Palabras de saludo (Feliz Año Nuevo)

Muy buenas noches para todos. ¡Que tengan todos un feliz y próspero año 1985!

Es para mí un privilegio grande estar nuevamente entre ustedes para disfrutar las grandes bendiciones de parte de Dios. En este año que estamos comenzando esperamos grandes bendiciones de parte de Dios, conforme a las promesas divinas que están señaladas para el tiempo final.

Hoy (o sea, el día primero) comenzó un nuevo año; y este año 85, como nos ha estado diciendo nuestro hermano Bermúdez, es un año que puede traernos grandes bendiciones, grandes cosas que estamos nosotros esperando conforme a las promesas que Dios ha hecho; y en alguno de los años tiene que cumplirse. Y como nos dice nuestro hermano Bermúdez: en este año 85 nuevamente se repite el ciclo que vimos en el 74 y que vimos en el 63, en donde acontecieron grandes cosas. Son ciclos muy pero que muy importantes, ciclos de 11 años.

Así que estamos en un ciclo de 11 años, el cual se está repitiendo, y ya en el 63 ocurrieron grandes cosas, en el 74 también; y esperamos que también en este ocurran grandes cosas de parte de Dios.

Estamos entonces a la expectativa de grandes cosas que Él ha prometido; ¡y ojalá que sea la resurrección y la transformación!, para así ya salir de las luchas, de los problemas y de los sufrimientos de esta Tierra y entrar a la eternidad, para nunca más enfermarnos, nunca más ponernos viejos, nunca más ver muerte y nunca más llorar, porque Dios enjugará toda lágrima de nuestros ojos.

Estamos viviendo un tiempo muy importante. Con esto no les quiero decir que será en este año, pero yo lo estoy esperando: cada vez que comienza un año, en ese año yo estoy esperando el cumplimiento de lo que Dios prometió; y Dios lo va a cumplir a las personas que lo estén esperando en el tiempo en que Dios lo haga. Así que hay que estarlo esperando en el año en que uno vive, o sea, tiene que uno estarlo esperando para el presente.

Nosotros no podemos ver en la forma que Dios ve las cosas. Usted y yo pues tenemos que vivir aquí en la Tierra, caminar hacia adelante, esperar el cumplimiento de las cosas que Dios ha prometido, y por fe caminar esperando lo que Él ha prometido; algunas veces sin saber cuándo será el día, cuándo será la semana, cuándo será el mes y cuándo será el año.

Pero Dios sabe cuándo va a ser; porque Él tiene todo bien ordenado, bien organizado, y Él tiene todo preparado en ciclos en los cuales se cumple cada cosa en su debido tiempo. Pero no nos preocupemos: todo lo que Dios va a hacer, lo hará como Él ha prometido; y no lo hará sin que antes revele Sus secretos como Él ha prometido.

Así que no tenemos por qué preocuparnos, porque Él nos va a dar a conocer lo que Él ha de hacer. Y cuando lo esté haciendo, Él va a declararnos, a revelarnos, lo que Él estará haciendo; porque todo estará en “la revelación de Jesucristo que Dios le dio, para manifestar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto, y las declaró enviándolas por Su Ángel”.

Y así como a Juan le envió —Jesucristo— Su Ángel Mensajero, para que Él le mostrase en visiones y le mostrase en símbolos las cosas que habrían de acontecer: Él le enviará a Su pueblo en este tiempo final a Su mensajero, para que le muestre, le dé a conocer, esa revelación de Jesucristo de las cosas que Él prometió que acontecerían.

Así que ahí Él nos muestra la forma en que nosotros hemos de conocer todas las cosas, todas las cosas que deben acontecer; y no dice que será de otra forma. Por lo tanto, tenemos entonces la clave divina de cómo conoceremos las cosas que estarán aconteciendo aquí en la Tierra. Y por eso nos dice: “Yo Jesús he enviado Mi Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias”.

O sea, que el Mensaje, el testimonio que traerá este mensajero, será para dar a conocer todas estas cosas que el pueblo debe conocer y que Jesucristo quiere darle a conocer; por eso él no vendrá con una revelación personal de él, sino con la revelación Personal de Jesucristo enviada a las Iglesias a través de Su Ángel Mensajero.

Es que siempre el Señor Jesucristo ha estado haciendo lo que Dios hizo en el Antiguo Testamento: Dios en el Antiguo Testamento, para revelarle al pueblo Su Palabra, para revelarle al pueblo las cosas que acontecerían, las reveló a través de Sus mensajeros, uno para cada tiempo.

Y Jesucristo, a través de todo el Nuevo Testamento, a través de la segunda dispensación, lo que Él ha estado usando para revelarle a Su pueblo, a Su Iglesia, las cosas que deben acontecer en cada etapa; lo que Dios, lo que Jesucristo ha utilizado; son mensajeros también; porque como el Padre hizo en el Antiguo Testamento: hizo Jesús en el Nuevo Testamento.

Es que Dios obra en una forma tan perfecta que cualquier persona que quiera obrar en una forma perfecta, lo único que tiene que hacer es aprender de Dios.

Muchas veces nosotros cometemos muchos errores cuando hacemos las cosas, porque no somos bien ordenados para hacer las cosas; y las hacemos sin saber si van a funcionar o no van a funcionar. Pero Dios cuando hace algo, lo hace sabiendo que va a funcionar conforme a como Él ha determinado; o sea, que Dios no comete ¿qué?, Dios no comete errores; y tampoco hay coincidencias en las cosas de Dios: Dios tiene todo programado para Él expresar, manifestar, Sus atributos.

