Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, y los que están en otras naciones, ministros e iglesias. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Un saludo muy especial para el misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín, donde se encuentra, y todos los que están allá reunidos también; y también feliz cumpleaños, doctor Camilo Montoya, y que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre usted, espirituales y materiales también, sobre usted y su familia, y todos los que están presentes allá. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Estamos en un tiempo muy importante, en el cual, aunque hay muchos problemas en este planeta Tierra, también hay grandes bendiciones de parte de Dios para los creyentes en Cristo; bendiciones que están prometidas para este tiempo final.
Leemos en San Mateo, capítulo 12, versos 38 al 42, donde nos dice:
“Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal.
El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.
Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.
Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar.
La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“LAS SEÑALES DEL FIN DEL TIEMPO.” Es nuestro tema para hoy domingo de Escuela Bíblica en medio del cristianismo.
Siempre que Dios va a hacer o está haciendo algo en la Tierra, hay señales en el cielo, en el sol, la luna y las estrellas, y también en la Tierra.
Cristo habló de las señales que serían vistas cuando llegara el tiempo para el fin del tiempo, cuando llegara ese tiempo le antecederían señales; y aun entrando ese tiempo llamado el fin del tiempo, también estarían siendo manifestadas señales en los cielos: en el sol, la luna y las estrellas, y en la Tierra también. Es que siempre Dios muestra primero en el cielo lo que va a hacer en la Tierra.
Tenemos palabras de Cristo en San Lucas, capítulo 21, donde enumera señales que habrá en la Tierra para el tiempo final. Por ejemplo, tenemos en San Lucas, capítulo 21, verso 20 en adelante, dice:
“Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado.”
Esa sería la señal para la destrucción de Jerusalén y el templo; y les dice lo que tienen que hacer en ese tiempo.
“Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella.”
“No entren en Jerusalén.” ¿Por qué? Porque había llegado el tiempo de la retribución. Dice:
“Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.”
Las cosas que estaban escritas, de la destrucción del templo de Jerusalén para luego de la Venida del Mesías, como dice Daniel, capítulo 9, versos 24 en adelante… verso 23 en adelante, dice: “Al principio de tus ruegos…” Comencemos en el 22:
“Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento (esto es el Ángel Gabriel hablándole a Daniel).
Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.”
Luego de la semana número setenta, sobre todo luego de la primera parte de la semana número setenta, que corresponde a la Venida del Mesías y Su ministerio, la Venida del Mesías en Su ministerio; pues ya llevaba unos 29 años y algo, cerca de 30 años aquí en la Tierra; y luego comenzó Su ministerio cuando tenía alrededor de 30 años, en el tiempo en que la semana número setenta estaba comenzando.
Estas son semanas de años, por lo tanto, las setenta semanas son 490 años; y Cristo apareció en Su ministerio cuando las setenta semanas estaban comenzando la semana setenta (o sea, que ya habían transcurrido 483 años). Y el Mesías Príncipe comenzó Su ministerio en la semana número setenta, y a la mitad de la semana le fue quitada la vida al Mesías, allí en la Cruz del Calvario; y allí se detuvo la semana setenta, a la mitad de esa semana setenta; y ahí se abrió la brecha para la entrada del cristianismo, y la semana número setenta se detuvo.
Por lo tanto, faltan tres años y medio para completarse esa semana setenta; y esos tres años y medio corresponden al tiempo señalado por y como la gran tribulación, que consta de tres años y medio en Apocalipsis, capítulo 11, versos 1 al 14.
Y esos tres años y medio será para Dios tratar con Israel, y para el mundo; porque ya se habrá cerrado la puerta de la misericordia, y Cristo estará con Su Iglesia, la cual ha raptado antes de comenzar la gran tribulación, la transforma, resucitando a los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y transformando a los que estén vivos en ese tiempo; y todos tendrán cuerpos iguales al cuerpo glorificado de Jesucristo, cuerpos inmortales, cuerpos jóvenes, representando de 18 a 21 años de edad, con vida eterna en sus cuerpos físicos que han de tener, y jóvenes para toda la eternidad.
