Es un privilegio estar con ustedes en esta mañana y me alegra mucho verles y estoy realmente muy contento en esta mañana.
Disfrutaba mucho las palabras del reverendo Ramón Palacios, quien nos ha traído la Palabra en esta mañana en una forma maravillosa, dándonos un mensaje claro y completo relacionado al plan de Dios para nuestro tiempo, y mostrando cómo el plan de Dios también en otros tiempos se movía, y cómo en nuestro tiempo también grandes promesas divinas han sido señaladas para nuestro tiempo, las cuales Dios estará cumpliendo para beneficio de todos los seres humanos que vivan en este tiempo.
Esperamos que cada uno de los que están aquí puedan comprender lo significativo que será todo esto para nuestras vidas; y que cada uno haga como hicieron las personas valientes, las personas que tomaron en serio las cosas que Dios prometió para aquellos tiempos del pasado y que las cumplió en el tiempo señalado.
Y aunque muchas personas no estuvieron de acuerdo con las cosas que estaban aconteciendo, con todo y eso Dios lo cumplió conforme a como lo prometió. Y los que lo vieron, lo creyeron, lo recibieron de todo corazón: recibieron el beneficio divino. Esperamos que cada uno de los que están aquí reciban el beneficio divino de todas las cosas que Dios ha prometido cumplir en estos días finales.
Estamos viviendo al final de la historia de la raza humana. Y cuando digo “al final de la historia de la raza humana”, no quiero decir que la raza humana se va a acabar, sino que quiero decir que es el final… – en el final de la raza humana, de la raza que está viviendo con luchas, pruebas y problemas por unos seis mil años aproximadamente, pero que después vendrá una civilización que no tendrá los problemas que tiene esta civilización moderna porque Dios ha prometido que habrá un glorioso Reino Milenial en donde se van a acabar todos los problemas políticos.
El problema de la gente hoy en día, de los pueblos, es un problema con sus gobernantes, que le prometen una cosa y no le cumplen todo lo que le prometen, y algunas personas pues se sienten un poquito mal; pero si vemos las cosas como son, es que ellos no pueden cumplir todo lo que prometen por causa de las limitaciones que tienen, por causa de tantos problemas que hay; y aunque quieran, no pueden.
Pero Dios ha prometido y cumplirá; y para eso Él nos tiene mil años de paz que muy pronto han de comenzar; no han comenzado todavía, pero estamos deseosos de que comiencen para disfrutar realmente de un glorioso tiempo de prosperidad en todos los aspectos de la vida del ser humano.
Y en todo eso estará Dios para respaldar toda esa labor que se llevará a cabo en bien de esa generación que vivirá en el glorioso Reino de Jesucristo y que para prueba les dará mil años.
Y si con mil años nos bastan, entonces entraremos a la eternidad y no necesitaremos ninguna otra clase de Gobierno, no necesitaremos ningún otro político; porque con la forma que Él tiene para todos nosotros, cumplirá todas las necesidades que tiene el ser humano. Eso es lo que realmente necesita la raza humana; y como no puede haber una necesidad sin que haya una respuesta, pues la respuesta la tiene Dios.
Por eso es que Él nos dice para este tiempo1: “Despiértate, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo”. Él con Su Palabra nos alumbra el entendimiento para que nosotros podamos ver, para que podamos comprender que no todo está perdido, sino que hay esperanza para todos nosotros.
Aunque las condiciones económicas, políticas, sociales y todas las condiciones del ser humano estén en decadencia hoy en día, hay una esperanza para la raza humana; porque Dios ha hecho una promesa: Él nos llama a despertarnos, a levantarnos del sueño para despertar a la realidad gloriosa de los planes y propósitos divinos con la raza humana.
Él ha dicho2: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, y mis caminos no son vuestros caminos. Así como está más alto el cielo que la tierra, están mis pensamientos y mis caminos más altos que vuestros pensamientos y que vuestros caminos”.
Tenemos entonces que elevar nuestro pensamiento al nivel divino, para, en medio de tantos pensamientos negativos que la humanidad tiene, nosotros librarnos de tanto negativismo y pensar positivamente, de acuerdo a la manera de pensar de Dios.
¿Y dónde encontraremos los pensamientos de Dios? Tenemos la Palabra de Dios. Así como la palabra de todo hombre son los pensamientos de ese hombre expresados, así es la Palabra de Dios: son los pensamientos de Dios expresados, para que toda persona pueda conocer la forma en que Dios piensa y para que así pueda el ser humano conocer lo que Dios tiene pensado para el tiempo en que él está viviendo.
