Todo depende de la Palabra de Dios

Muy buenas noches, ministros compañeros en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Es una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual leemos en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, donde dice:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “TODO DEPENDE DE LA PALABRA DE DIOS”.

En esta Escritura que leímos nos dice que:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.

Ahora, Cristo es el Heredero de toda la Creación, y por medio de Él creó Dios todas las cosas. Y en el libro, el Evangelio según San Juan, nos dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Vamos a leerlo aquí directo, dice:

[San Juan 1:1] “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.

Luego, del verso 9 al 10, dice:

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”.

Ahora vean, por el Verbo fue hecho el mundo, todo el universo, toda la Creación. Luego, sigue diciendo:

“A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

Ahora, aquí nos muestra el Evangelio según San Juan que Cristo es el Verbo que era con Dios y era Dios, y se hizo carne y habitó en medio de la raza humana, en medio del pueblo hebreo.

Este es el misterio del cual habla San Pablo en Colosenses, capítulo 2, donde nos dice… en el capítulo 2 de Colosenses, verso 2 al 3:

“… para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,

en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”.

Y ahora, el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, es el misterio de Dios el Padre en y con el Verbo.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (o sea, Dios en Cristo)”.

Y por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Dios creó todas las cosas.

En Zacarías, capítulo 7, verso 11 al 12, dice:

“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos”.

Dios se enojó con las personas que no quisieron escuchar Su Voz: la Voz de Dios por medio de Su Espíritu Santo a través de los profetas. A través de carne humana, Dios estaba hablando por medio de Su Espíritu Santo.

Y el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, vean, es el que le dio a Moisés las leyes en el monte Sinaí. Por eso la Escritura dice que la Ley fue dada por comisión de ángeles[1]: el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical; el Ángel de Jehová que Dios envió para guiar al pueblo hebreo, en el cual estaba el Nombre de Dios, conforme a Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23: “He aquí Yo envío Mi Ángel delante de vosotros…”. Dice Éxodo, capítulo 23:

“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él (¿El Nombre de Dios dónde estaba? En Su Ángel).

Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Ángel irá delante de ti”.

Ahora vean, así como el nombre de una persona está en su cuerpo, así en el cuerpo angelical de Dios estaba el Nombre de Dios; y luego, cuando se hizo carne, Jesús dijo: “Yo he venido en Nombre de Mi Padre”[2]. Estaba en Jesús el Nombre de Dios.

Por eso también, así como el nombre de cada persona está en su cuerpo, luego, cuando la persona muere, el nombre continúa en la persona.

Vean, cuando nuestro hermano Branham fue al Paraíso, ¿cómo le dijeron? “Hermano Branham”. ¿Y cómo él le dijo a la esposa primera, y la segunda esposa que él tuvo? Le llamó Hope (que es Esperanza)[3] a la primera; y le llamó Meda a la segunda. ¿Ven? Y estaban en cuerpos angelicales[4].

Y cuerpo angelical es cuerpo espiritual, es el espíritu de la persona; y el espíritu de la persona es un cuerpo de otra dimensión, parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión, y joven; así es el cuerpo de los escogidos de Dios, el cuerpo espiritual. Es la misma clase de cuerpo que tienen los ángeles: cuerpo angelical.

Ahora, encontramos que Cristo antes de venir a la Tierra en carne humana tenía Su cuerpo angelical. Por eso podía decir: “Antes que Abraham fuese, Yo soy”[5]. Un hombre como Cristo diciendo eso, para los líderes religiosos de aquel tiempo era una locura lo que Él estaba diciendo, una cosa inconcebible a la mente humana; pero era la verdad.

Y la verdad, aunque no pueda ser entendida por la mente humana, sigue siendo la verdad; y, por consiguiente, Cristo lo que dijo fue la pura verdad. Y ahora todos sabemos que estaba diciendo la verdad.

Él dijo también: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”[6]. Y vean, el Verbo que era con Dios, dice la Escritura: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.

Ahora, viendo que el Verbo que era con Dios y era Dios, por medio del cual Dios creó todas las cosas…:

En Génesis, capítulo 1, verso 1, dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.

Ahora, en Apocalipsis, capítulo 3, verso 14, dice: “El principio de la creación de Dios”, hablando de Cristo.

Así como cuando Dios creó a la raza humana aquí en la dimensión física, colocó un hombre en la Tierra…; el cual, antes de colocarlo en esta Tierra en un cuerpo de carne, ya lo había colocado anteriormente en un cuerpo angelical en el Cielo, en la sexta dimensión; pero de ahí, vean ustedes, fue manifestado en la Tierra; pero aun estando en el cuerpo angelical tenía dominio sobre los animales, las aves y los peces.

En la misma forma en que Dios guio al pueblo hebreo por el desierto en una Columna de Fuego, en una Luz, Adán guiaba a los animales; porque en el cuerpo angelical, encontramos que la persona con y en el cuerpo angelical se puede manifestar en forma de luz, “porque Dios hace a Sus ángeles espíritus, y a Sus ministros llama de fuego”[7].

Y por eso es que aquella Llama de Fuego, aquella Columna de Fuego que le apareció a Moisés, era nada menos que Cristo, el Ángel del Pacto, el cual apareció a Moisés; y dice la Escritura: “Y le apareció el Ángel de Jehová a Moisés”[8]. ¿Ven?

También encontramos que en otras ocasiones Moisés lo vio, por ejemplo, de espalda, caminando, y era un hombre[9]. También Manoa lo vio, y era un hombre, y también la esposa de Manoa[10]. Y lo vieron otras personas, como Josué, con una espada en Su mano[11]. Y lo vio también, ¿quién más? David; David, con una espada en Su mano, trayendo juicio sobre Jerusalén[12]. Y muchos más vieron también, como Jacob[13], vieron a Cristo, el Ángel de Jehová.

