Prepárate para venir al encuentro de tu Dios

Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos, ministros compañeros en el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador; es una bendición grande estar con ustedes aquí en Bogotá, Colombia, y también con ustedes allá en el Ecuador.

Un saludo para el misionero Miguel Bermúdez Marín y todos los ministros allá en el Ecuador, y para todos los ministros en todos los países que están reunidos en esta ocasión, en conexión con esta actividad de ministros.

Leemos en Amós, capítulo 4, verso 12; y después Éxodo, capítulo 19, verso 10 al 11. Dice así, verso 12 del capítulo 4 de Amós:

“Por tanto, de esta manera te haré a ti, oh Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel”.

Y Éxodo, capítulo 19, verso 9 en adelante, dice:

“Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová.

Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos,

y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí”.

En estas dos lecturas que hemos tenido nos habla de una preparación; “prepárate para el encuentro con tu Dios”, dice Dios a través del profeta Amós en el capítulo 4, verso 12. Y en el capítulo 19, verso 9 al 11, Dios le dice a Moisés que prepare al pueblo “hoy y mañana”, y al tercer día Dios aparecerá sobre el monte Sinaí en una nube espesa.

“PREPÁRATE PARA VENIR AL ENCUENTRO DE TU DIOS”. Es nuestro tema para esta ocasión.

Nuestro tema nos habla de la Venida de Dios a la Tierra, al pueblo que está bajo el Pacto correspondiente para ese tiempo, el pueblo que va a recibir el Pacto.

Encontramos que el monte Sinaí también representa a la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Monte de Dios, el Monte Santo de Dios, porque ahí está Dios, que es el Santo de Israel. Por cuanto Dios está en un sitio, ese lugar es santo.

Vean, cuando le aparece a Moisés en aquella zarza que ardía y no se consumía, allá en el Sinaí, ¿el Sinaí pertenecía a quién? A Egipto; y Dios dice que ese es lugar santo[1], es un monte santo el monte Sinaí porque es el lugar donde estaba Dios; por eso le llamaban “el monte de Dios” donde aparecía en una Nube de Fuego en la cúspide del monte.

A la cúspide del monte Dios llama a Moisés para que suba al tercer día, donde Dios va a aparecer en una Nube espesa, y va Dios a hablar con Moisés, y todo el pueblo va a escuchar a Dios hablando con Moisés; en una voz tronante, que causaba terror a los que la escuchaban; y dice San Pablo que Moisés también estaba temblando[2].

Ahora, vean, el monte de Dios, que es tipo y figura del pueblo de Dios, tanto el pueblo de Dios del Antiguo Testamento como el pueblo de Dios del Nuevo Testamento.

También encontramos a Moisés construyendo un arca conforme al modelo que Dios le mostró en el monte Sinaí; y cuando terminó el arca – el tabernáculo, colocó el arca del pacto dentro, en el lugar santísimo, y colocó dentro del arca del pacto las tablas de la Ley, y también una porción de maná del último día de la semana[3], o sea, del último día que caía maná, que era al sexto día; porque en el séptimo día, que era día de reposo, no podían salir a buscar maná; y si lo buscaban se iba a corromper, iba a tornarse en gusanos[4].

Y cuando terminó la construcción: presentó al pueblo y al arca del pacto y al tabernáculo, a Dios; y Dios vino en una Nube y entró al tabernáculo[5].

Encontramos también que Dios moraría en medio del pueblo de Dios, el pueblo de Israel, bajo el Pacto que Dios le dio por medio del profeta Moisés; y lo vimos morando en esa Nube espesa, que de día era de sombra para el pueblo y de noche era de luz para todo el pueblo; era Columna de Fuego de noche, y Nube de sombra para el pueblo de día[6].

Luego también cuando Salomón construyó el templo y lo dedicó a Dios, habiendo colocado dentro el arca del pacto, vino Dios en una Nube y entró a ese lugar; y no podían ministrar los sacerdotes por causa de la Gloria de Dios que había llegado, había venido al pueblo[7]; para lo cual, el pueblo tuvo que ser preparado para la llegada, para la venida y el encuentro de Dios con Su pueblo en ese templo.

