Las cosas que serían

Muy buenas noches, amados hermanos y amigos presentes en esta noche aquí en Villahermosa, Tabasco, y también cada uno de ustedes a través de la línea telefónica.

Le damos gracias a Dios por Sus bendiciones para nuestro tiempo, para nuestra edad, para nuestra dispensación; le damos gracias a Dios por los hijos de Dios que Él ha mandado en este tiempo final; le damos gracias porque Él está reuniendo a Sus hijos para transformar cada uno de Sus hijos, y ser a imagen y semejanza del Señor.

En esta noche quiero leer la Escritura que se encuentra en Apocalipsis, capítulo 1, verso 19, y dice de la siguiente manera:

«Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas».

En nuestro tema «PROFECÍA», en esta noche veremos: «LAS COSAS QUE SERÁN»,o sea, «las que han de ser después de estas» que fueron en las siete edades de la Iglesia gentil.

En estos días estuvimos viendo las cosas que acontecieron en la Dispensación de la Gracia; esas eran las cosas que «eran» en el tiempo de Juan, porque eran las cosas de la Dispensación de la Gracia, en donde él estaba viviendo.

Y luego las cosas que serían después de aquellas cosas que acontecerían en la Dispensación de la Gracia, son las cosas que deben suceder en la Dispensación del Reino, en donde habrá una Edad Eterna, una edad que no solamente se quedará en el Reino Milenial sino que continuará por toda la eternidad; es en la Edad Eterna del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Ahora, en las cosas que fueron en las siete edades de la Iglesia gentil encontramos que se reflejaron las cosas que serían en la Dispensación del Reino y también en la eternidad.

Encontramos que en aquellas edades, vean ustedes, se reflejó allá el arco iris que más adelante estaría en la Edad Eterna de la Piedra Angular; en cada edad de la Iglesia se reflejó un color del arco iris; y de ese color, la mitad, no el círculo completo.

Encontramos que en el Mensaje correspondiente para cada edad de la Iglesia gentil se reflejó parte de lo que tendría la Edad Eterna con el arco iris completo alrededor de esa Edad de la Piedra Angular.

Encontramos también que en las siete edades de la Iglesia gentil no se dijo ni la mitad de lo que se diría en la Edad de la Piedra Angular, en donde serían mostradas todas las cosas que tenían que suceder.

En las siete edades de la Iglesia gentil se mostró el ministerio que el Señor Jesucristo tendría en el fin del tiempo, en el Milenio y por toda la eternidad; se mostró en cada ángel mensajero lo que el Señor Jesucristo estaría haciendo en el fin del siglo.

Por esa causa encontramos que Jesucristo en medio de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil estuvo caminando en medio de Su Iglesia, en Su Templo espiritual, en el Lugar Santo de ese Templo espiritual. ¿Y cómo estuvo caminando en medio de ese Templo? En cada ángel mensajero, dándole la Palabra a Sus hijos en cada edad.

Encontramos que Jesucristo se reveló por medio de la Palabra prometida para cada edad a través del ángel mensajero al cual vino la Palabra para esa edad, y vino la revelación de Jesucristo para esa edad; pues «la revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar (a sus santos)a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró por medio de su ángel a su siervo Juan», muestra cómo Jesucristo se revelaría en la Dispensación de la Gracia, en las siete edades, y también muestra cómo se revelaría en la Dispensación del Reino, en la Edad Eterna de la Piedra Angular.

Encontramos que Dios siempre se ha revelado a través de carne humana; por lo tanto, Él se reveló a través de carne humana en San Pablo y en cada uno de los siete ángeles mensajeros, hasta William Marrion Branham (el séptimo ángel mensajero); y eso reflejó la forma en que Él se revelaría en la Dispensación del Reino, en el fin del tiempo; y luego encontramos las cosas que Él estaría realizando, que serían las cosas que deben suceder.

Las que acontecieron en las siete edades de la Iglesia gentil vienen entonces a ser tipo y figura de las cosas que deben suceder en la Dispensación del Reino.

Por esa causa ustedes encuentran las grandes bendiciones que fueron prometidas en esas edades, pero que no se cumplieron en toda su plenitud; porque esas promesas se cumplirán en toda su plenitud en el fin del tiempo, en la Dispensación del Reino y en la Edad Eterna de la Piedra Angular.

Vean ustedes, encontramos que a los vencedores les fueron dadas unas promesas, dice: «Al que venciere yo le daré tal, tal y tal cosa»; pero encontramos que murieron y saludaron de lejos esas promesas; las saludaron de lejos porque en el tiempo de ellos no se cumplió en toda su plenitud, más bien la parte que se cumplió en ellos y en el tiempo de ellos vino a ser el tipo y figura de lo que acontecería en el fin del tiempo, en la Dispensación del Reino que comenzaría y en la Edad Eterna que estaría operando en esa Dispensación del Reino.

