Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de Su Palabra, y así ver dónde nos encontramos en el Programa Divino.
Para ver nuestro tema de esta ocasión, que es: “EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN DE LA PALABRA”, leemos en San Juan, capítulo 1 y versos 1 en adelante, donde dice:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.
Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”.
Hasta aquí esta lectura, en donde podemos ver la encarnación de la Palabra cuando nos dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad”.
Y ahora… veamos: “EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN DE LA PALABRA”.
Encontramos que nuestro amado Señor Jesucristo, antes de venir en carne humana aquí a la Tierra, Él estaba en la sexta dimensión; y era conocido como el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto, o Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Encontramos que el Dios Todopoderoso, Creador de los Cielos y de la Tierra, se creó un cuerpo teofánico en el cual habitó; cuerpo que salió de Dios, y en ese cuerpo habitó Dios. Y luego de tener ese cuerpo teofánico, estando en ese cuerpo teofánico creó todo el universo, toda la Creación; aun ángeles, querubines, serafines, todo lo hizo estando en ese cuerpo teofánico.
Y estando en ese cuerpo teofánico, encontramos que es un Hombre de la sexta dimensión. Ese Hombre de la sexta dimensión, llamado el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto, es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, es el Dios Creador de los Cielos y de la Tierra, el único Dios.
Ahora, encontramos que Él creó al ser humano, le dio un cuerpo teofánico primeramente, estuvo allí en la sexta dimensión con Dios (Dios también en Su cuerpo teofánico); y luego le dio un cuerpo de aquí, de esta dimensión terrenal; pero todavía Dios no se había hecho Su propio cuerpo de y en esta dimensión, no se había creado todavía un cuerpo de carne; pero le creó a Adán, primero, un cuerpo de carne, antes de Dios crearse Su propio cuerpo de carne.
Encontramos que allí estaba Adán, una simiente de Dios, una Palabra de Dios, en carne humana manifestado.
Luego de la caída, vean ustedes, el ser humano perdió todos los derechos que tenía: perdió el Título de Propiedad, el cual regresó a la diestra de Dios, y perdió todos los derechos contenidos en el Libro de la Redención, el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante; y Apocalipsis, capítulo 6 (el pasaje completo); y también Apocalipsis, capítulo 8, verso 1; y Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 al 11.
Ahí encontramos el Libro de los Siete Sellos, primero en la diestra de Dios; luego lo toma Cristo, el Cordero de Dios —que es también el León de la tribu de Judá—, y luego lo abre en el Cielo; y luego lo trae a la Tierra en Apocalipsis, capítulo 10, y lo entrega a un hombre para que se lo coma; porque ese es el lugar que Dios estableció para colocar ese Título de Propiedad: un hombre, el ser humano, para que pueda vivir eternamente el ser humano.
Y ahora, para la restauración del ser humano a la vida eterna se requiere el Título de Propiedad; para el ser humano poder vivir eternamente con un cuerpo glorificado, un cuerpo eterno, un cuerpo visible, en el cual y con el cual se podrá manifestar en esta dimensión y en las demás dimensiones.
Y ahora, vean ustedes, será un cuerpo igual al de nuestro amado Señor Jesucristo: seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo; y así estaremos en toda la plenitud manifestados, estaremos en la manifestación de los hijos e hijas de Dios en cuerpos eternos; y eso será la Palabra encarnada en toda Su plenitud en un cuerpo eterno que hemos de tener.
Pero ahora, vean cómo por medio del nuevo nacimiento encontramos que el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, ha venido a nosotros y ha producido el nuevo nacimiento, y nos ha dado un espíritu o cuerpo teofánico, el cual está en nosotros manifestado en carne humana.
De edad en edad ha sido así en los hijos e hijas de Dios, y los ha guiado a toda justicia y a toda verdad, como Cristo había prometido1; y han recibido la Palabra, el Mensaje correspondiente a su edad; y han permanecido en ese Mensaje como evidencia que tienen el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesucristo.
