Muy buenas noches, amigos presentes y radioyentes en este lugar aquí en Santa Cruz de Bolivia, en este Coliseo Cerrado de Santa Cruz, Bolivia. Es para mí un privilegio estar con ustedes en estos días, para darles a conocer a ustedes las noticias que me son encomendadas desde el Cielo para todos ustedes.
En esta noche quiero hablarles a ustedes acerca del tema…, un tema sencillo titulado: “LA REALIDAD” o “ENFRENTANDO LA REALIDAD”.
Estamos nosotros viviendo, conforme a las Escrituras, en el fin del tiempo, estamos viviendo en el fin del siglo, estamos viviendo en la última generación; y tenemos nosotros que ser realistas para ver lo que está aconteciendo en estos días finales, tenemos que reconocer la realidad del día en que vivimos.
Todos los profetas, incluyendo al Señor Jesús, hablaron de estos días finales. El Señor Jesús, el mayor de todos los profetas, hablando de estos días finales, dijo que serían los días en que el Hijo del Hombre aparecería en esta Tierra.
En aquellos días, dos mil años atrás, estaba sobre la Tierra y era un profeta; y cuando estaba allí sobre la Tierra, Él les anunciaba el Mensaje correspondiente para aquellos días. Y todos los profetas habían hablado que el Hijo del Hombre habría de venir en aquellos días en que apareció Jesús de Nazaret.
Aquellas personas de aquellos días, aquella generación, estaba enfrentando la realidad de lo que Dios había dicho para aquellos días; pero muchas personas en aquellos días no reconocieron la realidad que estaban viviendo y que Dios estaba llevando a cabo.
Ellos perdieron una grande bendición por causa de que no fueron personas realistas a lo que estaba aconteciendo en el Programa Divino, pues todos los profetas habían hablado de aquellos días en que apareció el Señor Jesús, y todos los profetas habían hablado de que en esos días el Mesías estaría sobre la Tierra y sería un profeta.
El profeta Moisés dijo1: “Profeta como yo os levantará el Señor, de entre vuestros hermanos. Y cualquiera que no oyere a ese profeta, será desarraigado del pueblo”. Cuando Dios envía un profeta es para traer el Mensaje de ese tiempo, y es para que sea escuchado por la generación que vive en esos días; y cualquiera que no lo escuche, será desarraigado del pueblo, será desarraigado del Libro de la Vida que está en el Cielo.
Por lo tanto, la gente tiene que enfrentarse a la realidad del día en que vive en cada generación.
Aquellas personas estaban viviendo una realidad divina que estaba prometida para aquellos días. El profeta Daniel había dicho que en la semana número setenta aparecía el Mesías para ministrar la Palabra de Dios; y también había dicho que a la mitad de la semana le sería quitada la vida al Mesías, y no por Sí mismo2. Y cuando llegaron los tres años y medio del ministerio del Señor Jesucristo, Él fue crucificado, fue matado, cumpliéndose así la profecía que decía que a la mitad de la semana número setenta le sería quitada la vida al Mesías.
Aquella generación se estaba enfrentando a la realidad; pero no querían reconocer, no querían ver la realidad divina que estaban viviendo en aquellos días, y no podían decir juntamente con la realidad: “¡Esto es lo que fue profetizado que acontecería en estos días!”, pues el profeta Isaías había dicho que el Mesías sería matado3.
También había sido dicho por el gran profeta y rey David4: “Horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos”. Cuando el profeta y rey David estaba hablando esas palabras, estaba en el Espíritu de Dios profetizando lo que le acontecería al Mesías en la semana número setenta, cuando esa semana llegase a la mitad.
Aquella semana setenta se componía de siete años, pero a los tres años y medio la profecía de la muerte del Mesías tenía que ser cumplida; y estaba viviéndose aquella realidad en medio del pueblo hebreo y lo estaban viendo con sus propios ojos, pero estaban, como decía el profeta Isaías: “Con sus ojos viendo y con sus oídos oyendo, pero no entendiendo”5. No entendían lo que estaba aconteciendo en el Programa Divino para beneficio de la humanidad.
