Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes aquí en Puerto Rico, y también a los que a través de la línea telefónica se encuentran en esta mañana: allá en Venezuela, en Colombia, en México, en la República Dominicana, en El Paso (Texas), y en los diferentes lugares de la América Latina y de Norteamérica que en esta mañana se encuentran a través de la línea telefónica.
Que Dios en esta mañana derrame Sus bendiciones sobre nosotros, y nos permita entender lo que Él tiene para cada uno de nosotros en este tiempo final.
Dice el apóstol San Pablo, en Hebreos, capítulo 13, verso 8:
“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”.
Que Dios nos permita entender Su Palabra.
“JESUCRISTO REVELADO”.
El Señor Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. El Señor Jesucristo es el mismo del Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento; y Él será el mismo por toda la eternidad.
Él es mismo bajo la Dispensación de la Ley, el mismo bajo la Dispensación de la Gracia, el mismo bajo la Dispensación del Reino. Él es el Creador de los Cielos y de la Tierra.
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”.
Y sigue diciendo el apóstol San Juan, hablando acerca del Verbo, que es Dios, dijo [San Juan 1:1-14]:
“Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas (¿por quién? por el Verbo), y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció (por esta Luz verdadera que venía, el mundo fue hecho).
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
Cuando el Verbo, Dios, el Creador de los Cielos y de la Tierra, se hizo carne, le conocimos como Jesús de Nazaret; un hombre sencillo que nació en Belén de Judea para cumplir la promesa que de Belén saldría el guiador de Israel, el Mesías, el Cristo. Y se crio en Nazaret para así cumplirse de que sería nazareno.
Y fue llevado a Egipto cuando ya tenía unos dos años, para que se cumpliese la Escritura que dice1: “… de Egipto llamé a mi hijo”; porque a Israel como pueblo, la nación de Israel, siendo el hijo de Dios como nación, Dios la llamó de Egipto y dijo2: “Israel es mi hijo, mi primogénito”.
Por lo tanto, ninguna nación sobre la Tierra (como nación) tiene la Bendición de la Primogenitura sino Israel; por eso Israel como nación estará a la cabeza de todas las naciones.
Ahora, el resto de las naciones tienen la oportunidad de recibir bendiciones de Dios, pero no la Bendición de Primogenitura.
Ahora, en el Señor Jesucristo también se cumplió: “… de Egipto llamé a mi hijo”.
Está también el Egipto espiritual, del cual Dios llama a Sus hijos, a Sus escogidos, a Sus primogénitos.
Ahora, el Señor Jesucristo era nada menos que el Verbo, que es Dios hecho carne, el Creador de los Cielos y de la Tierra.
Por eso ustedes pueden ver que al Señor Jesucristo le obedecía toda la naturaleza, porque es el Creador de los Cielos y de la Tierra, pero apareció vestido de carne humana, en una forma tan sencilla; y ni siquiera obtuvo títulos terrenales de aquí de la Tierra: no era un doctor en teología, no era un sumo sacerdote de la Tierra, terrenal; sino que era un hombre sencillo criado en Nazaret, y allí como oficio: carpintero; pero las personas no pudieron ver que detrás de ese velo de carne tan sencillo, tan humilde… pues Él dijo3: “… aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”.
En esa forma tan sencilla se manifestó Dios en toda Su plenitud; porque Dios siendo tan grande escogió una forma sencilla para manifestarse y revelarse a las personas humildes y sencillas que vivían en la Tierra; pero era nada menos que el mismo del Antiguo Testamento.
Moisés en una ocasión dijo que deseaba ver a Dios. Dios le dijo4: “No puede ningún hombre verme, y vivir. Por lo tanto, tú te vas a colocar allá en la roca, en la hendidura de la roca; y entonces yo pasaré proclamando mi nombre, y entonces tú me verás”. Y Moisés se colocó en la roca y Dios pasó, proclamando Su Nombre pasó Dios; y luego Moisés dice que vio como la espalda de un hombre, cuando Dios pasó.
Moisés estaba viendo a Dios en teofanía, él estaba viendo al Señor Jesucristo en Su cuerpo teofánico; todavía Dios no había tomado un cuerpo de carne humana para habitar en él; solamente Dios estaba en esa primera fase de Su Programa creativo en cuanto a Su cuerpo, pues Dios se había creado un cuerpo teofánico y habitó en ese cuerpo.
Y por esa causa, en el Antiguo Testamento, en muchas ocasiones Dios les apareció a diferentes profetas, y ellos vieron un ser de otro mundo, de otra dimensión; estaban viendo a Dios en Su teofanía, estaban viendo a Jesucristo en Su cuerpo teofánico, pues todavía no había tomado el cuerpo de carne y hueso.
Ahora, en una ocasión Abraham, el padre de la fe, el cual había tenido tantas experiencias con Dios, en una ocasión cuando regresó de la victoria de aquella batalla que había llevado a cabo contra unos reyes, y libertó a Lot… Lot, que es tipo de la Iglesia, representando ahí, no a los primogénitos sino al resto de los hijos de Dios, porque los primogénitos están representados en Abraham.
Ahora, Abraham se encontró con Melquisedec; fue a Abraham que le apareció Melquisedec y le dio pan y vino5, tipo y figura para el tiempo final, en donde Dios nos dará de Sí mismo para nosotros convertirnos en la Palabra hecha carne, y así nosotros poder regresar a la vida eterna.
