Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio muy grande estar nuevamente con ustedes en esta ocasión.
Ya vamos… estamos de pasadita en Colombia, vamos para el Brasil, en donde están programadas las actividades de este mes de junio. Estaremos lo que falta del mes allá en Brasil, y allá también estaré para el cumpleaño, estaré cumpliendo año, allá en Brasil; y en esta ocasión fue programado para llevarse a cabo en Brasil. El próximo yo espero que sea en Puerto Rico, Dios mediante, y…, ese ha sido mi deseo desde hace muchos años: tener el próximo en Puerto Rico; así que así estaré pensando para el próximo cumpleaño.
En esta ocasión quiero leer una Escritura. Se encuentra en el Evangelio según San Mateo, capítulo 24, verso 31. Y dice así:
“Y enviará (¿quién? El Hijo del Hombre) sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, de un extremo del cielo hasta el otro”.
“Y juntará a Sus escogidos desde un extremo del cielo hasta el otro”, así dice la Escritura para este tiempo en que vivimos. Y eso será la salida de los escogidos cuando la Gran Voz de Trompeta llama y junta a los escogidos. Tienen que salir de algún lugar para ser reunidos; por lo tanto, esa es LA SALIDA.
Será una salida como la que se llevó a cabo en el tiempo de Moisés cuando sacó al pueblo hebreo de Egipto y los llevó hacia la tierra prometida. Fue la salida del pueblo hebreo, conforme a la promesa divina.
Dios le había dicho a Abraham Su profeta1: “Tu simiente será esclava, cautiva en tierra extraña, por cuatrocientos años; pero a los cuatrocientos años, en la cuarta generación, yo los libertaré, los sacaré con mano fuerte; y castigaré a la nación que los ha cautivado, que los ha esclavizado”.
Luego el pueblo hebreo llegó a Egipto cuando llegaron los hermanos de José buscando alimento, porque no había en Israel alimento; y luego José les preparó lugar allá en Egipto, en Gosén, y allí se quedaron viviendo Jacob con sus hijos; pero luego que murió José y murió también el faraón que amaba a José… Porque José, siendo profeta, y siendo el segundo en el reino, tenía autoridad para que el pueblo hebreo viviera bien; o sea, José hacía todo en favor de sus hermanos.
Y llegó el tiempo en que murió José. Y José sabiendo que el pueblo hebreo saldría de Egipto, conforme a la promesa divina dada a Abraham, José dijo: “Ustedes cuando salgan de Egipto hacia la tierra de Israel, ustedes no me dejen aquí; ustedes se llevan mis huesos de aquí hacia la tierra prometida”2. Porque José sabía que las grandes bendiciones de Dios para el pueblo hebreo solamente se pueden recibir en la tierra prometida; porque la tierra prometida es la que tiene todas las promesas de Dios, de bendición, para el pueblo de Dios.
Por eso Dios no puede bendecir al pueblo hebreo fuera de la tierra de Israel. Las bendiciones espirituales de Dios para el pueblo hebreo tienen que llegarle al pueblo hebreo a su tierra. O sea, ellos tienen que estar en su tierra para recibir lo que Dios le ha prometido al pueblo hebreo.
Ahora, José sabía estas cosas; por lo tanto, José sabía que la resurrección de los muertos se llevaría a cabo en la tierra de Israel. No la resurrección de los escogidos de entre los gentiles en este tiempo final, sino la resurrección del tiempo del Señor Jesucristo, del Mesías, cuando el Mesías muriera, “le quitaran la vida al Mesías, no por sí (sino por mano de otras personas)”3; y luego el Mesías tenía que resucitar, porque “no dejaría Su alma en el infierno, ni Su cuerpo vería corrupción”4, por lo tanto, antes de setenta y dos horas el Mesías tenía que resucitar.
Y José sabía que el Mesías resucitaría en la tierra de Israel, en Jerusalén; y él sabía que la resurrección de los santos del Antiguo Testamento, de los escogidos del Antiguo Testamento, de la Novia hebrea, se llevaría a cabo en Israel. Por lo tanto, él quería estar en la tierra de la promesa de la resurrección de los santos del Antiguo Testamento; y él tenía la oportunidad de ser llevado a la tierra de Israel en el tiempo de la salida, del éxodo; porque éxodo significa ‘salida’. El éxodo: la salida.
En el tiempo de Moisés se llevó a cabo la salida del pueblo hebreo de Egipto, en donde estaba esclavizado.
Ahora, vean ustedes todas las cosas que estaban prometidas para llevarse a cabo esa salida. Dios dijo: “Yo los libertaré con mano fuerte”; pero cuando se llegó el tiempo para esa liberación, Dios descendió sobre el monte Sinaí y llamó a Moisés.
Moisés llegó al monte Sinaí, pues estaba pastoreando las ovejas de su suegro, subió al monte para ver esta gran visión; y cuando llegó allí, Dios le dijo: “¡Moisés, Moisés, Moisés, quita las sandalias (los zapatos) de tus pies; porque el lugar que pisas, santo es! (porque Dios estaba allí)”5.
El lugar de por sí no es santo; pero donde Dios está, Dios santifica ese lugar. Era santo por causa del Santo de los santos que estaba allí.
Ahora, Moisés allí recibe la comisión de ir al pueblo hebreo para sacarlos de Egipto y llevarlos a la tierra prometida.
Dios le dice6: “Yo he oído el clamor de mi pueblo Israel, y he descendido para libertar a mi pueblo Israel; por tanto, Yo te envío a ti: Vé, saca a mi pueblo Israel de Egipto, para llevarlo a la tierra prometida. Yo pondré mi Palabra en tu boca, y tú hablarás lo que Yo te diga; ellos te escucharán”.
Ahora, Moisés decía7: “Yo no sé hablar; envía por el que tengas que enviar (envía por uno que sepa hablar bien, porque yo no sé hablar. Y un Mensaje tan grande como este para el pueblo hebreo, para libertar al pueblo hebreo, tiene que ser dado por una persona que sepa hablar bien)”. Era el pensamiento humano de Moisés. Y por esa causa Dios se enojó, se molestó con Moisés.
Y Moisés no cuenta mucho de cómo es Dios cuando se enoja; pero Dios se enojó con Moisés, creo que dos veces. (No sé si en alguna otra ocasión). En esta que se enojó, entonces Dios le permitió un ayudante a Moisés. Pero lo había enviado sin ayudantes. Y Moisés quería un ayudante que supiera hablar. Dios le dijo: “¿No conozco Yo a tu hermano Aarón, el cual sabe hablar bien? Él te recibirá”8.
