Muy buenos días, amables amigos, hermanos y ministros reunidos hoy aquí en Cali, Colombia; y también a todos los que están en diferentes ciudades y lugares de la República de Colombia, y en todas las naciones.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos abra las Escrituras y el entendimiento para comprender Su Palabra, Su Palabra revelada, correspondiente a este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Es para mí un privilegio grande y motivo de alegría estar con ustedes en esta ocasión.
Y ahora, en Romanos, capítulo 11, versos 25 en adelante, nos dice:
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;
y luego todo Israel será salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad.
Y este será mi pacto con ellos,
Cuando yo quite sus pecados.
Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son (muy) amados por causa de los padres.
Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.
Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,
así también estos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia.
Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?
¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?
Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén”.
Y tomando, del capítulo 11, el verso 26 al 27, que dice:
“… y luego todo Israel será salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad”.
“EL EVANGELIO REGRESARÁ A LOS JUDÍOS”. EL EVANGELIO REGRESARÁ A LOS JUDÍOS.
Vamos a ver esta promesa divina, porque amamos al pueblo hebreo, al pueblo primogénito de Dios, como dice Dios en Éxodo, capítulo 4, verso 22: “Israel es mi hijo, mi primogénito”.
Por lo tanto, así como Israel, el hijo primogénito como pueblo, como nación, es amado por Dios, es el modelo para que sean todas las naciones, para tener la bendición de Dios con ellos… Por eso dice que: “El que te bendiga, será bendito; y el que te maldiga, será maldito”[1].
Por eso, bendecir a Israel significa que la bendición regresará también para la persona en forma multiplicada; y para el que lo maldiga, regresará la maldición en forma multiplicada para la persona. Tan sencillo como eso.
Y ahora, por cuanto el Evangelio comenzó en Israel, ahí en Jerusalén, a predicarse el Día de Pentecostés el Evangelio de la Gracia[2], y se abrió la Dispensación de la Gracia allá en Jerusalén, y fueron judíos los que primero nacieron en el Reino de Dios, creyentes en Cristo…; y luego pasó el Evangelio a los gentiles por medio de San Pedro en la casa de Cornelio[3], que era un gentil, y por San Pablo, que fue enviado a los gentiles, con el cual comenzó la primera etapa o edad de la Iglesia entre los gentiles.
En el Concilio de Jerusalén, cuando la Iglesia se reunió con los apóstoles, en donde estuvo también San Pablo, encontramos que San Pablo informó que los gentiles estaban recibiendo el Evangelio de Cristo y siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y hubo una consulta de que si le imponían la Ley con todos los estatutos a los gentiles, también con la circuncisión, y guardar el sábado y demás cosas que acostumbraban entre los judíos; San Pedro y Jacobo hablaron al pueblo y a los líderes de la Iglesia del Señor Jesucristo, que eran hebreos, y dijeron: “Ya Saulo o San Pablo ha contado lo que Dios está haciendo”, y luego también San Pedro dijo que Dios había llamado de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre —como Él lo había prometido—, y mostró que eso era lo que estaba profetizado que sucedería: que el Evangelio pasaría a los gentiles[4]; de lo cual Cristo había hablado en el capítulo veinti… en San Mateo. Luego de ser rechazado allá en Jerusalén… Capítulo 21 de San Mateo dice, versos 42 en adelante:
“Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?
Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.
Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará”.
La piedra es Cristo, la Piedra del Ángulo, la Piedra que los edificadores, los líderes religiosos de aquel tiempo, desecharon. Y el que cayere sobre esta Piedra, compungido de haber pecado contra Dios, y cayere sobre esta Piedra arrepentido de sus pecados, recibiéndolo como Salvador: será quebrantado de corazón, y por consiguiente será salvo. Pero sobre quien la Piedra cayere, sobre quien ella cayere, le desmenuzará.
Y en Daniel, capítulo 2, versos 30 al 45, la Piedra caerá sobre los pies de hierro y de barro cocido del reino de los gentiles, y los desmenuzará… los desmenuzará. Y eso es lo que dice: “Sobre quien ella cayere (esa Piedra) lo desmenuzará”. Y Cristo en Su Segunda Venida desmenuzará el reino del anticristo, el reino de los gentiles, que estará en los pies de hierro y de barro cocido.
Pero quien cae rendido a los Pies de Cristo recibiéndolo como Salvador: es quebrantado de corazón, obtiene el perdón de sus pecados, y Cristo con Su Sangre lo limpia de todo pecado, es bautizado en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo recibe y lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, produce en la persona el nuevo nacimiento; y por consiguiente ha nacido en el Reino de Dios, porque el Reino ha sido dado a gente que produzca los frutos del Reino.
Por eso los hijos del Reino, representados en el trigo[5], comenzaron allá, comenzó con judíos; y luego continuó con gentiles en las diferentes edades de la Iglesia: Asia Menor, Europa, Norteamérica y la América Latina; y de ahí se extendió a muchos países en cada edad, de cada edad se extendió a diferentes países, y han estado entrando millones de seres humanos al Reino de Dios, que ha sido dado a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por eso Cristo decía: “No temáis, manada pequeña; porque al Padre le ha placido daros el Reino”[6].