Ahora, encontramos el patrón establecido en las siete edades de la Iglesia gentil. Vean ustedes, en las siete edades la Voz de Jesucristo fue la Voz como una trompeta sonando y llamando a Su pueblo en cada edad; y para el fin del tiempo, con Gran Voz de Trompeta llama y junta a todos los escogidos ya cuando han terminado las siete etapas o edades de la Iglesia gentil; por esa causa no nos llama para una edad de la Dispensación de la Gracia, sino para la Edad Eterna de la Piedra Angular, la edad en donde todas esas promesas serán cumplidas en toda su plenitud.

Por esa causa nosotros podemos ver que las bendiciones en toda su plenitud están para nuestro tiempo. Los de las edades pasadas tuvieron que partir, aun el séptimo mensajero de la Edad de la Iglesia de Laodicea tuvo que partir, aun con todo el poder que Dios estaba operando en él; aun con todas las bendiciones que Dios tenía en él, con todo y eso tuvo él que partir. ¿Por qué? Porque las grandes bendiciones estaban reservadas para la Edad de la Piedra Angular, que es una Edad Eterna, para ser manifestadas en la Dispensación del Reino y luego también por toda la eternidad.

Ahora, estas cosas que deben suceder, como ya les dije, fueron reflejadas en las siete edades de la Iglesia gentil.

Vean ustedes, también a través del profeta Isaías, en el capítulo 45 y verso 11, Dios dice:

«Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador: Preguntadme de las cosas por venir (¿Por qué? Porque Dios sabe todas las cosas que han de acontecer); mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos».

Dios dice: «Ustedes pregunten acerca de mis hijos y acerca de la Obra de mis manos, pregunten ustedes de las cosas que han de venir».

Y acá también, en la revelación apocalíptica, encontramos que las cosas que eran en el tiempo de Juan, o sea, «las que son», estaban mostradas en esta revelación apocalíptica de Jesucristo, y también «las cosas que serían», o sea, las que tenían que ser, las cosas que serán.

Ahora, quedaron aquí grabadas —en la revelación apocalíptica— en forma simbólica; son una profecía, son las palabras de la profecía de este libro; pero están en forma simbólica, pues el Apocalipsis es un libro simbólico.

Ustedes también encontrarán que toda o casi toda profecía viene en forma simbólica; en casi ningún lugar ustedes encuentran una profecía siendo dada abiertamente, excepto en muy pocas ocasiones, y eso, a medida que se acerca el cumplimiento de esa promesa; pero cuando es dada al principio, la profecía viene en una forma simbólica.

Ahora, miren ustedes, cuando Dios estuvo hablando de Juan el Bautista, Él dijo: «He aquí que yo envío mi mensajero delante de mi faz». Eso lo dice a través del profeta Malaquías en el capítulo 3 (este es el último libro del Antiguo Testamento). Dice así:

«He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (¿Quién lo envía? Dios. ¿Delante de Quién? de Él); y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos».

Ahora, vean ustedes, fue señalado como un mensajero en la profecía de Isaías. La profecía de Isaías nos habla acerca de este mensajero, y lo presenta como la voz de uno que clama en el desierto, vean ustedes; pero ya a través de Malaquías lo presenta como un profeta preparándole el camino.

Y luego, cuando llegó el tiempo para el cumplimiento de esa promesa, vino el Arcángel Gabriel, le apareció a Zacarías, la persona donde estaba ese gene que formaría ese cuerpo de Juan el Bautista (que traería a Juan el Bautista en la unión con su esposa, en donde saldría ese mensajero), y ahí fue la ocasión en donde le fue dicho a Zacarías: «Será un profeta de Dios; él le preparará el camino, él irá delante del Señor». Vamos a leerlo para que así tengamos un cuadro claro de lo que fue dicho.

San Lucas nos habla acerca de este evento en sus primeros capítulos, y nos da a conocer todo esto que sucedió. San Lucas, capítulo 1, verso 8 en adelante, dice:

«Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,

conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó la suerte de ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.

Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.

Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.

Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor (nosotros decimos: «¡Cualquiera!»).

Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan».

Aquí le está dando ya el nombre, pero en ningún otro lugar encontramos en el Antiguo Testamento que dice que se llamaría Juan; pero ya como Zacarías tenía que ponerle el nombre a su hijo, ya aquí el Ángel le está diciendo el nombre que tenía que ponerle.

Si llega todo el mundo a saber que se llamaría Juan, en aquel tiempo el pueblo hebreo tendría tantos llamándose Juan que todos tratarían también de imitar lo que haría el profeta mensajero que le prepararía el camino al Señor; pero ese nombre estaba oculto.

