La Vida, un milagro de amor

San Juan, capítulo 3, verso 16:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones.

¿Qué es la vida? La vida es un milagro de amor.

A través de la historia del ser humano, allá en su comienzo vemos que en realidad la vida fue producida por una motivación de amor; y LA VIDA, UN MILAGRO DE AMOR.

Podemos ver la vida en la naturaleza y eso es un milagro; podemos ver los árboles, las flores, las plantas, y podemos ver cómo usted siembra una pequeña semilla y al tiempo ya tiene una plantita que va creciendo, va multiplicando su tamaño, va multiplicando sus ramas, y luego vemos que también produce una clase de fruto.

Encontramos también en los animales la misma cosa.

Podemos ver la vida en la vegetación y en los animales, y podemos ver que es un milagro de amor; y cuando llegamos a la vida del hombre, del ser humano, podemos ver ese milagro de amor expresado más ampliamente.

Podemos ver que la vida en sí es un milagro de amor, pues si no fuese así ya la vida hubiera desaparecido de sobre la faz de la Tierra; y a causa de ese amor divino es que Dios le ha dado sustento a todo lo que Él creó.

Podemos ver que han pasado miles de años y todavía el ser humano existe, todavía existen los animales, las plantas…; todo eso existe porque tienen vida, y esa vida es un milagro de amor, de amor divino.

Ahora, antes de existir todo lo que nosotros vemos, existía el amor; y nos dice la Escritura que Dios es Amor1; y Dios siendo Amor produjo la vida, produjo la vida que hoy en día nosotros podemos ver.

Dios siendo Amor, también Él es Vida, Él es la Vida. Por eso Dios en Su amor produjo, expresó la vida, y por eso hoy en día nosotros existimos. Todo eso estaba en Dios, y hoy en día estamos viendo la expresión del amor divino. Y al ver estas cosas, sabemos entonces que la vida no es otra cosa sino un milagro de amor.

Encontramos que luego de Dios haber hecho a Adán, vemos que en Su amor Él vio y sintió que no era bueno que el hombre estuviera solo; porque así como Dios necesita en quién y para quién expresar Su amor, Él vio que Adán también necesitaba alguien a quien expresarle su amor, alguien que fuese ayuda idónea para él. Y entre todo lo que Dios había creado no había ayuda idónea para él, y por eso trajo a Eva.

Aun vemos que el amor de Dios es tan grande que aun luego de la caída de la pareja en el Edén todavía Dios amaba al hombre; porque Él trajo el hombre a vida, y por eso, siendo la vida un milagro del amor, del amor divino, entonces el amor divino estuvo allí presente para traer una solución al problema de Adán. Él allí trajo una solución: allí Él cubrió a aquella pareja con pieles.

Muchas personas no se han dado cuenta que para poder conseguir pieles de algún animal, ese animal tiene que morir. Allí entonces murió por Adán el primer animal en sustitución de Adán, para cubrir su desnudez.

Luego encontramos que, a través de toda la historia del ser humano, vemos que un sacrificio fue establecido para que el amor divino pudiese continuar expresándose para el ser humano, al cual Dios le había dado vida en esta Tierra.

Luego, a medida que pasó el tiempo, podemos ver la manera en que Dios fue aclarándole más el cuadro al ser humano, el cuadro del propósito divino por el cual Dios trajo a existencia la vida aquí en la Tierra.

Muchas personas no han comprendido lo que es la vida, no han comprendido el por qué existen aquí en la Tierra; pero es necesario que cada persona comprenda que existe aquí en la Tierra por un milagro de amor, y ese milagro de amor es el milagro del amor divino; y por eso es que Dios ha estado moviéndose entre los seres humanos por muchos siglos y milenios: porque Dios ama al ser humano.

Él, hace dos mil años atrás, habiendo ya tipificado en muchos tiempos y edades lo que realmente el hombre necesitaba para la solución plena de su problema, lo cual tipificó y representó a través de los corderos que eran sacrificados por el pecado de la persona, un día en el amor divino Dios fue movido y dijo el apóstol San Juan en su Evangelio:

“… de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Si Dios no hubiera amado al ser humano, hubiera dejado que el ser humano se perdiera luego de haberlo traído a existencia; pero Dios realmente ama al ser humano, porque Dios es amor; y el ser humano es una Obra del Amor Divino. La vida aquí en la Tierra es una Obra de Amor, es un milagro de amor.

Póngase usted a pensar, mire todos los peligros que existen sobre la Tierra, peligros de gérmenes, peligros de guerras, peligros económicos, peligros de alimentación; pero con todo y eso, hay vida sobre la Tierra; pero si usted deja de comer, se muere.

Pero Dios en Su amor divino, así como le ha dado el alimento a los peces y a las aves, también a los seres humanos les ha hecho provisión para que puedan mantener la vida aquí en la Tierra; le ha dado conocimiento, le ha dado entendimiento cómo hacer para sostenerse vivo aquí en la Tierra.

Así que podemos ver que siendo la vida un milagro de amor, Dios ha tomado mucho cuidado con los seres humanos y con todo lo que tiene vida aquí en la Tierra para que puedan continuar viviendo; porque Dios es Creador y también Sustentador. Él sustenta lo que Él creó. Y lo que Él creó en Su amor divino lo sustenta también en amor divino.

El Señor en una ocasión dijo2: “No os afanéis por qué habéis de comer o qué habéis de vestir. Mirad las avecillas de los cielos, mirad también los lirios del campo. Las avecillas tienen alimento, Dios les da alimento; y los lirios del campo, ellos están vestidos de una manera tan hermosa que ni aun Salomón se vistió con tanta gloria. ¿No sois vosotros más que las avecillas del cielo y que los lirios del campo?”. Eso mostrándonos que, siendo el ser humano un milagro del amor divino, siendo el ser humano lo más cerca a Dios, habiéndolo Dios creado, también Dios es sustentador del ser humano; y Él ha dado conocimiento de Sus leyes para que el ser humano pueda entonces sobrevivir en esta Tierra.

Ahora, viendo que la vida entonces es un milagro de amor, y del amor más alto, más sublime, más grande que hay: del amor divino, del amor de Dios, porque Dios es Amor.

Y sabiendo que estas cosas son de esa manera, entonces nos dice la Escritura: “Y el que ama es nacido de Dios, porque Dios es amor”.

Entonces, nosotros también tenemos que hacer de nuestras obras, de nuestro diario vivir, de nuestro trabajo, de todo lo que hacemos, una expresión del amor.