Es la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por los creyentes en Cristo, las piedras vivas que forman el Templo espiritual de Cristo.
Recuerden que San Pablo dijo: “¿No sabéis que vosotros sois templo de Dios, y el Espíritu de Dios mora en vosotros?”[7]. Como individuos los creyentes en Cristo son un templo de Dios, así como Cristo es el Templo humano de Dios, donde habitó y habita y habitará Dios en toda Su plenitud.
¿Recuerdan cuando Él estuvo hablando frente al templo en el capítulo 2 de San Juan, versos 17 en adelante, donde Él dice: “Destruyan este templo, y en tres días yo lo levantaré”? Pensaban que estaba hablando del templo que estaba frente a ellos, pero estaba hablando de Su cuerpo físico, que es Templo de Dios.
El día en que fue bautizado Jesús, el Espíritu de Dios vino sobre Jesús y habitó en Jesús, y se manifestó Dios en Él y a través de Él en toda Su plenitud.
Por eso después, en San Lucas, capítulo 4, versos 11 en adelante, Cristo puede decir: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido…”, y comienza a decir las cosas para las cuales había sido ungido: “Para predicar el año de la buena voluntad del Señor…”.
Y cuando le toca leer la otra parte, que dice: “… y el día de venganza del Dios nuestro”[8], no lo leyó, y ahí se detuvo; y dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.
Hasta allí se estaba cumpliendo esa Escritura; pero lo que decía: “Y el día de venganza del Dios nuestro”, es para ser cumplida esa profecía en la Segunda Venida de Cristo, que Él vendrá para juzgar, para proclamar el día de venganza del Dios nuestro. Y por consiguiente, lo estará viendo y recibiendo la Iglesia del Señor Jesucristo; porque Él viene por Su Iglesia.
En Filipenses, capítulo 3, nos dice el verso 20 al 21, hablándonos sobre la Venida del Señor para el Día Postrero a Su Iglesia, dice:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.
¿Para qué será la Venida de Cristo a Su Iglesia en el Día Postrero? Para transformar nuestros cuerpos físicos en cuerpos eternos, inmortales, jóvenes, para toda la eternidad. Él transformará nuestro cuerpo en Sus células, en células… de células temporales y mortales y corruptibles a células inmortales, incorruptibles, eternas, glorificadas, como el cuerpo glorificado que tiene Jesucristo nuestro Salvador, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo.
Ese es mi Salvador, a Ese es al cual yo adoro, al cual yo sirvo. Ese es el Ángel del Pacto, que se hizo carne y habitó entre los seres humanos[9], y estando en carne humana visitó a Israel. Y todos veían un hombre, pero no sabían que era Dios vestido de un cuerpo humano llamado Jesús. Era Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros, conforme a Isaías, capítulo 7, verso 14; y también San Mateo, el cual nos dice que Emanuel traducido es: Dios con nosotros.
Emanuel: Dios con nosotros, nos dice en San Mateo, capítulo 1, verso 22 al 23… 22… Capítulo 1, verso 20 en adelante, dice:
“Y pensando él en esto (José, en que su esposa María estaba embarazada)…”.
Dice:
“Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:
He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel,
que traducido es: Dios con nosotros”.
Emanuel lo que significa es: Dios con nosotros. Y eso se cumplió en Jesús dos mil años atrás. Dios visitando a Su pueblo en un templo humano, en un cuerpo humano llamado Jesús, el cual vino en el Nombre del Padre, en el Nombre de Dios para Redención, para salvación. En hebreo, por supuesto, es Yeshua.
Pero vean, el Nombre de Dios en Jesús, el cual dijo: “Yo he venido en nombre de mi Padre”[10], es tan poderoso que aun traducido a otros idiomas es efectivo. Aunque lo traduzcan al idioma mandarín, que es chino: es efectivo. Así que no importa en qué idioma lo tengan las personas en sus Biblias, es efectivo.
Quizás no todos los nombres de las personas funcionen en otros idiomas, pero el de Jesús funciona en todos los idiomas en la Tierra, y aun en el Cielo también; porque en todos los idiomas lo que significa es: Salvador, Redentor.
Y que cuando Él dice: “Y escribiré sobre él el Nombre de mi Dios, y el Nombre de la Ciudad de mi Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del Cielo, de Dios, y mi Nombre Nuevo”. Eso es Apocalipsis, capítulo 3, verso 12.
Si fue misterioso el Nombre de Dios para Salvación, para Redención, en la Primera Venida de Cristo, más misterioso será el Nombre de Dios para Reclamo en la Segunda Venida del Señor; pero eso lo vamos a dejar quietecito por el momento.
Pero no habrá contradicción en el Nombre que le fue dado a Moisés como el Nombre de Dios[11], que es: Yo soy o YHWH. No habrá contradicción de ese Nombre con el nombre Jesús y el Nombre Nuevo del Señor. Pero eso lo vamos a dejar quietecito ahí, porque eso va a ser abierto cuando el Séptimo Sello sea abierto a la Iglesia. Y luego el pueblo hebreo lo va a ver viniendo con un Nombre Nuevo; pues no lo reconoció con el nombre Jesús o Yeshua, pero lo va a reconocer con el Nombre Nuevo. Pero eso es un misterio que será abierto bajo la apertura del Séptimo Sello de Apocalipsis, capítulo 8, verso 1 en adelante.
