El misterio de la resurrección de los creyentes en Cristo

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, y los que están en diferentes naciones. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Quiero extenderle mis condolencias a la familia de nuestro hermano y amigo Julio Cruz, por la partida de nuestro hermano y amigo Julio Cruz López, el cual en estos días partió de esta Tierra y ya se encuentra en el lugar donde van los creyentes en Cristo. Esta noche, en la tarde, de mediodía abajo, pueden estar en el velorio durante la tarde y durante la noche; y mañana será el funeral a las 10:00 de la mañana. Así que ya están al tanto.

Un saludo para los jóvenes evangelistas junto a sus pastores e iglesias allá en Mérida, donde están llevando a cabo actividades evangelísticas. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes, jóvenes y ministros, y los use grandemente en Su obra de evangelización en este tiempo final.

A los coordinadores de la Embajada de Activistas por la Paz en todos los países: Mis felicitaciones por el trabajo tan importante que están llevando a cabo.

El 27 de enero se recordó el Día Internacional de Conmemoración en memoria de las víctimas del Holocausto, y muchos países se sumaron a este Acto de recordación. Desde la Embajada de Activistas por la Paz queremos felicitar a los coordinadores de Costa Rica, Perú, Panamá, Argentina, México y República Dominicana, por las actividades realizadas en cumplimiento a la Resolución 60/7 de la ONU que “insta a los Estados Miembros a que elaboren programas educativos que inculquen a las generaciones futuras las enseñanzas del Holocausto con el fin de ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro.”

Convocamos a todos los coordinadores a continuar trabajando junto a la Embajada Mundial de Activistas por la Paz en todos los proyectos y programas que promuevan la defensa de los Derechos Humanos, y que nos ayuden a construir caminos para la paz de la familia humana. Y para que quede como memoria, para mantener viva la memoria, el recuerdo de esas actividades: tomen fotos y también videos, películas, de todo el trabajo que hagan los coordinadores junto a las demás personas en sus países; para que así quede el registro grabado de toda la labor que llevan a cabo los coordinadores de todos los países, y así quede en la memoria todo el trabajo que se está haciendo con la Embajada Mundial de Activistas por la Paz en favor de la familia humana.

Ahora vamos a tener un video sobre la construcción de la Gran Carpa-Catedral, para que así estén al tanto de cómo marcha la construcción de ese importante proyecto en Cayey, Puerto Rico.

Vamos a pedir ya lo pasen para que lo podamos ver, pues queremos que todos estemos informados de cómo va la construcción de la Gran Carpa-Catedral.

[Presentación del video documental]

Ya hemos visto que la construcción está bien adelantada, y bien hecha. Va bien hecha toda la construcción, y pronto se completará todo el trabajo.

Ahora leemos en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 51 en adelante, donde el apóstol San Pablo nos habla de la resurrección de los muertos en Cristo y de la transformación de los creyentes en Cristo que estarán vivos en ese tiempo. Nos dice el apóstol Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 51 en adelante:

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,

en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.

¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?

ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.

Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.”

San Pablo nos dice aquí: “He aquí, os digo un misterio…”, el verso 51. Nuestro tema para la clase bíblica, el estudio bíblico de hoy, es:

“EL MISTERIO DE LA RESURRECCIÓN DE LOS CREYENTES EN CRISTO.”

Es un misterio la muerte, pero vino por causa del pecado allá en el Huerto del Edén. Dios le dijo: “El día que comas, ese día morirás,” le dijo Dios a Adán, que no comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal. Eva comió y dio a comer a Adán, y murieron a la vida eterna; y solamente les quedó vida temporal, que se acaba en cierto tiempo y la persona no sabe cuándo se le va a terminar.

Luego de pecar, la raza humana vino a ser mortal, todo descendiente de Adán perdió en Adán la vida eterna, y solamente lo que quedó fue vida temporal; pero algo nos dejó: nos dejó vida temporal para que nosotros mismos busquemos y encontremos la vida eterna, seamos restaurados a la vida eterna; y eso tiene que ser conforme al Programa Divino de la Redención.

Para lo cual, a través de los tipos y figuras en los sacrificios de animalitos, se mostraba que algún día vendría un Redentor en el cual se cumplirían todos aquellos tipos y figuras de aquellos sacrificios.

Por lo tanto, aquellos sacrificios de animalitos daban una esperanza a la familia humana, y sobre todo al pueblo hebreo, el cual con esos sacrificios obtenía el perdón de sus pecados, y sus pecados quedaban cubiertos con esos sacrificios, el sacrificio de expiación por el pecado, del día diez del mes séptimo de cada año, del calendario religioso.

