuaba pasando el tiempo, los años, y no aparecía el niño.” Pero Dios lo había prometido; y Dios sabe para qué momento Él cumplirá lo que Él ha prometido.

Transcurrieron años tras años, y Abraham se mantenía firme, cada día más firme en lo que Dios le había prometido. Y Dios le recordaba lo que le había prometido, y la fe de Abraham se mantenía firme: cada año esperaba la venida del hijo prometido. ¿Y no llegaba ese año? Lo esperaba para el otro año.

Es como los creyentes en Cristo que esperan su transformación; y si no ocurre este año, pues ocurrirá el que viene; y si no ocurre el que viene, ocurrirá el otro; y así, hasta que llegue el año donde va a ocurrir esa transformación.

Y los muertos en Cristo, en el Paraíso están tranquilos esperando la promesa de la Venida de Cristo al Paraíso primero, para un juicio que va a llevarse a cabo allá ante el Tribunal de Cristo, en donde Cristo juzgará a los mensajeros que Él ha enviado; y luego el mensajero con su grupo de su edad regresará a la Tierra en la resurrección. Recibirán cuerpos eternos, inmortales y glorificados, igual al cuerpo glorificado de Cristo; y eso será la resurrección en cuerpos inmortales; porque si resucitan en el mismo cuerpo tendrían que volver a morir, como le pasó a Lázaro: resucitó en el mismo cuerpo y después, más adelante, murió; pero él era el tipo y figura de lo que será la resurrección de los muertos en Cristo.

Vean, fue después de tres días, al cuarto día, que Cristo apareció. Y Marta le dice: “Ya hace cuatro días que murió.” El cuarto día es tipo y figura de la etapa o edad en que ocurrirá la resurrección de los muertos en Cristo.

Hubo una etapa en las etapas de la restauración de la Iglesia… La primera etapa en la restauración fue la edad o etapa luterana; después la segunda etapa fue la etapa wesleyana; y después la etapa pentecostal, la tercera; y viene la cuarta, que es la etapa de Edad de Piedra Angular; esa es la etapa o edad para la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los vivos.

Y sabemos que es para esa etapa porque en las etapas anteriores de restauración, las tres etapas primeras, no ocurrió la resurrección ni la transformación de los vivos; y ‘por eliminación’ ya sabemos que es entonces para la etapa de Edad de Piedra Angular, que corresponde a la cuarta etapa de las etapas de restauración.

Y para eso Cristo va a manifestarse, va a visitar a Su pueblo; visitará a Su pueblo allá en el Paraíso, los que partieron ya, para traerlos en y para la resurrección; y visitará a los que están vivos, ¿para qué?, para la transformación de nuestros cuerpos.

Algunas veces las personas no saben para qué es la Venida del Señor, pero vamos a ver si San Pablo sabía, vamos a ver si él sabía… De los apóstoles, el más que habló de la resurrección y la transformación de los vivos, fue el apóstol San Pablo. Capítulo 3 de Filipenses, versos 20 al 21, dice para lo que será la Venida del Señor:

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Para estos ciudadanos celestiales; porque nacieron del Cielo (el nuevo nacimiento no es terrenal sino celestial), y están entonces sentados en lugares celestiales con Cristo Jesús Señor nuestro.

Y Su Venida para el Día Postrero, Su Visitación, será para transformar a todos los creyentes en Él nacidos de nuevo, dándoles un cuerpo eterno, inmortal y glorificado, como Su propio cuerpo; y para los que murieron, la esperanza es la resurrección en cuerpos eternos.

Por eso tiene que pasar por el Paraíso, la sexta dimensión, donde están, para de allí venir con ellos a la Tierra; así como cuando Cristo resucitó, primero pasó por el Paraíso, el Seno de Abraham, y con Él vinieron y resucitaron los muertos del Antiguo Testamento, los escogidos.

Es importante saber estas cosas para comprender por qué la esperanza en la Segunda Venida de Cristo a Su Iglesia, a Su pueblo del Nuevo Pacto.

Él en Espíritu Santo ha estado desde el Día de Pentecostés hacia acá, manifestándose de etapa en etapa. El mismo que estuvo con Moisés en la Columna de Fuego, el mismo que le aparecía en forma de ángel, de un hombre de otra dimensión, de un hombre en un cuerpo angelical; ese es el Ángel del Pacto, ese es Cristo, el cuerpo angelical de Cristo en el cual estaba, está y estará eternamente Dios. Esa es la imagen del Dios viviente.