Así que Moisés le pidió un ayudante, y Dios le concedió un ayudante. Dios le dijo9: “Tú serás para Aarón en lugar de Dios; y él será en lugar de tu profeta. Él será profeta tuyo; y tú serás Dios para él”.
El mismo Programa que Dios utiliza con Sus profetas, entonces era utilizado con Moisés y Aarón; porque un profeta es uno que habla lo que otro le da, le pone en la boca para hablar. Y si lo que habla es la Palabra de Dios, es un profeta (¿de quién?) de Dios; si lo que habla es la palabra de otro, es un profeta de otra persona. Por lo tanto, Aarón sería no un profeta de Dios, sino un profeta (¿de quién?) de Moisés; pero lo que Moisés le daba a Aarón para hablar era la misma Palabra que él recibía.
Ahora, Aarón no era un profeta de Dios, era de Moisés, estaba sujeto a todo lo que Moisés le dijera. Si hacía algo diferente a lo que Moisés le indicaba, estaba fuera de la voluntad de Moisés; y al estar fuera de la voluntad de Moisés, afectaba el ministerio de Moisés, y la ira de Dios venía sobre el pueblo.
Lo que Aarón podía hacer era siempre preguntarle: “Moisés, ¿qué es lo que yo tengo que hablarle al pueblo?”.
No tenía él que decirle a Moisés: “¿Qué es lo que Dios quiere que yo le hable?”; porque lo que Dios quería dar a conocer, se lo daba a conocer a Moisés, a Su profeta; y Moisés lo daba a conocer a Aarón. Y en algunas ocasiones hablaba directamente con el pueblo; pero Moisés escogió hablar con Aarón, y que Aarón le hablara al pueblo.
Lo mismo que Dios hacía con Moisés, Moisés lo tenía que hacer con Aarón. Aarón no podía ni quitarle ni añadirle a lo que Moisés le decía, porque causaba un tremendo problema en medio del pueblo; y entonces Dios se enojaba en contra del pueblo y en contra de Aarón, y el ministerio de Moisés se afectaba; y el único que podía sacar al pueblo del problema delante de Dios era (¿quién?) Moisés; Aarón no podía hacer nada.
Bueno, encontramos que en una ocasión Aarón metió al pueblo en tremendo problema, cuando no estaba Moisés para estar vigilando lo que se tenía que hacer: Fue cuando Moisés fue al monte para buscar el Mensaje de la Ley, se fue a orar por cuarenta días10. Y cuando escuchó un alboroto abajo… porque Moisés estaba sobre el monte Sinaí, estaba en donde Dios estaba, estaba allí metido en otra dimensión, en una dimensión divina, recibiendo la Palabra. Moisés allí escuchó el ruido del pueblo, el alboroto, cuando tenía que descender; y pensó: “El pueblo tiene problemas allá. Hay algazara de peleas, de guerra”. Dios le dijo: “No, están en una fiesta; y han hecho esto y esto y esto”11.
Y cuando Moisés descendió con la Palabra, se enojó. El enojo de Dios podemos ver que también se manifestó en Moisés. Moisés también se enojó y ahí fue que rompió las tablas de la Ley, y las molió y las echó en el río; y el pueblo, al tomar de esa agua, estaba también tomando de esas tablas de la Ley12.
Porque por [Aarón] el pueblo no fue hallado digno de recibir esa Palabra que Moisés fue a recibir allá por cuarenta días, ayunando, y sin tomar agua; y Moisés allá esforzándose, y el pueblo haciendo otra cosa.
Y cuando se buscan los culpables, encontramos que uno de los culpables había sido Aarón; él por salvar su vida; porque si no, lo podían matar; le pidieron que hiciera un becerro de oro, y así hizo Aarón: un becerro de oro, como el dios del pueblo hebreo que los había sacado de Egipto13; cuando no había sido ese dios (que representaban los paganos en un becerro de oro), sino que había sido el Dios Creador de los Cielos y de la Tierra el que había sacado al pueblo hebreo de Egipto: Era Melquisedec en Moisés.
Y Moisés, que era Dios para Aarón, le dijo o le preguntó a Aarón14: “¿Qué es lo que tú has hecho? Este grande mal que ha sido hecho en Israel, ¿por qué tú has hecho esto?”. Entonces comenzaron las excusas: “No, que esto, que lo otro…”.
Aarón tenía que quedarse quieto, esperando que Moisés bajara con la Palabra, para que Moisés la pusiera en la boca de Aarón, y Aarón entonces hablara la Palabra de Dios dada a Moisés. Pero cuando no hizo conforme a como Moisés le decía, sino que cuando Moisés no estaba hizo diferente, le causó problema al pueblo, y se causó el mismo Aarón problemas. Y se enojó Moisés, que era Dios para Aarón; y se enojó Dios, el Dios de Moisés.
Encontramos que en muchas ocasiones, o en algunas ocasiones, cuando el pueblo hacía diferente a como Dios le había notificado a través de Moisés, ustedes encuentran que Dios le dice a Moisés: “Tu pueblo”; cuando el pueblo actúa bien, entonces Dios le dice: “Mi pueblo”.
Así que Moisés, con todo y eso, amaba a su pueblo, porque era parte de su pueblo; lo había sacado en esa salida del primer éxodo. Y Moisés era nada menos que el hombre más manso de Israel, porque era el hombre que hacía conforme a la voluntad de Dios.
Ahora, en algunas ocasiones él ordenaba, por palabra de Dios, que acabaran con una ciudad completa; y no podía quedar ni niño ni animales; y el que hiciera diferente, entonces estaba fuera de la voluntad de Dios. Pero cuando Dios decía: “Dejen los animales”, entonces no se podían matar los animales, porque se estaba en contra de la voluntad de Dios si se mataban los animales. O sea, estar en la voluntad de Dios es siempre estar haciendo conforme al Programa Divino para el tiempo en que uno vive.
Y para cada cosa que se hace en el Programa Divino está la Palabra de Dios, que viene de parte de Dios a través del mensajero para ese tiempo. Y lo que Aarón tenía que hacerle llegar al pueblo era esa Palabra que Dios había colocado en la boca y el corazón de Moisés.
Y así es en cada edad y en cada dispensación. Hacer diferente, y colocar la palabra una persona, la palabra suya, y no la Palabra de Dios que fue dada por el mensajero, es estar fuera del Programa Divino, de la Palabra de Dios para ese tiempo, de la voluntad de Dios.