Allí se estaba realizando la gran Obra Divina de la Redención por la Sangre del Cordero de Dios para todos los hijos de Dios; allí estaban enfrentando la realidad de las profecías bíblicas de la Primera Venida del Mesías, de la Primera Venida del Hijo del Hombre. Y la gente estaba llamaba, por Juan el Bautista y por Jesús de Nazaret, a enfrentarse a la realidad y a reconocerla.
Por eso el Señor Jesús siempre le decía a aquella generación6: “Escudriñad las Escrituras; porque ellas son las que dan testimonio de mí”. Él les estaba diciendo a ellos que se estaban enfrentando ellos a la realidad de lo que los profetas habían dicho con relación a la Venida del Mesías, y Él les estaba diciendo: “Ellos dan testimonio de mí”.
Porque la Escritura fue traída por inspiración divina a través de los profetas de Dios, por lo tanto todos los profetas dieron testimonio de la Venida del Mesías. Y Él los llamaba a despertar a la realidad, Él los llamaba a reconocer lo que estaba aconteciendo en aquellos días conforme al plan divino.
Muchas personas en aquel tiempo no podían ver y no podían comprender cómo Aquel hombre sencillo, cómo Aquel joven carpintero de Nazaret podía ser el Mesías que tantos años ellos estaban esperando.
Por cientos y miles de años el pueblo hebreo estaba esperando la llegada del Mesías, y cuando aparece Jesús de Nazaret en el tiempo en que tenía que aparecer el Mesías, ellos no podían comprender, no podían entender que este joven, de aproximadamente de 30 a 33 años, era el Mesías que tanto ellos estaban esperando. Era el Gran Mesías profetizado por todos los profetas que Dios había enviado.
Pero una cosa tan grande —como habían anunciado los profetas de Dios— apareció en una manera tan simple, tan sencilla y tan humilde, que era algo que no cabía en la mente humana, era algo que no podía ser entendido por la mente carnal, por la mente intelectual de aquella generación.
Pero las cosas de Dios no son para entenderse intelectualmente, sino para creerse con el corazón. Y cuando Dios se mueve a la escena en cada tiempo, para Él cumplir lo que Él prometió, cada persona está llamada a ver, a enfrentarse a la realidad de su tiempo. Y lo único que Dios le ha dado al ser humano para que pueda verificar si lo que está aconteciendo es lo que Él prometió, es la Escritura. Él dijo: “Escudriñad las Escrituras; porque ellas son las que dan testimonio de mí”. Cuando Dios ha prometido algo y Él lo cumple, la Escritura da testimonio de lo que Dios está haciendo.
El Señor Jesús era el cumplimiento de las promesas mesiánicas para aquellos días. Muchas personas de este tiempo moderno, del siglo XX, miran hacia atrás a los días en que vivió Jesús de Nazaret, y dicen: “A mí me hubiera gustado haber vivido en aquellos días para ver al Mesías, para ver a Jesús de Nazaret predicando aquellos gloriosos mensajes que Él predicaba, y también para ver los gloriosos milagros que Él llevaba a cabo”.
Pero, ¿hubiera usted creído en Él como creyeron Pedro, Jacobo, Juan y aquellas personas sencillas y humildes de aquellos días? ¿O hubiera usted sido incrédulo como lo fueron los fariseos y saduceos, los líderes religiosos de aquel tiempo, que no podían creer que Aquel hombre tan sencillo era el Mesías que ellos estaban esperando? ¿Cuál hubiera sido su actitud?
Esa es una buena pregunta que usted debe contestarse usted mismo frente a la realidad del día en que nosotros estamos viviendo; pues lo que usted hubiera hecho en aquellos días es lo que usted hará (en este día moderno en que vivimos) frente a la realidad de lo que Dios está haciendo en este tiempo.
Muchas personas no pueden comprender que Dios nunca ha estado con Sus brazos cruzados. Dios siempre ha estado haciendo algo conforme a Su Programa. En cada generación Dios ha estado llevando a cabo la parte del Programa correspondiente en esa generación. Y esta, nuestra generación, la generación del siglo XX, es la generación de la cual todos los profetas han profetizado más abundantemente.