Muchas personas en la vida trabajan y hacen, pero muy pocas veces expresan y sienten el amor hacia lo que hacen; y cuando actúan de esa manera, su trabajo, su labor es una labor pasajera, es una labor en la cual no han colocado la cosa más importante que deben colocar; porque todas las cosas que hacemos tenemos que hacerlas con amor y en fe.

Así que tenemos que comprender eso para disfrutar realmente de la vida; porque ¿de qué nos vale a nosotros vivir en esta Tierra y no sentir y expresar el amor de Dios que está dentro de nosotros? La vida entonces sería una vida (como decimos nosotros), una vida seca, sería una vida como una fruta que no tiene jugo por dentro, que no tiene esa savia de vida.

Cuando usted deja que el amor que está dentro de usted se exprese en todo lo que hace en la Tierra, su vida está dando de la savia que usted tiene por dentro. Y en todo en la vida hay que dejar que ese amor que Dios ha colocado dentro de cada persona se exprese. Y debe expresarlo en fe; debe creer y confiar que Dios está detrás de la vida del ser humano, porque la vida del ser humano es un milagro de amor, del amor divino.

Usted puede ver a través de la historia del ser humano que Dios siempre ha estado en medio de la humanidad, siempre Dios ha estado en medio de la humanidad.

Ahora, muchas personas no han podido ver a Dios, aunque todo ser humano desea ver a Dios; esa es la petición de todo ser humano. Pero muchas personas no se han dado cuenta y no ha podido ver a Dios en el tiempo en que han vivido en la Tierra, porque no han entendido y no han visto el amor de Dios siendo expresado en la Tierra en ese tiempo.

Por ejemplo, en el tiempo de Noé: en el tiempo de Noé, en donde Dios había dicho que habría de venir un diluvio y había de arrasar a toda vida que había sobre la Tierra, el amor divino tenía que ser expresado; porque Dios es el Autor de la vida; y el amor divino se expresó en la Tierra en aquellos días y muy pocas personas pudieron ver el amor de Dios expresado en la Tierra.

Cuando Dios le dijo a Noé3: “Noé, viene un diluvio que va a arrasar toda vida que hay sobre la Tierra; por tanto, haz un arca y ahí se salvará tu casa juntamente contigo, y ahí meterás en esa arca de todos los animales del campo”. Le fue dicha la cantidad también que habría de colocar dentro del arca para preservar la vida, porque Dios es el Autor de la vida, y la vida es un milagro de amor, del amor divino.

Así que, aunque venía un diluvio sobre la Tierra, la vida siendo dada por Dios en el milagro más grande, el milagro del amor divino, Dios tenía que preservar la vida, porque Él es Creador y Preservador.

Así que en el amor divino entonces habría una forma para la preservación de la vida; y Dios, habiéndose movido a la escena para hablar con el hombre que tenía las dos consciencias juntas, le mostró en amor la manera para preservar la vida.

Él le explicó todo y le dijo: “Haz un arca de esta manera, de esta manera y de esta otra manera, y así entonces será preservada la vida”. Fue preservada allí la vida animal y también la vida humana, la vida del ser humano, que es la vida más alta que existe sobre la Tierra.

Ahora, veamos… Encontramos que a través de aquella obra que estaba haciendo Noé, estábamos viendo el amor expresado.

Cualquier persona que no tuviera amor podía decir: “Si va a venir un diluvio y va a arrasar toda la vida que hay sobre la Tierra, yo no voy a hacer ningún arca ¡y nos morimos todos!”. Eso sería un hombre rebelde, sin amor; porque no importa los problemas que vengan sobre la Tierra, hay que buscarle una solución. Y solamente las soluciones se buscan cuando las personas tienen amor dentro de su corazón.

No importa que sean problemas o juicios divinos: hay que buscarle una solución al problema que ha de venir; y eso solamente puede venir (esa solución) a través de la expresión del amor que hay dentro del corazón de la persona. Y si hay dentro del corazón de la persona amor, entonces, Dios siendo Amor, entonces puede tener un contacto directo con ese amor divino; y en ese amor divino estarán las soluciones a los problemas de los seres humanos. Y eso entonces será comunicado a los seres humanos a través de alguien que haya hecho contacto con ese amor divino; entonces tendrá la solución al problema.

Eso también lo vimos allá en José. José vio todo el problema que venía sobre la tierra de Egipto y de aquellas áreas, y que vendría un problema que duraría siete años; pero él, amando a su pueblo y amando también a los egipcios, amando a todo el mundo y amando a Dios, él recibió la solución al problema que se estaba avecinando. ¿Por qué? Porque dejó que en él se expresara el Amor de Dios que estaba colocado dentro de él.

Encontramos que todos los problemas tienen una solución. Encontramos que siempre hay una salida para todas las encrucijadas en donde se encuentre el ser humano. Estamos viviendo aquí en la Tierra todos juntos, el problema de uno afecta a los demás.

Ahora (no les concluí lo que estaba hablando de Noé), el problema que habría de venir sobre la humanidad afectaría a Noé y su familia, pero Dios le dio la solución a ese problema y él anunció tanto el problema que habría de venir como la solución también, y allí estaba expresándose a través de Noé el Amor Divino.

Era una Obra de Amor lo que estaba haciendo Noé, era una Obra de Amor porque él amaba a su familia, amaba a su esposa, amaba a sus hijos, amaba a sus yernas y amaba a todo el mundo; amaba también a los animales del campo; porque Dios fue el que creó toda la vida que existe sobre la Tierra, y Dios ama Su Creación; y cualquiera que ama a Dios también amará la Creación de Dios y se preocupará por la Creación de Dios.

Noé era de esa manera. Y cuando vemos a Noé que estaba haciendo el arca, ¿qué era eso? Era una Obra de Amor, una Obra de Amor la cual se estaba expresando en aquellos días. Y esa Obra de Amor era una Obra Divina manifestada a través de un hombre; porque ese era el deseo de Dios, esa era la manera de Dios.

Y encontramos, no solamente en el tiempo de Noé sino en el tiempo en que Dios ha enviado un mensajero, cada vez que Dios envía un mensajero, la obra que ese hombre hace es una Obra de Amor, ¿para quién? Para los vivientes. Porque la vida es un milagro de amor; y cuando es hecha una Obra de Dios a través de un hombre, eso es una Obra de Amor; es una Obra de Amor y entonces viene a ser un milagro de amor manifestado en ese tiempo, y eso cumple el propósito divino para ese tiempo.

Ahora, pasando los siglos y los milenios, dice la Escritura que Dios amó de tal manera al mundo, a los seres humanos, a todo lo que Él creó, que envió a Su Hijo Unigénito4 —el cual conocemos por el nombre de Jesús—, y Él llevó allá en la Cruz del Calvario una Obra de Amor a cabo. Allí Él estaba expresando el Amor Divino. Él estaba expresando allí, llevando a cabo allí un milagro de amor, porque nadie más podía morir por la raza humana.

