Hijos de prosperidad

Muy buenos días, hombres y mujeres de negocios del Evangelio del Reino. Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta mañana, en este desayuno, en donde estamos desayunando primeramente el pan espiritual, hemos estamos comiendo ese alimento espiritual, hemos estado escuchando a nuestro hermano Bermúdez, y también pues tendremos el material también.

En esta mañana pues me siento muy bien, muy contento de estar con ustedes; y como les dije, estaré con ustedes siempre los lunes, siempre que yo esté por acá y esté el día lunes acá; y para la próxima trataré de estar un poquito más temprano, y así pues aprovechar mejor la mañana.

En esta mañana, pues, reconocemos que somos hijos de prosperidad; y por esa causa yo les puedo decir que todo trabajo, negocio, industria, lo que ustedes hagan, y utilicen la fe para esos trabajos, esas cosas que emprendan, y las presenten a Dios: crean con todo su corazón que la bendición de Dios estará ahí; porque somos “HIJOS DE PROSPERIDAD”.

La bendición que Abraham tenía era una bendición de una tierra que le había sido prometida; y Dios le había dicho: “Tú serás una bendición, y yo te bendeciré bendiciéndote. Así que no tengas temor. Tú sal a la tierra que yo te mostraré, y yo haré de ti una gran nación, una nación grande; y tu descendencia será como la arena del mar (o de la mar) y como las estrellas del cielo”1. Ahí tenemos a hebreos y también a gentiles. Y con esa bendición pues cubrió a todos los seres humanos, porque son o hebreos o gentiles; así que era una bendición completa.

Ahora, podemos ver que Abraham, él no tenía hijos, y tenía una promesa tan y tan grande, y una bendición tan y tan grande que había sido hablada a él; él tenía esa bendición; pero esa bendición tenía que materializarse más adelante, el hombre tenía que caminar por la fe.

Por la fe, dice la Escritura que Abraham salió de su tierra y de su parentela hacia una tierra que él no conocía, sin saber a dónde iba (dice la Escritura)2. Así que Dios lo iba guiando mientras iba viajando, Dios lo iba guiando hacia dónde tenía él que viajar; y llegó a la tierra y vivió en ella como peregrino, sin heredar esa tierra prometida.

Ahora, ¿por qué Abraham no heredó esa tierra prometida cuando le había sido prometida esa tierra? Dios le dijo3: “A tu simiente yo le daré esta tierra. Tu simiente será cautiva, será esclava en tierra ajena; pero yo, a los cuatrocientos años – será cautiva por cuatrocientos años, pero yo los libertaré con mano poderosa; y saldrán con gran riqueza. Y yo le daré la tierra desde el gran río Éufrates hasta el otro río (el río Jordán, no sé si era, o el Tigris, uno de ellos). De este río a este otro (pero todavía no se ha cumplido la maldad del amorreo)”; o sea, sería cuando la maldad del amorreo estuviera cumplida.

Y Dios le dijo: “En la cuarta generación yo los traeré a la tierra”; porque en la cuarta generación ya estaría cumplida la maldad del amorreo; y eso quería decir que ya la copa estaría llena y la ira de Dios se derramaría sobre los amorreos.

Que fue lo que estaba hablando nuestro hermano Bermúdez, cuando Josué entró a la tierra prometida, conquistó a Jericó4, luego conquistó a Hai5</a>; y con su lanza extendida…, que cualquier persona podía mirarlo y decir: “Bueno, todo el mundo ahí luchando y él ahí quieto con una lanza, se quedó ahí paralizado”. Los enemigos quizás podían decir: “Se quedó paralizado ahí del miedo”. Pero ¡qué va! Ese era el punto de contacto del Cielo y la Tierra, del Ejército celestial y el ejército terrenal.

Por ahí era que entraba la bendición del Ejército celestial, de lo celestial al ejército terrenal; y Dios estaba peleando con Su Ejército celestial en esa batalla.