Ese Ángel, para el Día Postrero estará manifestado, y el pueblo hebreo lo verá y se agarrará de Él, en la manifestación del Ángel de Jehová, del Ángel que le apareció a Jacob y lo bendijo. Y para que la bendición de Dios venga al pueblo hebreo, tiene que ser por medio de Dios a través de Su Ángel, el Ángel de Jehová, en la manifestación final.

Ahora, fue el Ángel de Jehová el que se vistió de carne humana para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario. Eso fue lo prometido por Dios en Isaías, capítulo 40, verso 3 en adelante, donde nos dice de la siguiente manera, y vamos a leerlo para que tengamos el cuadro claro; dice:

“Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.

Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.

Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado”.

Y cuando se manifestó la gloria de Jehová: se manifestó en carne humana, en el velo de carne llamado Jesús; allí estaba la gloria de Dios manifestada, allí estaba el Ángel del Pacto, allí estaba la Columna de Fuego, dentro de ese velo de carne, por lo cual la gloria de Dios estaba allí.

Y allí estaba el Padre, Dios el Padre, dentro de un velo de carne, dentro de Su Hijo.

Ese es el misterio de Dios: Dios —Padre, Hijo y Espíritu Santo— manifestado en un velo de carne, en la persona de Jesús. Eso es la plenitud de Dios morando en Jesús; y ese es el misterio de Dios.

Así como el misterio suyo y el mío, como seres humanos, es que somos alma viviente, pero tenemos un cuerpo espiritual llamado espíritu, y tenemos un cuerpo físico de carne.

Y el misterio de lo que es el ser humano es que es alma, espíritu y cuerpo. ¿Ven? Ese es el misterio de cada ser humano.

Y el misterio de Dios es que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y, por consiguiente, se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo, y ahí estaba la plenitud de Dios. Ahí estaba, en un velo de carne llamado Jesús, la plenitud de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo; por eso Jesús fue hecho Señor y Cristo[14], por eso llamamos a Jesús: Señor Jesu-Cristo; y por consiguiente, ese es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Ahí está el misterio de Dios.

Ahora, Dios, y de Dios salió el Hijo, Cristo, de Él salió; por eso Cristo dice: “Salí de Dios, salí del Padre, y vuelvo al Padre”[15].

Ahora, Cristo en la forma de Columna de Fuego salió de Dios, del Padre; y dentro de esa Columna de Fuego encontramos a un Hombre, que es el Ángel del Pacto, pero se ve una Columna de Fuego; pero si se deja ver personalmente ese que habla, ahí sale, de esa Luz, un Hombre hablando: el mismo Hombre que habló allá en el Huerto del Edén, y que también habló para crear los Cielos y la Tierra; y en ese Hombre está Dios.

Y ahora, encontramos que ese Hombre tiene la unción, esa Luz, esa Columna de Fuego.

Y ahora, encontramos que por medio de ese Hombre: Jesús en Su cuerpo angelical, que es el Cristo, encontramos que Dios creó los Cielos y la Tierra; los creó por medio de Él y ¿para quién?, para Él; porque toda la Creación pertenece a Dios: a Dios en – a Dios como alma viviente, el alma eterna viviente: Dios el Padre; a Dios como cuerpo angelical; y a Dios como cuerpo físico ya glorificado.

Por eso Cristo decía: “Tomará de lo mío y os lo hará saber”. Él dijo: “Todo lo mío – todo lo que tiene el Padre es mío (¿ven?); por eso dije: Tomará de lo mío y os lo hará saber”[16].

Dios, que es el Juez de todos, ahora ha dado el juicio al Hijo. “Y el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo”. Eso está por el capítulo 5, verso 21 al 22, de San Juan. Y por eso es que Dios en el Juicio Final juzgará la humanidad, pero será a través de Jesucristo, Su Hijo; porque todo el juicio dio al Hijo.

Así como cuando usted, que es alma viviente, va a hacer algo (usted como alma viviente), no lo toma usted como alma viviente, sino lo toma usted a través de su velo de carne, que es el cuerpo. ¿Ven?

Y Dios por medio de Cristo, Su velo de carne, es que Él juzgará a la humanidad. Y es por medio de Jesucristo, el Hijo de Dios, que Dios ha creado los Cielos y la Tierra.

Y así Dios comenzó Su Creación: creándose un cuerpo angelical para Sí mismo. Y luego, más adelante, se crearía un cuerpo de carne para Sí mismo, el cual lo creó en el vientre de María y fue llamado Jesús, y el cual es el segundo Adán, y el cual fue adoptado, y fue glorificado; y por consiguiente vive por toda la eternidad.

Ahora, por cuanto el primer Adán pecó contra Dios, la Obra de Creación se detuvo allí, y hubo una brecha entre Adán y Jesús; pero con todo y eso, vean ustedes, Dios por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová, creó un pueblo: el pueblo hebreo, un pueblo terrenal.

Pero por cuanto la raza humana había pecado, no fue un pueblo eterno, sino que creó un pueblo mortal, o sea, un pueblo con una gente mortales. Pero el Programa de Creación Cristo lo restaura, y restaura a la vida eterna a todos los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Por eso, vean ustedes, Abraham, Isaac, Jacob, los patriarcas, y los creyentes del pueblo hebreo; Josué, y también el pueblo creyente que se mantuvo firme en la Palabra, los profetas y todos ellos; y también Adán, porque él fue perdonado, y Eva también; y también Abel, Set, Enoc, Noé, y todas esas personas creyentes; y también el resto de las personas creyentes; vean, cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario y resucitó: resucitaron con Cristo, y entraron a eternidad; y por consiguiente, entraron al Programa de vida eterna. Entraron a ese Programa que había sido comenzado y por causa del pecado fue detenido, y hubo una brecha; pero cuando llega el segundo Adán, viene para continuar la Obra de Creación.

Y ahora, encontramos que por medio de la muerte de Cristo es quitado el pecado, como Juan el Bautista lo dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”[17]; y por consiguiente, cuando llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, entonces continúa la Obra de Creación.