Los corderos, todos aquellos sacrificios que se hacían en el templo allá en Jerusalén, era algo que con su sangre solamente cubría el pecado, pero el pecado estaba debajo de esa sangre, pero estaba cubierto; pero cuando vino Jesús y murió derramando Su Sangre: Él quitó, no lo cubrió solamente, sino que lo quitó del mundo.

Como hace el cloro en las manchas de tinta o de cualquier otra cosa, cuando se le aplica cloro que desintegra esa mancha, ese color, así hizo la Sangre de Jesucristo con el pecado. El cloro toma la tinta y la lleva a su estado original, o sea que la desintegra y regresa eso que componía la tinta, regresa a su estado original, y entonces no se ve más.

Así es con el pecado. Cuando la Sangre de Jesucristo fue derramada, entonces limpió de todo pecado al ser humano, desintegró el pecado y regresó entonces el pecado a su estado y lugar original.

¿Sabe lo que eso quiere decir?

¿De dónde y en dónde se originó el pecado? En donde se originó y de donde se originó, ahí regresó.

Así que ya ustedes pueden ver entonces, que con la Sangre de Jesucristo el pecado regresó al dueño original del pecado, y los hijos de Dios regresan al Dueño original de ellos.

Es realmente todo eso un milagro de amor; porque “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”; porque el deseo de Dios es que el ser humano tenga vida eterna; que viva por toda la eternidad sin tener que enfermarse y morir y ser enterrado en un sepulcro. Eso no es la voluntad de Dios, que el hombre se enferme y que el hombre se muera y que lo entierren en un sepulcro. La voluntad de Dios es que el hombre tenga vida eterna; y por eso envió a Jesús de Nazaret, el Cristo, para llevar a cabo el milagro más grande del mundo a favor del ser humano.

Ahora, usted puede ver que todos los milagros grandes que Dios ha hecho los ha hecho en amor y por amor; y si usted observa bien, todos esos milagros de amor han sido hechos a favor del ser humano.

Así que usted puede ver entonces que realmente Dios ama al ser humano, Dios realmente desea lo mejor para la raza humana; por eso es que Dios ha hecho todos esos grandes milagros de amor.

En cada tiempo, en cada dispensación y en cada edad ha estado enviando un mensajero para traer la Palabra y realizar un Plan, un propósito del Programa Divino; y eso por amor divino; y esa labor que se hace en ese tiempo es una labor de amor. Y cuando se realiza, ha sido realizado un milagro de amor, de amor divino.

Así ha sido a través de cada edad, de cada dispensación, a través de cada mensajero; y cuando vino Jesús, Él hizo un gran milagro, el más grande milagro de amor.

Y después de eso Dios ha seguido enviando mensajeros para anunciarle las grandes bendiciones divinas que hay para la raza humana.

Han estado anunciándoles la manera en que pueden vivir por toda la eternidad; pues el ser humano aquí en la Tierra hasta el momento está limitado a cierta cantidad de días, meses o años, los cuales, son tan cortos comparados con la eternidad, que la vida del ser humano aquí en la Tierra es como la hierba del campo, como las flores del campo: que hoy están, y viene el sol, les da, y ya mañana no se encuentran; así es la vida del ser humano aquí en la Tierra.

Pero Dios desea que el ser humano viva por toda la eternidad; y para eso Dios ha tenido un Programa, un Plan, el cual se lo ha estado comunicando a los seres humanos para que ellos tomen parte en ese Plan; y aunque mueran físicamente, ellos entonces mueran con la fe y la esperanza que un día va a haber una resurrección donde se van a levantar para vivir por toda la eternidad.

Pero primeramente hay que entrar al Plan que Dios tiene para el tiempo en que uno está viviendo; porque ese Plan, ese Programa, es un Programa de Amor Divino; y cuando ese Programa de Amor Divino se efectúa, ocurre el milagro de amor más grande para la vida de las personas que viven en ese tiempo.

Es tiempo que la gente comprenda estas cosas; es tiempo que la gente comprenda que no viven en esta Tierra para solamente comer, trabajar y dormir, sino que viven en esta Tierra con un propósito divino, y que cada uno debe asumir su posición en el Programa Divino para que pueda ser participante de la vida eterna allá en la eternidad.

De otra manera, desgraciadamente, la persona que no tome parte en la labor de amor divino que Dios esté haciendo en el tiempo en que él vive, lamentablemente entonces después será echado donde se echa todo lo que no tiene derecho a la vida eterna.

Todos han oído decir que hay un lago de fuego, eso es algo así como en las ciudades. Las ciudades tienen un lugar que le llaman el crematorio, donde echan todo aquello que ya terminó su tiempo; y allí echan todo eso que ya no sirve para nada, y allí lo queman. Así también Dios hará con todo aquello que haya terminado su tiempo y no sirva para entrar a la eternidad.

Pero Dios a través de Su Palabra nos da a conocer la manera en que nosotros podemos ser útiles en el Programa de Dios, nos da a conocer la manera en que nosotros podemos participar del Programa de Dios, nos da a conocer la forma en que nosotros podemos entrar al Programa de Dios y entonces vivir por toda la eternidad.

Así es como Dios se mueve: dándole a conocer a las gentes, con Su amor y en Su amor, la manera en que las gentes podrán participar de Su Programa; y el que es útil en el tiempo en que está viviendo, será útil allá en la eternidad; el que no es útil acá, no será útil allá.

Por lo tanto, gente inútiles Dios no las querrá allá; porque si acá Dios les comunicó la manera de ser útiles en esta Tierra y de ser personas que expresasen el amor divino aquí en la Tierra, que lo expresasen a través de sus obras, de sus labores, de su vida; si no lo hacen, entonces no pueden participar de algo más grande que va a haber allá; porque si en lo poco no son fieles, en lo que Dios les encomienda acá, si en lo poco no son fieles, en lo mucho tampoco podrán ser fieles.

Pero aquellos que en lo poco son fieles, cuando Dios les ha asignado un corto tiempo de vida en estos cuerpos terrenales (a unos 25 años, a otros les ha asignado 50, a otros 75, y así por el estilo), si en estos cortos días, en estos pocos días que Dios les ha asignado, si son fieles en todo aquello que Dios desea que ellos hagan, que ellos expresen, si son fieles serán fieles también cuando Dios les encomiende mucho.

