Muchas gracias, Miguel. Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos presentes; es para mí un privilegio muy grande estar nuevamente con ustedes en esta tarde.
Y quiero pedirles que oren mucho por las actividades en la República Dominicana, donde están despertando en esta hora final y donde Dios tiene simiente que corresponde a nuestra edad y nuestra dispensación; esperamos que lo más pronto posible Dios los llame, los junte y los prepare para la transformación, y también a todos los escogidos que tenga en todo el Caribe.
Todas esas islas son lugares donde Dios ha colocado simiente escogida para nuestra edad y nuestra dispensación, y solamente pueden despertar con el Mensaje de nuestra edad y nuestra dispensación; y al recibirlo, solamente pueden decir una cosa: “Este era el Mensaje que yo estaba esperando”. Y eso nos pasó a nosotros también.
Es que todo hijo de Dios ha sido enviado a este planeta Tierra para una edad y una dispensación; y cuando llega el Mensaje de esa dispensación y de esa edad a esa persona, esa persona recibe ese Mensaje y entra a ese Programa Divino, entra a esa edad y a esa dispensación, y es sellado por Dios en esa edad y en esa dispensación para vida eterna.
En palabras más claras: aquí en la Tierra es que los hijos de Dios hacen contacto con la vida eterna y son sellados para vida eterna; son manifestados como hijos de Dios, aunque están en cuerpos mortales, pero luego recibirán el cuerpo eterno, y entonces estarán o estaremos como hijos de Dios manifestados en cuerpos eternos con vida eterna.
Quiero leer una Escritura aquí en Apocalipsis, capítulo 10. Dice así:
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube (envuelto en esa Columna de Fuego, en esa Nube de Fuego que guio al pueblo hebreo; en esa Nube de Fuego o Columna de Fuego o Pilar de Fuego que protegió al pueblo hebreo, y que sacó en el éxodo al pueblo hebreo, y que destruyó el imperio egipcio; esa Columna de Fuego que llevó el pueblo hebreo a la tierra prometida), con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;
y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.
Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.
Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,
y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,
sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.
La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.
Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.
Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.
Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.
Y luego de esto comienza Apocalipsis, capítulo 11, que es el ministerio de los Dos Olivos, el ministerio de Moisés y Elías, que tiene el Mensaje Final sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.
Este Ángel Fuerte trayendo este Librito abierto y entregándolo a un hombre, a un profeta, nos habla de la restauración del Título de Propiedad, la restauración del Título de Propiedad a la raza humana.
“LA RESTAURACIÓN DEL TÍTULO DE PROPIEDAD A LA RAZA HUMANA”.
Este Libro es tan importante que cuando estaba en el Cielo en la mano del que está sentado en el Trono (o sea, en la mano de Dios), dice que llegó el tiempo en que alguien tenía que tomar ese Libro y abrir esos Sellos.
Pero vean ustedes lo que estaba aconteciendo en el Cielo: llegó el tiempo señalado por Dios para que ese Título de Propiedad fuera tomado de la mano de Dios y restaurado a la raza humana; para eso se necesitaba una persona digna de tomar ese Libro y abrir esos Sellos, y luego traerlo a la raza humana y restaurarle a la raza humana ese Título de Propiedad.
Este Título de Propiedad Dios lo había dado a Adán allá en el principio, pero cuando Adán cayó con Eva allá en el Huerto del Edén encontramos que —cuando esta pareja cayó— Dios tomó ese Título de Propiedad; y en el fin del siglo llega ese ciclo divino en donde nuevamente ese Título de Propiedad tiene que regresar a la raza humana; de otra manera la raza humana perecería por el juicio divino.
Dice así en Apocalipsis, capítulo 5:
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono (que es Dios) un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo”.
¿Y por qué? Porque todos los hombres habían caído. Todos los hombres habían venido a través de Adán y Eva, los cuales habían caído (y esto es hablando de los hijos de Dios que habían venido a esta Tierra); la raza había entrado en el pecado, por lo tanto, ninguno era digno de tomar ese Libro, ni siquiera mirar ese Libro.
Y allí estaba Abraham, allí estaba Noé, allí estaba Enoc, allí estaban esos grandes profetas de la antigüedad, allí estaban también los patriarcas, allí estaban los profetas del Antiguo Testamento, allí estaban también los apóstoles; allí estaban todas esas personas tan importantes del Programa Divino y ninguno era digno de tomar ese Libro, ni de siquiera mirar ese Libro.