Algunas veces hay personas que piensan que Dios cometió un error; pero en ningún momento Dios ha cometido errores, sino que a través de la historia del desarrollo del Programa Divino hay muchas cosas que han acontecido y que no han sido entendidas por la mente humana, por causa del conocimiento corto, limitado, que tiene la mente humana; pero conforme a la mentalidad divina nosotros sabemos que todas las cosas obran a bien, esa es la forma de Dios pensar.

Por lo tanto, todas las cosas que han acontecido han obrado para bien para que esos atributos, esos pensamientos que han estado en la mente de Dios desde la eternidad, fueran expresándose, saliendo de la Mente de Dios, para materializarse, hacerse realidad, y ser de beneficio para todos los hijos de Dios.

Así que podemos decir como dijo Jesús: “No se ha perdido nada, sino el hijo de perdición”; fue lo único que dijo Jesús que se perdió. Así que no hay ningún problema, sino que todo ha sido, en el Programa Divino, algo que ha estado moviéndose para llevarse a cabo un Programa hermoso que ha estado diseñado en la mente de Dios desde antes de la fundación del mundo.

Por esa causa usted no podía decir: “Yo quiero nacer en el tiempo de Moisés”, o “yo quiero nacer en el tiempo del profeta Elías”, o “yo quiero nacer en el tiempo del profeta Isaías”; tampoco podía decir: “Yo quiero nacer allá en medio del pueblo egipcio, y ser un egipcio”.

¿Verdad que usted no pudo decir nada de eso? Ustedes que viven aquí y que pertenecen a Venezuela, son venezolanos no por elección de ustedes, sino por elección divina; y como la elección divina para ustedes fue esa, con algún propósito grande Dios eligió que ustedes fueran ciudadanos venezolanos; y hay que estar contento y orgulloso de la elección divina.

Y más: Sabiendo que el Señor Jesucristo dijo que la Venida del Hijo del Hombre sería como el relámpago que sale del oriente y se muestra en el occidente: vivir en el occidente, vivir en la tierra de América, la cual está compuesta por Norteamérica, Centroamérica, Suramérica y todo el Caribe, es un privilegio; es realmente estar elegidos para vivir en el lugar, en el continente en donde el Señor Jesucristo dijo que el relámpago resplandecería.

Por lo tanto, hemos sido elegidos para vivir en el continente en donde Dios llevará a cabo Su Obra final, donde Él llevará a cabo el cumplimiento de las promesas finales.

Y para que veamos esas grandes promesas divinas, Él nos ha predestinado para que fuésemos americanos, para que fuésemos del continente americano; porque no solamente son americanos los que viven allá en los Estados Unidos de América, sino que también los que viven en Centroamérica, aunque hablen español, son americanos; y también los que viven en Suramérica también son americanos. ¿Por qué? Porque pertenecen al continente occidental, al continente de América o americano. Por eso decimos: Norteamérica, pero también decimos Centroamérica y decimos también Suramérica.

Y Puerto Rico, pues ya ustedes saben que Puerto Rico, todos los ciudadanos de Puerto Rico son ciudadanos americanos también; así que no tenemos problema nosotros, sino que estamos también en el mismo continente del occidente, en el continente de las promesas más grandes de todos los tiempos; promesas paralelas a las promesas del tiempo de Jesús de Nazaret, a las promesas de dos mil años atrás, que correspondían al oriente.

Pero estamos viviendo nosotros en el sitio en donde el relámpago, la Venida del Hijo del Hombre, resplandecerá. Si resplandece…, ustedes han visto el relámpago cuando resplandece, que todo lo deja ¿cómo? Clarito. Y mientras más oscura está la noche, más claro queda el cielo y más clara queda la noche.

Sabemos que también el Señor Jesucristo dijo que la Venida del Hijo del Hombre sería ¿cómo? Como ladrón en la noche. Y que sería también a medianoche: “A medianoche se oyó un clamor: ¡He aquí el Esposo viene!”[1]. ¿Qué Esposo? El Esposo de la Iglesia, el Hijo del Hombre. “A medianoche”: y sería en un tiempo de oscuridad densa, de tinieblas densas, como dice el profeta Isaías: “He aquí que tinieblas cubrirán la Tierra”[2].

Pero también el Señor Jesucristo dice que como relámpago será la Venida del Hijo del Hombre: resplandeciendo en el occidente. Por eso Isaías dice: “Levántate, resplandece; porque ha venido, ha llegado, tu Luz”.

La Luz del relámpago. ¿A dónde dice que vendrá? ¿Dónde resplandecerá? En el occidente. Ahí no hay forma de decir que será en la China, en el Japón o en la India, o en algún otro lugar, sino en el occidente, en la tierra de América.

Es que en el tiempo final, la última edad de las edades de la Iglesia gentil estaría llevándose a cabo también en la tierra del occidente; y ahí se entrelaza la séptima edad de la Iglesia gentil con la Edad Eterna, la Edad del Hijo del Hombre; la Edad del Hijo del Hombre, que vendrá como el relámpago resplandeciendo para iluminar la mente y el entendimiento de los seres humanos, para que puedan comprender el Programa Divino.

No sea que les pase a la gente como le pasó al pueblo hebreo: que vino el Hijo del Hombre en el oriente y resplandeció allí, alumbró, pero la gente no quería despertar a la realidad de aquel nuevo día o nuevo año, el cual estaba comenzando en medio del pueblo hebreo.