El Señor Jesús, hablando de esta generación final en que vivimos, dijo que sería como la generación de los días de Noé y como la generación de los días de Lot7, como la generación de Sodoma y de Gomorra. Si ustedes observan aquellas generaciones, usted encontrará que para la generación de Noé allí había un profeta de Dios enviado para anunciarle a aquella humanidad lo que acontecería en esos días; aquel profeta también estaba anunciándoles la manera de salvación que Dios tenía para todos aquellos que pudieran creer la realidad de lo que estaba aconteciendo en el Programa Divino.
Encontramos que el gran profeta Noé estaba construyendo un arca. Aquello era algo ridículo en aquella generación tan moderna que él estaba viviendo; pues aquella generación era una generación moderna como esta generación en la cual nosotros vivimos. No era una generación que no tenía conocimiento científico, pues los científicos de este tiempo han descubierto que aquella generación estaba adelantada como esta generación, o aun más que esta generación.
Por lo tanto, lo que Noé decía, de que iba a venir un diluvio e iba a destruir a toda persona que vivía sobre la Tierra y a todos los animales, eso era algo ridículo en aquellos días.
En aquellos días podían enviar al espacio instrumentos para verificar, a ver si lo que decía el profeta Noé era correcto; y ellos podían decirle a Noé: “Allá arriba no hay humedad para que llueva, por lo tanto tu mensaje está equivocado”. Pero el Mensaje de Noé estaba correcto, y Dios vindicó que estaba correcto su Mensaje trayendo el diluvio que había sido anunciado por Noé. Aquella generación estaba enfrentando la realidad de aquel tiempo, de aquella ocasión, y no reconoció los días que estaba viviendo.
Por eso el Señor Jesús dijo que como en los días de Lot, así sería la Venida del Hijo del Hombre; como en los días de Noé así también sería la Venida del Hijo del Hombre. ¿Y qué sucedía con aquellas generaciones? Dice que no conocieron. No pudieron conocer, no pudieron entender la realidad que estaba viviendo aquella generación en aquel tiempo. Y vino el diluvio en los días de Noé y los destruyó a todos; a todos los que no reconocieron el día que estaban viviendo. Pero también dice la Escritura que Noé, junto a su familia, entró al arca, y se salvaron; y dice la Escritura que por todos eran ocho personas8.
No importa la cantidad que crea, Dios los salva; porque para agradar a Dios hay que creer a la Palabra de Dios.
Por lo tanto, Dios se agradó de Noé y de su familia. Dice la Escritura que Noé halló gracia delante de Dios9. Así que usted puede ver que Noé reconoció el día que estaba viviendo; Noé se enfrentó a la realidad y la reconoció en aquellos días, e hizo lo que debía hacer en aquellos días10.
Jesús dijo que esta generación sería una generación igual a aquella generación: una generación falta de entendimiento, una generación falta de reconocimiento de lo que está aconteciendo en estos días finales. Por lo tanto, tenemos nosotros que comprender, tenemos nosotros que entender que vivimos en una generación sin entendimiento.
Pero así como en otras generaciones había algunas personas que reconocieron lo que estaba aconteciendo en el Programa Divino y se alinearon con la Palabra de Dios, con el Mensaje de ese tiempo, en este tiempo también está prometido que habrá personas iguales a aquellas; pues dijo el profeta Daniel que en estos días finales los entendidos entenderán11. ¿Y qué es lo que los entendidos han de entender en este tiempo en que vivimos? Los entendidos han de entender la realidad que se está viviendo en el plan divino en estos días finales.
Tenemos que ser realistas, porque aquella generación del tiempo de Noé no fue realista, y vino el diluvio y se los llevó a todos. Y la generación del tiempo de Lot, Sodoma y Gomorra, no fueron realistas, y vino fuego del cielo12, los Ángeles de Dios llevaron a cabo una destrucción, un bombardeo atómico nuclear, y destruyó a Sodoma y Gomorra.
Ustedes saben muy bien que allí bajaron el Arcángel Gabriel y el Arcángel Miguel, los oficiales máximos de los Ejércitos celestiales, y llevaron a cabo aquel bombardeo nuclear. Muchas personas quizás no saben que en el Cielo hay Ejércitos y que hay en el Cielo oficiales máximos de esos Ejércitos, los cuales conocemos por el nombre de Gabriel y Miguel.