Por eso la Escritura dice: “A Dios nadie le vio jamás.” Y sin embargo la Biblia dice que Jacob vio a Dios cara a cara y fue librada su alma. Capítulo 32, verso 24 al 32 del Génesis. Se agarró de Él, de ese Ángel, y no lo soltó hasta que el Ángel lo bendijo cambiándole el nombre.

También Manoa, cuando recibió esa visitación divina: el Ángel de Dios, el Ángel de Jehová…, y no sabía que era el Ángel de Jehová. Quizás pensaba que era un ángel común, pero cuando le vio luego subir por la llama de fuego de la ofrenda que dedicó a Dios, que ofreció a Dios, entonces supo que era el Ángel de Dios; o sea, Cristo en Su cuerpo angelical visitando a Manoa. Pues su esposa era estéril, y Dios la visitó, visitó a Manoa y a su esposa en la forma de un hombre de otra dimensión, un ángel, cuerpo angelical. Ahí no quiso comer con Manoa, pues estaba en cuerpo angelical.

Y Manoa le dijo a su esposa… ¿Cómo se llamaba la esposa de Manoa? La señora Manoa. Y le dice Manoa a su esposa: “Hemos de morir.” ¿Por qué Manoa pensaba así? Porque Dios le había dicho a Moisés cuando Moisés quiso ver la gloria de Dios, Dios le dijo: “No me verá hombre y vivirá. Vas a estar sobre la roca; yo pondré mi mano sobre ti y pasaré delante de ti, y luego quitaré mi mano y verás mis espaldas.” Si va a ver las espaldas: va a ver un hombre caminando frente a él. Y cuando pasó, vio las espaldas del Señor. ¿Qué estuvo viendo? A Cristo en Su cuerpo angelical, porque el cuerpo angelical de Cristo es la imagen de Dios.

Así como la imagen suya es el cuerpo espiritual suyo, el espíritu suyo, porque un espíritu es un cuerpo de otra dimensión. Por eso ese Ángel de Jehová o Ángel del Pacto es llamado también el Espíritu Santo.

Ahí encontramos en Ezequiel, capítulo 9, al Varón vestido de lino con el tintero de escribano en su cintura. Ese es el Espíritu Santo, Cristo en Su cuerpo angelical, para sellar; porque Él es el que sella. Dice la Escritura en Efesios, capítulo 4, verso 30:

“Y no constristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención (o sea, para el día en que vamos a recibir la redención física, que será nuestra transformación).”

Y ahí recibiremos vida eterna física, al recibir un cuerpo con vida eterna física, vida eterna divina; ahí llegaremos a la inmortalidad física cada uno de ¿quién?, de nosotros. Porque eso es para los que están bajo y dentro del Nuevo Pacto. Esos son los que forman la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, con todas estas apariciones de Dios, pues Manoa dijo a su esposa: “Hemos de morir porque hemos visto a Dios.” Habían visto a Dios cara a cara. Y la señora Manoa le dice: “No hemos de morir, porque si no, no nos estaría prometiendo que vamos a tener un niño.” O sea, por deducción, por el razonamiento supo que no iban a morir.

Es que Manoa estaba tan asustado, tan nervioso, y conociendo que Dios le había dicho a Moisés: “No me verá hombre y vivirá”… Y no murieron, pero tuvieron al hijo. ¿Cómo se llamaba el hijo de Manoa? Sansón. Capítulo 13 del libro de los Jueces.

Luego encontramos, luego de ver a través de la Escritura estas visitaciones divinas, y de personas que dieron testimonio de que habían visto a Dios… Jacob dice: “Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma,” por eso le llamó al nombre, al lugar donde tuvo esa experiencia, ¿cómo? Peniel; porque Peniel significa: el rostro de Dios. Y él había visto el rostro de Dios; el rostro de Dios, la imagen de Dios, el rostro de Dios en Su cuerpo angelical. Eso fue una Visitación Divina para una bendición. Porque cuando ocurre esto para los escogidos, es para darles una bendición.

Luego encontramos la Escritura que nos dice en Zacarías, capítulo 7, versos 11 en adelante, 11 al 12, dice:

“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”

¿Cómo es que Dios enviaba Su Palabra a Su pueblo? Por medio de los profetas, que son los que son hechos o creados por Dios con las dos consciencias juntas; y es a ellos a los cuales viene Dios con la revelación divina. Ellos la captan y luego la dan a conocer al pueblo. Ese es el Orden Divino; y nadie ha podido cambiarle a Dios ese orden. Amós, capítulo 3, verso 7, dice: “Porque no hará nada el Señor Jehová sin que antes revele Sus secretos (¿a quién?) a Sus siervos Sus profetas.”