Y encontramos también que para el encuentro del pueblo de Dios con Dios en forma de hombre, en la Venida del Mesías, hubo una preparación también, que Dios llevó a cabo por medio del profeta Juan el Bautista, llamando al pueblo a prepararse para el encuentro con su Dios.

Y Juan dice: “Yo no le conocía, pero el que me mandó a bautizar me dijo: Sobre aquel que tú veas el Espíritu Santo descender en forma de paloma sobre él, Ese es Él (o sea, ese es al cual tú le estás preparando el camino)”[8].

Y era uno de los hermanos de Israel, era uno del pueblo; el velo de carne tenía que aparecer como uno del pueblo que estaba bajo el Pacto correspondiente a aquel tiempo. No pierdan esa premisa, diríamos. Tuvo que venir, no en el cuerpo de un gentil, aunque la ascendencia de Él estaba mezclada con gentiles también: por medio de mujeres gentiles[9], como la esposa o mujer con la cual se unió Judá y tuvo hijos, Tamar[10]; luego también hubo otra conexión con gentiles por medio de mujeres, que fue Rahab, que se casó con un príncipe de Judá[11]; y luego, más adelante, hubo otra conexión con mujeres gentiles, que fue Rut la moabita[12].

Vean que la línea de Judá está mezclada con gentiles, con mujeres gentiles, la línea de Jesús humanamente hablando, línea por la cual Él vino; porque la virgen María es descendiente del rey David, y por consiguiente de la tribu de Judá; y también José, por cuanto adoptó a Jesús, es un hijo adoptado y obtiene todos los derechos de hijo, tanto físicos como materiales – o físicos como espirituales.

Y luego la Iglesia del Señor Jesucristo, vean ustedes, viene de la línea de Judá por Jesús, y de los gentiles. La Iglesia del Señor Jesucristo está representada en Tamar, en Rahab y también en Rut.

Ahora, por la línea de Efraín encontramos que también está mezclado con gentiles, porque la esposa de José era una egipcia gentil de la alta sociedad y, por consiguiente, de una posición muy alta en el reino del faraón; era de la línea de la realeza o de la alta sociedad[13].

Y luego encontramos esa relación con los gentiles en la tribu de Efraín, que es la tribu que tiene la Bendición de la Primogenitura, que le echó Jacob a su hijo José bendiciendo a Efraín primero, que era el menor (que representa a los creyentes en Cristo, a la Iglesia), y a Manasés (que representa a los judíos); la bendición mayor se la llevó Efraín[14].

Por lo tanto, la Bendición de la Primogenitura corresponde a la tribu de José. ¿Y eso qué significa? Que sin Efraín, Judá no funciona, no funciona bien, estaría dividido el reino; porque el reino, cuando fue dividido en el tiempo de Salomón, fue dada una parte a la tribu de Efraín en el tiempo del hijo de Salomón, que fue Jeroboam – o Roboam, y las diez tribus le fueron dadas a Jeroboam[15].

Se parecen los nombres, solamente se le añade una o dos letras, pero a la de Jeroboam se le añaden diez tribus, son diez tribus; o sea que más del 80% o del 90% del Reino queda en mano de la tribu de Efraín; y de eso no vamos a hablar ahora, solamente lo que hemos hablado. Porque en Ezequiel 37 o 38, por ahí, nos dice que los dos palos (la tribu de Efraín y la tribu de Judá) van a ser unidos para formar un solo Reino, el Reino de David, que consistía en la tribu de Judá, la tribu de Manasés, y las diez tribus del norte; o la tribu de Judá y la tribu de Benjamín.

Y ahora, todo eso va a pasar en este tiempo final, en la visita y encuentro con nuestro Dios, y la visita y encuentro con nuestro Dios con el pueblo hebreo, que lo está esperando para la restauración del Reino. Y en la restauración del Reino las doce tribus estarán unidas.

Sin el cetro de la tribu de Efraín, que gobierna sobre diez tribus, el reino del norte, no puede ser establecido el reino de Judá, el reino del Mesías; por lo tanto, el Reino del Mesías y el Mesías, vendrá con los dos palos, los dos cetros, uniéndolos en un solo palo, en un solo Reino.

Y eso será en la Visita y encuentro con nuestro Dios en el Día Postrero, lo cual será la Visita y encuentro con el Mesías en Su Venida a Su Monte Santo, que es Su Iglesia, llamado también el Monte de Sion; y a y en Su Templo, que es Su Cuerpo Místico de creyentes, el cual es el Templo humano de Dios como Cuerpo Místico de creyentes.