Cuando eso ocurra estaremos, diríamos, estrenando nuestros cuerpos una temporada aquí en la Tierra, de 30 a 40 días; como Cristo luego de resucitado y estando con Su cuerpo glorificado, encontramos que estuvo con Sus discípulos unos 40 días apareciéndoles, digamos cada domingo.
De los primeros dos domingos nos habla la Escritura. El domingo de la resurrección de Cristo, en el cual le aparecía a muchos de Sus discípulos; y luego también el domingo siguiente, también le apareció a Sus discípulos por segunda ocasión.
Encontramos que así como Cristo estuvo unos 40 días en la Tierra apareciéndole a Sus discípulos, y también los que resucitaron con Cristo estuvieron apareciendo a sus familiares durante ese lapso de tiempo de 40 días; y luego fueron arrebatados, raptados con Cristo, cuando subió al Cielo. Así también será el rapto para los creyentes en Cristo, en cuerpos eternos, inmortales, glorificados y jóvenes para toda la eternidad. No hay otra forma en que podamos ir a la Casa del Padre celestial.
Por lo tanto, se requiere un cuerpo inmortal, un cuerpo incorruptible, para ir con Cristo en carros de fuego a la Casa de nuestro Padre celestial, para la Cena de las Bodas del Cordero.
Durante esos tres años y medio de la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, la Tierra estará pasando por la gran tribulación, donde las plagas, los juicios divinos caerán sobre la familia humana, sobre el planeta; y habrá muchos terremotos, maremotos, tsunamis, volcanes y muchas otras cosas que estarán sucediendo, a tal grado que el sol quemará a muchas personas. Eso significa que la capa de ozono va a ser afectada más de lo que está. Tiene un agujero muy grande pero eso se volverá, de seguro, más grande, y pueden surgir otros agujeros en la capa de ozono en diferentes lugares; y también se acercará al sol la Tierra, más de lo que está, si es necesario, para que se cumpla la profecía; la profecía que habla que las personas van a ser quemadas con el sol.
Es mucho más fuerte que un día de sol en tiempo de verano, en donde las personas dicen: “El día está demasiado caliente, se siente fuego.” Pero eso será multiplicado en el tiempo de la gran tribulación y afectará a muchas naciones.
También los volcanes entrarán en erupción, todos los que hay; maremotos y tsunamis surgirán, y muchos desastres naturales vendrán, como sucedió en Egipto cuando Dios envió a Moisés para la liberación de Israel, el pueblo primogénito de Dios.
Ahora, las señales tenemos que verlas antes de que la gran tribulación comience. Estamos viendo ya maremotos, terremotos, volcanes, pero eso va a ser mayor en la gran tribulación. Ahora estamos viendo las señales del tiempo final, que nos indican que estamos en el tiempo de y para la Venida del Señor, la Venida del Hijo del Hombre.
Cuando se habla que vendrá en una nube, y en Apocalipsis, capítulo 19, dice que vendrá en un caballo blanco: cuando nos habla de un caballo, un caballo es un poder, el poder de la Palabra, vendrá en el poder de la Palabra manifestándose.
Y vendrá también en una nube; es lo mismo mostrado con tipos, diferentes figuras, símbolos diferentes. San Mateo, capítulo 24, versos 30 en adelante: “Y aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo,” dice Cristo. San Mateo, capítulo 24, verso 27 en adelante, dice:
“Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.
Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.
E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”
Estos ángeles son Moisés y Elías, y los escogidos son doce mil hebreos de cada tribu; y doce mil por doce, son ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, de los hijos de Israel. Esos son los escogidos del pueblo hebreo.