Así que los que son fieles oirán las palabras del Señor que dirá5: “Buen siervo y fiel; en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor”. Así serán las palabras que resonarán en los oídos de todos aquellos que han sido fieles en los cortos días de vida que Dios les ha dado para vivir aquí en la Tierra; porque ellos habrán visto y entendido que la vida es nada menos que un milagro de amor; y ese milagro de amor es un milagro de Dios, del amor de Dios.

Ellos comprenderán que si están viviendo aquí en la Tierra es a causa del amor de Dios, de otra manera no estuviéramos viviendo aquí en la Tierra. También ellos comprenderán que, si están viviendo en este siglo XX, es porque Dios escogió, porque Dios determinó que usted estaría viviendo en este tiempo; y usted no pudo escoger el vivir en el siglo XIX o en el siglo XVIII o en el siglo XV o en los primeros siglos de esta era, sino que usted ha venido a vivir en este tiempo, en este siglo XX, porque Dios lo escogió a usted para vivir en este tiempo; y lo escogió en amor.

Él conocía que usted habría de venir a vivir a este planeta Tierra, Él sabía cómo hacer para que usted viniera a la existencia. Y sabiendo nosotros que nuestra vida terrenal es un milagro de amor, entonces nosotros también debemos en nuestra vida expresar un milagro de amor, viviendo una vida de amor.

Eso es lo que realmente necesitamos nosotros: dejar que se exprese el amor en todas nuestras obras terrenales, porque entonces realmente estará Dios moviéndose en medio de todos nosotros y a través de cada uno de nosotros. Y entonces si la vida es un milagro de amor, la vida vivida por usted será un milagro de amor ya expresado, será la expresión del amor.

En eso nosotros debemos tomar cuidado para que así sea; de tal manera que en todo lo que hacemos y en todo lo que nos movemos podamos ver el amor manifestado. No hacer nada por contienda, por celo; no hacer nada por ira o con ira, sino en amor; así llegaremos a la meta que tenemos, y así la meta de Dios para con los que viven en esta Tierra será completada.

Dios tiene una meta y queremos que la meta de Dios también sea nuestra meta; queremos luchar y trabajar para lograr la Meta Divina.

Todos comprendemos que en esta Tierra Dios siempre ha estado obrando, siempre ha habido una Obra Divina manifestándose en este planeta Tierra; pero también hemos visto que esa Obra Divina Dios la ha estado llevando a cabo a través de seres humanos.

Eso es lo grande de la Obra de Dios en este planeta Tierra: lo grande es que esa Obra de Amor siempre Dios la hace a través de seres humanos; y todos estamos llamados, estamos invitados a formar parte de esa Obra Divina manifestada en amor divino.

Todo lo que hagamos debe ser de esa manera: en amor divino, con fe, creyendo en Dios, creyendo en Sus promesas. Y cuando vemos Sus promesas aquí en la Escritura, entonces estamos llamados a obrar en amor, para que todas esas promesas sean realizadas a través de nosotros; porque Dios no tiene otra cosa para cumplir las promesas sino seres humanos que estarán viviendo en el tiempo en que Él prometió y para el que Él prometió cumplir esas promesas.

Para el tiempo que Dios ha prometido cumplir alguna promesa, Él tendrá gente para a través de ellos cumplir esas promesas.

Para este tiempo en que vivimos hay muchas promesas hermosas, y queremos nosotros ser participantes de esas gloriosas promesas. Tenemos realmente el tiempo, tenemos también el conocimiento de estas cosas, tenemos también el conocimiento de la manera en que debemos luchar y trabajar; y cuando hayan terminado nuestros días terrenales entonces Dios tendrá algo mejor para nosotros, Dios tendrá cosas que ojo no vio ni oído oyó, las cuales Dios tiene reservadas para aquellos que le aman, para aquellos que dejan expresar su amor hacia Dios y dejan que el amor de Dios penetre en sus corazones, gobierne sus vidas y gobierne todas sus acciones aquí en la Tierra.

Ellos entonces vivirán esa vida terrenal sabiendo que su vida es nada menos que un milagro de amor.

Y entonces usted podrá decir: “¡Es un milagro estar vivo!”, porque realmente es un milagro estar vivo, pero eso es un milagro de amor, un milagro de amor divino.

Realmente es un milagro estar vivo aquí en la Tierra, pues si usted observa bien toda la vida, toda la trayectoria suya, ha sido una trayectoria de luchas, ha sido una trayectoria en la cual usted ve todos los peligros por los cuales usted ha pasado y los que le faltan; pero como es un milagro la vida, y siendo un milagro divino, entonces la vida seguirá siendo un milagro para todos nosotros.

Es un milagro que usted haya nacido; pues si usted sabe un poquito de la manera en que se nace, pues usted entonces sabe que es un milagro. Si usted antes aún de estar en el vientre de su madre, si el padre suyo hubiera muerto antes de haberlo engendrado usted, usted no estaría aquí, ese cuerpo no estaría aquí, pero fue un milagro que su padre estuviera vivo hasta que lo engendrara a usted; y fue un milagro que su madre no muriera antes de darlo a luz. Y de tantos genes también que hay en su padre, fue un milagro que el gene que lo habría de formar a usted apareciese.

Y no solamente eso, ¡qué si comienza a pensar en su abuelo, en su bisabuelo, en su tatarabuelo! y que fuera un milagro que ellos estuvieran vivos para que la simiente, el gene que formaría su cuerpo, fuese pasando de uno al otro.

Abraham cuando diezmó a Dios, cuando diezmó a Melquisedec, dice el apóstol Pablo que allí también estaba diezmando Leví; y Leví todavía ni había nacido, Leví todavía estaba por venir en alguna de las generaciones del futuro6; pero sin embargo estaba en Abraham.

Así también usted estaba en el pasado, pero en una forma que usted no comprende; pero ya usted está manifestado como un ser humano aquí en la Tierra, porque un milagro de amor fue manifestado. Aun para usted ser engendrado hubo un milagro de amor en dos personas.

Así también para Dios traer a Sus hijos aquí a la Tierra hubo un milagro de amor, el amor de Dios fue expresado; porque la vida es un milagro de amor; y cuando la vida surge, surge porque el amor es manifestado.

Creo que conociendo estas cosas realmente somos muy agradecidos a Aquel que nos amó a nosotros primero; porque vemos que Él tiene un Plan tan grande y tan glorioso, y eso es el motivo por el cual nosotros existimos aquí en la Tierra; existimos a través de un milagro de amor y existimos con un propósito divino que está envuelto en el amor divino. Es un propósito de amor.

Y nosotros entonces, cuando recibimos el Plan de Dios, lo que estamos recibiendo es un plan de amor; un plan de amor en el cual nos envolvemos y el cual nos llevará en el amor divino a vivir por toda la eternidad.

