La marcha de los primogénitos

Muy buenas noches, amados hermanos y amigos presentes aquí en Cayey, Puerto Rico; y si alguno está a través de la línea telefónica, también un saludo para cada uno de ustedes; y que Dios en esta noche nos bendiga grandemente y nos permita entender Su Palabra.

Quiero leer una Escritura en Josué, capítulo 3, y dice de la siguiente manera:

“Josué se levantó de mañana, y él y todos los hijos de Israel partieron de Sitim y vinieron hasta el Jordán, y reposaron allí antes de pasarlo.

Y después de tres días, los oficiales recorrieron el campamento,

y mandaron al pueblo, diciendo: Cuando veáis el arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y los levitas sacerdotes que la llevan, vosotros saldréis de vuestro lugar y marcharéis en pos de ella,

a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir; por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino. Pero entre vosotros y ella haya distancia como de dos mil codos; no os acercaréis a ella”.

Y en Éxodo, capítulo 4, verso 22, dice de la siguiente manera:

“Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito”.

Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones y nos permita entenderla.

Dios le dijo a Moisés: “Tú le dirás al Faraón: Israel es mi hijo, mi primogénito”, y cuando el pueblo ya va a entrar a la tierra prometida, Dios les dice: “Ustedes cuando vean el arca y a los sacerdotes que la llevan, cuando ustedes vean todo esto, ustedes se levantarán de sus lugares, saldrán de sus lugares, y seguirán el arca; ustedes marcharán en pos de ella”. Dice:

“Cuando veáis el arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y los levitas sacerdotes que la llevan, vosotros saldréis de vuestro lugar y marcharéis en pos de ella…”.

¿Quiénes marcharían en pos del arca de Jehová para pasar a la tierra prometida? Israel, y Dios dijo de Israel: “Israel es mi hijo, mi primogénito”. ¿Quiénes entrarían a la tierra prometida? Israel, el primogénito de Dios.

Y la entrada a la tierra prometida significaba lo más grande para el pueblo hebreo, porque en la tierra prometida están todas las promesas de la Primogenitura de Dios para el pueblo.

Así que para el pueblo hebreo la entrada a la tierra prometida era lo más importante, porque ahí él recibiría y disfrutaría las bendiciones de la primogenitura; y viviría tranquilo, en paz, con la bendición de Dios.

Con Moisés, el pueblo hebreo se puso en marcha allá en Egipto, y salió de Egipto hacia la tierra prometida. Y cuando llegaron cerca del Jordán, allí hubo un cambio y el pueblo recibió un nuevo mensajero, pues ya habían transcurrido cuarenta años por el desierto; y esos cuarenta años fueron cuarenta años de pruebas, de problemas, de sufrimientos, de todas estas cosas; y Dios dice: “Y todo esto fue así por una causa”; dice Dios que fue para que todo lo que estaba en el corazón del pueblo saliera. Dice [Deuteronomio 8:2]:

“Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.

Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de (toda Palabra) que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.

Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años.

Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga.

Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole.

Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes…”.

Ahora, vean ustedes todas las aflicciones y problemas por los cuales pasó el pueblo hebreo; y dice: “Y te hizo tener hambre y todas estas cosas, para probarte, para ver si guardarías o no los mandamientos de Dios”, la Palabra de Dios; porque cuando las cosas en la vida terrenal, en lo humano, está todo bien, muchas personas le dan gracias a Dios, y dicen: “Yo sirvo a Dios porque me bendice con estas bendiciones terrenales”.

Pero Dios le permitió al pueblo hebreo pasar por etapas buenas y por etapas malas, para que en las buenas y en las malas saliera de dentro del corazón del pueblo todo lo bueno y todo el amor hacia Dios, que había en ellos, y así que el pueblo pudiese manifestarse realmente en todas las etapas de la vida y servir a Dios.

Ahora, hay personas (como el pueblo hebreo) que en las buenas sirven a Dios, pero cuando acontecen algunos problemas, algunas necesidades, se rebelan en contra de Dios.

Podemos ver que se rebelaron en contra de Moisés cuando no tenían que comer, cuando les faltaba agua también y en diferentes ocasiones. Salió de sus corazones todas esas cosas desagradables ante la presencia de Dios, cuando debió salir del corazón de ellos cosas buenas hacia Moisés, su mensajero, y hacia Dios, el que lo había enviado.

Ahora, todo lo que ellos pensaron y hablaron en contra de Moisés no fue contado como que hablaron en contra de Moisés, sino como que hablaron en contra de Dios; porque el que recibe a profeta en nombre de profeta, merced de profeta recibe1; pero el que lo rechaza, está rechazando al que lo envió.