Por eso en Apocalipsis, capítulo 19, dice que tiene un Nombre que nadie conoce sino Él mismo, el cual es el Verbo de Dios. O sea que será la Venida de Cristo, del Verbo, en el Día Postrero, con un Nombre Nuevo.
Pero eso, siendo un misterio que todavía no debe ser conocido por el cristianismo y por el pueblo hebreo, lo dejamos quietecito hasta que se complete la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero; y cuando esté plenamente manifestada la Tercera Etapa en el cumplimiento de la Visión de la Carpa, ahí los Truenos estarán emitiendo sus voces; y lo que contienen las voces de Cristo (el León de la tribu de Judá clamando como cuando un león ruge, y siete truenos emitiendo Sus voces), es el misterio del Séptimo Sello, el misterio de Su Segunda Venida de Cristo.
En la Primera Venida de Cristo no lo recibieron en Israel; en Su Segunda Venida lo recibirán. O sea que tendrían que esperar dos mil años para recibir al Mesías, al Ángel del Pacto, al Ángel de Dios que le dio a Moisés la Ley, los diez mandamientos, y leyes y estatutos para Israel.
Pero todo estaba en el Programa Divino. Jesús tenía que venir y morir en la Cruz del Calvario llevando nuestros pecados, para que el Reino del Mesías sea un Reino con vida eterna.
Si Él aceptaba el Reino en aquel tiempo, estaría aceptando el reino de los gentiles que estaba en la etapa de las piernas de hierro, que era el imperio romano; si Él aceptaba el Reino cuando el diablo se lo ofreció, lo que estaría aceptando era el reino romano, el imperio romano, que estaba en la etapa de los Césares. Y Él vendría a ser el César para aquel tiempo, desde que lo aceptara hasta que tomara el trono del reino o imperio romano de los Césares.
Miren lo que Cristo rechazó: el reino de los gentiles. Recuerden que Él mismo dijo en San Juan: “Mi reino no es de este mundo”[12]. O sea que no era un reino terrenal, no era un reino romano; no era un reino para las piernas de hierro, para colocarse como el César romano de aquel tiempo.
El Reino del Mesías ha estado en la esfera espiritual, pero pronto estará en la esfera física, en el Reino Milenial de Cristo, en donde todos los creyentes en Cristo, así como son reyes, sacerdotes y jueces en el campo espiritual, también lo serán en el campo físico como miembros del Gabinete del Reino del Mesías.
La Escritura dice que los santos juzgarán al mundo[13]; por lo tanto, son jueces, son los miembros del poder judicial, del cual Cristo es Juez según el Orden de Melquisedec, el Juez Supremo al cual Dios ha puesto por Juez de los vivos y de los muertos. Y de ese poder judicial yo formo parte. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Es un Orden celestial, es un Orden del Reino de Dios que será establecido en la Tierra en el Reino Milenial del Mesías. Y Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores; Cristo es también el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec del Cielo, del Orden celestial, del Reino de Dios.
Si fuera del orden de Aarón no podía ser Sacerdote, porque Él no vino del orden de Aarón; pero es del Orden celestial, que estaba reflejado en el orden terrenal de Aarón.
El Antiguo Testamento o Antiguo Pacto era el tipo y figura del Nuevo Pacto; y las cosas que contenía el Antiguo Pacto eran tipo y figura de las cosas que contiene el Nuevo Pacto.
Tenemos un Sumo Sacerdote en el Cielo, en el Templo celestial, en el Trono de Intercesión, intercediendo por nosotros con Su Sangre, y manteniéndonos limpios de todo pecado. En todo momento que fallamos en algo y lo confesamos a Cristo, Él nos limpia de todo pecado, y nos mantiene así limpios ante Dios de todo pecado, sin mancha y sin arruga ante Dios; y eso es representado en el lavatorio de pies[14].
Y el que Él nos haya redimido está representado en el sacrificio del cordero pascual que el pueblo hebreo, cada padre de familia, sacrificó en la víspera de la Pascua allá en Egipto[15]; y colocó la sangre del cordero pascual, cada familia, en el dintel y los postes de la puerta del hogar, para que la muerte no entrara, el ángel de la muerte no entrara a esos hogares; porque si entraba mataba al primogénito o a los primogénitos que estuvieran en ese hogar. Dije el primogénito: el hijo mayor de la familia; y dije los primogénitos, porque si el papá también era primogénito, también tenía que morir.
Por eso tenían que tener dentro el cordero pascual asado, y comiendo la carne de ese cordero pascual; y la sangre aplicada en el dintel y los postes del hogar.
Y por eso en la Santa Cena: en el pan representamos el cuerpo de Cristo que fue crucificado por nosotros (en el pan); y en el vino representamos la Sangre de Cristo que fue derramada por nosotros en la Cruz del Calvario.
Con ese Sacrificio Él ha librado a los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, ¿los ha librado de qué? De la muerte espiritual, los ha librado de la segunda muerte, que es el infierno, y los ha librado de todo peligro.