Ahora, este Melquisedec que le apareció a Abraham, dice la Escritura, dice San Pablo: “Sin padre y sin madre, sin genealogía”. Por lo tanto, ¿quién es ese Melquisedec? Dice que vive para siempre: “sin principio ni fin de tiempo”6.
Este Melquisedec es nada menos que el Señor Jesucristo en Su cuerpo teofánico como Sumo Sacerdote y también como Rey de Salem, Rey de Paz y Rey de Jerusalén, que es la Ciudad de Paz.
Aunque hemos visto tantas guerras y tantos problemas en la ciudad de Jerusalén, y hemos visto que fue el lugar, también, donde crucificaron al Señor Jesucristo, con todo y eso es la Ciudad de Paz, pues en el glorioso Reino Milenial esa ciudad disfrutará de la paz del Señor Jesucristo en ese glorioso Reino.
Así que la bendición de Jerusalén se alejó de ella (de Jerusalén) cuando crucificaron a Jesús; pero en este tiempo final regresará la bendición a Jerusalén y a todo Israel, y luego el glorioso Reino Milenial comenzará y tendrá paz Jerusalén. Así es que se cumplirá lo que significa Jerusalén, y es la Ciudad del Rey.
Ahora, pueden ustedes ver que una ciudad, una nación, un pueblo o una persona puede estar predestinado para tener grandes bendiciones y puede ser una persona que haya recibido por la Palabra hablada esas bendiciones; pero con todo y eso, esa persona pasar por tantas y tantas luchas y problemas que cualquiera que lo vea puede decir: “Esa persona lo que tiene son problemas; ¡y tanto que busca las cosas de Dios y las bendiciones de Dios!”. Le puede acontecer a una persona, a una nación, a un pueblo.
¿Y qué significa todo eso? Significa que cuando una persona ha sido predestinada para las bendiciones de Dios tiene muchas luchas en la Tierra, porque el diablo no quiere que ninguna persona ni nación reciba las bendiciones de Dios. Y esa persona entonces tiene una lucha.
Pero aunque las personas o naciones pueden decir: “Y eso que dice que es un hijo de Dios, y parece como que Dios no está con él”. “Y eso que dice la nación hebrea que es la nación de Dios: y han pasado por tantos problemas que en una ocasión Hitler por poco los destruye a todos”.
Pero ellos saben que son el pueblo elegido de Dios como nación; y a ellos no les importa lo que los demás digan: ellos saben y ellos creen con todo su corazón (como nación y como individuos) que son la nación elegida de Dios como nación, para en esa nación ser establecido el glorioso Reino del Señor Jesucristo, el Reino Milenial.
Porque los problemas ni le quitan ni le añaden a la realidad de lo que Dios le ha dado a una persona o a una nación, lo que Dios ha predestinado para una nación o un individuo.
La Bendición de la Primogenitura como nación le pertenece a Israel, y pronto escuchará esa Bendición de la Primogenitura siendo hablada. Pero antes la Bendición de la Primogenitura es hablada a los escogidos de Dios primogénitos de entre los gentiles, que pertenecen no a una nación terrenal, no al Israel terrenal, sino al Israel celestial. Por lo tanto, para el Israel celestial le viene la Bendición de la Primogenitura primero, y luego al Israel terrenal.
Así que podemos ver que no importan los problemas, las luchas, las pruebas, las persecuciones… el individuo que ha recibido la bendición de Dios, que tiene esas bendiciones, no importa por los problemas que pase: él sabe que tiene esas bendiciones, y él tiene su fe basada en las promesas que ha recibido de parte de Dios, y él sabe que la vida terrenal – esto es temporero; él sabe que tanto las comodidades, los bienes terrenales, como los problemas y luchas terrenales son pasajeros, temporales; por lo tanto, piensa en lo que dijo el Señor Jesucristo y en lo que dijo el apóstol San Pablo:
El Señor Jesucristo dijo7: “Si alguno quiere seguir en pos de mí, tome su cruz, y sígame”. Y el apóstol San Pablo en la carta a los Romanos, capítulo 8, verso 14 en adelante, dice:
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”.
Mire, aquí en la Tierra no solamente los hijos de Dios, los escogidos, sufren, también sufren otras personas; pero los únicos que sufren y que en medio del sufrimiento tienen una esperanza, porque su fe está basada en las promesas de Dios, son los hijos de Dios, los escogidos de Dios; y “el Espíritu de Dios da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”.
Ahora, el Espíritu de Dios en cada edad, por medio del mensajero de cada edad, ha dado testimonio a los hijos de Dios, a los escogidos de cada edad, con el Mensaje que Dios ha enviado por medio de cada mensajero. Y ese Mensaje es un mensaje que va directo al alma y al espíritu de cada hijo de Dios, dándoles testimonio con ese Mensaje de que son hijos de Dios.
No es cosa que uno siente por ahí, y un friito, sino algo real; y lo único real es la Palabra. Y cuando la Palabra lo dice, entonces usted con su fe se agarra de esa Palabra y usted permanece fiel en todo tiempo; no importan los problemas y pruebas por los cuales usted pase, porque usted sabe que es un hijo o hija de Dios; hijos e hijas de Dios viviendo aquí en la Tierra.
Ahora, el Espíritu de Dios en este tiempo final está dando testimonio de que somos los hijos de Dios, los primogénitos, que seremos transformados en este tiempo final.
