Muy buenas noches, amables amigos y hermanos, ministros, compañeros en el Cuerpo Místico de Jesucristo.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también.
Para esta ocasión leemos en Primera de Pedro, capítulo 5, verso 1 al 4, donde dice:
“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada:
Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;
no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.
Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL PASTOR DE LOS PASTORES”. “EL PASTOR DE LOS PASTORES”.
El Pastor de los pastores es el Príncipe, el principal de los pastores, que es nuestro amado Señor Jesucristo, el cual dijo: “Yo soy el Buen Pastor”.
Y ahora, encontramos que Cristo es el Pastor de los pastores, el Príncipe de los pastores, el principal de todos los pastores; el cual dijo acá, en San Juan, capítulo 10, verso 14 en adelante:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”.
Y ahora, siendo que Jesucristo se identifica como el Buen Pastor, e identifica a todos los que van a escucharlo como las ovejas que el Padre le dio para que les dé vida eterna, vean, aquí también, en San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante, dice:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre uno somos”.
Y ahora, aquí Cristo nos muestra que las ovejas del Padre, dadas a Él, escuchan Su Voz, lo siguen y Él les da vida eterna.
Y ahora, el Príncipe de los pastores, el Pastor de los pastores, hemos visto que es Jesucristo.
Y ahora, así como Cristo pastorea a Su Iglesia como Cuerpo Místico, y pastorea a los miembros de Su Iglesia como ovejas…; porque el Redil de las ovejas es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, todas esas ovejas son pastoreadas por Cristo el Buen Pastor. Y así como Él pastorea esas ovejas, esas personas, esos creyentes como individuos…, vean aquí lo que nos dice en el Salmo 80, verso 1 en adelante; dice:
“Oh Pastor de Israel, escucha…”.
Y ahora, el Pastor de Israel, del pueblo hebreo completo, de la nación hebrea, vean, pastorea a Israel.
“Oh Pastor de Israel, escucha;
Tú que pastoreas como a ovejas a José,
Que estás entre querubines, resplandece.
Despierta tu poder delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés,
Y ven a salvarnos.
Oh Dios, restáuranos;
Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos”.
Y ahora, aquí tenemos una forma establecida por Dios para Israel ser salvo: es por medio del Pastor de Israel, el que pastorea a José, el que está en medio de los querubines, entre los querubines. Y la oración es:
“Despierta tu poder delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés”.
Con este poder divino siendo despertado delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés, entonces Dios regresa para salvar a Israel, para restaurar a Israel: “Haz resplandecer Su rostro, y serán salvos”.
Y ahora, Efraín (hijo de José) es tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo; Benjamín es tipo y figura de los 144.000 hebreos; y Manasés es tipo y figura de Israel.
Ahí tenemos delante de quién (en oración) es pedido que Dios despierte Su poder.
Y aquí Dios despertará Su poder; y esto corresponde a la Tercera Etapa: despertará Su poder delante de Su Iglesia-Novia, delante de los 144.000 hebreos, y luego delante del pueblo hebreo. Y el pueblo hebreo dirá: “¡Esto es lo que nosotros estamos esperando!”.
Y ahora, veamos aquí en el Salmo 67… Leímos este Salmo 80, donde dice [verso 1]:
“Tú que pastoreas como a ovejas a José”.
Y ahora, en el 67 dice, verso 4:
“Alégrense y gócense las naciones,
Porque juzgarás los pueblos con equidad,
Y pastorearás las naciones en la tierra”.
Y ahora, Dios por medio de Cristo va a juzgar a las naciones, como dice el mismo Cristo en San Mateo 25, versos 31 al 46; y apartará a las ovejas de los cabritos, y a los cabritos de las ovejas; hablando de naciones, porque serán reunidas delante de Él todas las naciones. ¿Delante de quién? Vamos a ver: San Mateo, capítulo 25, versos 31 en adelante, dice:
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria (o sea, en el Trono de David),
y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos (y ahí serán juzgadas todas las naciones)”.
Y ahora, todas las naciones, unas son representadas en ovejas y otras son representadas en cabritos.