Pero siempre hay que mantenerse donde está la Sangre, que está en la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; y usted como casa de Dios, como templo de Dios: con la Sangre de Cristo aplicada en vuestro corazón, para que así la muerte espiritual no pueda entrar a usted; y por consiguiente, la muerte, la segunda muerte, no tenga poder sobre usted, y pueda vivir eternamente en el Reino de Dios, en el Reino de Cristo, donde Él gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Y con Cristo estaremos como reyes; porque a todo lo que Cristo es heredero lo son también los creyentes en Cristo; son herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro, conforme a las palabras de San Pablo en Romanos, capítulo 8, versos 14 al 39.
Esos son los que están esperando la manifestación gloriosa de los hijos de Dios, la manifestación de los hijos de Dios en cuerpos eternos, esa manifestación en donde Cristo transformará nuestros cuerpos mortales y los hará igual al cuerpo glorificado que Él tiene; y eso será la redención del cuerpo, la adopción, que está prometida para los creyentes en Cristo.
En Romanos, capítulo 8, versos 14 al 39; y también en Efesios, capítulo 4, verso 30, donde dice: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.
Sellados con el Espíritu Santo para el día de la redención, o sea, el día de nuestra transformación, de la redención del cuerpo, que está prometida para los creyentes en Cristo. Eso es lo que está prometido en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58, donde nos dice:
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos…”. Eso es: “No todos vamos a morir”; porque habrá un grupo de creyentes en Cristo que estarán vivos para la Segunda Venida de Cristo y no tendrán que morir, sino que serán transformados en Su Venida.
Pero los que murieron, creyentes en Cristo, serán resucitados en cuerpos eternos y glorificados, y se reunirán con nosotros para estar una temporada aquí en la Tierra, de 30 a 40 días, en cuerpos eternos y glorificados, como Cristo estuvo ya resucitado en cuerpo glorificado por unos 40 días en la Tierra, apareciéndose a Sus discípulos, a lo menos un día en la semana, los domingos; y luego subió al Cielo, después de 40 días de haber resucitado.
Por lo tanto, los muertos en Cristo cuando resuciten estarán con los que están vivos y que serán transformados también; estarán una temporada, quizás de 30 a 40 días; y después iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Tan sencillo como eso lo expone el apóstol Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58; y Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 11 al 18; y la lectura que les di de Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21.
Sabemos para qué es la Segunda Venida de Cristo, sabemos por qué lo estamos esperando; porque Él prometió volver para transformar nuestros cuerpos y para resucitar a los muertos creyentes en Él, los cuales vendrán con Él en Su Segunda Venida; porque Él pasará por el Paraíso.
Él actualmente se encuentra (por dos mil años, alrededor de dos mil años) en la séptima dimensión, haciendo intercesión como Sumo Sacerdote.
Los que han partido, creyentes en Cristo, están en la sexta dimensión esperando por la Venida del Señor al Paraíso; así como cuando Él murió, luego de ir al infierno Él pasó por el Paraíso de aquel tiempo, donde estaban Abraham, Isaac, Jacob, los patriarcas y los santos del Antiguo Pacto, del Antiguo Testamento; y el día de resurrección, domingo en la mañana bien temprano, resucitó, y con Él los santos que habían dormido, que habían muerto físicamente (eso está en San Mateo, capítulo 27, versos 50 al 55); y aparecieron a muchos en la ciudad de Jerusalén. Y cuando Cristo ascendió al Cielo, subieron con Él los santos del Antiguo Testamento.
Ahora vean, por cuarenta días apareciéndole a sus familiares los santos del Antiguo Testamento, muestra que los santos del Nuevo Testamento van a aparecer también a los creyentes en Cristo de este tiempo final, y sobre todo a sus familiares.
Por lo tanto, si alguna persona creyente en Cristo tiene un familiar que partió, ya sea su padre, su madre, su hermano, su hermana, o algún familiar cercano, sepa que cuando él regrese, aunque fuera él un anciano o una anciana, cuando regrese usted no va a ver una ancianita o un ancianito, sino que va a ver una persona joven que representará de 18 a 21 años de edad. Así será como resucitarán en la Segunda Venida de Cristo los santos del Nuevo Testamento, del Nuevo Pacto. Y los que vivimos seremos transformados cuando los veamos. Y entonces podemos cantar victoria, y decir: “¡Tengo juventud eterna!”, en alma, espíritu y cuerpo. O sea, la redención integral para los creyentes en Cristo.
Ya tenemos vida eterna en nuestra alma, vida eterna en nuestro espíritu, y nos falta vida eterna física, la cual Él también nos dará. La más difícil era la vida eterna para el alma. Y como eso es lo más importante, luego Él tiene que darle a los creyentes en Él un cuerpo eterno espiritual, y luego un cuerpo eterno físico también.
Con el nuevo nacimiento le da el cuerpo eterno espiritual; y con la resurrección de los muertos y transformación de los vivos, les dará el cuerpo físico eterno y joven para toda la eternidad; y será un cuerpo perfecto. ¿Sabe qué cuerpo será? El que Dios pensó desde antes de la fundación del mundo para darle a todos Sus hijos e hijas que Él tendría y enviaría a nacer en esta Tierra. O sea que no se preocupe de cómo va a ser el cuerpo; va a ser como Dios lo pensó, lo diseñó para mí; y el de ustedes conforme a como Él lo diseñó para cada uno de ustedes.