¿Qué Dios va a hacer en este tiempo? Lo que Él ha pensado. ¿Y qué ha pensado Él? Lo que Él ha dicho en Su Palabra. Dios no va a hacer otra cosa, porque Él ha dicho que como Él ha pensado, así Él ha hablado y así Él hace; porque así como cae la lluvia del cielo sobre la tierra y produce fruto3, la tierra produce fruto, así es la Palabra de Dios, la Palabra que sale de la boca de Dios: que no regresa a Dios vacía, sino que hace aquello para lo cual Él la ha enviado.
Y Él vigila por Su Palabra para ponerla por obra4. Cada Palabra que Dios ha hablado a través de cada uno de Sus santos profetas que fueron inspirados divinamente para hablar esa Palabra5, como dice el apóstol San Pablo, cada palabra de ellos no cae en tierra, sino que se cumple lo que fue dicho; porque la Palabra de Dios es una simiente, y esa Palabra que ha salido de la boca de Dios han sido los pensamientos de Dios, han sido hablados y luego son realizados, son materializados; y estamos viviendo en el siglo XX, que podemos llamarlo: el siglo de la materialización de la Palabra de Dios.
Todas las cosas que en otros tiempos no fueron realizadas y que fueron promesas divinas, en este tiempo serán realizadas y serán vistas con nuestros propios ojos; por eso es que Dios en este tiempo, a través del profeta Isaías y a través del apóstol San Pablo, nos dice: “Despiértate tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo”. ¿Con que? Con la Luz de Su Palabra, porque Él ha prometido cumplirla para nuestro tiempo final.
Todo lo que Él ha prometido para este tiempo final Él lo estará cumpliendo; y si usted y yo no estamos despiertos nos pasará lo mismo que le pasó a aquellas gentes del pasado, que Dios cumpliendo lo que Él prometió y ellos decían: “Yo no lo puedo creer”.
Cuando apareció Jesús de Nazaret en el cumplimiento de los pensamientos divinos que fueron hablados por los santos profetas de Dios, muchas de aquellas personas que decían creer las promesas de Dios, cuando fueron materializadas dijeron: “¡Yo no lo puedo creer!”. Decían: “¿Y este no es el hijo de José y de María? ¿Y este no es de Nazaret?”. Podían decir todo eso pero no pudieron decir: “¡Esto es la Palabra Divina que fue hablada por los santos profetas, cumplida en nuestro tiempo!”.
Pero hubo uno que sí lo pudo decir. Juan el Bautista estuvo por mucho tiempo diciendo: “Viene detrás de mí uno del cual yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia, de su calzado”. Estuvo así anunciándolo por algunos meses. Pero cuando lo vio que llegó a una de sus actividades allá por el río, por el Jordán, dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Ya no había más que estar diciendo: “Él viene”. ¿Y qué iba a decir entonces? “¡Él ha llegado ya! ¡He aquí el hombre!”.
Luego, cuando a Jesús le tocó hablar de la Palabra Divina, de los pensamientos divinos que habían sido expresados a través de los santos profetas de Dios, tomó el libro, el rollo del profeta Isaías y leyó las palabras divinas: “El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido el Señor para predicar el año agradable, el año de la buena voluntad del Señor”6.
Y luego que terminó de leer aquellas hermosas palabras proféticas, aquellos hermosos pensamientos divinos expresados por profetas, luego dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos”. Porque Él era el pensamiento divino que había sido hablado y ya estaba materializado.
Él no podía tener temor de lo fueran a decir acerca de Él. Él tenía que ser valiente, Él tenía que mostrarle a la gente que el tiempo del cumplimento de las promesas divinas había llegado; que la Palabra prometida estaba materializada.
Ya entonces para aquel tiempo podía toda persona caminar con Isaías, capítulo 7 y capítulo 9; o Isaías, capítulo 7, donde nos dice que la virgen concebiría y pariría…; y también con Isaías, capítulo 9, pues nos dice también en esos capítulos [verso 6]:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.
Todos esos títulos divinos estaban en un hombre; sin embargo, cuando algunos de los líderes religiosos de aquel tiempo vieron el cumplimiento de esas palabras pero ellos estando dormidos están ciegos… porque una persona que está dormida no puede ver la realidad que le rodea, solamente está viviendo en un sueño, pero no la realidad. Y ellos estaban viviendo un sueño que era una pesadilla para ellos. Y cuando se enfrentaron al Príncipe de Paz dijeron que era el príncipe de los demonios, que era Beelzebú. ¿Quién tenía la razón?
Toda persona que se queda dormida, que no despierta a la realidad de las promesas de Dios para el tiempo en que vive, es una persona que está ciega a las verdades bíblicas de ese tiempo, y nunca podrá opinar nada bueno con relación a lo que Dios esté haciendo en ese tiempo; estará siempre opinando como opinaron aquellos fariseos y saduceos: “Este es Beelzebú, el príncipe de los demonios”.
