Damas de bendición

Reciban mis saludos todas las damas, hermanas en Cristo nuestro Salvador, en esta vuestra reunión; y también a todos los caballeros presentes.

Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, y ver cómo las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, han venido sobre todos ustedes aquí en y a la Iglesia Fe Viva en Valencia, Venezuela, y también en diferentes ciudades, comunidades, de la República de Venezuela.

“DAMAS DE BENDICIÓN TRABAJANDO EN LA OBRA DEL SEÑOR CORRESPONDIENTE A NUESTRO TIEMPO, BASADAS EN LA PALABRA PROMETIDA PARA NUESTRO TIEMPO.” Sobre esas promesas es que se ha estado trabajando, las promesas para este tiempo final.

No estamos trabajando en las promesas para el tiempo de Noé, de construir un arca que flotara para salvarse del diluvio, porque eso fue para el tiempo de Noé; por lo tanto, el plan de Dios para nuestro tiempo es lo que Él ha prometido llevar a cabo en nuestro tiempo. Y basados en esas promesas es que todos trabajamos: damas, caballeros y ministros, y niños, en este tiempo final.

Por lo tanto, es una obra de fe la que está siendo llevada a cabo por todos ustedes, damas y caballeros, ministros en este tiempo final, acá en Venezuela y en todos los demás países.

Por eso es que se hacen realidad las cosas; cosas que no se ven, las miramos como que son, porque las miramos en la Palabra prometida para nuestro tiempo. Ahí está el secreto de por qué recibimos tantas bendiciones de parte de Dios: porque están prometidas para nosotros, para este tiempo final. Las miramos, las leemos, las creemos con toda nuestra alma; y trabajamos para que se hagan una realidad, creyéndolas con toda nuestra alma.

Porque con el corazón es que se cree. “Con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Por lo tanto, lo que creemos en nuestra alma, nuestro corazón, lo confesamos; y entonces ya tiene que materializarse para tenerlo hecho una realidad. Pero antes de que se materialice, ya es una realidad para nosotros, porque está en la Palabra y tenemos la Palabra.

Es como un árbol de mango o de aguacate, los cuales conocemos muy bien. El árbol mira y sabe que tiene muchos aguacates; pero cualquier persona puede mirar al árbol y dice: “Ese no tiene aguacates, y este otro de mango no tiene mangos”; pero él dice: “Los tengo dentro.” Están ahí como atributos.

Y va alimentando con esa savia, y van saliendo las florecitas, y luego va formándose el aguacate o el mango; y después puede decir: “Yo los tenía por dentro ya, y los he sacado fuera, se han hecho una realidad.”

Entonces los que ven, dicen: “Verdaderamente este árbol de mangos tenía mangos; y este árbol de aguacates tenía aguacates.”

Ya todo lo tenemos dentro desde el momento que lo creemos en la Palabra de Dios. Al leerlo lo creemos, y ya es nuestro. Se tiene que materializar. Y eso es por la fe; porque lo que hace que se haga realidad lo que está en la Palabra es la fe. La fe activa la Palabra, la hace materializarse, y por consiguiente la vemos hecha una realidad, y decimos: “Eso fue lo que yo creí.”

Y la Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes, dice: “Eso era lo que creíamos.” Ahora lo pueden ver.

Por lo tanto, hay muchas promesas para la Iglesia del Señor Jesucristo, y también para los creyentes como individuos.

Ustedes vieron cómo nos narra nuestro amigo y hermano, el misionero Miguel Bermúdez Marín, cómo Dios ha obrado acá con ustedes, en Venezuela.

Recuerden que la fe es la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven. Vamos a leerlo tal y como está, en Hebreos, capítulo 11… El que tiene fe sabe que la tiene, porque es la sustancia.

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”

Es una certeza que la persona tiene. Está cierto de lo que está esperando, porque está en la Palabra de Dios. “Todo lo que pidieres al Padre en mi nombre, yo lo haré,” dice Cristo. Eso es cierto; y por consiguiente, al creerlo, podemos esperar el resultado.

“…la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”

No se ve, pero en la Escritura usted lo ve.

Es como Abraham: cuando Dios le prometió que tendría un hijo (en el capítulo 12), él tenía unos 75 años, y Sara 65 años.