Ahora, vamos a ver aquí un poquito de las glorias venideras que dice el apóstol San Pablo. Dice que los problemas, las aflicciones, “no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”.
“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios”.
La manifestación de los hijos de Dios con vida eterna, en un cuerpo eterno, teniendo el Título de Propiedad nuevamente; y así estar listos con todo lo que Dios tiene para cada hijo de Dios; o sea, ya comenzando con la herencia, disfrutando la herencia de Dios. Dice:
“Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;
y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”.
La redención de nuestro cuerpo es la transformación que hemos de recibir, en donde hemos de obtener un cuerpo eterno para ser a imagen y semejanza del Señor Jesucristo.
Al recibir la transformación, o sea, la redención de nuestro cuerpo, entramos a la herencia de Dios para ser coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro. Ya entramos a esa herencia, y entonces toda la naturaleza, toda la Creación, le obedecerá a esos hijos de Dios que ya han recibido la redención de sus cuerpos.
También los santos que partieron en el pasado, del Nuevo Testamento, regresarán en cuerpos eternos en la resurrección de los santos, de los escogidos, de los primogénitos; y todos estaremos a imagen y semejanza del Señor Jesucristo, como Él ha prometido; y todo esto se llevará a cabo en este tiempo final.
Por esa causa, el ministerio que usted ve en Apocalipsis, capítulo 11, y ve que bajo este ministerio la naturaleza le obedece a la Voz de este ministerio manifestado en el Ángel del Señor Jesucristo, es porque para ese tiempo de la gran tribulación ya ese ministerio y la persona en donde ese ministerio estará operando, estará adoptado; ya su cuerpo habrá sido redimido, y por esa causa ni la muerte podrá retenerlo.
Y ahí será el tiempo en que este planeta Tierra estará pasando por la etapa de purificación, donde los grandes terremotos van a estremecer este planeta Tierra, en donde ciudades caerán, serán destruidas.
Y vea usted, se cumplirá lo que dice el apóstol San Pablo en el capítulo 12 del libro de Hebreos, comenzando en el verso 25 hasta el 29 que dice:
“Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos.
La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.
Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas (cosas hechas por los seres humanos), para que queden las inconmovibles.
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
porque nuestro Dios es fuego consumidor”.
Y dentro de muy poco tiempo la raza humana verá lo que significa “nuestro Dios es fuego consumidor”. Este planeta Tierra, los cielos y la Tierra, serán estremecidos por la Voz del que una vez estremeció la Tierra.
Así que encontramos que la Voz del Señor Jesucristo se escuchará, Él estará hablando; y por Su Palabra hablada producirá todo lo que Él ha dicho.
Ahora, estas cosas, que corresponden a la gran tribulación, son cosas que estarán aconteciendo y producirá la preparación del planeta Tierra para el glorioso Reino Milenial.
Este planeta Tierra será enderezado, pues tiene una inclinación causada en otro tiempo, pero se va a enderezar la Tierra y tendremos un glorioso Reino Milenial.
Los volcanes van a producir un terreno fértil y habrá abundancia en este planeta Tierra durante el Reino Milenial. En la actualidad hemos escuchado acerca de algunos volcanes que han estado en erupción y han causado daño, pero en la gran tribulación o apretura de Jacob, o tres años y medio de la gran tribulación, que será la última parte – los últimos tres años y medio de la semana setenta de la profecía de Daniel, en ese tiempo los volcanes han de echar lava y van a cubrir en la Tierra toda esa tierra que no es fértil, y la van a preparar para el glorioso Reino Milenial.
Hay muchas áreas que serán más afectadas que otras. Yo oro por la América Latina, Puerto Rico y el Caribe, para que estas plagas apocalípticas hagan el menor daño posible en Puerto Rico, el Caribe y la América Latina; y que casi todo el daño que causarán estas plagas caiga sobre la bestia, la imagen de la bestia y las naciones que se unirán a la bestia; y que caigan sobre ellas como recompensa a lo que ellos harán en esos días y a lo que han hecho a través de las edades y a través de las dispensaciones; porque es el día grande y terrible de Jehová8, el día de venganza del Dios nuestro9.
Y si es el día de venganza, entonces será derramado ese día de venganza sobre las naciones, pueblos y lenguas que han perseguido y que han matado a los hijos de Dios en las diferentes edades y dispensaciones, que han perseguido la Obra de Dios —que Él ha llevado a cabo en esas naciones— y la han tratado de destruir.
Así que para la América Latina nosotros oramos, y para Puerto Rico y el Caribe, que en vez de venir las plagas vengan las bendiciones de Dios, la misericordia de Dios sea extendida; y así pueda la América Latina, Puerto Rico y el Caribe pasar al Reino Milenial con el menor daño posible causado por la gran tribulación.
La gran tribulación, esos tres años y medio, será un tiempo terrible. Para que tengan una idea de lo terrible que será ese tiempo, podemos leer aquí en el capítulo 6 de Apocalipsis, versos 12 al 17, y así tendremos una idea de cómo será ese tiempo.
“Miré cuando abrió el sexto sello…”.
Y el Sexto Sello es el Sello que corresponde al ministerio de Moisés y Elías durante la gran tribulación. El Sexto Sello lo abren, en cuanto al cumplimiento de ese Sello, la realización de ese Sello, la materialización de ese Sello, lo abren, lo materializan, el ministerio de los Dos Olivos, el ministerio de Moisés y de Elías.
“Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto (comienza con un terrible terremoto); y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre…”.