Tenemos que ser realistas. Si Dios quisiese destruir esta generación por completo, Él tiene con qué hacerlo. Y aun si Él no quisiera utilizar las fuerzas celestiales, las potencias celestiales para llevar a cabo esa gran destrucción, aun las fuerzas terrenales, los ejércitos terrenales de las grandes potencias están armados con artefactos nucleares, los cuales son tan destructores que dicen que pueden estar disparando bombas atómicas y bombas de hidrógeno por muchos años hasta que desaparezca toda vida que hay sobre la Tierra.
Eso toda persona lo sabe. Y toda persona sabe que las grandes potencias están muy nerviosas porque de un momento a otro puede comenzar una Tercera Guerra Mundial. Y una Tercera Guerra Mundial no sería una guerra con palos y piedras; sería una guerra con bombas atómicas, de hidrógeno y de cobalto; y a eso nadie podrá escapar.
La Biblia nos dice allá a través del profeta Malaquías, en el capítulo 4, verso 1 y 2, dice: “Viene el día grande y terrible del Señor, y todos los soberbios serán estopa; y aquel día que vendrá no les dejará ni raíz ni rama”. Eso habla nada menos que de una destrucción nuclear.
Pero usted tiene que comprender que antes de venir el diluvio Dios tenía un profeta sobre la Tierra para advertir lo que habría de acontecer. Y antes de venir la destrucción a Sodoma y a Gomorra, allí estaban los Ángeles de Dios diciéndole a Lot lo que habría de acontecer; y en la montaña estaba Dios en forma humana hablando con Su siervo e hijo Abraham, dándole a conocer lo que habría de acontecer a Sodoma y a Gomorra13. Porque aquella generación era la última generación de Sodoma y de Gomorra, así como la generación del día de Noé era la última generación de aquellas personas de aquel tiempo.
Y hoy en día estamos viviendo en la última generación, y estamos nosotros enfrentando la realidad de las palabras que dijo Jesús y los demás profetas. Cuando habló de la última generación, de la generación que vería el regreso del pueblo hebreo a su tierra natal, Él dijo14: “De la higuera aprended la parábola…”; y nosotros en este tiempo estamos enfrentándonos a la realidad del cumplimiento de la parábola de la higuera.
La parábola de la higuera es una profecía en forma simbólica. La higuera representa al pueblo hebreo. El pueblo hebreo rechazó la Primera Venida del Mesías, pidió Su muerte en cruz, y el pueblo o el Gobierno romano (que es el cuarto imperio del reino de los gentiles) llevó a cabo la muerte del Mesías de los hebreos.
Y el pueblo hebreo, por haber rechazado a su Mesías, por no haber reconocido a su Mesías, le aconteció lo que dijo el Señor Jesús que le habría de acontecer, pues el Señor Jesús dijo15: “Por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación, entonces te acontecerán todas estas cosas, todos estos juicios: no será dejada en ti piedra sobre piedra, el templo será destruido (y todas las demás cosas que habrían de venirle al pueblo hebreo)”.
Les fue dicho también que serían esparcidos por todo el mundo, y así estuvo aconteciendo. En el año 70 el pueblo hebreo fue atacado, y el templo y Jerusalén fueron destruidos por aquel general romano llamado Tito; y encontramos que destruyeron también el templo, y no dejaron piedra sobre piedra que no fue derribada. Es que en medio de cada piedra, cubriendo allí la unión de cada piedra, dicen algunos historiadores que el templo tenía oro; y para los soldados romanos tomar el oro que había en esas junturas, derribaban las piedras.
Encontramos que lo que dijo el Señor Jesús no falló, sino que se cumplió como Él dijo que se cumpliría, y el pueblo hebreo fue dispersado por todas las naciones. Pero Él dijo: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya sus hojas brotan, entended que el verano está cerca”.
La higuera es el pueblo de Israel, que después de dos mil años, aproximadamente, de estar esparcido por el mundo entero, por todas las naciones, Dios dijo que los llamaría de en medio de todas las naciones y los congregaría en su tierra natal: en la tierra de Israel. Y desde el año 1946 sabemos que el pueblo hebreo está en su tierra, en su tierra natal, como una nación libre y soberana, con su propia bandera, con su propia moneda, y esperando la Venida del Mesías.