Y ahora, podemos ver que lo que ha estado moviéndose en la Iglesia de Jesucristo, en donde Cristo, el Pastor, el Príncipe de los pastores, el Pastor de los pastores, ha estado pastoreando Sus ovejas que el Padre le dio: individuos; ahora, luego que complete Su Iglesia, va a pastorear a las naciones en ese Reino Milenial; a unas las colocará como ovejas; y a los que coloque como cabritos… Vamos a ver qué será el futuro de las ovejas y el futuro de los cabritos. Verso 34 dice:
“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.
Los de la derecha son las ovejas: son naciones (ovejas) representadas en ovejas; y las ovejas que el Padre le dio a Cristo, Cristo dice, hablando de personas como individuos: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen”.
Y aquí, naciones como ovejas, son naciones que escucharán la Voz de Cristo, el Buen Pastor, el Pastor de los pastores, y seguirán al Buen Pastor; y por consiguiente, entrarán a formar parte de ese Reino Milenial de Cristo, donde serán pastoreadas con todos los alimentos que necesitan las naciones para ser naciones llenas de la bendición de Dios, y crecer en buena salud espiritual y buena salud física como naciones.
Ahora, veamos lo que pasará con las otras naciones. Dice [verso 40]:
“Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”.
Y ahora, miren aquí: en Apocalipsis, capítulo 19, verso 20 en adelante, dice:
“Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.
Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos”.
El verso 19 de este capítulo 19, dice:
“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército”.
Y ahora vean, estos reyes con sus naciones y sus ejércitos, tendrán un fin muy triste: serán echados a ese lugar que fue dicho aquí en San Mateo, donde dijo [San Mateo 25:41]:
“Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”.
Para el mismo lugar que está preparado para el diablo irán esas naciones representadas en cabritos, que no actuaron como tenían que actuar.
Miren, también aquí, en Apocalipsis, capítulo 20, verso 1 en adelante, dice:
“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.
Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;
y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo”.
Ahí podemos ver también el lugar que le corresponde al diablo, y por consiguiente a las naciones que serán tenidas como naciones cabritos o cabritas.
También en el capítulo 17, verso 11 en adelante, dice [Apocalipsis]:
“La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.
Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.
Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.
Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.
Y ahora, ahí podemos ver que habrá para el tiempo final un enfrentamiento; y todas las naciones y sus reyes que se pondrán en contra de Cristo…; porque esas naciones estarán unidas al anticristo, al hombre de pecado; por consiguiente, el anticristo y esas naciones que estarán con él, tendrán un fin muy triste: serán echadas al fuego, donde será echado el diablo, conforme a las profecías bíblicas.
Pero ahora veamos en el futuro glorioso de las naciones y también de los individuos representados en ovejas, miren lo que sucederá aquí: los escogidos, miembros de la Iglesia de Jesucristo de edades pasadas, van a estar en Israel viviendo, y estarán allí en una posición muy alta con Cristo; porque donde esté el Rey, ahí tiene que estar la Reina también.
En el capítulo 34 de Ezequiel, versos 23 en adelante, dice:
“Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor.
Yo Jehová les seré por Dios, y mi siervo David príncipe en medio de ellos. Yo Jehová he hablado.
Y estableceré con ellos pacto de paz”.
Y aquí, cualquier persona que lee, dice: “David volverá a ser el rey de Israel”. Y entonces la promesa para el Mesías: que será el Rey, que se sentará en el Trono de David, ¿dónde queda? Vamos a ver entonces un poco más. Vamos a leer ahora el 37 de Ezequiel; verso 22 en adelante dice:
“… y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos.
Ni se contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios.
Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor (¿Quién es ese pastor? El Príncipe de los pastores, el Pastor de los pastores); y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra.
Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre”.
Y ahora, aquí dice:
“Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre.
Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
Y sabrán (todas) las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre”.
Y ahora, en este pasaje también, parece como que David volverá a estar como rey sobre Israel, porque aquí dice:
“… y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios.
Mi siervo David será rey sobre ellos”.
Y más abajo dice… Ese es el verso 24. Y más abajo dice [verso 25]:
“… y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre”.
Es que Dios confirmó a David el Reino de Dios y el Trono de Dios, para que David fuera rey del Reino de Dios y se sentara sobre el Trono de Dios terrenal. Pero David murió; pero Salomón es Salomón ben David: ‘Salomón hijo de David’; continúa, lleva el título de David. Y así cada rey en Israel llevaba el título de David, era hijo descendiente de David.