Cuando se complete la Iglesia del Señor Jesucristo, Cristo se levantará del Trono del Padre y tomará el Título de Propiedad, el Libro sellado con siete Sellos (de Apocalipsis, capítulo 5, versos 1 en adelante), lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo. Y vendrá con ese Librito abierto en Su mano en Apocalipsis, capítulo 10, donde nos muestra al Ángel Fuerte descendiendo del Cielo (que es Cristo) con un Librito abierto en Su mano derecha, y clamando…, con el arco iris alrededor de Su cabeza, y clamando como cuando ruge un león.
¿Por qué clamando como cuando ruge un león? Porque cuando Él toma el Libro en Apocalipsis 5, el anciano dijo: “He aquí el León de la tribu de Judá, el cual ha prevalecido para tomar el Libro y abrir sus Sellos”.
Así lo vio y lo explicó, lo dio a conocer, el anciano que le dijo a Juan que no llorara, que había ya llegado el León de la tribu de Judá, que es Cristo nuestro Salvador.
Cuando Juan mira, vio un Cordero ensangrentado; porque es el mismo Cristo, el que había muerto por nosotros, y estaba haciendo intercesión en el Cielo, en el Templo celestial; y sale del Trono del Padre, y el Trono del Padre se convierte en Trono de Juicio. Era Trono de Misericordia y se convierte en Trono de Juicio cuando Cristo se convierte en el León de la tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores. Y Él es también la Estrella resplandeciente de la Mañana[16]; o sea, el Espíritu Santo, porque el Señor Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.
Es importante conocer estos símbolos apocalípticos, los cuales también se encuentran en el libro del profeta Daniel, en el libro del profeta Zacarías, en el libro de Jeremías y también de Ezequiel y otros libros bíblicos de la Biblia.
Todo está representado en símbolos, en tipos y figuras, en el Antiguo Testamento, y luego también en el libro del Apocalipsis.
El Evangelio no puede ir a los judíos hasta que se complete la Iglesia del Señor Jesucristo. Lo de ellos está seguro. Nosotros tenemos que trabajar para que se complete la Iglesia del Señor Jesucristo; por eso Él dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”[17]. Tan sencillo como eso. O crees y eres salvo, o no crees y serás condenado. Esas son las palabras de Cristo. O sea que no le podemos ni añadir ni quitar a las palabras de Cristo. Así es.
Cristo dijo: “Mis palabras… Los cielos y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”[18]. Por lo tanto, como Él dijo, así es. Y Él es el que Dios ha puesto como Juez de los vivos y de los muertos. Por lo tanto, Jesucristo es la persona más importante en el Cielo y en la Tierra, porque Él es el Ángel del Pacto, el que estableció el Pacto con el pueblo hebreo allá en el monte Sinaí y lo dio a conocer a través del profeta Moisés.
Y luego viene en carne humana, dos mil años atrás, y es llamado Jesús, para establecer el Nuevo Pacto; por eso dice, tomando la última Cena con Sus discípulos…, da gracias al Padre, parte el pan, y da a Sus discípulos para repartirlo a las demás personas, y les dice: “Comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido. Haced esto en memoria de mí”. Y tomando la copa de vino da a Sus discípulos y dice: “Tomad de ella todos, porque esto es mi Sangre del Nuevo Pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”[19].
Nos habla de un Nuevo Pacto que estaba prometido en Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36. Dentro del Nuevo Pacto es que están los creyentes en Cristo. Por eso, lo que fue tipificado en el Antiguo Pacto, Antiguo Testamento, se hace una realidad en el Nuevo Pacto, en el Nuevo Testamento. Y ahora, la circuncisión es acá en el corazón. El Espíritu Santo circuncida nuestro corazón cuando nos bautiza Dios con Espíritu Santo y Fuego.
Y ahora, ¿cuándo regresará el Evangelio a los judíos? Cuando la Iglesia del Señor Jesucristo se haya completado. De esto habló el reverendo William Branham en una ocasión, allá cuando predicó acerca de las siete etapas o edades de la Iglesia del Señor Jesucristo. Y nos dice en la página 14 en español, de esta versión, dice [Las Edades]:
“45. Era tiempo para que Dios (el Mesías) volviera a llevar Su Novia, y entonces presentarse (hacerse conocer) a Israel. Así que vemos a Dios viniendo nuevamente para tomar una relación humana con el hombre como el Hijo de David, Rey de reyes y Señor de señores, y como el Novio de la Novia gentil. No son dos dioses, sino simplemente UN SOLO DIOS manifestando Sus poderosos oficios y títulos triples”.
Y en la página 30 de este mismo libro de Las Edades, dice el párrafo 109:
“109. Ahora, ¿cuándo volverá el Evangelio a los judíos? Cuando se haya terminado la dispensación de los gentiles. El Evangelio está listo para volver a los judíos. Oh, si tan solo les pudiera decir algo que está a punto de suceder hoy, en este nuestro día. Esta gran cosa que va a suceder recorrerá hasta Apocalipsis 11; y aquellos dos testigos, aquellos dos profetas, Moisés y Elías, trayendo el Evangelio de nuevo a los judíos”.