Cuando ellos estaban regresando a su tierra, les preguntaban a ellos a qué iban a la tierra de Israel; algunas personas o reporteros les preguntaban a ellos o les decían: “¿Acaso ustedes van de regreso a la tierra de Israel para allí morir?”. Ellos les decían: “No, nosotros regresamos a nuestra tierra natal para ver la Venida del Mesías, porque estamos esperando al Mesías, porque es la promesa de Dios”.
Lo único que ellos no saben es que ya el Mesías vino en Su Primera Venida; no saben que su Mesías vino hace dos mil años atrás y fue crucificado allá en la Cruz del Calvario; pero ellos algún día han de conocer esta maravillosa y amorosa historia del Amor Divino que fue llevada a cabo en aquellos días para el bien de la humanidad, para —por la Sangre de Jesús— tener redención todos los hijos de Dios.
Eso es lo que es el Redentor: el que regresa nuevamente a todos los hijos de Dios directamente al Padre celestial.
Por lo tanto, algún día el pueblo hebreo conocerá lo que aconteció dos mil años atrás; él lo conocerá cuando vea al Señor en Su Segunda Venida; cuando él lo vea entonces Él les explicará a ellos todo el misterio de la redención con Jesús en la Cruz del Calvario. Es una historia de Amor Divino para bien de toda la humanidad.
Por lo tanto, nosotros en este tiempo tenemos que ser realistas. Estamos nosotros viviendo en el tiempo que dijo Jesús que el Hijo del Hombre aparecería por segunda vez, estamos viviendo en el tiempo en que la Venida del Señor tiene que estar siendo realizada en estos días finales conforme a las Escrituras.
Estamos viviendo en la última generación, porque esta es la generación que ha visto el regreso del pueblo hebreo a su tierra; y no solamente ha visto el regreso del pueblo hebreo a su tierra, sino que también ha visto que Jerusalén ha regresado a las manos del pueblo hebreo y en este tiempo ya ha sido declarada la capital de Israel.
Eso no podía ocurrir en otro tiempo porque el Señor había dicho que Jerusalén estaría en cautiverio, estaría en manos de los gentiles hasta que el tiempo de los gentiles hubiera concluido. Y cuando vemos que Jerusalén ha regresado a las manos del pueblo hebreo, tenemos que ser realistas: estamos enfrentando la realidad de que el tiempo de los gentiles ha terminado.
Y si el tiempo de los gentiles ha terminado, tenemos que reconocerlo. Tenemos que reconocerlo para entonces reconocer las cosas que han sido prometidas para este tiempo final y con nuestros propios ojos poderlas identificar en la Palabra de Dios como las profecías de los últimos días.
Tenemos que ser realistas. No podemos vivir de ilusiones, no podemos vivir de sueños, tenemos que vivir de la realidad que está siendo efectuada en estos días finales.
No podemos hacer como hizo la generación incrédula de los días de Noé y de los días de Lot y de los días de Jesús también; pues toda persona y toda generación que ha sido incrédula a la realidad del cumplimiento de las promesas de Dios para su tiempo, han recibido los juicios de Dios por incrédulos. Pero los que han creído, la misericordia de Dios les ha sido extendida, y en el amor y misericordia de Dios han sido felices. Y los que han partido en las edades del pasado creyendo lo que estuvo aconteciendo en la generación en que vivieron, los que pudieron creerlo y lo pudieron identificar en la Palabra como el cumplimiento de lo que Dios había prometido, se encuentran en el Paraíso; se encuentran en el Paraíso esperando la gran resurrección que ha de acontecer en estos días finales.
Estamos nosotros viviendo en el tiempo más grande de todos los tiempos. Toda persona que deseó vivir en los tiempos de los profetas del Antiguo Testamento, o en el tiempo de Juan el Bautista o de Jesús de Nazaret o de los apóstoles, les quiero decir en esta ocasión que estamos viviendo en un tiempo más grande que aquellos tiempos: estamos viviendo en la última generación, estamos viviendo en el fin de los gentiles, estamos viviendo en el tiempo de la Venida del Señor, de la Venida del Hijo del Hombre; pues el Señor Jesús dijo que como fue en los días de Noé y en los días de Lot sería el día en que el Hijo del Hombre se manifestaría, en que el Hijo del Hombre vendría.
