El nacimiento de Jesucristo

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, y todos los que están en diferentes naciones: ministros y hermanos reunidos alabando a Dios, glorificando a Dios, cantando a Dios y esperando la Palabra de hoy domingo, día de escuela bíblica, en donde estaremos estudiando la Escritura con relación al nacimiento del Señor Jesucristo.

Para esta ocasión leemos en San Mateo, capítulo 1, versos 18 al 25, y también San Lucas, capítulo 1, versos 26 al 36. Y dice así la Palabra de Dios: San Mateo, capítulo 1, verso 18 en adelante, dice:

El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.

José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.

Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.

Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:

He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,

Y llamarás su nombre Emanuel,

que traducido es: Dios con nosotros.

Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.

Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús”.

Y San Lucas, capítulo 1, versos 26 al 33 o al 36, dice:

“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,

a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.

Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.

Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.

Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.

Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;

porque nada hay imposible para Dios.

Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla en esta ocasión y siempre.

“EL NACIMIENTO DE JESUCRISTO”.

El nacimiento más importante que ha ocurrido en este planeta Tierra es el del Señor Jesucristo, porque no fue concebido por voluntad humana sino por creación divina.

Lo que sucedió con María era lo que tenía que suceder con Eva si ella esperaba el tiempo correspondiente para que eso sucediera, y así trajera hijos de Dios a la Tierra: hijos con vida eterna; y por consiguiente, para vivir eternamente.

Emanuel: Dios con nosotros visitando la raza humana para redimir al ser humano, que había perdido el derecho a la vida eterna cuando Adán y Eva pecaron allá en el principio de la raza humana aquí en la Tierra. El ser humano perdió su herencia, perdió la vida eterna, perdió el planeta Tierra, y por consiguiente perdió también la oportunidad que Dios le había dado, en la cual él hablaría la Palabra y las cosas sucederían.

Si no ocurría el pecado allá en el Huerto del Edén, hace unos seis mil años atrás, estaríamos ya viviendo en esta Tierra con cuerpos eternos y estaría el Reino de Dios en la Tierra. Pero teníamos que aparecer en esta Tierra y hacer contacto con el segundo Adán, para nacer por medio del segundo Adán y la segunda Eva, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; para así confirmar nuestro lugar en la vida eterna, y por consiguiente en el Reino de Dios.

Recuerden que Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios”[1]. Nacer del Evangelio y nacer del Espíritu Santo, así es como se nace en el Reino de Dios, no hay otra forma para entrar al Reino de Dios. Y para que eso ocurriera tuvo que venir a la Tierra Jesucristo en forma física, y venir a ser un Pariente Redentor del ser humano para poder reconciliar al ser humano con Dios.

Así como hay en nosotros un propósito de vivir en esta Tierra, hubo un propósito de venir Jesucristo a la Tierra dos mil años atrás. Era Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Dios se hizo un cuerpo humano, de tiempo, para poder vivir entre nosotros físicamente; y ese cuerpo es la semejanza física de Dios. Por eso Cristo decía: “… el Padre que mora en mí, él hace las obras”[2]. Era, por consiguiente, la visitación de Dios a Israel, Su pueblo, y por consiguiente a la familia humana; Emanuel: Dios con nosotros.

Cuando Dios creó al ser humano, dijo: “Hagamos al hombre conforme a nuestra imagen y semejanza”[3]. La imagen de Dios es Su cuerpo espiritual, Su cuerpo angelical, Su cuerpo teofánico; y la semejanza de Dios es el cuerpo físico llamado Jesús, en el cual habitó en toda Su plenitud. Ese es el misterio de Dios el Padre, y de Cristo: que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo.

Por eso, lo que se parece a Dios en imagen y semejanza es el ser humano; y a lo que Dios se parece en imagen y semejanza física es al ser humano; porque el ser humano es la corona de la Creación.

Todo, Dios lo colocó bajo el dominio del ser humano al darle el Título de Propiedad, que es el Libro sellado con siete Sellos, de Apocalipsis, capítulo 5, el cual regresó a la diestra de Dios; pero que será abierto en este tiempo final y traído nuevamente al ser humano, a la raza humana, conforme a Apocalipsis, capítulo 10; y podrá entonces regresar a la vida eterna y a su herencia, el ser humano redimido por la Sangre de Cristo.

Y todos serán a imagen de Dios: cuerpos angelicales que ya lo obtienen cuando nacen de nuevo; al recibir el Espíritu de Dios reciben esa imagen divina; y cuando sean transformados recibirán la semejanza física de Dios. En palabras: un cuerpo glorificado, eterno, inmortal, incorruptible, como el cuerpo glorificado que tiene Jesucristo. Ese es el cuerpo físico de Dios, el cual está glorificado y sentado en el Trono de Dios.

