Jesús resucitado, como dijo la Escritura

Muy buenos días, amables y amados amigos y hermanos presentes, y también los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones, ministros y sus congregaciones conectadas con esta transmisión. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos abra hoy las Escrituras y el entendimiento para comprender la Palabra del Señor y el Mensaje de parte de Dios para este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Ahora leemos en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 20 en adelante, donde nos dice de la siguiente manera:

“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.

Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.

Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.

Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.

Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.

Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.

Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.

Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas.

Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla, nos abra las Escrituras y la mente y el corazón para entenderla. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

“JESÚS RESUCITADO, COMO DIJO LA ESCRITURA”. Es nuestro tema para esta ocasión.

Hemos visto que la resurrección de Cristo estaba profetizada y estaba mostrada en la fiesta hebrea de la Pascua, y sobre todo en la gavilla mecida, que representa a Cristo resucitado. También el Sacrificio de Cristo que fue efectuado en la Cruz del Calvario es nuestra Pascua. Dice Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7:

“Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”.

Ahora, vean cómo en estas fiestas judías o hebreas, están profecías que se llevarían a cabo, cada una en su debido tiempo. La Pascua, que fue efectuada allá en Egipto cuando Dios le ordenó al pueblo hebreo a través del profeta Moisés que cada padre de familia tomara un cordero de un año sin defecto, y lo tuviera por unos cuatro días, examinándolo desde el día diez hasta el día catorce del mes de Abib; encontramos que ese cordero pascual sería sacrificado para la preservación de la vida de los primogénitos hebreos allá en Egipto[1].

Era la única forma de evitar la muerte sobre los primogénitos hebreos. Y solamente Israel tenía la revelación divina de cómo evitar la muerte de los primogénitos. Era para la preservación de la vida de los primogénitos hebreos. En cada familia podía haber uno o dos primogénitos; porque el padre de familia podía ser un primogénito, y luego su hijo mayor era otro primogénito, serían dos, y en algunos casos uno solo en la familia. Pero dependía —la preservación de la vida de ellos— de ese sacrificio de ese cordero pascual, y que su sangre fuera aplicada sobre el dintel y los postes del hogar de esa casa de familia; y luego el cordero fuera asado en fuego (con fuego por supuesto), y colocado dentro del hogar, y durante la noche de la Pascua estar comiendo ese cordero pascual. Esa era la forma de Dios.

Quizás cualquier otra persona podía pensar de otra forma, pero era importante hacer las cosas de acuerdo a como Dios le reveló al profeta Moisés. Es que ese cordero pascual era tipo y figura de Cristo, que moriría en la Cruz del Calvario para la preservación de la vida de todos los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Por eso el apóstol Pablo en Hebreos, capítulo 12, nos habla acerca de los primogénitos, y nos dice que están escritos en el Cielo. Vamos a leerlo para que tengan el cuadro claro de cuáles son los primogénitos por los cuales Cristo murió en la Cruz del Calvario para la preservación de la vida de ellos. Capítulo 12 de Hebreos… Esto fue cuando Moisés estaba en el monte Horeb o monte Sinaí, dice… Capítulo 12, verso 21 en adelante, dice… un poco antes, dice el verso 18:

“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad,

al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,

porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo;

y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando;

sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos…”.

¿Dónde están inscritos los primogénitos de Dios? En el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Por ellos fue que Cristo murió para la preservación de la vida, o sea, para que puedan vivir eternamente todos esos hijos e hijas de Dios, que son los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Esos serían los que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo; porque la Iglesia del Señor Jesucristo es la congregación de los primogénitos de Dios, los hijos e hijas de Dios; y vienen por medio de la unión de Cristo y Su Iglesia.

Su Iglesia nació el Día de Pentecostés; y por consiguiente, Su Iglesia es la segunda Eva y Cristo es el segundo Adán, para tener hijos e hijas de Dios. Porque Jesucristo el Hijo de Dios produce o se reproduce en hijos e hijas de Dios por medio de Su Iglesia, que es Su Iglesia Hija de Dios; y es la Esposa-Novia o la Novia-Esposa de Cristo el Salvador.