Estamos en ese día, estamos en esa generación, estamos enfrentando la realidad de todas las profecías bíblicas para estos días finales. Y tenemos nosotros que despertar a esa realidad; porque si no despertamos a esa realidad, nos pasará lo mismo que le pasó a las generaciones del pasado: que no reconocieron lo que estaba aconteciendo en aquellos días.
Tenemos nosotros que ser realistas. Estamos en el tiempo más grande de todos los tiempos, porque estamos en la última generación, estamos en el fin del tiempo, estamos en el tiempo en que los días de los gentiles han terminado. Por lo tanto, el reino de los gentiles no puede seguir adelante, porque el Reino de Dios tiene que tener lugar y el reino de los gentiles tiene que ser quitado. Estamos enfrentando la realidad de esa profecía.
En la próxima ocasión o en el próximo mensaje o conferencia, les estaré hablando acerca del reino de los gentiles, de las etapas del reino de los gentiles y del fin del reino de los gentiles; estaré mostrándoles todo eso a través del sueño que tuvo el rey Nabucodonosor, porque ahí nos muestra la trayectoria del reino y del tiempo de los gentiles desde el comienzo hasta el final, hasta estos días que estamos nosotros viviendo.
Muchas personas no saben ni la realidad que estamos viviendo, que estamos experimentando y que nuestros ojos están viendo, porque no la han estado entendiendo; pero les traigo el Mensaje Final de Dios a través del cual ustedes podrán ver y entender el tiempo que estamos viviendo y lo que Dios está haciendo en estos días finales.
Y el que quiera creer, que crea; el que no quiera creer, no lo obligaré; pues el creer en la Palabra de Dios y el creer en lo que está aconteciendo en estos días conforme a lo que Dios prometió, se cree desde dentro del corazón. Ninguna persona le puede obligar a otra persona a creer lo que Dios está cumpliendo en estos días finales. Cada persona tiene el libre albedrío para creer o para no creer. Y así yo los trato a todos ustedes: como personas libres y soberanas para recibir o para rechazar la Palabra de Dios en estos días finales que da a conocer todos estos misterios.
He sido enviado de parte de Dios para anunciar el día de venganza del Dios nuestro, para anunciar el fin de los gentiles, para anunciarles a todos los seres humanos y a todas las naciones y a todos los reyes, que el tiempo de los gentiles ha terminado, que el tiempo del reino de los gentiles ya ha concluido; y el reino de los gentiles no puede seguir adelante porque estamos en el tiempo para el Reino de Dios manifestarse, para el Reino de Dios comenzar.
He sido enviado para anunciarles estas cosas, pero también para anunciarles, para consolar a todos los enlutados; para anunciarles las bendiciones y misericordia de Dios que están a la disposición de todos aquellos que puedan creer lo que Dios está haciendo en este tiempo, que puedan creer la realidad del tiempo en que estamos viviendo. Y con ese Mensaje son consolados todos los que viven sobre la Tierra; y si tienen familiares que han muerto, que han partido, son consolados cuando saben que la gran resurrección está por acontecer dentro de poco tiempo.
Y todos los hijos de Dios son hijos de Dios, no importa que sus demás hermanos hayan muerto 50, 100, 200, 300, 400 o 500, o 1000 o 2000 años atrás; desde los primeros hijos de Dios hasta los últimos hijos de Dios que viven sobre la Tierra, componen, son, una sola familia. Por lo tanto, todos los hijos de Dios de este tiempo están conscientes que tienen muchos hermanos que vivieron en edades pasadas y que están en el Paraíso, pero que con la gran resurrección que está anunciada para este tiempo final, todos los muertos en Cristo han de resucitar, han de resucitar a la Final Trompeta.
La Final Trompeta es el Mensaje Final de Dios, la Final Trompeta es este Mensaje que les estoy anunciando. Después de este Mensaje no viene otro Mensaje para esta generación. Es como fue en los días de Noé: después del Mensaje de Noé no apareció otro profeta para profetizarle, para predicarle a aquella generación. Después de aquel ultimo Mensaje que Dios envió a través del profeta Noé, la puerta se cerró para aquella generación y vino el juicio de Dios sobre todos los incrédulos.