Esa es la forma para Dios darle la revelación al pueblo: primero se la da al instrumento que Él va a usar en ese tiempo. Recuerden, viene con las dos consciencias juntas, y por eso puede ver y escuchar en otra dimensión, la dimensión de Dios; y capta esa Palabra revelada, que es de acuerdo a lo que fue prometido por Dios. No puede ser algo contrario a lo que Dios ya ha prometido. Y comienza a dar a conocer esa revelación.

Y los que son ordenados para vida eterna, los cuales están escritos en el Libro de la Vida del Cordero, escuchan; porque tienen oídos ¿para qué?, para oír; ¿para oír qué? La Palabra del Señor.

Por eso Apocalipsis, capítulo 2 y capítulo 3, dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” No toda persona tiene oídos para oír la Palabra. Muchos tienen oídos para oír muchas cosas, que son las que les interesan, pero los escogidos tienen oídos para oír a Dios, oír lo que Él estará hablando en el tiempo en que la persona estará viviendo.

Y el orden para venir la Voz del Señor es en la visita que Dios le hace a Su pueblo a través de Su manifestación en carne humana, a un hombre; y a través de un hombre le habla al pueblo. Esa es la forma sencilla.

Por eso es sencillo para oír la Voz de Dios: identificando al instrumento que Dios tenga para ese tiempo. Tan sencillo como eso.

Y esa revelación después se extiende a través del ministerio de otros ministros que la llevan por diferentes lugares, y así escuchan la Voz de Dios las personas que escuchan ese Mensaje. Por eso no se le puede ni quitar ni añadir. No se le puede mezclar voz humana, revelación humana, a la Palabra revelada de Dios. Tiene que dejarse como está, para que haga el trabajo para lo cual Dios está enviando esa Palabra creadora.

“LA VISITACIÓN DE DIOS A SU PUEBLO.” Vimos cómo es.

Y ahora veamos lo que nos dice San Pablo en Hebreos, capítulo 1; el cual es (de los apóstoles) el más que escribió, el más que escribió sobre la Segunda Venida de Cristo y el orden para la Segunda Venida de Cristo; es el que trajo con más detalles ese misterio de la Segunda Venida de Cristo. En Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas (ahí podemos ver la forma de Dios hablarle a Su pueblo),

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

Dice: “en estos postreros días,” y ya han transcurrido unos dos mil años. Es que algunas personas piensan que cuando se dice “los postreros días” ya es lo último.

Cuando se dice “los postreros días” es como cuando se dice ‘los postreros días de la semana’: jueves viernes y sábado. Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día. Por lo tanto, cuando se habla de los días postreros delante de Dios, son los milenios postreros para los seres humanos; porque para Dios, un día de Dios es como mil años para los seres humanos. Eso está en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y también en el Salmo 90, verso 4.

Los días postreros ya estaban en los días de Jesús. O sea, que Cristo nació como de tres a siete años antes de comenzar los días postreros; y cuando ya tiene de 3 a 7 años de edad, comenzó el quinto milenio para los seres humanos, que es el día milenial primero de los tres días postreros. Por eso Pablo dice: “Y en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.” Y también en el libro de los Hechos dice que Dios en los postreros días derramaría de Su Espíritu sobre toda carne, libro de los Hechos, capítulo 2, versos 14 en adelante.

Durante todo este tiempo que ha transcurrido del cristianismo, Dios ha estado hablándole a Su pueblo, a Su Iglesia del Nuevo Pacto, en los días postreros; aun Cristo en Su ministerio terrenal estuvo hablándole a Su pueblo Israel en los días postreros, en el primero de los días postreros, el primer milenio de los tres milenios postreros, o sea, en el quinto milenio estuvo hablándole a Israel.

Y ahora ya han transcurrido unos dos mil años de Cristo hacia acá, y estamos todavía en los días postreros. Pero ¿en cuál de los días postreros? En el último de los días postreros, en el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá. Y por consiguiente tenemos que saber cuáles son las promesas de parte de Dios para nosotros en este tiempo final.

