El Libro que un hombre se comió

Muy buenos días, amados hermanos y amigos. Es para mí un grande privilegio estar con ustedes nuevamente.

En esta ocasión, en continuación a la serie titulada: “EL LIBRO MISTERIOSO”, para esta ocasión tendremos, en esta serie titulada: “EL LIBRO MISTERIOSO” tendremos el tema correspondiente para esta conferencia, el cual sacaremos de la Escritura que hemos de leer en esta mañana.

Buscando allá en el libro del Apocalipsis, y en el capítulo 10, verso 8 en adelante, ahí leeremos la Palabra que nos dice:

“La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.

Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones.

El tema para esta ocasión, para esta conferencia, será: “EL LIBRO QUE UN HOMBRE SE COMIÓ”.

Esto de comerse un libro es algo que suena un poco raro para la gente de este tiempo; y más si es un libro que está escrito, pues entonces suena un poco raro; pero aquí en el libro del Apocalipsis encontramos que este Libro misterioso que estaba en el Cielo, que fue tomado por el Cordero, luego Él lo trae a la Tierra (ese Ángel Fuerte lo trae a la Tierra), y uno en la Tierra, que vea ese Ángel Fuerte descender allá a en una isla, dice que oyó la Voz del Cielo que le dijo: “Ve al Ángel Fuerte, dile que te dé el Libro y cómelo”.

Entonces fue al Ángel Fuerte, le pidió el Libro, le fue dado el Libro, y le fue dicho: “Cómelo; y en tu boca será dulce, pero en tu vientre será amargo”.

Ahora, podemos ver que este hombre se comió ese Libro, le fue dulce a su boca pero le fue amargo a su vientre.

Ahora, esto también lo hemos visto en otros lugares de la Biblia, en donde Dios le ha dado un libro, un rollo escrito a un profeta para que se lo coma. Aquí en el libro del profeta Ezequiel, en el capítulo 3, él dice que Dios le dijo, comenzando en el verso 1:

“Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas (o lo que ves, o lo que encuentres, ‘cómete lo que hallas’); come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.

Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo.

Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.

Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras.

Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel”.

Aquí podemos ver que cuando Dios envió al profeta Ezequiel a hablarle a la casa de Israel, le dio un rollo escrito, y ese rollo escrito tenía la Palabra de Dios; y ese rollo le fue dado al profeta Ezequiel para que se lo comiese; él se lo comió. Y le dijo entonces el Señor: “Ahora alimenta tu vientre”. ¿Con que? “Con la Palabra, con ese rollo escrito que te has comido”.

Muchas personas no comprenden eso y no recuerdan las palabras dichas en Deuteronomio 8:3, y en Mateo, capítulo 4, verso 4, donde dice: “No solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”.

El profeta Ezequiel tenía que comer y alimentarse con la Palabra de Dios. ¿Por qué? Porque luego tenía que —esa misma Palabra— hablársela al pueblo de Israel.

Cuando Dios envía un profeta para hablarle al pueblo hebreo, primero le da el Mensaje, la Palabra, para que se la coma él primero, y luego le hable esa Palabra al pueblo.

Y aquí en Apocalipsis, capítulo 10, podemos ver la Palabra viniendo, el Mensaje viniendo en un Libro abierto, un Librito abierto, para que un hombre se la coma.

Ahora, ustedes pueden ver el propósito de la Venida del Ángel Fuerte. Él viene, es el Cordero, es el León de la tribu de Judá, ruge como un León cuando desciende, se identifica como el que tomó el Libro de la mano del que estaba sentado en el Trono, Siete Truenos emiten sus voces; y luego encontramos que ese Libro que trae abierto, siendo el Libro de la Redención, el Libro de la Vida, el Libro de la Redención de los Cielos y de la Tierra, entonces viene para dárselo a un hombre que se lo coma.