Y Adán, el cual había venido a este planeta Tierra por creación divina (su cuerpo había sido creado por Dios), había caído y había sido contaminado con el pecado, juntamente con Eva; por lo tanto, ningún ser humano era digno de tomar ese Libro, ni siquiera mirar ese Libro. Y era el tiempo para que ese Libro fuera tomado y fuera abierto, porque de otra manera toda la Creación estaba perdida. Dice:
“Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo”.
Y Juan lloraba mucho porque sabía que todo estaba perdido si no aparecía una persona, un ser humano, un hombre que tomara ese Libro y abriera esos Sellos; porque era el Título de Propiedad de toda la Creación, era el Libro de la Vida del Cordero. Ahora…:
“… uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos”.
Ahora, vean ustedes, primero no había sido hallado ninguno digno; pero luego el anciano dice: “No llores. He aquí el León de la tribu de Judá”.
¿Y dónde estaba ese León? ¿Y dónde estaba esa persona? Porque no es un león literal; es un hombre con el título del León de la tribu de Judá, con el título que lo identifica como Rey de reyes y Señor de señores. Ese León es Cristo.
¿Y dónde estaba? Estaba en el Trono de Intercesión, haciendo intercesión por cada hijo de Dios que tiene su nombre escrito en ese Título de Propiedad; pues ese es el Libro de la Redención y ahí está todo lo que podrá ser redimido.
Ahora: “Miré…”. El anciano, vean ustedes que dice: “He aquí el León de la tribu de Judá, la raíz de David”. Siendo la raíz de David, entonces es el que tiene los derechos al Trono de David, es el que tiene el título del Hijo de David; es la raíz de David que se sentará en el Trono de David. Dice:
“… ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos”.
Vean ustedes, venció para hacer esa labor en el fin del tiempo. Dice:
“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra (y esos siete espíritus de Dios o siete ojos, son los siete ángeles mensajeros).
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono”.
Es el Señor Jesucristo, que es el León de la tribu de Judá en la Dispensación del Reino; es el León de la tribu de Judá para sentarse en el Trono de David y realizar el glorioso Reino Milenial; pero también el León de la tribu de Judá es el mismo Cordero de Dios que murió en la Cruz del Calvario, derramó Su Sangre por nosotros y nos limpió de todo pecado.
El mismo Cordero de Dios de la Dispensación de la Gracia, es el mismo León de la tribu de Judá de la Dispensación del Reino.
Ahora, aquí dice:
“Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono”.
¿Y qué significa todo esto? Significa que ese Título de Propiedad ya pasaría de la mano de Dios —el cual está sentado en el Trono—, pasaría a la raza humana nuevamente. Y Cristo, el Cordero, que es el mismo León de la tribu de Judá, haría esa labor; por eso encontramos que en el Cielo hubo un gran jubileo.
En esta mañana hablábamos del Año del Jubileo, de la Trompeta del Año del Jubileo y del Mensaje de la proclama de libertad a todos los moradores de la Tierra, en donde se proclama la libertad para todos los hijos de Dios.
Cuando se toma este Libro en el Cielo, se entra de lleno a ese ciclo divino del Año del Jubileo en el Cielo. El año del jubileo aquí en la Tierra estaba mostrando este ciclo divino que se abriría en el Cielo desde el momento en que se pidió Uno que tomara ese Libro y abriera esos Sellos.
Y ahora [Apocalipsis 5:8]:
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos (porque ellos han orado por la resurrección, ellos han orado por su regreso a la Tierra en cuerpos eternos, ellos han orado por la restauración de los hijos de Dios a la vida eterna, a su herencia, a su Familia, a su posesión);
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
Ahora vean todo lo que ellos están hablando o cantando, porque el Título de Propiedad o Libro de la Redención ha sido tomado. Del que está sentado en el Trono lo tomó Cristo, el Cordero, el León de la tribu de Judá; y ahora Él tiene todos los derechos; ahora le toca abrir ese Libro.
Vean ustedes, cuando tiene el Libro, miren ustedes en el cántico o proclama allá en el Cielo, de los ancianos y de todos los que están allí, miren ustedes lo que ellos dicen:
“Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,
que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder (cuando tomó ese Título de Propiedad, ahí le es otorgado todo el poder), las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza”.
Vean ustedes todo lo que él escuchó de todas estas personas que estaban alrededor del Trono.