Muchas veces los cortos días que vivimos en estos cuerpos terrenales son muy difíciles para vivirlos: muchas luchas, muchas pruebas, pero son pocos días; pero no es de comparar lo que sufrimos aquí en la Tierra con lo que disfrutaremos, con lo que gozaremos en la eternidad.

Ahora, si los momentos de alegría y de felicidad que nosotros podemos tener aquí en la Tierra son buenos, son agradables, ¿cómo será una eternidad llenos de felicidad y sin problemas? Entonces vale la pena luchar aquí en la Tierra, vale la pena luchar para tener parte en el Plan del Amor Divino, vale la pena entonces acercarse a Dios, vale la pena entonces en la vida expresar amor hacia todo lo que hacemos; porque realmente en el Plan del Amor Divino hay grandes bendiciones para todos los hijos de Dios.

Ahora, muchas personas o algunas personas ignorantes, algunas personas que sufren aquí en la Tierra, dicen: “Yo sufro tanto aquí en la Tierra que ya no me importa nada. Sufro tanto aquí en la Tierra y tengo tantos problemas que no me importa nada, no me importa el irme al infierno”.

Pero mire, si usted sufre tanto aquí en la Tierra, que no es tan malo como el infierno, ¡cómo será en el infierno!

Así que usted entonces parece que no está cansado de sufrir, porque si tras que sufre aquí en la Tierra después no le importa nada irse allá (allá al infierno que es tan malo)… Más bien la persona debe ser sabia, entendida, y decir: “Yo estoy cansado de tanto sufrir, de tanto luchar, y quisiera un descanso en algún tiempo (y donde único habrá descanso y paz y felicidad será en el Reino de Dios, pues se vivirá por toda la eternidad). Por lo tanto, yo quiero tener una esperanza; quiero entonces con fe genuina creer en la Palabra de Dios; porque, aunque sufra mucho acá, no quiero irme al infierno, donde se sufrirá más. Ya estoy cansado de sufrir acá, quiero irme al Cielo, quiero irme al Paraíso, quiero irme a un lugar donde haya paz, donde haya felicidad, donde todo lo que haya sea amor divino manifestado”.

Esa es la manera correcta para el ser humano pensar. Y el más que sufre pues debe pensar con más razón en esa forma, porque lo que desea es que terminen sus sufrimientos, sus problemas; y la única manera será teniendo parte en el Plan que Dios tiene para el tiempo en que vivimos, para que después tenga parte en la eternidad; porque sus obras que hace aquí en la Tierra, con ellos se irán.

Si tiene algo del Plan de Dios, de lo cual Dios está haciendo acá, si ha participado, entonces tendrá parte en el Reino de Dios, tendrá parte allá con Dios por toda la eternidad; por toda la eternidad estará entonces viviendo y se habrán acabado todos los problemas.

Ahora, mientras estamos aquí tenemos que trabajar, tenemos que luchar, tenemos que esforzarnos; porque tenemos que hacer todo aquello que es de acuerdo al Plan que Dios tiene para nuestro tiempo. Esa es la manera en que se almacenan tesoros allá en el Cielo, esa es la manera en que se busca primeramente el Reino de Dios y Su justicia, esa es la manera establecida por Dios.

Y aquí en la Tierra tenemos que luchar con nuestra mirada puesta en el Reino de Dios, tenemos que esforzarnos, tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance; y todo lo que hagamos, buscando siempre en todo el beneficio de la Obra de Dios.

En estos días hay mucho para hacer; porque estamos viviendo en un tiempo en que Dios está desarrollando una parte muy importante de Su Programa Divino, el cual Él está expresando en amor; y a nosotros nos ha tocado vivir en este tiempo. No vamos a quedarnos con nuestros brazos cruzados, sino vamos a hacer aquello que sabemos que hay que hacer en este tiempo.

Cualquier otra cosa… Por ejemplo, una persona puede vivir en la Tierra, tener la profesión más alta que alguien pueda alcanzar, y sin embargo no estar haciendo nada para Dios.

Y como los cielos y la Tierra pasarán, también las profesiones pasarán, los oficios pasarán, los trabajos terrenales pasarán; pero el que hace la voluntad del Señor permanece para siempre7.

Así que lo importante siempre es luchar en la vida y trabajar en el Programa que Dios tiene para ese tiempo. Eso es lo más que tiene valor en esta Tierra. Y eso solamente la persona lo hace cuando sabe que la vida es un milagro de amor, cuando sabe que está viviendo aquí en la Tierra con un propósito divino, y ese propósito divino es un propósito de amor.

Hay personas en esta Tierra que viven y no saben ni por qué viven aquí, no saben ni de dónde vinieron, no saben ni dónde están, aunque están en la Tierra; lo único que saben es que están viviendo en el planeta Tierra, nada más saben; pero no saben dónde están viviendo en el Programa de Dios, no saben dónde están situados en el plan de Dios y no saben tampoco hacia dónde van.

Hay personas que dicen: “Yo voy a gozar todo lo que pueda gozar en la Tierra, porque cuando uno se muere no sabe ni para dónde va”. Esas son personas ignorantes, personas que están perdiendo su tiempo aquí en este planeta Tierra y no saben que la vida es un milagro de amor, no saben lo que será para ellos. Son personas que piensan egoístamente, y eso no está bien.

Hay que saber que si estamos aquí viviendo la Tierra, hay un Dios Todopoderoso que nos dio esa vida y nos la dio en amor; y nos dio el libre albedrío para que cada uno elija, decida, lo que va a hacer con su vida.

Dios le presenta Su Programa, le presenta el Plan Divino, y cada uno tiene el derecho de elegir; nadie puede elegir por otra persona, cada persona elige por sí mismo.

Pero hay personas aquí en la Tierra que entenderán el Programa de Dios, comprenderán que la vida no es otra cosa sino un milagro de amor; porque es un milagro estar vivo aquí en la Tierra y haber venido a vivir en el siglo XX, todo eso es un milagro; y Dios es el que ha hecho ese milagro en Su Amor.

Y si Él ha hecho ese grande milagro, realmente, cuando lo comprendemos, nuestro corazón se llena de alegría, se llena de felicidad; y entonces podemos decir: “No estamos solos aquí en la Tierra sino que Dios está con nosotros. No estamos aquí como unos peregrinos o forasteros olvidados, sino que estamos aquí con un propósito divino; porque Dios nos colocó aquí para llevar a cabo una Obra de Amor en la cual todos tenemos una buena parte”, porque esa obra es con y para nosotros.