Ahora, recuerden, está la luna literal y está la Luna espiritual. La luna literal es la luna que cada vez podemos ver cuando sale; y la Luna espiritual es la Iglesia. Y en ambos sentidos, en la gran tribulación la luna literal y la Luna espiritual serán afectadas.
Ahora, sigue diciendo:
“… hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre”.
La Luna espiritual, que es la Iglesia que pasará por la gran tribulación, o sea, el resto de los hijos de Dios los cuales no pertenecían al grupo de los primogénitos (por lo tanto, no pudieron recibir la Bendición de la Primogenitura, no pudieron recibir entonces la transformación de sus cuerpos los que estaban vivos), pasarán por la gran tribulación.
Y la bestia y la imagen de la bestia, con las naciones que le darán a la bestia el poder y la autoridad, perseguirán a la Iglesia, al resto de los hijos de Dios, y los matarán. Por eso la Iglesia, la Luna, que son el resto de hijos de Dios que estarán viviendo en el fin del tiempo, durante la gran tribulación ellos darán sus vidas por la fe en Cristo, que es el mismo ayer, hoy y siempre. Darán su vida por Cristo.
Y usted los encuentra luego en Apocalipsis, capítulo 7… y le pregunta el anciano a Juan, cuando vio esa gran multitud, dice [verso 9]:
“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;
y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”.
Y luego, más adelante, en el verso 13 en adelante, dice:
“Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?
Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;
porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de agua de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”.
Aquí tenemos los que han de pasar por la gran tribulación, que han de dar sus vidas en ese tiempo.
Y encontramos que será un tiempo difícil para los seres humanos y será un tiempo inevitable; aun con todos los adelantos que tiene la ciencia, aun con todos los adelantos que tienen los seres humanos, no podrán evitar estos tres años y medio de la gran tribulación en donde se ha de desatar el juicio divino, en donde es conocido como el día de venganza del Dios nuestro.
Yo les tengo que hablar de estas cosas porque es lo que ha de venir, cosas que han de venir sobre este planeta Tierra, sobre la raza humana.
Ahora, sigue diciendo Apocalipsis, capítulo 6, verso 13:
“… y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.
Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar (esto será algo terrible).
Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;
porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”.
El mundo reconocerá que es el día de la ira del Cordero. Será un tiempo terrible. Pero nosotros no tenemos por qué estar tristes, no tenemos por qué estar llenos de miedo, de temor, porque “vosotros sois hijos del día, ni hijos de las tinieblas”10: hijos del día: ¡hijos de la Bendición de la Primogenitura!
Por lo tanto, una Puerta celestial se abre para nosotros, para que así nosotros recibamos nuestra transformación antes que comience la gran tribulación; y entonces ya en cuerpos eternos los juicios divinos no podrán venir sobre nosotros.
Y para evitar estas cosas que han de venir sobre la Tierra y estar en pie delante del Hijo del Hombre en el fin del tiempo, el Señor Jesucristo, que es el mismo ayer (en el Antiguo Testamento y en la Dispensación de la Ley), el mismo hoy (en la Dispensación de la Gracia), y el mismo por los siglos11 (en la tercera dispensación12)…
Él se reveló en el Antiguo Testamento a Sus profetas, y por medio de Sus profetas al pueblo, por mensajeros de edades y mensajeros también de dispensaciones.
Luego encontramos que se reveló el Señor Jesucristo creando un cuerpo en el vientre de María; y ahí estaba Dios manifestado, revelado, en carne humana.
San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16, dijo: “Grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne”.
Luego encontramos que a través de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, el Señor Jesucristo, que es Dios, que es el mismo ayer, hoy y siempre, se reveló en cada edad por medio de cada uno de Sus mensajeros y estuvo hablándole a Sus hijos, y llamando a Sus hijos en cada edad. Era nada menos que el Señor Jesucristo revelado.
Como se reveló en la Dispensación de la Ley por medio de Sus mensajeros, se reveló también en la Dispensación de la Gracia, en las siete edades; y luego, en este tiempo final: por medio de Su Ángel Mensajero. Dice aquí Apocalipsis, capítulo 1, verso 1:
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”.
Jesucristo revelado en Su Ángel Mensajero en este tiempo final, el mismo ayer, hoy y siempre. Él en este tiempo final se revela, y Su revelación para Su pueblo es una revelación que producirá todo lo que Él ha prometido para este tiempo final; porque en Su revelación de este tiempo final, correspondiendo Su revelación para la tercera dispensación, Él lleva a cabo Su Obra de Reclamo, en donde Él reclama todo lo que redimió con Su Sangre preciosa, y entonces Él tiene el derecho al establecimiento de Su Reino por mil años aquí en la Tierra.
Por eso es tan importante JESUCRISTO REVELADO.
Por eso es tan importante para los escogidos ver a Jesucristo revelado, porque Él en este tiempo final se revela para traerle a Sus escogidos las bendiciones de la primogenitura, para darle a todos los escogidos el Título de Propiedad, en donde está la herencia divina, la herencia de Dios, pues somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro.
Así que en este tiempo final, así como los héroes de la fe de cada edad y de cada dispensación pudieron ver y permanecer viendo a Jesucristo revelado, y su fe estuvo anclada en Jesucristo revelado en la forma correspondiente para Su tiempo, así también nosotros en este tiempo final estamos viendo a Jesucristo revelado en la forma que Él prometió para este tiempo final.