¿Y qué era lo que estaba aconteciendo con todas esas guerras que se estaban llevando a cabo y el pueblo hebreo tenía que estar luchando para obtener esa tierra que le fue prometida? ¿Y por qué obtenía las victorias? Excepto en los casos en que había algo fuera de lugar; ahí entonces tenían que arreglar las cosas, si no, tendría derrota el pueblo.

El pueblo hebreo había llegado al tiempo de heredar esa tierra prometida, y la maldad del amorreo había llegado a su colmo; por lo tanto, el juicio divino se estaba derramando sobre aquellas naciones. Y la forma en que se estaba derramando, miren la forma que era: el juicio divino y el Ejército celestial obrando a través de un ejército terrenal: del pueblo hebreo, que no eran personas… eran personas esclavas allá, fabricantes de ladrillos: vinieron a ser un poderoso ejército por la bendición de Dios.

Así que esa fue la forma en que se derramó el juicio divino; por eso encontramos que Dios le decía a Moisés y a Josué, les decía: “No dejen…”. (Si se los digo en los términos nuestros, como algunas… hay alguien que a mí siempre me… cuando yo le hablo y no me entiende bien, y le vuelvo y le hablo y no me entiende bien, me dice: “Dímelo en indio”). Se los voy a decir en indio: “¡No dejen ni el gato! Que no quede vivo ni el gato, ahí en esa ciudad”.

Así que en algunas ocasiones Dios les decía: “Tomen algunas cosas”, pero casi siempre les decía: “Que no quede nada en ese lugar”. Era por causa de que la maldad del amorreo, de todas esas ciudades y esa gente, había llegado a su colmo; por lo tanto, se estaba derramando el juicio divino para esas naciones gentiles; y estaba derramándose la bendición divina para el pueblo hebreo.

Es que cuando se derrama el juicio a un grupo de personas, por otro lado se está derramando la bendición divina para los hijos de Dios.

Vean ustedes en el tiempo del diluvio: derramándose el juicio divino sobre la raza humana, el diluvio destruyendo a todos los seres humanos y animales, sin embargo, en el arca estaba la bendición de Dios; y allí, todos los animales que estaban dentro del arca estaban bajo la bendición de Dios, porque ellos estaban en el Programa de la Palabra de Dios para ese tiempo.

Vea usted, cuando uno está en el Programa de la Palabra de Dios, del Programa de Dios para el tiempo en que uno vive, uno está del lado de la bendición divina, del lado en donde la bendición divina se derrama; y usted no va a dejar, no va a estar con los brazos cruzados y con las manos cerradas para no recibir las bendiciones de Dios. Eso tiene usted que abrir bien las manos, abrir bien el corazón, para recoger las bendiciones de Dios.

Ahora, volviendo a Abraham: Abraham, vean ustedes, no había llegado el tiempo para él recibir esa herencia, pero él tenía esa bendición que fue hablada sobre él; por eso usted encuentra que Abraham, aun en los negocios que aparentemente le podían perjudicar, se le convertían en una bendición; porque Abraham siempre caminaba por fe: creyendo que Dios estaba con él, y que lo que Dios le había dicho era poderoso para cumplirlo; por lo tanto, Abraham estaba tranquilo, su vida era una vida de paz en las promesas de Dios.

Así que Abraham, aunque no obtuvo el cumplimiento de esas promesas, sino que las saludó de lejos, dice San Pablo en Hebreos, capítulo 11, el capítulo de los héroes de la fe…, en donde estamos también nosotros; ahí estamos, porque San Pablo dijo: “Y el tiempo me faltaría contando de Gedeón, contando de Sansón…”6. Y como le faltó el tiempo pues no pudo contar de nosotros.

Ahí estábamos nosotros, pero a San Pablo le faltó el tiempo; pero nosotros tenemos el tiempo para contar de nosotros, lo que está aconteciendo con nosotros al caminar por fe.

Por la fe hemos estado viendo todo lo que ha estado siendo hecho en esta hora final; por la fe hemos estado viendo las bendiciones divinas que han venido sobre nosotros, y también las bendiciones materiales; y por la fe seguiremos caminando, y continuaremos viendo esas bendiciones espirituales y materiales haciéndose una realidad en cada uno de nosotros.