Ahora, sigue diciendo el Ángel:

«Y tendrás gozo y alegría…».

¡Cualquiera! Ser el padre de un profeta, un profeta precursor de la Venida del Señor, ese es un privilegio grande; porque solamente en una dispensación un solo hombre puede ser el padre del precursor, porque el precursor siempre viene al final de una dispensación.

«… y muchos se regocijarán de su nacimiento;

porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.

Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.

E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto (bien apercibido; un pueblo que estuviera esperando al Señor y estuviera preparado esperando al Señor, para que lo recibieran como él lo presentaría)«.

Cuando Juan el Bautista presentó al que él le estaba preparando el camino, él dijo: «El que me mandó a bautizar me dijo: Sobre aquel que tú veas al Espíritu Santo descender en forma de paloma y que permanece sobre él, ese es Él. Yo no le conocía (dice Juan), pero para que yo le conociera, entonces aconteció esto, y me dijo esto; así que yo no le conocía, pero ahora yo le conozco»1. Y presentó al Señor Jesucristo en dos ocasiones como el Cordero de Dios2.

El pueblo hebreo lo estaba esperando como Rey, lo estaba esperando como León, y Juan lo presentó como Cordero.

Ahora, no importa cómo el pueblo hebreo lo estaba esperando, era cómo lo estaba presentando Juan, que era el que tenía que presentarlo al pueblo.

Como se lo presentaron al pueblo los teólogos, los doctores de la Ley, los fariseos, los saduceos y el sumo pontífice, no era la forma en que vendría el Mesías; vendría como lo presentó Juan el Bautista, y sería el que Juan el Bautista presentaría; y cuando lo vio, lo presentó como Cordero de Dios.

Ahora, miren ustedes cómo se veía Jesús en medio del pueblo hebreo: para un grupo pequeño se veía como el Mesías prometido, para otro grupo se veía como un revolucionario (un loco, quizás), porque decían: «Tú por el dedo de Beelzebú echas fuera demonios»3. Ellos pensaban que tenía demonios. Y Jesús dijo: «Yo no tengo demonios, eso no es así como ustedes piensan». Ahora, Él dijo: «Si por el dedo de Dios yo echo fuera demonios, entonces el Reino de Dios ha venido a vosotros»4.

Vean ustedes, no todo el mundo vio a Jesucristo como el Mesías, solamente un grupo muy pequeño. Y luego, de aquellos a los cuales Juan el Bautista les presentó a Jesucristo como el Cordero de Dios, no todos lo siguieron. Dice que dos de sus discípulos, de los discípulos de Juan, cuando escucharon esto, siguieron a Jesús, el resto se quedó con Juan el Bautista.

Aun Juan el Bautista tenía que quedarse, tenía Juan que quedarse en su edad, tenía Juan que quedarse en su dispensación. Y aunque a Juan el Bautista lo habían rechazado en la séptima edad de la Iglesia hebrea, Juan quedó fuera de esa edad, y quedó entre la séptima edad de la Iglesia hebrea y la Edad de la Piedra Angular.

Vean ustedes, porque un profeta no se puede meter para otra edad o para otra dispensación; ni para atrás, ni para adelante tampoco; a menos que termine su ministerio y luego parta al Paraíso, y regrese del Paraíso ya para comenzar una nueva vida; como aconteció con Juan el Bautista y con los santos del Antiguo Testamento: pudieron entrar a la Edad de la Piedra Angular, a la Edad de la Primera Venida de Cristo, cuando Jesucristo murió y resucitó; entonces vinieron con Él los santos del Antiguo Testamento, a la Edad de la Piedra Angular, la Edad de la Primera Venida de Cristo, en donde realizó la Obra de Redención por Su Sangre preciosa.

Ahora, para muchas personas quizás es un misterio por qué Juan el Bautista, siendo el que le prepararía el camino al Señor, y luego presentando al Señor Jesucristo como el Cordero de Dios, luego no siguió a Jesucristo, se quedó aparte con un grupo de discípulos. El misterio es que un profeta no se puede meter a una edad que no es la edad que le corresponde, ni a otra dispensación que no es la dispensación que le corresponde.

Para muchos era esto un misterio, yo quizás tampoco lo había explicado nunca, o nunca había venido de esa forma; pero ahí lo podemos ver. Porque no pueden haber dos profetas al mismo tiempo en una edad o en una dispensación para esa edad o para esa dispensación; o sea, no puede haber dos profetas mayores al mismo tiempo, o sea, dos profetas mayores en una edad o en una dispensación.

Al decir ‘dos profetas mayores en una edad’, nos referimos a dos profetas o dos mensajeros de edades; cada uno tiene que estar en su edad. Y dos profetas «más mayores» (vamos a decir) son de una dispensación, y no pueden estar dos a la misma vez.