Y los escogidos en la Pascua que se llevó a cabo en Egipto, donde un cordero fue sacrificado en la víspera de la Pascua para la preservación de la vida de los primogénitos, él estaba señalando al Cordero de Dios, al Mesías, que vendría y moriría para la preservación de la vida de los Primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Por lo tanto, todos aquellos sacrificios de animalitos que el pueblo hebreo tenía, eran una luz de esperanza para la familia humana. Cuando Cristo apareció también había aparecido Juan el Bautista preparándole el camino, y cuando lo vio, dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Lo identificó, identificó a Aquel al cual él le estaba preparando el camino. [San Juan 1:29]

Nadie sabía, nadie conocía, pero el que mandó a Juan el Bautista a predicar y bautizar, le dijo que aquel sobre el cual él viera el Espíritu Santo descender y permanecer sobre Él, Ése era al que él le estaba preparando el camino, Ése era el Mesías, el Cristo, el Ungido, el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo. Ése sería el que efectuaría la redención de Israel, la redención de cada hijo e hija de Dios escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Por eso Cristo frente al templo en una ocasión, dijo: “Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré.” Pensaban que estaba hablando del templo de piedras, pero Él hablaba de Su cuerpo como Templo de Dios; y cuando resucitó, entonces Sus discípulos comprendieron que Él estaba hablando de Su cuerpo, el cual a los tres días lo restauró, lo levantó, lo resucitó. San Juan, capítulo 2, versos 19 al 20.

Ahora, encontramos que Jesucristo sabía las cosas por las cuales Él iba a pasar. En una ocasión en que dijo: “Subiremos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado en manos de sacerdotes y luego será entregado en manos de pecadores, y será muerto (o sea, crucificado)”; y Pedro le dice: “Tal cosa no te acontezca a Ti.” Cristo hasta le dice – Jesús le dice a Pedro: “¡Apártate de mí, Satanás!”

Era el diablo el que no quería que Él subiera a Jerusalén para ser crucificado, para morir; por eso el diablo inspiró a Pedro. Pedro no era el diablo, pero el que estaba inspirando a Pedro sí era el diablo. Y Cristo le dice: “¿Y cómo se van a cumplir las Escrituras?” O sea, que hay cosas difíciles, a las cuales tenía que Cristo enfrentarse, como también tendrían que enfrentarse los creyentes en Cristo en las diferentes etapas de la Iglesia.

El mismo Cristo les dijo: “Muchos de ustedes serán entregados en las sinagogas,” y así por el estilo; y les dijo también que muchos serían azotados; pero también Él había dicho: “El que quiera seguir en pos de mí, tome su cruz, y sígame.” [San Mateo 16:24]

O sea, que Cristo no ofreció un camino de rosas, sino un camino en donde los creyentes en Él pasarían diferentes etapas difíciles.

Por eso encontramos que así como a Cristo persiguieron y hasta lo mataron los romanos en la Cruz, encontramos que también Roma mató a miles de cristianos, echó a los leones a muchos cristianos, y así por el estilo. Era difícil esa etapa para los creyentes en Cristo, pero estuvieron dispuestos a morir por Cristo, sabiendo que luego Cristo los resucitaría. ¿Cuándo? En el Día Postrero. Porque la resurrección Cristo ya dijo para qué tiempo se llevará a cabo. San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, dice:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Ya nos menciona aquí, dos veces, que Él resucitará a los creyentes en Él en el Día Postrero, a los que hayan muerto a través de la trayectoria de Su Iglesia. Y ahí en el mismo capítulo 6 de San Juan, nos dice, en el verso 54:

“El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Aquí tenemos, en este mismo capítulo, la tercera vez que Él dice que Él resucitará a los creyentes en Él en el Día Postrero.

También encontramos en San Juan, capítulo 11, versos… Jesús le dice a… hablando con Marta; capítulo 11, versos 21 en adelante de San Juan:

“Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.

Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.

Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.

Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”

O sea que Marta sabía para qué tiempo se llevaría a cabo la resurrección, y ella sabía que su hermano iba a resucitar en el Día Postrero, cuando todos los creyentes en Cristo resucitarán, los que han partido, y los que estarán vivos serán transformados; estos son los que han nacido de nuevo en el tiempo que les tocó vivir. Estas son las vírgenes prudentes de San Mateo, capítulo 25, versos 1 al 13.

“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”

Ella era una creyente firme y fiel en Jesucristo, sabía quién era Jesucristo, y sabía que la resurrección de los creyentes en Cristo será para el Día Postrero.

Cristo iba a resucitar a Lázaro como ejemplo de lo que Él va a llevar a cabo en el Día Postrero. En el cuarto día de haber muerto Lázaro, Cristo clamó y dijo: “¡Lázaro, ven fuera!” Y Lázaro salió, resucitó; lo resucitó como tipo y figura de la resurrección de todos los creyentes nacidos de nuevo, que han muerto físicamente y que están en el Paraíso, y Cristo los va a resucitar en el Día Postrero.

Y el Día Postrero delante de Dios… porque “un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.” (Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8). Por cuanto un Día delante del Señor, para los seres humanos es un milenio, en el milenio postrero, que es delante de Dios el Día Postrero, el cual será… Así como el séptimo día de la semana es el día postrero de la semana, y es sábado: Cristo resucitará a todos los creyentes en el Día Postrero delante de Dios, que será el séptimo milenio delante de Dios y de los seres humanos. Ese es el Día Postrero.

Por eso es que la Escritura dice que Dios derramará de Su Espíritu Santo en los días postreros; y comenzó a derramar de Su Espíritu Santo el Día de Pentecostés; y antes: cuando vino el Espíritu Santo sobre Jesús.

