El hombre prudente

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos aquí presentes, es para mí un privilegio muy grande estar entre ustedes en estos días en los cuales el mundo gentil ha estado celebrando las Navidades.

Y yo digo: ¡Qué buenas Navidades he estado pasando yo en Venezuela! Han sido unas Navidades maravillosas, un fin de año muy maravilloso y también el comienzo de año aquí con ustedes en Maturín; y he seguido aquí con ustedes en estos días, y seguiré hasta el domingo, pasando estos días aquí de Navidades (porque todavía estamos en Navidades), para así estar con ustedes disfrutando estas grandes bendiciones de parte de Dios.

En esta noche quiero leer una Escritura que se encuentra en el Evangelio según San Lucas, en el capítulo 6 y verso 46 al 49; solamente 4 versos pero con un significado muy grande para nosotros.

En el Evangelio según San Lucas, capítulo 6, verso 46 en adelante, dice el Señor Jesucristo1:

“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?

Todo aquel que viene á mí, y oye mis palabras, y las hace, os enseñaré á quién es semejante:

Semejante es al hombre que edifica una casa, el cual cavó y ahondó, y puso el fundamento sobre la peña; y cuando vino una avenida, el río dió con ímpetu en aquella casa, mas no la pudo menear: porque estaba fundada sobre la peña (sobre la roca).

Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra (sobre arena), sin fundamento; en la cual el río dió con ímpetu, y luego cayó; y fue grande la ruina de aquella casa”.

Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones.

El Señor Jesucristo en este pasaje nos trae una enseñanza muy grande, en la cual muestra a quién es semejante la persona que oye la Palabra del Señor Jesucristo y hace lo que dice esa Palabra, ese Mensaje del Señor Jesucristo: es semejante al hombre prudente.

“EL HOMBRE PRUDENTE”.

El hombre prudente es la persona que entiende y sabe cómo debe hacer las cosas, qué debe creer, qué debe hacer; y eso lo obtiene a través de lo que escucha. Y aquí, hablando en los términos bíblicos, hablando en los términos espirituales, tenemos que ser como el hombre prudente de la parábola del Señor Jesucristo, de esta tipología que muestra aquí el Señor Jesucristo.

Tenemos que estar fundados sobre la Roca, sobre la Piedra, que es la Palabra del Señor Jesucristo, que es la revelación divina para el tiempo en que uno vive, esa es la Palabra del Señor Jesucristo.

Y el Señor Jesucristo en otra ocasión, cuando le preguntó a los discípulos: “¿Quiénes dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”. Unos decían: “Bueno, dicen que Tú eres Elías, otros dicen que Tú eres Isaías, otros dicen que Tú eres alguno de los profetas”. Él les dice: “Y ustedes, ¿quién decís vosotros que es el Hijo del Hombre?”. Pedro dijo: “Tú, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, el Cristo, el Ungido2.

Ahora, el Señor Jesucristo le dice a Pedro3: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en el Cielo. Mas yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”.

“Sobre esta piedra”: sobre la revelación de Jesucristo, sobre la revelación divina es que la Iglesia del Señor Jesucristo ha sido edificada; sobre la revelación divina, la revelación de Jesucristo, de quién es Jesucristo en cada edad, en cada etapa.

Y a través de las edades de la Iglesia gentil ha estado siendo edificada la Iglesia del Señor Jesucristo sobre la piedra, la roca inconmovible de la revelación divina, de la revelación de Jesucristo para cada edad, la cual ha venido a través del mensajero que el Señor Jesucristo ha utilizado y en el cual los hijos de Dios de cada edad han visto a Jesucristo manifestándose en ese mensajero y trayendo las palabras de vida eterna, la revelación divina para esa edad. Y ellos han sido edificados en esa revelación divina, en esa piedra, en esa roca inconmovible.

Y aunque en muchas edades ha venido el enemigo como un río: el Espíritu del Señor ha levantado bandera en cada edad4, ha levantado al mensajero de cada edad como una bandera poderosa para traerles la revelación divina, para traerles el fundamento correspondiente a esa edad.