Y por esa causa encontramos en el tiempo de la primera salida o primer éxodo, que Dios le dijo a Moisés, y Moisés le dijo al pueblo, que no se le podía quitar ni añadir a esa Palabra. Él le dijo que esa Palabra era para ser guardada; y que si guardaban Sus ordenanzas, tendrían la bendición de Dios; si se salían, desobedecían esas ordenanzas, entonces vendrían los juicios de Dios, y la bendición no la tendrían con ellos.
Y así es en cada edad y en cada dispensación: La bendición de Dios no puede venir para una persona, a menos que tenga la Palabra de Dios dada por el mensajero de Dios para esa edad o esa dispensación.
Cuando Aarón les dio otra palabra, e hizo otras cosas que no eran las que Moisés había ordenado, Aarón sacó al pueblo de la perfecta voluntad de Dios.
Ahora, el pueblo, como era un pueblo rebelde, vean ustedes, se dejó llevar por una palabra que no era la de Moisés, y utilizaron también a Aarón; y Aarón se dejó llevar por la corriente, creyendo que hacía bien, y le hizo mal al pueblo; y por poco se busca tremendo problema, o se lo buscó, con Moisés y con Dios.
Moisés podía decir lo que él quisiera decir en ese momento, y desaparecía Aarón como ayudante de Moisés; era su propio hermano.
También encontramos que cuando María o Miriam (hermana de Moisés) y Aarón hicieron unos comentarios acerca de Moisés…, porque Moisés tenía como esposa una mujer de color, una mujer trigueña, una mujer que no era del mismo color de las hebreas; entonces, por hacer ese comentario a causa de la mujer morena que tenía Moisés… María como no… parece que era medio racista, no le gustaba la gente morena, quizás, y menos una muchacha o mujer morena para su hermano; pues se puso blanquita María o Miriam.
Así que a ella le gustaba la gente bien blanca… “Así que te vas a poner bien blanca”. Y cuando se vio bien blanca, era nada menos que lepra, que le había venido como juicio de parte de Dios. Y luego Aarón, cuando vio eso se puso nervioso, porque ya había comenzado el juicio por María; por lo tanto, Aarón dijo: “¿Qué será lo que me va a pasar a mí?”.
Y cuando Moisés vio todo eso… porque el juicio siempre comienza por la casa… así que no crean que los de la casa y los que están más cerca no tienen problemas cuando se salen del Programa Divino o sacan al pueblo del Programa Divino. Sí tienen problema.
María y Aarón, con ese comentario que hicieron negativo en contra de Moisés, querían dirigir a Moisés. Y a un profeta como Moisés nadie podía dirigirlo, porque ya él tenía Quien lo dirigía; y el que lo dirigía no le había criticado.
Siempre los que están criticando son los que deben estar callados escuchando la Palabra que viene de parte de Dios. Si Moisés era feliz así, ¿cómo le vamos a criticar la felicidad que Moisés tenía con esa persona que estaba a su lado?
En palabras más claras: no encontró ninguna de su pueblo que lo hiciera feliz; y sin embargo lo hizo feliz una mujer morena, la cual él amaba. Así que eso era un problema de él, ¡y no era ningún problema de él!, él no tenía ningún problema; problemas se buscaron los que se metieron a criticar la vida de Moisés. Y Dios no les pasó por alto eso, aunque eran sus propios hermanos.
Así que ellos comenzaron a mover eso en medio del pueblo, y afectaron al pueblo; porque cuando una persona critica, y está en una posición alta, entonces los demás que oyen siguen moviendo ese comentario, y se mueve en el pueblo; y con eso afectan a la persona que han criticado. Y estaban afectando a Moisés. Y un profeta no puede ser (¿qué?) juzgado; por lo tanto, Dios salió en defensa de Moisés, porque Moisés no podía ser juzgado. Por lo tanto, el juicio les vino a los que juzgaron a Moisés.
Ahora, tenemos que comprender que siempre, en todas las salidas, los éxodos, siempre hay problemas; algunos que entran solos, y otros que usted o que nosotros los buscamos; pero sean en una forma o en otra, siempre afectan ese programa de la salida.
Dios siempre está vigilando Su Obra, la Obra que corresponde para esa salida, para ese éxodo; y encontramos que algunos reciben juicios también, y otros reciben grandes bendiciones. Queremos estar siempre al lado de la Palabra de Dios, del Programa Divino, en la perfecta voluntad de Dios, para recibir la bendición de Dios. Fuera del Programa Divino no hay bendición de Dios, sino juicios divinos.
Ahora, vean ustedes que no se le puede quitar ni se le puede añadir al Mensaje de una edad o de una dispensación; así que tenemos que siempre tener cuidado con ese Mensaje.
Ahora, ya hemos visto todo lo que aconteció en el primer éxodo, la primera salida; y era nada menos que el primer éxodo o primera salida con Jesús, Melquisedec, en Moisés. Luego, encontramos que la meta era la tierra prometida. No se podían entretener ellos en cosas que los sacaran de esa Palabra, porque no llegarían a la tierra prometida.
Ahora, en medio del pueblo hubo dos personas, Josué y Caleb, que siempre estuvieron alerta, al tanto de la Palabra para esa edad; y todo lo que Moisés decía eso era: Amén. Aunque pareciera algo inconcebible, eso era: Amén. Esa es la forma correcta para seguir el Mensaje del tiempo en que uno vive.
Ahora, encontramos en otra ocasión que Moisés se molestó mucho, cuando el pueblo estuvo clamando y molestando, y entonces Dios le dijo… Estaban pidiendo agua, y Dios ya les había dado agua en otra ocasión, de la roca, cuando Moisés recibió la Palabra de Dios para herir la roca. Y la Roca era Cristo, que seguía al pueblo hebreo. ¿Ve? Era el Señor Jesucristo en otra dimensión.
Ese Pilar de Fuego o Luz que le apareció a Moisés en el monte Sinaí, y luego libertó al pueblo hebreo, y continuó con el pueblo hebreo de noche en forma de fuego, y de día en forma de nube, protegiendo al pueblo, era nada menos que Jesús en otra dimensión manifestado, era Cristo que seguía al pueblo hebreo; y estaba en Moisés y con Moisés también. Así que Dios se veló en carne humana en Moisés.
Ahora, podemos ver a Moisés en otra ocasión en que el pueblo pidió agua, y Dios le dijo: “Háblale a la roca, y ella le dará agua para el pueblo”.
Cuando la roca en la primera ocasión15 fue herida por Moisés, se abrió; y eso fue un río que salió, que brotó de la roca, para dos millones de personas. Así que no crea que era un chorrito de agua pequeñito lo que salió de la roca, sino un río torrente, con agua para dos millones de personas.