Y estamos en pie delante del Hijo del Hombre, delante del Señor Jesucristo revelado en este tiempo final, en Su revelación final, porque con esta revelación (y esta revelación) pasará al glorioso Reino Milenial.
Y así como el pueblo hebreo durante miles de años se mantuvo enseñando la forma en que Dios se reveló en Moisés y a través de Moisés en el Éxodo; y luego el cristianismo, por dos mil años aproximadamente, ha estado enseñando la forma en que Dios se reveló en Jesucristo, ha estado enseñando la revelación de Jesucristo como Cordero de Dios, que se llevó a cabo dos mil años atrás; durante el Reino Milenial la enseñanza divina que se dará a todas las personas que estarán en ese Reino, y a toda nación, pueblo y lengua, será la revelación de Jesucristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, y Su Obra de Reclamo: esa revelación de Jesucristo que Él manifiesta, lleva a cabo, en ese tiempo final.
Por lo tanto, nosotros en este tiempo final, teniendo el privilegio de vivir en el tiempo en que Jesucristo es revelado conforme a Sus promesas, le damos gracias a Dios porque estamos viendo la revelación de Jesucristo que durante el Milenio la gente que estarán viviendo en el Milenio van a ver, van a entender, se les va a enseñar, se les va a predicar.
Y esto será de gran bendición para todos los que han de vivir en el Milenio, porque todos conocerán a Dios. Ellos comprenderán las cosas que no comprendieron en su tiempo, el cual vivieron ellos antes del Reino Milenial.
Ahora, nosotros estaremos disfrutando y enseñando a Jesucristo revelado, mostrándole a la gente cómo se reveló en este tiempo final, mostrándole, contándole la historia durante el Reino Milenial.
Durante los tiempos pasados, los que enseñaron la Palabra, el Mensaje correspondiente para su dispensación, vean ustedes, pudieron enseñarlo, algunos 20 años, otros 50 años, otros 75 años o 100 años; pero luego murieron.
¿Y cuál es la diferencia entre ellos y nosotros? Que nosotros hemos comenzado a enseñar el Mensaje que se estará enseñando durante el Milenio; y durante el Milenio continuaremos enseñándolo.
O sea que tendremos todo el tiempo que falta para comenzar el Milenio, y luego tendremos mil años también sin ver muerte, para continuar enseñando el Mensaje del Evangelio del Reino, el cual enseña la Segunda Venida del Señor Jesucristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, y muestra a Jesucristo revelado en este tiempo final en Su Obra y ministerio, labor, como Rey de reyes y Señor de señores, el León de la tribu de Judá.
Ahora, es el gran misterio del Séptimo Sello que cuando fue abierto en el Cielo causó silencio; dice que hubo silencio en el Cielo por media hora, otras versiones dicen: “Por casi media hora”. Media hora del cielo son muchos años de los nuestros.
Por lo tanto, la apertura del Séptimo Sello en el Cielo causó silencio, porque en la Tierra el gran misterio del Séptimo Sello se tenía que abrir. Abrirse en la Tierra el gran misterio del Séptimo Sello, o abrirse un misterio aquí en la Tierra, significa cumplirse, materializarse ese misterio que fue hablado. Es un misterio algo que no se conoce; deja de ser un misterio cuando ya la persona lo conoce.
Ahora, cuando el Séptimo Sello fue abierto, no hubo nada en el Cielo, ni símbolo ni nada, cuando fue abierto en el Cielo el Séptimo Sello; porque no se podía en el Cielo anunciar el contenido del Séptimo Sello, porque el diablo, el enemigo de Dios, entonces conocería el contenido del gran misterio del Séptimo Sello, y antes de cumplirse en la Tierra, antes de materializarse, el diablo entonces llevaría a cabo un sinnúmero de cosas para interrumpir la manifestación, la realización, el cumplimiento del Séptimo Sello, que es la Segunda Venida del Señor, la Segunda Venida del Hijo del Hombre, la Venida de Jesucristo revelado. Estaría interrumpiendo a Jesucristo revelado, si el diablo llegaba a saber dónde se materializaría el Séptimo Sello, dónde se abriría, dónde se cumpliría el Séptimo Sello.
Así como la apertura del Sexto Sello es el ministerio de Moisés y Elías dando comienzo en Israel y dando comienzo a la semana septuagésima de la profecía de Daniel, el Séptimo Sello es la Venida del Señor, es la revelación de Jesucristo en medio de los gentiles; y eso estaba oculto: cuándo, cómo, dónde; y estas cosas, todas estaban ocultas.
La Primera Venida del Señor no fue tan secreta como la Segunda Venida del Señor. En la Primera Venida se sabía que vendría de una virgen, se sabía que Su nacimiento sería en Belén de Judea, se sabía que sería nazareno, se sabía que sería en Israel; pero para Su Segunda Venida todos los gentiles, las naciones gentiles, los cristianos de entre los gentiles, todos lo están esperando, ¿dónde? en Su propia nación; y todos lo están esperando.
Y si les pregunta usted: “¿A dónde ha de venir?” —“No sabemos”. —“¿Cómo ha de venir?”. —“No sabemos”. Pero lo están esperando.
Fue colocado todo en secreto para que así todo se llevase a cabo conforme a como Dios lo tiene planificado; y los escogidos, los predestinados, los primogénitos, lo recibieran, a Jesucristo revelado; y luego cuando seamos transformados, entonces seremos raptados y entonces le veremos.
