El Hijo de la Palabra

¡Felicidades y próspero año nuevo 1991! para todos ustedes aquí, y para todos ustedes a través de la línea telefónica en esta noche.

Es para mí una bendición muy grande estar con ustedes en este último día de este año 1990, en el cual hemos recibido grandes bendiciones de parte de Dios; y hemos visto en una forma más clara el Programa Divino que Él está llevando a cabo en la América Latina, incluyendo el Caribe.

Así que en esta noche tenemos una noche en la cual cada uno de nosotros agradecemos a Dios las grandes bendiciones que Él ha derramado sobre nosotros en este año 1990; y nos preparamos para el año 1991: para en ese año recibir las grandes bendiciones que Él tiene para ese año, y para trabajar en Su Obra de todo corazón, con amor divino.

En esta noche quiero leer una Escritura en Apocalipsis, capítulo 21, verso 7, que dice:

“El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”.

“EL HIJO DE LA PALABRA”: “EL HIJO DE DIOS”.

Dice el Evangelio según San Juan, capítulo 1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Por Él fueron hechas (o creadas) todas las cosas; sin Él nada fue hecho (o creado), de lo que fue hecho (o fue creado)”.

Y el verso 14 dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros”.

Vean ustedes: El Verbo, la Palabra, se hizo carne y habitó entre los seres humanos.

Y ahora, aquí en el Evangelio según San Lucas, cuando el Arcángel Gabriel vino: capítulo 1, verso 26 en adelante dice (de San Lucas):

“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret…”.

Y ahora, ustedes ya saben, apareció a María, y luego le dice [verso 30]:

“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre: Jesús.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre; y su reino no tendrá fin.

Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.

Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”.

Aquí tenemos al Hijo de Dios: el Señor Jesucristo.

Ahora, vean ustedes que fue el Verbo, la Palabra hecha carne.

Ahora, Dios dice en Su Palabra que Él tiene más hijos. Y Dios, a través de las edades y de las dispensaciones, Él ha estado llevando a cabo una Obra en donde Él ha estado produciendo un nuevo nacimiento para Sus hijos.

El Señor Jesucristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios”1. Así que el Señor Jesucristo estuvo hablando de un nuevo nacimiento, en el cual cada persona toma el camino correcto para ese nuevo nacimiento.

Todo hijo de Dios tiene que nacer por la Palabra, ser un hijo de la Palabra. Así que todo hijo de Dios tomará la dirección correcta para ser el hijo de la Palabra.

El Señor Jesucristo era nada menos que el Verbo, la Palabra, hecho carne. Y cada hijo de Dios en cada una de las edades pasadas vino a la Palabra, al Mensaje correspondiente para su tiempo, y así vino a ser un hijo de la Palabra Divina, la Palabra de Dios; y así se identificó como un hijo de Dios de esa edad.

Y la Palabra de esa edad, traída por el ángel mensajero, se hizo realidad en esa persona, en cada hijo de Dios de cada edad. Por lo tanto, cada hijo de Dios en cada edad podía decir: “Yo soy el hijo de la Palabra de esta edad que estamos viviendo”; cada hijo de Dios podía hablar de esa forma; y el mensajero podía hablar de esa forma.

Por eso San Pablo decía: “Yo los he engendrado a ustedes en Cristo por el Evangelio”2, por la Palabra que le fue dada. Y así aparecieron los hijos de Dios en cada edad.

Y cuando han terminado las edades de la Iglesia gentil, los seres humanos se preguntan: “¿Y dónde están los hijos de Dios? ¿Quiénes son los hijos de Dios? ¿Quiénes son los escogidos?”. Siempre los escogidos han sido los hijos de la Palabra, del Mensaje correspondiente para la edad en que viven.