Ahora, miren todo el trabajo que se pasó arriba en el Cielo; ustedes ven la tensión en que estuvo el Cielo completo, las huestes celestiales, cuando no había nadie que tomase ese Libro para abrirlo; estuvo en una tensión grande todo el Cielo, porque allí llegó como un temor de muerte a todo el Cielo; porque si no había quién tomase ese Libro y lo abriese, todo estaría perdido, todo regresaría nuevamente a su principio, todo concluiría.

Por eso entonces había un ambiente de tensión allá en el Cielo; pero cuando llegó el Cordero convertido en el León de la tribu de Judá y tomó el Libro, le fue ese Libro entregado, abrió los Sellos, y entonces cuando vieron que alguien tomó el Libro, hubo regocijo.

Ahora, cuando ya ese Libro está abierto en el Cielo, el que lo tiene en Su mano ya abierto desciende a la Tierra, y desciende a la Tierra como Ángel Fuerte. Desciende a la Tierra ¿para qué? Desciende a la Tierra para traer el Libro. Ese es el propósito de la Venida del Ángel Fuerte: viene para pasar ese Libro del Cielo a la Tierra. Por eso es el Ángel Fuerte, el Mensajero con el Libro más importante del Cielo.

Encontramos que cuando ya está en la Tierra, le llega a un hombre; y cuando le llega a ese hombre en una isla, le dice, la Voz del Cielo dice: “Ve al Ángel Fuerte, pídele el Libro y comételo; dile que te lo dé”.

Así como al Cordero, como al León de la tribu de Judá, en el Cielo, cuando apareció frente al Trono, en donde estaba Aquel con el Libro en la mano: el Cordero convertido en el León de la tribu de Judá fue frente al que tenía el Libro en Su mano y le pidió el Libro. Y el que lo tenía en Su mano derecha, en Su diestra, se lo entregó al Cordero; se lo entregó a aquel Cordero que se había convertido en el León de la tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores; se lo entregó al Ángel Fuerte.

Y ahora el Ángel Fuerte desciende a la Tierra luego de abrir los Sellos y lo trae en Su mano derecha; y a uno le es dicho, a uno que vio al Ángel Fuerte descender del Cielo con el Libro en Su diestra, le es dicho: “Ve al Ángel Fuerte, dile que te entregue el Libro”.

El Ángel Fuerte viene con una comisión celestial, viene con el propósito de traer ese Libro para entregárselo a alguien; pero ese alguien está ordenado desde antes de la fundación del mundo, ese alguien está escogido para ir al Ángel Fuerte y pedirle el Libro.

Son muchas las personas que han deseado tomar ese Libro, que han deseado decir lo que hay dentro de ese Libro; usted puede ver a esas personas a través de toda la historia del cristianismo; pero hay alguien señalado por Dios con la orden de pedirle al Ángel Fuerte que le dé ese Libro.

Muchos son los que han deseado tomar el Libro; pero a uno le será entregado, a uno le será entregado ese Libro; y a ese que le será entregado, le será entregado con un propósito: le será entregado con el propósito de que se lo coma.

¿Y por qué se lo tiene que comer? ¿No sería bueno, acaso, que se lo enseñase a todo el mundo? No. El propósito es que se lo coma; porque si se lo come lo que estará haciendo es: colocando esas palabras que están en ese Libro, las está colocando en su boca, y luego las está llevando a su vientre; estará alimentando su vientre, porque él tiene que profetizar a muchos pueblos, naciones y lenguas.

¿Y qué va a profetizar? Tiene que profetizar lo que Dios le dé para profetizar. Y lo que tiene que profetizar está en ese Libro abierto; por eso es que se lo tiene que comer.

Él es el último de los profetas, él es el señalado para tomar el Libro de la mano del Ángel Fuerte y comérselo, para luego traer esa Palabra, traer esa Palabra a todo el pueblo, traerle esa Palabra a los escogidos, que están esperando la transformación de sus cuerpos y la resurrección de los que durmieron en el pasado.

El Ángel Fuerte que desciende del Cielo viene con el último Mensaje que será predicado en esta Tierra; pero Su Mensaje le es entregado a un hombre que se va a comer ese Libro; porque el Mensaje del Ángel Fuerte está en lo que se va a comer ese hombre.