¿Cómo va a regresar el Evangelio a los judíos? Por medio de los Dos Olivos de Apocalipsis 11, del 1 al 14; y Zacarías, capítulo 4, versos 11 al 14.
No será que alguna denominación o alguna iglesia o algún grupo de personas o alguna persona diga: “Yo voy a llevar el Evangelio a los judíos”. Dios no va a respaldar eso. Tiene que ser por medio de los ministerios de los Dos Olivos, Moisés y Elías, los ministerios de Moisés y Elías siendo manifestados para que Israel pueda creer; porque Israel solamente cree a sus profetas, porque la Palabra de Dios solamente viene a los profetas. Dice Amós, capítulo 3, verso 7: “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”.
Y este secreto de cómo volverá el Evangelio a los judíos, vean, es que volverá por medio de los ministerios de Moisés y Elías. Dice:
“[109]. … y aquellos dos testigos, aquellos dos profetas, Moisés y Elías, trayendo el Evangelio de nuevo a los judíos. Estamos listos. Todo está en orden. Igual como los judíos trajeron el Evangelio a los gentiles, así también los gentiles se lo llevarán de regreso a los judíos, y el Rapto sucederá”.
“Como los judíos trajeron el Evangelio a los gentiles”. Esto fue San Pedro llevando el Evangelio por orden divina a un romano, oficial romano del ejército, allá en la casa de Cornelio donde fue enviado, y al cual el Ángel le había aparecido y le había dicho que vendría un varón el cual se llamaba Pedro, y él le iba a decir lo que tenía que hacer.
Y San Pablo fue enviado a los gentiles, para llevar el Evangelio a los gentiles, a Asia Menor y demás naciones que recibirían el Evangelio allá por Asia Menor. Y así pasó el Evangelio de los judíos a los gentiles.
Pero en el tiempo final, cuando se haya completado la Iglesia del Señor Jesucristo, el Evangelio tiene que regresar a los judíos; porque el Evangelio comenzó a ser predicado entre los judíos, y la Iglesia nació con judíos, el Día de Pentecostés, que eran seguidores en Cristo.
Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo volverá al principio. No vamos a explicar mucho, pero después de la séptima etapa de la Iglesia, que se cumplió en Norteamérica, representada en la Iglesia de Laodicea del capítulo 3 del Apocalipsis; luego de esa etapa, donde su mensajero fue el reverendo William Branham…; así como el mensajero de cada etapa de la Iglesia, de sus siete etapas, fue colocado en el territorio donde se llevaría a cabo esa etapa, y de ahí se extendería a otras naciones.
San Pablo fue el primero de los mensajeros de las siete edades de la Iglesia, y estuvo su territorio en Asia Menor; luego hubo cinco mensajeros para las cinco etapas siguientes de la Iglesia que se cumplieron en Europa.
Y luego, para la séptima etapa de la Iglesia entre los gentiles, que sería en Norteamérica, hubo un mensajero también: el reverendo William Branham; del cual da testimonio la Biblia, da testimonio la Iglesia del Señor Jesucristo, yo doy testimonio también, de que él fue el Elías que tenía que venir para precursar la Segunda Venida de Cristo, conforme a Malaquías, capítulo 4, versos 4 al 6.
Pero Elías regresará nuevamente, o sea, el ministerio de Elías, en otro hombre, regresará a la Tierra para llevar el Evangelio a los judíos.
Si lo va a llevar de los gentiles a los judíos: va a aparecer primeramente ese ministerio entre los gentiles, y el ministerio de Moisés también; para tomar el Evangelio, las buenas nuevas de salvación, para darlas a conocer a todos los seres humanos. E Israel, cuando vea al Señor viniendo por Su Iglesia, dirá: “Este es el que nosotros estamos esperando”. Esa es la forma en que el Evangelio regresará a los judíos.
Y ahora vean, Él aparecerá (el Mesías) como el José, tipificado en José, el cual tenía la Bendición de la Primogenitura, la cual fue hablada por Jacob cuando bendijo a Efraín y a Manasés, hijos de José[20].
La Bendición de la Primogenitura corresponde a José, la Bendición de la Primogenitura; y por consiguiente corresponde a la Iglesia del Señor Jesucristo, que es nuestro José; y la Iglesia está representada también en Efraín.
La bendición que venía para los judíos, al rechazarla, pasó de los judíos a la Iglesia del Señor Jesucristo, a los gentiles; y por consiguiente, la Iglesia es la que tiene la Bendición de la Primogenitura, y por consiguiente las bendiciones del Cielo y de la Tierra.
La Bendición de la Primogenitura tiene doble bendición; y la Bendición de la Primogenitura en aquel tiempo estaba en la tribu – las tribus del norte; por eso es necesario que las tribus del norte, las diez tribus perdidas de Israel, aparezcan y se unan a las dos tribus: la tribu de Judá y la tribu de Benjamín, para el establecimiento del Reino del Mesías en la Tierra.