Para lo cual, los ministerios de Moisés y Elías, los ministerios de los Dos Olivos, serán manifestados en la Tierra en el tiempo final. Y vendrán cabalgando; eso es: vendrán en el poder de la Palabra prometida, siendo manifestada, y cumpliendo lo que ha sido prometido para este tiempo final.
Por lo tanto, en medio del cristianismo y luego en medio de los judíos, se estará viendo la señal más grande de parte de Dios, que como escuchamos que fue leída del libro de “Citas” y del mensaje… libro de “Citas,” la página 117, que corresponde al mensaje “La Súper Señal,” predicado por el reverendo William Branham en Shreveport, Louisiana, en el mes de noviembre, día 29, del año 1963, donde nos dice en esa página 117 del libro de “Citas”, párrafo 1036:
“La señal principal de Dios es un profeta, ahora voy a hablar unos minutos acerca de eso. Ellos son la Palabra de Dios manifestada para esa edad, y esa es la razón que la señal principal de Dios es un profeta. Él nunca ha enviado un juicio sobre la Tierra sin enviar antes un profeta.”
Es que la Palabra prometida de Dios para cada tiempo, viene a ese hombre, a ese profeta, se hace carne en él, y él es la Palabra para ese tiempo; él tiene ASÍ DICE EL SEÑOR.
Y por consiguiente, la Palabra, que es Luz [Salmo 119:105]: “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.” Estando en ese profeta es como cuando Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” San Juan, capítulo 8, verso 12.
Y cuando Él envía un mensajero a Su Iglesia para una edad, una etapa de Su Iglesia, la Palabra para esa edad se hace carne en ese mensajero, y él es la Luz para esa edad; y alumbra la Palabra de Dios a través de ese mensajero.
Recuerden que el mismo Jesús habló de Juan el Bautista y dijo que él era antorcha que ardía, que alumbraba, y muchos quisieron caminar a su Luz; porque Juan era la Luz de Dios para su tiempo, precursando la Primera Venida de Cristo, y resplandeciendo esa Luz sobre las Escrituras, las promesas de Dios para aquel tiempo.
Recuerden que Cristo dijo, hablando de los creyentes en Él: “Vosotros sois la luz del mundo.” O sea, que todo lo que Cristo es, lo son también los creyentes en Él; y por consiguiente, los mensajeros son la Luz de la edad, la Luz que resplandece sobre la Palabra, que es Luz; y alumbra en ese tiempo Dios por medio de la Palabra que está siendo manifestada a través de carne humana en el mensajero de ese tiempo.
La Palabra hecha carne es la Luz para cada edad, la Palabra que se hace carne en el mensajero es la Luz para esa edad, para las personas caminar en esa Luz. No la Luz pasada sino la Luz que corresponde al tiempo en que la persona está viviendo.
En esta misma página 117, párrafo 1042, dice:
“Él está esperando que se levante un profeta en la escena, para manifestar la promesa que Él hizo de acuerdo a Malaquías 4. Será hecho, no importa qué tan simple lo vea la gente. Será hecho de todas maneras…”
Lo que Dios ha prometido, siempre será hecho en el tiempo correspondiente; y Dios usará siempre seres humanos para cumplir, hacer realidad en medio de Su pueblo, lo que Él ha prometido.
De todas las señales que pueden ser vistas, la más grande es un profeta. Por eso cuando el Mesías vino, era un profeta; era mayor que Jonás, y era mayor que el rey Salomón, porque en Él estaba la plenitud de la Palabra, la plenitud de la Divinidad siendo manifestada en Él y a través de Él.
Por lo tanto, tenemos que estar atentos a las señales prometidas para este tiempo final, las cuales indican que estamos en el fin del tiempo.
Es importante conocer. Y el conocimiento viene por medio del Espíritu Santo en la enseñanza de la Palabra prometida para el tiempo en que vivimos, así como fue para otras etapas del cristianismo. La falta de conocimiento trae consecuencias tristes a personas y a pueblos.
