El orden en que vienen y se materializan las bendiciones de Dios

Muy buenas noches, amados hermanos y amigos, es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche y tener la oportunidad de continuar en este día platicando con el pueblo de Dios, con los escogidos, las cosas de Dios, el Programa de Dios que Él tiene con nosotros en nuestra edad y nuestra dispensación; así como Él ha tenido para cada edad y para cada dispensación Su Programa, el cual en edades y dispensaciones pasadas Él ejecutó, y recibieron las bendiciones de Dios los que vivieron en esas edades y dispensaciones pasadas, los cuales recibieron la Palabra de Dios para su tiempo.

Podemos ver a Abraham, el padre de la fe, al cual Dios le dijo: “Sal de tu tierra y de tu parentela, a una tierra que yo te mostraré; y yo te bendeciré, y serás una bendición”1. Una persona, para ser una bendición, tiene que primero recibir la bendición de Dios.

Ahora, si miramos bien las promesas que Dios le dio a Abraham, de grandes bendiciones, Dios le dijo: “Y serás padre de naciones, de multitudes”. Y era un hombre de 65 años (por ahí más o menos), y su esposa tenía como diez años menos que él; así que ya estaba entradita en los 55 años por ahí, y era estéril. Y Dios le está prometiendo ser padre de multitudes, de naciones, de pueblos y príncipes, y reyes saldrían de él: de un hombre que no tenía ni siquiera un hijo, su esposa era estéril.

Y aún con toda esa situación adversa, Dios le da Su Palabra, Su Palabra de promesa; Abraham la cree, y caminó en esa promesa divina; salió a la tierra que Dios le mostró. Dios le mostró, le habló y le mostró en sueños o en visiones, esa tierra; y salió a buscarla, y llegó al lugar donde estaría esa ciudad.

Dice San Pablo en Hebreos, capítulo 11, que Abraham buscaba una tierra, una ciudad, con fundamento, cuyo Arquitecto era Dios; era Arquitecto y Constructor. Y llegó al lugar donde estaría esa ciudad.

Llegó con… ¿Cuántos? Mil y… ¿Cuántos años de Abraham para acá? Llegó con más de tres mil años de anticipación al lugar donde estaría esa ciudad.

Así que Abraham no dijo: “No se sabe cuándo es que va a estar esa ciudad”, lo que Dios le dijo fue que saliera a la tierra que Él le iba a mostrar; porque en esa tierra es donde Dios tendría la ciudad celestial, la Nueva Jerusalén.

Y vean ustedes, esa ciudad va a ser establecida, a estar ahí, después del Milenio; aunque en el Milenio la ciudad de Jerusalén será el lugar del Trono del Señor en el Reino Milenial.

Y Abraham estará ahí, en la ciudad de Jerusalén, viviendo; es el padre de la fe: no desmayó en ningún momento; dice la Escritura que “esperanza contra esperanza”, o sea, esperando lo que no se podía esperar. Lo que era imposible esperar, él lo esperó, porque la Palabra de Dios dijo que sería en esa forma.

Ahora, dice la Escritura que Dios bendijo a Abraham. ¿Y saben ustedes una cosa? Cuando Dios bendijo a Abraham, miren ustedes, cuando Abraham diezmó a Melquisedec (dice San Pablo), Leví, el cual estaba en sus lomos, también diezmó a Dios2; y cuando Dios bendijo a Abraham, bendijo a toda la descendencia de Abraham: la terrenal (Israel) y la celestial (que somos nosotros).

Por eso dice San Pablo en la carta a los Gálatas que para que la bendición de Abraham pasara a nosotros, esa bendición de Dios que le fue dada a Abraham, donde nosotros fuimos bendecidos también… Y esa bendición ha estado pasando de edad en edad: Ha venido de parte del Señor Jesucristo, el cual heredó todas las bendiciones de Dios, todas las bendiciones de Abraham; y de edad en edad han venido al mensajero; y del mensajero se han distribuido a los ministros y al pueblo de cada edad; hasta llegar a nuestra edad, en donde las bendiciones de Abraham vienen a nuestra edad, a nosotros, y se van distribuyendo a los ministros y a todos los creyentes de la Edad de la Piedra Angular; para que así se materialicen en nosotros las bendiciones de Abraham: las bendiciones terrenales y las bendiciones celestiales también.

Porque así como el pueblo hebreo es descendencia de Abraham según la carne, nosotros somos descendientes de Abraham según la fe. Ellos son el Israel terrenal, pero nosotros somos el Israel celestial.

