Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y todos los que se encuentran en otras naciones, ministros y sus congregaciones, creyentes en Cristo nuestro Salvador, y el misionero Miguel Bermúdez Marín: Reciban mis saludos.
Para esta ocasión leemos la Escritura de Primera de Reyes, capítulo 19, versos 4 en adelante, hablando del profeta Elías, luego que tuvo el reto en el monte Carmelo contra 450 sacerdotes de Baal y 400 de Asera, se fue huyendo rumbo al monte Horeb o monte Sinaí. Y dice así el pasaje bíblico: Capítulo 19 de Primera de Reyes, versos 1 en adelante (para tener el cuadro claro):
“Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas.
Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos.
Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.
Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.
Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse.
Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.
Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.
Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?
Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y solo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.
Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.
Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?
Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y solo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
Y le dijo Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.
A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar.
Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará.
Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra, nos abra las Escrituras y el entendimiento para comprender. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para el tema de hoy de escuela bíblica, tenemos el estudio bíblico titulado: “ELÍAS EN EL MONTE DE DIOS”.
Toda persona ha deseado estar en el monte de Dios, donde Dios le dio a Moisés las dos tablas de piedra con los diez mandamientos. Y es posible estar en el Monte de Dios en este tiempo final; lo cual lo vamos a ver y lo vamos a entender en el estudio bíblico de hoy domingo de escuela dominical, titulado: “ELÍAS EN EL MONTE DE DIOS”.
Antes de irse al monte de Dios, Elías tuvo un reto con los profetas de Baal y los profetas de Asera, los cuales por conducto del rey Acab pidió que fueran convocados sobre el monte Carmelo para ofrecer el sacrificio; los profetas de Baal y de Asera, ofrecer sus sacrificios a Baal y a Asera, y Elías ofrecer el sacrificio al Dios de Israel; y el que respondiera por fuego, ese sería Dios[1].
Y ahora, son convocados por el rey los sacerdotes de Baal, 450, y los 400 de Asera, para enfrentarse con Elías en ese reto. Elías pide que ellos sean los primeros que ofrezcan el sacrificio que ellos tienen para Baal, porque ellos son más. 450 profetas de Baal y 400 de Asera son más que Elías, que era uno solo.
Por lo tanto, él da la oportunidad a ellos, que presenten sus sacrificios, y que el que responda por fuego, ese es el Dios verdadero, ese es Dios; y a ese entonces Israel le serviría. “Pero si Baal no responde por fuego y el Dios de Israel sí, entonces servidle a Jehová, al Dios de Israel, al Eterno”.
Se ofrecieron los sacrificios, el sacrificio a Baal por los profetas de Baal, los sacerdotes de Baal, y no respondía; y pasaba el tiempo, las horas, y ellos se cortaban y sangraban ofreciendo el sacrificio, y desesperados porque no descendía el fuego. Y Elías lo más tranquilo se reía, y decía: “¡Clamen más duro, porque quizás está de paseo! ¡Clamen más duro!, quizás está dormido”.
Pero cuando llegó la hora en que el sacrificio en el templo se ofrecía, Elías allá… el sacrificio de la tarde, digamos, de 3:00 de la tarde, ahí en adelante, o a las 3:00 de la tarde, Elías ofreció el sacrificio a Dios y le pidió que respondiera por fuego, y le dijo al pueblo: “Si Jehová es Dios, si el Eterno es Dios, que responda por fuego; y le serviréis. Servidle a Él”. La recomendación del profeta Elías.
Eran las diez tribus de Israel, gobernadas por Acab y Jezabel, el pueblo que fue convocado al monte Carmelo, donde descendió el Fuego de Dios, la presencia de Dios. Recuerden que Dios es Fuego consumidor, dice la Escritura[2].