Ahora, recuerden, a Abraham le funcionó la bendición que él tenía, la bendición que él había recibido por Palabra hablada de parte de Dios, le funcionó para prosperidad material y espiritual. Aunque a Abraham le interesaba más la espiritual, pero no despreciaba la material. Le venía esa bendición… Y en algunas ocasiones encontramos que lo echaban de un sitio y le decían7: “Vete de aquí y escoge tú dónde tú quieres vivir, y todo lo que tú quieres, desees, para tu ganado, escoge lo que tú quieras”. Y eso era botándolo (!).

O sea, que hasta cuando lo botaban de un sitio, lo echaban fuera de cierta área, recibía una bendición; porque él tenía la bendición, porque él es un hijo de prosperidad; y nosotros, cada uno de nosotros somos hijos de prosperidad también.

La bendición de Dios es la que ¿qué? La que enriquece, y no añade tristeza con ella8. Así que cada vez que usted ve la bendición de Dios materializándose, se llena de alegría; no de tristeza.

Ahora, vean ustedes, a Abraham le funcionó para prosperidad espiritual y prosperidad material también. Él podía ver a Dios y Su bendición en todos los campos de su vida. Y Abraham siendo el padre de la fe, sus hijos no se van a quedar atrás.

Así que tenemos promesas para prosperidad espiritual y prosperidad material también. Nadie podrá tener una prosperidad espiritual más grande en este tiempo final que los hijos de prosperidad, los escogidos, los primogénitos de Dios. Nadie podrá prosperar más que los hijos de prosperidad, en el campo del Programa Divino, en el cumplimiento de parte de Dios de cada promesa hecha a Sus hijos primogénitos.

¿Quién podrá recibir más bendiciones que los hijos de prosperidad? ¿Quién podrá recibir el cumplimiento de las promesas que Dios ha hecho para Sus hijos? ¿Quién podrá recibir más bendiciones que nosotros? ¿Quién podrá recibir el cumplimiento de la Gran Voz de Trompeta llamando y juntando a los escogidos? ¿Quién podrá recibir la transformación de sus cuerpos? ¡Nosotros! Porque somos hijos de prosperidad. Y prosperaremos aun hasta en el cuerpo que hemos nosotros de tener para el Milenio y para toda la eternidad. ¿O acaso no es una prosperidad esa? Prosperaremos aun hasta en el cuerpo.

Así que es una bendición de prosperidad en todos los campos. Por eso no tenemos que tener temor, miedo, a nada.

Ahora, ¿cómo viene la bendición de Dios?

Vean ustedes, todo lo que Abraham hacía era bendecido; porque la bendición tiene que caer sobre algo que uno esté haciendo. Con los brazos cruzados no se reciben bendiciones.

La Escritura dice9: “Sea bendita tu descendencia, sea bendita tu hacienda, sea bendito el fruto de tus animales, sea bendito el fruto del campo”. ¿Ve? Pero si no hace nada, la bendición de Dios no tiene en dónde manifestarse.

Usted tiene que dar el primer paso por la fe, y esperar y presentar a Dios todo eso que usted está haciendo, y pedirle que Su bendición venga sobre lo que usted esté haciendo; porque todo lo que hagas prosperará10, porque usted tiene por dentro esa bendición.

Así que no podemos tener miedo ni en el campo espiritual ni en el material tampoco. En el campo espiritual, miren ustedes, ¿con cuántas personas comenzaste aquí en Guatemala cuando comenzó el Mensaje?

[Hno. Tirzo: Con cincuenta]

Con cincuenta personas.

Así que vean ustedes, miren el Programa Divino: en el Programa Divino estaba que este planeta Tierra fuera poblado de seres humanos; pero Dios hizo un hombre; y en ese hombre estaba toda esa bendición para poblar el planeta Tierra; y Dios le dijo que se multiplicara11. Así que en él estaba todo. Estaba ¡hasta Eva!: la tenía por dentro; así que estaba todo en él.