Por eso el Señor Jesucristo, sabiendo que Él era la persona en la cual se estaban cumpliendo aquellas promesas divinas, y que Él era el único que podía iluminar la mente y el entendimiento de la gente para comprender las cosas de Dios para aquel tiempo, Él dijo: “Yo soy la Luz del mundo”[3].

Él, siendo la Luz, podía alumbrar el entendimiento para conocer el Programa de Dios para aquellos días.

Por eso es que Él, siendo el Hijo del Hombre, siendo el relámpago que salió del oriente…, porque allí fue rechazado; salió del oriente porque no quisieron ver Su Luz. Él, mientras estuvo allí manifestándose en el oriente, en la tierra de Israel, Él estuvo dando Luz; alumbrando, dando Luz, y alumbrando el entendimiento de la gente con Su Mensaje, con las cosas que Él hablaba acerca del Programa de Dios.

Cuando Él les hablaba acerca de las promesas divinas para aquel tiempo, y que en Él se estaban cumpliendo, Él estaba dando Luz espiritual para que la gente pudieran entender el Programa de Dios.

Por eso dice la Biblia: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Y aquel Verbo se hizo carne”. Y también dice que Él era “la Luz de los hombres”[4].

Porque el hombre en esta Tierra no solamente ve con los ojos literales, sino también el ser humano tiene que tener una visión clara y completa desde su interior para comprender el porqué de su existencia aquí en la Tierra.

Porque nosotros aquí en la Tierra no hemos venido para vivir como los animales, que no pueden comprender, que no pueden entender, el por qué están viviendo aquí en la Tierra.

Los animales están hechos en una forma en la cual ellos no pueden comprender estas cosas; pero Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza, para que así el hombre pueda entender a Su Creador; por eso Dios hizo al hombre, alma, espíritu y cuerpo; el hombre es más grande y más importante de lo que el mismo hombre ha pensado.

Hay ocasiones en que los científicos y los diferentes gobiernos de las diferentes naciones se preocupan por lo que le llaman los platillos voladores y sus tripulantes; porque piensan que en algún momento ha de venir una invasión de otro planeta, de otro mundo; y hablan mucho acerca de los extraterrestres. Y no han comprendido que el ser humano es un extraterrestre, que lo único que tiene de aquí de la Tierra es el cuerpo terrenal, pero que él ha venido de otro mundo, de otra dimensión.

Si comprendemos estas cosas, no solamente nos interesamos en saber las cosas terrenales, sino en saber las cosas que corresponden al mundo de donde hemos venido. ¿Para qué? Para poder regresar a nuestro hogar, a la casa de la cual hemos venido.

Cuando decimos como dijo Jesús: “Padre nuestro que estás en el Cielo”[5], estamos reconociendo que hemos venido del Cielo; y entonces podemos decir como dijo el Señor Jesucristo: “Nadie subió al Cielo, sino el que descendió del Cielo, el Hijo del Hombre que está en el Cielo”, dijo el Señor Jesucristo[6].

Y nosotros, aunque estamos aquí en la Tierra, dijo el Señor Jesucristo: “Los ángeles de estos pequeñitos ven el rostro de Mi Padre en el Cielo”. Algunos le dicen: “El ángel de la guarda”. El gran salmista y rey David le llamaba: “El Ángel de Jehová”. Y ese ángel es nada menos que un cuerpo que tenemos de otra dimensión, en el cual nosotros entramos cuando nosotros partimos de esta Tierra. Cuando todo hijo de Dios muere, él pasa a ese otro cuerpo para continuar viviendo; porque los hijos de Dios no tienen principio ni tienen fin. Los hijos de Dios son eternos, porque su Padre es eterno.

¿Y por qué morimos aquí en la Tierra? No morimos; los santos no mueren, sino que duermen; sus cuerpos duermen, descansan, allá en el polvo de la tierra. Pero el Señor Jesucristo dijo: “El que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá”[7]. ¿Por qué? Porque son eternos. Los creyentes en el Señor, han venido de la eternidad para cumplir aquí en este planeta Tierra una etapa del Programa Divino; pero el Programa Divino tiene otras etapas a las cuales entramos cuando concluimos nuestro tiempo aquí en la Tierra.

Y a algunos se les ha acabado el tiempo aquí en la Tierra, y han tenido que dormir o abandonar el cuerpo terrenal; pero si a usted y a mí no se nos acaba el tiempo que Dios nos ha dado para vivir aquí en la Tierra, y llega el momento de la resurrección: obligatoriamente seremos transformados, porque nuestro tiempo no se ha terminado aquí en la Tierra.

¿Y cuándo será eso? Usted y yo no sabemos, pero Dios sí que lo sabe.

Y vamos a tener muchas sorpresas en el momento en que eso ocurra, porque tenemos la promesa de que habrá un grupo que va a ser transformado; y muchos de los que estamos aquí (y no solamente muchos, sino la mayoría) vamos a tener la sorpresa, en ese momento, de ver que habíamos sido escogidos no para resucitar, sino para ser transformados estando vivos.

Algún día eso ocurrirá. Ya en el pasado ocurrió: los santos del Antiguo Testamento que estaban en el Paraíso, cuando murió el Señor Jesucristo…

Él pues pasó por el infierno para predicar, para dictar algunas conferencias que tenía que dictarles a unas personas que no podían ser salvos, a unas personas que no podían arrepentirse, pero que Él tenía que pasar por allí; tenía que pasar por allí porque Él había tomado y había llevado el pecado nuestro sobre Sí mismo; y entonces tenía que ir al infierno por el pecado del pueblo, por el pecado de la gente del pasado y de la gente del presente.