Ahora, miren cómo fue Jesucristo: era el Verbo encarnado. Y hacia eso es hacia donde Cristo dirige a Su pueblo, a Su Iglesia, para que todos seamos la Palabra encarnada en el cuerpo eterno que hemos nosotros de recibir; para que seamos el Verbo en carne humana, el cuerpo teofánico en carne humana en toda Su plenitud, manifestado en un cuerpo eterno que hemos de recibir en el Día Postrero.
Ahora, Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 3, verso 14, que Él es el principio de la Creación de Dios, de esa Nueva Creación, de esa nueva raza que comenzó con Cristo, el segundo Adán; porque la primera raza, la raza antigua, que comenzó con Adán: cayó y perdió los derechos a la vida eterna.
Y ahora, para el ser humano tener los derechos de la vida eterna y todos los demás derechos restaurados, y el Título de Propiedad restaurado, se necesita nacer de nuevo, nacer en una Nueva Creación: nacer en esta Nueva Creación que desciende de Cristo, ya no por Adán, sino por medio del segundo Adán, que es nuestro amado Señor Jesucristo, el cual, vean ustedes, es nada menos que el Verbo que se hizo carne y habitó entre los seres humanos como Cordero de Dios, y llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Vean todas las cosas que hizo el Verbo hecho carne en aquel cuerpo inmortal e incorruptible que fue creado en el vientre de María por Dios, por el Espíritu Santo, y nació por medio de la virgen María; pero fue Dios el que lo creó allí: creó una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula, esa célula de sangre, y formó el cuerpo de Jesús.
Por eso la Sangre que fue derramada en la Cruz del Calvario fue la Sangre de Dios, fue Sangre Divina; porque sangre humana, sangre de seres humanos, que habían venido por medio del nacimiento a través de un hombre y de una mujer, por medio de la unión de un hombre y de una mujer teniendo intimidad, no servía esa sangre, porque era una sangre contaminada con el pecado.
Se necesitaba una Sangre perfecta, que no fuera contaminada con el pecado; y esa Sangre la encontramos en el Cordero de Dios, nuestro amado Señor Jesucristo; la cual fue derramada en la Cruz del Calvario, esa Sangre Divina, esa Sangre de Dios, y nos redimió de nuestros pecados; llevó nuestros pecados y nos lavó de nuestros pecados con Su Sangre preciosa, y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad, nos dice Apocalipsis, capítulo 5, versos 8 al 10.
Y también nos dice Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 al 6, que reinaremos con Cristo como reyes y sacerdotes por mil años. Y luego ¿qué? Pues luego continuaremos reinando por toda la eternidad; porque el Reino de Cristo es un Reino eterno, que no se corromperá y que no será dejado para otro pueblo; porque ese es el Reino de Cristo con Su pueblo, Su Iglesia, Sus escogidos, que han sido lavados en la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo, y han lavado sus vestidos en la Sangre de Jesucristo, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, limpiando de sus vestiduras el pecado que han tenido los hijos de Dios.
Ahora, vean cómo Cristo tiene un Programa, el cual ha estado llevando a cabo en beneficio de cada uno de ustedes y también de mí, para que todos podamos ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, y podamos ser la encarnación de la Palabra, del Verbo, en toda Su plenitud en un cuerpo eterno.
Ahora, el Verbo, la Palabra, el Verbo, nuestro cuerpo teofánico, se manifiesta en nuestro cuerpo mortal. Es una manifestación del Verbo a través de carne humana, cuando hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador y hemos recibido Su Espíritu Santo.
Pero el Verbo estará encarnado en toda Su plenitud en un cuerpo eterno, que está prometido por Dios para ser recibido en el Día Postrero por todos los escogidos de Dios lavados en la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo y llenos del Espíritu de Cristo.
Y ahora, vean ustedes cómo esto va moviéndose de edad en edad, de etapa en etapa; y cómo los escogidos de Dios, al creer en Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Jesucristo y recibir Su Espíritu Santo: vienen a ser nuevas criaturas, nuevas criaturas creadas por Dios, por medio de Su Palabra y de Su Espíritu; y así es como pertenecemos a esa Nueva Creación de la cual Jesucristo es el principio2.