Encontramos que cuando el Ángel Fuerte desciende, siendo el Señor en Su Segunda Venida, eso es nada menos que el cumplimiento de la promesa mesiánica entre los gentiles.

Pero ¿a quién le tocará dar a conocer esos grandes misterios que estaban escondidos en ese Libro? ¿A quién le tocará dar a conocer el misterio grande por el cual hubo silencio en el Cielo casi por media hora?

El Libro viene abierto; el Séptimo Sello fue abierto en el Cielo, pero no fue dado a conocer lo que había en ese Libro. Entonces, encontramos que ese Sello es abierto o es dado a conocer aquí en la Tierra. El que se come el Libro tendrá ese secreto por dentro, porque se ha comido el Libro que fue abierto en el Cielo; porque le fue traído aquí a la Tierra para que se lo comiese y pudiese hablar lo que tenía por dentro.

Él no hablará de sí mismo, él hablará lo que tiene por dentro; porque se lo comió. Y se lo comió cuando se comió el Librito que trajo el Ángel Fuerte abierto en Su mano.

Ahora, usted puede ver la trayectoria que ha tomado ese Libro misterioso que estaba en el Cielo: Primero lo encontramos en la mano del que estaba sentado en el Trono, en la mano del Dios Todopoderoso; luego, de ahí pasa a las manos del León de la tribu de Judá, que había sido el Cordero intercediendo por todos los escogidos en el Trono de Intercesión en el Cielo; luego ese Ángel Fuerte desciende del Cielo, que es el Señor en Su Segunda Venida, y viene con ese Libro abierto en Su mano porque lo abrió en el Cielo; y luego pasa ese Libro a la boca de un hombre.

Ahora, ustedes pueden ver que ese hombre oyó la Voz que le dijo: “Ve y toma el Libro de la mano del Ángel Fuerte, ve y dile que te lo entregue”. ¿Con qué autoridad le ha de pedir ese Libro? Es que él ha sido escogido para… no en el Cielo; no tomar el Libro en el Cielo, de la mano del que estaba sentado en el Trono, sino aquí en la Tierra tomar ese Libro de la mano del Ángel Fuerte que desciende del Cielo.

Y cuando lo tome en su mano, no se lo va a pasar a otra persona. Cuando lo tome en su mano, la Voz del Señor le dice: “Échatelo en la boca, cómetelo”. Ese es el lugar más seguro donde puede estar un Libro tan importante como ese.

Es que él tenía que comerse ese Libro porque él era un profeta. Y como era un profeta, entonces tenía que comerse ese Libro para luego poder hablar de acuerdo a lo que se había comido. Y “no solamente de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”.

Ahí ustedes pueden ver a un hombre, a un profeta, comiéndose la Palabra de Dios, el Libro de Dios; y con eso alimenta su vientre. En la boca es dulce pero en el vientre le fue amargo.

Y luego le es dicho: “Es necesario que hicieses eso, porque es necesario que profetices otra vez”.

Ah, entonces, si hay que profetizar de nuevo…: “Es necesario que profetices otra vez”, entonces había profetizado antes.

¿Quién será ese hombre? Había profetizado ya en otras ocasiones, pero era necesario que profetizase otra vez, que profetizase una vez más; que recorriese nuevamente el camino profético una vez más.

¿Quién será ese hombre que ha profetizado en otras ocasiones y que tiene ese ministerio señalado para profetizar por última vez sobre la Tierra?

Ese es nada menos que Elías. Elías es ese profeta que tiene que comerse ese Libro, porque le toca profetizar otra vez y por última vez, en su quinto ministerio. Él no puede profetizar de sí mismo, él tiene que profetizar la Palabra de Dios.

Y ahí tenemos al profeta Elías comiéndose el Libro, siendo tipificado por Juan el discípulo amado cuando se estaba —en aquella visión— comiendo aquel Libro; Juan lo tipifico a él.