Dios durante las siete etapas de la Iglesia visitó a Su Iglesia en Espíritu Santo, la Columna de Fuego estuvo en medio de Su Iglesia, pues Cristo dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo,” San Mateo, capítulo 28, verso 20. Y San Mateo, capítulo 18, verso 20, nos dice: “Donde estén dos o tres reunidos en mi nombre, allí yo estaré.” O sea que estaría en medio de los creyentes en Él, en medio de Su Iglesia, y por eso se ha manifestado a través de cada mensajero de cada edad, a través de un velo de carne.

Y para este tiempo final va a hacer lo mismo. Por lo tanto, Dios estará visitando a Su Iglesia en este tiempo final en el Día Postrero, y estará hablándonos directamente a nuestro corazón. Será un Mensaje directo para el alma de cada creyente.

Y todos los creyentes escritos en el Libro de la Vida del Cordero, escucharán, les llegará al alma y recibirán esa Palabra; y alrededor de esa Palabra será que se materializará nuestra transformación. Así como para la resurrección las personas tienen que tener el Mensaje del tiempo que les tocó vivir; y alrededor de esa Palabra que tienen, será la resurrección en cuerpos eternos.

En la Visitación de Dios por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, ¿qué ha hecho Dios? Se ha velado en el mensajero de cada edad, y a través del mensajero de cada edad ha cumplido las promesas correspondientes a cada edad. Eso es lo que Él hace: cumplir lo que Él ha prometido para cada edad, lo que Él ya pensó y determinó llevar a cabo en cada edad. Esas serán las obras de Cristo en Espíritu Santo a través del instrumento que Él tenga en medio de los creyentes de ese tiempo.

Por eso Cristo decía: “Si ustedes no pueden creer en mí, crean a las obras, porque ellas son las que dan testimonio de mí.” Las obras que Cristo hacía eran las que estaban prometidas que el Mesías llevaría a cabo. Así ha sido para cada edad y para cada dispensación; y así tiene que ser para nuestro tiempo.

En la Visita prometida para este tiempo final, ¿qué estará haciendo Cristo? Cumpliendo lo que Él ha prometido para nuestro tiempo.

Algunas personas se preguntan: “En la Venida del Señor, ¿qué estará haciendo Él?” Pues lo que está prometido que Él hará en el tiempo final. Esas serán las obras en la y de la Visitación de Dios por medio del Espíritu Santo, por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, a Su Iglesia; que está, por consiguiente, dentro del Nuevo Pacto, cubierta con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Cristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, estaremos mirando lo que Dios prometió y, por consiguiente, comparándolo con lo que estará Dios haciendo; y eso dará ciento por ciento Palabra de Dios, hecha una realidad para la Iglesia del Señor Jesucristo en la Visitación final a Su Iglesia.

En los días de Jesús, cuando resucitó al joven en la ciudad de Naín, el pueblo estuvo muy temeroso al ver eso, y dijo: “Dios ha visitado a Su pueblo, porque un gran profeta se ha levantado entre nosotros.” Así ha sido de edad en edad.

Por ejemplo, cuando miramos a San Pablo trayendo la Palabra revelada y haciendo todo lo que él hizo, no fue San Pablo: fue Cristo en Espíritu Santo en San Pablo visitando a Su pueblo, a Su Iglesia del Nuevo Pacto, en esa primera etapa de Su Iglesia entre los gentiles. Y podían decir: “Dios ha visitado a Su Iglesia, Dios ha visitado a Su pueblo. Dios ha visitado a Su pueblo a través de Saulo de Tarso, a través de San Pablo (porque hasta el nombre le fue cambiado).”

Y en la segunda edad podían decir: “Dios ha visitado a Su pueblo a través del mensajero correspondiente a la segunda edad.” Y así fue para la segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta, séptima; y así tiene que ser para este tiempo final. Tan sencillo como eso.

Así que ya estaremos vigilando la promesa que Él ha hecho de visitar a Su pueblo para el Día Postrero, y ya hemos visto cómo es que Él cumple Su Visitación a Su pueblo.

Por lo tanto, manténgase al tanto de lo que está prometido para Cristo hacer en y con y a través de Su Iglesia, en Su Visitación final; porque lo que estaremos viendo es el cumplimiento de lo que Él le ha prometido a Su Iglesia. Y se completará el cumplimiento de lo que Él le ha prometido, con la transformación de los vivos en Cristo, la resurrección de los muertos creyentes en Cristo en cuerpos glorificados, y una temporada corta aquí en la Tierra estrenando el nuevo cuerpo, la nueva casa.

Recuerden que Pablo decía: “Si nuestra casa terrestre, nuestra habitación terrestre, se deshiciese, se deshiciera, tenemos un edificio no hecho de mano.” Por lo tanto, Cristo nos dará una nueva casa para vivir, un nuevo cuerpo para vivir; y será eterno.