El apóstol San Pablo, conocedor de este misterio, nos dice en Primera de Corintios, capítulo 3, verso 16 al 17:

“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”.

Como dijo Dios, que el monte Sinaí era el monte santo; y como también el pueblo de Israel, Dios le llama pueblo santo; y como el templo, también es un templo santo; y el tabernáculo que construyó Moisés, es un tabernáculo, un templo santo también. Así también el cuerpo de Jesucristo, del cual Él dijo: “Destruyan este templo y en tres días Yo lo levantaré”. Capítulo 2 de San Juan, verso 17 en adelante. Y… porque Dios estaba ahí, el Santo de los santos.

Y ahora vemos que el pueblo santo bajo el Nuevo Pacto es la Iglesia del Señor Jesucristo. Eso también lo dice en Efesios, capítulo 2, y Hebreos, capítulo 3. En el capítulo 2, verso 19 en adelante, dice [Efesios]:

“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios…”.

Cuando una persona dice: “Estos son los miembros de mi familia”, está diciendo: “Estos son mis hijos y mis hijas”.

“… edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,

en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor (un templo santo. ¿Quién? La Iglesia del Señor Jesucristo);

en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”.

Ahora, así como Dios está construyendo un Templo santo, que es Su Iglesia, está también construyendo individuos como templos santos, templos apartados para Dios morar en ellos en toda Su plenitud.

Se reciben primero las primicias del Espíritu, en donde obtenemos el nuevo nacimiento, y ya obtenemos vida eterna, y obtenemos el cuerpo angelical, nuestra teofanía; y después recibiremos la adopción física, que será nuestra transformación, en la cual recibiremos un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado que tiene Jesucristo; porque la promesa y meta es que seremos a Su imagen, cuerpo teofánico, y a Su semejanza, cuerpo físico glorificado y eterno.

Para este tiempo final, la promesa es que tendremos un encuentro con Dios, que Dios vendrá para tener un encuentro en y con Su Templo espiritual, y por consiguiente con los que componen ese Templo espiritual, que ha ido creciendo de edad en edad con millones de seres humanos que en cada edad han sido añadidos como parte de la construcción de ese Templo espiritual, que tiene Atrio, Lugar Santo y Lugar Santísimo.

Y en un edificio se comienza con el fundamento y luego se termina con la parte que corona el edificio, que es la parte más alta, en donde y de donde se tiene la vista mejor de todo el panorama.

¿En qué parte de un edificio colocan el lugar de aterrizaje de los helicópteros? Tenemos una visita de carros de fuego. Cuando van a sacar de un edificio que está en peligro, a la gente, en helicópteros, tienen que subir al helipuerto; y de ahí ser llevados al lugar seguro, porque el edificio está en peligro.

Y como la gran tribulación está por llegar, corren peligro los hijos de Dios; que, si quedan aquí en la Tierra…; y por cuanto han sido lavados con la Sangre de Cristo no tienen por qué estar pasando por la gran tribulación, porque la Sangre de Cristo los ha limpiado de todo pecado; el juicio que tenía que caer sobre nosotros, cayó sobre Cristo dos mil años atrás en la Cruz del Calvario. Por lo tanto, Él nos sacará de esta dimensión terrenal, en lo que es llamado en el cristianismo el rapto o arrebatamiento de la Iglesia.

Como Enoc fue arrebatado y se lo llevó Dios para que no viera muerte[16]; y Elías fue arrebatado para que no viera muerte[17]; y Jesús luego de resucitado fue arrebatado al Cielo también, y los santos que habían muerto fueron resucitados[18], estuvieron con Cristo unos cuarenta días en la Tierra, Cristo apareciendo a Sus discípulos, digamos todos los domingos y quizás algún otro día de la semana; pero la Biblia marca domingos en los cuales Él aparecía, o primer día de la semana[19]. Y luego subió al Cielo con todos los que habían sido resucitados en la resurrección con Cristo[20].

Y habrá otra resurrección: de los santos del Nuevo Testamento, como hubo una resurrección de los santos del Antiguo Testamento; y estaremos en la Tierra alguna temporada, dice el reverendo William Branham, unos 30 o 40 días, y luego nos llevará de aquí a la Cena de las Bodas del Cordero.