Y estamos pasando de etapa en etapa, así como Cristo antes de tener Su cuerpo físico aquí en la Tierra estaba viviendo en Su cuerpo teofánico…; porque antes de venir a la Tierra y venir con vida eterna, hay que pasar por la sexta dimensión, que es el Paraíso, y obtener el cuerpo teofánico en esa dimensión, lo cual Cristo obtuvo allá.
Vean ustedes, Dios tuvo Su cuerpo teofánico, el cual salió de Él por creación, y luego se creó un cuerpo físico aquí en la Tierra, en el vientre de María.
Y ahora, vean, todo hijo de Dios, para vivir eternamente en un cuerpo eterno, tiene que pasar por la sexta dimensión antes de tener su cuerpo eterno aquí en la Tierra. Y eso es lo que ha estado sucediendo de edad en edad: Cristo ha estado creando el nuevo cuerpo, dándonos ese cuerpo eterno de la sexta dimensión, que es la teofanía, ese cuerpo que se le llama también “el Ángel de Jehová que acampa en derredor de los que le temen y los defiende”3. Ese es el cuerpo teofánico que recibimos cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador y recibimos Su Espíritu Santo.
Y luego, para el Día Postrero, recibiremos el cuerpo eterno —como Cristo ha prometido— cuando hasta el último de los escogidos haya recibido a Cristo como su Salvador y haya entrado al Cuerpo Místico de Cristo, recibiendo Su Espíritu Santo; y haya entrado a ese Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular; porque es en la Edad de la Piedra Angular que entran los últimos escogidos de Dios.
Ya los escogidos de edades pasadas tuvieron su tiempo y entraron al Cuerpo Místico de Jesucristo; y solamente falta la entrada en toda su plenitud de los escogidos de Dios del Día Postrero en la Edad de la Piedra Angular.
Y cuando se complete ese número de escogidos de la Edad de la Piedra Angular, habrá entrado hasta el último de los escogidos de Dios, del Cuerpo Místico de Cristo; y entonces vendrá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, y todos estaremos viviendo en cuerpos eternos; y estará ahí EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN DE LA PALABRA hecha una realidad en cada uno de nosotros, en esos cuerpos eternos.
Y ahora, para el Día Postrero, para la Iglesia del Señor Jesucristo, está la promesa que el Verbo —que es Cristo, el Ángel del Pacto, que es Jesucristo en Su cuerpo teofánico— regresará en un caballo blanco como la nieve, conforme a Apocalipsis, capítulo 19.
Y vamos a leer aquí, en Apocalipsis, capítulo 19, porque Su Venida es con un propósito divino: es para llamar y juntar a Sus escogidos, y para darle a Sus escogidos la fe de rapto: que es la fe, la revelación, de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Dice Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios”.
Aquí tenemos nuevamente la Venida del Verbo de Dios, la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, para el Día Postrero.
“Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.
Es la Venida del Verbo, es la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, viniendo a Su Iglesia en el Día Postrero.
Y dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo (en el mensaje de Los Siete Sellos, página 277) que el Espíritu Santo es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19. Y en Apocalipsis, capítulo 19, nos habla de la Segunda Venida de Cristo, de la Venida del Verbo.
Y ahora, ¿cómo será la Venida del Verbo en el Día Postrero, en el cumplimiento de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis viniendo del Cielo? El precursor de la Segunda Venida de Cristo, en la página 256 del libro de Los Sellos, dijo:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Por lo tanto, hay que buscar ese hombre en donde el Verbo, la Palabra, Cristo en Espíritu Santo, estará manifestado en carne humana llevando a cabo Su Obra correspondiente al Día Postrero: como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; porque Él, en Su manifestación en el Día Postrero, trae un nombre escrito y es Rey de reyes y Señor de señores.