Miren, Dios separa el ministerio de un profeta de una edad, de un mensajero de una edad, lo separa de tiempo, de edad…; lo coloca fuera de ese edad donde está ese, coloca al otro mensajero en otra edad. Hay una separación de tiempo, de edad, de Mensaje y de todo, y de pueblo. Y luego, cuando es un mensajero de una dispensación, los coloca bien separados el uno del otro; y nunca un mensajero de una dispensación ha conocido personalmente estando el otro mensajero ministrando, nunca se han conocido personalmente, porque lo envía cada miles de años.

Miren, del tiempo de Moisés al tiempo de Jesús, ¿cuánto tiempo pasó? Porque un mensajero de una dispensación tiene a su cargo la labor de esa dispensación; y Dios a través de ese mensajero se revela, se manifiesta y realiza la Obra correspondiente para esa dispensación, y no permite que otro mensajero de otra dispensación se meta a interrumpir esa Obra; porque si se mete otro mensajero, lo que va es a interrumpir esa Obra.

Todo predicador o mensajero que haya en esa dispensación estará sujeto a ese mensajero dispensacional y a su Mensaje.

Por esa causa encontramos el Mensaje de Moisés y también en Apocalipsis, que no se le puede ni quitar ni añadir, porque es un Mensaje dispensacional. El único que puede traer, para esa dispensación, Palabra, es Dios a través de ese mensajero; porque Dios coloca Su Palabra en la boca de Su profeta mensajero para esa dispensación.

Ahora, encontramos que siempre la dispensación anterior, y otras dispensaciones, han hablado de las cosas que deben suceder en el futuro, pero nadie ha podido decir, ha podido dar a conocer, nadie ha podido revelar esas cosas que deben suceder (cuando suceden) excepto el mensajero de ese tiempo, el mensajero donde se cumplen esas promesas.

Por lo tanto, los demás mensajeros que vinieron antes de él, solamente están dando testimonio de las cosas que vendrán, y luego se cumple lo que estaba prometido.

Ahora, siempre el último mensajero que aparece precursando todo lo que va a suceder en una nueva dispensación, siempre encontramos que es el que ve de más cerca las cosas que van a suceder en la nueva dispensación, es el que ve de más cerca al mensajero de la nueva dispensación. Como Juan el Bautista vio de cerca a Jesús, pero Juan el Bautista no era un mensajero dispensacional, Jesús es el mensajero dispensacional de la Dispensación de la Gracia, el Ángel del Pacto, en donde estuvo la Columna de Fuego en toda Su plenitud revelado.

Ahora, encontramos que el más cerca de las cosas que acontecerían en la Dispensación del Reino, en la Edad de la Piedra Angular, fue el séptimo ángel mensajero, porque fue el enviado por Dios como el precursor de la Segunda Venida de Cristo, de la Segunda Venida de la Columna de Fuego para comenzar una nueva dispensación.

Encontramos que todas las cosas que fueron dichas por el séptimo ángel mensajero, precursor de la Segunda Venida de Cristo, precursor de la Venida de la Columna de Fuego en el fin del tiempo, son las mismas cosas que fueron dichas por el apóstol San Pablo, por el apóstol San Pedro, por los profetas Malaquías, Isaías y todos estos profetas que hablaron de la Venida del Señor.

Pero el más claro que habló fue el séptimo mensajero, porque fue el mensajero que más cerca estuvo de la Dispensación del Reino, fue el mensajero que más cerca estuvo de la Edad de la Piedra Angular, fue el mensajero que más cerca estuvo del cumplimiento de estas cosas; pero en su tiempo no se cumplieron.

Pero por cuanto en él se estaban reflejando las cosas que Jesucristo, la Columna de Fuego, realizaría en una nueva dispensación, en él se reflejaron esas cosas, como también en los demás mensajeros de las siete edades.

En la vida de él, y en los milagros señalados por él, y en un sinnúmero de cosas de su vida, y también de sueños y visiones que él tuvo o que le dieron a él para que él les dijera el significado, y que él mostró cosas que acontecerían más adelante, encontramos que él estaba dando a conocer las cosas que sucederían en la Dispensación del Reino.

Miren ustedes, cuando él habla acerca del Séptimo Sello, él dice: «El Séptimo Sello cuando fue abierto en el Cielo, hubo silencio en el Cielo». Es la Venida de Cristo, y nadie sabía; porque ese es el misterio que estuvo oculto y que solamente Dios lo conocía, ni aun los ángeles conocían ese gran misterio.

Ahora, él dice: «Los Siete Truenos abrirán este misterio. Será en el tiempo de Su Venida». Los Siete Truenos contienen el secreto, o sea, el contenido de ese Séptimo Sello por el cual hubo silencio en el Cielo por media hora.