Y nos preguntamos: “¿Dónde están los hijos de Dios, los hijos de la Palabra del fin del tiempo? ¿Dónde están?”… (No veo nada más que 2 o 3 que…). [Los presentes levantaron sus manos –Editor] ¡Ah! ¡Hay más hijos de la Palabra! No de la Palabra de una edad pasada o de una dispensación pasada; yo estoy preguntando por los hijos de la Palabra de este tiempo final.

Vamos a ver cuál es la Palabra de este tiempo final, y luego me contestan la pregunta en esta noche.

Los hijos de la Palabra del tiempo de San Pablo podían decir: “¡Aquí estamos los hijos de la Palabra de esta primera edad!”. Y así podían decir también los de la segunda edad, los de la tercera, los de la cuarta, los de la quinta, los de la sexta y los de la séptima también; y los de la brecha entre la séptima y octava etapa o edad.

Ahora, ¿cuál es la Palabra de este tiempo final? La Palabra de este tiempo final, el Mensaje de este tiempo final, que llama y junta a los escogidos, a los hijos de Dios, para que se haga carne en ellos esa Palabra.

Recuerden que los hijos de Dios son la Palabra hecha carne, la Palabra manifestada en carne para su edad, la Palabra, el Mensaje, que corresponde para su edad. La Palabra que se cumple de parte de Dios en esa edad se hace carne en esas personas; y vienen a ser, esas personas, los hijos de la Palabra: de esa Palabra que se ha manifestado en esa edad.

Ahora, la Palabra prometida para ser manifestada en el fin del tiempo es la Segunda Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, llamando y juntando a todos los escogidos con Gran Voz de Trompeta. Y esa Palabra es la Trompeta Final que llama y junta a todos los escogidos, para luego recibir la transformación de sus cuerpos (los que están vivos), y los que partieron en el pasado recibir la resurrección de sus cuerpos.

Esa Palabra es identificada en la Escritura como el Evangelio del Reino; el Mensaje que en otros tiempos fue oculto de la humanidad, porque no había llegado el tiempo para proclamarse el Mensaje del Evangelio del Reino; porque se estaba proclamando en la dispensación pasada el Evangelio de la Gracia.

Ahora, el Evangelio de la Gracia tuvo un grupo: miles o millones de hijos de Dios manifestados con esa Palabra, ese Mensaje.

Ahora, hemos llegado a la tercera dispensación con el Evangelio del Reino, para ser identificados los hijos del Reino, que son el trigo en la parábola del trigo y de la cizaña.

Así que los hijos del Reino en este tiempo final son llamados y juntados, son recogidos con el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje que anuncia la Segunda Venida del Señor como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, llevando a cabo Su Obra de Reclamo de todo lo que Él redimió con Su Sangre preciosa como Cordero de Dios.

Él como Cordero de Dios nos limpió de todo pecado; y como León de la tribu de Judá reclama a todos los que Él ha limpiado de todo pecado con Su Sangre preciosa.

Estamos viviendo en el tiempo del Evangelio del Reino en la Dispensación del Reino. Las edades de la Iglesia gentil se vivieron comenzando en Asia Menor, pasando por Europa y pasando a Norteamérica; en donde Dios envió en cada lugar un mensajero. En Europa envió cinco mensajeros en cinco edades, y luego llegó hasta Norteamérica, el continente vecino a la América Latina y el Caribe; y ahí Dios manifestó Su bendición por medio de ese séptimo mensajero, y ahí aparecieron los hijos de esa edad, los hijos de la Palabra.

Pero luego que han terminado las edades, y la segunda dispensación ha concluido, ha comenzado la tercera dispensación y el Mensaje de la tercera dispensación: el Evangelio del Reino; el Mensaje que ha estado siendo proclamado en toda la América Latina, comenzando en el Caribe, y comenzando principalmente aquí en Puerto Rico.

¿Por qué? Así como en cada edad hubo un lugar, un continente, en donde Dios colocó a Sus hijos, y luego los llamó con Su Palabra…; y los convirtió en la Palabra manifestada, la Palabra hecha carne en seres humanos; y fueron los hijos de la Palabra para su tiempo, para sus edades. Y ahora en la América Latina está la Palabra que llama y junta a los escogidos, y los convierte en la Palabra viviente de la tercera dispensación, la Palabra viviente en la América Latina.