Y consumió el agua alrededor de la zanja que había hecho Elías o había mandado a hacer Elías, alrededor del buey sacrificado. Lo mandó a hacer tres veces: derramar agua, que se llenara todo el lugar donde estaba el sacrificio, y clamó a Dios; y descendió fuego del cielo, y consumió el sacrificio. El pueblo clamó: “El Eterno es Dios y le serviremos”.
Elías mandó a tomar a todos los sacerdotes de Baal y los degolló en el arroyo; tipo y figura de lo que Dios hará con los falsos profetas, que interrumpen el Programa de Dios y desvían al pueblo de Dios: los echará en el lago de fuego; serán condenados, juzgados y condenados y echados en el lago de fuego, como pasó con los imitadores, los cuales imitaban a Moisés y querían tomar el sacerdocio, pero el sacerdocio no les fue concedido (Datán, Coré y Abiram); y Moisés oró y la tierra se los tragó, bajaron vivos al infierno[3].
Y ahora tenemos al profeta Elías, un fiel creyente en Moisés como siervo de Dios y en el Mensaje de Moisés, el Mensaje de la Ley. Y se encuentra en un tiempo de decadencia el pueblo hebreo, las diez tribus de Israel, las tribus del norte, que fueron dadas a un descendiente de Efraín y las desvió, porque colocó un becerro de oro en Bet-el y otro en otro lugar, para que el pueblo no fuera a Jerusalén a adorar a Dios, porque se iban a unir al rey de Judá[4].
Y ahora, encontramos que entró la idolatría por completo a las diez tribus de Israel, las tribus del norte, y quedaba un grupo de siete mil creyentes en el Dios de Israel, que no habían doblado sus rodillas a Baal.
Y ahora, Dios tiene la victoria a través del profeta Elías, y el pueblo se torna de corazón a Dios.
Luego sube al monte, la parte más alta, y de ahí le dice a su siervo, Elías le dice a su siervo[5]:
—“Mira al oeste, al cielo”.
El siervo va y regresa, y dice:
—“No veo nada”.
—“Haz eso tres [siete] veces”.
A la tercera [séptima] vez, una nubecita como del tamaño de la palma de la mano de un hombre, apareció. Y regresa el siervo de Elías y le dice Elías:
—“¿Qué ves, qué viste?”.
—“Veo una nube del tamaño de la palma de una mano”.
Elías le dice al siervo:
—“Dile al rey que se vaya, que grande lluvia suena, para que no le estorbe el regreso”.
Y Elías luego fue arrebatado por el Espíritu de Dios, y corría delante del rey Acab, el rey en su carro; y por lo que se ve, Elías a pie, corriendo.
Y Elías se fue hacia Beerseba y de ahí fue que tuvo la experiencia de la venida del Ángel del Dios, el cual lo alimentó. Lo tocó, porque estaba dormido Elías debajo de un enebro y deseando morirse; lo tocó, le tuvo una torta…:
“… una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse.
Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta”.
Estoy leyendo en Primera de Reyes, capítulo 19, verso 8, ahora:
“Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios”.
El monte de Dios, Horeb, donde Dios había dado las dos tablas de la Ley con los diez mandamientos al profeta Moisés.
Y el monte de Dios tiene la presencia de Dios en esos días, y Dios lo manda a colocarse delante de la presencia de Dios; porque había dormido toda la noche en una cueva. Y le habla Dios, lo manda a salir, a presentarse delante de Dios en el monte mismo donde estaba, y comienza a hablar con él. Pasa un viento recio que rompía los montes y quebraba las peñas delante de Jehová…:
“… pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.
Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.
Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?
Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y solo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
Y le dijo Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.
A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar.
Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará.
Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron”.
Aquí en el monte de Dios, monte Horeb o monte Sinaí, Dios lo envía para ungir dos reyes y a un profeta; y le revela que tiene siete mil fieles que no han doblado sus rodillas a Baal.