Y ese es el Verbo de Dios, ese es el que tiene un nombre que ninguno entendía. Es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que viene con Su Nombre; y Su Nombre es el Nombre Eterno de Dios, es el Nombre que Jesucristo recibió cuando ascendió al Cielo victorioso; del cual Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 3 y verso 12:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí (nunca más saldrá fuera); y escribiré sobre él el nombre de mi Dios (¿cuál es el Nombre de Dios? El Nombre Eterno, Su Nombre Eterno), y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios (¿cuál es el Nombre de la Nueva Jerusalén? El Nombre Eterno de Dios), y mi nombre nuevo”.
¿Cuál es el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo? El Nombre Eterno de Dios.
Ese es el Nombre que el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, tiene para ser revelado en el Día Postrero en Su Venida en carne humana, manifestándose como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y ahora, vean que esto es para el Día Postrero, cuando viene el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis. Y dijo el precursor:
“[121]. … cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Eso es Apocalipsis, capítulo 19; eso es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19.
Y ahora, vean ustedes este misterio que para el Día Postrero estará revelado – velado y revelado a Su Iglesia por medio del Ángel Mensajero del Señor Jesucristo en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
¿Qué es lo que estará revelando Cristo por medio de Su Ángel Mensajero? Estará revelando la Venida del Espíritu Santo, del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 en carne humana, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en donde estará manifestado por medio de Su Ángel Mensajero revelándonos todos estos misterios correspondientes al Día Postrero, y así revelándonos la encarnación de la Palabra en el Día Postrero en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN DE LA PALABRA”.
Para el pueblo, vean ustedes, fue (como pueblo) para el pueblo hebreo, el Israel terrenal. Y para la Iglesia del Señor Jesucristo es la Venida de Cristo; es la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová; es la Venida de Dios con Su cuerpo teofánico manifestado en carne humana en Su Primera Venida y luego en Su Segunda Venida. Ese es EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN DE LA PALABRA, del Verbo.
Y para cada persona como individuo en el Día Postrero: su cuerpo teofánico —que es el cuerpo de la Palabra, el cuerpo que ha venido del cuerpo teofánico de Cristo— se encarnará en toda su plenitud en el cuerpo eterno que hemos de recibir todos nosotros.
Y cuando eso ocurra en cada uno de ustedes: estará el Verbo encarnado en toda Su plenitud en cada uno de ustedes, en el cuerpo eterno que han de tener.
Y cuando eso ocurra en el Ángel del Señor Jesucristo: eso será el Verbo, la Palabra encarnada en toda Su plenitud, la encarnación de la Palabra en el Ángel del Señor Jesucristo también.
Porque en todos nosotros estará nuestro cuerpo teofánico encarnado en toda su plenitud; y ahí es donde nuestra alma estará disfrutando de la vida eterna por toda la eternidad, estaremos disfrutando del glorioso Reino Milenial de Cristo, y de ese Reino eterno, por toda la eternidad, donde estaremos como reyes y sacerdotes reinando con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
Así que vean ustedes EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN DE LA PALABRA, en donde, con la Palabra viniendo en carne humana, en carne mortal, corruptible y temporal, en la manifestación del Espíritu de Cristo, el Jinete del caballo blanco viniendo en Su Ángel Mensajero, realizará Su Programa correspondiente al Reclamo; y traerá nuestros cuerpos eternos a existencia, para nosotros los que vivimos y para los muertos en Cristo; y así seremos nosotros transformados, y los muertos en Cristo resucitados en cuerpos eternos. Y estará viviendo en nosotros la Palabra, el Verbo, nuestro cuerpo teofánico en nuestro cuerpo eterno en toda su plenitud; y así será que estaremos como templo de Dios, para morada de Dios en Espíritu Santo en toda Su plenitud.
En la actualidad es en la porción correspondiente a lo que corresponde al cuerpo físico en el cual nosotros vivimos; pero cuando tengamos el nuevo cuerpo será en toda Su plenitud; porque todo lo que tendremos, vean ustedes, ha provenido de Dios: Nuestra alma es parte de Dios, nuestro cuerpo teofánico es parte del cuerpo teofánico de Dios, y nuestro cuerpo físico eterno (que hemos de tener) es parte del cuerpo físico y eterno de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y así es como seremos carne de Su Carne, de Su cuerpo eterno físico y glorificado; y espíritu de Su Espíritu, o sea, teofanía de Su Teofanía; y alma de Su Alma, Alma de Él. ¿Ven? Y eso es la unión de Cristo y Su Iglesia, y la unión de Cristo y cada uno como individuo, en EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN DE LA PALABRA.