Por lo tanto, Él tuvo que llegar al infierno, que es la quinta dimensión; pero allí, allí Él seguía siendo el Señor Jesucristo. Su cuerpo fue dejado en la tumba, pero Él en Espíritu pasó al infierno; y allí, dice la Biblia que predicó a las almas encarceladas que fueron rebeldes, desobedientes, en el tiempo de Noé[8].

Ahora, vean ustedes, Jesús siguió siendo ¿qué? Un predicador. La Biblia dice que Jesús luego tenía las llaves del infierno y de la muerte. ¿Dónde las consiguió? ¿Cómo las logró obtener? Él cuando bajó al infierno, allí Él peleó una buena batalla, y tomó las llaves para poder salir del infierno y de la muerte. Porque ¿cómo iba a salir si no tenía las llaves?

Y pasó al Paraíso, y allí habló, predicó, fue recibido. Allí estaba Su precursor Juan el Bautista preparando a la gente que estaban en el Paraíso; porque siendo precursor en la Tierra, cuando pasó al Paraíso, también seguía siendo el precursor del Señor Jesucristo, el cual era esperado por los santos del Antiguo Testamento que estaban en el Paraíso.

Y allí Juan el Bautista era el predicador número uno, porque era el que tenía el Mensaje que precedía y preparaba al pueblo para la Venida del Señor al Paraíso.

Y cuando llegó el momento, Juan el Bautista dice: “He aquí el Cordero de Dios que ha quitado el pecado del mundo”[9], porque ya había derramado la Sangre en la Cruz del Calvario; ya entonces podía decirles: “Ya Él nos va a decir cuándo vamos a salir del Paraíso”. Porque así como dijo el Señor Jesucristo para este tiempo final, también era para aquel tiempo: porque todos los muertos escucharían la Voz del Hijo del Hombre y resucitarían, se levantarían[10]; y allí en el Paraíso estaba el Hijo del Hombre para hablarles a ellos.

Y dice que el domingo de resurrección el Señor Jesucristo se levantó de entre los muertos[11], y con Él muchos de los santos que habían dormido en el pasado, o sea, los escogidos del Antiguo Testamento; y dice que le aparecieron a muchos en la ciudad de Jerusalén[12].

Ahora, vean ustedes, la resurrección de los del Antiguo Testamento, los elegidos, los escogidos, la Novia del Antiguo Testamento, ya ocurrió dos mil años atrás, aproximadamente; y lo que falta en este tiempo final es la resurrección de los elegidos, de los escogidos de la Novia, de la Iglesia del Nuevo Testamento, los cuales están en el Paraíso esperando la Voz del Hijo del Hombre para resucitar; están esperando la Gran Voz de Trompeta, están esperando la Trompeta Final, para resucitar y estar con nosotros en este tiempo final.

Allá los santos del Antiguo Testamento le aparecieron a muchos, y en este tiempo los santos del Nuevo Testamento aparecerán a muchos de este tiempo.

Ellos están esperando oír una Voz: la Voz del Hijo del Hombre, el Mensaje del Hijo del Hombre, el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, porque dice el apóstol San Pablo: “Porque en un abrir de ojos, a la Final Trompeta; porque será tocada la Trompeta de Dios, y (¿qué pasará?) los muertos en Cristo resucitarán primero (¿y qué pasará luego?), y luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos transformados”[13]. Ellos resucitan y luego nosotros seremos transformados, cuando nos aparezcan en este tiempo final.

Miren todas las promesas que hay para todos nosotros en este tiempo final.

Ahora, usted y yo tenemos que oír también la Gran Voz de Trompeta, la Trompeta Final, para poder ser transformados. Si ellos tienen que escuchar la Trompeta Final para ser resucitados, usted y yo tenemos que escuchar la Gran Voz de Trompeta para ser reunidos y luego ser transformados.

Por eso el Señor Jesucristo dijo que el Hijo del Hombre enviaría a Sus Ángeles con Gran Voz (¿de qué?) de Trompeta. ¿Para qué? Para juntar, para reunir a todos los elegidos. Eso es lo que está prometido: serán juntados con la Gran Voz de Trompeta todos los elegidos, para ser preparados para recibir la fe para ser transformados; porque sin fe no se puede obtener nada de parte de Dios; porque sin fe es imposible agradar a Dios[14]. Y será imposible ser transformados si no estamos agradando a Dios.

Por lo tanto, estemos apercibidos en este tiempo, porque la Gran Voz de Trompeta, que será el Mensaje del Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, que Él enviará en este tiempo con la revelación de Jesucristo, para darle a conocer al pueblo todas estas cosas que deben acontecer, y para darle testimonio de estas cosas a todas las iglesias; con ese Mensaje, con ese testimonio, la Gran Voz de Trompeta estará sonando.

Porque esa es la Gran Voz de Trompeta: es el Mensaje del Señor Jesucristo que retumbará en nuestros oídos y en nuestros corazones, para prepararnos para la gran transformación de nuestros cuerpos terrenales; para obtener un cuerpo eterno, un cuerpo que no se envejecerá, que no se morirá y que no derramará más lágrimas en esta Tierra.

Será algo maravilloso lo que estará aconteciendo en este tiempo final. Y se cumplirá la Palabra que dice: “Y como trajimos la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial”[15]: del Señor Jesucristo; porque el Plan, el Programa de Dios, es que seamos a imagen y semejanza del Señor Jesucristo. Eso es lo que Dios tiene para usted y para mí.