Hay dos lugares que hablan acerca de la Venida del Señor. Uno es el que dice: “El mismo Señor descenderá del Cielo con Aclamación, Voz de Arcángel, y Trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Y luego nosotros los que vivimos, seremos arrebatados”. [1 Tesalonicenses 4:13-17]
Ahora, dice: “… seremos arrebatados para…”, vamos a ver, porque esto es muy importante para poder comprender todo el Programa Divino. Dice:
“Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado (¿que hayamos quedado hasta qué? Hasta la Venida del Señor, hasta la revelación de Jesucristo), seremos arrebatados juntamente con ellos (con los que resucitaron) en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.
Ahora, vean ustedes que luego de ser transformados y raptados juntamente con los que murieron en el pasado y han de resucitar en este tiempo, luego seremos raptados, arrebatados, para recibir al Señor en el aire; porque antes de eso estaremos viendo a Jesucristo, pero no literalmente, sino revelado en Su Ángel Mensajero; revelado en Su Ángel Mensajero en el cumplimiento de la apertura del Séptimo Sello aquí en la Tierra.
Algunas personas verán a un hombre, pero los escogidos verán a Jesucristo revelado en ese hombre, en Su Ángel Mensajero.
El velo de carne no es Jesucristo, pero Él (Jesucristo) estará revelado en Su Ángel Mensajero, trayendo el Mensaje de la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta o Trompeta de Dios para preparar a cada uno de los escogidos para la transformación de su cuerpo.
Por eso el Mensaje de la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, el Mensaje de los Siete Truenos de Apocalipsis, nos da la fe, la revelación, para ser transformados nosotros los que vivimos; nos da fe de ser transformados, fe de rapto.
Porque son los Truenos (que es el Evangelio del Reino, que es la Trompeta Final, que es el Mensaje del Señor Jesucristo), los Truenos son los que contienen la revelación del gran misterio del Séptimo Sello, del gran misterio de la Segunda Venida del Señor Jesucristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores.
Todo esto se lleva a cabo en una forma sencilla, simple, porque Dios está tratando con los escogidos, con los primogénitos. Este es el Pan de los hijos primogénitos para nuestra transformación y para la resurrección de los escogidos que partieron en las edades pasadas.
Ahora, todo esto en este tiempo final en el cual nosotros estamos llevando a cabo, es lo que Él prometió realizar. Por eso el Señor Jesucristo en este tiempo final está en este negocio: el negocio del Padre celestial, que es cumplir lo que fue prometido para este tiempo final, cumplir el Programa Divino que desde antes de la fundación del mundo Dios determinó, señaló, predestinó, para llevar a cabo en este tiempo final.
Por eso a mí me conviene estar en los negocios del Señor Jesucristo, ¿y a ustedes? También a ustedes les conviene estar en los negocios del Señor Jesucristo revelado en este tiempo final. Por lo tanto, podemos todos decir: “En los negocios del Señor Jesucristo, los negocios del Séptimo Sello, nos conviene estar”.
Y son los negocios de JESUCRISTO REVELADO. Por eso, en los negocios de Jesucristo revelado en este tiempo final nos conviene estar. Y podemos decir: “Y estamos en los negocios de Jesucristo revelado”. Y esto no es decir que “estamos” por decirlo.
¿En qué dispensación Él está revelado en este tiempo? En la tercera dispensación, la Dispensación del Reino. ¿Y dónde estamos nosotros? En la Dispensación del Reino.
Si estuviéramos en la primera dispensación o Dispensación de la Ley, ¿dónde estaríamos nosotros? En la Dispensación de la Ley, porque en esa dispensación, cuando estaba funcionando, Él estaba revelado en cada etapa, en cada edad; y nos convenía estar en esa dispensación si fuera la dispensación de este tiempo final; pero ya pasó esa dispensación, como pasó también la segunda dispensación; por lo tanto, estamos en la Dispensación del Reino.
¿Y qué Mensaje tenemos nosotros en este tiempo? ¿El Mensaje de la Ley?, ¿el Mensaje de la segunda dispensación? El Mensaje de la tercera dispensación, el Mensaje del Evangelio del Reino.
¿Y cuál es el Mensaje del Señor Jesucristo hoy? El Mensaje del Evangelio del Reino. Y ese es el Mensaje que nosotros tenemos. Y con ese Mensaje es que Él está llevando a cabo Su Obra en este tiempo final; está llevando a cabo Sus negocios con Su Palabra, el Mensaje del Evangelio del Reino.
¿Y con qué trabajamos nosotros en la Obra del Señor en este tiempo? Con Su Palabra, el Mensaje del Evangelio del Reino.
¿Y qué tenemos nosotros en nuestro tiempo, en nuestra edad y en nuestra dispensación? Como virtud, ¿cuál es la virtud correspondiente a nuestra edad? El amor divino, que es Dios.
Estar lleno del amor divino es estar lleno de Dios, manifestar el amor divino es manifestar a Dios; y con ese amor divino, que es Dios, obtendremos la victoria del amor divino.
No estamos esperando la victoria de algunas de las edades pasadas, sino la victoria de este tiempo final, que es la victoria del amor divino.
¿Y en qué edad está el Señor Jesucristo manifestándose? En la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad del Amor Divino.
Así que hemos reconocido nuestra posición en el Reino; y entonces las promesas de la transformación de nuestro cuerpo y el rapto tienen que venir; porque estamos en la posición, en el lugar del Reino que tiene esas grandes promesas, en donde podemos ver a Jesucristo revelado.