Luego en la segunda ocasión16, en otro lugar…; siempre, como la roca representa a Cristo, entonces frente a una roca, a una montaña (tampoco era una roca pequeñita), frente a una montaña, allí estaba el pueblo de Israel, y Moisés también. Y Dios estaba hablando con Moisés, cuando Moisés le dijo que el pueblo quería agua; tenían sed…
Pero hay dos formas de pedir las cosas. Y las cosas de Dios se piden en la forma correcta; no en una forma en la cual la persona o las personas utilicen la rebeldía o la actuación incorrecta, porque eso hace que Dios esté desagradado. Por lo tanto, usted, si recibe lo que pide, al pedirlo en esa forma, no lo está recibiendo porque usted agradó a Dios. La forma para pedirle a Dios las cosas es la misma forma con que Dios da las cosas. Dios le da a usted las peticiones de su corazón en y con amor divino. Y en y con amor se le piden a Dios las cosas, conforme a como Él ha prometido para el tiempo en que uno vive.
Pero el pueblo estaba rebelde, se rebeló en contra de Moisés, habló en contra de Moisés; y hablando en contra de Moisés estaban hablando en contra de Dios, porque ese era el velo de Dios para esa dispensación.
Bueno, Moisés también se enojó: estaba molesto por la forma en que el pueblo estaba pidiendo agua en ese momento. Y Moisés había recibido como orden divina hablarle a la roca. En la primera ocasión era herir la roca, porque la roca representa a Cristo, y Cristo sería herido como fue herido en la Cruz del Calvario; sería herido una sola vez, moriría una sola vez por el pecado de Su pueblo. Pero cuando Moisés hirió la roca en la segunda ocasión, Dios se enojó con Moisés.
Y Moisés sabe lo que es tener a Dios enojado. Y por esa causa Dios le dijo: “Tú no entrarás a la tierra prometida, por hacer lo que hiciste”17. Porque tampoco un mensajero puede hacer por ira, por coraje, lo que Dios le dice que haga. Vean ustedes que cuando por ira se hacen las cosas, se hacen mal hechas.
Moisés lo hizo mal: en vez de hablarle, hirió la roca, porque estaba lleno de ira; y era el más manso de Israel18. Así que el pueblo era bastante molestoso; y el pueblo cada vez se salía de la palabra de Moisés. Y Moisés estaba molesto con el pueblo, no lo tenían contento; y eso ocasionaba muchos problemas para el pueblo y para Moisés.
Lo mejor para el pueblo era tener a Moisés contento, haciendo conforme a lo que Moisés le decía que Dios le había notificado para que se lo diera a conocer al pueblo, y no hacer otra cosa.
Ahora, tener a Dios enojado es una cosa terrible; y tener al profeta, al mensajero de Dios para una edad o dispensación, enojado, es tener problema con el mensajero y también con Dios; porque si el mensajero entonces no hace las cosas como debe hacerlas, el pueblo no puede recibir (¿qué?) la bendición divina; el pueblo entonces tiene problemas. Y vean ustedes, Dios dijo que no entraría ni uno de ellos, excepto Josué y Caleb.
Y Moisés, el mensajero dispensacional, por esa cosita que hizo, que quizás usted dice: “Yo se lo hubiera perdonado”; pero Dios no se la perdonó.
Lo que Moisés hizo allí tendría un cumplimiento: se materializaría en el fin del tiempo, en una segunda crucifixión. Y como no podía ser una crucifixión física, sería espiritual. Allí está representada, simbolizada, la segunda crucifixión del Señor Jesucristo, la Palabra; la Palabra, el Mensaje dispensacional de la tercera dispensación en el fin del tiempo, que vendría a través del mensajero, el Ángel del Señor Jesucristo.
Así que crucificarían al Señor Jesucristo manifestado en Su Ángel Mensajero, al hablar desde los púlpitos en contra del Mensaje del Señor Jesucristo (de la tercera dispensación) a través de Su Ángel Mensajero.
Y eso lo estarían haciendo las denominaciones o sectas religiosas, como en la primera crucifixión obraron las religiones del tiempo de Jesús, el judaísmo con sus sectas religiosas, para pedir la crucifixión, la muerte del Señor Jesucristo.
Así que vean ustedes todas estas cosas que acontecieron allá. Las cosas que acontecen en una dispensación, luego se convierten en tipo y figura de las cosas que han de acontecer en las otras dispensaciones venideras.
Así que vean ustedes: Herir la roca la primera vez, se cumplió en la segunda dispensación, en la Primera Venida del Hijo del Hombre. La segunda vez que la roca fue herida, cuando tenía que ser hablándole a la roca, se cumple en la Segunda Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles en una forma espiritual; aunque al final del ministerio de los Dos Olivos hay ahí un pasaje que habla que ellos, esos ministros o ministerios que estarán en el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, luego de terminar Su ministerio, habrá una muerte.
Esperemos que llegue el tiempo o para que se cumpla o para ser revelado cómo será todo eso en detalles, para que así lo entendamos. Mientras tanto dejamos eso quietecito, ya que eso va a ser para el tiempo que está por delante; pero el tiempo que estamos viviendo actualmente es para estar recibiendo un Mensaje prometido para nuestro tiempo.
Ahora, para que podamos entender bien nuestro tiempo, tenemos que entender estas dos dispensaciones anteriores, ver las cosas que acontecieron allá, para así nosotros estar colocados de parte de Dios en Su Programa para nuestro tiempo y así poder recibir la bendición divina; y no recibir los juicios que recibieron aquellos que se salieron del Programa Divino.
Vean ustedes que todos salieron en esa salida, en ese éxodo hacia la tierra prometida; y de los que salieron, no entraron sino dos personas. Aun Moisés, por herir la roca la segunda vez, siendo que le había sido dicho que le hablara a la roca, Dios le dijo que no entraría.
Cuando llegó el tiempo para el pueblo entrar a la tierra prometida, Dios le dijo a Moisés: “Sube al monte; y allí subes también con Josué, y allí has de morir. Porque Josué continuará con el pueblo, y lo entrará a la tierra prometida”19.
¿Ve usted que no es solamente salir?, sino que también tenemos que continuar perseverando, escuchando la Palabra, el Mensaje del mensajero de esa salida, de ese éxodo, hasta entrar a la tierra prometida.
