La Fuente que da Agua para vida eterna – Introducción

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, y los que están en otros países conectados con esta actividad; y un saludo muy especial para el misionero Miguel Bermúdez Marín.

Para esta ocasión leemos en San Juan, capítulo 7, versos 37 al 39:

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema para esta ocasión es: “LA FUENTE QUE DA AGUA PARA VIDA ETERNA”.

Lo más importante para el ser humano es la vida eterna. No hay otra cosa más importante que el ser humano pueda obtener. Y solamente hay Uno que tiene la exclusividad de la vida eterna para otorgarla al ser humano, y Su nombre es: el Señor Jesucristo; de lo cual, en Primera de Juan, capítulo 5, nos dice, verso 10 al 13:

“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.

El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”.

Hemos visto que solamente se puede obtener la vida eterna por medio de Jesucristo. Él es el que tiene la vida eterna para otorgarla a todos los creyentes en Él. De lo cual también el capítulo 10 de San Juan, versos 27 en adelante, da testimonio el mismo Cristo diciendo:

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos”.

Aquí nuevamente Cristo dice que Él es el que le da vida eterna a las ovejas.

¿Y qué tiene que ver todo esto que hemos leído con “la fuente que da agua para vida eterna”? Los conquistadores españoles estuvieron buscando un río, una fuente de agua, la fuente de la juventud; y no la encontraron. Porque la Fuente de la juventud, la Fuente de Agua de vida eterna es un hombre: el Señor Jesucristo. Por eso Él dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”.

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en Él. De esto fue que le habló a la mujer samaritana en el capítulo 4 de San Juan, versos 10 en adelante, donde dice:

“Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.

La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?”.

Recuerden que el agua viva es el manantial (o como le llaman en algunos países: un ojo de agua) de la cual brota ella, sin usted tener que usar mecanismos para que brote esa agua de la tierra; una vena de agua que tiene una salida de agua que corre. Esa es el ‘agua viva’ conocida en los diferentes países, que representa al Agua Viva que da vida eterna al ser humano.

Y esa Agua Viva la tiene Cristo, y es el Espíritu Santo que sale de Cristo para los seres humanos y entra a la vida del ser humano; y es una Fuente de Agua que salta para vida eterna —es para recibir la vida eterna— y que corre por el interior de la persona y produce los diferentes frutos del Espíritu de Dios.

“¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?”.

Ese pozo1 de Jacob está en la tierra de Efraín, el que recibió la primogenitura; y ese pozo es tipo y figura de Cristo, que da Agua de vida eterna, que da el Espíritu Santo que corre como un río; y es un río de Agua de vida eterna para cada ser humano.

“Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;

mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.

Una Fuente de Agua de vida eterna, de la cual el que toma de esa Agua, del Espíritu Santo que viene de Cristo, vivirá eternamente, porque recibe el nuevo nacimiento, ha nacido del Agua y del Espíritu; y por consiguiente, ha entrado al Reino de Dios.

También, así como fue representado Cristo y el Espíritu de Cristo en el pozo de Jacob y el agua de ese pozo, también Cristo fue representado en la roca que fue abierta allá en el monte Horeb, allá en Refidim. O sea, lo que sucedió allá en el capítulo 17 es tipo y figura de lo que Cristo haría [Éxodo].

Cristo es la roca de allá del territorio de Refidim, la roca de Horeb de la cual brotó agua para saciar la sed del pueblo hebreo, que había sido libertado de la esclavitud en Egipto. De lo cual también en el capítulo 114 o Salmo 114 encontramos el testimonio dado, en el Salmo 114, verso 8, donde dice:

“El cual cambió la peña en estanque de aguas,

Y en fuente de aguas la roca”.

Y en el Salmo 78, verso 20, dice:

“He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas,

Y torrentes inundaron la tierra;

¿Podrá dar también pan?

¿Dispondrá carne para su pueblo?”.

Aquí podemos ver cómo el salmista habla acerca de lo que sucedió allá cuando fue abierta la roca y le dio agua al pueblo.

Esa Fuente, vamos a ver, aparece también en Apocalipsis, capítulo 21, versos 5 al 7, donde dice:

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.

El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”.

Ahora vean, le es dado el tomar de la Fuente del Agua de la vida eterna a todos los que tienen sed. Todos los que tienen sed podrán tomar de la Fuente, que es Cristo, la Roca; y Él les dará el Agua del Espíritu Santo.

“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. Dijo Cristo hablando del espíritu que habían de recibir los que creyeran en Él”.

Todavía no había venido el Espíritu Santo porque Cristo todavía no estaba glorificado. Y Él en San Juan, capítulo 14, verso 26, y San Juan, capítulo 15, verso 26, y San Juan 16, versos del 1 al 15, nos habla de que Él enviará Su Espíritu Santo a los creyentes en Él.

Y en el libro de los Hechos, capítulo 1, verso 1 al 11, nos dice la historia bíblica que Él dijo a Sus discípulos que no se fueran de Jerusalén hasta que fueran llenos del Espíritu Santo, fueran llenos de poder.