Y por eso, cuando se nos habla de que Dios levantará un Renuevo a David[1], ese es el Mesías-Príncipe. Y por lo tanto, la promesa de que será ese el Hijo de David, vean, ese será el que llevará el título de Hijo de David, el título de Rey, el título dado para todos los descendientes de David que serían reyes; y por consiguiente, cada uno de esos que ocuparían el trono, por Decreto Divino serían rey sobre Israel.
Pero ahora ya han transcurrido todos esos reinados de esos descendientes de David, y ahora el Reino de David no está establecido en la Tierra, y el Trono de David no está gobernando sobre Israel.
Pero la promesa es que el Hijo de David, que es el Pastor de los pastores, el Cristo, el Mesías, se sentará en el Trono de David y reinará sobre Israel.
Por eso, vean ustedes, ahora encontramos que el Arcángel o Ángel Gabriel le habla a José, y le dice a José en el capítulo 1, verso 20 en adelante, de San Mateo: “José, hijo de David”. Eso sería José ben David, porque ben es ‘hijo’.
Y ahora, por cuanto José es descendiente del rey David por la línea de Salomón… Y luego, a María, que es descendiente de David por la línea de Natán, el Ángel o Arcángel Gabriel le dice que va a tener un hijo ella, y sería llamado Hijo de Dios, Hijo del Altísimo, “y el Señor Dios le dará el Trono de David Su padre; y reinará sobre Su pueblo, sobre Israel, para siempre; y Su Reino no tendrá fin”[2].
Y ahora, el que obtiene el título de David o Hijo de David es ese niño que va a nacer. Ese es El David que se sentará en el Trono de David y en el Reino de David, y tomará el Reino de David y gobernará sobre el pueblo hebreo. Ese es El David, el David mayor que el David literal; y por consiguiente ese será el que llevará el título de David.
Es como: en el imperio romano estaba un emperador, digamos, Julio César; y luego, los otros que venían, también tenían el título de César: “El César”, pero tenían otro nombre; pero el título de rey, de emperador, era “César”.
Por eso en los días de Jesús, cuando los judíos escuchan a Pilato que les dice: “¿Qué haré con vuestro Rey? ¿He de crucificar a vuestro Rey?”, los líderes religiosos incitan al pueblo y todos dicen: “No tenemos rey sino a César”[3].
Y vean ustedes, ahora no querían al Rey David, al David, sino al César; no querían al que tenía el título de David, sino el que tenía el título del César, el César. Querían al César y no al David.
Y, por consiguiente, al querer al César tenían que aceptar todo lo correspondiente a ese reino del César, incluyendo la religión del César, la religión de ese imperio del César, que es la religión babilónica, la religión de “el dios de las fortalezas”, de la cual habla Daniel en una de las profecías[4].
Y ahora, hemos visto el por qué —hablando del Mesías-Príncipe, el cual se sentará sobre el Trono de David y gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y pastoreará las naciones— le llama: “Mi siervo David”. ¿Por qué? Porque lleva el título de David, de Hijo de David.
Por lo tanto, lleva el título de David, y ese es David, aunque Su Nombre es Señor Jesucristo, pero ese es El David del cual está profetizado que pastoreará al pueblo hebreo y a todas las naciones.
Vean, cuando… Vamos a dejar eso quietecito ahí. Era con relación al título de rey y sacerdote babilónico, el cual Attalus III lo pasó a Roma, y por consiguiente al emperador. Pero vamos a dejar eso ahí quietecito. El emperador después llevaba ese título también, y por eso era rey o emperador, y también sacerdote, y por consiguiente reclamaba o exigía adoración como dios.
Ahora, el título de David: título de Rey, título que por Decreto Divino tiene la autoridad de parte de Dios para gobernar sobre el pueblo hebreo y sobre todo el mundo, sobre todas las naciones.
Por eso en siglos pasados hubo naciones y familias que mezclaron su familia con descendientes del rey David: porque querían que entre ellos naciera un heredero al trono de la nación a la cual ellos pertenecían, y que fuera —por consiguiente— un rey que por Decreto Divino tuviera autoridad para gobernar sobre esa nación, sobre las demás naciones y sobre el pueblo hebreo; porque tendría entonces el título de David, de Hijo de David.
Ahora, encontramos que ese es el título que corresponde a Cristo; por eso lo llamaban: “Jesús, Hijo de David”[5].