El Séptimo Sello, o los Truenos, contienen la revelación; porque los Truenos son los que hablan, es la Voz como de Trompeta, la Voz de Cristo, la Voz del Señor, del Ángel Fuerte, de la Columna de Fuego como León de la tribu de Judá.

Y Su Voz, Su Palabra, en el fin del tiempo, al comenzar una nueva dispensación, daría a conocer el gran misterio de la Columna de Fuego, de Jesucristo, de Dios en esa Columna de Fuego viniendo al final del tiempo para una nueva dispensación, con un nuevo Mensaje dispensacional, que es el Mensaje de los Siete Truenos, el Evangelio del Reino, en donde estaría dando cumplimiento a las cosas prometidas que acontecerían después de las siete edades de la Iglesia gentil.

Ahora, para conocer este gran misterio tenemos que conocer cómo se reveló Jesucristo, la Columna de Fuego, en las edades pasadas. Fue Jesucristo en forma de Pilar de Fuego en cada ángel mensajero, y a través de cada ángel mensajero realizando la Obra de cada edad, por cuanto Él siempre necesita un velo de carne; porque no hace nada sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos los profetas.

Él se vela en carne humana y luego se revela a través de carne humana por el mensajero que corresponde para ese tiempo. Eso lo hizo en las edades de la Iglesia gentil, como lo hizo también en el Antiguo Testamento, como lo hizo a través de carne humana en Jesucristo: era Dios velado en carne humana.

Ahora, en el fin del tiempo, lo que nosotros vimos en parte: aconteciendo en las edades, y la manifestación de Jesucristo en cada mensajero, sería realizada esa Obra —de Dios velarse en carne humana— en el Ángel del Señor Jesucristo en el fin del tiempo para la Dispensación del Reino; y las cosas que él estaría haciendo no las haría de sí mismo, sino que sería Jesucristo, la Columna de Fuego, realizando la Obra que corresponde para el fin del tiempo y luego para el Milenio y para toda la eternidad.

Así que encontramos que las cosas que deben acontecer en el fin del tiempo y luego en el Milenio están colocadas aquí en esta revelación apocalíptica.

Y nosotros estamos viviendo en el fin del tiempo, cuando ya las edades han terminado; estamos viviendo en el fin del tiempo, en donde el Ángel Fuerte, Jesucristo, la Columna de Fuego, desciende del Cielo con el Librito abierto en Su mano para entregarlo, ya no a Juan…, porque Juan era tipo y figura del mensajero final que estaría en la Tierra para recibir a Jesucristo, la Columna de Fuego, con el Librito abierto en Su mano, y recibir ese Libro y comérselo, para luego traer el Mensaje dispensacional del Evangelio del Reino, dando testimonio de estas cosas a todos los seres humanos, a todas las naciones; y así cumplirse cada una de las cosas que deben suceder, que deben acontecer en la Dispensación del Reino.

Cuando hay un cambio de dispensación, algunas personas no comprenden lo que esto significa, pero delante de Dios un cambio de dispensación significa que en el Cielo también hay un cambio: en el Trono de Dios hay un cambio, en todas las huestes celestiales hay un cambio.

Un cambio ocurre en el Cielo cuando ocurre un cambio de dispensación; y luego ese cambio se va reflejando en este planeta Tierra, hasta que por completo todo el mundo se da cuenta que algo ha sucedido. y en ese cambio comienzan a suceder cosas que no sucedieron en otras edades o dispensaciones en la forma en que están sucediendo en esa nueva dispensación. Porque en otro tiempo esas cosas (si sucedieron) sucedieron en escala menor; pero cuando hay un cambio de dispensación, se ve en escala mayor.

Ahora, recuerden: Dios siempre, cuando hace una cosa grande la hace en forma sencilla, en simplicidad; y si hace otra cosa más grande, es más sencilla todavía.

Por esa causa tenemos que siempre estar vigilando a Dios revelándose – velándose y revelándose en simplicidad. Ese mensaje «Dios velado y revelado en simplicidad» es muy importante; por eso cuando fue predicado ese mensaje para luego realizar la apertura de los Sellos, él dijo: «Si ustedes no vigilan, se les pasará por alto»; y les predicó ese mensaje «Dios velado y revelado en simplicidad». Porque el cumplimiento de las cosas que él estaba precursando, serían veladas y reveladas en simplicidad, y se cumplirían en el fin del tiempo.

Pero él dijo que un pueblo, un grupo de hijos de Dios, verían y recibirían esas bendiciones; esos son los que tienen la promesa de ser transformados. Porque en ninguna edad el pueblo puede recibir más de lo que recibe el mensajero.

Así que, ¿qué les dije con eso? El grupo de San Pablo podía recibir las bendiciones que San Pablo estaba recibiendo; pero cuando San Pablo hablaba de la transformación de los vivos, ellos no podían recibir esa transformación si no estaba para el tiempo de San Pablo; por lo tanto, ellos no podían recibir más que San Pablo.