Cuando Él ascendió a los Cielos, no le vieron más la gente; pero todavía está vivo. Y así seremos nosotros en cuanto al cuerpo; porque en cuanto al espíritu y al alma nosotros somos eternos; por eso es que cuando terminamos aquí en la Tierra seguimos hacia el Paraíso para seguir viviendo. Pero regresan del Paraíso hacia acá, en la resurrección, los que estén allá, para continuar viviendo ya en un cuerpo eterno.

Y no podemos nosotros los que estemos vivos irnos para el Paraíso cuando ocurra la resurrección, no porque no sea bueno, sino porque si los que están allá han de venir acá, porque acá es que ellos desean estar, ¿cómo vamos a querer nosotros irnos allá cuando ellos salen de allá?

¿Qué será lo que ellos saben para querer estar acá? ¿Qué será…? ¿Cuál será el motivo por el cual ellos quieren estar acá? Es porque acá en esta Tierra es donde se materializan los pensamientos divinos; y ellos quieren estar en el lugar en donde Dios esté materializando, realizando, todo lo que Él ha pensado llevar a cabo.

Y las cosas que Dios ha pensado llevar a cabo en este tiempo final, las llevará a cabo aquí en la Tierra; y entonces ¿quién no querrá estar aquí? Si hasta los santos que están en el Paraíso, en un lugar tan bueno como ese, quieren estar aquí, ¡cuánto más nosotros!

Para eso, para que entendamos estas cosas, Él en la Trompeta Final, en la Gran Voz de Trompeta, nos dará a conocer estas cosas; y entonces veremos que era más sencillo de lo que usted y yo nos imaginábamos.

Y veremos cómo el trigo (que son los hijos del Reino, los hijos de Dios), veremos cómo ha de ser cosechado el trigo; cómo con Gran Voz de Trompeta serán recogidos todos los elegidos en lo que fue simbolizado con la cosecha del fin del siglo.

Todo eso, que en forma simbólica fue mostrada por el Señor Jesucristo, será la materialización o realización del Programa Divino para este tiempo final.

Para ser cosechado todo hijo de Dios como trigo, como hijo del Reino, no tiene para esperar… no tiene (para ser cosechado como trigo, como hijo del Reino de Dios)…, no tiene otra cosa sino lo que dijo el Señor Jesucristo: que Él enviará Sus Ángeles (¿para qué?) para la gran cosecha.

Sus Ángeles son el ministerio de Moisés y Elías, el ministerio de las Dos Olivas, el ministerio de los Dos Candeleros: el ministerio profético prometido para este tiempo final; y será la manifestación profética final del Programa de Dios.

Por eso aparece en Apocalipsis ese ministerio profético manifestándose en un hombre llamado el Ángel del Señor Jesucristo. Porque un ángel es un mensajero; y si es un Ángel del Señor Jesucristo: es un mensajero del Señor Jesucristo. Y lo que el Señor Jesucristo tiene aquí en la Tierra, para comunicarle Su revelación a la gente, son hombres, mensajeros, en cada edad o en cada etapa de Su Programa.

Y para todo el pueblo, ese tiempo que está señalado ahí será como un nuevo año; será como el comienzo de un nuevo año y será como el comienzo de un nuevo día en el Programa Divino.

En el día de hoy, de hoy martes, nosotros vimos salir la luz del sol, pero era la luz del sol del primer día del año 85. Vimos la primera luz del 85 en esta mañana. Y también el lunes en la tarde vimos el final, por última vez, la luz del año 1984. Son momentos muy importantes; y todo esto tipifica cosas grandes e importantes en el Programa de Dios.

Cuando el Señor Jesucristo estaba sobre la Tierra, y cuando estaba Juan el Bautista sobre la Tierra, cuando vieron a Juan el Bautista predicando, allí estaban viendo la Luz de Dios alumbrando el final de la primera dispensación; estaban viendo la Luz Divina alumbrando por última vez para la Dispensación de la Ley, para alumbrarles el entendimiento, para alumbrarles el corazón y darles a conocer que una nueva dispensación estaba comenzando con la Luz de un nuevo día, con la Luz de un nuevo año dispensacional, con la Luz de una nueva dispensación.

Y cuando apareció esa Luz en la escena, Juan dijo, o dice la Biblia acerca de Juan: “No era él la luz”. Juan no era la luz que alumbra al mundo, sino que vino para dar testimonio de la Luz. Cuando estaba dando testimonio de un hombre que vendría detrás de él, después de él, estaba dando testimonio de una Luz que vendría después de él; porque Juan era una antorcha que ardía y alumbraba en lugar oscuro; y mucha gente quisieron caminar en su luz, pero Jesús dijo: “Mas yo tengo mayor testimonio que Juan, tengo mayor luz que Juan”[16]. ¿Por qué? “Porque soy la Luz del mundo; y el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la Lumbre de la Vida”; la Luz para poder caminar en la vida eterna, para poder ver las cosas divinas como son.

Así que Jesús era la Luz del mundo, era la Luz de un nuevo día, de una nueva dispensación; pero no comprendieron esa Luz.

Y en este tiempo final la Luz de la segunda dispensación, siendo el mismo Señor Jesucristo alumbrando a través de cada mensajero, la Luz final de la Iglesia gentil, vino a ser la Luz manifestada en el séptimo mensajero; porque todo esto fue tipificado en el candelero o candelabro que estaba en el templo allá en Jerusalén, que tenía siete lámparas para alumbrar en el templo. Y para alumbrar en el Templo de Dios, en el Templo del Señor Jesucristo: siete lámparas, siete luces, Él ha tenido, que son siete mensajeros.