Vean, el capítulo 19 de San Lucas, versos 41 al 44, donde dice:
“Y cuando llegó (Jesús) cerca de la ciudad (o sea, cerca de Jerusalén), al verla, lloró sobre ella,
diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.
Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán,
y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.”
No conocer el tiempo en que Dios por medio del instrumento que Él tenga para cada etapa de Su Programa, de Su Iglesia… como fue con los judíos, en el cual la Palabra se hace carne en el mensajero, en el profeta; y la Palabra y el mensajero vienen a ser una misma cosa, para alumbrar los ojos del entendimiento de las personas.
Cuando Cristo entró a la ciudad de Naín, en una ocasión llevaban una persona, un joven que había muerto, lo llevaban, el féretro, para enterrarlo; y Jesucristo vio muy triste a la madre del niño que iba en la multitud, pues era el único hijo, el sustento del hogar, y ella era viuda, para colmo; y Jesús tuvo compasión de ella: puso la mano sobre el féretro, y se detuvieron; y le dijo al joven: “Joven, a ti te digo: ¡Levántate!” Miren, no oró. En ningún lugar encontramos que Cristo oró por los enfermos.
Tampoco oró por los que resucitó. A Lázaro le dijo: “¡Lázaro, ven fuera!” A este joven le dice: “Joven, a ti te digo: ¡Levántate!” Y también cuando fue a la casa de un principal entre los sacerdotes, había muerto; y también en otra ocasión en donde el siervo de un hombre militar romano había muerto o estaba enfermo, había muerto, encontramos que Cristo no oró por él, ni oró por la niña del sacerdote principal de aquel lugar, sino que le dice a la niña: “¡Levántate!” Le dice a sus familiares y al sacerdote: “Ella no está muerta, ella duerme, está dormida,” y la despertó, la llamó.
Es que, la muerte, Cristo la llama dormir, la persona duerme; es que los santos no mueren sino que duermen, y Cristo los despierta en la resurrección, así como despertó a personas que murieron y vienen a ser tipo y figura, ejemplos, de lo que Él va a hacer con todos los creyentes que han muerto físicamente.
Cuando Cristo resucitó al hijo de la viuda de la ciudad de Naín, todos se llenaron de temor y decían: “Dios ha visitado a Su pueblo, porque un gran profeta se ha levantado entre nosotros.”
Vean la forma en que Dios visita a Su pueblo: visita a Su pueblo en carne humana, en y a través de un profeta en el cual está la Palabra prometida, correspondiente a ese tiempo, la cual ha recibido de parte de Dios por el Espíritu de Dios; y el Espíritu de Dios obra a través de ese hombre, en cumplimiento a lo que Dios ha prometido para ese tiempo.
Muchas personas piensan: “Ese hombre hizo tal cosa.” No, es el Espíritu Santo, Dios en Espíritu Santo a través de ese hombre, hablando la Palabra creadora.
Así ha sido prometido para cada edad y para cada dispensación, por eso es que la señal principal de Dios es un profeta en cada tiempo.
Podemos ver todas las señales: terremotos, maremotos, tsunamis, señales también en el sol, en la luna y en las estrellas, que son señales grandes, pero no podemos fallar en ver la más grande: La Palabra prometida para el tiempo en que la persona vive, hecha carne en un hombre, en un profeta; y a través de él siendo hablada esa Palabra, sacándola a la luz, abriéndola al pueblo, alumbrando sobre esa Palabra con la revelación que Dios le ha dado para Su pueblo.
La señal más grande está prometida también para este tiempo, como fue en los tiempos pasados los profetas del Antiguo Testamento o Antiguo Pacto, y como fue en el tiempo de Juan el Bautista, de Jesús, de los apóstoles y de los diferentes mensajeros de la Iglesia del Señor Jesucristo en las diferentes etapas o edades.
En todos los profetas del Antiguo Testamento, Dios reflejó lo que sería la Venida del Mesías y lo que haría en Su Venida. También en los sacrificios que efectuó el pueblo hebreo Dios reflejó lo que haría el Mesías en Su Venida como Sacrificio de Expiación por los pecados del pueblo.