Cuando murió San Pablo se supo que no era en esa edad la transformación de los vivos, aunque quedaron con una promesa: la resurrección; porque hay una promesa doble: está la resurrección de los muertos en Cristo para el fin del tiempo, y para el fin del tiempo la transformación de los vivos.

Por lo tanto, los que mueren antes de ser transformados tienen la promesa de ser resucitados en cuerpos eternos; y los que estamos vivos: seremos transformados si no nos vamos antes de ese momento.

Ahora, los que van a ser transformados estarán escuchando la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, estarán escuchando el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje de la Dispensación del Reino, que es el Mensaje que les habla que la transformación es para nuestra edad y nuestra dispensación. Ningún otro mensajero podía decir: «Es para nuestra edad».

¿Qué podía decir el séptimo mensajero de su edad, de la Edad de Laodicea? Más bien él dijo que la Edad de Laodicea estaba muerta, estaba ciega, pobre, desnuda; porque así la describe el libro del Apocalipsis.

Por lo tanto, esa promesa nos toca a nosotros. No hay otra edad que tenga esa bendición. Ya pasaron y no la tuvieron. Tienen la promesa de ser resucitados en una Edad Eterna que tiene todas estas promesas: tienen la promesa de recibir la transformación sus miembros, los que pertenecen a ese Cuerpo Místico de creyentes, y tienen también la promesa de recibir a los muertos en Cristo que van a resucitar. Ellos no van a aparecer en sus edades, ya terminaron esas edades, van a aparecer en nuestra edad.

Esta edad fue precursada; el mensajero fue precursado también; y el Mensaje fue precursado por el séptimo ángel mensajero; el cual precursó todo lo que vendría más adelante, o sea, el cual anunció, el cual profetizó, de las cosas que vendrían más adelante.

Y ahora, nosotros estamos viendo en nuestro tema «PROFECÍA» las cosas que deben suceder pronto, las cosas que deben suceder en nuestra dispensación, la Dispensación del Reino, las cosas que deben suceder en nuestra edad, la Edad de la Piedra Angular; porque esas son las cosas que Dios estará cumpliendo para nosotros, esas son las cosas que Él estará llevando a cabo en Su Programa.

No busque a Dios fuera de las cosas que fueron prometidas para Él realizar en este tiempo final.

Por lo tanto, en nuestro tema «PROFECIA», lo que nosotros tenemos que ver son LAS COSAS QUE SERÁN O QUE SERÍAN para nuestro tiempo, aunque no menospreciamos y no echamos a un lado las cosas que fueron en las siete edades de la Iglesia gentil; porque esas dan testimonio de las cosas que Él haría en nuestro tiempo. Y nos conviene conocer muy bien la historia de las cosas que eran en la Dispensación de la Gracia, porque son de mucho beneficio para todos nosotros; pero conscientes de que estamos en una nueva dispensación, con la edad eterna de la Edad de la Piedra Angular.

En «PROFECÍA» tenemos LAS COSAS QUE SERÁN O QUE HAN DE SER, las cuales ya han comenzado a cumplirse y continuarán cumpliéndose cada una en su debido momento; por lo cual yo le doy gracias a Dios por estas grandes bendiciones que contienen las cosas que deben suceder.

Y en las cosas que deben suceder estábamos nosotros, en las cosas que deben suceder estaban los escogidos que estarían viviendo en el fin del tiempo y escucharían la Gran Voz de Trompeta, y dirían: «¡Esto era lo que yo estaba esperando!».

¿Qué estaba esperando? Las cosas que deben suceder en este tiempo final. Y como la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final era una de las cosas que debía suceder, cuando sucedió: usted la escuchó; y continuamos escuchándola, porque esa Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta está dándonos el Mensaje del Evangelio del Reino.

Es la Voz de la Columna de Fuego, de Jesucristo, en este tiempo final hablándonos directamente al corazón. Él nos dijo: «Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de ser después de estas», después de las edades de la Iglesia gentil.

Así como mostró las cosas que fueron en las edades de la Iglesia gentil, ahora nos muestra las cosas que deben ser en nuestra edad y nuestra dispensación. Y a medida que van cumpliéndose, van siendo identificadas por la Palabra profética, van siendo identificadas por las profecías dadas por los profetas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento hasta el séptimo mensajero; para así conocer lo que está aconteciendo en nuestra edad y nuestra dispensación, y así tener el privilegio de ver el Programa de Dios a medida que va desenvolviéndose, a medida que va realizándose conforme a la Palabra prometida.