Así han pasado los siglos, así han pasado las edades, y el grupo de cada edad ha sido edificado sobre la roca inconmovible de la revelación divina, de la revelación de quién es Jesús en cada edad. Y las puertas del infierno no han podido prevalecer en contra de la Iglesia del Señor, pues cuando el grupo de cada edad y el mensajero de cada edad ha terminado su tiempo aquí en la Tierra, el infierno no ha podido tomarlos a ellos para llevárselos, sino que han sido llevados al Paraíso.

Las puertas del infierno no se han abierto para recibir a los que han estado fundados sobre la roca inconmovible de la revelación de Jesucristo para cada edad, sino que las puertas del Cielo, las puertas del Paraíso, se han abierto de par en par ¿para qué? Para recibir a esa gente prudentes que vivieron en cada edad fundados en la revelación de Jesucristo para su edad, la cual vino a través del mensajero de su edad.

Así han pasado siete etapas o siete edades; y hoy en día nos encontramos en el tiempo más grande y más glorioso de todos los tiempos: en el tiempo en que la revelación plena de Jesucristo vendrá para que los hijos de Dios que viven en esta Tierra sean fundamentados en la roca inconmovible de la revelación de Jesucristo, la cual Él tiene señalada para este tiempo.

Y bien nos dice el libro del Apocalipsis, en el capítulo 1 y verso 1:

“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar á sus siervos las cosas que deben suceder presto; y la declaró enviándola por su ángel…”.

La revelación de Jesucristo, la revelación sobre la cual estará fundada la Iglesia del Señor Jesucristo en esta etapa final, es la revelación apocalíptica, pues esa es la revelación de Jesucristo. Y dice5:

“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está cerca”.

La bienaventuranza grande en este tiempo será leer, oír y guardar las cosas escritas en esta profecía, en la profecía apocalíptica, que es la revelación de Jesucristo sobre la cual estará fundada la Iglesia del Señor Jesucristo en estos días finales; por eso hay una grande bienaventuranza para los seres humanos que puedan leer, oír y guardar las cosas escritas en esta profecía.

Serán como el hombre prudente, porque estarán guardando las palabras de esta profecía, que son las palabras del Señor Jesucristo; porque aunque la revelación apocalíptica es enviada a través del Ángel del Señor Jesucristo, las palabras que trae ese mensajero no son palabras de sí mismo, sino que son las palabras de Jesucristo, la revelación de Jesucristo, para que podamos estar fundados sobre la roca inconmovible de la revelación de Jesucristo, que es la revelación apocalíptica.

Es necesario que entendamos estas cosas, porque ahí estará la gran bienaventuranza para los seres humanos en este tiempo final: en oír y en guardar las palabras de Jesucristo, las palabras apocalípticas, las palabras de la profecía de este libro que nos traerá el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, dándonos a conocer la revelación de Jesucristo, la revelación apocalíptica.

Seamos todos personas prudentes, edificando siempre sobre la Roca; y no solamente edificando, sino cavando y ahondando; y eso no es otra cosa sino escudriñando hasta el máximo la revelación de Jesucristo para estos días finales.

No siendo creyentes fundados sobre esa revelación en una forma superficial, sino en una forma bien pero que bien profunda; bien profundizados en la revelación apocalíptica, en “la revelación de Jesucristo que Dios le dio para manifestar a Sus siervos las cosas que deben suceder presto; y las declaró a Juan en forma simbólica, enviándola a través de Su Ángel”.

Y a nosotros nos la revelará, nos la declarará, ya no en forma simbólica, sino mostrándonos lo que esos símbolos significan. Y cuando estemos escuchando la explicación correcta de esos símbolos apocalípticos, estaremos escuchando y recibiendo la revelación de Jesucristo, estaremos entonces recibiendo la Roca en donde estará nuestro fundamento; porque será la revelación no de un hombre, sino la revelación de Jesucristo, la cual será para todas las iglesias, para todas las naciones, para todos los seres humanos. Por eso dice:

(He aquí) Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

¿Para qué? Para que tengan el fundamento, la roca sobre la cual edificar la casa espiritual.