Ahora, tenemos nosotros que entender estas cosas, porque estas cosas son las que estarán aconteciendo en estos días finales.

Es el Libro misterioso. Estamos viendo la trayectoria del Libro misterioso. Lo hemos visto pasar de la mano del Dios Todopoderoso a la mano del Ángel Fuerte, a la mano del Cordero que se convirtió en el León de la tribu de Judá; vimos cómo abrió los Sellos; y hemos estado viendo en esta ocasión cómo ese Libro ha sido traído del Cielo a la Tierra a través de un ángel: el Ángel Fuerte, el León de la tribu de Judá.

Y estamos viendo cuál será el lugar de reposo, de descanso, de ese Libro: será la boca y el vientre de un hombre; ahí es el lugar donde Dios ha determinado que esté ese Libro, porque desde ahí Él ha de hacer una gran labor.

Desde ahí es entonces que saldrá para toda la gente el secreto de todo el misterio escondido en ese Libro. El gran misterio, por el cual hubo silencio en el Cielo por casi media hora, saldrá de la boca de ese que se comió el Libro.

Él tendrá ese secreto por dentro, porque él tendrá el Libro por dentro; él lo habrá digerido, ese habrá sido su alimento espiritual, para después poder llevar a cabo la Obra que le es encomendada conforme a lo que Dios ha determinado.

Él, siendo un profeta y estando viviendo en el tiempo de la edad perfecta, de la Edad de la Piedra Angular, de la Edad del Trono del Señor, entonces él aparece de entre todos los profetas como el Trono donde el Señor se mete en Su Segunda Venida.

Por eso es que encontramos que luego que el Ángel Fuerte le dio el Libro para que se lo comiese, luego de eso usted deja de ver al Ángel Fuerte.

¿Dónde se metió? ¿Para dónde cogió? Él se metió dentro de aquel que se comió el Libro. Él entonces toma ese instrumento, para a través de ese instrumento Él manifestarse.

Entonces el ministerio de ese que se comió el Libro es una manifestación del Ángel Fuerte. Es entonces el Ángel Fuerte —a través de ese que se comió el Libro— dando a conocer los misterios escondidos desde antes de la fundación del mundo, dando a conocer el gran misterio por el cual hubo silencio en el Cielo por casi media hora.

Podemos entonces ver el Libro que estaba en el Cielo, el Libro misterioso, podemos ya ver el lugar a donde ha de llegar ese Libro; lo vemos ahí en la Escritura. El lugar señalado para llegar ese Libro es la boca y el vientre del último de los profetas, para traer por última vez la profecía final, el Mensaje Final de Dios. Es ese el tiempo más grande de todos los tiempos.

Si allá cuando el Cordero tomó el Libro de la mano del que estaba sentado en el Trono, si allá hubo regocijo; acá, cuando el pueblo vea que un hombre toma ese Libro de la mano del Ángel Fuerte, habrá regocijo también. Habrá regocijo y entrarán en ese glorioso jubileo, que fue tipificado en el año del jubileo que guardaba el pueblo de Israel.

Entonces ya no solamente el jubileo será en el Cielo, sino que también el jubileo habrá pasado a la Tierra cuando esto acontece. Se estará viviendo entonces en el gran tiempo, en el gran ciclo del jubileo del pueblo del Señor; se estará viviendo entonces en el Día de la Redención que dijo el apóstol San Pablo que vendría, cuando dijo: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estáis sellados para el día de la redención”1.

Entonces, con la venida de ese Libro de Redención a la Tierra, viene también el Día de la Redención, porque viene el Redentor a la Tierra como el León de la tribu de Judá; viene con el Libro de la Redención en Su mano. Y Él trae ese Libro de la Redención y lo entrega a un hombre; pero no a cualquier hombre, sino a un hombre que está ordenado por Dios para profetizar por última vez en la Tierra.

Ese hombre, como ya hemos visto, es un profeta que estará sobre la Tierra con el ministerio de Elías para profetizar otra vez. Será la quinta vez que el ministerio de Elías trae su Mensaje profético; y ese Mensaje profético será un Mensaje para muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.