Y Dios por medio de Cristo, por medio del Espíritu de Cristo, vean, está creando una nueva raza con vida eterna, así como Adán recibió el cuerpo angelical primero y después el cuerpo físico; y Cristo, vean, el cuerpo angelical primero y después el cuerpo físico, el cual luego que murió y resucitó, resucitó glorificado, para nunca más morir.

Y ahora, todos los escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que estaban predestinados para entrar al Programa de Creación Divina para vida eterna, ahora entran a ese Programa.

Entraron los del Antiguo Testamento: cuando Cristo resucitó, resucitaron con Él. Y ahora, los que todavía no habían sido manifestados en la Tierra entran al Programa de vida eterna, al Programa de Creación en la vida eterna: recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, arrepentido de sus pecados, Cristo los perdona y con Su Sangre los limpia de todo pecado, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtienen el nuevo nacimiento. Esas almas de Dios obtienen el cuerpo angelical, y ya están con vida eterna en el Programa de Creación en la vida eterna.

Y ya, como Cristo tenía Su cuerpo angelical antes de tener Su cuerpo de carne, ahora ya nosotros tenemos el cuerpo angelical eterno de la sexta dimensión; y nos falta el cuerpo físico, que pronto Él nos va a dar.

Todo eso Él lo ha estado haciendo y lo hará por medio de Su Palabra creadora siendo hablada, la Palabra creadora prometida para nuestro tiempo, así como obró por medio de la Palabra creadora prometida para cada tiempo.

Y por eso es tan importante que la Palabra prometida para cada edad sea dejada pura, sin añadirle ni quitarle, para que haga aquello para lo cual Dios la envió. Adán y Eva le añadieron y le quitaron, ¿y qué produjeron? Hijos mortales.

Ahora, tenemos que dejar la Palabra pura, para que produzca hijos e hijas de Dios; para que así Cristo continúe reproduciéndose, en hijos e hijas de Dios, por medio de la Palabra creadora siendo hablada por Cristo en Espíritu Santo en cada edad, a través del mensajero de cada edad.

Esa Palabra produjo hijos e hijas de Dios en cada edad, y obtuvieron así el nuevo nacimiento, y nacieron como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; ese Reino está en la esfera espiritual.

Así como Adán estaba en la esfera espiritual cuando Dios le dio el cuerpo angelical; y lo hizo varón y hembra[18]; y luego le dio el cuerpo físico de carne, sacado del polvo de la tierra, y todavía era varón y hembra[19].

Y vean, Dios, encontramos que de Él salió ese cuerpo angelical, salió la Columna de Fuego, y ahí en la Columna de Fuego está el cuerpo angelical; y luego le dio un cuerpo de carne, creó un cuerpo de carne, vean, Dios por medio de Su Espíritu; por eso sería llamado Hijo de Dios.

Vean cómo vino: Dios por medio de Su Espíritu, Dios por medio del Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical, hizo sombra sobre la virgen María, y concibió la virgen; porque Dios creó en el vientre de María una célula de vida, la cual se multiplicó, y así se formó el cuerpo de Jesús. Fue Obra del Espíritu Santo en el Programa de una nueva raza con vida eterna, de una Nueva Creación; y por consiguiente, Él ha continuado esa Obra de Creación.

Y Cristo es el principio de la Creación de Dios, y Cristo es también el que dio principio a toda esa Creación de Dios; pero de Dios salió Cristo, por lo tanto es el Hijo de Dios; vino de Dios.

Ahora, encontramos que todo depende de la Palabra de Dios, el Verbo que era con Dios, la Palabra, la cual y por medio de la cual Dios habló a existencia todas las cosas; el Verbo, Cristo, el Hijo de Dios, la Palabra de Dios, la cual se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo.

Y ahora, Dios por medio de Cristo, el Verbo, está realizando una Nueva Creación; lo cual está realizando – en lo cual está realizando la creación de una nueva raza celestial con vida eterna; y está creando una Iglesia, que es el Israel celestial, y que es el pueblo que será a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.

Ya tenemos la imagen, que es el cuerpo angelical. Y todos los que tendrán el cuerpo físico glorificado serán aquellos que primero obtienen el cuerpo angelical, que primero nacen en el mundo espiritual, esos cuerpos angelicales.

Primero obtienen ese cuerpo angelical, esa imagen de Dios (la imagen de Dios es Cristo en Su cuerpo angelical); y obtenemos un cuerpo angelical igual al cuerpo angelical de Dios, igual a Cristo en Su cuerpo angelical; y luego recibiremos un cuerpo físico glorificado igual al cuerpo físico glorificado de Jesucristo; y así seremos a Su imagen y a Su semejanza.

Ahora, Cristo dijo que el Padre es mayor que Él[20]; pero todas las cosas del Padre, Cristo dice: “Son…”. Cristo dijo: “Todo lo que tiene el Padre es mío, por eso dije: Tomará de lo mío y os lo hará saber”.

Ahora, todo lo que nosotros físicamente tenemos como individuos (aunque todo pertenece a Dios, y por consiguiente pertenece a Cristo), en cuanto a nosotros como individuos, vean, todo lo que tenemos es de nuestra alma, de nosotros como almas vivientes; pero lo hemos dado: lo físico al cuerpo; y lo espiritual (vean, el leer, escribir, todo el conocimiento) lo hemos dado al espíritu, al cuerpo espiritual; porque con el cuerpo espiritual es que nosotros amamos a nuestros familiares, a nuestras amistades, y así por el estilo. Ahora, eso es amor fraternal.

Ahora, con el corazón amamos a Dios, con el alma, con amor divino.

Ahora, por cuanto todo depende de la Palabra de Dios, todo lo que Dios hace en cada edad y en cada generación y en cada dispensación, lo hace por medio de Su Palabra. Por lo tanto, la Palabra tiene que venir, ser manifestada, ser revelada.