Para lo cual, con Gran Trompeta (conforme a Isaías, capítulo 27, verso 13) Dios las llamará. Esa Trompeta la tocarán, la sonarán, los Dos Olivos: Moisés y Elías. Los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en el Día Postrero, estarán llamando y juntando a los escogidos de Dios del pueblo hebreo, que son 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu.
Y así es como se cumplirá Apocalipsis, capítulo 7, donde el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, o sea, con el Espíritu Santo, llamará y juntará 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu.
También van a aparecer las vírgenes insensatas, que tendrán que pasar por la gran tribulación. Ese mensajero que llama y junta a los escogidos del pueblo hebreo, también tiene que ver con las vírgenes insensatas, que tendrán que pasar por la gran tribulación.
Apocalipsis, capítulo 14, nos muestra sobre el Monte de Sion ya a 144.000 sellados con el Sello del Dios vivo y con el Nombre del Padre celestial en sus frentes, y el Nombre del Cordero. Y en Apocalipsis, capítulo 15, aparecen también con el cántico de Moisés y el cántico del Cordero.
O sea que algo grande está por suceder en este tiempo final con el pueblo hebreo y con el cristianismo también. Bendiciones para la Iglesia del Señor Jesucristo, bendiciones del Cielo y de la Tierra, y bendiciones también para el pueblo hebreo.
Para el Día Postrero es que Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él, conforme a las palabras del mismo Cristo en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, donde nos dice Cristo…
Estamos esperando la resurrección de los muertos y la transformación de los vivos, porque es una promesa de Dios y que Cristo ha confirmado, y los apóstoles también; y por consiguiente, el Espíritu Santo ha confirmado, porque el Espíritu Santo fue enviado para recordar todas las cosas que Cristo dijo, y para darnos a conocer las cosas que han de venir; viene dando testimonio de Cristo, viene dando testimonio de la Verdad: “Él os enseñará todas las cosas que han de suceder”[21].
Y ahora en el capítulo 6, versos 39 en adelante, de San Juan, dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
Son palabras de Cristo, palabras que nos suben la fe al nivel más alto, y la esperanza.
En el capítulo 11, de San Juan también, dice…, cuando Jesús está hablando con Marta la hermana de Lázaro, que había muerto y ya llevaba cuatro días de estar sepultado, de haber muerto; dice capítulo 11, verso 23, de San Juan; verso 23 en adelante, dice:
“Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero”.
Ella sabía que la resurrección es para el Día Postrero; y el Día Postrero delante de Dios, y para los seres humanos son mil años, el séptimo milenio de Adán hacia acá.
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo”.
¡Y nosotros lo creemos también!
Esta esperanza de la resurrección en cuerpos eternos y glorificados para los que estén vivos en la Segunda Venida de Cristo, es para los creyentes en Cristo; pues ellos son los que creen en Cristo como su Salvador, como el Hijo de Dios, y creen en Su Primera Venida, por consiguiente, en Su Sacrificio en la Cruz del Calvario; creen también en Su resurrección, y creen en Su Segunda Venida con los muertos creyentes en Él, para resucitarlos y para transformar los que estén vivos. Es para esas personas creyentes en Cristo, nacidas de nuevo, que esta promesa será cumplida.
Por eso yo estoy esperando la Segunda Venida de Cristo con Sus santos que partieron, que serán resucitados en cuerpos eternos, para verlos y ver a Jesús, y ser transformados conforme a como lo ha prometido; y entonces tener el cuerpo eterno, joven e inmortal como el que Él tiene, y que está tan joven como cuando subió al Cielo. Eso será la redención del cuerpo, la adopción de los hijos e hijas de Dios, con vida eterna.
“Los santos juzgarán al mundo”, dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 6, versos 2 al 3; porque los santos son los creyentes en Cristo, y por consiguiente son jueces del poder judicial del Reino de Cristo; son sacerdotes del poder religioso, del poder espiritual del Reino de Cristo; y son reyes del Reino celestial que será establecido en la Tierra. Y por consiguiente, herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro.
“EL EVANGELIO REGRESARÁ A LOS JUDÍOS”. Volverán a tener una etapa judía del cristianismo, como la tuvieron en los días de los apóstoles. Eso corresponde a la etapa de Edad de Piedra Angular del Día Postrero, de donde regresará el Evangelio a los judíos.
En el Cuerpo Místico de Cristo en el Día Postrero, en la Edad de Piedra Angular, habrá muchos descendientes hebreos, que ni siquiera saben ni sabrán que tienen sangre hebrea o judía; pero lo más importante es ser creyente en Cristo nuestro Salvador. Eso es lo que nos da vida eterna.
Hay muchos descendientes hebreos en el mundo entero pero que no son creyentes en Cristo, y por consiguiente no tienen vida eterna. Por lo tanto, lo más importante para entrar al Reino de Cristo, al Reino de los Cielos o Reino de Dios, es lo que dijo Cristo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios”. O sea, no lo puede entender.
Nicodemo pensó en términos literales o físicos, y dice: “¿Cómo puede hacerse esto?, ¿puede el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer de nuevo?”. Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios”. Esa es la forma de entrar al Reino de Dios. Y también… Eso fue en San Juan, capítulo 3, versos 1 al 6. Y en San Juan, capítulo 14, verso 6, dice: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre sino por mí”.