El ministerio de Elías es para gentiles y hebreos también, porque el ministerio de Elías es un ministerio internacional o mundial, por eso es que tiene que profetizar para muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes también.

Podemos ver, entonces, que el Libro de Redención, el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, el Título de Propiedad de la Redención de los Cielos y la Tierra, le es entregado a un hombre.

Cuando le es entregado ese Título de Propiedad a un hombre, ¿qué es lo que acontece? El Título de Propiedad que una vez Adán había tenido y lo había perdido, y había regresado al Cielo, ¡nuevamente el Título de Propiedad viene a la Tierra!, y otro hombre lo toma. Y cuando lo toma, ya entonces usted sabrá las cosas que están dichas de ese hombre, que ha de hacer con ese Título de Propiedad en su mano.

Al tomar ese Título de Propiedad en su mano, y comérselo, y llevarlo al vientre y digerirlo: automáticamente la bendición de Dios ha venido a la Tierra; automáticamente, lo que estaba lejos se ha hecho cerca: el Cielo y la Tierra se han besado, el Cielo y la Tierra se han unido.

El Ángel Fuerte dijo: “El tiempo no es más, se acabó el tiempo”. Eso mismo es lo que dice ese hombre que se come ese Libro; porque él repite lo que el Ángel Fuerte dice. Porque el Ángel Fuerte es el que tiene la revelación, pero la pasa a ese hombre para, a través de ese hombre, darla a conocer a todos los seres humanos.

Y si el tiempo ha terminado cuando eso acontezca, ¿para dónde usted va a coger? ¿Hacia dónde va a coger si el tiempo ha terminado cuando ese Ángel Fuerte desciende del Cielo?

Hay un sitio. Si el tiempo se acaba, pues entonces usted corre para la eternidad. Si sale del tiempo, se mete a la eternidad.

Entonces para usted no es un motivo de miedo que el tiempo se acabe, porque cuando el tiempo se acaba, la eternidad está ahí para recibirle. La eternidad desciende a la Tierra para que entren a eternidad los hijos de la eternidad.

“EL LIBRO QUE UN HOMBRE SE COMIÓ”.

Recuerde que ese Libro es el Título de Propiedad, y ya lo tomó entonces un hombre en su mano; y al comérselo y digerirlo, eso significa mucho.

Adán tenía el Título de Propiedad en su mano, pero tenía que comérselo y digerirlo; pero se puso a comer del árbol de ciencia del bien y del mal en vez de comer del Árbol de la Vida, en vez de comerse el Libro eterno, el Libro del Título de Propiedad.

Pero después le fue quitado. Ya no tendría derecho a comer de él porque comió lo que no le fue ordenado que comiese: comió del árbol de ciencia del bien y del mal.

Pero acá, cuando vemos en el fin del tiempo que el Libro de la Vida, el Libro del Título de Propiedad, desciende a la Tierra traído por un Ángel Fuerte y le es entregado a un hombre, cuando ese hombre lo toma y se lo come y lo digiere: ya entonces el Título de Propiedad está entre los seres humanos; y no hay lugar para que otra cosa entre a la boca y al vientre de ese hombre. Porque al comerse ese Libro y digerirlo, quedó satisfecho; al comérselo, ya no le cabe otra cosa. Así que ni le cabe otra cosa en su boca ni en su vientre, ni quiere otra cosa; porque se comió el Libro que en su boca fue dulce como la miel; aunque en su vientre fue amargo; pero ya no hay otra cosa que él pueda comer.

Por eso usted no encuentra que después le fue dicho que se comiese alguna otra cosa. Lo que usted encuentra fue que se le dijo: “Ahora es necesario que profetices otra vez; y vas a profetizar sobre muchos pueblos. No sobre uno solo, sino sobre muchos pueblos, sobre muchas naciones, sobre muchas lenguas. Así que no va a ser solamente para la lengua que tú hables, sino sobre muchas lenguas; también sobre muchos reyes”.