Pero no era el príncipe de los demonios, sino el Príncipe de Paz, como lo había prometido Dios a través del profeta Isaías.
Por eso Dios nos llama hoy a estar despiertos. Nos dice: “¡Levántate!, ¡despiértate!, ¡levántate de entre los muertos!”; porque al que está dormido está como los muertos: está ausente y está inconsciente de las realidades que se están manifestando. Pero si despierta y se levanta, con la luz del día podrá ver las cosas que estarán aconteciendo y podrá trabajar también en ese día.
La noche está pasando, el día está comenzando, y Dios nos dice: “Despiértate y levántate, y te alumbrará Cristo”.
Élquiere alumbrarnos nuestro entendimiento para que podamos ver, para que podamos comprender los pensamientos divinos que Éltiene para este tiempo, para que podamos ver y entender lo que Dios pensó hacer en este tiempo y dio a conocerlo a través de Sus santos profetas; estamos en el tiempo en que Élestará cumpliendo todas esas cosas.
Y tenemos que ser realistas. Nadie quiere encontrarse haciendo lo que hicieron aquellos fariseos y saduceos y aquellas otras personas que rechazaron el plan de Dios para aquel tiempo. Lo rechazaron porque se quedaron dormidos espiritualmente a la realidad de los pensamientos divinos expresados y materializados para aquel tiempo.
Ahora, vean ustedes, en aquel tiempo (cuando estaba Juan el Bautista y cuando estaba Jesús), fíjense, Juan el Bautista y por medio de Juan el Bautista Dios había profetizado7: “He aquí envió mi mensajero delante de mi faz, el cual preparará el camino”. ¿Para qué? Para tener un pueblo bien apercibido al Señor.
Cualquier persona podía caminar con el rollo del profeta Isaías que decía eso, podía caminar debajo de su brazo y decir: “Yo voy caminando con la Palabra de Dios”, y la llevaba en su mano en forma de letra. Pero cuando apareció Juan el Bautista, entonces podía echarle el brazo a Juan y decirle: “Yo voy caminando con la Palabra de Dios (ya no en forma de letra, sino en forma humana, materializada). Ese es el que dijo Dios: Yo envió mi mensajero delante de mi faz. Este es él, y se llama Juan”.
Dios había dicho que enviaría a Elías, y cuando apareció Elías se llamaba Juan; pero era Elías. Jesús dijo: “Es Elías”. Todo el mundo decía: “Se llama Juan”. El Ángel le dijo: “Pónganle por nombre Juan”. Y después Jesús dice: “Es Elías”. No están peleando el Ángel y Jesús; es que era Juan, su nombre era Juan, pero su ministerio era el ministerio de Elías. Y el ministerio profético de Elías ha estado caminando a través de la trayectoria histórica de la raza humana.
La primera vez que apareció ese ministerio fue en aquel hombre que se llamó Elías Tisbita; pero la segunda vez que apareció, que descendió sobre un hombre, descendió en una doble porción, y ese hombre le dijo a Elías Tisbita: “Lo único que yo quiero es que venga sobre mí el espíritu que está en ti, en una doble porción”, así es que allí estaba en Eliseo el ministerio de Elías en una doble porción.
Luego, la tercera vez que apareció ese ministerio sobre la Tierra en carne humana, apareció en aquel gran hombre, gran profeta llamado Juan el Bautista, pero que ministerialmente se llama Elías. Fue la tercera vez.
La cuarta vez fue en el reverendo William Marrion Branham; un norteamericano, siervo de Dios, profeta de Dios que se llamaba William Marrion Branham, pero que el ministerio que estaba en él se llamaba Elías. Fue el ministerio de Elías operando en él.
No todos los habitantes del planeta Tierra saben esas cosas, pero alguien tiene que darlas a conocer. Si nadie da a conocer el misterio que se cumplió en Juan el Bautista, nadie hoy en día lo sabría. Si nadie hubiera dado a conocer y escrito lo que se cumplió en Jesús de Nazaret, nadie sabría en este tiempo que fue la Primera Venida del Señor para redimir al ser humano de todo pecado, y nadie podría recibir el beneficio de lo que Dios realizó.
Cuatro veces ya el ministerio de Elías lo hemos visto manifestado. Pero hay la promesa de que estará manifestado cinco veces.
Estamos viviendo en el fin del tiempo y tendremos la oportunidad de —algún día— ver aparecer en la escena de la raza humana el ministerio de Elías por quinta vez. También tendremos la oportunidad que tuvieron las gentes del pasado de decir de Juan: “He aquí yo voy caminando con la Palabra prometida de Dios para este tiempo, ya no en forma de letra, sino en forma de carne, en forma humana”.