El que oiga estas palabras y no las guarde, le compararé (dijo el Señor Jesucristo), le compararé ¿a quién?, le compararé…:

“Mas el que oyó y no hizo, semejante es (o sea, le compararé) al hombre que edificó su casa sobre la tierra (sobre la arena), sin fundamento; en la cual el río dió con ímpetu, y luego cayó; y fué grande la ruina de aquella casa”.

Dice la Biblia que el enemigo vendrá como un río, por eso tenemos que estar bien pero que bien fundamentados; porque el que esté edificado sobre la arena, sobre la tierra sin fundamento, sin la roca de la revelación divina: caerá, caerá por y en el río, caerá en el programa del enemigo que él estará desarrollando en este tiempo final, el cual vendrá cabalgando sobre el caballo amarillo de Apocalipsis.

Así vendrá el enemigo; pero el que esté fundamentado sobre la revelación de Jesucristo no podrá caer en ese engaño del maligno, no podrá ser derribado, sino que ha de permanecer, no importa lo fuerte que venga el enemigo como un río; porque dice que cuando el enemigo venga como un río, dice: “Yo levantaré bandera en contra de él”. Así dice Dios en el capítulo 59 del profeta Isaías.

Así que no hay motivo para tener miedo, sino lo que hay es que estar firme en la Roca, en la revelación no de un hombre, sino en la revelación de Jesucristo, la cual ha de permanecer para siempre.

En este tiempo en que vivimos hay muchos peligros, y principalmente peligros espirituales, porque el enemigo está como león rugiente buscando a quién devorar. Pero gracias a Dios que dice la Biblia en Apocalipsis6: “He aquí el León de la tribu de Judá…”.

Así que Dios levantará ese ministerio del León de la tribu de Judá para hacerle frente al enemigo que estará como león, buscando a quién devorar, ¿con qué?, con el programa que él va a estar desarrollando en este tiempo final para engañar, si es posible, aun a los elegidos, a los escogidos. Pero no serán engañados los escogidos, porque el Señor levantará bandera en contra del enemigo. No importa que venga como un río, Él levantará bandera en contra del enemigo.

Sed, pues, como el hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca, y aunque venga como un río el enemigo, como dice Isaías, capítulo 49 y verso 22, o Isaías 59 más bien. Aquí en Isaías 49 dice, hablando acerca de la bandera que alzará el Señor… dice:

“Así dijo el Señor Jehová: He aquí, yo alzaré mi mano á las gentes, y á los pueblos levantaré mi bandera; y traerán en brazos tus hijos, y tus hijas serán traídas en hombros”.

Así dice Dios, así es que Dios levantará bandera.

Bueno, ustedes conocen lo que es una bandera, saben que todas las banderas tienen unas insignias. Bueno, la bandera de Dios, la bandera de Dios tiene la Estrella de David, que son dos piedras angulares que al juntarse, al formarse, al unirse y colocarse en la posición que deben estar, se convierten en una estrella: en la Estrella de David, lo cual es algo muy importante en este tiempo.

Esa es la bandera que el Señor levantará, esa es la forma de Dios. Si el enemigo viene como un río utilizando a un hombre, entonces Dios viene levantando bandera utilizando a un mensajero; esa será la bandera que Dios levantará.

Levantará bandera: levantará a un mensajero que esté representado en la Estrella de David, que esté ahí, porque el Señor Jesucristo dice que Él es la Estrella resplandeciente de la Mañana.

Y esos atributos del Señor Jesucristo Él los manifestará a través de Su último mensajero: manifestará Sus atributos de León de la tribu de Judá, manifestará sus atributos de Estrella de la Mañana, manifestará todos esos atributos, porque Él para manifestarlos necesita utilizar carne humana.

Esa fue la causa por la cual Juan el discípulo amado se postró ante los pies del Ángel, y el Ángel le dijo: “Mira que no lo hagas”7. Es que Juan estaba viendo todos esos atributos de Jesucristo siendo manifestados en ese hombre, en ese mensajero; pero él no comprendía que esa era la forma que Jesucristo utilizaría en el tiempo final.

Juan vio todo eso y no entendió muchas cosas, él no entendió el Apocalipsis; él solamente tuvo los símbolos apocalípticos, pero la realidad apocalíptica la recibiremos nosotros por revelación.

