Dos niños bienaventurados

Muy buenos días, “Hombres y Mujeres de Negocios del Evangelio del Reino”; es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta mañana, y verlos, y pedirle a Dios Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes, sobre sus negocios, sobre sus almas y sobre todo lo que ustedes hagan en el Reino de Dios.

Estamos en un tiempo muy importante, y nosotros conocemos cuál es ese tiempo. Es el único grupo de personas que conocen su edad, su dispensación, su Mensaje, y conocen la labor que hay que llevar a cabo en nuestra edad y nuestra dispensación. Y miren ustedes, nosotros somos los que, de todos los tiempos, estamos conscientes del Programa que Dios está llevando a cabo en nuestro tiempo; por lo cual, le damos gracias a Dios.

Y nosotros hemos tenido la oportunidad de trabajar directamente en el Reino de Dios con todo lo que nosotros tenemos, aun colocando nuestros negocios en el Reino de Dios para que Dios los use, y así Él se encargue también de ayudarnos y de colocar Su bendición, para que así todo marche adelante y todo se lleve a cabo en nuestra edad y nuestra dispensación.

Hay algo muy importante que nosotros tenemos que entender. Dios usa todo lo que nosotros pongamos en Sus manos. Él lo toma, lo bendice y lo multiplica. Ese fue el caso de… ¿Cuántos saben cuál fue ese caso? Fueron dos casos o dos ocasiones en que Él tomó lo poco, lo multiplicó – lo bendijo y lo multiplicó. Aquí lo tengo. Pero el mismo problema que Miguel les estaba explicando, que con 30 o 31 años ya predicando, todavía yo no sé ponerle un tema a un mensaje.

Ya tengo aquí unas notitas sobre la multiplicación de los panes y de los peces, sobre lo cual siempre he deseado predicar, pero no sé si alguna vez he predicado un mensaje…

[Hno. Miguel: Ha hecho referencia, pero directamente no creo; ha hecho referencia siempre de los vinos…]

¿Pero no sabe por qué no he predicado un mensaje sobre…? [No, no sé…]

Ahí encontramos que era, en dos ocasiones hubo… Las dos ocasiones, ¿eran dos jóvenes?, ¿un joven en cada ocasión?

[En una ocasión era un muchacho, pero no sé en la otra]

Sí, un muchacho y joven, más o menos.

[Un muchacho…]

Un muchacho.

[Cinco panes…]

¿Sabe? Como por acá, que mandan a los muchachitos a vender empanadillas o tacos… O ¿qué más? Sí, de esas cositas.

[Había un muchacho por ahí que tenía cinco panes y dos peces pero no sé si…]

Y el otro también era…

[Me parece. Tengo que ver]

Parece que tenían en esos lugares y en ese tiempo la costumbre, como por acá en la América Latina, que la mamá pues prepara las cositas fritas, empanadillas o (¿qué es lo otro?) quesadillas y cosas así; las prepara y entonces manda al muchachito que las venda, y después regresa y vuelve y les da más hasta…

Bueno, pues ahí el muchachito parece que ya era lo último que quedaba o lo único que había llevado para vender. Y miren ustedes, el Señor Jesucristo tomó lo poco, lo poco que tenía aquel muchachito en esa ocasión.

No sé cuál de los dos casos fue primero, si el de los cuatro mil hombres sin contar mujeres y los niños, o el de los cinco mil…

[El de los cinco mil]

Fueron dos casos; y ahí tenemos los dos jóvenes o niños bienaventurados, que colocaron en las manos del Señor Jesucristo lo poco que tenían, y era su negocio.

Miren ustedes, su negocio era pequeño: en una ocasión cinco panes… o cinco panes y dos pececitos; en la otra ocasión no sé cuánto, no recuerdo bien.

Y vean ustedes, un negocio pequeño que, ¿cuántas personas podía alimentar dos pececitos? Miguel se come dos o tres… Allí Miguel, con Miguel nada más le tumbaba el negocio.

[Dos peces y dos panes por lo menos; ya ahí…]

Y no dice: dos peces.

[Dos pececitos]

Dos pececitos.