No hay otra forma en que usted pueda llegar a Dios, no hay otra forma en que vuestras oraciones puedan llegar a Dios a menos que sea a través de Cristo. Por eso San Pablo decía y Cristo decía: “Todo lo que pidáis al Padre en mi Nombre, yo lo haré”[22].
Y también San Pablo decía: “Todo lo que hagáis, ya sea de palabras o de hechos, hacedlo todo en el Nombre de Jesucristo, del Señor Jesucristo”[23]. Porque ese es el único Nombre en el cual Cristo dijo que pidamos y Él nos dará.
También dice la Escritura: “Pedid, y no recibís, porque pedís mal (o piden mal)”[24]. Hay que pedir bien. Y por consiguiente, una de las cosas que tiene que estar bien es en qué Nombre Cristo enseñó que pidamos. “Todo lo que pidáis al Padre en mi Nombre, yo lo haré”, esa es la promesa de Cristo.
Por lo tanto, el que pide en el Nombre del Señor Jesucristo está pidiendo conforme a como Cristo nos enseñó, y eso no fallará. “Mis palabras son Espíritu y son Vida”[25], dice Cristo. “El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no perecerá jamás”[26].
Y también nos dice: “Los cielos y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. O sea, se cumplirán.
La salvación es lo más grande que una persona puede recibir, y solamente la puede recibir a través de Cristo, porque Él es nuestro Salvador. Él es el único que murió en la Cruz del Calvario para darnos vida eterna. Él es el único que llevó nuestros pecados, por lo cual se hizo mortal y pagó por nuestros pecados. Lo que usted y yo teníamos que sufrir, lo sufrió Cristo en la Cruz del Calvario.
En aquellos días la humanidad tenía que morir por sus pecados, era un ciclo divino parecido al tiempo de Noé, en que Dios decretó la muerte de los seres vivientes, pero halló gracia Noé delante de Dios, y Dios le mostró la vía de escape: construir un arca para escapar[27]. Es que Noé ofrecía a Dios el sacrificio por el pecado.
En los días de Lot, que son los mismos días de Abraham, llegó el tiempo también para la destrucción de Sodoma y Gomorra, y ciudades cercanas, por sus pecados; pero Abraham oró por Lot y su familia para que Dios tuviera misericordia de Lot y su familia[28]; y Dios envió a Sodoma a dos Ángeles: Gabriel y Miguel, para que sacaran a Lot y su familia de Sodoma, y destruyeran a Sodoma y Gomorra y ciudades cercanas[29]. Y luego también Dios descendió allá.
Y ahora estamos en un tiempo similar, paralelo al tiempo de Noé y al tiempo de Lot. El mismo Cristo dijo que la Venida del Hijo del Hombre será como en los días de Noé, que comían y bebían y plantaban, y se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; y vino el diluvio y los destruyó a todos; “y no conocieron hasta que vino el diluvio y los destruyó a todos” (San Mateo, capítulo 24, versos 34 al 39).
Y en San Lucas también nos dice: “Como fue en los días de Noé y como fue en los días de Lot (San Lucas, capítulo 17), así será la Venida del Hijo del Hombre”. Y también dice que será como el relámpago que sale del oriente (Medio Oriente, la tierra de Israel), y se muestra, se revela (¿dónde?) en el occidente. El occidente es el continente americano.
Por lo tanto, habrá una manifestación grande del Hijo del Hombre…, ya vimos una manifestación grande en el reverendo William Branham, en donde el Hijo del Hombre se manifestó; y dice: “Lo que ustedes han visto en parte, será visto en toda su plenitud”[30]. O sea que anuncia una manifestación grande del Hijo del Hombre para el Día Postrero, porque él es el precursor de la Segunda Venida de Cristo. Está anunciando una manifestación plena del Hijo del Hombre, está anunciando una manifestación plena de la Venida del Señor.
Que Dios les bendiga y les guarde. Y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones Cristo nuestro Salvador.
“EL EVANGELIO REGRESARÁ A LOS JUDÍOS”.
[Revisión mayo 2024]
[1] Génesis 27:29
[2] Hechos 2:1-42
[3] Hechos 10:1-48
[4] Hechos 15:1-35
[5] San Mateo 13:38
[6] San Lucas 12:32
[7] 1 Corintios 3:16
[8] Isaías 61:2
[9] San Juan 1:14
[10] San Juan 5:43
[11] Éxodo 3:13-14
[12] San Juan 18:36
[13] 1 Corintios 6:2
[14] San Juan 13:1-20
[15] Éxodo 12:1-28
[16] Apocalipsis 22:16
[17] San Marcos 16:15-16
[18] Mt. 24:35, Mr. 13:31, Lc. 21:33
[19] Mt. 26:26-28, Mr. 14:22-24, Lc. 22:19-20, 1 Co. 11:24-25
[20] Génesis 48:8-20
[21] San Juan 14:26, 15:26
[22] San Juan 14:13
[23] Colosenses 3:17
[24] Santiago 4:3
[25] San Juan 6:63
[26] San Juan 5:24
[27] Génesis 6:8-22
[28] Génesis 18:16-33
[29] Génesis 19:1-25
[30] Citas, pág. 119, párr. 1057