Así también ha acontecido en otras generaciones, así también está aconteciendo en esta generación. El Mensaje ha estado viniendo para todo ser humano, para todo pueblo, para toda lengua, para toda nación, para todos los reyes, para toda persona que tiene oídos para oír. Por lo tanto, yo les llamo en esta ocasión a enfrentarse a la realidad de esta generación, de esta generación que nos ha tocado vivir.
Tenemos que ser realistas. Y si somos realistas entonces comprenderemos correctamente lo que está aconteciendo en el plan divino.
Tenemos nosotros que comprender lo que está aconteciendo en el plan divino. Cada vez que Dios ha enviado un mensajero, un profeta, es porque algo ha estado aconteciendo en el Cielo. Allá en el Cielo hay un Templo en donde está el Dios Todopoderoso y en donde se lleva a cabo la labor de ese Templo. Y cuando algo ocurre en ese Templo, Dios envía un profeta a esta Tierra para que traiga Su Mensaje; por eso cada profeta que ha llegado a esta Tierra, cada profeta enviado de Dios ha venido a esta Tierra con un Mensaje del Cielo, con un Mensaje del Trono de Dios.
Y está prometido en la Escritura que para este tiempo final aparecería el último Mensaje de Dios, el último Mensaje del Cielo enviado por Dios, enviado por el Señor…; y Él, como siempre ha hecho, Él hace en este tiempo: siempre levanta y envía a un profeta para que sea el portador del Mensaje Divino para toda la humanidad. Si Dios enviase un ángel para hablarle a la gente, la gente no comprendería; pues tendrían que ir al Cielo para estudiar el idioma que hablan los ángeles. ¿Y cómo habrían de comprender o cómo habrían de ir al Cielo si no saben cómo ir al Cielo ni tienen tampoco los equipos necesarios para ir al Cielo?
Pero Dios siempre envía un profeta, el cual puede decir como dijo Jesús16: “Nadie subió al Cielo, sino el Hijo del Hombre que descendió del Cielo”.
Nadie subió al Cielo. Encontramos que Él dijo que nadie había subido sino el que descendió del Cielo; y después dice: “El Hijo del Hombre, que está en el Cielo”, y estaba en la Tierra.
Es que Jesús era un profeta, y era el profeta mayor; y todos los profetas de Dios cuando son enviados, son enviados con las dos consciencias juntas. Siendo enviados con las dos consciencias juntas ellos viven dos mundos: viven el mundo terrenal y ven las cosas de esta Tierra, y viven como todos los seres humanos; pero también ellos viven el mundo espiritual, el mundo celestial, y ellos pueden ver y ellos pueden escuchar lo que acontece allá; y de lo que escuchan allá de parte de Dios, tienen que traerle a la humanidad para que esté al tanto de lo que está aconteciendo allá en el Cielo, en donde los demás hombres no pueden mirar.
Por eso usted puede ver, a través de la Escritura, que los profetas de Dios decían: “Dios me dijo o he visto a Dios, o he visto a los ángeles, o he sido enviado con este Mensaje”; ellos veían en el otro mundo. Y el otro mundo es la realidad, es más real que esto que ustedes pueden ver hoy en día; pues hoy en día lo que nosotros vemos aquí en la Tierra es algo pasajero. Las personas viven en la Tierra pero después mueren; pero allá en el Cielo, los que están allá, son eternos.
Por lo tanto, entonces, tenemos que comprender que la realidad grande está en otro mundo; y desde allá del otro mundo es que viene a esta Tierra el Mensaje Divino para despertar a la humanidad a la realidad de la hora en que estamos viviendo.
Estamos enfrentando la realidad de lo que fue prometido para este tiempo; y por eso es que todas las huestes celestiales se mueven y trabajan para que lo que fue prometido sea una realidad en el día en que vivimos. Y tenemos que ser sinceros y dar testimonio de que estamos enfrentando la realidad de lo que fue dicho para estos días finales.
Amigos que me escuchan en estos momentos: estamos exactamente en estos días enfrentando la realidad. Reconozcamos esa realidad.