Su Mensaje entonces, profético, será un Mensaje que no tendrá límites: se podrá traducir a todos los idiomas que sea posible, y se estará haciendo la voluntad de Dios; porque es para muchas lenguas.

Ese Mensaje será el último de los mensajes; después de ese Mensaje no viene otro mensaje; porque es el Mensaje más grande de todos los mensajes. Es el Mensaje que tenía que venir a lo último, porque el Señor deja el mejor vino para lo último.

Y así como el vino estimula, ese Mensaje, esa revelación divina que traerá ese profeta Elías, traerá un estímulo tan grande a aquellos que lo escuchen y lo reciban, que estarán tan regocijados, estarán tan felices y contentos, que estarán en el glorioso Jubileo que fue tipificado por Dios a través de la fiesta que le dio al pueblo de Israel para guardar, llamada el año de jubileo en el año cincuenta.

No será literalmente el año cincuenta, sino espiritualmente; por eso la alegría, la felicidad, el regocijo, será una alegría y felicidad espiritual, que llenará el alma y el espíritu de cada uno de los que reciban ese Mensaje. Para ellos: esa es la manera en que Dios le dará a conocer, le abrirá el gran secreto de ese Libro misterioso; esa es la manera en que Dios le abrirá el gran secreto por el cual hubo silencio en el Cielo por casi media hora.

“EL LIBRO QUE UNO, QUE UN HOMBRE SE COMIÓ”. Ya sabemos quién fue el que se comería ese Libro: el que tendría que profetizar otra vez. Pues ya había profetizado en el mismo siglo XX en su cuarta manifestación ministerial, pero tenía todavía una vez más la oportunidad de profetizar. Y la última es la mejor de todas, porque en la última él no tendrá límites en cuanto a lo que podrá hacer, porque él tendrá el Título de Propiedad en su mano.

Teniendo el Título de Propiedad en su mano, todo lo que él diga: será hecho; porque él es el que se comió el Libro, él es el que se comió el Título de Propiedad; y él entonces habla lo que tiene por dentro; y lo que tiene por dentro es el Libro misterioso; pero cuando lo habla entonces descubre el misterio de ese Libro que se comió.

“EL QUE SE COMIÓ EL LIBRO”, este ha sido nuestro tema en esta serie de “EL LIBRO MISTERIOSO”.

Dios les bendiga, Dios les guarde; y en la próxima conferencia ya habremos de tener un resumen, en donde (en ese resumen) veremos cualquier cosa que se nos haya pasado por alto.

Pero creo que a ustedes no se les pasa nada por alto. ¿Por qué? Porque Daniel dijo que en el tiempo final los entendidos entenderían2.

Dios les bendiga, Dios les guarde; y dejo con ustedes al misionero Miguel Bermúdez Marín, al cual Dios ha colocado a mi lado para que luche y trabaje en esta gran Obra final, para que el Mensaje Final de Dios llegue a muchos pueblos, a muchas naciones, a muchas lenguas y a muchos reyes. Esa es la encomienda, ese es el trabajo que él tiene para hacer. Y ese trabajo él lo ha comenzado a hacer, lo está haciendo; por eso vemos que cada día esa labor está en más prosperidad.

Comenzamos con algunas grabadoras que no servían para mucho, y con una imprenta que no sacaba muy bien las copias; pero ya lo que hay saca muy bien las copias del Mensaje; y también las grabaciones salen mucho mejor; y no solamente eso, sino que también se está grabando no solamente la voz, sino la imagen también. Se comenzó con 8 milímetros, se continuó con 16 milímetros, y ya van por videocassette. Lo primero todavía lo tienen, más lo que tienen actualmente.

Y todos ustedes han sido también escogidos para trabajar en esa gran labor, todos unidos, para que el Mensaje Final de Dios llegue a todo pueblo, nación, lengua y reyes a los cuales tiene que llegar. Creo que no hay necesidad de decir nada más. Yo no les digo que lo hagan; ustedes lo están haciendo, ya ustedes hace tiempo lo están haciendo.