Ser un miembro del Cuerpo Místico de Cristo, ser parte del Cuerpo Místico de Cristo, significa que la persona es un hijo o una hija de Dios escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; por los cuales Cristo murió en la Cruz del Calvario como el Cordero Pascual para la preservación de la vida, para que puedan vivir eternamente. Porque ellos vienen de la eternidad, y Cristo le da continuidad a esa vida eterna dándoles vida eterna por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario.

“… a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,

a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.

Y ahora, el mediador del Nuevo Pacto no es un sumo sacerdote del orden de Aarón. Es el Sumo Sacerdote del Templo celestial, es el Sumo Sacerdote Melquisedec; porque Jesucristo es Melquisedec. Él es el Sacerdote del Templo celestial, que intercede con Su Sangre por nosotros, y con Su Sangre nos mantiene limpios de todo pecado.

Él está entre Dios y el ser humano, entre Dios y Sus hijos, haciendo intercesión; es el mediador entre Dios y los hombres.

Por lo tanto, la resurrección de Cristo, del sepulcro, es la victoria de Cristo. Él le quitó allá en el infierno las llaves de la muerte y del infierno al diablo; y luego pasó por el Paraíso y trajo con Él —en la resurrección— los santos del Antiguo Testamento, que aparecieron a muchos en la ciudad de Jerusalén después de la resurrección de Cristo. Eso está en San Mateo, capítulo 27, versos 51 en adelante, dice… 50 en adelante, dice:

“Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.

Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;

y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;

y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos”.

O sea que con el terremoto se abrieron los sepulcros, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, el día de la crucifixión de Cristo; y el domingo en la mañana bien temprano, Cristo salió con todos esos santos del Antiguo Testamento para la ciudad; y aparecieron a muchos en la ciudad después de la resurrección de Cristo. O sea que fue un día de victoria para Cristo y los santos del Antiguo Testamento, del Antiguo Pacto; y es una bendición muy grande para los santos del Nuevo Testamento, los santos del Nuevo Pacto, que forman la Iglesia del Señor Jesucristo desde el Día de Pentecostés hacia acá.

Ahora vean cómo esta fiesta de la Pascua y de la gavilla mecida representan a Cristo muriendo como el Cordero Pascual, y a Cristo resucitando como la Gavilla mecida que es presentada ante Dios el domingo de resurrección. Por eso conmemoramos el Día de la Resurrección de Cristo dando a conocer lo que sucedió en ese día domingo de resurrección.

La victoria de Cristo es nuestra victoria. Ahora, si Cristo no resucitaba, vean lo que dice San Pablo aquí… Capítulo 15, verso 17 en adelante, dice… 16 en adelante. Un poco antes: verso 13, dice… Es que estaban hablando en esos días de San Pablo, que no había resurrección [Primera de Corintios]:

“Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?

(Eso es el verso 12 en adelante).

Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó.

Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.

Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan.

Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó;

y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.

Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron.

Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.

Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho”.

Ahora, “Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho”. O sea, el primero de los muertos que resucitó a vida eterna. Porque hubo otras resurrecciones. El mismo Lázaro fue resucitado por Cristo[2], pero no fue el primero que resucitó a vida eterna. Hubo otros que fueron resucitados en el tiempo del profeta Elías[3], pero no fueron resucitados a vida eterna, sino a vida temporal.

Pero el primero que resucitó a vida eterna es nuestro amado Salvador Jesucristo. Y luego se cuentan 7 semanas, que son 49 días, y luego el día 50 es el Día de Pentecostés.

Por eso aunque Cristo sabía cuándo enviaría el Espíritu Santo, Él no les quiso decir: “Cincuenta días después del día de Mi resurrección vendrá el Espíritu Santo”. Porque hay algunos que tienen la costumbre de que si saben el día lo dejan todo para ese día y después llegan tarde; y no saben que hay que llegar a tiempo para estar tranquilo y tener esos momentos de preparación.

