Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, y todos los que están en diferentes lugares, ministros y congregaciones, reunidos en esta ocasión para escuchar la Palabra de Dios, y también alabar y glorificar a Dios de todo corazón.
Es para mí una bendición grande poder estar con ustedes en esta ocasión para compartir con ustedes el tema: “LA VOZ DEL ESPÍRITU SANTO HABLANDO A LA IGLESIA EN EL DÍA POSTRERO”.
Hoy tendremos la introducción a este tema, el cual luego trataremos el próximo domingo en la mañana, en la escuela bíblica, para ver todo lo que contiene este tema de “LA VOZ DEL ESPÍRITU SANTO HABLANDO A LA IGLESIA EN EL DÍA POSTRERO”.
Para lo cual leemos en Apocalipsis, capítulo 1, versos 10 en adelante, donde nos dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.
Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,
y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;
y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.
Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.
El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Nuestro tema es: “LA VOZ DEL ESPÍRITU SANTO HABLANDO A LA IGLESIA EN EL DÍA POSTRERO”.
Juan el apóstol se encuentra en esta visión apocalíptica en espíritu en el Día Postrero. Dice: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor (o sea, que él fue transportado de su tiempo a este tiempo final)”.
Cristo es visto con un cinto de oro ceñido por el pecho; por lo tanto, ahí cuando lo ve ya no está como Sumo Sacerdote sino como Juez y Rey, ya no está como Cordero sino como León de la tribu de Judá.
Así es como Él estará cuando Él termine Su Obra de Intercesión en el Cielo y se levante del Trono de Intercesión y venga a recibir el Título de Propiedad, el Libro sellado con siete sellos, ante la presencia de Dios, del que está sentado en el Trono, y el cual tiene en Su diestra ese Libro sellado con siete sellos, que es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, es el Título de Propiedad de la vida eterna; es el Libro de la Vida del Cordero, en donde están escritos los nombres de todos los que vendrían a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo.
O sea que ahí están los nombres de todos los escogidos de Dios, que vendrían a ser los creyentes en Cristo en el tiempo que les tocaría vivir; y esas son las personas que escucharían la Voz del Espíritu Santo en el tiempo en que les tocaría vivir en este planeta Tierra; esas son las personas representadas en las ovejas que el Padre le da a Cristo para que las busque y les dé vida eterna; esos son seres humanos que aparecerían en esta Tierra y confirmarían su lugar en la vida eterna recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Para eso es que Dios los enviaría a vivir en este planeta Tierra, ese es el propósito principal por el cual vivirían en esta Tierra; los cuales buscarían primeramente el Reino de Dios y Su justicia, y las demás cosas les serían añadidas a estas personas de acuerdo a la necesidad que tuvieran y de acuerdo a la Voluntad de Dios.
Esas personas son los que, si Adán y Eva no pecaban, hubieran aparecido allá, hubieran nacido allá en aquel tiempo, y estuvieran viviendo en cuerpos eternos, inmortales, glorificados. Pero hemos aparecido en este tiempo final como también otros aparecieron en edades pasadas desde el Día de Pentecostés hacia acá, obteniendo el nuevo nacimiento luego de haber recibido a Cristo como único y suficiente Salvador.
Allá, el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la que reúne, congrega a todas estas personas llamadas los elegidos de Dios, los predestinados de Dios, los escogidos de Dios, los hijos e hijas de Dios; vean, esas personas son los que escucharían la Voz del Espíritu Santo, la Voz de Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia.
Bien dijo Cristo en San Juan, capítulo 8, verso 47:
“El que es de Dios, las palabras de Dios oye;…”
Y los que no querían escuchar las Palabras de Cristo, Cristo les dice:
“… por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios”.
La diferencia entre un hijo de Dios y uno que no es hijo de Dios, uno que no es una oveja del Señor, es que el que es de Dios oye la Palabra de Dios, el Evangelio de Dios, el Evangelio de Cristo; y el que no es de Dios no oye la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, el Mensaje de Dios para el tiempo en que la persona está viviendo. Tan sencillo como eso.
Luego también, en San Juan, capítulo 10, verso 14, dice Cristo:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas”.
Cristo moriría por esas ovejas del Padre que le han sido dadas a Cristo para que las busque y les dé vida eterna. Dice:
“También tengo otras ovejas que no son de este redil…”
O sea, que no son de entre los judíos, son de entre los gentiles; porque de entre los gentiles Dios llamaría un pueblo para Su Nombre. Esos son los que vendrían a formar la Iglesia del Señor Jesucristo de entre los gentiles; porque también hay de entre los hebreos personas que formaron y también todavía hay personas que forman parte de la Iglesia del Señor Jesucristo.
“… aquéllas también debo traer…”
¿Y cómo las traerá? Dice:
“… y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”.
Esas son las personas que escuchan el Evangelio de Cristo; están escuchando la Voz de Cristo que está en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo, pues Él dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. San Mateo, capítulo 28, verso 20. Y San Mateo, capítulo 18, verso 20, dice: “Donde estén dos o tres reunidos en mi nombre, yo estaré, allí yo estaré”.