Nosotros tenemos el privilegio más grande que haya tenido un ser humano: nosotros, a medida que va cumpliéndose la Palabra profética de las cosas que deben suceder después de las edades de la Iglesia gentil, nosotros vamos viendo el cumplimiento de esas cosas.

Lo que está aconteciendo en nuestra edad y nuestra dispensación no es otra cosa sino las cosas que deben suceder, LAS COSAS QUE SERÁN después de las siete edades de la Iglesia gentil; así que estamos nosotros en la Palabra profética siendo cumplida.

Y a medida que va Dios dándonos a conocer lo que está sucediendo en nuestra edad y nuestra dispensación, y nosotros vamos viendo que estas cosas estaban prometidas, que eran cosas que debían suceder, eran cosas que tenían que suceder…; porque son cosas que fueron colocadas en la Palabra profética; y «los cielos y la Tierra pasarán, mas mi Palabra no pasará»5, dijo el Señor.

Así que siendo la Palabra profética de las cosas que deben suceder, no estamos esperando nosotros otra cosa sino el cumplimiento de cada una de las cosas que deben suceder después de las edades de la Iglesia gentil.

Estamos esperando todas las bendiciones que Él ha prometido derramar sobre Su pueblo después de las siete edades de la Iglesia gentil; porque estas son LAS COSAS QUE SERÁN en nuestra edad y nuestra dispensación.

No estamos pidiéndole a Dios nada fuera de Su Palabra; cuando pedimos a Dios, pedimos de acuerdo a Su Palabra, de acuerdo a las cosas que deben suceder, a las cosas que serán en nuestra edad y nuestra dispensación.

Por esa causa estamos viendo la bendición tan grande que Dios está derramando en nuestra edad y nuestra dispensación, estamos viendo cómo Él prospera la labor que se está llevando a cabo; porque es la Obra de Él, es la Obra que Él dijo que Él realizaría cuando las edades de la Iglesia gentil terminaran. Y terminaron las edades de la Iglesia gentil, no hay ninguna edad de las siete edades de la Iglesia gentil en existencia en la actualidad, ya todas terminaron.

Solamente queda delante de Dios la Edad de la Piedra Angular en la Dispensación del Reino, la cual Dios está respaldando. Y Él realizará cada una de las promesas hechas para Sus hijos en la Edad de la Piedra Angular, en la Dispensación del Reino. Aun las cosas que estarán aconteciendo en este planeta Tierra están fuera de la Dispensación de la Gracia, porque ya ha comenzado una nueva dispensación; aunque la humanidad no se ha dado cuenta de este cambio, y por esa causa continúa como el pueblo hebreo.

El pueblo hebreo continuó en la Ley, en el Mensaje de la Ley, con los sacrificios, cuando ya Jesucristo había venido, había dado Su vida por nosotros, había ascendido al Cielo, y ya habían comenzado las edades de la Iglesia gentil; y todavía el pueblo hebreo estaba en la primera dispensación o Dispensación de la Ley, de las tres grandes dispensaciones.

La ignorancia de algunas personas no quita que Dios comience una nueva dispensación; la ignorancia de las personas no impide para que Dios realice todo lo que Él ha prometido para una nueva dispensación; y aunque haya personas que no puedan comprender, los entendidos entenderán6.

En nuestro tema de «PROFECÍA» estamos viendo gradualmente la realización de las cosas que deben suceder, LAS COSAS QUE SERÁN después de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil. Y las cosas que han de ser, ya muchas han sido en nuestra edad y dispensación, y continuarán cumpliéndose las cosas que deben ser en este tiempo final.

Y cuando recibamos el nuevo cuerpo, el cuerpo eterno, entonces ¿qué habrá ocurrido? Lo que habrá ocurrido es el cumplimiento de las cosas que deben ser; y una de ellas es la transformación de nuestro cuerpo; otra, la resurrección de los muertos en Cristo.

Para recibir esas cosas uno tiene que estar en la dispensación y edad para la cual son prometidas esas cosas; fuera de esa edad y de esa dispensación ninguna persona puede ver esas cosas que estaban prometidas para ser realizadas.

Vean ustedes, el pueblo hebreo no pudo ver, los doctores de la Ley, los fariseos, los saduceos, el sumo pontífice, todas estas personas no pudieron ver a Jesús como el Mesías que ellos estaban esperando. ¿Por qué? Se quedaron en la Dispensación de la Ley; cuando una nueva dispensación comenzó cuando Jesús fue bautizado. Los que pasaron a esa nueva dispensación, pudieron ver, como Pedro y los demás discípulos, pudieron ver que Jesucristo era el Cristo, el Mesías.

Cuando preguntó Jesús: «¿Quiénes dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?». Dijeron los discípulos: «Unos dicen que Tú eres Juan, que ha resucitado, otros dicen que Tú eres alguno de los profetas».

—»Y ustedes, ¿quién dicen ustedes que es el Hijo del Hombre?».