Juan fue transportado en el Espíritu del Señor, fue transportado al futuro para ver esos símbolos; así como Pedro, Jacobo y Juan también, cuando fueron al Monte de la Transfiguración8, ellos fueron allí y entraron en una visión; por eso cuando bajaron de allí el Señor Jesucristo les dijo: “Miren que nos les digan a nadie la visión que han tenido, la visión que han visto”; porque fueron llevados, transportados en visión para ver la Venida del Hijo del Hombre con Moisés y con Elías.

Y Juan, el discípulo amado, dice que fue transportado o llevado al o en el Día del Señor, fue llevado en espíritu al o en el Día del Señor, y dice que oyó y vio y comenzó a escribir, por dos años, todo lo que él iba viendo y que tenía que escribir. Pero cuando quiso escribir algo que oyó, no le fue permitido, porque estaría escribiendo algo que no debía ser conocido sino en el tiempo del cumplimiento de Apocalipsis, capítulo 10.

Si se conocía antes todo eso que los Truenos hablaron, iba a interrumpir el Programa Divino; porque lo que los Truenos hablaron y en lo que los Truenos hablaron estaba el misterio del Séptimo Sello, que es la Segunda Venida del Señor Jesucristo; y las cosas que hoy en día nosotros tenemos que saber, las hubieran sabido en aquellos tiempos; y el enemigo, que ha estado caminando como un río para destruir al pueblo de Dios, hubiera destruido mucho en aquellos tiempos, y hoy en día sería muy difícil entender, comprender y recibir el Programa Divino, la revelación divina, la revelación de Jesucristo que Dios le dio para que sea manifestada a nosotros.

Habría tantas imitaciones, tan y tan cerca a la genuina, que sería muy difícil hacer la diferencia; y aún con todo y el enemigo no conocer el misterio de los Truenos, con todo y eso… fíjense, el Señor Jesús dijo que vendrían falsos profetas y falsos cristos que engañarían, si fuera posible, aun a los elegidos. Y si hubieran sabido lo que los Truenos hablaron, miren, no podrían decir “engañará si es posible”, sino “engañará también a los escogidos”.

Pero gracias a Dios que fue reservada esa revelación divina para este tiempo. Y como ha sido reservada para este tiempo, ahí nadie nadie podrá imitar, porque nadie nadie podrá dar con esos misterios apocalípticos que corresponden a estos días después que han terminado su labor los siete mensajeros de las edades de la Iglesia gentil.

El más que se acercó fue el primero y el séptimo mensajero de la Iglesia gentil. Y al primero – y el primero dijo9: “Yo subí al Tercer Cielo”, o más bien: “Sé de un hombre…”, era él mismo, pero estaba, usted sabe, hablando en una forma indirecta para que no dijeran que él estaba tratando de hacerse grande. Dice: “Yo conozco a un hombre, y no sé si en espíritu o en el cuerpo, que subió al Cielo, al Tercer Cielo, y oyó cosas y vio cosas que no han subido a corazón de hombre, ni ha oído, ni ha sido oído por hombre, yo sé de ese hombre”.

Y en una ocasión se puso a hablar de algunas cositas, y comenzó a explicar lo del templo, la construcción del templo hebreo, y comenzó a tipificarlo con el Templo espiritual; y cuando llegó a la parte más importante del Lugar Santísimo, al Lugar Santísimo, dijo: “Bueno, ahí en el Lugar Santísimo estaba el Arca del Pacto, los Dos Querubines en el Arca del Pacto, estaban las Tablas de la Ley, la Vara de Aarón, el Maná escondido, estaba también el Incensario de Oro, de las cuales cosas no se puede hablar en este tiempo”10.

“No se puede hablar en particular en este tiempo”, ¿por qué? Porque eso era para este tiempo. Él tenía que hablar, hablarle a la gente de lo que correspondía a aquellos tiempos: hablarles del Atrio, del Lugar Santo; pero del Lugar Santísimo, eso era para el occidente.

También el séptimo mensajero comenzó a hablar, vio cosas muy grandes, en visiones vio grandes cosas; le fue revelado a él mucho de lo que acontecería después de su partida; él trató de llevar a cabo muchas de las cosas que correspondían para este tiempo final, las cuales a él no le correspondían.