Por lo tanto, Cristo ha estado en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo desde el Día de Pentecostés hacia acá, y todavía está en medio de Su Iglesia y está hablándole. Y los hijos e hijas de Dios están escuchando la Voz del Espíritu Santo, de Cristo, el Ángel del Pacto, la Columna de Fuego, hablándoles de etapa en etapa, de edad en edad, a través de Su Espíritu Santo, del cual Cristo dijo que lo enviaría en Su Nombre.
Por eso San Pablo decía1: “Y si a Cristo conocimos según la carne, ya no le conocemos así”. ¿Cómo le conocemos ahora? En Espíritu Santo en medio de Su Iglesia.
Su cuerpo físico glorificado está en el Trono de Dios como Sumo Sacerdote, haciendo intercesión por todos los que le reciben como único y suficiente Salvador; pero está en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo hablándole, enseñándole.
Vean, en Primera de Juan, capítulo 2, verso 27, dice:
“Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él”.
El Espíritu Santo ungiendo a los apóstoles (San Pedro y demás apóstoles que permanecieron con Cristo), los usó para enseñar al pueblo allá entre los judíos; y luego a San Pablo para enseñar al pueblo entre los gentiles. Y luego a cada mensajero de cada edad lo ungió, le dio el Mensaje correspondiente al tiempo en que envió a cada mensajero, y enseñó al pueblo en cada edad la Palabra correspondiente a cada edad, la revelación divina correspondiente a cada edad; les abrió las Escrituras correspondientes, y el entendimiento para comprender; les habló directamente al alma, al corazón; y así llamó a las ovejas de cada edad y las colocó en Su Redil, que es Su Iglesia. Y esas ovejas tienen al Pastor de los pastores, que es el Señor Jesucristo, el Buen Pastor.
Hemos estado viendo que Jesucristo ha permanecido en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo desde el Día de Pentecostés hacia acá. En cada etapa o edad ha estado Cristo manifestado a través del mensajero de cada edad, hablándole y revelándole Su Palabra prometida para cada edad. Los que han estado escuchando a ese mensajero, han estado escuchando la Voz del Espíritu Santo para el tiempo en que ellos vivieron.
Vean, el reverendo William Branham dijo en el libro de Las Siete Edades de la Iglesia en español, página 168 y 169…, al final de la 168 dice:
“[168]. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.’ Note aquí que Jesús (por el Espíritu) en cada edad se dirige solamente a UNA persona en relación a la Palabra para esa edad. Sólo UN mensajero en cada edad recibe lo que el Espíritu tiene que decir a esa edad y aquel mensajero es el mensajero a la Iglesia Verdadera. Él habla por Dios, por revelación a las ‘iglesias’: Tanto a la verdadera y a la falsa. Así que el Mensaje es transmitido a todos; pero aunque es transmitido para todos los que están al alcance del Mensaje, tal Mensaje es recibido individualmente sólo por un cierto grupo calificado y de cierta manera. Cada individuo en aquel grupo es uno que tiene la habilidad para oír lo que el Espíritu está diciendo por medio del mensajero. Aquellos que lo están oyendo, no están recibiendo su propia revelación, ni tampoco están (el grupo) recibiendo su revelación colectiva, pero cada persona está oyendo y recibiendo lo que el mensajero ya ha recibido de Dios”.
Luego en la página 169, al final del penúltimo párrafo, dice:
“[171]. ¡Cuán importante es oír la Voz de Dios por medio de Sus mensajeros, y luego decir lo que les ha sido dado a ellos para la Iglesia!”.
Vean, la Iglesia recibe la revelación de la Palabra de parte del Espíritu Santo a través del mensajero de cada edad; por lo tanto, el grupo de cada edad tiene la bendición de oír la Voz del Espíritu Santo a través del mensajero de su edad.
Por consiguiente, para oír la Voz del Espíritu Santo lo que hay que identificar es cuál es el mensajero para ese tiempo. Tan sencillo como eso.
Ahora, en la página 227 del libro de Las Siete Edades de la Iglesia en español, dice:
“177. Ahora, siendo que cada uno de estos mensajes es dirigido al ‘ángel’ (mensajero humano), su porción es una grande responsabilidad como también un privilegio maravilloso. A estos hombres Dios hace promesas especiales, como en el caso de los doce apóstoles estando sentados en doce tronos juzgando las doce tribus de Israel. Luego, acuérdese de Pablo, a quien se le fue dado una promesa especial: la promesa de presentar a Jesús a la gente de la Novia de su día”.
Y por consiguiente, cada mensajero presentará el grupo de su edad. El ejemplo lo tenemos en San Pablo.
La página 265 de este mismo libro de Las Siete Edades en español, dice… el penúltimo párrafo:
“96. Como ya hemos mencionado, Jesús se identifica con el mensajero de cada edad. Ellos reciben de Él la revelación de la Palabra para cada edad. Esta revelación de la Palabra saca del mundo a los escogidos de Dios y los coloca en unión completa con Cristo Jesús. Estos mensajeros son llamados estrellas porque brillan con una Luz prestada o reflejada, la Luz del Hijo, Jesús. También son llamados estrellas porque son ‘portadores de luz’ en la noche. Así que en la oscuridad del pecado, ellos traen la Luz de Dios a Su pueblo”.