Tenemos los hijos de la Palabra, ¿dónde? En la América Latina; manifestados con la Palabra del Evangelio del Reino, la cual ha estado encarnándose en cada uno de los hijos de la Palabra.

Y cuando preguntan: “¿Dónde están los hijos de la Palabra?”, decimos: “¡Aquí estamos nosotros: En la América Latina, incluyendo el Caribe!”.

¡Gracias a Dios por los hijos de la Palabra de este tiempo final, de esta tercera dispensación!

Padre, Señor Jesucristo, perdona todos los errores que hemos cometido en este año 1990, y prepáranos para este año 1991.

Y usa a cada uno de Tus hijos, los hijos de la Palabra, en Tu Obra, en esta Obra gloriosa de la tercera dispensación, con el Evangelio del Reino manifestado en la América Latina, con el Caribe juntamente.

Señor, presento a Ti los hijos de la Palabra, Tus hijos. Los presento a Ti juntamente conmigo, y te pido las bendiciones prometidas por Ti para todos los hijos de la Palabra de este tiempo final.

Oh, Señor Jesucristo, me dedico a Ti juntamente con cada uno de Tus hijos en esta hora final. En Tus manos estoy juntamente con ellos. Úsanos conforme a Tu voluntad, conforme a Tus planes, conforme a Tu Palabra prometida para esta hora final.

Y llena a cada uno de Tus hijos, y a mí también, plenamente, con Tu amor divino, de modo que toda labor que hagamos en Tu Obra la hagamos como una manifestación de fe y amor divino, para que así sea de Tu agrado, y toda labor de Tus hijos tenga su galardón, su recompensa, en el Cielo, en Tu Reino.

Señor, gracias por Tus bendiciones de este año 1990 que está terminando; y llena a Tu pueblo, a Tus hijos, de las bendiciones que Tú has reservado para este año 1991 que está comenzando en estos momentos.

Oh, Señor Jesucristo, yo te pido todas las bendiciones de la Primogenitura para todos los hijos de la Palabra, Tus hijos; los cuales en este tiempo están recibiendo Tu Palabra, y se están convirtiendo en la Palabra de este tiempo final, la Palabra de la tercera dispensación, la cual se está encarnando en nosotros. Y la Palabra se está haciendo carne, y la carne nuestra se está haciendo la Palabra.

¡Somos la Palabra hecha carne en este tiempo final, lo reconocemos! Y por eso, Señor Jesucristo, sabemos que somos Tus hijos. Y como hijos amados Tuyos, te pedimos Tus bendiciones para este año 1991.

Te presento a todos Tus hijos, aquí en Puerto Rico y en toda la América Latina, y también a los que se encuentran en otros países, como en Norteamérica y en cualquier otro país.

Señor, te pido derrames grandes bendiciones en este año 1991 sobre todos Tus hijos. Y que estas bendiciones ayuden a la América Latina, a todos los seres humanos de la América Latina; y puedan ellos también recibir la oportunidad de pasar al glorioso Reino Milenial, el cual comenzará muy pronto; y pueda la América Latina sobrevivir a las plagas apocalípticas de la gran tribulación, que han de caer sobre la Tierra.

Yo ruego a Ti, Señor, por la América Latina y el Caribe. Pido a Ti por Puerto Rico y toda la América Latina. Que Tu amor, Tu bondad y misericordia, estén en Puerto Rico, el Caribe y la América Latina.

Y que en Tu amor te manifiestes y abras el corazón, la mente, el entendimiento, de cada latinoamericano, para no rechazar sino recibir el Mensaje del Evangelio del Reino; y pasar así a la tercera dispensación, y tener las promesas de la tercera dispensación, las promesas del Reino del Señor Jesucristo.