No se podía ver o entender que un hombre de 75 años, con una esposa de 65 años, estuvieran creyendo que iban a tener un hijo; ya el tiempo de tener hijos, a Sara le había pasado. Pero él lo vio en la Palabra que le fue dada, la promesa que le fue dada; por lo tanto, él creyó esperanza – esperando – lo que no se podía esperar: esperanza contra esperanza.

Y por cuanto por la fe él estaba esperando el hijo, ya cuando menos se podía esperar, cuando él cumplió 99 años, tuvo una visita de los Arcángeles Gabriel y Miguel con el Ángel del Pacto, Cristo, Melquisedec, Dios en forma visible; y hasta Abraham los invitó a comer, a almorzar, y almorzaron con Abraham.

No eran vegetarianos, Abraham les ofreció ternera, y comieron ternera. Ya Dios desde la caída del ser humano había permitido que comieran de los animales también.

Y luego le dicen que iba a tener el niño, le fue confirmado que tendrían el niño; y Sara se rió en su corazón, pensando: “¿He de tener placer con mi esposo, ya siendo de 89 años de edad, habiéndome pasado ya la costumbre de las mujeres?” Y Dios vio que se rió, y dice: “¿Por qué se ha reído Sara tu mujer, diciendo: ¿He de tener niño después de anciana, después de pasado mi tiempo?” Ella dice: “No me he reído.” No se había reído físicamente, pero en su corazón.

Recuerde que usted se ríe dentro también, y nadie se da cuenta. Usted habla consigo mismo por dentro, y nadie lo escucha hablando; pero Dios sí, porque Dios discierne los pensamientos del corazón. Y dice el reverendo William Branham que los pensamientos se escuchan más fuerte en el Cielo que nuestras palabras.

En palabras más claras, estamos hablando en un tono normal o bajo, pero los pensamientos del corazón en el Cielo se escuchan como si estuviéramos gritando, como si estuviéramos hablando a gritos; así se escuchan en el Cielo nuestros pensamientos. Todo queda grabado en el Cielo, y todo Dios lo conoce; por eso Cristo podía discernir los pensamientos del corazón de las personas, nada se le ocultaba a Él.

Es importante que nuestros pensamientos sean positivos siempre, sean de acuerdo a la Palabra de Dios; pensando siempre conforme a la Palabra de Dios, pensando siempre positivamente.

No viendo los problemas de forma negativa, sino pensando: “Este problema va a hacer que yo me acerque más a Dios. Este problema va a hacer que yo me acerque a Dios y le pida perdón a Dios, y el amor divino de Cristo se manifieste hacia mí. Y le pediré a Cristo, le diré a Cristo que nunca más haré cosas malas; y que Él me ayude, me libre, de toda tentación.”

Siempre pensando positivamente. Sabiendo que para el cree, nada es imposible, todo es posible. Y para Dios no hay nada imposible. Todo es posible para Dios y todo es posible para el creyente.

Les agradezco mucho el respaldo que le están dando al proyecto de construcción de la Gran Carpa Catedral, en el cual cada una de ustedes, y ustedes (hermanos), tienen una partecita.

Es importante ser participante del Programa de Dios en el tiempo que a la persona le toca vivir; porque estamos así sirviendo a Cristo nuestro Salvador.

Él ha revelado que habrá un proyecto de una Gran Carpa Catedral; y nosotros, al leerlo, nuestra fe crece, y dice: “Ahí en ese proyecto estaré yo trabajando con toda mi alma, con todas mis fuerzas, con todo mi entendimiento, para que se haga realidad lo que está prometido que habrá para Cristo en medio de Su Iglesia.”

Dios bendice nuestro trabajo, porque es conforme a Su voluntad. Es la voluntad de Él que se haga realidad la Visión de la Carpa; y que será para mucha bendición para todos los creyentes en Cristo; y que ahí se manifestará la Tercera Etapa, que será para la Iglesia-Novia, donde será dada la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; será también para las vírgenes insensatas o fatuas, creyentes en Cristo sin el Espíritu de Cristo, y será también para el mundo; el mundo sentirá el impacto, verá el impacto de la Tercera Etapa en este tiempo final.