O sea que ya para aquel tiempo se estaba viviendo en los días postreros. Libro de los Hechos, capítulo 2, versos 14… verso 1 en adelante, hasta el 29.

Y también en Hebreos, capítulo 1, nos dice el apóstol Pablo:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…”

¿Cuándo dice que ha hablado por el Hijo? Dice: “En estos postreros días.” Y ya estaban viviendo en el quinto milenio. Y así como el quinto día de la semana, que es jueves, y el sexto día es viernes, y el séptimo día es sábado, los cuales son los días postreros de la semana; los días postreros delante de Dios son: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Por eso dice Dios: “Y en estos postreros días Dios nos ha hablado por el Hijo,” o sea, por Jesucristo.

“…a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”

Ahora, podemos ver que cuando se habla de los días postreros, se está hablando desde el tiempo de Cristo hasta nuestro tiempo; pero cuando se habla del Día Postrero, se está hablando de este tiempo, se está hablando del séptimo milenio de Adán hacia acá; y de Cristo hacia acá son los tres milenios postreros, que vienen a ser los tres días postreros delante de Dios.

Y ahora, conscientes de lo que son los días postreros y de lo que es el Día Postrero, el séptimo milenio de Adán hacia acá, podemos ver el porqué la resurrección de los creyentes en Cristo, de toda la Iglesia del Señor Jesucristo, no podía ocurrir en los días allá de Jesús, porque todavía Su Iglesia no había nacido; la cual nació el Día de Pentecostés.

La Iglesia estaba en Cristo, porque Su Iglesia es Su Novia, Su Esposa, a través de la cual Él traería los hijos e hijas de Dios por medio del nuevo nacimiento; es en la Iglesia del Señor Jesucristo donde nacen los hijos e hijas de Dios.

Así como Eva estaba en Adán, y de Adán salió cuando Dios colocó sueño sobre Adán, y a través de Eva vienen los hijos de Adán; así, a través de la segunda Eva, Cristo se reproduce en hijos e hijas de Dios, hijos descendientes de Dios por medio de Cristo y Su Iglesia.

Lo más importante que Cristo tiene en la Tierra, el cual está en Espíritu Santo en la Tierra desde el Día de Pentecostés, lo más importante que Cristo en Espíritu Santo tiene en la Tierra, es Su Iglesia. Y es en Su Iglesia y a través de Su Iglesia que Él se manifiesta, y es en donde Él tiene Sus ministerios manifestados en diferentes mensajeros, en diferentes ministros que Él ha enviado, de etapa en etapa, en Su Iglesia. Y es de Su Iglesia y a través de Su Iglesia, que viene la predicación del Evangelio de Cristo, ungidos con el Espíritu Santo. Y eso, entonces, es el Espíritu Santo hablando por medio de seres humanos las buenas nuevas del Evangelio de Salvación para todo ser humano.

Por esa causa es que usted encontrará que se predica el Evangelio conforme a la orden de Cristo cuando dice en Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

La fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo. Por eso se predica el Evangelio: para que nazca la fe de Cristo, las personas lo reciban como Salvador, y sean salvos, reciban la vida eterna.

Cristo dijo en San Juan, capítulo 5, verso 24:

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”

No hay medicamentos, no hay gobierno tampoco, ni científicos, que puedan darle vida eterna a una persona; solamente hay UNA persona, y es Jesucristo el que nos da vida eterna.

Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice:

“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”

La exclusividad de la vida eterna la tiene Jesucristo. Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida ¿dónde está? En Cristo, en Su Hijo.

“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

Recuerden que no hay otro Nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos. Solamente hay uno, y ese Nombre es: Señor Jesucristo. Y si no hay otro Nombre, entonces no hay otra forma en que el ser humano pueda ser salvo, no hay otro Nombre. Libro de los Hechos, capítulo 4, verso 12:

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos (ese es el Nombre de y para Salvación de todo ser humano).”

Y ahora, encontramos a Cristo hablándonos de la vida eterna, y nos dice en San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante:

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna…”

¿Qué le da Cristo a las ovejas que el Padre le dio? Les da vida eterna, porque Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida ¿dónde está?, ¿dónde la colocó? En Cristo, esta vida está en Cristo.

Por eso todo ser humano que quiera vivir eternamente tiene la oportunidad y privilegio de saber que la vida eterna está en Cristo, y que Cristo la da a las ovejas que escuchan Su Voz y le siguen. Esas ovejas son las personas que escuchan, creen y lo reciben como único y suficiente Salvador; no hay otra forma para obtener la vida eterna.

Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” San Juan, capítulo 14, verso 6. Y la lectura que tuvimos aquí hace un momento fue San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante:

“…y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos.”

Y ahora, podemos ver que la vida eterna está en Cristo y la recibimos a través de Cristo. Todos los creyentes en Cristo, de las diferentes etapas de la Iglesia, vivirán eternamente.