Como Dios obró en Jesucristo, Él obra en Su Iglesia; y eso es muy significativo, porque la Iglesia del Señor Jesucristo está representada en Eva y también está representada en la virgen María. Por eso Cristo, el Ángel del Pacto, a través de Su Iglesia se está reproduciendo, de edad en edad, en hijos e hijas de Dios, trayéndolos a vida eterna en el nuevo nacimiento, y por consiguiente, naciendo en el Reino de Dios, que es el Reino de Cristo. Y luego, para vivir en esta Tierra en cuerpos inmortales, dará a los creyentes en Él la resurrección de los que murieron creyentes en Cristo, en cuerpos eternos, jóvenes, glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo; y a los que estén vivos, creyentes en Cristo nacidos de nuevo, los transformará; y todos serán inmortales físicamente, a imagen y semejanza de Dios, iguales a Jesucristo el Hijo de Dios.

Así como Cristo nació en la casa de Dios, Belén, la ciudad de Belén, y Belén significa ‘Casa de Dios’ o ‘Casa del Pan de Dios’, y Cristo dijo: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo…”[4]. ¿Dónde nació? En la Casa del Pan de Dios: Belén. Y la Iglesia es la Casa de Dios en donde está Cristo; y Cristo es la Casa de Dios también como persona, el cual dijo: “Destruyan este templo, y en tres días Yo lo levantaré”. El cual habla esto en San Juan, capítulo 2, versos 19 en adelante. Y en San Juan, capítulo 10 y capítulo 14, y otros lugares de las Escrituras, nos dice: “el Padre que mora en mí, él hace las obras”.

El ser humano es un templo espiritual. Por eso Cristo, siendo un templo espiritual Su cuerpo físico, encontramos que podía decir: “Destruyan este templo, y en tres días Yo lo levantaré”, hablando de Su cuerpo de carne como templo de Dios.

Y Cristo es nuestro Belén, donde nacen todos los hijos e hijas de Dios del Nuevo Pacto, que forman la Iglesia del Señor Jesucristo; y por cuanto la Iglesia es parte de Cristo, la cual nació el Día de Pentecostés, al nacer de Cristo (en la Casa de Dios) Su Iglesia, hemos nacido en Belén, en nuestra Belén: la Casa del Pan de Dios, la Casa de Cristo el Pan de Dios, el Pan vivo que descendió del Cielo; y es ahí donde está la Palabra de Dios. Porque “No solamente de pan (de pan literal) vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”[5].

Es en Su Iglesia que ha estado Su Palabra; y Cristo es el Verbo, la Palabra, en donde comen ese alimento espiritual todas las personas. Por la fe, al creer en Cristo y Su Palabra, estamos comiendo el Pan de vida eterna.

Por lo tanto, así como Cristo nació en Belén de Judea, los creyentes en Cristo han nacido en Belén, porque Cristo es nuestra Belén. Y por consiguiente, la trayectoria de Dios en Cristo, en donde Él colocó todo lo que Él es (lo que es Dios, lo colocó en Cristo), Cristo ha colocado todo lo que Él es en Su Iglesia. Y es en Su Iglesia donde ocurre el llamado de etapa en etapa, de edad en edad, la Voz de Cristo en Espíritu Santo llamando y juntando a los escogidos de cada etapa de Su Iglesia.

Así como Dios obró por medio de Cristo, Cristo obra por medio de Su Iglesia. Por consiguiente, lo que Dios ha estado haciendo, lo ha estado haciendo por medio de Cristo en Su Iglesia; y lo que Dios hará en este tiempo: el llamado final de Dios buscando a Sus escogidos del Día Postrero, será en Su Iglesia; y la resurrección de los muertos creyentes en Cristo son los miembros de Su Iglesia de etapas pasadas y algunos de nuestro tiempo que han partido; y los que serán transformados serán los miembros de Su Iglesia nacidos de nuevo del tiempo final. Tan sencillo como eso.

Cada etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo ha tenido su Mensaje, su manifestación de Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, llamando y juntando Sus escogidos en cada etapa o edad de Su Iglesia; y ha surgido y se ha desarrollado en cierto territorio de la Tierra, y de ahí se ha extendido a otros pueblos, a otras naciones, a otros territorios, el Programa de Dios para cada tiempo. Así también estará sucediendo en este tiempo final.

Por eso es importante conocer las promesas de Dios correspondientes al tiempo en que la persona está viviendo, porque eso es lo que Dios va a estar llevando a cabo en ese tiempo. Todo Dios lo tiene programado.