Bueno, cuando Dios le dice así, y le dice: “Sube al monte para que veas la tierra”, Moisés subió y oró a Dios. Una oración que Dios no le concedió, una petición que Dios no le concedió. Moisés le dijo: “Permíteme entrar a la tierra prometida…”20. Dios le dijo: “No entrarás, como te dije que no entrarías; porque heriste la piedra, la roca, cuando Yo te dije: Háblale. En la primera ocasión no tuviste problema, porque Yo te dije: Hiere la roca”.
Dios sabía lo que le estaba diciendo, porque Dios estaba reflejando, en esos eventos de esa primera salida, de ese primer éxodo, las cosas que acontecerían en los próximos éxodos por venir, en los próximos dos éxodos que vendrían luego.
Y las cosas se tienen que hacer como Dios dice, porque luego esas cosas son tipo y figura de cosas que han de acontecer más adelante.
Por esa causa, en este tiempo final la Palabra es crucificada. (Ahora, de eso hablaremos en otra ocasión. Estamos tocando esto solamente así por encima).
Encontramos que Moisés quería luego entrar a la tierra prometida, y Dios le dijo: “Solamente la puedes ver de lejos, y hasta aquí tú llegas. Colócale todo lo que tengas que colocarle a Josué. Unge a Josué como tu sucesor. Yo estaré con Josué como Yo estuve contigo. Y él meterá al pueblo en la tierra prometida”21.
Ahora, Josué allí estaba. ¿Qué hubiera deseado Josué? Que Moisés no muriera, que entrara Moisés; porque Josué no estaba interesado en el lugar de Moisés.
La satisfacción para Josué y para Caleb, la satisfacción para ellos era hacer lo que Dios le decía a Moisés, y Moisés notificaba al pueblo; era solamente hacer lo que Moisés decía, porque eso era: ASÍ DICE EL SEÑOR. Ellos se movían, caminaban, en el ASÍ DICE EL SEÑOR que venía por Moisés.
Pero Josué no estaba buscando la posición de Moisés; pero Dios le pasó esa posición a Josué.
Josué entró al pueblo hebreo a la tierra prometida. Josué representa al Espíritu Santo en Su manifestación del tiempo final.
[Apocalipsis 22:17] “El Espíritu y la Esposa dicen: Ven”.
Ahí tiene al Espíritu: a Josué.
Josué también significa Jesús, o representa a Jesús.
Josué es tipo y figura del Señor Jesucristo, el Espíritu Santo, en Su manifestación en esta tercera dispensación, sacando al pueblo en este tiempo en la tercera salida, en el tercer éxodo, para llevar al pueblo a la tierra prometida del nuevo cuerpo y del Reino Milenial.
El Reino Milenial o el Milenio es la Nueva Tierra, o sea, el Nuevo Reino en el cual nosotros estaremos en esta Tierra. Y el nuevo cuerpo es la nueva tierra prometida. Ya tenemos esta tierra, pero no es la tierra prometida para vivir eternamente con todas las bendiciones de Dios en nosotros. Así que a esa nueva tierra nos llevará el Espíritu Santo, el Señor Jesucristo en forma del Espíritu Santo, en forma de Espíritu, en Su manifestación final en Su Ángel Mensajero del tiempo final, de la tercera dispensación.
Ahora, Jesús, en Su Primera Venida, que es el mismo Melquisedec, que es el mismo Espíritu Santo, el cual guio al pueblo hebreo por el desierto y los metió a la tierra prometida…
Los hijos que nacieron en el desierto fueron los que entraron; y Josué y Caleb, que habían nacido en Egipto; fueron los únicos que entraron, de los que habían salido.
Ahora, Jesús, aquel Pilar de Fuego: Jesús estaba en Espíritu allá en medio del pueblo hebreo. Luego lo encontramos en la segunda dispensación: en carne humana, el Verbo hecho carne, Dios manifestado en carne, Emanuel (que quiere decir: Dios con nosotros)22, Melquisedec en forma humana, para llevar a cabo el segundo éxodo; comenzó a llamar con Su Mensaje a los hijos de Dios; y comenzaron a salir del judaísmo, comenzaron a salir de las sectas religiosas del judaísmo de aquel tiempo, de la religión hebrea.
Y las personas, los líderes de aquel tiempo, se llenaron de ira viendo lo que estaba aconteciendo, y decían: “Si dejamos a Jesús continuar así, todo el pueblo se irá tras Él; (¿y qué pasaría? Decían) y nos van a dejar a nosotros aquí solos”.
Ellos no querían que el pueblo se fuera, como tampoco el faraón quería que el pueblo se fuera con Moisés. No era con Moisés, era con Jesús: Jesús en Moisés. Ahora, era con Jesús, con Melquisedec. Melquisedec y Jesús es la misma persona.
Allá el pueblo salió con Melquisedec en Moisés; acá, en el segundo éxodo, el pueblo salió con Melquisedec en Jesús. Eran la misma persona.
Luego, encontramos que ese primer éxodo, al igual que el segundo, fueron éxodos o salidas que los que tenían al pueblo de Dios cautivos, no los dejaban salir.
Comenzaron a hablar mal de Jesús; pero con todo y eso, el pueblo se puso en marcha en ese segundo éxodo. Las personas que permanecieron al lado de Jesús recibieron la bendición divina.
Ahora, encontramos que el pueblo salió con Jesús en el segundo éxodo hacia una tierra prometida: hacia el bautismo del Espíritu Santo. Él dijo: “Si yo no me voy, Él no puede venir”23.
Encontramos que de miles de personas que seguían a Jesús, solamente 120 personas permanecieron fieles a Jesús; y en el Día de Pentecostés, en el aposento alto, allí estaban esas 120 personas recibiendo a Jesús en forma de Espíritu Santo. Y allí entraron a la tierra prometida del bautismo del Espíritu Santo.
Luego encontramos que se llevó a cabo la segunda dispensación. El Mensaje de la segunda dispensación, así como el Mensaje de la primera fue el Evangelio o Mensaje de la Ley, al cual ni se le podía quitar ni añadir: era un Mensaje para todo el tiempo de esa dispensación. Nadie lo podía arreglar, estaba perfecto para esa dispensación.
Ahora, en la segunda dispensación, Jesús como mensajero tiene el Mensaje de la Gracia, el Evangelio de la Gracia, el cual gobernó la segunda dispensación, al cual ni se le podía quitar ni se le podía añadir… Y si un ángel del Cielo descendía predicando otro Evangelio del que Pablo estaba predicando…, porque Pablo estaba predicando el Evangelio de la Gracia, como le había sido dado, y no el Evangelio de la Ley, ni tampoco el Evangelio del Reino de Dios, que corresponde a la tercera dispensación.