Cuando veamos a los muertos en Cristo resucitados en cuerpos jóvenes, porque lo que estaremos viendo será un grupo de jóvenes viniendo glorificados, con cuerpos eternos; cuando los veamos seremos transformados nosotros; y lo que habrá será una manifestación gloriosa de Dios en Su Iglesia, en jóvenes, porque todos vendrán a ser jóvenes con cuerpos glorificados como el cuerpo glorificado que tiene Cristo nuestro Salvador.

Para eso es el encuentro con nuestro Dios en el Día Postrero, lo cual cumplirá la Venida del Señor a Su Iglesia, que tanto ha estado esperando por alrededor de dos mil años en la Dispensación de la Gracia.

En el Antiguo Testamento se habló más de la Segunda Venida de Cristo que de la Primera Venida de Cristo; y Cristo mismo habló más de Su Segunda Venida que de la Primera Venida. Y la única esperanza que hay para los creyentes en Cristo es la Venida del Señor.

Para los judíos la Séptima Trompeta, como para los creyentes en Cristo el Séptimo Sello, serán la Venida del Señor, el encuentro de Dios con Su pueblo en el Día Postrero viniendo a Su Iglesia. Y los judíos dirán: “Esto es lo que nosotros hemos estado esperando por miles de años. ¿Por qué está entre los gentiles?”. Después se les explicará, ellos lo van a entender después; bajo los ministerios de los Dos Olivos ellos lo van a entender.

En la Venida del Señor para el Día Postrero a Su Iglesia, la promesa es que el Hijo del Hombre vendrá en una nube[21]; en otros lugares dice que vendrá en un caballo blanco[22]. Vendrá en una Nube, como vino al Monte de la Transfiguración, donde estaban Jesucristo, Pedro, Jacobo y Juan, viendo la visión de la Segunda Venida de Cristo a Su Iglesia, el Monte Santo del Nuevo Pacto; así como el Monte de la Transfiguración fue el monte donde fue visto Cristo glorificado con Pedro, Jacobo y Juan a Su lado, allí presenciando todo; pero al lado derecho y al lado izquierdo estaban Moisés y Elías[23].

Eso que fue visto allá es el orden de la Venida de Cristo a Su Iglesia. Por eso en la Venida del Señor, en la Venida de nuestro encuentro con Dios, y de Dios con nosotros encontrándonos, serán vistos los ministerios de Jesucristo, de Moisés y de Elías. Eso será visto en la Venida de Dios al encuentro con Su Iglesia, que es la Venida del Señor para la adopción de los hijos e hijas de Dios, conforme a Romanos, capítulo 8, verso 14 al 39, por la cual claman los hijos de Dios, y toda la naturaleza está clamando por la adopción de los hijos de Dios.

Y la adopción es la adopción del cuerpo, o sea, la glorificación, la transformación de nosotros; porque ya hemos recibido la adopción espiritual como hijos e hijas de Dios, y nos falta la adopción física, que es la glorificación, o sea, nuestra transformación, para tener cuerpos eternos, inmortales y glorificados para toda la eternidad.

Por lo tanto, ministros, preparémonos para venir al encuentro con nuestro Dios en el Monte Santo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. La promesa es que Él viene en las nubes, como vino al templo que construyó Moisés y como había venido al monte Sinaí, y como vino en el tiempo de Salomón en la dedicación del templo. ¿Ven? O sea que todo aquello tipifica, es tipo y figura de lo que pasará en este tiempo final.

Tiene que haber un pueblo que forme el pueblo santo de Dios, el Monte Santo de Dios, y esa es la Iglesia del Señor Jesucristo, que está en la etapa de Piedra Angular; y cada etapa corresponde a un territorio, cada edad y su mensajero tienen su tiempo, y desde su territorio luego se extiende a otras naciones. Y para el Día Postrero, desde el territorio y edad correspondiente a nuestro tiempo, que es la Edad de Oro de la Iglesia, la edad que corona la Iglesia, que corona el Monte Santo, el Templo espiritual, el Cuerpo Místico de Cristo, desde ahí, desde esa etapa o edad eterna, se extenderá para el mundo entero.