Y está prometido que Dios se manifestará en toda Su plenitud. Y por consiguiente, todo el poder de Dios que estuvo en Cristo, estará manifestado en Su Iglesia, en el cumplimiento de la Visión de la Carpa, que vio el reverendo William Branham.

Vio a la Columna de Fuego, que se movió a ese lugar pequeño de madera, y vio también al Ángel que le acompañaba, moverse a ese lugar; y lo llevó a ese lugar al reverendo William Branham, el cual vio todo lo que estaba sucediendo allí dentro de ese cuartito pequeño; y vio también lo que estaba sucediendo fuera de ese cuartito pequeño: cuando salían las personas que habían estado en la línea de oración, luego entraban a ese cuartito pequeño y salían sanas, y no sabían cómo había acontecido.

Todo eso será así para que sea evitada toda imitación; porque el enemigo imita todo lo que Dios hace. Pero ahí, dice el reverendo William Branham que no habrá imitación, no habrá imitadores que podrán hacer una imitación de lo que estará pasando.

No sabemos si desde el momento que se dedique y se haga realidad la Visión de la Carpa, no sabemos si desde ese momento comenzarán esos milagros o al final.

Siempre debe venir la Palabra primero, y después más adelante, en algún momento, la vindicación de esa Palabra, la confirmación de parte de Dios de que lo que ha sido dicho es la Palabra de Dios.

Así que no sabemos cómo sucederá todo, pero sí sabemos que va a suceder: va a suceder lo que está prometido. Vamos a ver la Visión de la Carpa hecha una realidad, vamos a ver la Carpa Catedral algún día, vamos a ver la predicación, el llamado al altar, y vamos a ver la línea de oración y los enfermos siendo sanados; no sabemos si todo a la vez o por etapas.

Si es al final los milagros, pues así va a ser. Como lo haya prometido, lo haya determinado Dios, así va a acontecer.

Digamos que será una repetición del ministerio de Jesús y del ministerio de San Pablo y los apóstoles, y del ministerio del reverendo William Branham. Y será paralelo al tiempo de Noé, al tiempo de Jesús, al tiempo de Elías también, al tiempo de Jesús, al tiempo de Moisés, al tiempo de los apóstoles, al tiempo del reverendo William Branham; paralelo a todos esos tiempos pasados será lo que Dios hará en este tiempo final.

Y será para aquellos que lo creen de todo corazón, y que por la fe trabajan para que se haga realidad lo que Dios ha prometido para Su Iglesia para este tiempo final.

Por lo tanto, DAMAS DE BENDICIÓN, TRABAJANDO EN EL PROGRAMA DE DIOS, como lo hacían aquellas mujeres creyentes en Cristo del tiempo pasado, vean… Dice, capítulo 8 de San Lucas, verso 1 en adelante:

“Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él,

y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios,

Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes.”

Así también son ustedes trabajando en la Obra del Señor y sirviendo a Cristo también de los bienes materiales que Dios les ha provisto. Y como decía el salmista: “De lo que tú nos has dado, te damos.” O sea, que nosotros ofrendamos y diezmamos de lo que Dios nos da; porque todo es de Dios: “Mío es el oro, mía es la plata, mío es todo,” dice Dios. Y de eso que Él nos da, con lo cual nos bendice, nosotros aportamos a la Obra de Dios, y así servimos en esa forma también a Cristo.

Que Dios les bendiga y les guarde, y les use siempre grandemente en Su Obra en este tiempo final, en el Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo.

Dejo con ustedes al misionero Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte para esta ocasión, ya que vamos para la reunión de ministros, y pasamos por aquí primero porque después de la reunión de ministros yo no sabía si había tiempo para estar con ustedes y no quería dejar de visitarles a ustedes aquí, porque ustedes son DAMAS, HERMANAS CREYENTES EN CRISTO, SIRVIENDO A CRISTO EN EL DÍA POSTRERO, EN EL PROGRAMA DE DIOS PARA ESTE TIEMPO FINAL.

Que Dios les bendiga y les guarde, y dejo con ustedes al misionero Miguel Bermúdez Marín.

“DAMAS DE BENDICIÓN TRABAJANDO EN LA OBRA DEL SEÑOR CORRESPONDIENTE A NUESTRO TIEMPO, BASADAS EN LA PALABRA PROMETIDA PARA NUESTRO TIEMPO.”

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