Ahora, los creyentes en Cristo están divididos, digamos en dos grupos, esos son los que Cristo dijo, que son las vírgenes prudentes y las vírgenes insensatas; ambos grupos son vírgenes, son creyentes en Cristo, y por consiguiente aman a Cristo. La diferencia es que las vírgenes prudentes, que representan a los escogidos que van a resucitar en la primera resurrección, y a los que estarán vivos y serán transformados, son los que tomaron consigo aceite; o sea, los que recibieron el Espíritu Santo y obtuvieron el nuevo nacimiento. Las vírgenes insensatas no tomaron consigo aceite; o sea, no recibieron el Espíritu Santo, y por lo tanto no obtuvieron el nuevo nacimiento; por lo cual ellas resucitarán después del Reino Milenial, en la segunda resurrección.

Pero los que están representados en las vírgenes prudentes y murieron físicamente, resucitarán en la primera resurrección.

Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 en adelante, dice:

“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.

Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.

Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.”

O sea, en la primera resurrección entran los creyentes en Cristo que han partido, los que nacieron de nuevo, y que son los que forman el Cuerpo Místico de Cristo. Son los hijos e hijas de Dios por medio del nuevo nacimiento, los cuales estaban en Dios.

Y así como Cristo dijo: “Salí de Dios, y he venido a este mundo; y salgo de este mundo, y vuelvo a Dios.” [San Juan 16:28] Así también los creyentes en Cristo pueden decir: “Salí de Dios.” Estábamos eternamente en Dios.

Y por consiguiente, así como Adán tuvo hijos e hijas a través de Eva, Cristo el segundo Adán ha estado teniendo hijos e hijas de Dios a través de la segunda Eva, que es Su Iglesia. Así como el grano de trigo que es sembrado en tierra se reproduce en muchos granos de trigo, en y a través de la planta que surgió, que salió del grano de trigo cuando fue sembrado.

Y Cristo es el grano de trigo del cual Él dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” Por lo tanto, Cristo siendo el grano de trigo, el Día de Pentecostés, al morir allá en la Cruz, de ahí surgió la Vida para la Iglesia de Cristo.

Así como Dios sacó de Adán a Eva, Dios sacó de Cristo a Su Iglesia, la cual luego nació el Día de Pentecostés. Así como Eva viene de Adán, la Iglesia viene de Cristo; y así como Dios le dio a Adán una compañera como ayuda idónea para reproducirse a través de ella, Dios le dio al segundo Adán, a Cristo, una compañera: Su Iglesia, para reproducirse a través de ella en hijos e hijas de Dios.

La cita del grano de trigo, que es Cristo, está en San Juan, capítulo 12, verso 24.

Y ahora, el misterio de la resurrección de los creyentes en Cristo, sabemos que es grande; pero Cristo es las Primicias de los que durmieron.

Él en Su resurrección trajo con Él a los santos del Antiguo Testamento. Todos ellos: Abraham, Sara, Isaac, Jacob, los patriarcas, todos ellos resucitaron cuando Cristo resucitó, y aparecieron a muchos en la ciudad de Jerusalén. San Mateo, capítulo 27, versos 51 en adelante, dice:

“Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;

y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;

y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él (o sea, que Él fue la cabeza de la resurrección, con Él resucitaron), vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.”

Esa fue la resurrección a vida eterna, de los santos del Antiguo Testamento; por lo tanto, ya esa resurrección se cumplió.

Vean a Job hablando de la resurrección. Capítulo 19, verso 25, dice:

“Yo sé que mi Redentor vive,

Y al fin se levantará sobre el polvo;

Y después de deshecha esta mi piel,

En mi carne he de ver a Dios.”

O sea que Job creía en el Señor, el Redentor, y creía en la resurrección de Cristo, y creía que él lo iba a ver; él se levantó también.

Ahora vean al rey David hablándonos en el Salmo 17, verso 15, dice:

En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia;

Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.”

Los santos no mueren. La Biblia llama a la muerte física de los creyentes, le llama dormir; por eso se habla de la resurrección como el despertar de los creyentes de cada tiempo. Y ellos despertaron, ellos fueron resucitados en cuerpos eternos, para nunca más morir; y están en la presencia de Dios. Cuando Cristo subió al Cielo después de cuarenta días de estar con Sus discípulos, ellos subieron con Cristo también.

Y esa fue, corresponde a la primera resurrección; y la resurrección de los santos del Nuevo Testamento, de los creyentes en Cristo, también corresponde a la primera resurrección. O sea, la resurrección en y para vida eterna; resurrección en cuerpos eternos para vivir eternamente, resurrección en cuerpos glorificados igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. De eso es que nos habla Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21.

Y para eso será la Venida del Señor en el Día Postrero; para lo cual queremos todos estar preparados. Eso será lo que traerá a los creyentes en Cristo para resucitarlos, los traerá del Paraíso; donde están con cuerpos eternos, los que ya han partido, cuerpos teofánicos, cuerpos angelicales; o sea, están en espíritu angelical.

Recuerden que un espíritu es un cuerpo de otra dimensión; y por cuanto el ser humano es alma, espíritu y cuerpo, cuando muere su cuerpo físico pues lo que perdió fue su templo terrenal, su casa terrenal, pero le queda la casa espiritual, que es el cuerpo angelical.