Si uno llega al culto todo agitado y ya está predicando el ministro, llegó tarde; no va a asimilar todo el Mensaje como los que estaban con tiempo meditando y orando, y luego alabando a Dios, orando a Dios, cantando; porque el devocional es parte del culto de adoración a Dios.

O sea que hay que entrar en comunión con Cristo antes de la predicación. Y se entra en esa etapa cuando llega la persona, se tranquiliza, ora al llegar al culto, al sentarse; y después está en todo el devocional cantando, alabando a Dios y escuchando también los himnos especiales, los cánticos especiales, y acompañando la oración o las oraciones que hacen los ministros, y luego la predicación.

El orden del culto es importante para estar en comunión con Cristo todas las veces que venimos al culto; y después durante la semana también, en los cultos durante la semana que hay; y también en la vida diaria estar en comunión con Cristo, con nuestra mente y el corazón puesto en Jesucristo nuestro Salvador.

Y siempre pensando y esperando nuestra transformación. Y esperando la resurrección de nuestros seres queridos, de nuestros hermanos (ya fueran familiares o no) de nuestro tiempo, juntamente con los familiares que partieron en otros tiempos, pertenecientes al Cuerpo Místico de Cristo. Ellos son nuestra familia, son nuestros hermanos que tienen la promesa de una resurrección en cuerpos eternos, jóvenes, inmortales, glorificados, como el cuerpo glorificado que tiene Jesucristo nuestro Salvador.

Cuando estemos con Él en la Cena de las Bodas del Cordero no vamos a ver un anciano, sino un joven que estará representando de 18 a 21 años de edad, y ese será nuestro amado Señor Jesucristo allí.

Recuerden que cuando Cristo resucitó ni Sus propios discípulos lo conocían. María Magdalena lo confundió con el jardinero del cementerio[4]. Y otros lo veían y no creían que era Él, algo había pasado. Es que la resurrección es en cuerpo glorificado y joven para toda la eternidad.

Jesucristo está tan joven como cuando subió al Cielo, y así también vamos a estar nosotros que estamos esperando nuestra transformación.

La promesa es que habrá un grupo de creyentes en Cristo que permanecerá vivo hasta Su Venida y hasta su transformación. Y ese grupo estará en una edad perfecta: la Edad de Piedra Angular, la Edad de Oro, la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, o sea, de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Esos son los que heredarán esa promesa de la Venida del Señor con Sus Ángeles, y la transformación de sus cuerpos a cuerpos glorificados. Aunque algunos se vayan antes, regresarán a nuestra edad; no van a regresar a otra edad porque ya las otras edades pasaron; regresarán a nuestra edad para estar con nosotros, los conoceremos; cuando los veamos seremos transformados.

Va a ser muy hermoso para los que tienen familiares que estaban ancianos ya y murieron, y cuando les aparezcan y les digan: “¿Cómo está… (y les llamen por su nombre)?”. —“¿Y cómo me conoce?”. —“¿Cómo está, hija, o cómo está mi nieta o mi nieto?”. Quizás, si no están al tanto de que resucitaron en cuerpos glorificados y jóvenes, dirán: “¿Cómo me dicen nieta o nieto, o hijo o hija, si yo soy – me veo mayor que tú?”. Le dirán: “Esto es lo que se estaba predicando: que regresaríamos jovencitos, en cuerpos glorificados igual al cuerpo glorificado de Cristo nuestro Salvador”. Y entonces seremos también nosotros transformados.

Cristo siendo resucitado y presentado al Padre, presentados al Padre, está tipificado en la gavilla mecida; la gavilla mecida que se presentaba ante Dios por el sacerdote, sumo sacerdote en el tiempo en que se efectuaba cada año esa fiesta.