Pero ¿cómo viene la Palabra? Toda Palabra y toda revelación de la Palabra ha venido y tiene que venir en la actualidad por medio de carne humana. Tiene que hacerse carne esa Palabra, porque dondequiera que esté la Palabra, estará velada en carne. No hay otra forma.

Por eso Amós dice: “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus Siervos Sus profetas”. Amós, capítulo 3, verso 7. Y en Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 al 19, dice que Dios coloca Su Palabra en la boca del profeta que Él envía.

Por lo tanto, la Palabra viene primero al profeta mensajero que Dios tiene para ese tiempo; y luego ese profeta, ungido con el Espíritu Santo —en palabras más claras: el Espíritu Santo en él—, comienza a hablar esa Palabra.

El profeta es el velo de carne donde está la Palabra hecha carne, y a través del cual la Palabra se expresa, se da a conocer, es revelada esa Palabra.

En toda edad y en toda dispensación, cuando el pueblo de Dios ha estado esperando que Dios le dé la revelación para ese tiempo, Dios la ha dado a un profeta; y el profeta la ha dado al pueblo. Ese es el orden divino. No hay otra forma para que eso suceda.

Vean lo que dijo el reverendo William Branham; en la página 124, párrafo 1105, dice [Citas]:

1105 – “Por dondequiera que esté la Palabra, está velada. Moisés tenía la Palabra. Ahora recuerde, después de que la Palabra fue hecha manifiesta, Moisés era Moisés otra vez. ¿Ven? Pero mientras esa Palabra estaba en él para ser proclamada, él era Dios; porque él no era Moisés más. Él tenía la Palabra del Señor para aquella edad. Nada podía tocarle hasta que eso se acabó; él tenía la Palabra. / Y él era la Palabra para ellos”.

Él era la Palabra para el pueblo, porque la Palabra estaba velada en él, y la Palabra venía a través de Moisés; vino de Dios a Moisés, y de Moisés al pueblo.

El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, en la Columna de Fuego, se veló en el profeta Moisés; y allí, en Moisés, estaba la Columna de Fuego velada en carne humana, con la Palabra para ser revelada al pueblo. Estaba ungido con el Espíritu Santo.

Por lo tanto, dondequiera que Moisés iba, la Columna de Fuego también iba. Y el pueblo que tenía a Moisés pues tenía la Columna de Fuego, tenía al Ángel del Pacto, al Ángel de Jehová.

Ahora: “TODO DEPENDE DE LA PALABRA DE DIOS”.

La Palabra de Dios para cada edad es la Palabra creadora de Dios, para Dios crear lo que Él predestinó en Su Programa para crear.

Él ha prometido tener hijos e hijas, pero por creación divina: por medio de la Palabra creadora siendo hablada por el Espíritu Santo a través del mensajero de cada edad. Ese es el orden para la Obra creadora de Dios en medio de la Iglesia de Jesucristo; por lo tanto, todo depende (¿de qué?) de la Palabra.

Por eso la Palabra, que es la Espada de dos filos, es la que corta a cada hijo e hija de Dios, a cada persona como un hijo e hija de Dios; corta esas piedras y las coloca en el Templo espiritual de Cristo, como hijos e hijas de Dios.

“Dios puede levantar hijos de estas piedras”[21], dijo Juan el Bautista. Y los hijos e hijas de Dios están tipificados en piedras vivas; como Cristo, el Hijo de Dios, que también dice la Escritura que es la Piedra no cortada de mano[22], es la Piedra del Ángulo, es la Piedra que los edificadores desecharon[23].

Y estaba tipificado en la roca o piedra o peña que hirió Moisés con su vara, y dio agua al pueblo[24]. Y la segunda roca que hirió[25], también tipifica a Cristo, que es la Roca que seguía al pueblo hebreo. Por eso Cristo, la Roca, el Ángel del Pacto, dijo: “Yo estaré sobre la Roca”. ¿Ven?

Ahora, estos son misterios del Reino de Dios, del mundo espiritual, del mundo invisible, y son materializados aquí en la Tierra.

Por lo tanto, todo depende de la Palabra de Dios, del Verbo, el Verbo que era con Dios y era Dios.

Y Su Palabra, Su Mensaje, Él manifestándose en un velo de carne, lo coloca ahí (Su Mensaje); y de ese velo de carne lo trae el Espíritu Santo al pueblo, porque ese mensajero habla ungido e inspirado por el Espíritu Santo; y por consiguiente, es el Espíritu Santo hablando a través de un hombre.

Por eso Cristo dijo a Sus discípulos que cuando los tomaran presos, y los llevaran ante jueces o concilios o reyes, no pensaran qué ellos iban a decir, porque el Espíritu Santo iba a poner palabras en su boca, o sea, iba a hablar a través de ellos; no pensaran en lo que ellos iban a decir, porque iba a ser ¿qué? Dios, el Espíritu Santo, hablando a través de ellos[26].

Ahora, tenemos la promesa para el Día Postrero que la Palabra, el Verbo, se hará carne de nuevo. Y ese es un misterio grande, porque el reverendo William Branham dijo: “Cuando este Espíritu Santo que tenemos llegue a encarnarse, el que está en nuestro medio ahora en la forma de Espíritu Santo, cuando Él llegue a ser encarnado en la Persona de Jesucristo, entonces nosotros le coronaremos ‘Rey de reyes y Señor de señores’”[27].

¿Ven? Lo que no hizo el pueblo hebreo cuando Cristo entró en Su entrada triunfal, lo va a hacer la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero.

Ahora, ¿saben ustedes una cosa? Que en Su Primera Venida Él no vino como Rey; pero tenía que tipificar Su Segunda Venida también. Y ahí no vamos a explicar mucho.

Por eso Él dijo: “Ustedes no me verán más”, ¿hasta cuándo? Capítulo 21… no, capítulo 21 o 22 de San Mateo (ahora les voy a decir el lugar)… Capítulo 21… Vamos a ver si estamos correctos, si no… El 23, verso 37 al 39, dice:

“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!