Así que miren ustedes cómo vienen las bendiciones de Dios, la bendición de Abraham; cómo viene a nosotros y cómo se distribuye en cada edad y en cada dispensación.

Y nosotros, en la edad y dispensación que nos toca vivir, agarramos esas bendiciones cuando es hablada la Palabra; porque ahí está, en esa Palabra, la semilla que se convertirá en esa bendición que ha sido hablada, para materializarse y así convertirse en una realidad.

Pero primero la persona tiene que tener esa bendición en forma de semilla, de simiente. Y la semilla, la simiente original, es la Palabra de Dios; porque por la Palabra creó Dios todas las cosas. Esa es una Palabra creadora. Y esa Palabra, cuando viene a nosotros, viene para crear todas esas bendiciones que le fueron dadas a Abraham.

Él dijo que reyes saldrían de él, de la descendencia de Abraham. ¿Y nosotros somos qué? Reyes y sacerdotes; y nosotros damos testimonio que fue cierto lo que Dios le dijo a Abraham. Los reyes y sacerdotes del glorioso Reino Milenial y de toda la eternidad somos nosotros: hijos de Abraham según la fe, el Israel celestial.

Ahí está la bendición de Abraham en nuestro tiempo, para ser materializada en el fin del tiempo y en el glorioso Reino Milenial, y por toda la eternidad, en nosotros; y también en los de las edades pasadas, en la parte que les toca a ellos; que nosotros no queremos quitarle la parte de ellos, nosotros tenemos bastante; más que ellos tenemos nosotros en nuestra edad y nuestra dispensación.

Así que adelante con la bendición de Abraham, la cual fue dada a Abraham; y esa bendición ha pasado a nosotros; y la tenemos en esa Palabra que está siendo hablada en nuestra edad y nuestra dispensación para cada uno de nosotros.

¿Dónde tenemos la bendición de Abraham? En nuestros corazones, en esa Palabra creadora que está siendo hablada a nosotros en nuestra Edad de la Piedra Angular y nuestra Dispensación del Reino, para que se materialicen todas esas bendiciones en nosotros.

Para nosotros es una realidad esa bendición, aunque todavía no está materializada toda bendición que le fue dada a Abraham; pero está en nuestros corazones en forma de semilla.

Y cuando una persona tiene la semilla de cierto árbol, por ejemplo, de mango o de mangó (o como ustedes le llamen), o de aguacate; y ustedes la siembran bien sembradita y en el tiempo que corresponde; porque no en todo tiempo se puede sembrar, sino que hay un tiempo; porque si siembra en el tiempo incorrecto, sembró para los insectos que se comen esa semilla; pero si siembra en el tiempo correcto, usted ha sembrado para usted.

Ahora, cuando usted ha sembrado en el tiempo correcto una semilla, una simiente, usted dice: “Yo tengo ahí un árbol de mango o de aguacate (lo que sembró)”, porque va a producir de acuerdo a su simiente, de acuerdo a su género. Y usted dice: “Yo tengo ahí sembrado un árbol de mango o de aguacate”.

Cualquier persona que escucha eso puede decir: “Eso no es cierto”. Pero como usted sabe que el árbol en su origen es una semilla; y en esa semilla todavía es algo más pequeño, en esa semilla hay algo más pequeño, que es la vida de esa semilla; y eso es lo que nace y luego va creciendo, hasta que forma el árbol; y luego lleva el fruto.

Pero vean ustedes, en una semilla que usted ha sembrado, ahí tiene el árbol, tiene las hojas y tiene los frutos también. Todos los frutos que va a dar ese árbol en toda su existencia, usted los tiene en esa semillita.

Y todo lo que nosotros hemos de recibir, toda bendición que Dios nos va a dar a nosotros, que va a materializar, toda promesa que Él va a cumplir para nosotros, está en forma de semilla, en forma de Mensaje; el cual ha sido colocado en nuestra alma, en nuestro corazón, en la buena tierra, que somos nosotros, en el continente latinoamericano y caribeño, para que las bendiciones de Abraham se materialicen en nosotros y lleguemos a ese glorioso Reino Milenial como reyes y sacerdotes.

Algunas personas se preguntarán: “Bueno, ¿y de dónde van a salir los reyes y sacerdotes del glorioso Reino Milenial?”. Miren: ya de las edades pasadas hay unos cuántos, y del fin del tiempo: somos nosotros.