Estamos viendo cómo los creyentes en Cristo, de edad en edad, han estado escuchando la Voz del Espíritu Santo, la Voz de Dios hablándoles, abriéndoles las Escrituras y abriéndoles el entendimiento para comprender, y trayéndolos a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo; y ahí continúa enseñándoles Su Palabra, revelándoles Su Palabra prometida para ese tiempo en que están viviendo, que es la Palabra que el Espíritu Santo da, revela al mensajero, y luego a través del mensajero es revelada al pueblo.
Ese es el Orden Divino para escuchar la Voz del Espíritu Santo en el tiempo, en la edad que a la persona le toca vivir. ¿Y esa Voz está dónde? En la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
“LA VOZ DEL ESPÍRITU SANTO HABLANDO A LA IGLESIA EN EL DÍA POSTRERO”.
Por lo tanto, así como habló en las edades pasadas a Su Iglesia y de en medio de Su Iglesia al pueblo, así también estará hablándole a Su Iglesia, a todos los creyentes en Cristo en este tiempo final, conforme a ese mismo Orden que está establecido por Dios en Su Palabra en medio de Su pueblo. Como estuvo en medio del pueblo hebreo, también en medio de Su Iglesia, en medio del cristianismo.
La Escritura dice2: “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón”. Recuerden que es la Voz del Espíritu Santo hablando de edad en edad, a través del mensajero de cada edad.
Que Dios nos ayude en este tiempo a escuchar la Voz del Espíritu Santo en la etapa que nos ha tocado vivir: la Edad de Piedra Angular.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de “LA VOZ DEL ESPÍRITU SANTO HABLANDO A LA IGLESIA EN EL DÍA POSTRERO”.
Así como habló en Su Iglesia en otras edades, estará hablando en este tiempo final. Por eso al final de cada una de las etapas de la Iglesia, al final del Mensaje para cada iglesia de Asia Menor (que representan las diferentes etapas por las cuales pasaría la Iglesia), dice al final3: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
De edad en edad ha estado hablando a Su Iglesia el Espíritu Santo, Cristo por medio del Espíritu Santo, Cristo por medio de Su Espíritu a Su Iglesia, y enseñándole lo que deben conocer en el tiempo que les toca vivir.
Siempre, el mensajero para cada etapa es conocido porque lo que está prometido para esa etapa él lo hace realidad; o sea, el Espíritu Santo a través de él cumple lo que está prometido para ese tiempo; y esa es la identificación de que ese es el mensajero para esa edad: hace realidad, Cristo en Espíritu Santo a través del mensajero, lo que Él ha prometido para ese tiempo.
Y para este tiempo hay mucho que está prometido; por lo tanto, hay mucho que Él, Cristo en Espíritu Santo, estará materializando, estará trayendo a vida, trayendo a cumplimento, trayendo a manifestación, para darnos grandes bendiciones, abrirnos las Escrituras y abrirnos el entendimiento para comprender y creer de todo corazón esa Palabra revelada para nuestro tiempo; creer de todo corazón lo que el Espíritu Santo estará hablando en este tiempo final, en el Día Postrero.
Que Dios nos ayude, nos abra el entendimiento, el oído, para oír la Voz del Espíritu Santo; y el corazón para creer y para que se haga una realidad en nuestra vida la Voz del Espíritu Santo, que estará hablándonos de lo que está prometido para este tiempo final; y hablándonos de la redención, de la salvación, de la oportunidad que toda persona tiene para obtener la vida eterna por medio de Cristo nuestro Salvador, recibiéndolo como único y suficiente Salvador.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, ustedes que están aquí presentes y los que están en otras naciones, ministros y sus congregaciones, y también misionero Miguel Bermúdez Marín.
Que Dios les bendiga y les guarde; y nos llene del conocimiento de la Voz del Espíritu Santo hablándonos en este tiempo final.
Pasen todos una noche feliz; y ya pasado mañana, próximo domingo, estaré con ustedes para la clase bíblica, la escuela bíblica, para ver con más detalles el tema del cual hemos tenido en esta noche la introducción; y ya el domingo tendremos la clase bíblica sobre este tema, del cual hemos hecho una introducción en esta ocasión.
Continúen pasando una noche feliz. Y hasta el próximo domingo, Dios mediante. Dios les bendiga y les guarde a todos.
Dejo con ustedes al reverendo José Benjamín Pérez y en cada país dejo al ministro correspondiente, para continuar y concluir en esta noche la actividad correspondiente.
“LA VOZ DEL ESPÍRITU SANTO HABLANDO A LA IGLESIA EN EL DÍA POSTRERO”.
[Revisión febrero 2018]
1 Segunda de Corintios 5:16
2 Hebreos 3:15
3 Apocalipsis 2:7, 2:11, 2:17, 2:29, 3:6, 3:13, 3:22