Elías en su primera manifestación del Espíritu de Dios a través del profeta Elías, lo encontramos en el monte de Dios. Luego la segunda manifestación del ministerio de Elías fue en Eliseo, con una doble porción. La tercera manifestación del ministerio de Elías fue en Juan el Bautista, precursor de la Primera Venida de Cristo. La cuarta manifestación del ministerio de Elías fue en el reverendo William Branham, en medio del cristianismo, que es el que contiene el Cuerpo Místico de Cristo, que es el Templo de Dios del Nuevo Pacto, donde se ofrecen alabanzas, sacrificios de alabanzas al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Siempre encontramos a Elías en la Casa de Dios. En Juan el Bautista lo encontramos en la Casa de Dios, la Casa de Israel, la Casa hebrea; y también a Eliseo; porque encontramos que Jerusalén es el Trono de Dios. Por lo tanto, el pueblo de Israel como pueblo es un Templo espiritual donde… Un templo construido por Salomón también lo encontramos con la presencia de Dios habitando en el lugar santísimo.
Luego de haber entrado, pasado, por toda el área del templo, llegó hasta el lugar santísimo, el arca del pacto, que contenía las tablas de la Ley, la vara de Aarón que reverdeció y el maná en una vasija de oro. Lo encontramos allí, la presencia de Dios en la parte más importante: el lugar santísimo de ese templo; como también estaba en la parte alta del monte Sinaí, lugar de la presencia de Dios, de donde salían relámpagos, voces y truenos, y voces de ángeles allí también[6].
Luego lo encontramos en el templo que construyó Salomón, como estaba también en el tabernáculo que había construido Moisés; porque esa es la parte de morada de Dios en el templo, que para su tiempo es el Templo de Dios para la edad o dispensación.
Luego de verlo en Elías Tisbita, en Eliseo con una doble porción, en Juan el Bautista como precursor de la Primera Venida de Cristo, en el reverendo William Branham en el Templo del Nuevo Pacto, la Iglesia del Señor Jesucristo, precursando la Segunda Venida de Cristo; luego lo encontraremos en el Templo —ese ministerio manifestado por quinta vez—, en el Templo espiritual, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, en la parte que fue representada en el lugar santísimo del templo; que representaba el lugar donde la Iglesia llegaría en el tiempo final y donde la presencia del ministerio de Elías por quinta vez sería visto; en donde, en la visión que Cristo les mostró a Sus discípulos en el capítulo 17 de San Mateo, en el Monte de la Transfiguración, les mostró Su Venida con Sus Ángeles. Y Sus Ángeles ahí son los mensajeros, los profetas Moisés y Elías, los cuales hablaban con Jesús con relación a Su ida a Jerusalén y a Su muerte en Jerusalén.
Ese es el orden para la Venida del Mesías, la Venida del Señor, en este tiempo final en la Casa de Dios, en el Monte de Dios; pues San Pablo dice, hablando de la Iglesia del Señor Jesucristo, en el capítulo 12 de Hebreos… Capítulo 12 de Hebreos, verso 18 en adelante:
“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad,
al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,
porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo;
y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando;
sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos…”.
¿Quiénes son los primogénitos que están inscritos en el Cielo? Los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, que son los creyentes en Cristo nacidos de nuevo en el Reino de Dios. Es un Reino que está en la esfera espiritual.
“… a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,
a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.
A todo esto nos hemos acercado; y todo esto en la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, el Templo espiritual de Dios. Y después dice:
“Mirad que no desechéis al que habla”.
¿Quién es el que habla? Es Dios por medio de Su Espíritu. Cristo por medio de Su Espíritu le habla a Su Iglesia por medio de los diferentes mensajeros a través de las diferentes etapas o edades.
Por eso es que la etapa donde Elías vio y oyó que pasó un viento recio delante de él, en la Casa de Dios representa la etapa luterana. Luego vio un terremoto, “pero Jehová no estaba en el terremoto”; eso tipifica la edad wesleyana, la edad que ya pasó. Luego del terremoto un fuego, “pero Jehová no estaba en el fuego”; eso fue en la etapa o edad pentecostal, representada en la Edad o iglesia de Laodicea de Asia Menor.
“Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.
Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?”.
Elías en el monte de Dios, ¿qué hacía ahí? Ese monte pertenece a Egipto, y vean, en ese monte estaba Elías; era un monte de un pueblo gentil.
Y ahora, ¿qué hacía ahí? Estaba en la Casa de Dios, el monte de Dios; y ahora tiene que presentarse ante Dios, ante la presencia de Dios, ir a la parte – salir de la cueva y colocarse en la presencia de Dios.
“¿Qué haces aquí, Elías?”, le pregunta. Le dice Elías:
“He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y solo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida (o sea que fue huyendo hacia el monte de Dios)”.
Siempre ha habido una persecución en contra del ministerio de Elías, desde el tiempo de Elías Tisbita, Eliseo, Juan el Bautista, el reverendo William Branham, y también lo habrá para el quinto Elías.
El momento de la transfiguración de Cristo, cuando llevó Sus tres discípulos (Pedro, Jacobo y Juan) a un monte alto, es la visión profética de la Venida de Cristo con Sus Ángeles, donde esos ministerios de Moisés y Elías, de los Dos Olivos de Zacarías, capítulo 4, verso 1 al 14, y Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante, son los ministerios de Moisés y Elías en la Venida del Señor.
Porque Dios tiene preservado un grupo de personas allá y acá que no han doblado sus rodillas a Baal. Allá eran 7000, acá son 144.000 de las doce tribus de Israel, que van a ver a Elías en su quinta manifestación y van a decir: “Este es y esto es lo que nosotros estamos buscando”.
Cuando vean a los judíos acercándose a la Casa de Dios, el Templo espiritual de Cristo, para oír, van a ver y a oír a Elías en su quinta manifestación ministerial. Y ahí se conecta Israel con el quinto ministerio del profeta Elías; y luego verá a Moisés; por consiguiente, lo que verá será un profeta como Moisés. Y esa es la promesa mesiánica: un profeta como Moisés viniendo al pueblo hebreo.
Y la Iglesia del Señor Jesucristo, antes de los judíos ver a Elías en el Monte de Dios, estarán viendo la manifestación de lo que fue visto en el Monte de la Transfiguración. Y lo que es el ministerio de Elías y Moisés para Israel, lo que son Moisés y Elías para Israel, lo será la Venida del Señor a Su Iglesia. Tan sencillo como eso. Y todo eso en el Monte de Dios, que bajo el Nuevo Pacto es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por eso es que la Iglesia del Señor Jesucristo desde los días de los apóstoles ha estado esperando la materialización de la visión del Monte de la Transfiguración, ha estado esperando la Venida del Señor con Sus Ángeles.
Los ministerios de Moisés y Elías, de los Dos Olivos, son el ministerio de los Ángeles para el tiempo final; son los Ángeles que se encargarán de la cosecha, y colocarán la Cosecha en el Reino de Dios: el trigo en el Reino de Dios, de la parábola del trigo y la cizaña del capítulo 13, versos 30 al 43, de San Mateo; y también capítulo 13, versos 47 al 50, de los Ángeles que sacan la red – tiran la red, y luego llena la sacan fuera, recogen lo bueno en cestas y lo malo echan fuera. Así será en el fin del tiempo, del siglo.
Los Ángeles, que son los ministerios de Moisés y Elías, tienen mucho trabajo para este tiempo final. Por consiguiente, es importante estar alertas, porque hay grandes promesas de bendiciones para los miembros del Monte de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y continuamos en el capítulo 12 de Hebreos, donde dice [verso 25]:
“Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos”.
El que amonesta desde los Cielos es Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, de edad en edad, de etapa en etapa, hablándole a cada mensajero y hablando a través de los mensajeros al pueblo. Dice:
“La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez (o sea, una vez más: aún una vez)…”.