Por eso Jesús dijo: “El que a mí me recibe, recibe al que me envió; pero el que a mí me rechaza, rechaza al que me envió”2.

Así que el pueblo, cuando estaba rechazando a Moisés y criticando a Moisés, estaba rechazando y criticando a Dios por el Programa Divino que se estaba llevando a cabo.

Y aunque Israel era el hijo de Dios, el primogénito de Dios, en esas etapas de cuarenta años el pueblo hebreo tuvo muchos problemas y perdió muchas bendiciones de parte de Dios; y al perder esas bendiciones entonces recibió el juicio divino. Y de los que salieron de Egipto hacia la tierra prometida, solamente entraron Josué y Caleb a la tierra prometida, pues Dios dijo que no entrarían a la tierra prometida por cuanto se rebelaron en contra de Dios.

Ahora, el éxodo hacia la tierra prometida es LA MARCHA DE LOS PRIMOGÉNITOS saliendo de Egipto hacia la tierra de Canaán o de Israel; y esto representa, para los hijos de Dios de en medio de los gentiles, la marcha de los primogénitos desde los tiempos pasados que ellos salieron allá en el principio, desde el Día de Pentecostés, y luego desde los tiempos del apóstol San Pablo, ellos salieron para recibir una bendición de parte de Dios.

Y han pasado siete etapas o edades de la Iglesia gentil, las cuales están representadas también en los cuarenta años del pueblo hebreo en el desierto. Y ya en nuestro tiempo encontramos que hemos pasado todas esas etapas de los cuarenta años allá en las siete edades de la Iglesia gentil, y nos encontramos en la actualidad bajo el ministerio del Espíritu Santo que fue tipificado en Josué, el cual tenía la misión, la comisión, de pasar al pueblo hebreo a la tierra prometida.

Josué fue ungido para llevar a cabo esa labor3; y él dijo: “Cuando vean a los sacerdotes que llevan el arca, ustedes se levantarán y marcharán en pos del arca; porque ustedes no conocen este camino por el cual ustedes van a pasar a la tierra prometida, no lo han conocido antes; por lo tanto, es un nuevo camino para ustedes. Y en ese nuevo camino ustedes marcharán en pos del arca. No marchará cada cual como desee marchar, sino en pos del arca. No escogerán cada cual su propio camino, sino el camino del arca”, porque dice que el Ángel iría con ellos, el Señor iría delante de ellos, y entrarían a la tierra prometida.

Ahora, podemos ver que tenían algo que vencer para pasar a la tierra prometida. El Jordán estaba frente a ellos, frente a ellos para ellos poder pasar la tierra prometida. Para pasar a la tierra prometida tenían que pasar por el Jordán, y el Jordán en ese tiempo se desbordaba; por lo tanto, era un paso peligroso. Nadie podía tirarse a pasar por el Jordán a nado, y menos con dos millones de personas (o más), y niños y mujeres. Por lo tanto, pasar a la tierra prometida tenía muchos peligros.

El Jordán representa la muerte. Y para el fin del tiempo, los primogénitos de allá (que es el pueblo hebreo) representan los primogénitos de en medio de los gentiles, primeramente, y luego los primogénitos del pueblo hebreo, que son 144.000 escogidos del pueblo hebreo.

Ahora, en este tiempo final, el Jordán, que representa la muerte, estará en este tiempo manifestándose para impedir el paso del pueblo. En Apocalipsis, capítulo 6, verso 7 y 8, dice:

“Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira.

Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades (o sea, el infierno) le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra”.

Aquí tenemos al Jordán espiritual. Tenemos al Jordán espiritual: la muerte, en el tiempo final, para impedirle el paso a los primogénitos de Dios, el paso hacia la tierra prometida. Los primogénitos de Dios son los escogidos de Dios de entre los gentiles, que pasarán a la tierra prometida del cuerpo eterno y a la tierra prometida del glorioso Reino Milenial.

Ahora, nosotros en este tiempo final estamos en la Edad de la Piedra Angular, la edad del paso a la tierra prometida. Esta es la edad en que pasaremos a la tierra prometida bajo el liderato del Josué nuestro, que es el Espíritu Santo en Su última manifestación.

Y pasaremos a la tierra prometida porque marcharemos en pos del Arca, que es Cristo, la Palabra. Cristo, la Palabra, irá delante de nosotros; y nosotros seguiremos en pos de Cristo, la Palabra, y pasaremos a la tierra prometida; y recibiremos todas las bendiciones de la Primogenitura que nos corresponden a nosotros.

