Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes aquí en Valencia, Venezuela. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Que Dios les bendiga grandemente a cada uno de ustedes presentes y los que están en diferentes naciones conectados con esta transmisión, con esta actividad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Que Cristo nos abra las Escrituras y el entendimiento para comprender Su Programa para este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para esta ocasión leemos en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, donde nos dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “EL MENSAJE DEL REY.”
Sabemos que el Rey de reyes y Señor de señores es Dios por medio de Cristo nuestro Salvador; y todos en todos los tiempos han deseado escuchar la Voz del Rey de reyes y Señor de señores; y eso es escuchar EL MENSAJE DEL REY. Ese es nuestro tema para la introducción del estudio bíblico del próximo domingo (es la escuela dominical).
Para poder comprender este tema tenemos que saber quién es el Rey: ya sabemos que el Rey es Jesucristo nuestro Salvador; y tenemos que saber cuál es o qué es el Mensaje del Rey.
De edad en edad, a través del Antiguo Testamento y también del Nuevo Testamento, ha venido al pueblo de Dios del Antiguo Pacto, el pueblo hebreo, y luego al pueblo del Nuevo Pacto, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, ha venido el Mensaje del Rey, el Mensaje de Dios.
¿Y cómo ha venido el Mensaje de Dios? Eso es importante entenderlo para poder captar el Programa de Dios y escuchar la Voz de Dios en el tiempo que nos toca vivir.
El Mensaje del Rey es el mensaje correspondiente a cada tiempo, en medio del pueblo hebreo y luego en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo. La Palabra que tiene que cumplirse, que tiene que materializarse para cada tiempo, la cual es traída al pueblo a través del mensajero correspondiente a cada tiempo; y cuando él la proclama ―esa Palabra que le ha sido revelada― se va a materializar en medio del pueblo esa Palabra; y eso será la Obra de Dios para el pueblo. Y el Mensaje que viene, viene alrededor de esa Palabra que se está cumpliendo en medio del pueblo.
El Mensaje es importante para cada persona que está presente en la Tierra, porque esa es la Palabra de Dios, Dios hablando por medio del Espíritu Santo, de Cristo, a través del mensajero correspondiente al tiempo en que las personas están viviendo.
Por ejemplo, si las personas en el tiempo de Noé querían escuchar la Voz de Dios, era sencillo: escuchar a Noé hablando, lo que Dios le reveló que iba a llevar a cabo en aquel tiempo. Aquello era la Voz de Dios. Y cuando Noé la habló, entonces se materializó cada parte en su debido momento. Antes de Noé no podía venir el diluvio, porque Noé era el mensajero que anunciaría el diluvio que vendría para el tiempo de la destrucción del mundo antediluviano.
Cada etapa del Programa Divino y cada etapa de la Palabra de Dios que tiene que materializarse en la Tierra, tiene un instrumento al cual viene esa Palabra, el cual la habla; y cuando la habla, esa es la Palabra de Dios para los seres humanos que viven en ese tiempo.
Mientras no es hablada, todavía no es la Palabra de Dios. Cuando es hablada, viene a ser la Palabra de Dios hablada por el Espíritu de Dios a través del mensajero correspondiente a cada tiempo.
Y las personas que escuchan esa Palabra, ese Mensaje, están escuchando la Voz de Dios, la Voz de Cristo; y el pueblo que está bajo el Pacto vigente para ese tiempo, tiene el Mensaje del Rey, tiene la Palabra de Dios correspondiente a ese tiempo con las promesas hechas para ese tiempo, que se tienen que materializar en ese tiempo.
La lectura que tuvimos en Apocalipsis, capítulo 1, versos 10 al 11, que nos dice… hablando de Cristo; cuando Juan escuchó esa Voz, dice que decía: “Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último.”
¿Quién es el Alfa y la Omega? ¿Quién es el primero y el último? El Señor Jesucristo.
Y es Jesucristo hablando en el Día Postrero, aquí en el libro del Apocalipsis, en la parte que tiene que hablar a Su pueblo, para darle la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Para el tiempo final el Mensaje del Rey está representado en una gran voz de trompeta; está anunciado en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58, como la Trompeta Final; de la cual está dicho que sonará, y los muertos en Cristo resucitarán primero, y luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos transformados.
Eso es una promesa divina para todos los creyentes en Cristo que estarán viviendo en el Día Postrero, y estarán recibiendo – escuchando y recibiendo un Mensaje Divino: el Mensaje del Rey. Ese es el Mensaje que traerá la revelación divina de los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10; o sea que dará a conocer el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.
Alrededor de esas promesas es que Dios estará hablando, revelando, el Mensaje del Día Postrero. En el Mensaje del Rey estará contenido toda la revelación; estará contenida para ser transmitida a la Iglesia del Señor Jesucristo, para darle la fe, la revelación, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Por eso dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, verso 51 en adelante:
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos (recuerden que es un misterio del cual está hablando aquí San Pablo); pero todos seremos transformados…”
Una transformación del cuerpo físico para, de ser mortales, venir a ser inmortales físicamente. Porque ya la inmortalidad espiritual la tenemos, pero nos falta la inmortalidad física; para lo cual necesitamos la transformación. Seremos transformados en nuestros átomos, y por consiguiente tendremos un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado que tiene Jesucristo nuestro Salvador.