Ahora con el Título de Propiedad en Su mano, el Señor Jesucristo es Dueño de todo, todo le pertenece.
“Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos (que son los patriarcas y los apóstoles) se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos”.
Y luego de esto comenzó el Cordero —que es el León de la tribu de Judá, Jesucristo—, a abrir en el Cielo el Libro de los Siete Sellos, el Título de Propiedad. Y ahí aparece todo el que Él ha redimido con Su Sangre; y ahí aparece en símbolos todo mostrado, todo lo que aconteció en las edades de la Iglesia gentil; y también en ese Título de Propiedad está todo lo que acontecerá después de las siete edades de la Iglesia gentil.
Ahora, cuando Él abre estos Sellos, encontramos la Obra de Dios realizada en esas etapas de la Iglesia gentil; y también podemos ver cómo el enemigo se levantó en contra del Programa Divino y usó muchos seres humanos, los cuales fueron ungidos con espíritus malos, los cuales persiguieron y hasta mataron a los hijos de Dios. Y esas personas ni se daban cuenta de que estaban persiguiendo a los hijos de Dios. Ni se daban cuenta, esas personas, que, en esa lucha y persecución en contra de los hijos de Dios, ellos estaban siendo usados por el enemigo de Dios.
Bien dijo el Señor Jesucristo que perseguirían y matarían a algunos, pensando que estaban haciendo un servicio a Dios1.
Ahora, encontramos que Cristo, el Cordero, que es el León de la tribu de Judá, abrió los siete Sellos.
• Del uno al tres, del sello uno, dos y tres2, corresponde a las siete etapas o edades de la Iglesia gentil;
• y el sello número cinco3 corresponde a la persecución a la cual fue sometido el pueblo hebreo, ahí aparecen sus almas bajo el altar;
• y el sello número cuatro o cuarto4, es el sello que corresponde al fin del tiempo, cuando ya las edades han terminado, en donde el enemigo de Dios monta el caballo amarillo, el cual en el fin del tiempo recorrerá el camino contrario al Programa Divino, recorrerá ese camino del enemigo y se levantará en contra del Programa de Dios.
Ese Cuarto Sello, encontramos que el que monta ese caballo tiene por nombre Muerte, y el infierno le sigue; porque el que monta ese caballo amarillo es el anticristo, la bestia, en el cual el diablo se encarnará; y lleva por nombre Muerte, y el infierno le sigue: le sigue la quinta dimensión, y lleva a la quinta dimensión a todos los que le sigan.
• Y por otro lado, encontramos en Apocalipsis, capítulo 19, a Cristo, que monta un caballo blanco como la nieve. Y viene en ese caballo blanco en Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante. Y vean ustedes la descripción acerca de este Jinete de este caballo blanco:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero (es Jesucristo), y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego…”.
Y vean ustedes, en Apocalipsis, capítulo 10, encontramos también que Su rostro es como el sol. Encontramos también, en otros lugares de la Escritura… por ejemplo, en el capítulo 1, encontramos que Él tiene Sus ojos como llama de fuego. Aquí en Apocalipsis, capítulo 1, verso 12 en adelante, dice:
“Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,
y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro (no lo tenía en la cintura como Sumo Sacerdote, sino sobre Su pecho; lo tenía sobre Su pecho como Rey y como Juez).
Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego (vean ustedes, es el mismo Señor Jesucristo: ‘Uno semejante al Hijo del Hombre’)”.
Ahora continuamos acá [Apocalipsis 19:12]:
“Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios (la Palabra)”.
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Por Él fueron hechas todas las cosas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”5.
Y en el verso 14 de San Juan, capítulo 1, dice: “Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, como gloria del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
Ahora, cuando se hizo carne, allí obtuvo un nombre humano, un nombre humano conocido en la Tierra. En aquel tiempo hubo personas también conocidas por el nombre de Jesús. Y también Josué, el que metió al pueblo hebreo a la tierra prometida, al cual Moisés le cambió su nombre (pues él se llamaba de otro nombre, y Moisés le cambió el nombre), y le puso el nombre correcto para él ser el líder y llevar el pueblo a la tierra prometida; y vino a ser tipo de Cristo.
Por esa causa, Josué significa ‘Redentor’ o ‘Salvador’; y Jesús significa lo mismo. Josué y Jesús es el mismo nombre en dos idiomas diferentes; uno me parece que es en hebreo y el otro en arameo (o no sé si)… uno es en griego, el de Jesús… Uno es en griego y el otro es en hebreo o arameo.