Así que el Jordán, la muerte, en su manifestación final bajo el Cuarto Sello, en donde él se manifestará en el anticristo, aunque tratará de impedirnos el paso a la tierra prometida, no logrará impedir que pasemos a la tierra prometida.

Pasaremos a la tierra prometida en seco, y eso significa que pasaremos a la tierra prometida sin ver muerte. El grupo de los escogidos predestinados para pasar a la tierra prometida sin ver muerte, para ser transformados, pasará sin ver muerte; la muerte se abrirá y pasaremos en seco.

Así que nos hemos levantado y nos hemos puesto en marcha a la tierra prometida, nos hemos puesto en marcha para cruzar el Jordán; es la marcha de los primogénitos en la Edad de la Piedra Angular.

En esta marcha de los primogénitos en la Edad de la Piedra Angular, quizás tengamos algunas luchas, algunos problemas, algunas dificultades; pero venceremos en el Nombre del Señor, porque tenemos la Edad del Amor Divino.

En esta Edad del Amor Divino, con la manifestación del amor divino en nuestros corazones, nos estaremos amando los unos a los otros con amor divino. Y como dijo el Señor Jesucristo: “En esto conocerán que sois mis discípulos, en que os améis los unos a los otros (los unos a los otros, con el amor con que Cristo nos amó a nosotros)”4. ¿Y con qué amor nos amó Él a nosotros? Con amor divino.

Así que, con ese amor divino manifestado en cada uno de nosotros, no estaremos luchando, discutiendo o peleando los unos con los otros, sino caminando, marchando, hacia la tierra prometida en armonía.

Y si en algún momento surgen algunas dificultades, algunos malos entendidos, arreglemos los malos entendidos y marchemos en amor divino hacia la tierra prometida; porque esta no es la marcha de alguna religión o secta religiosa de este mundo terrenal, sino que es LA MARCHA DE LOS PRIMOGÉNITOS escritos en el Libro de la Vida del Cordero en el Cielo, es la marcha de los primogénitos para recibir todas las bendiciones de la Primogenitura que Él ha prometido para cada uno de los primogénitos de Dios.

Así como el pueblo hebreo como nación es el hijo primogénito de Dios, cada uno de nosotros como el Israel celestial somos el primogénito de Dios, el primogénito celestial, el pueblo primogénito, el grupo de los primogénitos escritos en el Cielo conforme a la promesa divina. Por eso dice San Pablo, en el capítulo 12 de Hebreos, verso 23; dice:

“… a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos…”.

La congregación de los primogénitos inscritos en los Cielos, en el Libro de la Vida del Cordero.

Estamos en el fin del tiempo, en la Edad de la Piedra Angular, en donde están congregándose todos los primogénitos escritos en los Cielos, para recibir la Bendición de la Primogenitura y pasar a la gloriosa tierra prometida. Ahí están todas las bendiciones para cada uno de nosotros.

Así como el pueblo hebreo escuchó todas las bendiciones que recibiría en la tierra prometida y luego se materializaron en la tierra prometida, nosotros en nuestro tiempo, como los primogénitos de Dios en marcha, estamos escuchando todas las bendiciones de Dios, estamos escuchando las bendiciones de la Primogenitura que Él está hablándonos en nuestro tiempo, las cuales heredaremos cada uno de nosotros como primogénitos de Dios, herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro.

Así que estamos en LA MARCHA DE LOS PRIMOGÉNITOS en la Edad de la Piedra Angular; para pasar a la tierra prometida y allí tener todas las bendiciones de Dios, las bendiciones correspondientes a los primogénitos de Dios; entre ellas, el cuerpo eterno es una de las grandes bendiciones para los primogénitos de Dios, y para eso se requiere la transformación de nuestros cuerpos, y para la transformación se requiere la Gran Voz de Trompeta, el Mensaje de la Trompeta Final, el Evangelio del Reino.

Y para recibir el Evangelio del Reino se requiere el ministerio de Sus Ángeles: el ministerio del Ángel del Señor Jesucristo con el doble ministerio de Moisés y de Elías en este tiempo final, trayéndonos el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje de la Dispensación del Reino, para que todos marchemos en pos del Arca, de la Palabra, de Cristo, y pasemos a la tierra prometida del nuevo cuerpo, del cuerpo eterno, y a la tierra prometida, luego, del glorioso Reino Milenial.

En esta Tierra no hay nada más importante que la Bendición de la Primogenitura para cada hijo de Dios. Por eso en este tiempo final los primogénitos están siendo llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta en la Edad de la Piedra Angular, que es la edad de pasar a la tierra prometida, es la edad que pasa a la tierra prometida del nuevo cuerpo y a la tierra prometida del glorioso Reino Milenial.