Y así es el Programa Divino, con una sola cosa se comienza, y se va multiplicando hasta que llega… y la multiplicación no tiene límites, continúa multiplicándose, multiplicándose… Vea usted, una célula de sangre, un gene, y se va multiplicando célula sobre célula y forma un cuerpo. Y así es en todas las cosas: usted tiene que tener lo que Dios va a multiplicar, lo que Dios va a bendecir.

Por eso presentamos a Dios todo lo que nosotros emprendemos, comenzamos, para que reciba la bendición de Dios; y todo lo que haga, todo negocio de vuestras manos, será prosperado.

Podemos trabajar en lo espiritual —hemos visto— preparando las conferencias, dictando conferencias, luego grabándolas, luego presentándolas por todos los lugares; y eso recibe la bendición de Dios.

También con la impresión: hay que imprimir los folletos, esos mensajes, y también recibe la bendición de Dios esa labor; y llegan a las diferentes personas, y llega al corazón de las personas, cumpliéndose12: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía…”.

Y teniendo actividades públicas y también en los locales donde nos reunimos, también recibe toda esta labor la bendición de Dios. Y trabajando por la prensa también recibe la bendición de Dios; trabajando en todas las formas en el Reino de Dios.

Luego también en lo material encontramos… No dejar fuera… dije la prensa… Bueno, prensa, radio y televisión; y ahí lo cubrimos todo.

Y en lo material podemos trabajar en industrias, empresas que se formen, negocios de grupos o de individuos, o de un solo individuo, pero presentándolo siempre al Señor; porque es la obra de sus manos la cual tiene la promesa de recibir la bendición de Dios.

Y siendo fiel siempre al Señor: con el buen deseo de trabajar para el Reino de Dios, y no con el propósito de uno enriquecerse para uno mismo y para malgastar el dinero en lo terrenal y no en el Reino de Dios. Dios mira la intención del corazón.

Así que podemos ver que podemos trabajar en todas estas cosas. Los que saben de una cosa pues desarrollan por esa línea todo lo que saben; y esperando la bendición divina, que sea manifestada, porque usted la tiene dentro; falta entonces que Dios materialice esa bendición divina en lo que usted está haciendo.

Hay tantas y tantas cosas que se pueden hacer. Ya vimos industrias, negocios, supermercados…; porque los negocios de comida siempre se mueven, porque todo el mundo come todos los días; por lo tanto, un buen supermercado funciona muy bien. Hasta los mismos hermanos compran ahí. Y se trata de tener el precio más favorable para que tenga un incentivo y sea de bendición para todos.

También los que trabajan y conocen de ganado, pueden comprar ganado, reses, al por mayor, y venderlas en los lugares de venta, en una forma o en otra forma, o a los negocios que compran carne. ¿Ven? Todo eso funciona bien.

Y como decía Tirzo, que el asunto de la agricultura, sembrar y esperar un año o seis meses para producir el fruto, no produce mucho dinero; pero, ¿quieren saber un negocio de esa misma clase qué produce? Pues compren las cosechas: ya están ahí; y las venden al por mayor, y ya le sacan inmediatamente el producto. ¿Y saben dónde está basado eso? En nuestra edad. ¿Y por qué en nuestra edad? Porque nosotros estamos cosechando donde otros trabajaron.

Parece que vamos a tener que hablar con Andresito, porque… para ayudarle un poquito con el negocio…, que allá pues…; bueno, esto salió acá, pues lo tendrá que escuchar de…

Es mucho más fácil, por ejemplo, no ponerse a sembrar, sino a cosechar todo lo que ya sembraron y ya produjo, ya la cosecha es buena; y comprarla al por mayor, y después venderla en los negocios, en los mercados; y así pues produce rápido; la inversión se hace y se saca la ganancia rápido.

También el ganado funciona en la misma forma (esto es para Andrés): si quiere pues no tener que esperar tanto, pues esta es la forma; porque es la misma forma, que nosotros estamos usando, es la misma forma de Dios, porque estamos en la Gran Cosecha.