Y ahora cuando nos miramos en el espejo, nos preguntamos: “¿Cómo va a ser? ¿Cómo será?” No le va a encontrar ni una canita, no le va a encontrar ni un defecto a ese nuevo cuerpo. Por lo tanto, no se preocupe de los que tenga actualmente, de los que vea en el espejo. Espere que sea transformado, y entonces se mirará en el espejo y dirá: “Dios me ha dado un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible, glorificado y perfecto, en Su Visitación final.” Porque Su Venida, como dice San Pablo en Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21, es para la resurrección de los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y la transformación de nosotros los que vivimos.

Por eso en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 11 al 18; y también en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58; nos habla que será a la Final Trompeta: “Porque será tocada la Trompeta, y los muertos en Cristo resucitarán primero.” Y por supuesto, los vamos a ver; y cuando los veamos, también nosotros seremos cambiados, a la Final Trompeta.

“Porque será tocada la Trompeta de Dios y los muertos resucitarán primero, y nosotros (los que vivimos) seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.” Porque es que si no, entonces también nosotros tendríamos que físicamente morir, porque el cuerpo que tenemos no es eterno, el que nos va a dar es el cuerpo eterno; si fuera eterno no nos tendría que dar otro cuerpo. Pero gracias a Dios que el que tenemos es temporal; porque si no, no podríamos esperar uno eterno. Por lo tanto, esperamos con paciencia el cumplimiento de lo que Él ha prometido para nosotros en este tiempo final.

Estamos ya muy cerca. Cada vez que cumplimos un año, podemos decir: “Un año más cerca de mi transformación.” ¿Ven? No hay porqué lamentarse entonces. O sea, que cuando decimos: “Quiero que venga pronto mi transformación,” también está diciendo: “Quiero que me pasen los años volando.”

Lo importante es el Programa que Dios tiene para con nosotros en este tiempo final. Y si alguno tiene que partir, no se preocupe: resucitará en la Venida del Señor con todos los que están en el Paraíso; y entonces los veremos de nuevo. Pero la mayor parte preferimos permanecer aquí, porque allá en el Paraíso ya no están trabajando como aquí se trabaja, por el Señor y Su Obra; es aquí en la Tierra donde se trabaja en la Obra del Señor, y los galardones van a ser de acuerdo a lo que la persona trabajó.

Apocalipsis, capítulo 22, versos 12, dice: “He aquí vengo pronto, y mi galardón conmigo (¿para qué?), para recompensar a cada uno según sea (¿qué?) su obra.”

Por lo tanto no nos cansamos de trabajar en la Obra del Señor. Y el que se cansa, pues se cansó de trabajar para recibir galardones, no quieren más galardones. Pero no se preocupe que otro los recibirá, le pasará Dios la bendición a otra persona.

Es importante estar conscientes del tiempo en que vivimos, y estar conscientes de que Dios visita a Su pueblo. El Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo ha estado visitando a Su pueblo, de edad en edad; y para este tiempo final también tenemos la promesa de una Visitación de Cristo a Su Iglesia.

“LA VISITACIÓN DE DIOS A SU PUEBLO.”

Ha sido para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes compartiendo esta noche, con ustedes, estos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra del Señor.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, lo puede hacer en estos momentos; y estaremos orando por usted. Para lo cual puede pasar al frente y oraremos por usted.

Si ya todos ya han recibido a Cristo y ya están todos en el Redil esperando nuestra transformación: Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

Dejo con ustedes al Dr. Bruno para continuar y finalizar; y nos veremos nuevamente, ya sea en estos cuerpos o en el nuevo cuerpo; porque cuando estemos en el nuevo cuerpo nos vamos a reunir; entonces no tendremos necesidad de visa, de boletos ni de nada, porque en el nuevo cuerpo no hay limitaciones, es un cuerpo interdimensional; y que no hay una velocidad más rápida que se pueda tener que la que se tendrá en el cuerpo glorificado.

Recuerden a Cristo que entraba con las puertas cerradas donde estaban los discípulos, y que también les dijo, y a través de los ángeles les fue dicho, que se fueran allá, a cierto lugar, que allá Él los encontraría; y Él llegó primero. Así que no hay limitaciones en el cuerpo glorificado que Dios por medio de Cristo ha prometido para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Es para todos nosotros.

Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

“LA VISITACIÓN DE DIOS A SU PUEBLO.”

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