Vean aquí, capítulo 23 de Levítico… Capítulo 23, verso 12, dice, en adelante: “Y el día que ofrezcáis la gavilla…”. Verso 9 en adelante:

“Y habló Jehová a Moisés, diciendo:

Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega”.

Una gavilla es un manojo de espigas con fruto, y es de los primeros frutos que maduran.

“Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá”.

El día siguiente del día de reposo, el día siguiente del sábado, es domingo; domingo en la mañana fue mecida ante la presencia de Dios esa Gavilla; o sea, Cristo fue presentado ante Dios.

Por eso fue que en San Juan, cuando le aparece a María Magdalena, le dice: “No me toques, porque aún no he subido al Padre”[5]. Pero después que ya subió y volvió, entonces tocaron Sus pies y le adoraron.

“Y el día que ofrezcáis la gavilla, ofreceréis un cordero de un año, sin defecto, en holocausto a Jehová.

Su ofrenda será dos décimas de efa de flor de harina amasada con aceite, ofrenda encendida a Jehová en olor gratísimo; y su libación será de vino, la cuarta parte de un hin.

No comeréis pan, ni grano tostado, ni espiga fresca, hasta este mismo día, hasta que hayáis ofrecido la ofrenda de vuestro Dios; estatuto perpetuo es por vuestras edades en dondequiera que habitéis.

Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo…”.

O sea, contaréis desde el día que sigue al día de reposo, o sea, desde el domingo en que resucitó Cristo, desde el domingo en que es presentada esa Gavilla.

“Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán (siete semanas son cuarenta y nueve días).

Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová”.

Transcurren cuarenta y nueve años desde el día en que la Gavilla es mecida, eso es domingo; y después el día cincuenta que le sigue al día cuarenta y nueve es el Día de Pentecostés, porque Pentecostés es cincuenta o cincuenta es Pentecostés.

O sea que Cristo conociendo las Escrituras —si Él mismo fue el que las dio, porque es el Ángel del Pacto— Él sabía cuándo iba a resucitar; Él sabía cuándo tenía que ser crucificado como Cordero de Dios, cuándo iba a resucitar de entre los muertos, al tercer día, y cuándo sería que Él derramaría de Su Espíritu Santo sobre todos los creyentes, sobre todos los seguidores de Él que estarían esperando ese momento glorioso.

Por eso los mandó luego a quedarse en Jerusalén hasta que fueran investidos de poder de lo alto[6], hasta que viniera el Espíritu Santo para producir el nuevo nacimiento en ellos; y entonces enviarlos a predicar el Evangelio a toda criatura en todo lugar, comenzando desde Jerusalén[7].

El comienzo de la predicación del Evangelio de Cristo, luego de resucitado, fue en el Día de Pentecostés, en el aposento alto; recibieron el Espíritu Santo, y de ahí bajaron y anunciaron al pueblo lo que estaba sucediendo, y anunciaron la resurrección de Cristo, la salvación y vida eterna a través de Cristo.

Y cuando preguntan las personas que allí estaban: “Señores, hermanos, ¿qué haremos?”, San Pedro lleno del Espíritu, dice: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para los que están lejos, y para los que están cerca; para todos cuantos el Señor nuestro Dios llamare”. Libro de los Hechos, capítulo 2, versos 31 en adelante, hasta el 47. Y fueron como tres mil personas las que recibieron a Cristo y fueron bautizados, y se añadieron aquel día como tres mil personas.

La predicación del Evangelio comenzó con un gran avivamiento, con miles viniendo a los Pies de Cristo, arrepentidos de sus pecados y siendo bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo bautizándolos con Espíritu Santo y Fuego, y produciendo en ellos el nuevo nacimiento.

Y la Iglesia del Señor Jesucristo terminará su labor en la Tierra bajo un tremendo avivamiento, despertamiento espiritual que está prometido para la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde Cristo se manifestará y traerá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.

Así que Jesús resucitado abrió la puerta del Cielo, abrió la puerta trayendo la salvación y vida eterna para todas las personas que lo recibieran como único y suficiente Salvador.