He aquí vuestra casa os es dejada desierta.

Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor”.

Y eso es para Su Segunda Venida. Eso es para Su Segunda Venida.

Ahora, vamos a dejar eso quietecito ahí, para que no se interrumpa el Programa que Él tiene para el cumplimiento de esa promesa.

Ahora, todo lo que Dios ha hecho lo ha hecho por medio de Su Palabra, el Verbo; todo lo que Dios ha hecho lo ha hecho por medio de Cristo en Espíritu Santo, en Su cuerpo angelical. Y todo lo que Él está haciendo lo está haciendo en la misma forma.

Y aun las cosas que Dios hizo estando Jesús en Su cuerpo de carne aquí en la Tierra, las hizo Dios por medio de Su Espíritu, que es el Verbo que era con Dios, por medio de Su cuerpo angelical; y fue Dios por medio de Su cuerpo angelical el que obró a través de Jesús.

Por eso Jesús decía: “Yo no hago nada de Mí mismo, sino que el Padre que mora en Mí, Él hace las obras”[28]. Él también decía: “No hablo nada de Mí mismo”[29]. Por lo tanto, no eran palabras de Jesús, sino del que estaba dentro de Él: del Padre; del Padre, Dios el Padre, por medio del Verbo, por medio del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, por medio del Espíritu Santo en Jesús.

Y todo lo que Dios ha hecho en medio de la Iglesia de Jesucristo ha sido por medio del Verbo, por medio de la Palabra, que es el Verbo, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, el cual es Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia.

Y todo lo que Él está haciendo en nuestro tiempo es en la misma forma.

Y la Palabra que Él dio en el pasado fue la Palabra del Padre a través de Su Espíritu Santo, a través del Verbo, a través del Ángel del Pacto. Y la Palabra que Él está dando en nuestro tiempo es la Palabra del Padre a través del Verbo que era con Dios y era Dios, a través de Cristo en Su cuerpo angelical.

Esa es la Palabra creadora de Dios para crear la parte final de la nueva raza del Cuerpo Místico de Cristo, y luego darnos el cuerpo físico glorificado.

Por lo tanto, así como Él por medio de Su Palabra, el Evangelio de Cristo, que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo en Su Obra de Redención, ha estado llamando y juntando Sus escogidos, y realizando una Nueva Creación, creando una nueva raza en el mundo espiritual, en la sexta dimensión…; para luego, cuando termine esa etapa o fase de creación en el mundo espiritual, entonces crear la parte física, que será los cuerpos físicos eternos, inmortales y glorificados, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador; para así ser eternos como Jesucristo, y ser a Su imagen y a Su semejanza.

Por eso es que no le podemos ni quitar ni añadir a la Palabra de Cristo, porque es la Palabra del Padre dada por medio de Cristo en Su cuerpo angelical, dada por medio de Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia de edad en edad, a través del mensajero de cada edad. Y todo depende de la Palabra de Dios.

Ahora, Él ha estado dándonos esa Lluvia Temprana del Evangelio de la Gracia, que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo, y que produce esa Nueva Creación en la sexta dimensión, en el mundo espiritual.

Pero para el tiempo final tenemos la promesa que nos dará la Lluvia Temprana y también la Lluvia Tardía: las dos Lluvias. O sea que nos dará la Palabra revelada del Evangelio de Cristo, que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo, y también nos dará la Palabra revelada del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo.

La Palabra creadora para obtener el cuerpo físico glorificado es la Palabra creadora del Evangelio del Reino, que es la Palabra creadora que Cristo hablará (Dios por medio de Cristo, por medio del Ángel del Pacto) a través del instrumento que Él tenga en este tiempo final.

Y los escogidos verán dónde estará esa Palabra creadora, y escucharán la Voz de Cristo, el Buen Pastor, por medio del velo de carne que Él tenga en este tiempo final. Ellos conocen Su Voz.

No escucharán otra voz, sino la Voz de Cristo, el Hijo del Hombre, el Hijo de Dios, hablándonos la Palabra creadora del Evangelio de la Gracia y la Palabra creadora del Evangelio del Reino, en la revelación divina correspondiente a este tiempo final, en la edad correspondiente a este tiempo, que es la Edad de la Piedra Angular.

Y el grupo de escogidos de este tiempo final será el único grupo que tendrá la revelación de la Lluvia Temprana: la revelación de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario; y la revelación de la Segunda Venida de Cristo en Su Obra de Reclamo; revelación que no tuvo el pueblo de Dios de edades pasadas, solamente tuvieron las profecías.

Pero la revelación divina de todo el Programa Divino correspondiente a la Segunda Venida de Cristo, solamente lo tendrá el grupo de escogidos de este tiempo final.

Y con esas dos Lluvias, el grupo de escogidos del Día Postrero obtendrá no solamente la transformación espiritual, en donde obtenemos el cuerpo angelical, sino que también obtendremos la transformación física, en donde obtendremos el cuerpo físico glorificado.

Por eso, todo depende de la Palabra de Dios; y por consiguiente, todo depende de Cristo, el Verbo, la Palabra, el cual de etapa en etapa se hace carne en el mensajero de cada edad en forma temporera; pero en el Día Postrero se hará carne, y permanecerá con ese velo de carne, y lo transformará, y lo adoptará en Su Reino.

Así como el Padre habló por medio de los profetas, por medio de Su Espíritu Santo, por medio del Ángel del Pacto, y luego se hizo carne; y ese velo de carne lo glorificó, y se sentó a la diestra de Dios en el Reino celestial, en el Trono de Dios.

Y Cristo adoptará al último mensajero que Él tendrá, el cual será un mensajero dispensacional; y ese será el que en todo el sentido de la Palabra y de la promesa se sentará con Cristo en Su Trono.