Pablo decía24: “Si alguno viene predicando otro Evangelio diferente al cual yo he predicado, sea anatema (maldito)”. Pablo estableció el Evangelio de la Gracia a los gentiles, conforme a como Dios, como el Señor Jesucristo le reveló a San Pablo. Conforme a como el Señor Jesucristo le reveló, Pablo estableció.
Y él decía: “Si alguno pone otro fundamento, su obra será quemada. Así que mire bien cómo sobreedifica”25.
Cada uno de los mensajeros de cada edad tenía que ver cómo sobreedificaba en esa segunda dispensación, porque estaban formando el Cuerpo Místico del Señor en forma de monte o de pirámide.
Hubo personas que comenzaron a predicar otra cosa diferente a la que Pablo predicaba. Trataron de meter la Ley, el Mensaje de la dispensación pasada, en la segunda dispensación, guardando días y comidas y circuncisiones, y estas cosas…; y lunas nuevas, y días de sábados y de reposo, y que no coman carne de cerdo, y que no coman carne de esto…, cuando ya eso había pasado.
Pablo dijo: “Si alguno predica otro Evangelio, sea anatema”. Los puso bajo maldición, bajo maldición divina.
Ahora, vean ustedes que es una cosa muy seria para los predicadores. Todo predicador debe saber lo que predica, si predica algo.
En el tiempo de Moisés, el que apareciera predicando diferente, lo mataban; en el tiempo de la segunda dispensación estaba bajo maldición. Y para la tercera dispensación tenemos la Palabra que dice26: “Yo protesto a cualquiera que le añada o le quite a las palabras de esta profecía…”.
Es que las palabras de esta profecía apocalíptica son el Mensaje dispensacional del Señor Jesucristo, de Melquisedec, a través de Su Ángel Mensajero en el fin del tiempo. Y cualquier persona que predique en la tercera dispensación, tiene que saber de lo que está hablando, porque está llamado a pasar el Mensaje que Dios, que el Señor Jesucristo le dé al mensajero, a Su Ángel Mensajero, pasarlo al pueblo.
Y gracias a Dios que Dios nos ha permitido vivir en esta tercera dispensación en un tiempo que hay cintas magnetofónicas, grabadoras; hay también cámaras de películas de video, y de dieciséis milímetros (16 mm) y de treinta y cinco (35 mm), y todos estos adelantos científicos, para que el Mensaje quede grabado en voz, en imagen, y también quede impreso en folletos; porque es un Mensaje para toda la eternidad.
La tercera dispensación estará gobernando por toda la eternidad. Por eso no puede ser colocado nada —en la tercera dispensación— que no sea el Mensaje que el Señor Jesucristo le dé al Ángel Mensajero.
El que le añada: le serán añadidas las plagas escritas en este libro. ¿Y cuándo serán derramadas esas plagas? Así que tendrá que ir a recibir su recompensa, de haberle añadido, a donde han de caer esas plagas sobre la raza humana: a la gran tribulación. Y el que le quite, ¿qué dice?: “Su nombre será quitado del Libro de la Vida”.
Con razón nuestro hermano Bermúdez siempre está llevando los videos por acá y por allá, y siempre llevando los folletos y las cintas grabadas. Y algunas veces yo le digo a nuestro hermano Bermúdez: “Mira, predica en esta ocasión, y dame dos o tres palabritas de saludo”. Y algunas veces él se cuida tanto, de decir solamente lo que es el Mensaje, lo que dice el Mensaje de nuestra edad y de nuestra dispensación, que algunas veces usted lo encuentra con uno de los folletos aquí, y leyendo algunas partes de ese folleto.
Y en algunos lugares – él conoce muy bien el Mensaje, y en algunos lugares hasta lleva el video y lo pone, y al final él habla algunas palabritas.
Yo le he dicho que para que ayude a las personas (al único que se lo he dicho), para que ayude a las personas, pues que predique, pero cuidándose de no salirse del Mensaje, ni añadirle ni quitarle, para que no pierda su bendición. Y si no puede cuidarse en eso, pues mejor entonces que ponga el video o que les lea un folleto.
Pero él es la persona, de los predicadores, que está más capacitado para hablarle al público; y su trabajo es para toda la América Latina, para todos los lugares, y para ayudar a cada uno de los ministros, para que todo marche bien, y venga la bendición de Dios sobre el pueblo; y no vaya a venir juicio sobre ningún ministro ni sobre ningún grupo de los que hay en los diferentes países; porque queremos todos llegar a nuestra meta, que es el nuevo cuerpo, y luego pasar en el rapto a la gran fiesta que se estará llevando a cabo; y luego regresar en el Milenio para el Reino Milenial.
¿Ve usted? A ninguna persona le conviene decir algo que no sea lo que está ya revelado. Tampoco, ni Bermúdez ni nadie, se arriesga a conjeturar y a decir: “Esto va a ser así”. Si no ha sido revelado, pues no se sabe cómo va a ser. Ni yo sé cómo va a ser; por eso no lo digo. Si supiera cómo va a ser, entonces lo digo, si Él me dice que lo diga. Si Dios me dice que lo diga, lo digo. Si Dios me dice: “Esto te lo callas para ti, por el momento”, lo callo para mí.
Él sabe por qué Él me dice que haga esto en esta forma y esto en esta otra; porque eso trae unos resultados con el pueblo; y eso trae unas bendiciones de parte de Dios para el pueblo, si se hace en esa forma. Si se altera la forma en que Dios dice que se haga, no vienen las bendiciones, sino los juicios de Dios. Y lo que queremos es (¿qué?) la bendición divina.
Bueno, ya sabemos que para nuestro tiempo lo que Él tiene es la tercera salida. Estamos en una salida, LA SALIDA, o sea, el tercer éxodo.
Hemos salido con el llamado y Mensaje de Gran Voz de Trompeta, como dijo el Señor Jesucristo27: “Y enviará Sus Ángeles (el ministerio de Moisés y Elías) con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a todos los escogidos”. Ahora, vean: con Gran Voz de Trompeta.
Aquí podemos ver quién tiene la Voz, el Mensaje. Es el ministerio de los Ángeles del Señor, el ministerio de Moisés y Elías, en el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo.
Por eso Él dice28: “Yo Jesús he enviado mi Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias”. También dice29: “El Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado Su Ángel, para manifestar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
Ahí ustedes ven que para cada dispensación solamente hay un Mensaje, el cual viene a través del Ángel Mensajero de esa dispensación, al comienzo de esa dispensación. Un solo Mensaje, una sola Voz para el pueblo.