Y en el Día Postrero Cristo pasará por el Paraíso, como pasó por el Seno de Abraham (el Paraíso de aquel tiempo) y los trajo en cuerpos – los resucitó en cuerpos glorificados; así también Cristo pasará… Él está en la séptima dimensión, la dimensión de Dios, como Sumo Sacerdote; y cuando complete Su Iglesia, tomará el Título de Propiedad, el Libro sellado con siete sellos, de Apocalipsis, capítulo 10, versos 1 al 11, y hará Su Obra de Reclamo; y capítulo 5, versos 1 en adelante, donde toma el Libro y lo abre en el Cielo, y luego lo trae a la Tierra en Apocalipsis 10; y hará Su Obra de Reclamo.

Vendrán con Él los que están en la sexta dimensión; porque Él pasará por la sexta dimensión primero. Y allá habrá un juicio, juzgará a los mensajeros de cada edad; no para condenación, es un juicio que hay; y por eso San Pablo hablaba de un juicio delante del Señor.

Y de ahí los traerá a la Tierra y les dará un nuevo cuerpo glorificado, del polvo de la tierra; eso será la resurrección. De ahí saldrá el cuerpo eterno, inmortal y glorificado que Él ha prometido para todos los creyentes en Él; un cuerpo inmortal, un cuerpo eterno y joven para toda la eternidad, un cuerpo igual a Su cuerpo glorificado. Esa es la clase de cuerpo que Él ha prometido para mí, y ¿para quién más? Para cada uno de ustedes también.

Es que nuestros nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo. Esas son las ovejas que el Padre le dio a Cristo para que las busque y les dé vida eterna; para eso vino el Hijo del Hombre: para buscar y salvar lo que se había perdido.

Y ahora, sabemos que todas esas cosas son las que están prometidas para ser llevadas a cabo en este tiempo final; para eso será la Segunda Venida de Cristo.

Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice:

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

¿Para qué, dice San Pablo aquí, que vendrá Cristo? ¿Para qué los creyentes en Cristo han estado esperando la Venida del Señor a Su Iglesia? Para la transformación de nuestros cuerpos, los que vivimos, y para los que murieron ser resucitados en cuerpos eternos inmortales.

Esas personas son representados en las vírgenes prudentes; esas son las personas que a través de la historia y de la trayectoria de la Iglesia del Señor Jesucristo, han escuchado la Voz de Cristo y lo han recibido como Salvador, han sido bautizados en agua en Su Nombre, y han recibido Su Espíritu Santo, y han obtenido el nuevo nacimiento; y así han nacido de nuevo, han nacido en el Reino de Dios.

Esas son las personas que han visto la Luz, la Palabra prometida para el tiempo que les ha tocado vivir. La Palabra prometida de cada edad la han escuchado y han recibido todos los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que forman la Iglesia del Señor Jesucristo.

La primera resurrección será exclusivamente para los creyentes en Cristo nacidos de nuevo de cada tiempo, a través de la historia y trayectoria de la Iglesia del Señor Jesucristo. Ellos son los llamados, los escogidos, los predestinados, como habla la Escritura. Ellos son los que han sido sellados con el Espíritu Santo para el Día de la Redención (Efesios, capítulo 4, verso 30), para el día de la redención del cuerpo, que será la glorificación de cada creyente en Cristo. Si murió, será resucitado en cuerpo glorificado; y si está vivo, será transformado. Y así estará glorificado con un cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, para el Día Postrero también estarán los creyentes en Cristo que estarán viendo la Luz de Cristo, la Palabra prometida para el tiempo final, vivificada, hecha realidad, y manteniéndose firme en la Palabra prometida para el tiempo final; porque la Palabra prometida de cada tiempo, hecha realidad, fue la Luz para cada tiempo.

Por ejemplo, en el tiempo de Noé, al cual vino la Palabra de Dios… por cuanto el mensajero y el Mensaje vienen a ser una misma cosa, la Palabra manifestada, hecha realidad, cumplida, es la Luz para ese tiempo; y por consiguiente el mensajero ha dicho, por ejemplo Jesús: “Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida.” [San Juan 8:12]

Por eso cuando la promesa de Isaías, capítulo 9, verso 1 en adelante, fue hecha por Dios, para el cumplimiento de esa promesa tenía que venir el Mesías Príncipe, que es la Luz del mundo; porque Él es la Palabra hecha carne; todas las promesas de la Venida del Mesías estaban cumplidas en Él. Y cuando la Palabra es vivificada, traída a cumplimiento, esa es la Luz de Dios para el pueblo.

Ahora miren, capítulo 4, verso 12 en adelante, de San Mateo, del capítulo 4, dice:

“Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea;

y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí,

para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:

Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,

Camino del mar, al otro lado del Jordán,

Galilea de los gentiles;

El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;

Y a los asentados en región de sombra de muerte,

Luz les resplandeció.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”

Ahora, siendo que Jesús dijo: “Yo soy la Luz del mundo,” cuando Jesús fue a la tierra de Zabulón y de Neftalí, allí estaba la Luz resplandeciendo al pueblo que estaba asentado en tinieblas. Estaban viendo una gran Luz: la Palabra siendo vivificada; la Palabra prometida de la Venida del Mesías y de todas las cosas que Él haría, siendo cumplidas en carne humana, en y a través de Jesús.

“…los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció.”

Estaba allí resplandeciendo la Luz porque allí estaba Cristo, en el cual las promesas de la Venida del Mesías y todas las cosas que Él haría, estaban siendo cumplidas. Así como Noé era la Luz para su tiempo.