Y en el capítulo 2 del libro de los Hechos, en el aposento alto vino el Espíritu Santo sobre ciento veinte creyentes en Cristo, los cuales recibieron el nuevo nacimiento en esa ocasión; y entraron, por consiguiente, al Reino de Dios.

Ahora pasamos al capítulo 22 de Apocalipsis [verso 1]:

Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero”.

Y el capítulo 22 mismo, verso 16 al 17, nos dice:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.

Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.

Es el Agua de la vida eterna, que es el Espíritu Santo, que viene de la Roca, que es nuestro amado Señor Jesucristo.

En el capítulo 7 de Apocalipsis, verso 17, nos dice:

“… porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”.

La Fuente del Agua de Vida es Cristo. No hay un río literal donde una persona se puede meter y obtener la vida eterna. El que tiene a Cristo, al Hijo de Dios, tiene vida eterna; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene vida eterna. Ese es el testimonio que es dado en Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13; y la buena noticia para los creyentes en Cristo es que Él nos ha dado vida eterna.

Ahora, les he dicho que Cristo es la Fuente del Agua de la vida eterna, representado en la roca allá en el monte Horeb, allá en el área del Sinaí, por Refidim, donde el pueblo tuvo sed y Dios le dijo a Moisés que fuera a la roca y con su vara la hiriera y daría agua para el pueblo.

Hay forma de pedir las cosas a Dios, hay forma correcta de pedir las cosas a Moisés, pero el pueblo siempre trataba de hacer como los nenes pequeños, que a la fuerza quieren las cosas, y se pusieron a contender con Moisés. Pensaban —y algunos promovían la idea— de que los había sacado de Egipto para matarlos, hacerlos morir en el desierto; por diez ocasiones trataron de apedrear a Moisés.

Ahora, lo mejor es en buena forma pedirle a Dios las cosas.

En la roca primera que hirió Moisés, estaba representado Cristo, el cual tenía que ser herido en la Cruz del Calvario para luego darle el Agua de la vida eterna, el Espíritu Santo que corre por el interior de las personas como un río de agua. La segunda roca, en Cades-barnea, ya cerca de la tierra prometida, ya en la frontera, representa la Segunda Venida de Cristo.

La primera roca representa la Primera Venida y la segunda roca representa la Segunda Venida de Cristo; y por consiguiente, ambas representan a Cristo.

Para la Segunda Venida, Cristo no será crucificado; por eso le dice a Moisés: “Háblale a la roca, y la roca dará aguas para el pueblo”2. Pero Moisés ya estaba cansado por 40 años con un pueblo que siempre estaba dándole problemas, y cuando tenían alguna dificultad se levantaban en protesta contra Moisés; y Moisés hasta temía que el pueblo lo apedreara. Y Dios le dice: “Ve y háblale a la roca”.

Moisés toma la vara conforme a como Dios le dice, que fuera con la vara y que fuera Aarón con él; pero en vez de hablarle a la roca, ya estaba molesto, tan molesto con el pueblo, que habla unas palabras en contra del pueblo: “Pueblo rebelde…”, y así por el estilo le habló al pueblo, e hirió la roca con la vara, como había herido la roca anterior allá en Refidim, en el monte Horeb, en esa área del Sinaí.

Y salieron aguas, salió agua de la roca, y todo el pueblo bebió; pero la forma en que lo hizo Moisés no era conforme a la voluntad de Dios, no era conforme a como Dios le ordenó que lo hiciera.

Es como cuando le dijo también que construyera un tabernáculo, y le dijo: “Hazlo conforme al modelo que te fue mostrado en el monte”. No: “conforme a tu voluntad”. Moisés había construido, trabajado en construcción allá en Egipto, cuando era príncipe allá en Egipto sabía de construcción; pero el modelo tenía que ser conforme a como Dios le mostró.

Lo mismo cuando fue para darle agua al pueblo de la roca allá en Cades-barnea, tenía que hacerlo conforme a como Dios le mostró. Porque un profeta tiene que hacer las cosas como Dios le muestra, para Dios agradarse de él.

Hirió la roca, salió agua. Cualquier persona puede decir: “Pero lo logró, que saliera agua; lo hizo como lo había hecho la otra vez”. Aquello que hizo la primera vez tipificaba la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario siendo herido, y eso daría lugar a que luego saliera de parte de Cristo el Espíritu Santo para las personas el Día de Pentecostés; y no muriera el pueblo, sino que pudiera tener vida eterna; o sea, no muriera espiritualmente, sino que viviera, tuviera vida eterna en el Reino de Dios.

Ahora, lo que hizo Moisés con la segunda roca tipifica crucifixión de la Segunda Venida de Cristo; por eso desagradó a Dios, Moisés al hacer eso. Por lo tanto, la Segunda Venida de Cristo tendrá ciertas dificultades que fueron tipificadas allá en el tiempo de Moisés. Por lo tanto, no era para que Moisés hiciera de esa forma. Rompió el tipo y figura.