Así que vean ustedes, Josué significa ‘Redentor’, ‘Salvador’; por eso Dios usó a Josué para la redención del pueblo hebreo; porque redimir es ‘volver al lugar de origen’. Y Dios regresó al lugar de origen al pueblo hebreo por mano de Josué, y su nombre estaba de acuerdo a la labor que Dios estaba haciendo a través de él.
Ahora, aquí encontramos que este Jinete que viene en el caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, dice que estaba vestido de una ropa teñida en sangre, y Su Nombre es El Verbo De Dios.
“Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones (esa espada aguda es la Palabra), y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso…”.
Él trae los juicios apocalípticos de la gran tribulación sobre las naciones, porque es el tiempo de la ira del Cordero. Dice:
“… y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes Y Señor de señores”.
El Nombre que Él tiene, donde dice: “Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios”; el Nombre del Verbo de Dios es el nombre que Él usará como Rey de reyes y Señor de señores para sentarse en el Trono de David y cumplir ese glorioso Reino Milenial. Él tiene ese nombre.
Ese es el Nombre Eterno de Dios que el pueblo hebreo y sus líderes religiosos desearon conocer y saber pronunciar ese Nombre; pero fue sellado ese misterio, fue sellado ese Nombre, como el misterio grande del Antiguo Testamento y también del Nuevo Testamento; pero aquí en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, Él nos habla del Nombre de Dios, y dice así:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios (Él escribirá sobre algún vencedor el Nombre de Dios, el Nombre Eterno de Dios), y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios (la Nueva Jerusalén tendrá el Nombre Eterno de Dios), y mi Nombre Nuevo”.
Vean ustedes, el Señor Jesucristo dice que Él tiene un Nombre Nuevo. Ese Nombre Nuevo es el Nombre Eterno de Dios. Él tomó el nombre Jesús (que significa ‘Redentor’, ‘Salvador’) para llevar a cabo Su Obra como Cordero de Dios; pero como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, Él usa el Nombre Eterno de Dios.
Ese Nombre Eterno de Dios, vean ustedes, Él dice que lo escribirá sobre el que venciere, sobre el que venciere.
Y aunque en las edades pasadas hubo una victoria maravillosa en cada edad —de los hijos de Dios con cada mensajero de cada edad—, aún con todo y eso no obtuvieron la victoria total del amor divino; no obtuvieron la Gran Victoria en el Amor Divino, en donde pasarán a vida eterna; no obtuvieron la Gran Victoria en el Amor Divino, porque en ninguna de las edades pasadas el Título de Propiedad había regresado a la raza humana; y no había sido entregado en la mano de ningún ser humano, porque todavía estaba en la mano del que está sentado en el Trono.
En palabras más claras: todavía no había llegado el momento exacto de la restauración del Título de Propiedad a la raza humana.
Pero cuando llega ese momento, y el Título de Propiedad regresa a la Tierra, y es entregado a la raza humana —representada la raza humana en los escogidos de Dios del fin del tiempo—, encabezado ese grupo en el Ángel del Señor Jesucristo: al cual el Ángel Fuerte, Jesucristo, le entrega ese Título de Propiedad, para la restauración de los hijos de Dios a la vida eterna, para la restauración de los hijos de Dios a todo lo que perdió Adán y Eva, para la restauración de los hijos de Dios a su posición de reyes y sacerdotes, para reinar con el Señor Jesucristo en el glorioso Reino Milenial.
Por cuanto en otras edades pasadas ese Título de Propiedad todavía no había sido entregado a la raza humana, ellos, aunque tuvieron grandes victorias en sus edades, no obtuvieron la Gran Victoria del Amor Divino; la gran victoria que nos restaura a la vida eterna, la gran victoria sobre la muerte, la gran victoria sobre lo temporal: la Gran Victoria en el Amor Divino.
Ahora, Él en el fin del tiempo trae ese Título de Propiedad a la Tierra, y Él lo entrega a la raza humana, representada en Su Ángel Mensajero, en la Edad de la Piedra Angular, en la Dispensación del Reino, en Su Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Templo espiritual que estará en la etapa del Lugar Santísimo.