Por lo tanto, es importante conocer cuáles son las promesas de Dios para nuestro tiempo; porque no queremos que nos pase como a las personas del tiempo de Noé, que no conocieron que Noé y su Mensaje, y lo que estaba construyendo, era el Programa de Dios para aquel tiempo; y dice Cristo: “Y no conocieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos”[6].

El diluvio viene a ser tipo y figura de la gran tribulación, que corresponde a los últimos tres años y medio de la semana número setenta de la profecía de Daniel, capítulo 9.

Estamos en un tiempo como el de Noé. Cristo mismo dijo que: “Como en los días de Noé, así será el día en que el Hijo del Hombre se manifestará (se revelará, vendrá)”[7]. Y también: “Como fue en los días de Lot; así será el día en que el Hijo del Hombre se revelará, se manifestará”[8].

La Venida del Hijo del Hombre será cumplida en la Iglesia del Señor Jesucristo, porque Él viene por Su Iglesia para llevar a cabo la resurrección de los creyentes en Él que murieron, y para llevar a cabo la transformación de los que estén vivos; y esto es conforme a Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21. Para eso estamos esperando la Venida del Señor.

Y también nos dice San Pablo en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 11 al 18, que habrá una Aclamación, Voz de Arcángel y Trompeta de Dios; y los muertos resucitarán, luego nosotros los que vivimos vamos a ser transformados, y luego vamos a ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Dice: “Seremos arrebatados para recibir al Señor en el aire”.

Y en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58, nos dice: “A la Final Trompeta; porque será tocada la Trompeta, y los muertos en Cristo serán resucitados incorruptibles, y nosotros los que vivimos seremos transformados”.

Esas son promesas de parte de Dios para los creyentes en Cristo que están viviendo en este tiempo final; las cuales necesitamos conocer para creerlas de todo corazón, y saber que en algún momento va a ocurrir lo que está prometido para los creyentes en Cristo.

Los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, son los que forman la Iglesia del Señor Jesucristo, de etapa en etapa, desde el Día de Pentecostés hacia acá; sus nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Esos son los llamados en la Escritura: elegidos, predestinados, escogidos, y así por el estilo. Esos son mencionados como las ovejas que el Padre le dio a Cristo para que las busque y les dé vida eterna, de las cuales Cristo dijo: “Mis ovejas oyen Mi Voz, y me siguen, y Yo las conozco, y Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de Mi Padre”[9].

O sea que Cristo vino con un propósito a la Tierra; por eso es tan importante el nacimiento de Jesucristo a través de la virgen María allá en Belén de Judea; la única mujer que ha dado a luz un niño por intervención divina.

Y ahora, siendo que María representa a la Iglesia del Señor Jesucristo, es en la Iglesia del Señor Jesucristo que se predica el Evangelio de Cristo, y donde ocurre el llamado y nacen de nuevo millones de seres humanos en el Reino de Dios, con vida eterna en su alma y con el Espíritu de Dios en ellos, los cuales son identificados porque escuchan la Palabra de Dios para el tiempo en que están viviendo. “Mis ovejas oyen Mi Voz, y me siguen”, dice Cristo. Y San Juan, capítulo 8, verso 47, nos dice: “El que es de Dios, la Voz de Dios oye”. O sea: “El que es de Dios, las palabras de Dios oye…”.

Es importante saber por qué usted escucha la Palabra de Dios y alimenta su alma con esa Palabra; y le trae paz y felicidad: porque usted es de Dios. Tan sencillo como eso. Y esa es la evidencia que tiene el Espíritu de Dios: que lo guía o la guía a toda justicia y a toda verdad.

Es importante estar preparados con Dios en este tiempo en el cual vivimos, porque de un momento a otro ocurrirán grandes promesas siendo cumplidas, que traerán grandes bendiciones para todos los creyentes en Cristo; y de un momento a otro se cumplirá la Venida del Esposo viniendo por las vírgenes prudentes de San Mateo, capítulo 25, versos 1 al 13, para ir con Cristo, para entrar con Cristo a las Bodas del Cordero. Es importante, por consiguiente, estar preparados para ese evento tan importante.

La promesa es que Él vendrá a Su Iglesia; es Su Iglesia la que lo está esperando. El mundo no lo está esperando, es Su Iglesia.

¿Cómo vendrá y cuándo vendrá? Eso será cuando la cumpla, cuando cumpla esa promesa. Entonces comprenderemos la fecha y la forma del cumplimiento de Su Venida, como ahora comprendemos la forma de Su Primera Venida, porque ya tenemos la verdad histórica de cómo fue la Venida del Señor Jesucristo dos mil años atrás, naciendo en Belén de Judea.