Recuerden que allá en el Sinaí, el Sinaí temblaba.
“… pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.
Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles.
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
porque nuestro Dios es fuego consumidor”.
Y ahora hemos visto que hay una bendición muy grande para el Monte de Dios del Nuevo Pacto, para el Monte de Dios, que es la Iglesia, el Templo de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Es esa bendición manifestada en el tiempo final conforme a la visión del Monte de la Transfiguración.
Los Ángeles que saldrán en este tiempo final son los ministerios de Moisés y Elías, los ministerios de los Dos Olivos, para llevar a cabo la cosecha del trigo, el recogimiento de los hijos de Dios, para darles la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
La bendición grande la tiene la Iglesia del Señor Jesucristo. Tiene la bendición, la promesa, para ser recogidos con Gran Voz de Trompeta y preparados para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
De eso es que nos habla Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58. Nos dice: “A la Final Trompeta; porque se tocará la Trompeta, y los muertos en Cristo resucitarán primero, y luego nosotros los que vivimos seremos transformados”. Y en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 12 en adelante. Y en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, donde nos dice:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos…”.
¿Por qué tenemos ciudadanía celestial? Por causa de que el que nace en un país, en una nación, tiene la ciudadanía de esa nación. Y así como tenemos ciudadanía terrenal de la nación donde hemos nacido físicamente, tenemos ciudadanía celestial porque el nuevo nacimiento es del Cielo y convierte a la persona en ciudadano celestial.
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra…”.
¿Ven?, que la Iglesia del Señor Jesucristo, los ciudadanos celestiales, tienen la promesa de la Venida del Señor para ser transformados físicamente.
“… de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.
Con ese poder que Él tiene para sujetar a Sí mismo todas las cosas, Él nos transformará y nos llevará con Él a la Cena de las Bodas del Cordero.
En Colosenses también, capítulo 1, nos dice… Colosenses, capítulo 1, verso 13, dice, hablando de Cristo:
“… el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,
en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;
y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud…”.
Hemos sido trasladados – librados del reino de las tinieblas y trasladados al Reino de Su amado Hijo, de Jesucristo. Por eso es que Cristo es el Rey y es el Comandante Jefe de ese Reino, del Reino de Dios, al cual nos ha llevado por medio del nuevo nacimiento.
Porque cuando nacimos en la Tierra físicamente, hemos nacido en el reino de las tinieblas; cuando nacemos de nuevo, nacemos en el Reino celestial, en el Reino de Luz, el Reino de Cristo, el Reino de Dios, en la Casa de Dios, en el Monte de Dios.
El Monte de Dios es el que tiene las grandes promesas para este tiempo. Por lo tanto, le damos gracias a Dios por Jesucristo y la bendición de estar en Su Reino, en el Reino de Dios, con vida eterna.
Cuando se fue Elías Tisbita en un carro de fuego, los hijos de los profetas buscaron a Elías y no lo encontraban[7], pero el ministerio de Elías estaba con ellos: en Eliseo.
En la trayectoria del ministerio de Elías, pasó de Elías al sucesor de Elías Tisbita: Eliseo, con una doble porción. Después, en la trayectoria de Elías, encontramos el ministerio de Elías en Juan el Bautista, precursando la Venida del Señor. Luego, en la trayectoria del ministerio de Elías, lo encontramos en medio del cristianismo en la séptima edad de la Iglesia gentil, precursando la Segunda Venida de Cristo.
Y es importante localizar dónde se encuentra el ministerio de Elías en este tiempo final en la Casa de Dios; porque es un ministerio que tiene que estar en la Casa de Dios; es uno de los ministerios de los Dos Olivos.
Por lo tanto, es importante tener nuestros ojos espirituales bien abiertos, para localizar en la Venida del Señor el quinto ministerio de Elías y el segundo ministerio de Moisés; porque la promesa es que profeta como Moisés, Dios levantará en medio del pueblo[8].