Y todo lo que Dios hará en este tiempo final, en la Venida del Señor, ya fue reflejado tanto en el Antiguo Testamento, en los profetas del Antiguo Testamento, en los apóstoles, en el mismo Jesús, en los apóstoles, y también en los mensajeros de cada edad.
Por lo tanto, en el Día Postrero, en la Venida del Señor, lo que estaremos viendo será todo lo que vimos en los diferentes mensajeros, diferentes profetas, manifestado en el Día Postrero en la Venida del Señor, el cual vendrá como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo, para darle la fe a Su Iglesia para ser transformada y llevada con Él a la Cena de las Bodas del Cordero.
El misterio del Séptimo Sello es el misterio de la Venida de Cristo en el Día Postrero, en el tiempo final; por lo tanto, el evento más importante será la Venida del Señor. Y esa es la única esperanza que tiene la Iglesia del Señor Jesucristo: la Segunda Venida de Cristo, que será para la resurrección de los muertos que vienen con Él, resucitarlos en cuerpos eternos, y para la transformación de los que estemos vivos; por lo tanto, Cristo es la única esperanza para los creyentes en Cristo.
Para el mundo no hay esperanza. Los juicios de la gran tribulación es lo que estará manifestándose en esos últimos tres años y medio de las setenta semanas del profeta Daniel.
Por lo tanto, es importante que entendamos en qué tiempo estamos viviendo.
Cuando una persona va para una ciudad que no conoce, tiene que estar atento a las señales del tránsito, a las señales que indican hacia dónde es la ciudad; y si sigue esas señales, llegará a la ciudad; si no sigue esas señales, no llegará a esa ciudad que quiere llegar y que él no conoce.
Y si seguimos las señales que Cristo dijo que estarían siendo manifestadas, llegaremos a la meta de ver y recibir a Cristo en Su Segunda Venida, y recibir nuestra transformación e ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, e ir a la ciudad divina, a la ciudad de Dios en el Cielo. Tenemos que reconocer las señales que nos dirigen a la ciudad de Dios.
Ya hemos estado viendo las señales del fin del tiempo, las cuales están manifestadas. Y la más importante de todas será la aparición de un profeta en la Tierra, la aparición de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías para los judíos, y la Venida del Señor para los creyentes en Cristo.
Por lo tanto, estemos atentos a las señales del fin del tiempo, para que cuando se abra el Séptimo Sello para la Iglesia, y se abra el Sexto Sello para los judíos… lo cual, el Sexto Sello es lo mismo que el Séptimo Sello para la Iglesia. El Sexto Sello para los judíos es o son los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en el tiempo final.
El Sexto Sello se abre con un tremendo terremoto. En el capítulo 6 de Apocalipsis, versos 12 en adelante, dice:
“Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;
y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.
Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.
Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;
porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”
Eso es la apertura del Sexto Sello. El reverendo William Branham dice que el Sexto Sello son Moisés y Elías, y el Séptimo Sello es la Venida del Señor. Apocalipsis, capítulo 8, es la Venida…:
“Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.
Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas.
Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.
Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.
Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.”
Vean ustedes, luego de la apertura del Séptimo Sello encontramos un terremoto, y también con la apertura del Sexto Sello encontramos un terremoto. ¿Será el mismo terremoto o serán dos terremotos? Eso se verá conforme a Apocalipsis, capítulo 11, versos 1 al 19.
Por lo tanto, para la resurrección de los muertos en Cristo habrá un terremoto, y eso es en la Venida del Señor.
Antes tenemos que ver las señales que nos indican que estamos en el tiempo del fin. En San Lucas, capítulo 21, Cristo dijo que cuando veamos estas cosas suceder, levantemos nuestras cabezas porque nuestra redención está cerca; o sea, nuestra transformación, que es la redención del cuerpo, en donde obtendremos el cuerpo eterno, cuerpo glorificado, eso será la redención del cuerpo.