Por lo tanto, nosotros pasaremos todos a la tierra prometida; y por esa causa estamos en marcha, en LA MARCHA DE LOS PRIMOGÉNITOS hacia la tierra prometida; en esta marcha representada siguiendo al arca, cuando Josué con los sacerdotes caminaron hacia adelante y el pueblo los siguió siguiendo el arca.

Así que estamos siguiendo el Arca, el Arca de Dios, el Arca del Pacto, la Palabra, Cristo, en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular. No caminamos a ciegas; caminamos tras el Arca, el Arca de Dios.

Y el Arca de Dios nos guiará, porque Dios estará e irá delante de nosotros; por lo tanto, Él irá preparando el camino para que nosotros pasemos por ese camino que Él va preparando.

Ninguno se adelantará, porque ninguno conoce el camino, sino el Señor. Así que Él irá delante de nosotros, nos guiará, y llegaremos a la tierra prometida; llegaremos a la tierra prometida porque estamos en “LA MARCHA DE LOS PRIMOGÉNITOS”.

Aquella marcha hacia la tierra prometida era la marcha de los primogénitos, la marcha de Israel, del cual Dios dijo: “Israel es mi primogénito”. Así que la tierra prometida es para el primogénito. Y nosotros, como los primogénitos de Dios, tenemos las promesas de una tierra prometida,de un cuerpo nuevo y de un Reino nuevo: el Reino Milenial del Señor Jesucristo, en donde estarán todas las bendiciones correspondientes a la Bendición de la Primogenitura.

No hay nada sobre esta Tierra, ni en el Cielo, de más bendición que la Bendición de la Primogenitura, porque en la Bendición de la Primogenitura está toda bendición de Dios que usted pueda desear.

Hay más bendiciones de parte de Dios de las que ustedes se pueden imaginar y de las que ustedes pueden desear, porque son las bendiciones que Dios ha establecido para Sus hijos primogénitos.

Por eso, ¡siempre hacia adelante en la marcha de los primogénitos! Nadie le aparte de la marcha de los primogénitos. No se deje apartar de la marcha de los primogénitos hacia la tierra prometida por nadie, ni por ninguna cosa. No importa lo que sea: continúe hacia adelante en la marcha de los primogénitos.

Ninguna cosa de esta Tierra, por más grande que sea, le aparte a usted de la marcha de los primogénitos; porque por más grande que usted crea que hay alguna cosa o que acontezca alguna cosa en esta Tierra, y usted piense que eso es motivo para usted apartarse de la marcha de los primogénitos, entienda usted que en esta Tierra todas las cosas, por más grandes que usted las pueda ver, o alguna otra persona las pueda ver, todas son muy pequeñas comparadas con la Bendición de la Primogenitura.

Vea usted, cualquier persona puede decir: “Pero lo que me ha pasado a mí es tan grande y tan terrible que yo no puedo seguir adelante en la marcha de los primogénitos”. Yo le voy a preguntar una cosa: ¿Qué le llevará a usted a la tierra prometida?: ¿El problema que le ha surgido?, o Cristo, el Arca en la marcha hacia la tierra de la Primogenitura, hacia la tierra de la bendición, hacia la tierra de las promesas en esta hora final siguiendo al Arca. ¿Qué le llevará a usted a la tierra prometida? Seguir al Arca. Seguir el Arca, que va delante de nosotros hacia la tierra prometida.

Seguir usted el problema o dificultad que le haya acontecido no le llevará a la tierra prometida, por más grande que sea, y por más que usted quiera justificarse que lo que le aconteció a usted es tan grande que es un motivo para usted no seguir en la marcha de los primogénitos.

¿Quién es el que pierde? Así como Esaú por un plato de lentejas vendió la primogenitura5, usted por un problema vende la Primogenitura con todas las bendiciones que hay en la Primogenitura; y después quiere justificarse la persona. Delante de Dios nadie se justifica. Esaú quiso justificarse, Esaú quiso arrepentirse y buscar la primogenitura después, y las bendiciones de la primogenitura, y no tuvo lugar.

Nunca se aparte de la Bendición de la Primogenitura, nunca se aparte de la marcha de los primogénitos; porque fuera de esa marcha de los primogénitos siguiendo el Arca del Pacto hacia la tierra prometida, fuera de esa marcha no hay promesas de transformación para nuestros cuerpos, ni de resurrección para los que murieron en el pasado; porque ese es el Programa Divino para nuestro tiempo: marchar en pos de la Palabra, del Arca, del Mensaje Final de Dios para nuestro tiempo.