Así, Señor, presento a Ti a Puerto Rico, el Caribe y toda la América Latina con todos sus habitantes.

Gracias, Señor Jesucristo, porque has escuchado mi oración.

¡Un feliz y próspero año 1991, con todas las bendiciones del Señor Jesucristo para esta tercera dispensacion!

Con nosotros nuevamente Miguel Bermúdez Marín para así concluir, o comenzar el primer culto y el primer mensaje de este año 1991.

Ya tuvimos el del 1990, dándole gracias también a Dios por Sus bendiciones. Ya hemos sido introducidos al año 1991; hemos sido presentados ante Dios, ante el Señor Jesucristo, todos aquí reunidos, y los que están a través de la línea telefónica. Y hemos presentado a todos los puertorriqueños, a todos los latinoamericanos, a todos los caribeños, delante de Dios, para que las bendiciones de Dios vengan para todos en este año 1991, en el cual esperamos grandes bendiciones.

Confiamos en el Señor Jesucristo, y sabemos que Él nos escucha; y que Su Programa está con los latinoamericanos, incluyendo los puertorriqueños, incluyendo los caribeños… Nuestro hermano Bermúdez es caribeño, yo también soy caribeño: somos isleños los dos.

Ha sido grande la bendición de Dios que Él nos ha dado para llevar el Mensaje a la América Latina. Ha sido algo así como el varón de Macedonia diciendo: “Pasa a Macedonia y ayúdanos”3.

En otro lugar que Pablo quería ir, allí no estaban los escogidos que Pablo tenía que llamar… (Déjeme buscar aquí en el mapa, a ver el lugar a donde Pablo quería ir)… A Bitinia quería ir, pero…

Por aquí está Bitinia, ustedes lo pueden ver: está más para el este; eso era Asia Mayor; y el Programa Divino estaba para Asia Menor… siempre hacia el oeste, viajando hacia el oeste, que viajó la segunda dispensación.

Como el sol: Cristo viajando hacia el oeste, alumbrando por todo ese recorrido el corazón y el entendimiento de los seres humanos.

Así que San Pablo quería ir a Bitinia, quería caminar hacia atrás; y Dios le dijo: “No; hacia adelante”. Le mostró la visión del varón macedonio, y San Pablo fue hacia Macedonia; y allí estaban los hijos de Dios, los escogidos.

Y en la América Latina: al recibir el llamado, la petición, de pasar a la América Latina para trabajar en la América Latina, nuestro hermano Bermúdez y yo hemos respondido a ese llamado; y hemos descubierto que los escogidos, los hijos de esta tercera dispensación, estaban (¿dónde?) en la América Latina.

La América Latina es la buena tierra para la tercera dispensación; para la Palabra, el Mensaje, la simiente de la tercera dispensación. Por eso ha colocado a los escogidos en la América Latina.

Y aun cuando el Mensaje llega a otros países… por ejemplo, de Norteamérica o de Europa… Allá Bermúdez, cuando estuvo por España, ¿quiénes recibieron el Mensaje? Los que lo recibieron eran latinoamericanos también.

Así que la bendición está ¿dónde?… ¿Y quiénes la tienen?… [Los presentes respondieron afirmativamente –Editor].

Así que esa es la bendición grande que tiene la América Latina en este tiempo final, incluyendo a Puerto Rico con el Caribe.

Y Dios está llevando a cabo Su Obra en la América Latina, la Obra de la tercera dispensación, la Obra que va a producir la resurrección de los muertos en Cristo de las edades pasadas, de la segunda dispensación, y va a producir la transformación de los que estamos vivos en este tiempo final.

Así que la América Latina está experimentando la Obra del fin del tiempo, así como otras naciones experimentaron la Obra de Dios del tiempo pasado, en donde Dios llevó a cabo una Obra en diferentes continentes. Ahora le ha tocado a la América Latina.