Fuera de esa Voz no hay seguridad de Palabra de Dios para el pueblo. Y fuera de la Palabra de Dios para el pueblo no hay transformación para las personas; y no hay rapto, y no hay Milenio, y no hay bendición, sino las plagas escritas en este libro; y luego con el riesgo del nombre ser quitado del Libro de la Vida.
Bueno, el Señor Jesucristo, Melquisedec, cuando estuvo en la Tierra dijo30: “Mis ovejas oyen mi voz, y me siguen”. En el tiempo de Moisés oyeron la voz y siguieron también al Señor en Moisés. Y en nuestro tiempo es lo mismo: las ovejas del Señor Jesucristo escucharán la Voz del Señor, la Gran Voz de Trompeta, la Trompeta Final; y continuaremos hacia adelante en esta tercera salida, en este tercer éxodo; y llegaremos a la tierra prometida del cuerpo nuevo, el cuerpo glorificado o transformado; y llegaremos también al glorioso Reino Milenial; porque nos mantendremos escuchando la Voz de Dios, la Voz de Melquisedec, la Voz del Señor Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero. Y así tendremos la seguridad de entrar a la tierra prometida.
No desearemos otra palabra, no desearemos otra interpretación, solo lo que Dios ponga en la boca de Su Ángel Mensajero para nuestro tiempo.
Y los ministros de nuestro tiempo, de nuestra edad, no desearán otra cosa para predicar sino el Mensaje del Señor Jesucristo por medio de Su Ángel Mensajero, y sin quitarle ni añadirle. Y la mayor parte ha de preferir que vean los videos, y escuchen ahí personalmente el Mensaje de Gran Voz de Trompeta, y que lean en los folletos directamente el Mensaje, y que se lleven para sus hogares las cintas, los cassettes, para que lo escuchen también en sus hogares.
Y así cada ministro estará tranquilo, sabiendo que el grupo que Dios ha puesto bajo Su ministerio, bajo el ministerio del Ángel del Señor Jesucristo en este tiempo… del cual cada uno de los ministros es un ayudante… un lugar y una posición muy grande en el Reino de Dios en esta tercera dispensación.
Y ninguno de los ministros desea ser hallado en la situación en que se halló Aarón; tampoco desean ser hallados en la situación en que se halló Janes y Jambres; tampoco desean ser hallados en esas situaciones o posiciones que estuvieron en contra del Mensaje y el mensajero dispensacional de aquel tiempo; sino al lado del Señor Jesucristo en nuestro tiempo, al lado del Señor Jesucristo en Su manifestación, Su revelación a través de Su Ángel Mensajero; como estuvieron también Josué y Caleb al lado de Moisés.
Esa es la posición correcta: Josué representando al Señor Jesucristo, al Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero, para meter al pueblo a la tierra prometida; y Caleb representando a los verdaderos creyentes. Así que vean ustedes que estamos representados en Josué y Caleb. No en el grupo grande que no entró, sino en los dos que entraron.
Bueno, la Obra de Dios en la tercera salida o tercer éxodo ya hemos visto que es la Obra que se lleva a cabo con el Mensaje de Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, llamando y juntando a todos los escogidos; para luego ocurrir la transformación de nuestros cuerpos, antecediéndole la resurrección de los muertos.
Fuera de ese Mensaje de Gran Voz de Trompeta no hay resurrección de los muertos ni transformación de los vivos. Por eso dijo Jesús31: “He aquí todos los muertos escucharán la Voz del Hijo de Dios, y resucitarán (se levantarán)”. La Voz del Hijo de Dios: el Mensaje de Gran Voz de Trompeta, la Trompeta Final.
Ese es el Mensaje de la tercera dispensación; ese es el Mensaje de nuestra salida, del tercer éxodo; ese es el Mensaje que usted y yo hemos recibido para salir en este tercer éxodo y llegar a la tierra prometida del nuevo cuerpo, en la transformación de nuestro cuerpo; y luego llegar al glorioso Reino Milenial.
Fuera de ese Mensaje de Gran Voz de Trompeta, que es la Voz del Señor Jesucristo por medio de Su Ángel Mensajero, no hay esperanza de llegar a la tierra prometida; como no hubo esperanza para aquellos que siguieron a Datán y a Coré, y a esas otras personas que se rebelaron en contra de Moisés; como tampoco hubo esperanza para los que se quedaron en Egipto; como tampoco hubo esperanza de llegar a recibir el Espíritu Santo en el Día de Pentecostés a aquellos que no subieron al aposento alto.
Nosotros estamos en el Aposento Alto de la Edad de la Piedra Angular. (Y ese es otro tema para otra ocasión).
Así que ya estando conscientes de nuestra edad y nuestra dispensación, y del Mensaje de nuestra edad y dispensación, el cual usted y yo hemos recibido: estamos conscientes que no hay otro Mensaje. Por lo tanto, no habrá otro Mensaje para el pueblo, y no recibirá el pueblo otro Mensaje; solo el Mensaje de Gran Voz de Trompeta, el mismo Mensaje que ha de recibir el pueblo hebreo. El pueblo hebreo lo va a recibir a su tiempo; ahora es nuestro tiempo.
Por eso estamos aprovechando bien el tiempo dando el Mensaje por todos los lugares; y cuando el Mensaje llega a los diferentes lugares, el que es de Dios: oye la Voz de Dios y la sigue, y continúa perseverando en ese Mensaje; porque es el único Mensaje de esperanza, para la transformación de nuestros cuerpos y la resurrección de los muertos; es el Mensaje del Año del Jubileo, el Mensaje de la Gran Trompeta del Año del Jubileo.
Así que no tenemos para nuestro tiempo otra cosa sino el Mensaje de Gran Voz de Trompeta. Tenemos ese Mensaje en nuestra edad, en nuestra dispensación. ¿Y dónde más tenemos ese Mensaje? En nuestro corazón. Por eso no cabe otro mensaje; porque hemos estado llenando nuestro corazón, nuestra alma, nuestra mente, de ese Mensaje. Y ese Mensaje será el que ha de llevar a cabo la Obra Divina que producirá la transformación de nuestro cuerpo.
Y esto se lleva a cabo en LA SALIDA.
Esta salida que hemos tenido con el llamado de Gran Voz de Trompeta juntando a los escogidos: hemos sido llamados y hemos sido juntados, unos de un lado, otros de otro, para recibir la bendición divina de la nueva tierra o tierra prometida del cuerpo glorificado o transformado; y luego el glorioso Reino Milenial, en donde estaremos como reyes y sacerdotes.
¡Así que adelante marchando en este tercer éxodo, en esta tercera salida, en y con el Mensaje de nuestra edad, el Mensaje de nuestra dispensación, el Mensaje de nuestra salida!
“Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía de este libro”32; porque es el Mensaje de Gran Voz de Trompeta, es el Mensaje de la Trompeta Final, es el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje que nos ha llamado y nos ha juntado; y nos llevará a la tierra prometida. Todo esto en LA SALIDA, que es el tercer éxodo que está llevándose a cabo en nuestro tiempo.
Así que Dios nos continúe bendiciendo a todos con todas las bendiciones de la tercera salida, del tercer éxodo, con el Mensaje del tercer éxodo, el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje de Gran Voz de Trompeta.
Bendiga Dios a cada uno de los ministros de nuestro tiempo, de nuestra edad, de nuestra dispensación; y les abra siempre el entendimiento para entender el Mensaje de nuestra dispensación, y entender que solamente hay un Mensaje; y ese es el Mensaje que cada uno de los ministros está llamado a llevar hacia adelante, para que todos lo reciban, para que así sean llamados los escogidos, y juntados en este tiempo.
Dios los bendiga grandemente a todos los ministros aquí en Colombia, y en cada uno de los países, y así los use poderosamente como ayudantes, como colaboradores del Ángel Mensajero en este tiempo final; y así cada uno de los ministros pueda dar buenas cuentas en el momento en que Dios los llame a cuenta, lo cual Él hará en algún tiempo.
Y así cada uno de los ministros pueda decir como dijo el hermano Branham allá en el Paraíso, cuando le hablaron del Mensaje de la segunda dispensación; y él preguntó si San Pablo tenía también que responder, que ser juzgado; le dijeron: “Sí”; él dijo: “Pues yo prediqué el mismo Mensaje que predicó San Pablo”; ellos dijeron: “Nosotros lo sabemos”; él dijo: “Si San Pablo entra, yo también entraré”33.
San Pablo vivió en la segunda dispensación, y el hermano Branham también. Así que el hermano Branham fue fiel al Mensaje de San Pablo; y siendo profeta, profetizó de las cosas que vendrían en una nueva dispensación, pero no las pudo establecer porque estaba él viviendo en la segunda dispensación. Así que serían establecidas en la tercera dispensación por el Ángel Mensajero de la tercera dispensación, a través del cual el Señor Jesucristo, Melquisedec, obraría, para establecer el pueblo en la tercera dispensación.
Así que el Ángel Mensajero en cualquier momento puede decir como dijo San Pablo, y puede decir como decía Moisés – o como decía Jesús; porque él, luego de predicar el Mensaje de la tercera dispensación, él mismo es el que trae esas palabras de parte del Señor Jesucristo. Porque dice Apocalipsis34: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y las declaró enviándolas por medio de Su Ángel…”.
¿Ve usted? Toda la revelación apocalíptica, toda la revelación del Señor Jesucristo, es enviada por medio del Ángel del Señor Jesucristo. Por eso fue el Ángel del Señor Jesucristo el que le reveló a Juan todo ese libro apocalíptico; y es el que le revela a los escogidos la revelación apocalíptica, el Mensaje apocalíptico, la revelación, la manifestación del Señor Jesucristo para Sus hijos en este tiempo.
Él mismo es el que habla esas palabras: “Yo protesto a cualquiera que le añada o le quite a esta profecía”. Así que es el Señor Jesucristo el que pone en sus labios esa revelación apocalíptica, que incluye: “El que le quite o le añada…”. El que le quite: su nombre será quitado del Libro de la Vida; y el que le añada: le serán añadidas las plagas.
Así que él viene dando testimonio de estas cosas, de todo lo que corresponde a esta tercera dispensación; para que el pueblo esté bien establecido, y cada ministro sepa cuál es su posición en el Programa Divino; y ni le añada ni le quite a la Palabra, para que así pueda dar buenas cuentas; y el Ángel Mensajero pueda sentirse orgulloso de él, y pueda presentarlo al Señor Jesucristo allá en el Cielo cuando seamos raptados, y allá pueda recibir el galardón que le corresponde de acuerdo a como haya hecho aquí; y cada uno de ustedes también reciban su galardón de acuerdo a como hayan hecho, a como hayan creído, a como hayan trabajado en la Obra de Dios.
Así que cada uno de los escogidos creerá exactamente lo que ha sido traído por el Ángel Mensajero del Señor. Y el Ángel Mensajero dirá solamente lo que el que lo envió —el Señor Jesucristo, Melquisedec— le ha dicho para que él le dé a conocer al pueblo.
Así que estamos contentos de vivir en este tiempo, de saber nuestra posición en el Reino y de conocer nuestro Mensaje; y así perseveramos en el Reino de Dios, en la tercera dispensación, esperando la resurrección de los muertos y la transformación de nosotros los que estamos vivos.
Así que Dios nos continúe bendiciendo a todos con todas las bendiciones prometidas en el Mensaje de Gran Voz de Trompeta, en el Mensaje de la tercera dispensación.
Pasen todos muy buenas noches, y será hasta mañana, Dios mediante, que estaré nuevamente con ustedes y con las demás personas que estarán allá en el lugar donde se llevará a cabo la próxima actividad, la próxima conferencia a la cual he sido invitado.
Así que Dios les continúe bendiciendo a todos, y continúen pasando una noche feliz y contentos.
“LA SALIDA”.
[Revisión enero 2021]
1 Génesis 15:13-14
2 Génesis 50:24-25
3 Daniel 9:26
4 Salmos 16:10; Hechos 2:27, 2:31
5 Éxodo 3:1-6
6 Éxodo 3:7-10
7 Éxodo 4:13-14
8 Éxodo 4:14-15
9 Éxodo 4:16
10 Éxodo 24:18
11 Éxodo 32:7-8
12 Éxodo 32:15-20
13 Éxodo 32:1-6
14 Éxodo 32:21-24
15 Éxodo 17:1-7
16 Números 20:1-13
17 Deuteronomio 32:48-52
18 Números 12:3
19 Deuteronomio 31:1-3, 31:14
20 Deuteronomio 3:23-27
21 Deuteronomio 3:28, 31:1-8, 31:23
22 San Mateo 1:23
23 San Juan 16:7
24 Gálatas 1:9
25 1 Corintios 3:10-15
26 Apocalipsis 22:18-19
27 San Mateo 24:31
28 Apocalipsis 22:16
29 Apocalipsis 22:6
30 San Juan 10:27
31 San Juan 5:25
32 Apocalipsis 1:3
33 Los Sellos “El Quinto Sello”, pág. 321, párrs. 209-217
34 Apocalipsis 1:1