Y así como ese Título de Propiedad estaba en la mano del que está sentado en el Trono en el Templo que está en el Cielo (el que está sentado en el Trono en el Lugar Santísimo allá en el Cielo); ahora, vean ustedes, Él toma ese Libro, Jesucristo lo toma, lo trae a la Tierra; y ¿a dónde lo va a colocar? En el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, en donde está el Trono del Señor Jesucristo; para ahí, que ese Título de Propiedad esté, y se lo coma el mensajero de esa edad.
Y le dé, ese Mensaje contenido en ese Título de Propiedad, lo dé a los escogidos que están en ese Lugar Santísimo del Templo espiritual del Señor; y así se haga carne en cada uno de nosotros ese Título de Propiedad, para que así sean restaurados todos los derechos que Adán y Eva perdieron, sean restaurados a nosotros en el fin del tiempo; y así tengamos derecho a un cuerpo eterno, tengamos derecho a la vida eterna, a vivir eternamente, tengamos derecho a la juventud eterna, tengamos derecho a ser reyes y sacerdotes en este planeta Tierra, en el Reino del Señor Jesucristo.
Y así todos los derechos sean restaurados a nosotros con la restauración del Título de Propiedad a la raza humana, representada la raza humana en los escogidos del fin del tiempo, que estarán encabezados en el Ángel del Señor Jesucristo.
Ahora, vean cómo el Señor Jesucristo toma del Trono que está en el Cielo, de la mano del que está sentado en el Trono, ese Libro, lo abre en el Cielo y lo trae a Su Trono: Su Trono de Su Cuerpo Místico, Su Trono de Su Templo espiritual que está aquí en la Tierra.
Porque el Trono del Señor Jesucristo y el Lugar Santísimo del Templo del Señor Jesucristo, es la representación del Trono que está en el Cielo; y todo lo que estará pasando en el Trono que está en el Cielo será transmitido al Templo espiritual del Señor Jesucristo, al Lugar Santísimo de ese Templo, al Trono de ese Templo espiritual del Señor Jesucristo.
Y los hijos de Dios que estarán en el Lugar Santísimo de ese Templo estarán conociendo todo lo que estará pasando en el Trono que está en el Cielo. Y así el Señor Jesucristo estará en Su Trono aquí en la Tierra, en Su Templo, en el Lugar Santísimo, dándonos a conocer las cosas que deben suceder pronto.
Pero estará haciéndolo a través de Su Ángel Mensajero, que así como cada ángel mensajero de las edades pasadas fue un trono de misericordia donde Jesucristo estuvo revelándose, manifestándose, y ofreciéndole misericordia a la humanidad en cada edad; así también estará en Su Ángel, en el Ángel de la Edad del Lugar Santísimo, el Ángel de la Edad de la Piedra Angular, el cual será Su Trono de esa edad y de ese Lugar Santísimo, el cual será un Trono de Juicio para anunciar el juicio divino que vendrá sobre el planeta Tierra.
Jesucristo, a él y a través de él, estará dando a conocer las cosas que deben suceder pronto; porque las cosas que el mensajero del Señor Jesucristo estará hablando, no son cosas de él, sino del que lo envió.
Serán las cosas, las palabras del Señor Jesucristo, el Mensaje que corresponde a la Dispensación del Reino: el Evangelio del Reino, en el cual será dado a conocer toda bendición que vendrá para los hijos de Dios, es dado a conocer todas las cosas que deben acontecer pronto. Tanto las cosas buenas… las bendiciones para los hijos de Dios, las bendiciones del glorioso Reino Milenial, las bendiciones de este tiempo final, las bendiciones de la resurrección de los muertos y la transformación de los vivos; todas esas bendiciones son dadas a conocer a todos los hijos de Dios; y les dará fe para ser transformados y raptados, les dará fe para ser restaurados a la vida eterna.
Porque el Título de Propiedad contiene estas bendiciones para todos los hijos de Dios. Y cuando los hijos de Dios las escuchan (estas bendiciones), y las reciben en su alma, las creen con toda su alma: se tienen que materializar en cada uno de los hijos de Dios, porque el Título de Propiedad está restaurado a los hijos de Dios.
Ese Título de Propiedad es entregado en la forma de un Mensaje, porque es la Palabra para cada hijo de Dios. Y esa Palabra se hace carne en cada uno de nosotros, y se materializará todo lo que es prometido a cada hijo de Dios.