Y cuando estemos con ese cuerpo eterno no habrá nada que no esté sujeto a nosotros. Ahora todo está sujeto a nuestro cuerpo teofánico, pero a nuestro cuerpo físico podemos ver que todo no está sujeto.
Y para el uso de toda esa bendición que Cristo nos ha dado en nuestro cuerpo teofánico, tenemos que usar fe para usar ese poder. Solamente podrá ser usado ese poder de acuerdo a la fe que en cada persona sea manifestada; o sea que es por fe que opera el poder de Dios.
Y ahora, podemos ver que para nuestro tiempo hay grandes bendiciones prometidas, para ser llamados y juntados todos los escogidos de Dios, conforme al Programa Divino; en donde, así como en cada edad hubo un territorio donde estaban los escogidos y el mensajero y el Mensaje, y se cumplió cada edad en cierto territorio:
Asia Menor, la primera edad. La segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta en Europa, en diferentes naciones europeas, con diferentes mensajeros. Y la séptima edad en Norteamérica, donde envió al reverendo William Branham con el Mensaje de Dios para ese tiempo, y se cumplió la séptima edad en Norteamérica, donde Dios tuvo Sus escogidos; y desde ahí se extendió a otras naciones, donde también hubo escogidos que fueron llamados; pero el grupo grande de los escogidos estuvo en Norteamérica, para la séptima edad de la Iglesia gentil.
Y un detalle muy importante es que la séptima edad de la Iglesia gentil, vean ustedes, tuvo una manifestación muy importante.
Esa séptima edad, la edad pentecostal, se abrió en la calle Azusa en California, en el 1906; y fue con un pastor de color con su iglesia, en donde comenzó la séptima edad de la Iglesia gentil.
Y por eso también, vean ustedes, Dios quiso que Su mensajero para la séptima edad, tuviera su ministerio comenzando ese ministerio en una forma amplia con aquellas congregaciones de color que le dieron la bienvenida, y así le abrieron las puertas para predicar en todas sus iglesias.
Ahora, podemos ver cómo se movió el Programa Divino para la séptima etapa o edad de la Iglesia gentil.
Y ahora, cuando han concluido las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, Cristo se ha movido a la América Latina y el Caribe, que es el territorio para la Edad de la Piedra Angular, y está llamando y juntando a Sus escogidos en este Día Postrero, con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, el Mensaje del Evangelio del Reino, para pronto resucitar a los muertos en Cristo, y nosotros ser transformados, cuando llegue hasta el último de los escogidos de Dios de la Edad de la Piedra Angular, y se complete así el número de los miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo.
Ahora, estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, ¿dónde? En la América Latina y el Caribe.
Este es el tiempo de bendición divina para la América Latina y el Caribe, este es el tiempo en donde se recorren todas aquellas etapas; o sea, lo que fue reflejado en aquellas etapas se cumple en una forma plena, en una forma amplia, en la Edad de la Piedra Angular; porque el cumplimiento de cada edad de la Iglesia gentil se efectuó por medio de reflejarse lo que Dios tendría para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
¿Usted quiere ver lo que viene? Pues mire lo que sucedió; porque lo que es: ya fue en el pasado; y lo que ha de venir: ya es en el presente; y Dios restaura lo que pasó4.
Y así como hubo siete voces, siete truenos y siete trompetas en las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, que fue la Voz de Cristo por medio de cada ángel mensajero; en la Edad de la Piedra Angular hay Siete Truenos: la Voz de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero hablando consecutivamente en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, y dándonos la revelación, la revelación de la Segunda Venida de Cristo; revelación escondida de los seres humanos, y que está prometida para ser dada a conocer en este Día Postrero.