Usted puede ver, a través de toda la historia bíblica, que todo lo que Dios hace es para Sus hijos; por eso es que dice que Sus hijos son herederos de Dios y coherederos con Cristo, porque toda la Obra de Dios es para beneficio de los seres humanos. Y cuando el ser humano puede comprender esto, entonces puede darse cuenta que realmente hay un Dios Todopoderoso que ha planificado todas esas cosas; planificó hasta el día y la hora en que usted habría de nacer, y en qué hogar, en qué familia usted habría de nacer. Y en la familia que usted nació es la que mejor Dios vio que debía usted nacer.

Así que por eso le damos gracias también a Dios. Dios fue el que determinó eso. Y el tamaño que usted habría de tener también, el color de los ojos, el color de la piel, el color de su cabello, y todo eso Él lo determinó.

Así que el grande le da gracias a Dios porque es grande, es alto; el pequeño le da gracias también a Dios porque es pequeño; el delgado le da gracias a Dios porque es delgado; el grueso le da gracias a Dios porque es grueso y fuerte; el blanco le da gracias a Dios porque es blanco; el que tiene el colorcito un poquito más oscuro le da gracias a Dios porque tiene ese color, que los blancos se tienen que ir a las playas para coger ese color y usted ya lo trajo de fábrica.

Así que usted ve a esos americanos y los suizos (y todas esas personas que son bien blancos), para lograr ese colorcito de nosotros los latinos: tienen que irse a las playas allá a quemarse, pero después cuando vuelven a estar en la sombra se les fue la pintura.

Pero Dios hizo cada cosa conforme a Su gusto. Si a Él le agradó que usted fuera como es, dele gracias a Dios porque usted es como a Dios le agrada; así que usted entonces lo que hace es conservar la manera en que Dios lo diseñó, en que Dios vio que usted debía ser.

Por eso es que entonces entre la gente que comprenden estas cosas, entre la gente que saben que la vida es un milagro de amor divino, entonces entre ellos no hay eso de racismo; todos somos iguales para Dios, todos nos amamos entonces los unos a los otros; y comprendemos que unos son de una manera y otros son de otra, porque así Dios vio que debía ser.

¿Qué si en un jardín todas las flores fueran del mismo color? Todo se vería una cosa monótona; pero cuando en un jardín hay flores de un color, de otro color, unas pequeñas, otras más grandes, se ve una buena variación; entonces se ve que Dios no es un Dios monótono: hizo flores de todas clases e hizo seres humanos de todas clases, hay seres humanos de todas clases, y todo eso estaba ya pensado por Dios.

Así que imagínese usted que los seres humanos todos fueran flacos y largos, entonces…, o que fueran todos bajitos y bien gruesos, ¿verdad que se vería una cosa monótona? Pero cuando vemos que unos son de una manera, otros de otra, entonces se ve variedad, se ve que Dios no es un Dios de estos…, sin gusto, sino que se ve que Dios tiene gusto, se ve que es una Obra de Amor.

No es una cosa que Dios tiró así a lo loco, salga como salga, sino que se ve que es una cosa que Dios diseñó; y si Dios la diseñó y nosotros somos diseño de Dios, entonces ¿de qué tiene usted que preocuparse?

Dele gracias a Dios por lo que usted es, dele gracias a Dios en todo; y entonces lo más importante es: “Señor, tú me diseñaste de esta manera, soy de la manera que tú quieres que sea. Ahora, ¿qué quieres Tú que yo haga en Tu Obra? Señor, ¿para qué Tú me has traído a vivir en este siglo XX? Yo no quiero vivir en este siglo XX para trabajar, comer y dormir. Yo quiero vivir con un propósito más grande. Trabajar, comer y dormir es bueno, hace falta para el cuerpo; pero, ¿y qué para el alma y para el espíritu? Yo quiero tener un conocimiento claro y completo del propósito para el cual Tú me has dado la vida, lo cual es un milagro de amor; pues yo quiero entonces vivir para aquello para lo cual Tú me has enviado a vivir en este planeta Tierra. Quiero comprender tu propósito, quiero comprender Tu Plan conmigo”. Y entonces, cuando así la persona piensa, él comprenderá, él expresará todo aquello para lo cual ha venido a vivir a esta Tierra.

Y si nos encontramos muchos que hemos descubierto el propósito para lo cual hemos venido a vivir a la Tierra, entonces todos juntos trabajamos en el mismo propósito; trabajamos entonces para el plan y propósito divino, porque entonces habremos entendido que la vida es un milagro de amor.

“LA VIDA, UN MILAGRO DE AMOR”.

Dios les bendiga, Dios les guarde; y nos ayude a todos a comprender estas cosas, para que así todos vivamos de acuerdo al Plan de Dios.

Ya hemos concluido y yo le voy a pedir al hermano Bermúdez que se deje ver por aquí en algún sitio, porque hace rato, hace algún rato no… he estado mirando un poquito y no lo he podido ver; no sé si se ha ido o si está por ahí, pero yo creo que esté por ahí.

Ya ustedes saben por qué es que él se esconde. Eso él lo hace allá en Puerto Rico. Y si ustedes no lo sabían pues ya ustedes saben por qué él se esconde: él se esconde un poquito para que continuemos; pero yo creo que ya con lo que hemos hablado, yo creo que ustedes han comprendido el porqué de nuestra existencia.

Y yo creo que es un privilegio para una persona comprender el por qué vive aquí en esta Tierra, el por qué tiene esa vida que tiene; y que no sabe cuándo le será quitada; pero que todos queremos haber cumplido el propósito de Dios a tiempo, para que cuando Dios nos diga: “Ya tu tiempo ha terminado”, podamos decir: “Señor, en lo poco que viví en la Tierra y en lo que Tú me diste para hacer de acuerdo al entendimiento que tuve de Tu Plan, he sido fiel”, ese es el deseo de cada persona que entiende estas cosas.

Así que yo creo que todos ustedes podrán llevar a cabo aquello para lo cual están viviendo aquí en la Tierra. Que si tenemos que luchar y trabajar en lo material para llevar a cabo el propósito para lo cual Dios nos ha enviado, lo haremos con alegría, lo haremos en amor, con mucho amor y con fe; mirando la Escritura para ver el tiempo que vivimos y los planes de Dios para Él desarrollar aquí en la Tierra; y cuando vemos cuáles son los planes de Dios para Él desarrollar aquí en la Tierra, lo otro que vemos es que nosotros somos las personas con las cuales Él ha de desarrollar esos planes. Y entonces solamente decimos una cosa: “¡Heme aquí, Señor!”. Así es como decimos y luego hacemos aquello para lo cual hemos venido.