Así como fue el Ángel de Jehová el que se sentó con el Padre en Su Trono, el Ángel de Cristo será el que se sentará con Cristo en Su Trono.

Dios habló por medio de diferentes profetas a través de Su Espíritu Santo, pero después habló por medio de Jesús, en el cual Dios estaba en toda Su plenitud.

Y Cristo, por medio de Su Espíritu Santo, ha hablado por medio de Sus diferentes mensajeros, los apóstoles y los siete ángeles mensajeros; pero luego estará hablando por medio de Su Ángel, el Ángel del Señor Jesucristo, y a través de ese Ángel nos dará toda la Palabra revelada correspondiente a este tiempo final; y lo adoptará… A través de ese Ángel llamará a los últimos escogidos correspondientes a la Iglesia del Señor Jesucristo; y después llamará al pueblo hebreo también.

Porque a través de ese Ángel estará la Palabra de Dios prometida para este tiempo final, y en Él estará encarnada la Palabra, el Verbo; el Verbo estará hecho carne en el Día Postrero.

Por lo tanto, eso será el Espíritu Santo, como dijo el reverendo William Branham:

[142]. Cuando este Espíritu Santo que tenemos llegue a encarnarse, el que está en nuestro medio ahora mismo en la forma del Espíritu Santo, cuando Él llegue a ser encarnado en la Persona de Jesucristo, entonces nosotros le coronaremos como ‘Rey de Reyes y Señor de Señores’”.

Eso está en la página 134 del libro de Los Sellos.

Y en la página 146 [párr. 192] dice que cuando el diablo sea echado del Cielo y descienda a la Tierra, se encarnará en un hombre, o sea, en el anticristo. Dice: “Y el Espíritu Santo sube y viene encarnado en un hombre”.

Así que la promesa es que el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, estará en la Tierra con un velo de carne. El mismo que se ha manifestado a través de los apóstoles y a través de los diferentes ángeles mensajeros, y tuvo un velo de carne temporero en cada edad, para el Día Postrero tendrá un velo de carne, y adoptará a ese instrumento que Él tenga; y entonces tendremos el cumplimiento de lo que Él prometió.

Lo adoptará; y ahí comenzará la adopción de todos los hijos de Dios; y la adopción es la redención del cuerpo, nuestra transformación.

Así que todo depende de la Palabra de Dios, porque la Palabra de Dios es la Palabra creadora.

Por eso el reverendo William Branham dijo que la Tercera Etapa es la Palabra. Él dijo: “La Tercera Etapa es hablando la Palabra”[30].

Por eso cuando él vio en la Visión, la Visión de la Carpa, y todo lo que allí estaba sucediendo, vean, las personas venían al altar y recibían a Cristo con sus manos levantadas al Cielo; y todo eso es una Obra de la Palabra creadora de Dios.

Y luego las cosas que sucedían en el cuartito pequeño; lo cual no fue un espectáculo público, por lo tanto nadie sabía cómo sucedía[31]; pero es una Obra creadora de Dios, por lo tanto, es una Obra de la Palabra creadora de Dios.

Cuando nos dio una muestra de la mano poderosa de Dios, y de lo que será la Tercera Etapa, él mostró cinco grandes manifestaciones de Dios a través de él; y en todas esas cinco ocasiones él tuvo que hablar la Palabra[32]. ¿Ven? Pero no era una palabra humana, era la Palabra creadora de Dios en la boca de un hombre.

Por lo tanto, ese misterio es el que en la Edad de la Piedra Angular estarán viendo los escogidos de Dios siendo manifestado, y Dios creando, trayendo a existencia, lo que ha sido prometido para la Iglesia del Día Postrero. Por lo tanto, hay grandes bendiciones de parte de Dios; pero todo depende (¿de qué?) de la Palabra de Dios.

Dios estará hablando, porque por medio de Su Espíritu, por medio de Cristo en Espíritu Santo, Dios estará hablando a través de carne humana, y estará creando, haciendo realidad todo lo que está prometido para nuestro tiempo.

Y esa es la promesa divina que la Iglesia-Novia de Jesucristo ha estado esperando todo el tiempo: que Dios vindique Su Palabra prometida, lo que Dios ha prometido para nuestro tiempo, lo haga una realidad.

Y esa Palabra prometida, esa promesa para esta hora, es la que traerá a realidad, a cumplimiento, todas las promesas de Dios hechas para la Iglesia de Jesucristo para este tiempo final, y para el pueblo hebreo.

Bajo el cumplimiento de lo que Dios ha prometido para nuestro tiempo vendrá la Palabra creadora siendo hablada; y Dios estará creando, trayendo a realidad, todo lo que Él ha prometido para nuestro tiempo.

Por lo tanto, todo depende ¿de qué? De la Palabra de Dios; que sea revelada, sea hablada; y para eso tiene que encarnarse en un hombre en este tiempo final.

Tiene que venir encarnado el Verbo, porque el Verbo y por medio del Verbo es que Dios lleva a cabo Su Obra de Creación; y tiene que manifestarse por medio de carne humana en el Día Postrero. Así que todo depende de la Palabra de Dios.

Por eso es que así como en edades pasadas vino la revelación divina al mensajero de cada edad, y el mensajero la habló, y Dios creó lo que Él tenía en Su Programa para esa edad, lo hizo una realidad, y llamó y juntó los escogidos de esa edad, así es también para nuestro tiempo.

No hay otra Palabra con la cual Dios pueda llamar y juntar Sus escogidos, y llevar a cabo esa creación de este tiempo final, sino con la Palabra correspondiente a nuestro tiempo, velada y revelada a través de carne humana; porque donde esté la Palabra para cada edad o dispensación, estará velada; y estará revelada a través del velo de carne en el cual esté velada.

Ninguna otra persona podrá hablar esa Palabra y cumplirse lo que Dios ha prometido, porque en ninguna otra persona se velará para revelarse; solamente en el mensajero correspondiente a cada tiempo es que se vela y se revela la Palabra prometida para cada edad.