Es importante saber que la roca representa a Cristo. Primera de Corintios, capítulo 10, verso 1 en adelante…, 1 al 4… o 1 al 5, dice:

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar;

y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar,

y todos comieron el mismo alimento espiritual,

y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”.

Cristo estaba representado en la primera roca y en la segunda roca. Cristo se representó, se tipificó también en los sacrificios que el pueblo hebreo llevaba a cabo; y se representó también, se tipificó, en los diferentes profetas como Moisés, como Noé también, como Abraham, y así por el estilo.

Por esa causa… por ejemplo, en José está representado Cristo; y por eso José pasó por diferentes etapas: unas de dificultades y otras de gloria. En José está tipificada, representada la Primera Venida de Cristo y la Segunda Venida de Cristo.

Lo encontramos tipificado en Moisés también. Por eso en Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 al 19, nos dice que Dios levantará un profeta como Moisés y pondrá Su Palabra en la boca de ese profeta, y él les hablará todo lo que Dios le mande a decir.

En cada profeta se reflejó, o Moisés reflejó a cada profeta que vendría después de él, y en la máxima representación tipificó al Mesías en Su Primera Venida y en Su Segunda Venida.

Por lo tanto, la Primera Venida de Cristo, la Primera Venida del Mesías es un profeta como Moisés, y la Segunda Venida de Cristo cumplirá la profecía también. Por lo tanto, tenemos que comprender estas cosas y estar siempre tomando de la Fuente del Agua de la vida eterna, que es Cristo nuestro Salvador.

No hay esperanza para ninguna persona, de vida eterna, a menos que sea a través de Jesucristo nuestro Salvador.

El Señor Jesucristo dijo3: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al padre sino por mí”. Es solamente a través de Cristo que el ser humano puede acercarse a Dios. Por eso Él dijo que todo lo que pidamos, lo pidamos en Su Nombre. Él dice4: “Todo lo que pidáis al Padre en mi Nombre, yo lo haré”.

Él es la Roca, la Fuente del Agua de vida eterna para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Él es la Fuente del Espíritu Santo.

Recuerden que no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, solamente hay un nombre, y ese nombre es: Señor Jesucristo. Para eso Él vino en carne humana dos mil años atrás, para buscar y salvar lo que se había perdido.

No hay otra forma para salvar y buscar lo que se había perdido, sino por medio de Cristo nuestro Salvador. Y no hay agua que pueda saciar la sed espiritual del alma, sino el Agua que brota de la Fuente de vida eterna, de esa Roca que es Cristo nuestro Salvador. El Agua del Espíritu Santo que Él envía, que Él nos da, es lo que sacia la sed de nuestra alma.

Por lo tanto, hemos visto cuál es la Fuente del Agua de la vida eterna.

Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.

Hemos visto cuál es la Fuente, la Roca, la cual es Cristo; y hemos visto cuál es el Agua de vida eterna que Él nos da: el Espíritu Santo, como dijo en San Juan, capítulo 7, versos 37 al 39, cuando dice:

Si alguno tiene sed, venga a mí y beba (¿Por qué? Porque Él es la roca que tiene el agua de vida eterna).

El que cree en mí, como dice la Escritura…”.

Hay personas que dicen: “Yo creo en Cristo a mi manera”, pero Cristo dice: “El que cree en mí, como dice la Escritura”. La persona tiene que creer en Cristo como dice la Escritura, la Biblia. No a la manera de la persona, sino a la manera de Dios, que está impresa en la Biblia.

“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.

Esa es el Agua Viva de la cual le habló a la mujer samaritana. Es el Agua Viva del Espíritu Santo que viene de Cristo nuestro Salvador para saciar la sed de nuestra alma.

“LA FUENTE QUE DA AGUA PARA VIDA ETERNA”.

Ese ha sido nuestro tema de introducción para la escuela bíblica del próximo domingo, o sea, pasado mañana, Dios mediante, aquí; y que será transmitido por internet y por el satélite. Por lo tanto, hemos tenido la introducción hoy para prepararnos para el próximo domingo; y ya el próximo domingo entenderemos mucho mejor nuestro tema, y entenderemos mejor a Cristo como la Fuente, la Roca de Agua que salta para vida eterna.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, con ustedes aquí en Puerto Rico y con todos los que están en diferentes países conectados en esta ocasión.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes; les bendiga y les prospere grandemente espiritualmente y materialmente, y les use grandemente en Su Reino en este tiempo final; y les llene de Su plenitud, del Agua de la vida eterna, del Espíritu Santo, en este tiempo final; y pronto todos seamos transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

En cada país pueden hacer el llamamiento; y el domingo ya haremos el llamamiento desde aquí también.

Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de la Roca, Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo con ustedes al reverendo José Benjamín Pérez para finalizar; y en cada país dejo al ministro correspondiente para hacer en la misma forma.

Dios les bendiga y les guarde a todos.

“LA FUENTE QUE DA AGUA PARA VIDA ETERNA”.

[Revisión enero 2018]

1 San Juan 4:5, Génesis 33:19, Josué 24:32

2 Números 20:8 [1-13]

3 San Juan 14:6

4 San Juan 14:13

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