Y cuando se llevó también una Gran Cosecha en la Primera Venida del Señor, el Señor le dijo a los discípulos13: “Ustedes han entrado en las labores en donde otros sembraron, y ustedes han entrado para cosechar. Donde ustedes no sembraron, ustedes están cosechando”. Es que la cosecha es mejor que la siembra. El que siembra no sabe cómo va a ser la cosecha, pero el que cosecha sabe cómo es el producto que está cosechando.

Así que estamos en el tiempo de la cosecha; por lo tanto, estamos cosechando todas las bendiciones que Dios tiene para este tiempo final; y las que tenía para otros tiempos también las cosechamos para este tiempo, todas las que podamos cosechar.

Así que queremos que todas las bendiciones de Dios vengan sobre cada uno de Sus hijos, porque somos hijos de prosperidad.

Así que somos hijos positivos, hijos con una mente positiva y con una fe positiva; porque la fe negativa la conocemos como incredulidad; porque la incredulidad es una forma de creer.

Vea usted, el incrédulo dice: “Yo no creo que eso es así”. Lo está creyendo en otra forma, pero está creyendo. No hay persona que no crea; lo que pasa es que se le llama, al que no cree las cosas como son, las cosas de Dios como son, se les llama incrédulos, porque las creen en otra forma; es una fe negativa. Pero los hijos de prosperidad tienen una fe positiva, porque son hijos del padre de la fe.

Y recuerden que así como Israel (el literal) es hijo de Abraham, también nosotros somos hijos de Abraham por la fe: el Israel celestial, espiritual. Por eso hablábamos ayer domingo, de que Dios coloca a Sus hijos, antes de llegar al Milenio, a la tierra prometida del Milenio, los coloca en orden, como colocó a las tribus de Israel en orden Moisés en el desierto14.

Ahora, vamos a dejar eso ahí, ya que estamos en una reunión y desayuno. Pero eso a mí me impactó mucho, por lo que eso significa para nosotros. Y mi deseo es que cada uno esté bien colocado en este tiempo para la herencia que va a recibir allá.

Así que espero que pronto todos estemos en un completo orden, de acuerdo a como estaremos allá en el Milenio; y espero que todas las bendiciones de Dios, que Él tiene para este tiempo final, sean manifestadas sobre cada uno de nosotros, porque somos hijos de prosperidad.

No creemos ni esperamos derrotas. Y si aparece a la vista algo como una derrota, lo miramos como una bendición: y por la fe ¡se convertirá en una bendición!

Así que con una fe positiva, siendo hijos del padre de la fe, no hay derrotas para nosotros.

Somos HIJOS DE PROSPERIDAD</strong>; y, sin todavía recibir la herencia estamos prosperando (porque la bendición que traemos por dentro produce prosperidad en lo espiritual y en lo material), ¡¿cómo será entonces el glorioso Reino Milenial, cuando heredaremos toda nuestra herencia?! ¡Ya entonces la prosperidad no tendrá límites!

Así que va a ser algo maravilloso ese glorioso tiempo del Reino Milenial; pero recordando que la bendición que tenemos, que hemos recibido, que ha sido hablada sobre nosotros, funciona para prosperidad espiritual y material también, porque somos HIJOS DE PROSPERIDAD.

Dios nos bendiga, Dios nos guarde. Muchas gracias a todos los hombres y mujeres de negocios del Evangelio del Reino. Que Dios les bendiga y les prospere grandemente en toda la obra de vuestras manos: en lo espiritual y en lo material también.

Con nosotros nuevamente Miguel Bermúdez Marín.

“HIJOS DE PROSPERIDAD”.

[Revisión julio 2021]

1 Génesis 12:2-3, 15:5, 22:17-18

 

2 Hebreos 11:8

 

3 Génesis 15:13-21

 

4 Josué 6:1-21

 

5 Josué 8:1-29

 

6 Hebreos 11:32

 

7 Génesis 20:15

 

8 Proverbios 10:22

 

9 Deuteronomio 28:3-8

 

10 Salmo 1:1-3

 

11 Génesis 1:28

 

12 Apocalipsis 1:3

 

13 San Juan 4:38

 

14 Números 1:1-19

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