“JESUCRISTO REVELADO”.
Eso es lo que, a través de las generaciones, de los siglos, de las edades y dispensaciones se les ha pasado por alto a los seres humanos. No han podido ver, la mayoría de los seres humanos, a Jesucristo revelado en el tiempo en que ellos han vivido; no lo han podido ver revelado en ese tiempo en la persona que Él ha estado revelándose; y no han podido ver la Obra que Jesucristo, por medio de la persona en la cual Él ha estado revelado, ha estado llevando a cabo, la Obra correspondiente para ese tiempo; y han tildado de fanático al instrumento que Dios ha utilizado, al instrumento que Jesucristo ha usado y por el cual se ha revelado.
Y el movimiento que Jesucristo ha llevado a cabo por medio de Su mensajero de cada época, de cada edad o dispensación, lo han tildado como una obra de herejes.
Encontramos que, a través del tiempo, de los siglos, de la historia de la raza humana, han perseguido a los hijos de Dios: los echaban a los leones, los quemaban en las hogueras y los tildaban de fanáticos, de locos, de herejes. Y colocándoles ese sello, de que eran herejes, entonces dictaban la sentencia de muerte; pero no eran herejes. Los herejes eran los que los perseguían y los mataban. Era nada menos que la cizaña persiguiendo y matando al trigo.
Pero en la parábola el Señor dijo13: “Dejen crecer el trigo y la cizaña juntos hasta la siega, hasta el fin del siglo; porque en el tiempo de la siega, en el fin del siglo, el Hijo del Hombre enviará Sus Ángeles”.
Ahora, es en el fin del siglo, en este tiempo final, en donde la cizaña recibirá su pago: será arrancada y será quemada en el fuego; y el trigo recogido en el Alfolí de Dios para vida eterna, por el ministerio de los Ángeles del Señor. Y todo esto corresponde a este tiempo final en la revelación de Jesucristo.
Por eso, como en los tiempos pasados los escogidos del tiempo pasado pudieron ver que no era fanatismo, que no era herejía, sino que era Jesucristo revelado en la edad o dispensación en que ellos vivieron, también nosotros en nuestro tiempo podemos ver que la Obra que Él está llevando a cabo en este tiempo final no es una herejía, ni es fanatismo, ni es locura, sino que es Jesucristo revelado, cumpliendo todo lo que Él prometió para este tiempo final, en el cumplimiento del gran misterio del Séptimo Sello.
“JESUCRISTO REVELADO”.
Como en otros tiempos, edades y dispensaciones, siendo Jesucristo el mismo ayer, hoy y siempre, los verdaderos creyentes podían decir: “Nosotros tenemos a Jesucristo revelado”. Hoy también nosotros podemos decir: “Nosotros tenemos a Jesucristo revelado conforme a Su promesa, llevando a cabo la Obra que Él prometió para este tiempo final”. Para eso es que Él se revela.
Y Él se revela en este tiempo para cumplir todo el Programa Divino prometido en la Escritura. Y esos son los negocios de Jesucristo revelado en nuestro tiempo, revelado en el fin del tiempo, que es una revelación para el Milenio y para toda la eternidad, una revelación para siempre.
“JESUCRISTO REVELADO”.
Que Dios nos continúe bendiciendo a todos, Dios nos guarde, y continuemos viendo a Jesucristo revelado, cumpliendo todo lo que Él prometió.
Ya Él ha cumplido un sinnúmero de promesas, pero faltan otras promesas que están en proceso de cumplimiento; entre ellas: la resurrección de los santos y la transformación de nuestros cuerpos.
Así que faltan algunas, pero Él está en Sus negocios, llevando a cabo todos Sus negocios para realizar todo lo que Él prometió.
Así que continuemos hacia adelante viendo a Jesucristo revelado, llevando a cabo lo que Él prometió. Siempre lo encontraremos cumpliendo, realizando Sus promesas correspondientes para este tiempo final.
Así que, ¿qué tenemos nosotros en este tiempo y a quién tenemos nosotros en este tiempo? Nosotros tenemos a Jesucristo revelado en la Edad de la Piedra Angular, en esta tercera dispensación. Y esa bendición ha caído en Puerto Rico, el Caribe y toda la América Latina. Bendición que desearon todas las naciones, bendición que desearon todos los que han leído la Biblia.
Pero una bendición no viene o cae a la persona porque la persona ora mucho o porque la persona diga: “Yo quiero esa bendición”, sino que los dones de Dios han sido predestinados, las bendiciones de Dios, para Sus hijos (cada bendición para cada tiempo); y a nosotros nos ha tocado la bendición más grande del Programa Divino, la bendición más grande del Programa Divino nos ha tocado a nosotros.
Nos ha tocado la bendición del Séptimo Sello, donde están las bendiciones más grandes que usted en alguna ocasión se pueda imaginar. Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, son las que Dios ha preparado desde antes de la fundación del mundo para los que le aman: para usted y para mí14.
Así que cosas que ojo no vio, ni oreja oyó, ni oído oyó, son las que Él tiene para nosotros. Y de ellas, en este tiempo final, Jesucristo revelado nos estará hablando de esas cosas también, que ojo no vio, ni oído oyó.