Y le fue dicho en una ocasión, cuando iba hacia Jerusalén ya con una actividad preparada, con el pasaje en su mano, le fue dicho: “Hacia atrás. Tiene que ser conforme a la Escritura, a la profecía; y tiene que ser conforme al tiempo. Así que no es el tiempo ni es tu lugar”11. Se estaba metiendo en terreno ajeno.

Y mire, Dios ni a los mismos profetas de Él les permite meterse en el terreno que le corresponde a otro profeta, porque el que ha de saber cómo hacer el trabajo es aquel que Dios predestinó para esa labor. Si otro que no es el predestinado para eso, trata de hacerlo, lo que va es a cometer errores y a tratar de forzar a Dios a hacer algo fuera de tiempo; y usted ni yo podemos obligar a Dios a que Él haga algo fuera del tiempo que Él lo tiene señalado conforme a Su Programa, porque entonces usted sabría más que Dios; pero Dios sabe más que nosotros.

Él ya tiene un Programa hecho, no podemos ponernos a pelear con Dios y decirle: “Mira, yo quiero que Tú lo hagas así”. ¿Quién es usted?, ¿quién soy yo? Más bien lo único que yo hago es: “Señor, ¿cómo es lo que Tú tienes para hoy?, ¿qué debo hacer yo hoy en este tiempo en que vivimos?, ¿qué debo yo predicar a la gente en este tiempo?, ¿cómo debo yo enseñarles Tu Mensaje en estos días finales?”.

Cuando Él me mostró, me señaló que era la revelación apocalíptica, ustedes podrán ver que alrededor de la revelación apocalíptica, de ese libro, es que yo les hablo a ustedes; aunque recorro toda la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, pero cuando llego al Apocalipsis, digo: “Llegué al libro y al lugar en donde debo estar colocado”.

Así que Dios tiene un Programa; y eso es lo que Dios hace: darle a conocer a Su pueblo el Programa que Él tiene para cada edad y para cada dispensación.

Cuando hay un cambio de edad, aparece enseguida el mensajero de esa edad; y ya están ahí también la gente de esa edad, para recibir ese Mensaje a través de ese mensajero; y están recibiendo la revelación de Jesucristo, la revelación divina para ser fundamentados, para colocar Su casa sobre esa Roca.

Y las puertas del infierno en ninguna edad han podido prevalecer en contra de esas personas prudentes, que han edificado su casa, que han edificado su fe, que han edificado su esperanza en el Mensaje de la hora que ellos han vivido; porque ha sido la revelación de Jesucristo para ellos.

Y en nuestro tiempo tenemos la revelación de Jesucristo en toda su plenitud, para los gentiles y también para los hebreos.

Para eso es que el Señor Jesucristo levantará bandera en este tiempo final; por eso la bandera tendrá un símbolo doble, es un símbolo compuesto por dos pirámides, por dos piedras angulares.

Así que no ha de haber en este tiempo el peligro o riesgo de que los hijos de Dios vayan a ser engañados, porque estaremos escuchando, estaremos recibiendo la revelación de Jesucristo; y lo que toda persona, lo que toda simiente de Dios necesita escuchar para enseguida poner su casa, para establecerse sobre la Roca, lo que necesita es oír la revelación divina.

Y enseguida, cuando la escucha, esa revelación divina comienza a entrar dentro de la persona y comienza a abrírsele el entendimiento, comienza a sentir dentro de su corazón el impacto divino de la Palabra de Dios.

Y por cuanto Dios todas las cosas las hizo por Su Palabra, por el Verbo, también Su llamado lo hará por Su Palabra. Y cuando Él llama, Él llama al corazón; pero la fe viene por el oír. Y cuando llega esa Palabra, la Voz del Señor, estremece nuestro corazón, y decimos: “¡Eso era lo que yo estaba esperando! ¡Yo estaba esperando la revelación divina! ¡Yo estaba esperando entender todas estas cosas! Y al escuchar ese Mensaje estoy entendiendo lo que por muchos años no había entendido y deseaba entender”.