[Chiquitos]

A lo mejor del río fue y los sacó…

[Había que completarlo con los cinco pancitos]

Sí… Y los panecitos, quién sabe si a lo mejor la mamá fue la que los hizo, y le ayudó. Pudo ser la mamá, porque los muchachitos cuando salen a vender así, es porque en la casa hace falta una entradita de dinero, y la mamá pues, fríe algunas cositas, las manda a vender, y con eso pues aumenta un poquito el bolsillo, lo llena un poquito más, para que después pueda hacer la compra un poquito más grande para la familia; y de la compra que hace, pues de ahí vuelve y hace alguito más, lo venden y entonces pues…

Porque cuando en la casa hay necesidades, y la madre es la que tiene que ver qué falta ahí… y si llega a estar solita la madre, entonces pues tiene que inventársela; y esa pues es una forma muy buena para trabajar también, cuando tienen esos problemas.

Yo recuerdo también que cuando muchacho yo brillaba zapatos (o pulía, no… ¿cómo?)… bolear zapatos. Me gustaba tener dinero, y entonces pues trabajaba para obtenerlo. Y también, no sé cómo le llaman… algo así con harina de trigo, que uno hace una masita un poquito rala, y luego… como si fuera a preparar avena o las tortitas estas de – para las quesadillas, algo; prepara la masa (pero más blanditas), y luego le echa un poquito de bacalao, y luego… si quiere echarle algún condimentito o algo, se lo echa también; lo mueve; echa unas cucharaditas en el aceite o manteca caliente, y salen unas cositas así fritas. A eso se le llama: bacalaíto frito.

Y yo dije: “No. Yo voy a… también a montar un negocito de esos”; y hablé con mi mamá y le dije: “Mami, préstame una libra de manteca y como una libra también de harina de trigo, más o menos, y un pedazo de bacalao”; y me los prestó de la compra. Y entonces pues, me ayudó también y me enseñó para hacer los bacalaítos fritos; y los preparamos, ella me ayudó, fui y los vendí al parque de pelota, y después vine e hicimos más; y con el dinero que saqué entonces le pagué o le di el dinero para recuperarle lo que me había prestado. Y así comenzamos o comencé el negocio de bacalaítos fritos, y ella pues me ayudaba también, y así pues fui desarrollando ese negocio para tener algún dinerito en el bolsillo; y con eso mismo pues también evolucionaba.

Ya pues cuando vino la situación de que había otros también que vendían, pues entonces yo dije: “Bueno, aquí pues, esto lo resuelvo”. Entonces le echamos un poquito de color de ese de achiote, y ya pues se veía diferente; y entonces, pues, le echamos un poquito de bicarbonato de soda; y entonces con la misma cantidad se ponían bien grandes, y entonces pues ya con eso, pues, ya eran diferentes a los demás y se vendían rapidito. Y era algo así como lo del muchachito que salía a vender sus pescaditos y sus panes.

Y miren ustedes cómo lo poquito que ese muchachito tenía para la primera ocasión… o quién sabe, no se sabe si fue el mismo muchacho. No dice.

[No, no dice]

No dice, pero de seguro ese muchachito después estaría siempre en las actividades de Jesús; y pudo ser el mismo o pudo ser otro. Si es el mismo, pues tenía una doble bendición.

Así que todo esto lo que nos representa es que lo poco que uno tiene, si lo pone en las manos de Dios, en las manos del Señor Jesucristo, en la Obra que corresponde para el tiempo en que uno vive… porque eso fue en la Obra que Él estaba haciendo para ese tiempo.

Quizás otros muchachitos vendían y vendían, pero hubo uno que lo que tenía fue usado en la Obra de Dios, lo bendijo Jesús y lo multiplicó.

Y en el campo espiritual: En el fin del tiempo hay mucha gente muerta de hambre espiritualmente.

Allá los discípulos decían: “Que se vayan para que compren algo, vayan a la ciudad y compren algo; despídelos”.

Jesús dijo: “No tienen necesidad de ir a comprar a la ciudad: Dadles vosotros de comer”.

—“¡¿Y de dónde vamos a sacar tanta comida?!”.

Con todas las panaderías que tuvieran en ese tiempo allí, en ese lugar, no daba para alimentar tanta gente. Ellos dijeron: “Con tantos denarios, o tantas de estas de pan, no se alimenta toda esa multitud”. Cuatro mil personas en una ocasión, sin contar los niños y las mujeres, de hombres nada más, ¡eso es una cantidad…! Teniendo la comida para prepararla: da trabajo, ¡¿cuánto más no teniendo nada?!