Cuando el pueblo ha estado esperando la revelación de algo para ese tiempo, tiene que entender que tiene que velarse esa Palabra para luego revelarse al pueblo a través de un velo de carne. Ese es el orden divino, y Dios no va a cambiar ese orden porque alguna persona interprete las cosas de otra manera.

Por lo tanto, Él ha continuado obrando en la misma forma todo el tiempo. Y todo dependió de la Palabra de Dios, y todo depende de la Palabra de Dios, y todo dependerá de la Palabra de Dios.

“TODO DEPENDE DE LA PALABRA DE DIOS”.

Por medio de la Palabra de Dios siendo hablada, los grandes milagros y maravillas se llevan a cabo, como se llevaron a cabo en tiempos pasados; y peticiones fueron contestadas, y peticiones serán contestadas también.

El reverendo William Branham en una ocasión dice algo muy importante, lo cual nosotros tenemos que comprenderlo para que sepamos cómo Dios estará obrando en este tiempo final. Vamos a ver si lo puedo conseguir aquí para leerlo a ustedes, ya que es un pasaje muy importante. Vamos a ver… Si no, les… se los cito…

En una ocasión, el reverendo William Branham, hablando de poner las manos sobre los enfermos, dijo que él trataba de quitar eso de en medio del pueblo; o sea, que no dependieran del colocar las manos sobre los enfermos; o sea, de que no dependieran de que él colocara las manos sobre ellos, sino que escucharan la Palabra hablada y creyeran de todo corazón.

Esto no lo tengo aquí a la mano rápidamente, pero eso en alguna ocasión se los voy a conseguir para que lo tengan, y así puedan tener un entendimiento mayor de cómo debe ser todo para los gentiles.

Los judíos pedían que pusieran las manos sobre ellos (Jesús); pero el romano dijo: “Di la Palabra, y mi mozo sanará”[33].

Así que solamente con ser hablada la Palabra, la persona debe agarrarse de esa Palabra con la mano poderosa de la fe. Y no importa las circunstancias y los problemas que tenga: mantenerse agarrado, como Jacob se agarró; creer de todo corazón que, así como fue hablado, así se hará realidad.

Aunque de momento parezca que no, que la cosa se empeora, no piense que se está empeorando; piense que está realizándose lo que fue hablado.

1038 – “Yo todo el tiempo he tratado de alejarlos de estas tradiciones de la imposición de manos como lo hacían los judíos. Jairo dijo: ‘Ven y pon Tus manos sobre mi hija para que viva’. El romano dijo: ‘Solo habla la Palabra’. Ese fue el modo de creer del gentil”.

Y esto fue predicado en noviembre 29 de 1963, el mensaje titulado “La súper señal”. Y esa es la forma que se cumplirá cuando la Visión de la Carpa esté cumpliéndose en toda su plenitud. No será de otra forma.

Por eso los que salían sanados del cuartito pequeño, le preguntaban: “¿Cómo sucedió?”. Y ellos decían: “No sé. Lo único que sé fue que sucedió”.

¿Por qué? Porque no era un asunto de poner las manos sobre ellos; porque si pusieran – hubieran puesto las manos sobre ellos, dirían: “Bueno, puso las manos sobre mí, oró, y quedé sano (sano o sanada)”.

Pero ahí, para conservar el secreto, vean ustedes, se tomará en cuenta todo; porque dice Cristo: “Cuando oras, entra en tu cámara secreta, y ora a tu Padre que te ve en secreto; y Él te recompensará en público”[34].

Y el Ángel le dijo al reverendo William Branham que no iba a haber ¿qué? No iba a ser personificada esa etapa, como fue personificada, como fue imitada la Primera y Segunda Etapa, que fue cumplida en el reverendo William Branham: se la imitaron. Se la imitaron y le dieron mucho problema al reverendo William Branham.

Pero por lo que ahí vemos, en el que estará la Palabra hecha carne para el Día Postrero, en el cual se estará cumpliendo esa promesa, tomará todas las precauciones; y no estará dando un espectáculo público, sino que él va a saber cómo y qué debe hablar; y Cristo por Su Espíritu va a poner en su boca lo que deba hablar.

Y él va a saber algunas cosas. Y, de seguro, cuando haga eso, lo más probable, nadie va a escuchar lo que va a hablar, probablemente; para que no imiten. Es probable que no escuchen lo que va a hablar. Aunque después escuchen su voz hablando, pero esa partecita, digamos, apagar el micrófono para que nadie escuche; y no se sabe si la misma persona sobre la cual hablará escuchará.

Recuerden que cuando habló la sanidad divina para la hermana Branham, la hermana Branham no escuchó nada; estaba en otro lugar.

Así que hay un misterio ahí.

Pero no se preocupen, el que tiene que conocer ese misterio que estará operando ahí, lo conocerá. Y no lo va a revelar a nadie, para que ninguno lo imite; para que ni siquiera los mismos compañeros en el ministerio vayan a imitar; o sea que los va a proteger no dejándoles saber ese misterio. No será porque no quiere, sino protegiendo a sus compañeros ministros.

Vean, cuando el reverendo William Branham dio a conocer a los ministros cómo el… todo lo que el Ángel le dijo, exactamente igual, más bien les hizo daño a ellos[35]; les hizo más daño que bien, a ellos y a la Obra del Señor, y al mismo reverendo William Branham; pero Dios tuvo misericordia de él.

No lo criticamos, más bien decimos: en su ignorancia en esa parte, sin saber las consecuencias negativas que iba a causar, sino porque los amaba a todos, quiso que ellos también supieran para que pescaran también.

Y vean, ellos pescaban, pero para echarlos en sus propias cestas: en sus propias cestas de canastas y sus propias sectas religiosas; y el propósito de Dios es que la pesca sea echada en el Reino de Cristo, en el Cuerpo Místico de Cristo.