Y así también encontramos que Cristo dijo de Su Iglesia: “Vosotros sois la Luz del mundo.” O sea, que por cuanto en la Iglesia del Señor Jesucristo, comenzando allá con los apóstoles, las promesas de una Iglesia, un pueblo de creyentes que formarían un Templo espiritual, se estarían cumpliendo en los creyentes en Cristo; por lo tanto, esas promesas al ser manifestadas en la Iglesia, en los creyentes en Cristo, vendrían a ser la Luz, la Luz para el mundo. “Vosotros sois la Luz del mundo.”

Lo mismo que Cristo es, lo son los creyentes en Cristo; y de edad en edad, de etapa en etapa, los creyentes en Cristo de cada etapa son la Luz para el mundo. Y cada mensajero que Él envía a Su Iglesia es —Cristo en ese mensajero— la Luz para Su Iglesia; y Su Iglesia: la Luz para el mundo.

Por eso encontramos que la primera resurrección será para los creyentes en Cristo. Ya la primera parte de la primera resurrección se cumplió en Cristo y los que resucitaron con Él; y la segunda parte se cumplirá en este Día Postrero, en este tiempo final, en la Venida de Cristo con los santos que están en el Paraíso, resucitándolos en cuerpos eternos, y a los que vivimos: transformándonos. Y eso será a la Final Trompeta.

Por lo tanto, es en el Día Postrero que la Trompeta Final sonará, y los muertos en Cristo resucitarán primero, y nosotros los que vivimos seremos transformados, dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 50 al 58; y también nos habla en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 13 al 18. Y en Romanos nos habla en el capítulo 8, versos 14 al 39, de la Adopción, y nos dice que es la redención de nuestro cuerpo.

Por cuanto todavía no se ha efectuado la redención de nuestro cuerpo, o sea, la transformación de nuestro cuerpo, la glorificación nuestra, por eso al vivir en estos cuerpos mortales, temporales, por cuanto todavía no estamos transformados, estos cuerpos no son eternos, son mortales, están limitados a una cantidad de tiempo, de vida; y por eso el diablo tiene el poder de la muerte para aplicarla sobre los seres humanos. Pero él va a perder el poder de la muerte en nuestros cuerpos glorificados.

Cuando tengamos el cuerpo glorificado, ya el diablo no tendrá sobre nosotros el poder de la muerte; pero mientras tengamos estos cuerpos mortales, el diablo atacará los cuerpos humanos en diferentes formas, así como el de Job y así como el de otras personas; así también atacará no solamente a incrédulos sino a creyentes.

Pero usted puede recibir la sanidad de parte de Cristo porque Él la ganó para nosotros en la Cruz del Calvario; por eso se predica también la sanidad Divina.

Estamos en un tiempo muy importante en el Programa de Dios. Lo más importante y la única esperanza para el ser humano es la Segunda Venida de Cristo; y sobre todo para los que van a ser transformados, y para los que murieron en Cristo y van a ser resucitados en cuerpos eternos. Ese será el evento más importante de la historia de la raza humana, juntamente con el evento de la Primera Venida de Cristo y su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, Su muerte, sepultura y resurrección; esos dos eventos son los más importantes de la raza humana.

Por lo tanto, el misterio de la resurrección de los creyentes en Cristo, lo vamos a comprender plenamente cuando estemos transformados; y los que murieron, cuando sean resucitados. Mientras tanto sabemos que San Pablo dice que habrá una Trompeta, Gran Voz de Trompeta sonando, y que será a la Final Trompeta que ocurrirá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los que estemos vivos.

Por lo tanto, manteniéndonos firmes en la Palabra prometida para nuestro tiempo, a medida que es manifestada, que es vivificada, que es cumplida, estaremos preparándonos para la Venida del Señor, para nuestra transformación, si permanecemos vivos hasta ese momento. Pero si alguno parte, no tiene problema: regresará con Cristo en Su Venida para recibir el cuerpo nuevo, ser resucitado en cuerpo glorificado y eterno; y los que vivimos, pues seremos transformados. Tan sencillo como eso.

En palabras más claras: En la Segunda Venida de Cristo yo voy a ser transformado. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Miren algo muy curioso pero verdadero: El precursor de la Primera Venida de Cristo fue Juan el Bautista, y era familia de Jesús según la carne; y murió en una forma que nadie se podía imaginar. Y mucho menos sabiendo que era profeta, ¿cómo él no hizo nada para evitar morir?

¿Y por qué Jesús, al cual él identificó como el Mesías, no hizo nada para libertarlo? Quizás a Juan le estaba raro también, que estaba en la cárcel Juan, y Jesús no lo visitó y tampoco lo libertó.

Y Juan mandó a preguntar… Juan se confundió, y pregunta, manda a preguntar con dos discípulos suyos, a Jesús: “Vayan y pregunten a Jesús si Él es el que había de venir o esperaremos a otro.”

Si tenían que esperar a otro, entonces Juan el Bautista no era el precursor, era Jesús; y entonces Juan había malinterpretado; o Dios, lo que le habló, no estaba correcto.