Así como en la Nueva Jerusalén, cuando esté en la Tierra esa Ciudad, en la eternidad, se verá a nivel internacional la luz sobre ese Monte, sobre la parte alta de ese Monte, que será el lugar donde estará el Trono de Dios y del Cordero; y será en el territorio de Israel, pero extendido, el territorio que Dios le dijo que heredarían, que actualmente digamos que es ni la mitad de lo que le corresponde como promesa.

“PREPÁRATE PARA VENIR AL ENCUENTRO CON TU DIOS”. Ministros, compañeros: prepárate con tu congregación para el encuentro con tu Dios.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de la preparación para el encuentro con nuestro Dios.

El precursor de la Segunda Venida de Cristo, su Mensaje es un mensaje de preparación para el encuentro con nuestro Dios; por lo tanto, debe tenerlo escrito y grabado todo ministro para su congregación; porque ahí está cómo prepararnos para el encuentro con nuestro Dios, para que no se nos pase por alto, como se le pasó por alto a Israel el encuentro con nuestro Dios dos mil años atrás, Dios viniendo con Su Ángel vestido de un cuerpo humano llamado Jesús. Allá estaba el encuentro de Dios con Su pueblo, el cual no comprendieron.

Mañana domingo hablaremos un poquito más; no podemos hablar algunas cosas. El reverendo William Branham dijo en el mensaje “Cristo el misterio de Dios revelado”, en la página 14: “No sabemos cómo vendrá y cuándo vendrá; y está bien que no sepamos”[24]. Ahora, ¿por qué? Para que no haya imitaciones. Él sabía, porque es el precursor; y está en los mensajes, que precursa la Segunda Venida de Cristo.

Él dijo en la página 119 del libro de Citas [párr. 1058]: “Yo no moriré de viejo hasta que Él esté aquí, a menos que muera de un accidente o de alguna otra forma”. O sea que eso significa que él estaba esperando para su tiempo, si permanecía vivo, la Venida del Señor; y él sabía lo que era; no crean que él no sabía.

La Tercera Etapa contiene todo eso. Y él dijo: “De esto…”, el Ángel le dijo: “De esto no le dirás nada a nadie”[25]. Las otras etapas las dijo y se las imitaron. La Tercera Etapa no puede ser imitada porque no saben lo que es. Y hasta que estemos en la Tercera Etapa, en el cumplimiento de la Visión de la Carpa, no será revelado el misterio de la Segunda Venida de Cristo a Su Iglesia.

Recuerden que en la Visión de la Carpa el reverendo William Branham fue llevado, y el Ángel que le hablaba a él estaba con él; y luego dice que vio la Columna de Fuego que bajó al lugar del cuartito pequeño[26]. La Columna de Fuego es Jesucristo, el Ángel del Pacto.

O sea que baja a esa Etapa y Él será el que llevará a cabo todas esas maravillas. Será viniendo Cristo a Su Iglesia en una Nube, la Columna de Fuego, visitando Dios en la Columna de Fuego a Su Iglesia, para darle la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Recuerden, los Truenos revelarán a la Iglesia el misterio de Su Venida, el misterio del Séptimo Sello; y le darán un avivamiento, un despertamiento. Y los Siete Truenos son la Voz de Cristo, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo con el Librito abierto en Su mano, clamando como cuando ruge un león y siete truenos hablando sus voces; Cristo hablando con Voz de León, clamando, rugiendo como cuando ruge un león, y Siete Truenos hablando sus voces.

El reverendo William Branham dice que los Siete Truenos contienen el misterio del Séptimo Sello[27]; por lo tanto, con la revelación del misterio del Séptimo Sello que nos darán las siete voces del Ángel Fuerte, de Cristo, en el Día Postrero, nos dará la fe para ser transformados, nos revelará el misterio de Su Segunda Venida, el misterio de Su Visita para Su encuentro con Su Iglesia en el Día Postrero.

Necesitamos conocer esos misterios, los cuales van a ser revelados en la Tercera Etapa (llamada por el reverendo William Branham), en el cumplimiento de la Visión de la Carpa; por lo tanto, hay mucha bendición para ese tiempo del cumplimiento de la Visión de la Carpa.