Así que estemos atentos, alertas, porque el cuadro del Monte de la Transfiguración se hará una realidad en el Templo de Dios, en la Casa de Dios, el Monte de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo; y habrá una manifestación en toda Su plenitud, donde la Columna de Fuego fue vista moverse en una Gran Carpa Catedral.
Por lo tanto, podemos ver que la Tercera Etapa —de esa manifestación grande de Dios en medio del cristianismo— será en el Monte de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, en una Gran Carpa Catedral. Tan sencillo como eso.
No busquen el ministerio de Elías, de Moisés y del Señor, sino en la Casa de Dios, que tiene la promesa de la Venida del Señor con Sus Ángeles: los ministerios de Moisés y Elías.
“ELÍAS EN EL MONTE DE DIOS”.
Que Dios nos abra nuestros ojos, nos abra las Escrituras y nos abra el entendimiento, para ver en este tiempo final, en la Venida del Señor, ver lo que vieron los discípulos en el Monte de la Transfiguración: a Elías (esto es, el ministerio de Elías por quinta ocasión), Moisés (el ministerio de Moisés por segunda ocasión) y a Jesús (en la manifestación final de la Tercera Etapa).
“ELÍAS EN EL MONTE DE DIOS”, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, donde se actualizará todo lo que Elías vio allá, y también donde Moisés estuvo presente viendo y escuchando la manifestación de Dios y escribiendo las Leyes en dos tablas de piedra.
Que Dios nos permita en este tiempo ver el Monte de Dios, saber cuál es el Monte de Dios y ver a Dios manifestado en ese Monte hablando al pueblo; y luego verlo llamando y juntando a los escogidos del pueblo hebreo, que son 144.000, 12.000 de cada tribu; porque habrá una restauración del Reino de David, para lo cual, los dos palos… Palo de José en la mano de Efraín (que es el que tiene las bendiciones de la Primogenitura que echó Jacob en el día que bendijo a Efraín y a Manasés) y el palo de Judá, el palo de mando, de príncipe, en la mano de Judá.
Estos dos palos fueron divididos en dos reinos en el tiempo del hijo de Salomón, por los pecados de Salomón[9]. Y en este tiempo final van a ser juntados esos dos cetros, esos dos palos de mando, de príncipes, para la restauración del Reino de David y Trono de David para el glorioso Reino Milenial; donde las naciones que sean salvas, que no sean destruidas durante la gran tribulación, lleguen hasta Jerusalén a ofrecer adoración a Dios y llevar sus ofrendas y diezmos allá, a la capital del Reino del Mesías, que será el Reino de David restaurado.
Por lo tanto, estemos preparados, porque estamos en el tiempo final, donde estas cosas deben suceder. Y todo lo que vamos a ver es a Dios en Su Monte santo, Su Iglesia del Señor Jesucristo; y ahí es que veremos a Elías en su quinta manifestación ministerial o el ministerio de Elías por quinta ocasión, y el ministerio de Moisés por segunda ocasión, y el ministerio de Jesús por segunda ocasión, o por tercera ocasión. Todo en el Monte de Dios. Todo en el Monte de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes, y nos acompañe todos los días de nuestra vida; y que pronto seamos todos transformados y llevados con Él a la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“ELÍAS EN EL MONTE DE DIOS”.
[Revisión julio 2023 – RM-JR]
[1] 1 Reyes 18:17-40
[2] Deuteronomio 4:24, Hebreos 12:29
[3] Números 16:1-35
[4] 1 Reyes 12:25-33
[5] 1 Reyes 18:41-46
[6] Éxodo 19:16-19
[7] 2 Reyes 2:11-18
[8] Deuteronomio 18:15-19
[9] 1 R. 11:9-13, 11:29-37, 12:1-20; 2 Cr. 10:1-19