Cuando termina el séptimo mensajero, que es la séptima luz de la Iglesia gentil, para poder ver y entender las cosas que corresponden a esa etapa del Programa del Señor, luego de eso solamente quedan Dos Candeleros.

Así que en cada edad había un candelero, una luz; pero después de todo eso, dice Apocalipsis y dice también el profeta Zacarías que habrá la Luz de Dos Candeleros y de Dos Olivas. Y como la luz viene por el aceite que tienen las lámparas: si hay Dos Olivas, hay entonces Aceite en abundancia para la Luz que se necesita para ese tiempo.

Aun la Luz que fue reflejada o que alumbró en las edades o etapas de la Iglesia gentil vino a ser y vino a mostrar y a tipificar lo que tendríamos en este tiempo final con el doble ministerio de los Dos Candeleros y las Dos Olivas.

Si en el tiempo del apóstol San Pablo hubo mucha Luz para ver y entender lo que había acontecido en aquellos tiempos y quién era el Señor Jesucristo (y también a través de cada mensajero), en este tiempo habrá más Luz; será una Luz doble, porque habrá un doble ministerio, para que haya Luz para los gentiles y para los hebreos también.

Y acontecerá como aconteció en los días del Señor Jesucristo, cuando fue a Neftalí y Zabulón, que se cumplió la Palabra dicha por el profeta Isaías: “Neftalí y Zabulón, a la otra parte del Jordán, camino de los gentiles”. Ahí se cumplió una profecía tan y tan grande que hoy en día nosotros tenemos que estar conscientes que tendrá nuevamente un doble cumplimiento; porque siempre que esto ocurre: siempre, siempre se repite la profecía.

En este tiempo final se repetirá nuevamente en el occidente, en el camino de los gentiles esta profecía.

Dice [San Mateo 4:12 – RVR-1909]:

“Mas oyendo Jesús que Juan era preso, se volvió á Galilea;

Y dejando á Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y de Nephtalim:

Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta Isaías, que dijo:

La tierra de Zabulón, y la tierra de Nephtalim,

Camino de la mar, de la otra parte del Jordán,

Galilea de los Gentiles;

El pueblo asentado en tinieblas,

Vió gran luz;

Y á los sentados en región y sombra de muerte,

Luz les esclareció”.

Ahí podemos ver lo que aconteció en la tierra de Neftalí y de Zabulón: que la Luz apareció en medio de ellos en forma humana y comenzó a predicarles el Reino de Dios; y cuando eso estaba aconteciendo, se cumplió la profecía del profeta Isaías: que la tierra de Neftalí y de Zabulón verían una gran Luz. Y Luz les esclareció cuando Jesucristo llegó a esos lugares y les predicó; les trajo el Mensaje correspondiente para esos días.

Y el occidente, la tierra de América, tiene la promesa de la manifestación de la venida del relámpago que resplandecerá en el occidente.

¿Para qué? Para que Luz esclarezca e ilumine la mente y el corazón, el entendimiento, de los occidentales, para que puedan comprender en dónde estamos en el Programa Divino; para que podamos comprender lo que Dios está haciendo en este tiempo.

No sea que nos acontezca como aconteció en los días del Señor Jesucristo: Cuando Él comenzó a mostrarle al pueblo hebreo lo que estaba aconteciendo en aquellos días, y les dijo de la siguiente manera…, lo cual ellos no comprendieron; pero que debieron comprenderlo, porque era el cumplimiento de la promesa divina para aquellos días.

El Señor Jesucristo estaba llamado y obligado a dar a conocer las cosas programadas por Dios para aquellos días, y dar a conocer el cumplimiento de esas cosas a medida que iban cumpliéndose, y anunciar las que tendrían que cumplirse más adelante; ese era Su Mensaje.

Y en una ocasión el Señor Jesucristo comenzó a mostrarle al pueblo hebreo lo que estaba cumpliéndose en medio de ellos, para que ellos pudieran entender; estaba allí alumbrándoles con Su Luz. Pero cerraron sus ojos para no ver la Luz de Dios en aquel momento. Y miren lo que el Señor Jesucristo estaba diciéndoles a ellos; dice [San Lucas 4:16-30 – RVR-1909]:

“Y vino á Nazaret, donde había sido criado; y entró, conforme á su costumbre, el día del sábado en la sinagoga, y se levantó á leer.

Y fuéle dado el libro del profeta Isaías; y como abrió el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

El Espíritu del Señor es sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas á los pobres:

Me ha enviado para sanar á los quebrantados de corazón;

Para pregonar á los cautivos libertad,

Y á los ciegos vista; Para poner en libertad á los quebrantados:

Para predicar el año agradable del Señor.

Y rollando el libro, lo dió al ministro, y sentóse: y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.

Y comenzó á decirles (o sea, empezó a explicarles eso que había leído)…”.

Porque ¿cómo entenderemos…? Si alguien viene y nos lee la Escritura, nos lee una promesa divina para el día en que uno vive, ¿cómo la vamos a entender si no hay quién la explique, si no hay quién explique lo que eso significa?

El Señor sabía su significado, y comenzó a explicarle el significado de esa Escritura:

“Y comenzó á decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.

Y todos le daban testimonio, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es este el hijo de José?

Y les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate á ti mismo: de tantas cosas que hemos oído haber sido hechas en Capernaum, haz también aquí en tu tierra.

Y dijo: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su tierra.

Mas en verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fué cerrado por tres años y seis meses, que hubo una grande hambre en toda la tierra;

Pero á ninguna de ellas fué enviado Elías, sino á Sarepta de Sidón, á una mujer viuda.

Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fué limpio, sino Naamán el Siro.

Entonces todos en la sinagoga fueron llenos de ira, oyendo estas cosas;

Y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual la ciudad de ellos estaba edificada, para despeñarle.

Mas él, pasando por medio de ellos, se fué”.

Ahora, vean ustedes, ¿cuántos de ustedes hubieran deseado vivir en el tiempo del Señor Jesucristo?

¿Y qué hubiera hecho usted cuando el Señor Jesucristo leyó esa profecía del profeta Isaías y les dijo: “Hoy se ha cumplido en vuestros oídos esta Escritura”? ¿Y después, cuando comenzó a enseñar, a predicar, acerca del profeta Elías y acerca del profeta Eliseo, y acerca de aquellas cosas que acontecieron allá?

A esta gente que estaban allí sentados no les gustó el sermón; dice que se llenaron (¿de qué?) de ira, y se levantaron. O sea, se llenaron de ira y se levantaron, como decimos hoy en día: “A este predicador ¡no lo queremos oír! En vez de venir a hablarnos cosas bonitas, en vez de venir a hablarnos cosas que nos agraden a nosotros, ¡mire de lo que nos viene a hablar! Viene primero a hablar de una profecía que se va a cumplir, y luego dice que se cumplió en Él; y después, en vez de hacer milagros, como dicen que ha hecho en otros lugares, miren con lo que nos sale. Así que a este predicador no lo queremos nosotros aquí”.

Y lo iban a despeñar en un lugar para matarlo, porque pensaron y creyeron que ese no era el Mesías, creyeron que ese no era el Ungido; como Él decía, que era el Ungido; porque Él decía: “El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido el Señor”.

Es que a la gente no hay cómo entenderlas. Algunas veces dicen: “Pero ¿cómo vamos a entender si no hay quién nos explique?”; pero cuando alguien que sabe lo que significa esa Palabra, viene y la explica tal y como es, entonces algunos dicen: “No, pero es que eso que está explicando, todo lo explica a favor de él”.

Miren, es que el único que puede explicar bien las cosas ¡es aquel en el cual se están cumpliendo! ¿Qué sabe otra persona de eso que se está cumpliendo conforme a la promesa de Dios en esa persona?

El único que sabía bien lo que se estaba cumpliendo, conforme a la profecía de Isaías, era Aquel en el que se estaba cumpliendo: el Señor Jesucristo. Él era el único que podía decir: “Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos”, porque se estaba cumpliendo en Él.

Y ese es el que tiene que explicar lo que se está cumpliendo de parte de Dios en el tiempo en que Dios lo está haciendo; “porque no hará nada el Señor, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos los profetas”[17]. El Señor Jesucristo es – era un profeta. Él sabía lo que se estaba cumpliendo. Por eso, Él sabiéndolo, entonces lo comunicaba al pueblo.

¿Habrá cosas para este tiempo que tienen que cumplirse para beneficio de todo el pueblo? Claro que las hay. ¿Y quieren ustedes entenderlas? ¡Pues claro que quieren entenderlas; porque ¿quién no va a querer entender el Programa de Dios?! Pues todos queremos entender el Programa de Dios.

Todos sabemos que Dios estará haciendo grandes cosas en este tiempo; y todos queremos entender lo que Dios estará haciendo en este tiempo; y queremos ver el cumplimiento de todas esas cosas que Él estará haciendo en este tiempo.

Pero no se preocupen, porque Dios no las va a hacer sin que revele Sus secretos a Sus siervos los profetas.

Podemos estar tranquilos, porque toda cosa que Dios vaya a hacer la va a revelar; porque de otra forma no lo puede hacer, porque esa es Su propia ley; Él no le puede brincar por encima a lo que Él ha establecido.

Por eso todos nosotros, que queremos saber lo que Dios estará haciendo, tenemos entonces la promesa de que Él lo va a revelar. Y si va a hacer algo, entonces Él tendrá sobre la Tierra un ministerio profético. ¿Y cuál será? El de las Dos Olivas, el de los Dos Candeleros de oro, para alumbrarnos el entendimiento, la mente, el corazón; para que podamos entender lo que Dios estará haciendo en este tiempo; porque Dios es un Dios tan bueno y tan amoroso, que Él quiere que nosotros entendamos lo que Él estará haciendo.

No es difícil entender a Dios, es fácil; porque Él tiene ya un Programa, ya Él tiene la forma, para que nosotros lo entendamos.

Por eso, miren ustedes, ¿qué es la Biblia? La Biblia es lo que Dios ha revelado a Sus siervos los profetas; y ellos lo han revelado al pueblo; y aun no solamente lo hablaron, sino que también lo escribieron para que quedara grabado (en papel y tinta) lo que Dios reveló a Sus siervos los profetas del pasado.

Así que no se preocupe, que si Dios envía a alguno más: también va a ser hablado y va a ser escrito todo lo que sea revelado de parte de Dios.

Por eso es que dice en Apocalipsis, capítulo 1, verso 3: “Bienaventurado…”. ¿Bienaventurado quién? Vamos a leérselo directamente aquí:

“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y (los que) guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está cerca”.

La revelación apocalíptica, todo lo que el Señor Jesucristo promete llevar a cabo, será escrito y será oído; y serán bienaventurados los que oigan y los que lean las palabras de la profecía de este libro, que trae el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo. Eso es lo que está prometido para este tiempo.

No hay otra forma para poder comprender el Programa de Dios; y como no hay otra forma, estaremos esperando lo que Él ha prometido.