Porque muchas personas dicen: “Yo creo y yo sigo la Palabra de Dios”; pues si usted cree y si usted sigue la Palabra de Dios, usted tiene que creerla y seguirla en la forma que esté manifiesta en el tiempo en que usted vive.
Cuando estaba Juan el Bautista, los que le seguían estaban siguiendo la Palabra de Dios, aunque muchas gentes dijesen: “Están siguiendo a un hombre”; pero ese hombre era el cumplimiento de la Palabra de Dios para aquel tiempo.
Y cuando apareció Jesús, la gente que decía: “Ese es un farsante”, esa gente estaban ciegos y estaban dormidos; por eso lo que Dios les prometió a ellos, ellos lo rechazaron; pero a todos los que le recibieron les dio potestad de ser hechos y ser llamados hijos de Dios8; y ellos entonces podían caminar con Isaías, capítulo 61; ellos podían caminar con Isaías, capítulo 7; ellos podían caminar con toda esa Palabra que estaba escrita, ya cumplida, ya en forma humana. Y ellos cuando seguían a Jesús estaban siguiendo a Dios y estaban siguiendo la Palabra de Dios.
Tenemos que ser personas conscientes de estas realidades, tenemos que ser personas conscientes de que para cada tiempo Dios tiene una parte, una porción de Su Palabra para cumplirla; y eso es lo que hay que seguir.
Seguir dogmas, tradiciones, religiones, sectarismos y todas esas cosas, no es seguir la Palabra de Dios. Seguir la Palabra de Dios es seguir a Dios en lo que Élesté haciendo en el tiempo en que uno vive.
Los que vivieron en el tiempo de Juan el Bautista y de Jesús, y no siguieron a Jesús: no estaban siguiendo a Dios, aunque tenían el Antiguo Testamento en sus manos y decían: “Nosotros tenemos la Palabra de Dios”; pero la tenían en forma de letra, pero en su cumplimiento no la tenían.
Así es que tenemos que ser conscientes de esa realidad, y por eso la Palabra es: ¡Despiértate!, ¡levántate!, para que puedas abrir tus ojos a la realidad del plan de Dios, de los pensamientos que Dios tiene para este tiempo final.
¿De qué le valdría al hombre, de qué le serviría al ser humano que viva en este tiempo, vivir ser rico o ser pobre y no ver lo que Dios ha prometido para este tiempo; y luego no verlo cumpliéndose en nuestro tiempo? ¿De qué le vale? No le vale de nada; pues ha sido entonces para él una vida pobre y miserable; ha venido a vivir a la Tierra sin entender el sentido de la vida del ser humano.
Hay muchas personas que piensan que el ser humano está para vivir en esta Tierra, comer, trabajar y dormir; pero eso no es correcto. El ser humano está con un propósito divino más sublime que eso que muchas personas piensan. El ser humano está en la Tierra con el propósito de ser participante del Programa Divino para ese tiempo, para que así él pueda ser heredero y coheredero con Cristo, para que así pueda él recibir todos los beneficios del plan que Dios desarrolla en el tiempo en que uno vive. Y entonces uno viene a ser socio de Dios en la Obra de Dios.
Cualquier otro sentido que el ser humano le dé a la vida humana está incorrecto. Dios fue quien creó al hombre y Dios es el que tiene un plan continuo con el hombre. El hombre no está solo en la Tierra, Dios esta día tras día, año tras año, milenio tras milenio con el hombre; pasa una generación y viene otra, pasa un siglo y viene otro, y ahí Dios está.
Dios está desarrollando en cada siglo, en cada edad y en cada generación el Programa que Éldeterminó, que Élseñaló para cada tiempo; y somos llamados a despertar y a levantarnos para ver esta realidad divina.
Por lo tanto, amigo y hermano que me escuchas en esta ocasión: ¡Levántate! No que quedes dormido; porque así como pasó en otros tiempos: todo lo que Dios tenía programado para hacer, y Dios lo hizo y pasó, y algunos no lo vieron, te pasaría a ti también si no despiertas y te levantas para ver la realidad del Programa Divino.
Pero cada uno de ustedes son personas entendidas. Ustedes están aquí porque tienen inquietudes espirituales, ustedes están aquí porque ustedes saben que Dios existe, que Dios es una realidad y que Dios siempre está trabajando; ni se cansa haciendo la Obra que Élen Su mente pensó, Élen Su mente programó, y después la habló a través de Sus profetas, la anuncio, dijo lo que Élharía. Y estamos en este siglo XX para ver día tras día, año tras año, las cosas que Dios ha prometido para este tiempo final.
Dios les bendiga, Dios les guarde. Muchas gracias por vuestra amable atención; y hasta el próximo domingo, Dios mediante.
“ENFRENTANDO LA REALIDAD”.
[Revisión agosto 2019]