Y entonces dice: “¡Y tan fácil, tan sencillo que es todo esto, y yo no lo entendía!”. ¡Pero cómo lo iba a entender si no le había llegado todavía la revelación divina! Estábamos como le dijo el Señor a Sus discípulos: “Sin entendimiento”, pero cuando Él les abrió el entendimiento a los discípulos, entonces entendieron las Escrituras.

Las Escrituras no se pueden entender a menos que Él le abra el entendimiento a las personas. No importa lo sencilla que se vea la Escritura, no puede ser entendida cabalmente en todo el sentido que Dios le da hasta que Dios le abre el sentido, el entendimiento a las personas.

¿Y cómo el Señor les abrió el entendimiento a la gente? Eso es muy importante. El Señor Jesucristo les abrió el entendimiento hablándoles de esas mismas Escrituras.

Cuando les explicaba esas Escrituras, entonces entendían; porque Él era el que tenía la revelación divina de esas Escrituras; Él era el que podía citarlas y explicarlas en la forma correcta; y entonces se le iba abriendo el entendimiento a la gente, a los discípulos, a medida que las iban escuchando de labios del Señor Jesucristo.

Y así será en este tiempo final. A medida que la revelación de Jesucristo, la revelación apocalíptica, vaya viniendo para nosotros, iremos entendiendo la Escritura; iremos entendiendo todo lo que corresponde a este tiempo e iremos siendo edificados en esa revelación apocalíptica; y estaremos bien firmes porque hemos de profundizar completamente en esa Roca, en esa revelación de Jesucristo, para que, aunque venga el enemigo como un río, aunque venga el enemigo trayéndonos una apretura final, no caigamos en las manos del enemigo, sino que permanezcamos en la revelación de Jesucristo; y así podamos ser señalados por Jesucristo como personas prudentes en este tiempo final.

Y sabiendo que el futuro, la eternidad, la vida eterna, depende de todas estas cosas, tenemos que ser en realidad bien pero que bien prudentes, sabiendo en dónde y sobre qué edificamos la casa, sobre qué edificamos nuestra fe; porque no podemos edificarla sobre cosas imaginarias, no podemos edificarla sobre alguna secta religiosa o alguna religión, sino sobre la revelación de Jesucristo, sobre esa Roca inconmovible; y así entonces somos como el hombre prudente.

“EL HOMBRE PRUDENTE”.

El Señor exaltó en grande manera a las personas que oían Sus Palabras, las Palabras de Jesús, y las ponían por obra; los comparó con el hombre prudente.

Y todos ustedes que oyen la Palabra del Señor Jesucristo, la revelación de Jesucristo, son comparados con el hombre prudente. Ahí incluimos a las damas y a los caballeros también, porque son personas prudentes; saben que los Cielos y la Tierra pasarán, pero que la Palabra del Señor Jesucristo permanece para siempre; y Él dijo: “Y el que oye mi Palabra tiene vida eterna”12.

Así que la eternidad, la vida eterna con el Señor Jesucristo, podemos ver que depende del fundamento que tengamos; pero tenemos el fundamento inconmovible de la revelación de Jesucristo. Eso nos asegura la eternidad, eso nos asegura que nuestro nombre está escrito en el Libro de la Vida.

Y estamos seguros, estamos confiados en Su Palabra. Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen. Y al extraño, al extraño no seguirán, porque no conocen la voz de los extraños”13. Solamente conocen una Voz, solamente conocen una revelación: la del Buen Pastor, la de Jesucristo. Y Él dice: “Y yo, yo las llamo por su nombre; y ellas oyen mi voz, y me siguen”.

Así que estemos tranquilos, estemos felices; gocémonos, alegrémonos, porque es venida una grande bendición para todos los que están escritos en el Libro de la Vida. Y recuerde que Él dice de usted, y dice de todos nosotros, que somos como el hombre prudente. ¿Por qué? Porque oímos la Palabra del Señor Jesucristo y hacemos las cosas que están ahí escritas.

Por eso dice Apocalipsis, capítulo 1, verso 3: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de la profecía de este libro, y guardan las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca”.