Y también para el reino de los gentiles son hablados los juicios divinos, las plagas que van a venir, es anunciado o proclamado el día de venganza del Dios nuestro, es dado a conocer el motivo por el cual tiene que venir ese día de venganza del Dios nuestro. Esas plagas tienen que caer sobre la Tierra así como cayeron plagas sobre el imperio egipcio cuando Dios estaba libertando a Su pueblo Israel.
Y así es para el fin del tiempo; porque Dios estaría libertando a Sus escogidos de entre los gentiles, y luego estaría libertando también a Sus escogidos de en medio del pueblo hebreo.
En la actualidad, por cuanto lo que está aconteciendo entre los escogidos gentiles está en el campo espiritual, plagas espirituales también han estado cayendo. Y cuando Dios esté libertando al pueblo hebreo —así como lo libertó a través de Moisés—, Él envía al pueblo hebreo el espíritu ministerial de Moisés y de Elías para la liberación, la libertad, del pueblo hebreo, de 144.000; y ahí caerán literalmente las plagas sobre el reino de los gentiles.
Las naciones que han tratado mal al pueblo hebreo, como hizo el imperio egipcio, el faraón con sus ejércitos, los cuales recibieron las plagas, así será también para las naciones que han tratado mal al pueblo hebreo.
Será inevitable que caigan esas plagas sobre esas naciones; naciones gentiles que han tratado mal al pueblo hebreo a través de las edades pasadas, y que aún, todavía, hay algunas que los tratan mal.
Y el imperio del anticristo, el cual tratará también mal, en la semana número setenta (la última parte), recibirá la destrucción total, para luego venir el glorioso Reino del Señor Jesucristo, el glorioso Reino Milenial del Hijo de David.
Todas estas cosas son reveladas en la Edad del Lugar Santísimo, en el Templo espiritual del Señor Jesucristo; porque es ahí donde Él ha traído Su Título de Propiedad abierto, para que nosotros conozcamos las cosas que deben suceder pronto, y para que así nosotros recibamos la fe de rapto, la fe para ser transformados y raptados, y ser a imagen y semejanza del Señor Jesucristo. Es para una total restauración de los escogidos de Dios a la vida eterna, a todo lo que perdió Adán y Eva en la caída.
Por esa causa, en Apocalipsis, capítulo 21, verso 7, dice:
“El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”.
Vean ustedes, esto es adopción: “Yo seré su Dios, y él será mi hijo”.
Así como aconteció en la adopción de Jesús en el Monte de la Transfiguración, en donde Dios dijo: “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento”6. Y aquí Él dice: “Yo seré su Dios, y él será mi hijo”. Esto es adopción, restauración del Título de Propiedad para heredar todas las cosas.
Esto también está en otros lugares de la Escritura. Son promesas divinas para el tiempo de la restauración del Título de Propiedad a la raza humana.
Por esa causa, cada escogido en el fin del tiempo, estando en el Lugar Santísimo del Templo espiritual del Señor Jesucristo, estará comiendo el Maná escondido, el Mensaje que estaba escondido de las edades pasadas; estará comiéndose ese Título de Propiedad, que estará siendo dado en forma de Mensaje.
Cuando estamos comiéndonos el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje de la Trompeta Final, estamos comiéndonos el Título de Propiedad, el Libro de la Vida, el Libro de la Redención, para la restauración nuestra a la vida eterna.
Por eso no deje de comerse todo ese Título de Propiedad, que es dado en nuestra edad en forma de Mensaje, que es la Palabra de Dios, de Jesucristo, para ustedes y para mí también, para nuestra restauración a la vida eterna.
Hemos llegado al tiempo de la restauración de los hijos de Dios a la vida eterna; y para eso Él traería ese Librito abierto a nuestra edad, a nuestra dispensación, al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, y nos daría ese Título de Propiedad para ser restaurados todos los derechos que perdió Adán y Eva.
Y comiéndonos ese Título de Propiedad, comiéndonos el Mensaje…; porque ese Título de Propiedad está en forma de Mensaje: el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje de los Siete Truenos de Apocalipsis, el Mensaje de la Trompeta Final; al comernos ese Mensaje estamos comiéndonos el Título de Propiedad, estamos comiéndonos el Libro de la Vida para regresar a la vida eterna, estamos comiendo del Árbol de la Vida, lo cual le fue prohibido a Adán luego de la caída, y ahora a nosotros se nos abre el camino al Árbol de la Vida para comer del Árbol de la Vida, que es Cristo, la Palabra.