Bueno, en estos días tendremos mucho trabajo, ya el hermano Bermúdez les ha estado anunciando que tendremos mucho trabajo; y es trabajo en la Obra de Dios, para que el plan y propósito de Dios sea cumplido en nuestro tiempo y en nuestro medio.

Trabajaremos, lucharemos para que se cumpla todo lo que Dios quiere que se cumpla en estos días. Y esto lo haremos conociendo el Plan de Dios, lo haremos con mucho amor y lo haremos con fe; porque sin fe es imposible agradar a Dios. Lo haremos con fe, teniendo la revelación clara de la labor, de la Obra que Dios desea que llevemos a cabo en estos días. Y para eso lucharemos, trabajaremos en lo material, para hacer algo en lo espiritual, en la Obra de Dios.

Yo estoy brazo a brazo con nuestro hermano Bermúdez para esa labor que él tiene por delante; y como él les decía, cada cierto tiempo el hermano Bermúdez y yo también, ambos decimos: “Ya parece que ya hemos concluido toda la labor en la Obra de Dios y ya, ya parece que ya no tenemos nada más para hacer y como que ya los viajes van a terminar”.

Y cada vez que decimos eso ¿sabe lo que pasa? Es que ha terminado la labor, pero la labor que ya ha sido hecha; pero entonces cuando miramos de momento, entonces nos queda por delante otra labor nueva que no conocíamos, que no entendíamos; y hemos entendido que es que vamos por etapas.

Cuando terminamos una etapa, terminamos la labor de esa etapa, y entonces comenzamos una nueva etapa con una nueva labor; y entonces decimos: “¡Pero si creíamos que habíamos terminado, y estamos comenzando!”. Es que estamos comenzando una nueva labor en una nueva etapa, y cuando habíamos pensado que ya no íbamos a viajar más en aviones…

Yo hace algún tiempo atrás (o sea, como un año o dos), desde que uno… en uno de los viajes, uno de los aviones dio un bajón tan grande que bajó me parece que 1000 metros… primero bajó como 200 o 300 metros de golpe y después bajó 1000 metros de golpe, de cantazo; y era un avión de esos (el 747, me parece) de Iberia, y yo iba con mi familia… Eso fue como en el 78 (¿no sería?). Yo no sé, a mí ya hasta se me olvidó el susto, y el bajón ese y la fecha. Yo sé que fue por esa fecha, yo dije: “Bueno, si ya se me terminó la labor de estar viajando, yo me voy ya a retirar y voy a ir preparando las cosas”, porque a mí en sí no me gusta estar viajando, no me gustan los viajes, no me gusta estar volando en aviones; y entonces ya yo estaba pensando: “Ya yo me voy a recoger allá a Puerto Rico, voy a irme recogiendo y a ir evitando los viajes”… No solamente por el susto (porque a nadie tampoco le gusta pasar sustos), pero uno se cansa también un poco viajando. “Así que yo voy a ver cómo hago y cómo mecanizo todo de tal manera que yo no tenga que viajar tanto”.

Así que yo, quizás, pues, ya a mi edad, que es una edad joven… en eso tenía como 40 años o 38… “Ya a mi edad yo podré irme retirando, quedarme solamente atendiendo a Puerto Rico; y de ahí pues enviar los mensajes que se prediquen allá. Y Bermúdez que vaya por allá por Puerto Rico”. Así que…

Pero cuando yo pensaba que ya todo estaba terminando (esto de los viajes y actividades en otros países), cuando vi que terminó: era que había terminado una etapa; pero cuando Dios me abrió la otra, dije: “Pero si esto es peor que la primera etapa. En esto hay más viajes que la primera etapa”. Así que los primeros viajes fueron de práctica, para entrenarme, para poder viajar un poquito más.

Y hace poco también, ya hace poco, después de haber entrado en aquella etapa que viajamos muchísimo; después hace poco Bermúdez ya también estaba pensando que ya, que los viajes iban a terminar, y que nos íbamos a poder recoger un poquito.

Ya pues él pues tiene un grupo aquí, donde se puede recoger un poco; y yo también pensaba quizás lo mismo: “Déjame ver cómo yo hago para irme aguantando en esto de los viajes”. Y ya creíamos que ya pues, ya iba todo a terminar. Y ahora en estos días como que de momento, como que Dios abre una nueva etapa y entonces nos rascamos la cabeza… decimos: “¡Pero si ahora lo que tenemos es menos tiempo en nuestros países!”.

Pero si es el Plan de Dios, queremos hacer aquello que Dios quiere que hagamos en esa Obra de Amor Divino; y queremos expresar el amor que sentimos, que tenemos hacia ustedes que están aquí, y hacia los que están lejos, hacia los que están ya en la Palabra y hacia los que todavía no han venido; porque Él ha prometido que va a traer una multitud que nadie podrá contar, y también va a traer 144.000 (que se pueden contar, pero que es bastante también en número); y eso será una Obra de Amor.

Y si Dios quiere que trabajemos en esa Obra de Amor Divino que Él estará expresando, entonces con amor lucharemos y trabajaremos para que Dios pueda realizar esa labor. Y todos ustedes que están aquí, y los que me puedan escuchar también a través de la grabación, también están invitados a luchar y trabajar y a tener parte en esta Obra de Amor Divino que está siendo llevada a cabo.

Todos los que quieran pueden tener parte en esa gran Obra. Es para que todos tengan la misma oportunidad de participación.

Bueno, ya el hermano Bermúdez les dará a conocer todas las formas que habrá para luchar y trabajar para que sea realizada esa labor, esa Obra, ese milagro de amor divino en estos días finales; porque LA VIDA ES UN MILAGRO DE AMOR, de amor divino.

Bueno, ya yo creo que puede pasar nuestro hermano Bermúdez. Se me queda sentadito allí, pero yo creo que puede pasar. Y ya… ya pues yo estoy concluyendo ya en… aquí en la mañana; y como en la noche le toca a él predicar, pues yo estaré por ahí sentadito escuchándole (si es que tiene, si es que hay actividad para la noche; no sé si tiene anunciada o no va a tener)… Dice que no. Así que dice que no va a predicar en la noche, parece que ya en la mañana nos predicó.

Así que ustedes escucharon dos predicaciones, dos conferencias. Yo me gocé mucho escuchando a nuestro hermano Bermúdez. A mí me gusta mucho escucharlo. ¿Y sabe por qué me gusta escucharlo mucho? Porque cuando uno ve a una persona que habla y sabe de lo que está hablando, pues a uno le gusta escuchar a alguien que sabe de lo que está hablando. Y yo sé que él sabe de lo que él está hablando. Y por eso me gusta escucharlo mucho. Me gusta mejor escucharlo a él, y yo no tener que predicar.