Así que miren ustedes cómo Dios ha preparado todas las cosas de tal forma que sacará reyes y sacerdotes de donde no se veían reyes y sacerdotes: por medio de esa Palabra que Él ha sembrado en el corazón de los escogidos de las edades pasadas y en el corazón de los escogidos de la Edad de la Piedra Angular.

Por eso nosotros tenemos que estar tan agradecidos a Dios, dándole gracias cada día al saber Su Programa, conocer Su Programa para nuestro tiempo, y conocer quiénes somos nosotros en ese Programa. Nos ha tocado la parte más grande y gloriosa de todos los tiempos, nos ha tocado la bendición mayor.

Mayor que la bendición que le ha tocado a los escogidos de la Edad de la Piedra Angular no le ha tocado a nadie más y a ninguna edad en el pasado. Por eso se cumple lo que dice la Escritura: “Es mejor el fin del negocio que el principio”. Y más, del negocio de Dios.

Que Dios nos bendiga, que Dios nos guarde; y que las bendiciones de Abraham, las cuales están en nuestros corazones en forma de Palabra hablada, que ha sido traída para nuestra edad y nuestra dispensación, se materialicen en cada uno de nosotros.

Que Dios nos bendiga con todas esas bendiciones y que así nosotros lleguemos al glorioso Reino Milenial.

Que Dios les bendiga, Dios les guarde.

Muchas gracias a Chavita y también a Leo, que me invitaron para estar con ustedes en esta noche, y muchas gracias a ustedes por vuestra presencia, a todos ustedes.

Veo que ustedes son como yo: que no tienen horario, que a la hora que sea están dispuestos para trabajar en la Obra, para oír la Palabra y para todo lo que haya que hacer en la Obra de Dios. Así soy yo, yo no tengo horario. El horario correcto ¿sabe cuál es? El horario en que estén disponibles las personas para escuchar la Palabra de Dios.

Así que Dios les bendiga, Dios les guarde, y muchas gracias por vuestra amable atención. Buenas noches, y con nosotros Hugo.

En lo que llega Hugo, yo les dije (no sé dónde fue… fue en una reunión de ministros) que el lugar donde mejor yo siempre me he sentido es Bogotá; donde como bien, duermo bien. Y para recibir de parte de Dios un Mensaje y luego para predicarlo, es el lugar donde mayor libertad tengo, y en donde más fácilmente recibo un Mensaje, y donde con más facilidad lo puedo predicar.

Y mientras Hugo hablaba allí, lo que yo les estoy – les estaba hablando, lo estaba ahí haciendo unas notitas mientras Hugo hablaba. De momento, cuando me llegó algo ahí, cuando Hugo habló de Abraham (me parece que fue), o de alguien ahí, me llegó ahí algo y ahí apunté. Eh, ¿no sé si quedó allí? [“En tu bolsillo”, dice el hermano Hugo –Editor].

Y ahí estuve haciendo estas notitas, que aunque no estuve leyéndolas, pero siempre aprovecho y apunto para asegurar bien lo que Él me da. Y ya en otra ocasión, pues, quizás estén escuchando con más detalles acerca de estas notitas que hice aquí, para que así nosotros podamos ver el orden… Aquí está el tema… ¿Cómo dice por aquí, Hugo?… Si no entiendes vas a tener que ir a una farmacia a que te descifren. [El hermano Hugo lee: “El orden en que vienen y se materializan las bendiciones de Dios”. – Editor].

“EL ORDEN EN QUE VIENEN Y SE MATERIALIZAN LAS BENDICIONES DE DIOS”.

Porque Dios tiene todo en un orden; aun la naturaleza tiene un orden. Y fuera de ese orden ya las cosas son… ¿cómo? Sí. Son… eh, no es nada… Son manufacturadas científicamente ya.

Vean ustedes, ustedes agarran una naranja y la injertan en los árboles, y algunas vienen hasta sin semilla; y otras que vienen con semilla, la siembran la semilla, y no nacen. Así que lo original es lo que trae la vida dentro.

Bueno, vamos a dejarlo ahí, porque lo otro lo escuchan ya en… lo otro lo escuchan en otra ocasión. Ya el 30 por aquí vamos a estar con ustedes. Menos de un año falta para estar acá. Bueno, así que estaremos por aquí nuevamente.

Que Dios les bendiga y por aquí nuevamente Hugo con nosotros.

“EL ORDEN EN QUE VIENEN Y SE MATERIALIZAN LAS BENDICIONES DE DIOS”.

1 Génesis 12:1-3

2 Hebreos 7:9-10

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