Cristo es la Gavilla mecida, Él es las Primicias de la resurrección; y luego viene el llamado para el Día de Pentecostés, para recibir el Espíritu Santo. Todo eso luego se convertirá en tipo y figura de lo que Dios hará en Su Iglesia.

Su Iglesia luego estaría pasando por siete etapas, que son las siete edades de la Iglesia entre los gentiles, representadas en las siete semanas de años o siete semanas de días, que corresponden a cuarenta y nueve días, y luego el Día de Pentecostés.

Todavía se está viviendo en la etapa de Pentecostés, del Pentecostés que cayó allá en Jerusalén el día cincuenta, desde la resurrección de Cristo hasta ese día; el día cincuenta vino el Espíritu Santo y ha permanecido con Su Iglesia todo el tiempo. Cristo dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. San Mateo, capítulo 28, verso 20. Y San Mateo, capítulo 18, verso 20, dice: “Y donde estén dos o tres reunidos en Mi Nombre, allí Yo estaré”.

Por lo tanto, Cristo está en medio de Su Iglesia desde el Día de Pentecostés en Espíritu Santo, porque eso fue lo que Él prometió.

Por eso cuando aparecía el Ángel del Señor a San Pedro, a San Pablo, decía que el Ángel le habló o el Ángel le libertó; y en otros lugares podía decir: “El Espíritu Santo me habló; el Espíritu Santo me libertó”. Porque Cristo, el Ángel del Pacto, es el Espíritu Santo, porque un espíritu es un cuerpo de otra dimensión.

El Ángel del Pacto es el Espíritu Santo, que llama y junta y sella a los escogidos en el Día Postrero; los sella con el Sello del Dios vivo, que es el Espíritu Santo. Y llamará y juntará a 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu, y los sellará. Eso será al final del Programa Divino con Su Iglesia.

Por lo tanto, ellos están esperando por nosotros, que se complete el grupo de la Iglesia para que ellos puedan entrar al Programa Divino donde Dios enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta: “Y juntará a Sus escogidos, desde un extremo del Cielo hasta el otro”. San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31.

Esos Ángeles son los dos olivos de Zacarías, capítulo 4, versos 11 al 14, y también Apocalipsis, capítulo 11, verso 1 al 14. Esos Dos Olivos son los Dos Candeleros que están delante del Dios de toda la Tierra; son los ministerios de Moisés y Elías, que serán manifestados nuevamente en la Tierra. Bajo esos ministerios es que Israel será llamado y juntado en este tiempo final: los ministerios de Moisés y Elías; Elías y Moisés o Moisés y Elías.

Moisés fue el dador de la Ley, un mensajero dispensacional. Y el Mesías fue un profeta como Moisés, un profeta mayor; el profeta de la Dispensación de la Gracia es un profeta como Moisés, el profeta de la dispensación quinta, de la Dispensación de la Ley.

Y para el Día Postrero, la Venida del Señor cumplirá nuevamente la segunda parte de la Venida del Señor como Juez. Como Sumo Sacerdote ya Él ha estado durante la Dispensación de la Gracia, llamando y juntando los escogidos que formarían Su Iglesia; y luego, Su Segunda Venida será como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, para reclamar todo lo que Él con Su Sangre ha redimido: a cada uno de nosotros que vivimos, y a los que partieron en edades pasadas.

Por lo tanto, ese recogimiento, ese llamado será en este tiempo final, cuando ya las siete edades de la Iglesia han transcurrido, y la Iglesia se estará reuniendo en la Edad de Oro, la Edad de Piedra Angular, para recibir la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Por lo tanto, estemos preparados porque no sabemos cuándo entre el último escogido; o si ya están todos los escogidos en el Cuerpo Místico de Cristo, pero les falta estar preparados para la transformación.