El Mensaje Final de Dios, el Evangelio del Reino, es Cristo en forma de Palabra, de Mensaje. Por eso el Mensaje del Evangelio del Reino ¿qué muestra?, ¿qué presenta? Al Señor Jesucristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo: de reclamo de todo lo que Él redimió con Su Sangre preciosa, para pasar a la tierra prometida todo lo que Él redimió con Su Sangre preciosa.

Por eso podemos decir en esta ocasión: “¡Estamos en marcha! ¡En la marcha de los primogénitos, la marcha de los primogénitos hacia la tierra prometida!”.

Esta es LA MARCHA DE LOS PRIMOGÉNITOS, marchando en pos del Arca, en pos de la Palabra, en pos de Cristo en esta hora final y en esta final manifestación del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular. La Edad de la Piedra Angular es la edad de la marcha de los escogidos a la tierra prometida.

Así que hemos entendido lo que es “LA MARCHA DE LOS PRIMOGÉNITOS”.

Y yo les digo: ¡Yo estoy en la marcha de los primogénitos en este tiempo final!, y yo estoy siguiendo el Arca del Pacto, y no me apartaré del Arca del Pacto, y no dejaré de mirar el Arca del Pacto por dondequiera que va. Yo voy en la marcha de los primogénitos, ¿y ustedes?

Es para mí una bendición estar con cada uno de ustedes, porque todos estamos en la marcha de los primogénitos, la marcha de los primogénitos siguiendo el Arca del Pacto.

Esto es LA MARCHA DE LOS PRIMOGÉNITOS, lo cual estamos viendo con nuestros propios ojos, lo cual estamos experimentando en nuestra propia carne, y estamos escuchando las bendiciones que Él tiene en la Bendición de la Primogenitura para cada primogénito de Dios.

Así que a medida que vamos caminando en esta marcha de los primogénitos, vamos escuchando la Palabra hablada, que nos habla cada una de las bendiciones correspondientes a la Bendición de la Primogenitura. Todo lo que el pueblo hebreo iba a recibir en la tierra prometida, primeramente le fue hablado al pueblo hebreo, y luego se le materializó en la tierra prometida.

Así que todas las bendiciones que hemos escuchado, de vivir eternamente en un cuerpo, y de ser reyes y sacerdotes en el Reino del Señor Jesucristo: todo esto y muchas otras cosas, muchas otras bendiciones, se van a materializar cuando hayamos entrado a la tierra prometida del nuevo cuerpo y a la tierra prometida del glorioso Reino Milenial.

Así que ¡vale la pena estar marchando en la marcha de los primogénitos!

Para muchos soldados, para muchos militares, es un privilegio marchar en un ejército importante; y para nosotros es el privilegio más grande: marchar en el glorioso Ejército del Señor Jesucristo, y estar en la marcha más importante de todas las marchas: en la marcha de los primogénitos de Dios.

“LA MARCHA DE LOS PRIMOGÉNITOS”. Marchando en orden, en el orden correspondiente para esta tercera dispensación.

“LA MARCHA DE LOS PRIMOGÉNITOS”.

Le damos gracias a Dios por ser predestinados desde antes de la fundación del mundo para estar en la marcha de los primogénitos ocupando nuestra posición, nuestro lugar, como primogénitos de Dios.

Que Dios nos continúe bendiciendo a todos en la marcha de los primogénitos.

Pasen todos muy buenas noches, y que Dios les bendiga a todos aquí en Puerto Rico, y también a todos en los diferentes países de la América Latina, del Caribe y también de diferentes lugares de Norteamérica.

Que Dios nos continúe bendiciendo con todas las bendiciones que están en la Bendición de la Primogenitura.

¡Hacia adelante! en “LA MARCHA DE LOS PRIMOGÉNITOS”.

Con nosotros nuevamente dejo a Félix, para así que él se encargue del resto de esta actividad en esta noche. Y dándole gracias a Dios yo camino hacia adelante, hacia la meta: la tierra prometida, en la marcha de los primogénitos en esta hora final. De esa marcha nadie me apartará. Y continuaré con cada primogénito marchando hacia la tierra prometida.

Con nosotros nuevamente Félix Caro. Pasen todos muy buenas noches, y será hasta el domingo en la mañana, y luego creo que en la noche también tendrán actividad. Ya nuestro hermano Félix les anunciará el resto de las actividades, y estaré nuevamente aquí con cada uno de ustedes.

Dios les bendiga y Dios les guarde a todos.

“LA MARCHA DE LOS PRIMOGÉNITOS”.

[Revisión febrero 2022]

1 San Mateo 10:41

2 San Lucas 10:16

3 Josué 1:1-9

4 San Juan 13:34-35

5 Génesis 25:27-34

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