Así también en Puerto Rico tenemos la misma pelea él y yo, que él quiere que yo predique, y yo le digo: “No, no, predícate tú, y después yo saludo o hablo algunas cositas”. Esa es la pelea entre nosotros dos; pero es una pelea (usted sabe) en amor; y con esa pelea quienes se benefician son ustedes, porque entonces nos ponemos de acuerdo y decimos: “Bueno, tú predicas un rato y después yo predico otro”, y entre los dos pues hablamos.

Así que más bien es una lucha también en amor. No…, no es una lucha que yo deseo predicar y echarlo a él a un lado, sino que deseo que él sea el que predique y yo echarme a un lado.

Así que no es una lucha en egoísmo. No es una lucha en (podríamos decir)… no es una pelea de estas peleas que tiene la gente, sino más bien es que cada uno reconocemos lo que Dios tiene en el otro. Yo reconozco lo que Dios tiene en él y por eso pues me gusta escucharlo, y me gusta que todos lo escuchen a él.

Bueno, él también es mayor, me lleva algunos añitos; y a uno le gusta (usted sabe) una persona que le lleve par de años a uno, escucharlo; y así pues sabe que es una persona de mucha experiencia en la Viña del Señor.

Él no se ofende porque lo importante no es cuántos años uno tenga sino cómo uno se sienta. Si uno se siente bien y ha estado haciendo la voluntad de Dios, uno puede decir como decía Caleb: “Tengo tantos años y hace tanto que tenía cuando salimos y todavía me siento como coco, como un corozo (como dicen acá y como dicen allá también: ‘Me siento como corozo’). Las fuerzas las tengo todavía completas y tengo fuerzas para seguir luchando”.

Y Moisés, con 120 años que tenía Moisés, dice que el brillo sus ojos no se le fue, aun con todos los años que tenía8.

Así que lo importante es ser un luchador en la vida; y mientras más años uno pueda luchar en la vida, mucho mejor para uno y para la Obra de Dios. Si nos faltase vivir por lo menos todavía 200 años, me gustaría yo estar todavía aquí con el hermano Bermúdez luchando, aunque tuviéramos doscientos y algo de años. ¿Ve?

Así que, a la gente, usted sabe, a algunos no les gusta que les diga que tiene muchos años; pero si la cosa es que, para estar viviendo en tal tiempo, la edad que uno tuviera sería 100 o 200 años, no importa que tuviera tantos años, a uno le gustaría estar ahí.

Bueno, yo creo que somos muy jóvenes el hermano Bermúdez y yo; creo que somos, de todos los tiempos, de las personas más jóvenes que han estado con una responsabilidad como la que hay en este tiempo. Y yo creo que nosotros nos sentimos así y pensamos quizás que había personas de más edad, de más capacidad humana y de más conocimientos humanos para llevar a cabo una Obra de Dios; pero vemos que Dios nos escogió para esta labor; y aunque seamos unos muchachitos maduraremos algún día.

Así que lo importante es: la labor que se haga, cómo se haga, que sea en la perfecta voluntad de Dios, y entonces las edades no importan; porque todos, miren, mientras más años pasen, ¿qué usted cree que va a pasar? No se preocupe que usted tenga muchos años, porque mientras más años pasen, mientras más décadas o siglos pasen, ¿sabe lo que va a suceder? Que usted se va a poner más joven de lo que usted está; porque vamos a ser de 18 a 21 años.

En la resurrección, los que estén muertos vendrán así; y los que estén vivos serán transformados; y entonces ya usted verá que usted no va a ver que alguien va a ser más viejo que usted; vamos a ser todos iguales, por eso es que no nos preocupamos por las edades, sino nos preocupamos por el Plan que Dios tenga para el tiempo que estamos viviendo.

Así que los jóvenes no nos pueden decir a Bermúdez ni a mí: “Nosotros estamos jovencitos, fuertes”. No se preocupen que nosotros, ustedes no nos podrán alcanzar a nosotros para ponerse como nosotros; pero nosotros estaremos como ustedes y en otros cuerpos superiores. Y ustedes también.

Así que los jóvenes también van a tener un nuevo cuerpo transformado; porque ese que tienen…, ese que tienen se les pondría viejo, así que no les valdría de nada ser jóvenes y continuar con ese cuerpo cuando esté a la disposición el cuerpo nuevo.

Así que seremos todos iguales; y entonces será un grupo de jóvenes, de gentes jóvenes en el Reino de Dios.

Así que la vejez y las enfermedades y la muerte y todas esas cosas se quedarán acá, serán echadas al lago de fuego, no entrarán a la eternidad. Y eso Dios lo hará posible; como hizo posible que viniéramos a existir en esta Tierra, Él hará posible todas estas cosas también; porque en sí la vida es un milagro de amor y él expresará en Su amor ese milagro también.

Yo creo que ya nuestro hermano Bermúdez ya está listo para estar con nosotros; y yo creo que es bueno que ya él tome su parte y concluya cuando él vea que debe concluir.

Bueno ya como, ya hoy es el último día que tendremos actividades, culto, entonces yo me despido no diciéndoles adiós para siempre, porque todavía no me voy a retirar, sino que les digo: “Hasta muy prontito”, porque hay mucho trabajo en este tiempo.

Así que ya el mes pasado yo les había visto por aquí, tuvimos unas actividades muy buenas aquí (y el mes antepasado, me parece que fue). Y ya he estado por aquí con ustedes nuevamente y estaré nuevamente con ustedes… No sé ni cuándo será, pero el hermano Bermúdez sí sabe cuándo será, porque él es el que prepara el itinerario, prepara las actividades, y él sabrá cuándo estaré con ustedes nuevamente para seguir hablando, platicando.

Yo no soy un predicador, no soy un buen orador ni nada de eso. Solamente lo que yo hago es: hablo con ustedes las cosas de Dios, les digo de las cosas de Dios, de los planes de Dios; y ustedes pues lo entienden; y así es la manera de yo comunicarme con ustedes y comunicarles las cosas de Dios.

Así que Dios les bendiga, Dios les guarde; y será hasta muy pronto.

“LA VIDA, UN MILAGRO DE AMOR”.

[Revisión enero 2020]

1 1 Juan 4:7-11

2 San Mateo 6:25-30

3 Génesis 6:13-22

4 San Juan 3:16, 1 Juan 4:9

5 San Mateo 25:23

6 Hebreos 7:9

7 1 Juan 2:17

8 Deuteronomio 34:7

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