Ya hemos estado viendo por algún tiempo las señales que indican el tiempo del fin; por lo tanto, estemos preparados para lo que viene de parte de Dios, la bendición que viene para la Iglesia del Señor Jesucristo antes que comience la gran tribulación.
No vamos a pasar por la gran tribulación, vamos a ser transformados antes, para recibir al Señor en el aire y estar siempre con Él, ir con Él a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, consolaos en estas palabras unos a otros. Sabemos que pasamos por etapas difíciles aquí en la Tierra, pero son palabras de consuelo saber que en la Venida del Señor los muertos creyentes en Él van a ser resucitados en cuerpos eternos, y los que vivimos vamos a ser transformados, y vamos a ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, tenemos que ―bajo la enseñanza de la Palabra de Dios prometida para este tiempo― madurar como trigo, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos, y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino.
Cristo está llamando y juntando los escogidos del tiempo final para completar Su Iglesia, para completar Su Templo espiritual, la parte del Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, que corresponde a la Edad de Oro de Piedra Angular.
Por lo tanto, los que están aquí presentes y en otros países, que no han recibido a Cristo como Salvador todavía, lo pueden hacer; y estaremos orando por usted en esta ocasión, para que Cristo le reciba en Su Reino.
Pueden pasar al frente los que todavía no han recibido a Cristo como Salvador, para recibir a Cristo como Salvador los aquí presentes y los que están en otros países también.
Y también los niños de 10 años en adelante, también pueden pasar al frente para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Recordando que Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.” [San Mateo 19:14]
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que están viniendo a los Pies de Cristo en diferentes países.
Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, y nuestros ojos cerrados:
Padre nuestro, que estás en los Cielos, en el Nombre del Señor Jesucristo vengo a Ti con todas las personas que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Te ruego los recibas en Tu Reino. Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Y ahora repitan conmigo esta oración, los que están viniendo a los Pies de Cristo en esta ocasión:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón.
Creo en Ti con toda mi alma. Creo en Tu Primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos. Y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Doy testimonio público de Tu fe en mí y de mi fe en Ti, y te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado; y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre; y produzcas en mí el nuevo nacimiento.
Haz una realidad la Salvación que ganaste para mí en la Cruz del Calvario, hazla una realidad en mi vida.
Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Con nuestras manos levantadas al Cielo, todos decimos: ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO!, ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO!, ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! AMÉN.
Los que han recibido a Cristo como Salvador en diferentes países, preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar? Pues escuché la predicación del Evangelio de Cristo, pues Él dijo: ‘Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos 16:15-16]
Me dirá: “Escuché la predicación del Evangelio de Cristo, creí, y ahora deseo ser bautizado en agua lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo más profundo de vuestro corazón.
Por cuanto usted ha creído en Cristo de todo corazón, bien puede ser bautizado, y que Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo eternamente con Cristo en Su Reino. Bien pueden ser bautizados.
El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado; pero el bautismo en agua fue ordenado por el Señor Jesucristo el cual también fue bautizado por Juan el Bautista.
Es que el bautismo en agua es tipológico, y cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, muere al mundo; y cuando es sumergido en las aguas bautismales por el ministro, está tipológicamente siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a la vida eterna.
En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección; por eso es tan importante el bautismo en agua en el Nombre del Señor.
Si Cristo necesitó ser bautizado por Juan el Bautista, ¡cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados para cumplir toda justicia!
Y que Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo eternamente con Cristo en Su Reino.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean con todos ustedes.
Dejo al reverendo José Benjamín Pérez para finalizar; y en cada país dejo al ministro correspondiente, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor.
Y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
Con nosotros el reverendo José Benjamín Pérez, y en cada país dejo al ministro correspondiente a continuación.
“LAS SEÑALES DEL FIN DEL TIEMPO.”