Al comer la Palabra de nuestra edad y de nuestra dispensación, estamos comiendo del Árbol de la Vida para vivir eternamente, para ser restaurados en cuerpos eternos a la vida eterna.
Así que adelante comiendo el Título de Propiedad, comiendo el Mensaje de nuestra edad y nuestra dispensación: el Mensaje del Evangelio del Reino, que es lo que nos regresará a la vida eterna, lo que nos regresará a un cuerpo eterno; y así recibiremos todo lo que perdió Adán en la caída.
“LA RESTAURACIÓN DEL TÍTULO DE PROPIEDAD A LA RAZA HUMANA”.
¿Vieron ustedes lo sencillo que es todo? No se necesita ir primero a obtener estudios universitarios para luego entender estas cosas. Viene en forma sencilla todo, para que así la gloria la tenga Dios, para que la gloria sea del Señor Jesucristo, y nadie pueda decir que ha sido porque se ha usado sabiduría humana, o porque se ha tenido un alto conocimiento teológico o algún otro conocimiento humano para recibir la restauración del Título de Propiedad; más bien ha sido por la gracia del Señor Jesucristo extendida a nosotros en nuestra edad y nuestra dispensación.
Hemos hallado gracia delante de Dios; hemos hallado más gracia delante de Dios que la que hallaron en las edades pasadas los hijos de Dios.
Así que yo le doy gracias al Señor Jesucristo por Su amor para con nosotros, por Su misericordia para con nosotros, y por este tiempo tan maravilloso en que vivimos: el tiempo de la restauración del Título de Propiedad a la raza humana.
Que Dios nos continúe bendiciendo a todos, que Dios nos guarde. Y siempre adelante, comiéndonos ese alimento espiritual, que pronto seremos transformados y regresaremos a la vida eterna con un cuerpo eterno nuevecito, para estrenarlo en 30 o 40 días aquí, antes de irnos de aquí para recibir los galardones.
Así que todo eso está contenido en el Título de Propiedad, el cual sería restaurado a la raza humana.
Estamos viviendo en el tiempo de LA RESTAURACIÓN DEL TÍTULO DE PROPIEDAD A LA RAZA HUMANA.
Ahora, tenemos que comprender que cuando Dios hace una cosa grande, siempre la hace en forma sencilla; y eso es lo que está aconteciendo en este tiempo final en nuestra edad y nuestra dispensación: La restauración del Título de Propiedad a la raza humana pero todo en una forma sencilla; Dios en simplicidad cumpliendo Sus promesas, Su Palabra correspondiente para la Edad de la Piedra Angular, para la Edad del Lugar Santísimo de Su Templo, en la Dispensación del Reino.
Lo más grande, pero en la forma más sencilla, para que así la gloria sea de nuestro Dios.
Que Dios les bendiga, Dios les guarde; muchas gracias por vuestra amable atención; y dejo con nosotros nuevamente a Miguel Bermúdez Marín para concluir nuestra parte en esta noche.
Y ya estaré nuevamente con ustedes el próximo domingo en la mañana, y también en la tarde; y también estaré el sábado con los jóvenes en la actividad que van a tener, que yo creo que será en la tarde (¿o en la noche?)… A las 6:00 de la tarde será la actividad de los jóvenes.
¿Dónde será? Aquí en el auditorio antiguo, estaremos ahí reunidos con los jóvenes. No sé si los jóvenes extienden la invitación para los niños o los adultos, o no sé si es solamente una actividad de los jóvenes… Eso hay que escuchar ahí a los jóvenes, a ver si extienden la invitación para todos. Si la extienden para todos y todos no caben allá: si no caben, entonces nos pasaríamos acá.
Así que vamos a dejar que nuestro hermano Bermúdez allá investigue con Luisito a ver si la invitación solamente es para los jóvenes o si también está abierta la invitación para todos.
Bueno, vamos a dejar a nuestro hermano Bermúdez. Y que Dios les bendiga a todos con todas las bendiciones contenidas en el Libro de los Siete Sellos, el Libro de la Redención, el Título de Propiedad; y pronto seamos restaurados a la vida eterna.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LA RESTAURACIÓN DEL TÍTULO DE PROPIEDAD A LA RAZA HUMANA”.
[Revisión agosto 2022]
1 San Lucas 21:16-17
2 Apocalipsis 6:1-5
3 Apocalipsis 6:9-11
4 Apocalipsis 6:7-8
5 San Juan 1:1-3
6 San Mateo 17:5