El tiempo está cerca, el tiempo para la resurrección está cerca, el tiempo para la transformación está cerca, el tiempo para ser trasladados está cerca, el tiempo para todas las grandes bendiciones divinas está cerca, el tiempo para entrar a la eternidad está cerca.

Y será para todos ustedes y para mí también, porque somos como el hombre prudente; también (dice la Biblia) como las vírgenes prudentes. Para los insensatos no hay ninguna promesa de bendición. Para los insensatos aquí —los que oyeron y no hicieron— dice que vino el enemigo como un río y los destruyó, fue grande la ruina. Y para las vírgenes fatuas, dice que vino el crujir de dientes – lloro y crujir de dientes. Pero para las prudentes vino el Esposo, y después de ser recibido o ellas ser recibidas, se cerró la puerta.

Bueno, hablaremos de eso en otra ocasión. En esta ocasión ya podemos ver lo que significa ser como el hombre prudente, lo que significa edificar la casa sobre la Roca luego de haber cavado y haber ahondado. Porque no es solamente decir: “Yo creo y recibo la revelación apocalíptica, la revelación de Jesucristo”, es meterse profundamente en la revelación de Jesucristo; y así entonces usted es como el hombre prudente.

Bueno, todo el mundo quiere ser como el hombre prudente, y eso está bueno; nadie quiere ser como el insensato. Pero ya vean ustedes lo sencillo que es ser como el hombre prudente: es haciendo en la forma prudente para este tiempo.

Así que me alegro mucho de estar entre personas prudentes como ustedes, entre personas que saben dónde en este tiempo final tiene que ser edificada su fe, su casa: es sobre la roca de la revelación de Jesucristo, la revelación que Dios le dio, la revelación apocalíptica.

La revelación de Jesucristo en el tiempo final es la revelación apocalíptica; y ahí estamos edificados, nuestra fe está edificada ahí, en la revelación apocalíptica de Jesucristo, para conocer la Obra de Jesucristo en este tiempo final.

Dios les bendiga, Dios les guarde. Muchas gracias por vuestra amable atención, y que pasen todos muy buenas noches. Y será hasta mañana, Dios mediante, en la mañana, y luego también en la noche; así que lo otro lo dejaremos para continuar mañana. Yo creo que Dios nos está dando un ambiente muy pero que muy maravilloso, y lo estamos aprovechando.

Y yo espero que de aquí al domingo en la noche, cuando hayamos terminado el domingo en la noche, Dios nos haya dado un sinnúmero de cosas, nos haya dado a conocer un sinnúmero de cosas maravillosas. Ya comenzó a darnos un sinnúmero de cosas muy importantes; y yo creo que Él continuará dándonos a conocer un sinnúmero de cosas a través del Mensaje, de la revelación divina para este tiempo; y yo creo que van a ser las mejores Navidades para nosotros.

Creo que el mejor regalo de Reyes para nosotros es la Palabra, la revelación del Señor para nosotros en estos días. Así que vamos a estar esperando el regalo de Reyes que nos tenga el Señor en estos días, para así disfrutarlo en grande manera.

Bueno ya me despedí, y parece que casi casi estoy comenzando el mensaje de mañana, así que vamos a cortar y dejarlo para mañana.

Dios les bendiga, Dios les guarde, que pasen todos muy buenas noches y muchas gracias por vuestra amable atención.

“EL HOMBRE PRUDENTE”.

[Revisión mayo 2020]

1 Versión Reina Valera 1909

2 San Mateo 16:13-16, San Marcos 8:27-30

3 San Mateo 16:17-19

4 Isaías 59:19

5 Apocalipsis 1:3

6 Apocalipsis 5:5

7 Apocalipsis 19:10, 22:8-9

8 San Mateo 17:1-9, San Marcos 9:2-9, San Lucas 9:28-36

9 2 Corintios 12:2-4

10 Hebreos 9:1-5

11 SPN57-0925 “Preguntas y respuestas sobre Hebreos #1”, pág. 191, párrs. 61-67; SPN61-0730M “Las instrucciones de Gabriel a Daniel”, pág. 33, párrs. 153-157

12 San Juan 5:24

13 San Juan 10:1-5

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