Bueno, eso lo vamos a dejar quietecito ahí.

Amamos a todas las personas, y queremos que todos se beneficien conforme al Programa Divino; y para eso pues trabajamos en el Programa Divino, sin añadirle ni quitarle a la Palabra de Dios: que permanezca pura la Palabra de Dios para nuestro tiempo, para que continúe el avivamiento de Cristo en medio de Su Iglesia.

Cuando le quitan o le añaden, el avivamiento muere, y el Espíritu se va de en medio de esas personas, se va para otro lugar.

Bueno, el Espíritu se ha ido de edad en edad: se fue del pueblo hebreo a Asia Menor, de Asia Menor a Europa, de Europa a Norteamérica, y ahora ha pasado a la América Latina y el Caribe. Y nos hemos agarrado de Cristo, el Ángel del Pacto, ¡y no lo vamos a soltar hasta que nos bendiga con la transformación de nuestros cuerpos!

Y por cuanto todo depende de la Palabra de Dios, lo vamos a vigilar: a Cristo, al Espíritu Santo, hablando; porque en las cosas que Él estará hablándonos, ahí estará lo que nosotros necesitamos para nuestra transformación.

Así que vamos a vigilarlo ahí, en lo que sea hablado en cada ocasión, porque todo depende de la Palabra. Y tiene que ser hablada la Palabra para poderse materializar, para poderse convertir en realidad, cumplirse lo que Dios ha prometido.

“TODO DEPENDE DE LA PALABRA DE DIOS”.

Ha sido para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “TODO DEPENDE DE LA PALABRA DE DIOS”; porque esa es la Palabra creadora de Dios. Dios no crea a menos que sea por medio de Su Palabra creadora.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. Y que nos continúe hablando Su Palabra, y nos dé por Su Palabra creadora hablada todo lo que nosotros necesitamos escuchar y creer, para que se materialice en nuestras vidas. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Bueno, ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “TODO DEPENDE DE LA PALABRA DE DIOS”.

Oren mucho por la actividad de mañana, Dios mediante, donde esperamos grandes bendiciones de parte de Dios; y en donde esperamos que Cristo llame muchas personas que estén allí presentes escuchando la Palabra de Dios; porque todo depende de la Palabra de Dios. Por eso Él mandó a predicar, a hablar la Palabra, para así ser llamados y juntados los escogidos de Dios; y para nuestro tiempo también.

[San Mateo 24:31] “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos”.

¿Ven? Porque todo depende de la Palabra de Dios. Esa Gran Voz de Trompeta es la Palabra de Dios.

Bueno, nos veremos mañana, Dios mediante, en la actividad de mañana (¿Qué? Mañana es…) viernes, Dios mediante. Cuando hay actividades así durante la mañana como que es domingo.

Pero para nosotros, en cuanto a nosotros como individuos dentro del Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular, nosotros estamos en Domingo, Domingo espiritual, en una Edad de Domingo. Por eso es una edad eterna, una edad que no terminará, porque no se denominacionalizará.

Es la Edad Eterna de la Iglesia del Señor Jesucristo, donde la Palabra es una Palabra eterna también, a la cual no le vamos ni a añadir ni a quitar, para que permanezca pura y permanezca el avivamiento en medio de nosotros; y Dios materialice todo lo que Él ha prometido para todos nosotros y para la Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes.

Bueno, que Dios les bendiga y les guarde; y con nosotros nuevamente el reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar.

Dios les bendiga, y pasen todos muy buenas noches.

“TODO DEPENDE DE LA PALABRA DE DIOS”.

[Revisión agosto 2023 – RM-JR-PP]

[1] Hechos 7:53, Gálatas 3:19

[2] San Juan 5:43

[3] [Hope (en inglés): significa ‘Esperanza’ –Ed.]

[4] Los Sellos, pág. 381, párr. 275

[5] San Juan 8:58

[6] San Juan 14:6

[7] Salmos 104:4, Hebreos 1:7

[8] Éxodo 3:2

[9] Éxodo 33:18-23

[10] Jueces 13:1-20

[11] Josué 5:13-15

[12] 1 Crónicas 21:15-30

[13] Génesis 32:24-30

[14] Hechos 2:36

[15] San Juan 16:28

[16] San Juan 16:13-15

[17] San Juan 1:29

[18] Génesis 1:27

[19] Génesis 2:7

[20] San Juan 14:28

[21] San Mateo 3:9, San Lucas 3:8

[22] Daniel 2:34-45

[23] Sal. 118:22, Hch. 4:11, Ef. 2:20, 1 P. 2:4-8

[24] Éxodo 17:1-6

[25] Números 20:2-13

[26] San Marcos 13:9-11, San Lucas 21:10-15

[27] Los Sellos, pág. 134, párr. 142

[28] San Juan 14:10

[29] San Juan 8:28

[30] Citas, pág. 135, párr. 1206

[31] Citas, pág. 13, párr. 98; pág. 14, párr. 103; pág. 39, párr. 321; pág. 10-B, párr. 87 al final

[32] Compilación de extractos “La introducción de la Segunda Venida de Cristo a Su Iglesia”: Sanidad hermana Meda Branham: págs. 290-295, párrs. 71 -136 ([64-0120] “Sus palabras infalibles de promesa”) / Detiene la tormenta: págs. 281-284, párrs. 86-122 ([63-1110E] “El que está en vosotros”) / Resurrección del pececito: págs. 235-238, párrs. 130-157 ([57-0623] “Cree desde el corazón”) / Creación de ardillas: págs. 238-245, párrs. 33-52 ([59-1123] “Habla a esta montaña”) / Salvación hijos de Hattie Wright: págs. 250-252, párrs. 170-188 ([60-0417M] “Id, decid”)

[33] San Mateo 8:5-8 (RVR1909), San Lucas 7:1-7

[34] San Mateo 6:6

[35] Citas, pág. 12, párr. 97

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