Pedro dijo: «¡Tú! Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente»7.

Y cuando Él en otra ocasión les dijo: «¿Quieren ustedes también irse?»…, porque se estaban marchando las personas, porque escucharon las palabras del Señor Jesucristo: «El que no coma mi carne y beba mi sangre, no tiene vida permaneciente en sí». Y también escuchaban que Él decía: «Yo soy el Pan de Vida que ha descendido del Cielo, el Pan vivo». Y también escuchaban que Él decía: «Nadie subió al Cielo, sino el que descendió del Cielo, el Hijo del Hombre que está en el Cielo», y estaba en la Tierra. Aparentemente estaba diciendo algo que no cuadraba: estando en la Tierra decía que estaba en el Cielo.

Y comenzaron a irse las personas; y Él decía: «El que no coma mi carne y beba mi sangre…». Ya la cosa como que se estaba poniendo fuera de las enseñanzas teológicas. Y comenzaron a irse las personas y solamente quedaron Sus discípulos. Y Él les dice: «¿Se quieren ir ustedes también?». Pedro dice: «¿Y a quién iremos? ¡Tú tienes…! (¿Qué tiene? Lo que no tenían los demás) ¡Tú tienes palabras de vida eterna! Y nosotros creemos y conocemos que Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente»8.

Tenía Pedro la revelación de aquella nueva dispensación, tenía Pedro la revelación de quién era el mensajero para aquella dispensación; por esa causa Pedro recibió la bendición que recibió.

Así que vean ustedes, no es asunto de uno ser religioso; es asunto de uno vivir en la edad y dispensación que corresponde para el tiempo en que uno está viviendo. Fuera de esa edad y dispensación la persona no puede recibir las bendiciones que Dios tiene, la persona no puede ver las cosas que deben suceder en esa nueva edad y dispensación. Pero cuando uno está dentro de esa edad y dispensación, las cosas que deben suceder uno las ve, porque son dadas a conocer por el Mensaje de esa nueva edad y de esa nueva dispensación.

Y eso es lo que nosotros estamos viendo; y por esa causa nuestros corazones están llenos de alegría, de regocijo y de agradecimiento a Dios por las cosas que serán, las cuales ya han comenzado a ser una realidad para nosotros en nuestra edad y nuestra dispensación.

Esto es «PROFECÍA» en «LAS COSAS QUE SERÍAN» o que serán, o las cosas que han de ser.

En el tiempo de San Juan eran «las cosas que han de ser», y ya en nuestro tiempo podemos decir: «Y ahora nosotros decimos: Las cosas que han de ser, ahora ya son para nosotros, han comenzado a ser, han comenzado a convertirse en una realidad para cada uno de nosotros».

Esto es «PROFECÍA» siendo cumplida en «LAS COSAS QUE SERÍAN».

Que Dios nos continúe bendiciendo a todos, que Dios nos guarde; y dejo con nosotros nuevamente a Miguel Bermúdez Marín para concluir nuestra parte en esta noche.

Muchas gracias, amables amigos y hermanos aquí presentes, y cada uno de ustedes a través de la línea telefónica; y que Dios nos bendiga a todos con las bendiciones que dijo que serían: que se conviertan en una realidad en cada uno de nosotros, y así todos digamos: «Estas son las bendiciones que serían, las cuales ya son en cada uno de nosotros».

Muchas gracias por vuestra amable atención y pasen todos muy buenas noches; y será hasta mañana. (¿O no hay actividad mañana?) A las 7:00 estaremos nuevamente aquí con ustedes para continuar en LAS COSAS QUE SERÍAN; y así estar viendo cómo esas cosas que serían se están convirtiendo en una realidad para nosotros, y las cosas que serían entonces podemos decir: «Las cosas que serían ya están siendo, ya están materializándose, ya están convirtiéndose en una realidad».

Y ustedes, cada uno de ustedes son los escogidos que serían y estarían en el fin del siglo, son los escogidos que serían, los que escucharían la Trompeta Final. Pero ya yo les digo: Los escogidos que serían, los que escucharían la Trompeta Final, esos escogidos que serían, ya son: ¡Somos nosotros!

Que Dios nos continúe bendiciendo con todas Sus bendiciones para la Edad de la Piedra Angular y para la Dispensación del Reino.

Muchas gracias, y con nosotros Miguel Bermúdez Marín.

«LAS COSAS QUE SERÍAN».

[Revisión febrero2020]

1 San Juan 1:29-34

2 San Juan 1:29, 1:36

3 San Marcos 3:22

4 San Lucas 11:17-20

5 San Mateo 24:35, San Marcos 13:31, San Lucas 21:33

6 Daniel 12:10

7 San Mateo 16:13-17

8 San Juan 6:52-69

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