La fe para la transformación y el rapto vendrá como está prometido; la fe para el rapto vendrá por medio de la Voz del Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 al 11; y eso es la Venida de Cristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, viniendo a Su Iglesia en el Día Postrero, y clamando como cuando ruge un león; ya no como Cordero, sino como León; para hacer Su Obra de Reclamo y transformar a los vivos, luego de resucitar a los muertos creyentes en Cristo.

Cristo clamando como León y siete truenos emitiendo sus voces, eso es la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia consecutivamente, y dándole la revelación del Séptimo Sello, dándole la revelación de Su Segunda Venida con Sus Ángeles.

Eso fue lo que fue mostrado en el Monte de la Transfiguración cuando Cristo les dijo que había algunos que no verían muerte hasta que vieran al Hijo del Hombre viniendo en Su Reino[8]; y los llevó aparte en un monte alto, allá en el Monte de la Transfiguración, y se transfiguró delante de ellos mostrándoles con anticipación lo que será Su Venida, lo que será la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles; o sea que estarán Moisés, Elías y Jesús[9].

Eso es lo que muestra el Monte de la Transfiguración, ese es el orden de Su Segunda Venida, ese es el misterio que será abierto a los creyentes que van a ser transformados en el Día Postrero, y que les dará la fe para ser transformados e ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Pero esa revelación vendrá en el cumplimiento de la Visión de una Gran Carpa Catedral que le fue mostrada al reverendo William Branham, en donde la Tercera Etapa será manifestada.

La Tercera Etapa traerá esa manifestación de Cristo revelándonos el misterio de Su Segunda Venida, y eso nos dará la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Así como la revelación de la Primera Venida de Cristo siendo revelada a través de la predicación del Evangelio, nos da la fe para recibir la salvación y vida eterna; así también nos da la fe para ser transformados la revelación de la Segunda Venida de Cristo, que será dada a conocer, revelada, por la Voz del Ángel Fuerte que desciende del Cielo, por Cristo el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, hablándonos, revelándonos estas cosas, en el cumplimiento de la Visión de la Carpa, donde la Tercera Etapa estará siendo manifestada.

O sea que la Iglesia del Señor Jesucristo comenzó en un aposento alto y terminará en una Gran Carpa Catedral. Tan sencillo como eso.

Comenzó la trayectoria de la Iglesia el Día de Pentecostés, y terminará en el Año de Pentecostés, lo que reflejó el año de Pentecostés. El año de Pentecostés refleja la Edad de Piedra Angular, ese es el Aposento Alto de la Iglesia del Señor Jesucristo. Tan sencillo como eso.

Por lo tanto, estemos preparados porque algo va a pasar muy pronto en el Programa Divino.

Estén dentro del Cuerpo Místico de Cristo, estemos preparándonos para lo que viene de parte de Dios: una bendición muy grande de parte de Dios que nos dará la fe para ser transformados y raptados con Cristo, e ir a la Cena de las Bodas del Cordero, para disfrutar allí en la presencia de Dios todos los días de nuestra vida.

La fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero durará tres años y medio, donde Cristo y Su Iglesia serán investidos como Reyes; y vendrán luego de la gran tribulación para gobernar sobre el planeta Tierra, y establecer así el Reino de Dios físicamente en la Tierra. Y eso será el comienzo del Milenio, y allí estaremos con Cristo como reyes, sacerdotes y jueces, gobernando con Él ese Reino Divino.

Yo estaré allí, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.

Dios les bendiga y les guarde a todos.

“JESÚS RESUCITADO, COMO DIJO LA ESCRITURA”.

[Revisión enero 2024]

[1] Éxodo 12:1-13

[2] San Juan 11:38-44

[3] 1 Reyes 17:17-24

[4] San Juan 20:11-18

[5] San Juan 20:17

[6] San Lucas 24:49

[7] San Marcos 16:15-16

[8] Mt. 16:28, Mr. 9:1, Lc. 9:27

[9] Mt. 17:1-8, Mr. 9:2-8, Lc. 9:28-36

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