Sin el cumplimiento de la Visión de la Carpa no podremos ser transformados, porque ahí es que se nos va a dar la fe para ser transformados, la fe de rapto. Por lo tanto, estamos respaldando ese proyecto de esa Visión que le fue mostrada al reverendo William Branham para ser cumplida en medio del cristianismo en el tiempo final.

Sin el cumplimiento de esa Visión: ni hay resurrección, ni hay transformación ni rapto, para los creyentes en Cristo, el Día Postrero. Tan sencillo como eso. Y esa Visión se cumplirá en el Día Postrero, en la etapa de Edad de Piedra Angular, en medio de los creyentes que estarán en la etapa de Piedra Angular.

Si hubiera sido para ser cumplida en el tiempo de San Pablo, San Pablo con su grupo le correspondía construir esa Gran Carpa Catedral; y era constructor de carpas también[28], así que de seguro tuvo algunas carpas para las reuniones también.

Pero la Visión es para el Día Postrero. Si le hubiera tocado a alguno de los siete mensajeros, como el reverendo William Branham, él tenía que (con su grupo de su edad) construir esa Visión, hacerla realidad; por eso él trataba, decía que iba a construir una carpa, que iba a estar predicando tales y tales cosas[29]; estaba reflejándose en él lo que va a pasar más adelante en la Edad de Piedra Angular.

Se va reflejando en los mensajeros de cada edad lo que al final Dios va a hacer en la Edad de Piedra Angular.

Y los creyentes del Día Postrero tendrán una manifestación de fe. Por fe trabajarán en ese proyecto, para que Cristo visite a Su Iglesia, para tener un encuentro con nuestro Dios en Su manifestación final, en donde recibiremos la fe de rapto, la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Recuerden que la revelación del Séptimo Sello nos dará la fe; y la revelación del Séptimo Sello la tienen los Siete Truenos. ¿Vieron lo sencillo que es? Por ser tan sencillo todo, es complicado, porque nadie espera una cosa tan grande en forma sencilla.

El domingo hablaremos lo más que podamos sobre el tema correspondiente al domingo próximo, que será: “ESTAD PREPARADOS PARA LA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE”.

Mientras tanto, ustedes busquen todo lo relacionado al tema del Hijo del Hombre y las bendiciones que hay bajo el título de Hijo del Hombre; y también busquen la de Hijo de David, la de Hijo de Dios, la de Hijo de Abraham, porque bajo esos títulos de Hijo hay una herencia que tienen unas bendiciones para el pueblo que tenga esa manifestación de esos títulos de Hijo.

Por ejemplo, para el título de Hijo de Dios la herencia es los Cielos y la Tierra, es Rey sobre los Cielos y la Tierra. Como Hijo de David, es el heredero al Trono y Reino de David. Como Hijo de Abraham, es el heredero de toda la herencia de Abraham, de todo lo que fue dado a Abraham como herencia, incluyendo la tierra que Dios le dijo que le daría por heredad a Abraham y a su descendencia; así por el estilo es cada título de Hijo.

Y el de Hijo del Hombre lo vamos a ver mañana domingo, donde tenemos como tema: “ESTAD PREPARADOS PARA LA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE”; que en San Mateo, capítulo 24, verso 27, dice que será como el relámpago que sale del oriente y se muestra (¿dónde?) en el occidente.

El oriente es la tierra de Israel, el Medio Oriente; y el occidente es el continente americano, al cual pertenece toda la América Latina y el Caribe, y Norteamérica también. O sea que la manifestación final será en el oeste (página 68 y 69 del libro de Citas), porque la Luz primero fue en el oriente, la Venida del Hijo del Hombre, la Venida del Señor allá. Él dijo: “Yo soy la luz del mundo”[30], estuvo alumbrando allá; y Su Segunda Venida resplandecerá en el occidente. Ahí lo dejamos. Vigilemos Su Venida en el occidente.

El domingo próximo, mañana, estaremos hablando sobre la Venida del Hijo del Hombre, para lo cual tenemos que estar ¿cómo? Preparados. Y el Mensaje del precursor prepara a los creyentes; por lo tanto, veremos en sus mensajes – o en su Mensaje…; es uno con muchas conferencias, es uno contenido en muchas conferencias que dictó.

Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, hablándoles sobre EL ENCUENTRO CON NUESTRO DIOS y LA PREPARACIÓN PARA VENIR AL ENCUENTRO DE NUESTRO DIOS; que ya sabemos dónde será, en qué edad: nuestra edad; en qué lugar: en el Templo espiritual de Cristo, en la parte alta. Cuando Jacob vio la visión de la Iglesia: vio a Dios en la parte alta hablándole desde allá[31].

Por lo tanto, ese es el lugar para la Visita de Dios a Su Iglesia en el Día Postrero, para lo cual tenemos que estar preparados y en la edad correcta; porque ya Dios estuvo visitando a Su Iglesia de edad en edad, a través del mensajero de cada edad, y llamando y juntando a Sus hijos en cada edad, y formando así cada etapa de Su Templo espiritual, que va creciendo hasta llegar a la parte alta, al tope, donde llamará a los escogidos de ese tiempo, que son los más privilegiados en la Iglesia del Señor Jesucristo; siendo esa la parte del Trono en la Nueva Jerusalén, en la parte del Trono en la Iglesia del Señor Jesucristo; como es la parte del Trono el Lugar Santísimo, donde está el Arca del Pacto, que fue llevada de edad en edad por el mensajero de cada edad; la Palabra, el Arca del Pacto.

Bueno, si les continúo hablando, mañana ya no tendría qué hablar, pero vamos a dejar algo para mañana, Dios mediante.

Sabemos que tenemos una promesa de un encuentro con nuestro Dios en este tiempo final; y mañana domingo veremos, hasta donde Dios nos permita ver, cómo será ese encuentro de Dios con Su pueblo en el Día Postrero, cómo será ese encuentro en la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles para este tiempo final.

Que Dios les bendiga y les guarde, ministros, y les use grandemente en Su Obra, y les prepare a ustedes y a vuestras congregaciones, y a mí también, para el encuentro con nuestro Dios.

Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

Parece que tuvimos un postre, parece que Miguel desde tan lejos está… su fe la pone en acción pidiendo el postre, porque es… ¿cómo le llaman? Dulcero, le gusta siempre el postre.

Que Dios te bendiga, Miguel, que Dios te guarde a ti y a todos los ministros que están allá reunidos en el Ecuador, y a todos los ministros en todas las naciones.

Dios les bendiga y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

“PREPÁRATE PARA VENIR AL ENCUENTRO DE TU DIOS”.

[Revisión febrero 2024]

[1] Éxodo 3:1-6

[2] Hebreos 12:18-21

[3] Hebreos 9:3-4

[4] Éxodo 16:14-26

[5] Éxodo 40:33-35

[6] Éxodo 13:21-22

[7] 1 Reyes 8:1-11, 2 Crónicas 5:2-14

[8] San Juan 1:33

[9] San Mateo 1:3-5

[10] Génesis 38:1-30

[11] Nm. 1:7; Jos. 2:1-24, 6:25; 1 Cr. 2:10-11

[12] Rut 4:13-22

[13] Génesis 41:45, 41:50-52

[14] Génesis 48:8-20

[15] 1 Reyes 11:29-32

[16] Génesis 5:21-24, Hebreos 11:5

[17] 2 Reyes 2:11

[18] San Mateo 27:51-53

[19] San Juan 20:19-29

[20] Mr. 16:19, Lc. 24:51, Hch. 1:9-10

[21] Mt. 24:30, Mr. 13:26, Lc. 21:27

[22] Apocalipsis 19:11

[23] Mt. 17:1-8, Mr. 9:2-8, Lc. 9:28-36

[24] 63-0728 “Cristo es el misterio de Dios revelado”, párr. 106

[25] Los Sellos, pág. 471, párr. 161

[26] Citas, pág. 10, párr. 87; pág. 13, párr. 98; pág. 14, párr. 103; pág. 39, párr. 321

[27] Los Sellos, pág. 474, párr. 173

[28] Hechos 18:1-3

[29] Citas, pág. 11, párr. 91; pág. 12, párr. 96; pág. 13, párr. 100; pág. 26, párrs. 214, 216; pág. 122, párr. 1090; pág. 152, párr. 1353; pág. 155, párr. 1387; pág. 161, párr. 1432; pág. 12-A, párr. 124; pág. 4-B, párr. 43; pág. 5-B, párr. 48

[30] San Juan 8:12

[31] Génesis 28:10-13

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