Sigue diciendo:
“…en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta.”
“A la Final Trompeta”. Recuerden que cuando Dios habla, está representado en una trompeta hablando. Así como las trompetas que usan los músicos, cuando son usadas por un músico, la persona que sabe de música y escucha, dice: “Está interpretando tal pieza musical.” Pero si lo toma uno que no sabe de música y comienza a tocarla, el que sabe de música dice: “Ese no está interpretando nada, no está… está haciendo ruido. No está dando un sonido cierto, no está diciendo nada. Está haciendo alboroto solamente.”
Primera de Corintios, capítulo 14, versos 7 en adelante, dice… Verso 8 (para leer menos), dice:
“Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?”
Recuerden que las trompetas en los ejércitos, cuando son usadas, dan un sonido para la guerra o un sonido para un acto cívico. En un acto de paz no van a dar un sonido de guerra, porque la preparación es para un momento de paz que están teniendo, llevando a cabo. Y así es en el Programa Divino.
Por eso Dios les ordenó hacer trompetas y les dio la forma de usarlas. Ya el pueblo sabía, conocía el sonido de las trompetas; para tales fiestas se tocaban algunas veces dos trompetas de plata, y así por el estilo.
Y en Levítico, capítulo 23 y verso 24, nos habla de la Fiesta de las Trompetas, del día de la Fiesta de las Trompetas, que corresponde al Mensaje que el pueblo hebreo recibirá en este tiempo final. Y esa Fiesta de las Trompetas se cumplirá cuando se esté sonando el Mensaje para Israel e Israel lo esté recibiendo, se estará viviendo en la Fiesta de las Trompetas.
Es como la Fiesta de la Pascua que llevó a cabo el pueblo hebreo en Egipto, para su liberación y para, por consiguiente, la preservación de la vida de los primogénitos del pueblo hebreo.
Encontramos que luego, todos los años, para la misma fecha el pueblo hebreo, por orden de Dios celebraba, conmemoraba la Pascua, la cual tenía un significado triple: conmemoraba el tiempo en que fue sacrificado el cordero pascual para la preservación de la vida de los primogénitos, y por consiguiente conmemoraba el éxodo que el pueblo hebreo había llevado a cabo y la protección por la sangre del cordero que fue dada a los primogénitos del pueblo hebreo. Luego la conmemoraban anualmente.
Hablaba, por consiguiente, de la parte histórica de la liberación del pueblo hebreo, y de la preservación de la vida de los primogénitos; y luego hablaba del futuro, en donde el Cordero de Dios vendría y daría Su vida en propiciación por nuestros pecados, para la preservación de la vida de los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. O sea, era para la preservación, para vivir eternamente yo, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Pero cuando se sacrificó el cordero pascual literalmente, el animalito, aquello era el tipo y figura; pero cuando Cristo murió, ahí está la realidad de lo que fue reflejado en aquel cordero pascual. Y así encontramos en las diferentes fiestas.
Por ejemplo, la Fiesta de los Tabernáculos conmemora los cuarenta años que el pueblo hebreo estuvo por el desierto habitando en tabernáculos, o sea, en casas de campaña. Y luego eso en la parte profética, para el futuro, está señalando el Reino Milenial, representado en la Fiesta de los Tabernáculos. Tan sencillo como eso.
La Fiesta de la Expiación habla de la Expiación de Cristo, lo cual se llevó a cabo; y cuando el pueblo hebreo recibe el Mensaje para su restauración, se estará cumpliendo para los judíos esa fiesta.
Y la Fiesta de las Trompetas será cuando la Palabra de Dios pase al pueblo hebreo; eso será Dios hablándole al pueblo hebreo, y eso será la Fiesta de las Trompetas cumpliéndose, materializándose, en medio del pueblo hebreo.
La Fiesta para Israel, el Mensaje del Rey para Israel. Y cuando ellos lo escuchen, en el momento correspondiente despertarán, Dios les abrirá el entendimiento y la Palabra, y comprenderán. Pero mientras tanto, el Mensaje del Rey ha estado ―y está― en medio del pueblo hebreo espiritual: en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, hasta que seamos transformados.
Ese es el Mensaje del Rey, representado en la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta. Esa es la revelación del Alfa y Omega, de Cristo en medio de Su Iglesia en el Día Postrero, el cual ha estado en medio de Su Iglesia desde el Día de Pentecostés, hablándole a Su Iglesia por medio de Su Espíritu a través de los diferentes mensajeros correspondientes a cada edad o etapa de la Iglesia.
Si estuviéramos viviendo en el tiempo de San Pablo, estaríamos escuchando el Mensaje del Rey a través de San Pablo, y así por el estilo. Depende en qué tiempo la persona está viviendo.