Así que lo único que les digo es que ustedes están haciendo lo que dice Dios que ustedes habrían de hacer en estos días finales. Así que estamos muy contentos haciendo aquello para lo cual hemos venido a vivir a este planeta Tierra en estos cuerpos terrenales.

Por eso es que sin los hijos de Dios de este tiempo, los del pasado no pueden ser perfeccionados; porque es en este tiempo final que el Libro de la Redención, el Título de Propiedad, vendría a la Tierra y sería colocado en las manos humanas, para de ahí en adelante producir todas las demás cosas que Dios ha dicho que tienen que acontecer. Es Dios obrando, pero a través de seres humanos; esa es la manera de Dios obrar en este planeta Tierra.

Y el Libro misterioso que estaba en el Cielo, ya hemos estado viendo su trayectoria, y vemos el lugar, el sitio final, en donde estará el gran Libro misterioso; porque el lugar final será el lugar donde lo devoren; y donde lo devoren, ahí se quedará.

Bueno, en esa persona estará representado el grupo de su tiempo; y eso mismo que él hace con el Libro, automáticamente será hecho por los de ese tiempo también. Ellos, a medida que él les dé ese Mensaje, esa Palabra, eso que tiene por dentro, ellos también lo devorarán; porque será Pan de vida eterna, la Palabra de Dios.

¿Y hacia dónde lo van a llevar? Lo colocarán en su edad. Ahí en su edad, que es la Edad del Lugar Santísimo, ahí estará esa Palabra; porque estará en ellos. ¿Qué más podríamos decir? Vamos a dejar el resto para las próximas ocasiones; porque realmente este Libro misterioso y su trayectoria, y los efectos que hará, son algo muy grande, son algo muy importante y de mucho beneficio para todos los hijos de Dios.

Dios les bendiga, Dios les guarde; y ya en la próxima conferencia concluiremos esta serie, pero seguiremos hablando en otras ocasiones de ese Libro.

Bueno, dejo con ustedes a nuestro hermano Miguel Bermúdez Marín. Ya hemos hablado hasta de nuestro hermano Bermúdez y hemos hablado hasta de ustedes; porque todo eso está en ese Libro. Todos estamos ahí. Por eso es que los hijos de Dios de este tiempo ¿dónde estarán? En la Palabra de Dios para este tiempo.

Bueno, ya nuestro hermano Bermúdez puede pasar por aquí. Ya ustedes saben que él siempre se queda por allá; y uno lo llama y siempre se aguanta para que uno siga hablando, para que uno siga dando de esas cosas que uno tiene por dentro; pero yo creo que ya hasta aquí es suficiente; y yo creo que ya con lo que le hemos dado, ya usted puede tomarlo también, comérselo espiritualmente, llevarlo a su vientre y digerirlo bien.

Bueno, no somos hijos que nos sentamos a la mesa en esta gran Cena a decir: “Esto no me gusta y esto me gusta”; no. Lo que hay ahí servido es la Palabra de Dios, el Mensaje de Dios; y todos los hijos de Dios dicen: “Esto sí me gusta, esto sí, esto sí que es dulce. Es dulce aunque nos cause amarguras de persecuciones, es dulce a nuestra boca, a nuestro paladar, y lo saboreamos bien”.

Bueno yo creo que hemos saboreado muy bien la Palabra en esta ocasión. Así que vamos a esperar a que acabe llegue nuestro hermano Bermúdez (se me fue…). Ustedes saben esa es una técnica venezolana que él hasta ha ido a llevar para allá para Puerto Rico, y se la enseñó a nuestro hermano Pedro Márquez; y ya allá en Puerto Rico pues él la pone en práctica, y hasta se esconde detrás de la pared, donde uno lo vea, y entonces uno tiene que seguir hablando.

Pero yo creo que ya… [CORTE DE ORIGEN].

“EL LIBRO QUE UN HOMBRE SE COMIÓ”.

[Revisión marzo 2022]

1 Efesios 4:30

2 Daniel 12:10

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