Así como hemos leído en la historia acerca del nacimiento de Cristo, así fue el nacimiento de Cristo; aunque hubo y han continuado habiendo, y continúan surgiendo personas que niegan ese nacimiento histórico tan documentado y confirmado por el Espíritu Santo y los apóstoles, de lo cual Cristo dijo que el Espíritu Santo vendría y daría testimonio de Cristo, y que también ellos —los discípulos— darían testimonio de Él, dando testimonio de la verdad histórica de la Primera Venida de Cristo, y el propósito y Obra que llevó a cabo con y en Su Primera Venida.

La Primera Venida luego se convierte también en tipo y figura de la Segunda Venida de Cristo. Será paralelo en todo.

Dice el reverendo William Branham que Gabriel anunció la Primera Venida de Cristo y anunciará la Segunda Venida de Cristo[10]. Y hoy no vamos a dar detalles sobre lo que dijo el reverendo William Branham, pero en otra ocasión hablaremos con más detalles sobre este tema del Arcángel Gabriel; porque estamos interesados en la Segunda Venida de Cristo a Su pueblo, Su Iglesia, Su pueblo del Nuevo Pacto.

Así como vino al pueblo del Pacto Antiguo, está la promesa de la Venida para el Día Postrero: la Venida del Señor al pueblo del Nuevo Pacto, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Y como no queremos que nos suceda como sucedió a Israel, que no se dieron cuenta (excepto algunos) del cumplimiento de la Venida del Mesías; queremos estar al tanto de todos los detalles, para que no se nos escape esa promesa y el cumplimiento de ella, en el momento en que se haga una realidad.

Una de las cosas importantes que mencionó el reverendo William Branham es que será en simplicidad; será todo sencillo, como fue la Primera Venida de Cristo.

Más detalles estaremos viendo en estos días, sobre la Segunda Venida de Cristo; ya que, aunque el nacimiento de Jesucristo no fue en diciembre, la fecha que han colocado no es realmente la fecha en que Él nació… Él nació de abril a marzo, en primavera, donde no había nieve en los montes de Judea, y en donde estaban los pastores velando, cuidando las ovejas en las diferentes vigilias de la noche.

Pero por cuanto es una conmemoración…, aunque la fecha era en diciembre, fecha de fiestas paganas, también han acomodado la fiesta del nacimiento de Jesús, la conmemoración, para esta temporada; por lo cual, aprovechamos para hablar acerca del nacimiento de Cristo y las bendiciones que nos trajo en Su Primera Venida; aunque toda Su trayectoria terrenal en Su cuerpo físico terminó en la Cruz del Calvario; y parecía una tragedia, pero así era el Plan de Dios para llevar a cabo la redención del ser humano. Y esas son las cosas que hay que entender para poder disfrutar de las bendiciones que nos trajo en Su Primera Venida, y por consiguiente, estar preparados para recibir las bendiciones que nos traerá en Su Segunda Venida.

El misterio de la Segunda Venida será abierto al público cuando sea abierto al público el misterio del Séptimo Sello de Apocalipsis, capítulo 8, verso 1. Y por consiguiente, tiene que traer el Librito abierto el Ángel Fuerte, que es Cristo viniendo con ese Título de Propiedad, el Libro de la vida eterna, para restaurarlo a la familia humana trayéndolo a y en medio de Su Iglesia, y entregándolo a aquel o a quienes represente el apóstol Juan, el cual representa al mensajero del Día Postrero y también representa a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por lo cual, ahí hay una bendición grande prometida para la Iglesia del Señor Jesucristo, para así recibir la fe, la revelación del Séptimo Sello, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

El nacimiento de Jesucristo fue como leímos en San Mateo, capítulo 1, y como leímos en San Lucas, capítulo 1, y también capítulo 2.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes que están presentes, y de los que están en otras naciones; y les prospere espiritualmente y materialmente, y les llene del conocimiento de Su Palabra correspondiente al tiempo final, nos abra las Escrituras y el entendimiento para comprender. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“EL NACIMIENTO DE JESUCRISTO”.

[Revisión diciembre 2023]

[1] San Juan 3:5

[2] San Juan 14:10

[3] Génesis 1:26

[4] San Juan 6:51

[5] Deut. 8:3, Mt. 4:4, Lc. 4:4

[6] San Mateo 24:39

[7] San Mateo 24:37-39, San Lucas 17:26-27

[8] San Lucas 17:28-30

[9] San Juan 10:27-30

[10] Compendio de “ÁNGELES”, pág. 18

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