Todo ser humano ha deseado escuchar la Voz del Rey, el Mensaje del Rey, el Mensaje de Jesucristo, la Voz de Jesucristo ha deseado escucharla. Y miren qué forma tan sencilla Dios tiene para que todos escuchemos la Voz de Cristo, la Voz del Rey en esta Tierra: es por medio de Su Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical en medio de Su Iglesia, hablando por medio de instrumentos humanos de etapa en etapa.
Y para este tiempo final, en que Cristo cambiará de Cordero a León, de Sumo Sacerdote a Rey, también tenemos la promesa de que estaremos escuchando la Voz de Cristo, el Mensaje del Rey.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos; y estaremos orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado; sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento. Para lo cual, puede pasar al frente y estaremos orando por usted en esta ocasión.
Los que están en otras naciones, también pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador para recibirlo, y que Cristo lo reciba en Su Reino, lo perdone y con Su Sangre lo limpie de todo pecado, lo bautice con Espíritu Santo y produzca en usted el nuevo nacimiento.
De todas las decisiones que el ser humano hace en su vida, la más importante es recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. No hay otra decisión más grande que el ser humano pueda hacer en su vida. Es la única que trasciende al Reino de Dios, y por consiguiente a la vida eterna. Las demás decisiones no llevan a la persona a la vida eterna, sino solamente la decisión de recibir a Cristo como único y suficiente salvador.
Para eso es la Voz de Cristo, el Rey de reyes y Señor de señores: para hablarnos directamente a nuestra alma, a nuestro corazón, y que lo recibamos como Salvador para Él darnos vida eterna. Él es el único que puede darnos vida eterna.
Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz, y me siguen, y yo las conozco, y yo les doy vida eterna. El Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. El Padre y yo una cosa somos.” (San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30).
También en San Juan, capítulo 14, verso 6, Él dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” No hay otro camino, no hay otra forma ni otra persona para el ser humano llegar a Dios, solamente por medio de Cristo nuestro Salvador. El Señor Jesucristo mismo es el que lo dice; por lo tanto, no se pueden inventar otra cosa para decir que van a llegar a Dios. Solamente hay un camino para llegar a Dios, y es Jesucristo nuestro Salvador.
Los niños de 10 años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.” [San Mateo 19:14]
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que están viniendo a los Pies de Cristo, aquí y en diferentes lugares de las diferentes naciones.
Con nuestros ojos cerrados y nuestros rostros inclinados:
Padre nuestro que estás en los Cielos, bendito Tu Nombre para siempre. Vengo a Ti con todas estas personas que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Recíbeles en Tu Reino. Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Y ahora repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador:
Señor Jesucristo, escuché Tu Voz, Tu Mensaje, y nació Tu fe en mi corazón.
Creo en Ti con toda mi alma. Creo en Tu Primera Venida. Creo en Tu Nombre como el único nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos. Creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor.
Doy testimonio público de Tu fe en mí, y te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado; y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino. Quiero vivir eternamente Contigo en Tu Reino. Haz una realidad en mí la Salvación que ganaste para mí en la Cruz del Calvario. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y ahora, los que han venido a los Pies de Cristo preguntarán desde lo profundo de sus corazones: “¿Cuándo me pueden bautizar?”
El bautismo en agua es tipológico, es simbólico; porque cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; cuando es sumergido en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es el simbolismo, la tipología del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
El mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista, eso muestra la importancia del bautismo en agua. Cuando nos sumergen en las aguas bautismales, cuando somos bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo, nos estamos identificando con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Tan sencillo como eso.
Es un mandamiento del Señor Jesucristo, el cual Él dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Tan sencillo como eso.
Una de dos cosas pasará siempre en la vida de todo ser humano: o será salvo, o será condenado. Y todos queremos ser salvos, todos queremos la vida eterna, por lo cual recibimos el Mensaje del Rey y hacemos como Dios dice en Su Palabra.
Todos queremos vivir eternamente, y hay la oportunidad para todos vivir eternamente: hay un Proyecto, Programa Divino, para que todos puedan obtener la vida eterna: por medio de Cristo nuestro Salvador, recibiendo Su Mensaje y haciendo lo que Su Palabra dice que tenemos que hacer.
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” O sea que ya desde – estando acá en la Tierra, sabemos cuál es el futuro que tendremos en el Programa Divino todos los seres humanos. Unos serán condenados, y otros serán salvos y vivirán eternamente. Y la persona, por cuanto tiene libre albedrío, le toca hacer esa elección.
El que cree en Cristo dice: “Yo elegí a Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de señores, como mi único y suficiente Salvador; el cual es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo.” Ese es nuestro Salvador y el que nos llevará con Él a la Cena de las Bodas del Cordero, y nos llevará con Él al Reino Milenial y a toda la eternidad.
Por lo cual, bien pueden ser bautizados; y que Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
Dejo con ustedes al misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín, a continuación… Con nosotros el doctor Miguel Bermúdez Marín a continuación.
Dios les bendiga y les guarde; y hasta el próximo domingo, Dios mediante, en la escuela bíblica.
Dios les bendiga y les guarde.
“EL MENSAJE DEL REY.”