Ahora, hay un misterio ahí, porque Cristo se identifica como el León de la tribu de Judá y también como el que tiene la llave de David. Por consiguiente, Él es el que dará comienzo a ese Reino Milenial y Él es el que establecerá ese Reino Milenial, porque Él tiene la llave de David; porque Él es el heredero a ese Reino y a ese Trono, y por consiguiente Él tiene ese título de David o Hijo de David.
Por lo tanto, el Rey Milenial o del Milenio no será Jesús el César, sino Jesús el Hijo de David o El David, prometido para gobernar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y pastorear a Israel y a todas las naciones en todas las cosas: en lo espiritual y en lo material también; en todos los aspectos de la vida de las naciones y de los individuos también.
Ese es el Pastor de los pastores: nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahí vamos a concluir, porque mañana tenemos actividad en la mañana, y esperamos grandes bendiciones de parte de Jesucristo nuestro Salvador.
“EL PASTOR DE LOS PASTORES”.
Hemos visto que ese es nuestro amado Señor Jesucristo, llamado el Hijo de David o El David o David. Aunque Su Nombre es Señor Jesucristo, es llamado proféticamente también David.
Leemos aquí esta Escritura ya para terminar: capítulo 2, verso 25 [Primera de Pedro]:
“Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas”.
Y en el capítulo 7 del Apocalipsis nos dice, verso 14 en adelante dice:
“Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;
porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará (¿Quién es el Pastor? Jesucristo, el Cordero de Dios), y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”.
Aquí podemos ver quién es el Pastor de los pastores, el que pastoreará; así como ha pastoreado espiritualmente nuestras almas durante la Dispensación de la Gracia, en la Dispensación del Reino pastoreará físicamente a todas las personas y a todas las naciones, incluyendo a Israel.
Y en Israel estará el Trono de Dios, y por consiguiente Jerusalén será la Capital del mundo, y el territorio de Israel será el Distrito Federal; y el Reino cubrirá todas las naciones.
Cristo gobernará sobre todas las naciones como el Príncipe de los pastores, el Pastor de los pastores, el Rey de reyes y Señor de señores, el Hijo de David, el David mayor.
“EL PASTOR DE LOS PASTORES”.
Con nosotros nuevamente el reverendo Miguel Bermúdez Marín.
Mientras él llega, la introducción al Milenio la hace el Principie de los pastores, el Séptimo Sello.
Puede venir Miguel ya… él siempre espera el postre, pero este ha sido el postre.
Así que Dios te bendiga, Miguel, y te use grandemente en Su Obra en este tiempo final; y les bendiga grandemente a todos ustedes también; y a mí también; y nos permita ver la introducción a ese Reino Milenial, y nos permita tener parte en esa introducción al Reino Milenial, y nos permita comprender y ver el movimiento milenial. Y ahí lo vamos a dejar quietecito.
En alguna ocasión continuaremos hablando de estas cosas, y veremos en qué edad o etapa – a qué edad o etapa corresponde el movimiento milenial.
Así como el movimiento de la primera edad, ¿a qué tiempo y en qué edad y a qué edad correspondía? A la primera edad, la Edad de Éfeso. Y así por estilo, el movimiento y avivamiento para cada edad corresponde a cada edad y se lleva a cabo en cada edad.
Luego veremos el movimiento, el avivamiento del Día Postrero. El Día Postrero es el séptimo milenio, entonces veremos a qué milenio corresponde el avivamiento del Día Postrero, o sea, del milenio postrero. Y ahí veremos que ese avivamiento será el movimiento milenial para la introducción a ese Reino Milenial. Pero de eso vamos a hablar en otra ocasión, cuando tengamos más tiempo.
Y luego vamos a ver también lo que Dios está haciendo y preparando para esa bendición tan grande que Él ha prometido para individuos y para el pueblo hebreo, y para naciones que van a entrar al Reino Milenial de Cristo.
Bueno, por aquí vamos a tener al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos. Hasta mañana, Dios mediante.
“EL PASTOR DE LOS PASTORES”.
[Revisión agosto 2025]
[1] Jeremías 23:5, 33:15
[2] San Lucas 1:26-33
[3] San Juan 19:14-15
[4] Daniel 11:38-39
[5] Mt. 9:27, 20:30; Mr. 10:47; Lc. 18:38