El apóstol San Pablo también, en una ocasión dijo, hablando del templo y explicando lo del templo15, habló del atrio, habló también del lugar santo y explicó bastante; y luego, cuando llegó al lugar santísimo, dijo allí, lo que estaba en el lugar santísimo era el arca del pacto, las tablas de la ley dentro; estaba también el maná dentro del arca del pacto y la vara de Aarón que reverdeció; y también un incensario de oro; “de las cuales cosas no se puede hablar, no se puede dar explicación”. ¿Por qué? Porque todo eso, la materialización de esa parte del Templo, correspondía a este tiempo final en el Templo espiritual del Señor Jesucristo; todo eso estaba escondido en el misterio del Séptimo Sello.
Así como fue establecido un templo aquí en la Tierra por Moisés y luego otro por Salomón, Dios tiene un Templo espiritual, que es Su Cuerpo Místico. Y en la misma forma que fue hecho aquel, es hecho el espiritual; y las cosas literales allá, o materiales, se convierten acá en el campo espiritual, en el Templo espiritual, se cumplen en personas, las cosas que estaban allá.
Así que de todas esas cosas, el Señor Jesucristo revelado hoy, nos ha estado hablando; nos ha estado abriendo esos misterios del Reino de Dios. Para así, con Su Mensaje que nos da y nos abre todos estos misterios, darnos a nosotros ese Mensaje, esa revelación, esa fe de rapto, para así cada uno de nosotros estar esperando la transformación de nuestro cuerpo y la traslación o rapto de los escogidos.
Así que estamos esperando el cumplimiento de todas estas promesas que faltan por ser cumplidas, y nuestra base está en la Escritura; y para eso tenemos a Jesucristo revelado dándonos testimonio de estas cosas, dándonos a conocer las cosas que deben acontecer pronto, trayéndonos la revelación de Jesucristo para este tiempo final.
Y todo esto lo obtenemos del Señor Jesucristo; obtenemos todas estas bendiciones, obtenemos todo este conocimiento, obtenemos toda esta revelación por medio de Jesucristo revelado.
No hay otra forma para recibir estas bendiciones, no hay otra forma para recibir el conocimiento de las cosas que deben acontecer en este tiempo final.
Por eso continuamos escuchando la Palabra, la revelación de Jesucristo revelado; y obtendremos todas las bendiciones que Él nos diga para nosotros en este tiempo final.
Así que nosotros continuamos viendo y escuchando a Jesucristo revelado, porque tenemos a Jesucristo revelado.
Dios nos bendiga, Dios nos guarde. Muchas gracias por vuestra amable atención; y pasen todos un día feliz y maravilloso, lleno de las bendiciones de Dios, lleno de todas las bendiciones que Jesucristo revelado nos ha estado hablando.
Con nosotros nuevamente Miguel Bermúdez Marín para concluir en esta tarde o en este día nuestra parte, y así ya cada uno regresar a su lugar.
En la noche (¿hay actividad en la noche?)… en la noche, a las 6:00 de la tarde hay actividad; nuestro amigo y hermano Miguel Bermúdez Marín estará aquí con nosotros nuevamente, yo estaré también para darles un saludo. Y ya estaremos de regreso en la tardecita para escuchar la Palabra, el Mensaje de Jesucristo revelado; y así darle gracias a Dios por Sus bendiciones.
En cada ocasión en que nos reunimos, ya sea aquí en Puerto Rico o en la América Latina, en los diferentes lugares, o del Caribe, para escuchar la Palabra, el Mensaje Final, nos estamos reuniendo para escuchar a Jesucristo revelado en este tiempo final.
No que el mensajero sea Jesucristo, sino que el mensajero está revelando a Jesucristo: que Jesucristo está revelándose por medio de Su Ángel Mensajero.
Ahora, tendremos a nuestro hermano Bermúdez con nosotros para concluir nuestra parte en esta mañana o en esta tarde. Ya nuestro hermano Bermúdez estará viajando para Texas, pasará por Oklahoma y por diferentes lugares de Texas, y luego por México (diferentes lugares de México también).
Yo estaré viajando con nuestro hermano Bermúdez, pero no sé si salga hacia los Estados Unidos cuando él salga, o si viaje directamente a México desde Puerto Rico.
Por lo tanto, estaremos quizás en la noche dándoles a conocer si viajo con nuestro hermano Bermúdez, o si me quedo unos diitas más aquí en Puerto Rico y luego salgo hacia la República Mexicana para encontrarme con nuestro hermano Bermúdez allá, y continuar el recorrido de México.
Así que Dios nos continúe bendiciendo con todas las bendiciones de Jesucristo revelado, con todas las bendiciones que Él nos ha hablado y con todas las que faltan por ser habladas a nosotros.
Dios nos bendiga y Dios nos guarde a todos.
“JESUCRISTO REVELADO”.
[Revisión abril 2020]
1 Oseas 11:1
2 Éxodo 4:22
3 San Mateo 11:29
4 Éxodo 33:18-23
5 Génesis 14:18
6 Hebreos 7:1-3
7 San Mateo 16:24-25
8 Malaquías 4:5, Joel 2:31
9 Isaías 61:2
10 1 Tesalonicenses 5:5
11 Hebreos 13:8
12 [Para esta conferencia, la primera, segunda y tercera dispensación se refiere a las últimas tres dispensaciones de entre las siete: la Ley, la Gracia y el Reino –Editor]
13 San Mateo 13:30, 13:36-43
14 1 Corintios 2:9
15 Hebreos 9:1-5