Dios les bendiga, Dios les guarde, y les ayude a todos ustedes, y les abra bien los ojos espirituales para ver la realidad que estamos viviendo en este día final, para poder comprender que estamos viviendo en la última generación, y ya al final de esa última generación.
No hay otro refugio, sino Dios. No hay otro camino, sino el Mensaje Final de Dios para todo ser humano. Por eso el último Mensaje en el libro del Apocalipsis dice: “El que tenga sed, venga y beba del agua de la vida gratuitamente”. Eso lo dice en el capítulo 21 y 22 del libro del Apocalipsis.
Después de eso no hay otra oportunidad para los seres humanos, después de esa oportunidad no hay nada más; porque es en el capítulo 22 que Dios termina Su Programa entre los seres humanos, en medio de esta última generación.
Por lo tanto, tenemos que enfrentar con sinceridad y con valentía la realidad que nos ha tocado vivir. Tenemos que abrir nuestros ojos espirituales, tenemos que identificar las cosas que están aconteciendo en la Escritura, en las profecías que fueron habladas para este tiempo. Y he aquí, en esta ocasión les he identificado a ustedes las cosas que están aconteciendo en nuestro día con las profecías que fueron anunciadas para estos días finales.
Creo que con lo que hemos hablado en esta ocasión ustedes han comprendido la realidad que estamos viviendo, ustedes han comprendido que estamos enfrentando la realidad de lo que fue dicho para los días finales. Y el deseo de mi corazón es que usted alcance la misericordia de Dios, que usted reciba la Palabra de Dios, y que sus ojos espirituales sean abiertos para que comprenda todo el plan divino para estos días finales; para que entienda todo lo que está aconteciendo y pueda ver que eso fue lo que Dios habló para estos días.
Es tiempo de entender que estamos viviendo la última generación. Esa es la generación que el Señor Jesús dijo: “… no pasará esta generación…”, es esta que estamos viviendo nosotros. Él dijo que no pasaría esta generación sin que aconteciesen todas aquellas cosas que Él dijo que acontecerían en estos días finales. Estamos nosotros enfrentando esta realidad. Enfréntela con valentía.
La generación o las generaciones del pasado que no enfrentaron la realidad, podemos señalarlas como generaciones cobardes; pero nosotros tenemos que ser valientes en este tiempo reconociendo nuestra generación, reconociendo las cosas que están aconteciendo; y reconociendo lo que Dios quiere que nosotros creamos y que nosotros sigamos, reconociendo el Mensaje Final de Dios. Con ese Mensaje Final de Dios es que Él nos da a conocer todas estas cosas que hemos estado escuchando en esta ocasión.
Por lo tanto, ya en esta noche, en esta ocasión, ya me he de retirar; y les deseo muchas bendiciones de parte de Dios.
Aunque hablo estas cosas y digo el tiempo en que vivimos y que ya esta generación es la última, no tengo coraje con nadie. Amo a todo el mundo y deseo para toda persona las más ricas bendiciones de parte de Dios.
Así que ya ustedes pueden comprender que lo que les hablo se los hablo porque es la verdad; y porque he sido enviado a todos ustedes que están presentes y ausentes en diferentes lugares y países; he sido enviado para darles a conocer a todos estas cosas del Programa Divino.
Dios les bendiga, Dios les guarde, y dejo con ustedes nuevamente al misionero internacional Miguel Bermúdez Marín, quien ha de concluir en esta noche; y mañana nuevamente nos veremos en este mismo lugar, en donde estaremos hablando sobre el reino de los gentiles y el fin del reino de los gentiles.
“ENFRENTANDO LA REALIDAD”.
[Revisión agosto 2019]
1 Deuteronomio 18:15-19
2 Daniel 9:24-27
3 Isaías 53:3-12
4 Salmo 22:16-17
5 Isaías 44:18
6 San Juan 5:39
7 San Mateo 24:37-39, San Lucas 17:26-30
8 1 Pedro 3:20
9 Génesis 6:8
10 Génesis 6 y 7
11 Daniel 12:10
12 Génesis 19:1-25
13 Génesis 18:16-33
14 San Mateo 24:32-35, San Marcos 13:28-31
15 San Lucas 19:41-44
16 San Juan 3:13