Porque Juan había dicho: “El que me mandó a bautizar me dijo: ‘Sobre el cual tú veas el Espíritu Santo descender sobre él en forma de paloma, Ése es Él.” Y lo vio descender sobre Jesús, y dijo: “Este es el que había de venir después de mí. Este es el que bautiza con Espíritu Santo y Fuego.” Y lo bautizó en agua para arrepentimiento, dice Juan. [San Juan 1:33]

Ya encontramos que está preocupado Juan en la cárcel, y le manda a preguntar a Jesús. Y Jesús le dice… comienza a sanar enfermos, a echar fuera demonios, a sanar los paralíticos, los cojos, los ciegos; y les dice, después que ellos ven todo: “Vayan y digan a Juan: ‘Los ciegos ven, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es predicado el Evangelio.’ Vayan y digan eso a Juan.”

¿Y por qué no le dijo a Juan que Él era?

Y sin embargo le había dicho a la mujer samaritana… Cuando ella le dice: “Sabemos que el Mesías ha de venir, y cuando Él venga nos enseñará todas las cosas.” Jesús le dijo: “Yo soy, que hablo contigo.” San Juan, capítulo 4, versos 10 en adelante, pueden buscar.

Y a Juan no le dice que Él es. Juan siendo el precursor conocía las promesas de las cosas que el Mesías estaría haciendo en Su Venida. Y Juan tenía que saber que el Mesías estaría haciendo todas esas cosas: Sanando a los enfermos, dándole vista a los ciegos, dándole audición a los sordos, resucitando a los muertos, predicando el Evangelio del Reino, y así por el estilo. Juan tenía que saber todas esas cosas porque él era un hijo de un sacerdote, y conocía las Escrituras.

Por lo tanto, eso era lo único que Juan necesitaba saber: lo que estaba haciendo Jesús, para saber que eso es lo que decía la Escritura que el Mesías estaría haciendo. En el Día Postrero va a ser en la misma forma.

Ahora, el mismo Jesús a los judíos dice, dijo: “Si no creen en mí, crean a las obras, porque ellas son las que dan testimonio de mí.”

Las obras que dice la Escritura que el Mesías estaría haciendo, las obras que decía la Escritura que Dios estaría haciendo a través del Mesías, las estaba haciendo Jesús; pero Jesús decía: “Yo no hago nada de mí mismo. Mi Padre – el Padre que mora en mí, Él hace las obras; es Él el que hace las obras. Y yo no hablo nada de mí mismo; lo que yo escucho al Padre, hablar eso es lo que yo hablo; y como yo veo al Padre hacer (porque le era mostrado en visión), así yo hago.”

Era el Espíritu Santo obrando a través de Jesús. Dios el Padre, por medio del Espíritu Santo, obrando a través de Jesús.

Así ha sido siempre. La Obra de Dios siempre ha sido llevada a cabo por medio de un velo de carne. Hasta Dios tuvo que crearse Su propio velo de carne para obrar en medio de Su pueblo.

Y de edad en edad, Dios por medio de Su Espíritu Santo ha estado usando diferentes velos de carne para hablarle al pueblo y para obrar las cosas que Él ha prometido para cada tiempo, para cada etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por eso es tan importante saber qué cosas están prometidas para este tiempo final: para que no se nos pase por encima las cosas que Dios estará haciendo en este tiempo en medio de Su Iglesia y a través de Su Iglesia.

Y las señales en los cielos y en la Tierra, las estamos viendo, las cuales hablan de que estamos en el tiempo final, en el Día Postrero, en el tiempo para la Venida del Señor, el cual vendrá con todos los santos que están en el Paraíso, para resucitarlos en cuerpos eternos, inmortales, glorificados; y a los que estemos vivos, transformarnos.

Ahí tenemos el misterio de la resurrección de los creyentes en Cristo. Por lo tanto, cuando un creyente en Cristo muere, lo que murió fue el cuerpo físico; pero él, que es alma viviente, sigue viviendo en su cuerpo espiritual, que es su espíritu, un cuerpo de la sexta dimensión, un cuerpo de otra dimensión, un cuerpo de la dimensión de los ángeles; por eso es un cuerpo teofánico, cuerpo angelical.

Por eso el apóstol Pablo dice en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 13:

“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen (recuerden, dice: duermen, porque los creyentes no mueren sino que duermen; están en el Paraíso y sus cuerpos han dormido), para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.”

Siempre nos entristece que se vaya un familiar nuestro o un hermano de la Iglesia, porque los amamos a todos, y eso pues nos da tristeza; pero nos consuelan las palabras de San Pablo, de que están en el Paraíso y de que regresarán para ser resucitados en cuerpos eternos y glorificados.

Porque los creyentes en Cristo sí tienen la esperanza: esperan la resurrección en cuerpos eternos, porque ya tienen vida eterna en su alma.

“Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.”

¿Ve? A los que durmieron, los que han muerto físicamente, los traerá  Dios con Jesús a la Tierra de nuevo, y les dará en la resurrección un cuerpo eterno, inmortal y joven para toda la eternidad.

“Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor (¿que habremos quedado hasta cuándo? Hasta la Venida del Señor), no precederemos a los que durmieron (o sea, que no vamos a ser transformados y raptados antes que los muertos en Cristo vengan con Cristo y resuciten, y los veamos; y entonces seremos transformados).

Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.

Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”

Y ahora vienen las palabras de aliento, donde dice:

“Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”

Cada creyente en Cristo que ha muerto físicamente, está en el Paraíso; y regresará con Cristo en Su Venida, para recibir el cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y reunirse con nosotros de nuevo. Se reunirán con los santos que estén vivos y que van a ser transformados. Por lo tanto, “consolaos los unos a los otros con estas palabras.”

Y estas palabras de San Pablo sean también de consuelo para la familia de Julio Cruz López, que partió en estos días.

“EL MISTERIO DE LA RESURRECCIÓN DE LOS CREYENTES EN CRISTO.”

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, puede hacerlo en estos momentos si está aquí presente, o en algún otro país; y estaremos orando por usted.

Podemos ver la importancia de recibir a Cristo como Salvador, porque los creyentes en Cristo son los que van a ser resucitados si murieron, serán resucitados en la Venida del Señor; y los que estemos vivos, creyentes en Cristo, seremos transformados.

¿Vieron la importancia de haber recibido a Cristo, de recibir a Cristo como único y suficiente Salvador? Es la única forma en que podemos asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en el Reino de Cristo. No hay otra forma para recibir la vida eterna, no hay otra forma para asegurar nuestro futuro eterno.

Todos queremos vivir eternamente; por eso es tan importante la predicación del Evangelio de Cristo, porque nos da a conocer cómo obtener el perdón de nuestros pecados y cómo recibir la vida eterna. Y es importante hacerlo mientras estamos viviendo en estos cuerpos mortales; porque después que la persona muere, ya no tiene más oportunidad.

La única oportunidad que tiene el ser humano, de recibir la vida eterna, es mientras vive en la Tierra. Si muere sin Cristo: no puede ir a Cristo.

Recuerden la parábola que Cristo dio del hombre rico y Lázaro el mendigo. O sea que nadie se puede hacer de la idea, de que porque no le hacía daño al prójimo y vivía lo mejor posible, que con eso ya tiene la vida eterna; no. La vida eterna solamente la persona la puede obtener a través de Cristo. No hay otra forma que la persona la pueda obtener.

Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz, y me siguen, y yo les doy vida eterna.” ¿Qué otra persona le va a dar vida eterna a usted? No la hay. Solamente Jesucristo.

Lo más importante que se le puede dar a conocer a los seres humanos es el Evangelio de Cristo; y así darle a conocer que hay un Salvador para darnos vida eterna, el cual murió en la Cruz del Calvario. Esa es la cosa más importante que el ser humano necesita saber. Y eso lo obtiene en el tiempo en que vive la persona, cuando escucha la predicación del Evangelio de Cristo; en el tiempo en que le toca vivir, en el cual está siendo vivificada la Palabra prometida para el tiempo en que la persona está viviendo.

En los demás países pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo nuestro Salvador, para que Cristo también les reciba en Su Reino.

Vamos a estar puestos en pie. Vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo.

Los niños de 10 años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo.

Con nuestras manos levantadas a Cristo y nuestros ojos cerrados:

Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea Tu Nombre. Venga Tu Reino y hágase Tu voluntad, como en el Cielo también en la Tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy; y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal. Porque Tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Vengo a Ti, Padre celestial, en el Nombre del Señor Jesucristo, con todas estas personas que están recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador. Recíbelos en Tu Reino. Te lo ruego, en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Y ahora repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador:

Señor Jesucristo, vengo a Ti con todas estas personas que te están recibiendo como Salvador.

Y ahora repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, vengo a Ti habiendo escuchado la predicación de Tu Evangelio y habiendo nacido Tu fe en mi corazón.

Creo en Ti con toda mi alma. Creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos. Creo en Tu Primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.

Doy testimonio público de mi fe en Ti, reconociendo que soy pecador y necesito un Salvador.

Señor, Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre; y produzcas en mí el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente Contigo en Tu Reino. Haz una realidad en mi vida la Salvación que ganaste para mí en la Cruz del Calvario.

Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Cristo les ha recibido; y ustedes me dirán, los que han recibido a Cristo como Salvador en estos momentos: “¿Cuándo me pueden bautizar? Porque hemos creído de todo corazón en Cristo, y Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.’ ¿Cuando me pueden bautizar?”

El bautismo en agua no limpia los pecados, no quita los pecados; es la Sangre de Cristo. Pero es un mandamiento de Cristo el cual Él mismo cumplió cuando fue bautizado por Juan el Bautista. Y si Cristo fue bautizado, ¡cuánto más nosotros tenemos necesidad de ser bautizados en agua en Su Nombre!

Es que en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Esa es la simbología, el simbolismo, del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.

Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo.

Dejo al ministro aquí, reverendo José Benjamín Pérez, para que les indique cómo hacer para ser bautizados los que han recibido a Cristo como Salvador; y luego en cada país sean bautizados los que han recibido a Cristo como Salvador; para lo cual dejo al ministro correspondiente de cada país.

Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

“EL MISTERIO DE LA RESURRECCIÓN DE LOS CREYENTES EN CRISTO.”

Scroll al inicio