Y ahora, el Mensaje del Evangelio del Reino, vean ustedes, surge con la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, a Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular.
Y el Mensaje del Evangelio del Reino gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Y así como el Mensaje del Evangelio de la Gracia gira alrededor de la Primera Venida de Cristo…; y esto incluye, vean ustedes, todo lo que fue cumplido en la Primera Venida de Cristo, desde que el Arcángel Gabriel le habló a la virgen María hasta la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario y ascensión al Cielo, al Trono de Dios, donde se sentó a la diestra de Dios para hacer intercesión por cada uno de ustedes y por mí también, hasta que entre hasta el último de los escogidos de Dios.
Ya en las edades pasadas han entrado los escogidos de las edades pasadas, y ahora les toca a los escogidos de la Edad de la Piedra Angular entrar.
Y ahora, ¿quiénes son los que entrarían a la Edad de la Piedra Angular en este Día Postrero? ¿Dónde están? ¡Aquí estamos! Aquí estamos en la América Latina y el Caribe, entrando a la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, conforme al Programa Divino, al escuchar la Palabra del Evangelio del Reino, que nos revela el misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores.
Es el misterio de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, que es la Palabra encarnada en un hombre, la Palabra encarnada en el Ángel del Señor Jesucristo en el Día Postrero.
Es el Verbo viniendo en carne humana en el Ángel del Señor Jesucristo en este Día Postrero, como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19.
Es la Venida de Jesucristo, del Espíritu Santo, Jesucristo en Espíritu Santo, el Verbo viniendo en carne humana manifestado en Su Ángel Mensajero, y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Ese es EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN DE LA PALABRA para el Día Postrero, conforme a las profecías bíblicas correspondientes al Día Postrero, de la Venida del Señor como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, y como el Sol de Justicia resplandeciendo.
“Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.
Y ahora, viendo este misterio de la encarnación de la Palabra para la Iglesia del Señor Jesucristo, podemos decir que le damos gracias a Cristo por vivir en la América Latina y el Caribe, que es el territorio donde estas promesas serían cumplidas en el Día Postrero, y en donde estaríamos viendo el misterio de la encarnación de la Palabra; que no es otra cosa sino la Venida del Verbo, de Jesucristo en Espíritu Santo en carne humana en Su Ángel Mensajero en este Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en y a Su Iglesia gentil o entre los gentiles; para traer las bendiciones prometidas para el Día Postrero para Su Iglesia, y los muertos en Cristo ser resucitados, luego que sean llamados y juntados los escogidos de Dios, hasta el último de los escogidos de Dios.
Y luego saldrá Cristo del Lugar de Intercesión con el Título de Propiedad, y reclamará a todos los que han venido a formar parte de Su Cuerpo Místico de creyentes, y los restaurará a la vida eterna, dándonos un cuerpo eterno, tanto a nosotros los que vivimos como a los que partieron en el pasado.
Hemos llegado al tiempo final, al tiempo en donde estaríamos viendo a Jesucristo, el Ángel del Pacto, viniendo en Espíritu Santo, manifestado, velado y revelado en y a través de Su Ángel Mensajero, a Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular.
Ese es EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN DE LA PALABRA para Su Iglesia en el Día Postrero.
Y luego todos seremos transformados; y estará en nosotros (todos) nuestro cuerpo teofánico en carne humana manifestado; en carne humana, pero glorificado, cuerpo celestial. Y así tendremos la plenitud de Cristo en toda… toda la manifestación prometida para esa plenitud. Y todos seremos (¿qué?) la encarnación de la Palabra; todos seremos el Verbo, el cuerpo teofánico encarnado en este Día Postrero; y por eso es que estaremos como reyes y sacerdotes en el glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.
Por eso es que para cuando tengamos el nuevo cuerpo se cumplirá la promesa de Dios que encontramos en Daniel, capítulo 7 y verso 18, donde dice:
“Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre”.