Y no se preocupe si de momento usted no entiende estas cosas, porque lo que no entiendes ahora, lo entenderás después; y lo entenderás a través del Mensaje, del testimonio, que traerá el mensajero del Señor Jesucristo. Él vendrá para mostrar… [CORTE DE ORIGEN]… en el pasado, y lo que Él hará en el futuro; pero sobre todo, lo que Él está y estará haciendo en este tiempo presente.

Por lo tanto, lo que el Señor estará haciendo en este año 1985 lo hemos de conocer; porque no hará nada sin que antes revele Su secreto. Hemos de conocer el secreto del Señor, hemos de conocer los pensamientos de Dios, porque los pensamientos de Dios son expresados, son revelados, a Sus profetas.

La forma de Dios pensar, algunas personas dicen: “Yo no sé cómo Dios piensa”; pero mire, Dios piensa en la forma que Él ha expresado en Su Palabra, esa es la forma en que Él piensa. Y lo que los profetas de Dios han traído y lo que traerán los que Dios envíe: lo que expresarán serán los pensamientos de Dios.

Y los pensamientos de Dios son más altos que nuestros pensamientos, así como está más alto el Cielo que la Tierra[18]; por eso algunas veces no podemos comprender algunas cosas de Dios, pero es por causa de la limitación de nuestros pensamientos. Pero usted y yo podemos saber que no importa que entendamos o no, estará correcto el pensamiento de Dios.

Él sabe por qué ha hecho las cosas en la forma que las ha hecho; y nosotros acá nos rompemos la cabeza pensando que Dios se ha equivocado en alguna ocasión, y es que no sabemos que Él tiene un Programa tan y tan grande, tan y tan amplio, que ha venido desarrollando desde miles de años de atrás hacia acá, lo cual nosotros no comprendíamos. Pero a medida que vamos escuchando, que vamos recibiendo la revelación de Jesucristo, nuestra mente se va llenando de la forma de pensar de Dios, y vamos entendiendo entonces el porqué de las cosas y el por qué vivimos nosotros aquí.

Algunas personas piensan —los que no conocen el Programa de Dios—, piensan que viven aquí en la Tierra porque su papá y su mamá le tuvieron aquí en la Tierra; pero no es así, es porque Dios lo trajo a usted a vivir aquí, y utilizó a su papá y a su mamá para traerlo aquí en este cuerpo terrenal.

Así que entendiendo que estamos aquí con un propósito divino, para que entremos en ese Programa Divino, el cual es un Programa que va hacia la perfección para vivir por toda la eternidad, entonces vamos entendiendo mejor a Dios; vamos entonces pensando en la forma en que Dios piensa, y vamos entonces acomodándonos al Programa de Dios.

Así que en este año 1985 vamos a tener de parte de Dios muchas cosas grandes y maravillosas, las cuales van a ser dadas a conocer, para que nuestro entendimiento sea más amplio en cuanto al conocimiento de las cosas de Dios, y para que así podamos recibir los grandes beneficios que Él tiene para los seres humanos en este año 1985.

El primer día del año lo hemos dedicado a oír la Palabra de Dios; ¡hemos comenzado bien!

Que Dios nos ayude para que no sea el único día del año, sino que en todas las ocasiones, todos los domingos podamos escuchar la Palabra de Dios, el Mensaje del Señor Jesucristo para este tiempo final, para así ser enseñados por Dios, como dice la Escritura: “Y todos serán enseñados de Dios”[19]; para conocer las cosas de Dios, para comprender que no somos simples seres vivientes aquí en la Tierra; que no somos lo que algunas personas han pensado: animales descendientes del mono; y otros dicen que del oso (algunos han pensado). Pero no, somos descendientes de Dios, porque dice la Escritura: “Y creó Dios al hombre a Su imagen y semejanza”.

Usted es algo más grande y más importante de lo que usted se imagina; por eso usted y yo necesitamos conocer la revelación de Jesucristo para conocer los pensamientos divinos, para conocer la Mente Divina y saber quiénes somos nosotros, qué hacemos aquí y en qué etapa del Programa Divino estamos viviendo, para entrar a esa etapa y recibir el beneficio de esa etapa.

Estamos aquí para buscar primeramente el Reino de Dios y Su Justicia, y para almacenar tesoros en el Cielo; para eso estamos aquí.

En este año 1985 estaremos aquí en la Tierra aprovechando ese año que Dios nos da. Dios nos da un nuevo año para darnos nuevas bendiciones y para enseñarnos Su Programa, para podernos bendecir más abundantemente.

Por lo tanto, yo les deseo a ustedes un feliz y próspero año 1985 en lo espiritual y en lo material también.

Dios les bendiga y Dios les guarde a todos; y muchas gracias por vuestra amable atención.

“PALABRAS DE SALUDO (Feliz Año Nuevo)”.

[Revisión marzo 2023 – PP-JR]

[1] San Mateo 25:6

[2] Isaías 60:1-2

[3] San Juan 8:12

[4] San Juan 1:1-14

[5] San Mateo 6:9

[6] San Juan 3:13

[7] San Juan 11:25

[8] 1 Pedro 3:18-20

[9] San Juan 1:29

[10] San Juan 5:25

[11] San Marcos 16:9

[12] San Mateo 27:51-53

[13] 1 Corintios 15:52

[14] Hebreos 11:6

[15] 1 Corintios 15:49

[16] San Juan 5:35-36

[17] Amós 3:7

[18] Isaías 55:9

[19] Isaías 54:13

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