La América Latina está experimentando lo más grande que continente alguno esté experimentando en la actualidad de parte de Dios; y principalmente en cuanto a las bendiciones; porque otros continentes van a experimentar pero en cuanto a los juicios.

Y la América Latina tiene el privilegio de ser el continente, incluyendo el Caribe, que será testigo… ¡es testigo! de lo que ya se ha estado cumpliendo: es testigo de la tercera dispensación, del Mensaje del Evangelio del Reino, es testigo del recogimiento de los escogidos, que se está llevando a cabo; y será testigo también de la resurrección de los muertos y de la transformación de los vivos.

América Latina, con el Caribe, es testigo de lo que Dios está llevando a cabo en esta tercera dispensación; lo cual ha comenzado, pero que no ha terminado: continuará hasta que la Obra perfecta de Dios hará hijos de la Palabra perfectos, en cuerpos perfectos, para vivir eternamente.

Y todo esto porque los escogidos, los hijos de Dios, que viven en este tiempo final, son, cada uno como individuo, el hijo de la Palabra. Siendo hijos de la Palabra, entonces tenemos todas las promesas de la Palabra, el Mensaje del Evangelio del Reino.

Todas las bendiciones que son habladas en el Mensaje del Evangelio del Reino, cada uno de los hijos de la Palabra son herederos de esas bendiciones.

Por eso, todo lo que es hablado en el Evangelio del Reino, lo esperamos nosotros; toda bendición que es hablada para los hijos de Dios, la esperamos nosotros. Porque somos hijos de la Palabra, la Palabra de esta tercera dispensación, la Palabra del Evangelio del Reino; para producir hijos de la Palabra y llevarlos a la perfección. Así que estamos en un proceso divino, el cual Dios está llevando a cabo en la América Latina juntamente con el Caribe.

¿Sabe lo que esto significa para cada uno de nosotros? Que las personas que van a ser transformadas, el 90 o 99 por ciento (para dejar un huequito para alguno, para que no digan que somos demasiado egoístas), será, cada uno, un latinoamericano, incluyendo el Caribe. Y en el uno por ciento [1%] que dejamos, pues que se acomoden el resto de los demás países fuera de la América Latina y el Caribe. (Esto es para que no protesten).

¿Saben lo que dijo el séptimo mensajero cuando estuvo en Norteamérica? Él dijo que no había en su tiempo ni doce listos para el rapto, para ser transformados y raptados.

Es que el tiempo de la transformación y del rapto no caía en la séptima edad, ni caía tampoco en la etapa de la introducción de la Segunda Venida del Señor; sino que caía en la tercera dispensación, y no en la segunda; y caía no en Norteamérica, sino en la América Latina.

Decir que no tenían ni doce listos para el rapto es una situación muy triste para Norteamérica; y eso estando su mensajero.

Y en la América Latina la cosa es diferente. No hubo doce listos allá para el rapto, para ser transformados y raptados; porque la fe del rapto ¿dónde estaba? En los Truenos.

Y en los Truenos está el gran secreto del Séptimo Sello, el gran secreto de la Segunda Venida del Señor Jesucristo, del Hijo del Hombre como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores; con Su nombre como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores: con Su Nombre Nuevo; con el cual son sellados todos los escogidos en este tiempo final, y en donde el Señor envía ese Nombre Nuevo en esa Piedrecita blanca.

Esa Piedrecita es la Segunda Venida del Señor. Ahí viene el Nombre Nuevo; y no lo entiende nadie, sino aquel que lo recibe.

Cada mensajero en cada edad recibió al Señor en el tiempo en que vivió, pero no en el cumplimiento de la Segunda Venida del Señor, sino en la manifestación correspondiente para su tiempo.

Y por esa causa, ninguno recibió el nombre nuevo en esa Piedrecita, en esa revelación divina; porque estaba reservado ese nombre para el tiempo final, en la Venida de la Piedrecita blanca, en el cumplimiento de esa promesa.