Los santos del Altísimo: que son los escogidos de Dios, los miembros del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; o sea, los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo; que han venido a formar parte de este Cuerpo Místico de creyentes que se encuentra mostrado en este diagrama5 que hizo el reverendo William Branham para predicar “La estatura del hombre perfecto” y también Las Siete (etapas o) Edades de la Iglesia gentil, y también hizo referencia en otros mensajes, de este diagrama.
Y ahora, vean ustedes quiénes son los que recibirán el Reino, y lo recibirán y lo poseerán hasta el siglo, eternamente y para siempre; o sea que no habrá cambio de ese Reino. Ese Reino no pasará a otras personas, sino que permanecerá con Cristo y Su Iglesia por toda la eternidad.
Hemos visto quiénes son los escogidos de Dios, hemos visto quiénes son los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, que recibirán este Reino eterno: son los miembros del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, en los cuales estará también la Palabra encarnada, el Verbo encarnado en toda Su plenitud, cuando todos recibamos el nuevo cuerpo que Él ha prometido para nosotros; cuerpo que estará siempre con una apariencia de 18 a 21 años de edad, nunca se enfermará, nunca se pondrá viejo, y nunca morirá, y nunca sufrirá. Ese es el cuerpo en donde estaremos muy pronto en el Día Postrero, en este Día Postrero en el cual nosotros estamos viviendo.
“EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN DE LA PALABRA”.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN DE LA PALABRA”.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto hasta el último de los escogidos escuche la Voz de Cristo, sea llamado y juntado, y se complete el número de los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular, y se complete así el número del Cuerpo Místico de Cristo; y seamos nosotros transformados y los muertos en Cristo resucitados, y obtengamos el cuerpo eterno que Cristo ha prometido para nosotros los que vivimos, y para los que han partido creyendo en Cristo y habiendo tenido las primicias del Espíritu.
Y todos estemos en el cuerpo eterno que Él nos ha prometido, lo estrenemos aquí por unos 30 o 40 días, y después vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa y en la Casa de nuestro Padre celestial, pues Él dijo:
[San Juan 14:2-3] “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
“Os tomaré a mí mismo”, porque somos parte de Cristo; y cuando tengamos el nuevo cuerpo, el nuevo cuerpo es parte del Cuerpo de Cristo; y el espíritu teofánico es parte del Espíritu teofánico de Cristo; y nuestra alma es parte del Alma de Cristo, es parte de Dios.
Y así vayamos con Cristo en el rapto, a la Cena de las Bodas del Cordero, y recibamos allí nuestros galardones en esa gran fiesta de Boda, en la fiesta de las Bodas del Cordero.
Y luego regresemos (después de la gran tribulación), regresemos a la Tierra para el glorioso Reino Milenial de Cristo, para reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
Y que Dios tenga misericordia de la América Latina y el Caribe, y le permita su entrada al glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes; y televidentes que estarán viendo y escuchando esta conferencia a través de televisión: Que Dios les bendiga también a ustedes.
Ya en la tarde estaré nuevamente con ustedes aquí para la próxima actividad y la próxima conferencia, la cual es titulada: “EL MISTERIO DE LA PALABRA DE BENDICIÓN Y JUICIO”. Ese tema lo vamos a ver de 1:00 a 1:30 de la tarde. Estaré con ustedes aquí, para compartir con ustedes ese importante tema: “EL MISTERIO DE LA PALABRA DE BENDICIÓN Y DE JUICIO”.
Que Dios les bendiga, que Dios les guarde, y nos ayude a todos en este Día Postrero.
Dejo con nosotros nuevamente al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar en esta ocasión nuestra parte, dándole gracias a Cristo por la encarnación de la Palabra.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
Con nosotros nuevamente Miguel Bermúdez Marín.
“EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN DE LA PALABRA”.
[Revisión julio 2022]
1 San Juan 16:13
2 Colosenses 1:15, Apocalipsis 3:14
3 Salmos 34:7
4 Eclesiastés 3:15
5 SPN62-1014M “La estatura de un varón perfecto” – En la última página aparece el diagrama / También se puede descargar de: https://imprenta.carpa.com/es/material/la-nube-y-la-piramide-diptico