Y ahí, el Ángel, entonces aparece con el Sello del Dios vivo, llamando a todos los escogidos, y juntándolos con el Mensaje de Gran Voz de Trompeta, y sellándolos con el Sello del Dios vivo, para así poder tener la fe, la revelación, para ser transformados y ser raptados.

En ese Mensaje de los Truenos, que es el Evangelio del Reino, está la fe para ser transformados, ser raptados; y para los que partieron en el pasado, ser resucitados; porque todos los muertos en Cristo escucharán la Voz del Hijo de Dios, y se levantarán. Porque es el Evangelio del Reino la Voz del Hijo de Dios en este tiempo final revelando los grandes misterios de esta tercera dispensación, los grandes misterios correspondientes a la Segunda Venida del Señor y Su Obra aquí en la Tierra, la Obra de la Segunda Venida del Señor, la Segunda Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles en la América Latina, incluyendo el Caribe.

Eso es lo que hemos estado viendo en la América Latina. Y por esa causa yo puedo decir que tenemos en la América Latina más de doce personas listas para ser transformados y ser raptados.

¿Y quiénes son esas personas? ¡Los hijos de la Palabra! Y ahí estamos ustedes y yo; aquí en Puerto Rico y en toda la América Latina.

Así que eso nos hace vivir este nuevo año 1991 tranquilos espiritualmente, con paz en nuestra alma, en nuestro corazón, y llenos de alegría y de regocijo, sabiendo que somos los hijos de la Palabra de esta tercera dispensación, sabiendo que estamos listos esperando la transformación de nuestros cuerpos.

Mientras llega, trabajamos en la Obra Divina, en el Programa Divino, con amor divino, y haciendo todas las cosas por fe; porque sin fe es imposible agradar a Dios4. Y fe es revelación.

Teniendo la revelación de la tercera dispensación, entonces podemos trabajar en esa Obra que se está llevando a cabo en la América Latina, incluyendo el Caribe.

Así que ¡adelante en este año 1991!, trabajando en el Reino de Dios, trabajando en esta tercera dispensación con el Evangelio del Reino; para que así se complete la Obra del Señor Jesucristo en la América Latina, y todos seamos transformados; y tengamos esa temporada de 30 a 40 días aquí, de la cual yo no he querido hablar mucho, pero que será una temporada de una bendición muy grande; y luego seremos raptados, trasladados, en lo que pasa la gran tribulación.

Así que teniendo tales promesas: ¿Quién no va a estar contento? ¿Quién no va a estar seguro? ¿Quién no va a tener paz? Tenemos paz: la paz del Señor; tenemos alegría, felicidad, tenemos ánimo, entusiasmo, para trabajar en la Obra del Señor; y así que se complete el Programa que Él predestinó, que Él diseñó, para la América Latina y el Caribe, en el cual todos nosotros hemos sido bendecidos.

Así que, Dios les continúe bendiciendo grandemente, Dios les guarde y les use poderosamente en Su Obra en este año nuevo 1991.

¡Que las bendiciones espirituales, bendiciones celestiales, y bendiciones materiales, terrenales, sean sobre cada uno de ustedes en este año 1991!

Muchas gracias y pasen todos muy buenas noches – ¡o muy buen día!: El primer día de este nuevo año.

Ha sido un privilegio para mí estar el último día del año que ha pasado, y estar el primer día también con ustedes, el comienzo de este primer día del 1991.

Que Dios les bendiga y les guarde grandemente.

Con nosotros nuevamente Miguel Bermúdez Marín para continuar ya…

Como todo es lo primero: el primer retrato, pues lo está tomando también, el primer retrato de este año 1991. (Es bueno que lo coloque en este mensaje también, en el librito, para que así todo sea lo que hemos comenzado en esta ocasión, en este día, de este año 1991).

Bueno, Dios les continúe bendiciendo a todos.

“EL HIJO DE LA PALABRA”.

1 San Juan 3:3

2 1 Corintios 4:15

3 Hechos 16:9

4 Hebreos 11:6

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