Pero vean ustedes, ahora la humanidad está con hambre espiritual. Y la pregunta era: “¿Y de dónde sacaremos tanto alimento para tanta gente?”. Ya se fue el primer mensajero, el segundo, el tercero, el cuarto, el quinto, el sexto, el séptimo, ¿y de dónde ahora?, ¿de dónde ahora para tanta gente?

Un muchachito en una ocasión, otro muchachito en otra ocasión, con poquitito… El ministerio de Elías y el ministerio de Moisés ahí, comenzando con poquitito, teniendo un poquitito nada más; pero poniéndolo en las manos del Señor Jesucristo y Él multiplicándolo, y produciendo por la Palabra creadora el alimento espiritual para todos los que necesitan ese Alimento.

Dos muchachitos: Moisés y Elías, en el fin del tiempo, con un poquitito nada más; pero puesto en las manos del Señor Jesucristo, Él lo bendice, lo multiplica, y dice: “Dadle ahora vosotros de comer a la gente”.

Eso es lo que ha estado pasando: Él ha estado multiplicando ese alimento espiritual; y por Su Palabra creadora ha traído el alimento espiritual para gentiles y hebreos. Ahí tenemos también los dos grupos, los cuales nos representan a los gentiles y a los hebreos. Fueron dos grupos: uno de cuatro mil y otro de cinco mil personas, sin contar los niños y las mujeres (y los niños son los más que abundan). Así que era un grupo, quizás, de algunas diez mil personas en cada ocasión (quizás, como poco diez mil); porque cuando ustedes van a un lugar y hay algo que le llama la atención a la gente y usted mira, casi siempre hay más muchachos que personas mayores, y mujeres también; entonces era una multitud grande.

Pero vean ustedes, podemos decir: No importa cuántos cientos, miles o millones de personas haya, necesitados de alimento espiritual, lo importante es que Él tome lo poquito que tenemos, lo multiplique… Y de repartirlo ¿a quién Él encargó? A Sus discípulos. ¡Nosotros nos encargamos de repartirle ese Alimento! Y lo hacemos con imprentas, con equipos de video, y con todo lo que Él nos coloca en nuestras manos.

Ahora pues, como ya hemos visto, nos está colocando un equipo que transmitirá la Palabra para alimentar. El multiplicar el Alimento le toca a Él, y nosotros en repartir ese Alimento en el Nombre del Señor.

Porque no vamos a decir, nadie va a decir que es un Alimento que es de él, sino del Señor Jesucristo, el cual lo multiplicó. No teníamos el Evangelio del Reino pero Él multiplicó esa Palabra, Él multiplicó esos panecitos y esos pececitos.

Y vean ustedes, tenemos el Mensaje del Evangelio del Reino para alimentar a todo ser humano en este tiempo y en tiempos futuros, para alimentar en el fin del tiempo y en el glorioso Reino Milenial a todo ser humano que tenga hambre de oír la Palabra de Dios.

Todavía no tenemos el tema, Miguel. “LOS DOS NIÑOS BIENAVENTURADOS”, podría ser. “DOS NIÑOS BIENAVENTURADOS”.

¿Ven por qué yo no podía hablar sobre los panes y los peces en otras ocasiones? Porque no sabía qué yo iba a decir; solamente tocaba así por encima pero no tenía un cuadro claro. Ya con lo que Él me dio aquí al llegar, ya se me va aclarando el cuadro y voy viendo qué significa todo esto, y por qué está en la Biblia registrado en dos ocasiones la multiplicación de los panes y los peces.

Así que, vean ustedes, el Señor Jesucristo recibe, bendice y multiplica lo que nosotros ponemos en Sus manos; aunque sea poco, Él se encargará de multiplicarlo con Su bendición y Su Palabra creadora, para beneficio de las demás personas.

Vean ustedes que para Él mismo Él no hizo nada, sino para la gente. Siempre debemos pensar en los demás, en el bienestar de los demás, en el beneficio para los demás, beneficiarlos con la Palabra; porque al recibir la Palabra, ellos están recibiendo vida eterna. Es lo más grande que podemos hacer para nuestro prójimo, para que así lo encontremos en la vida eterna y el Señor Jesucristo nos pueda decir: “Mira, a ti te usé para traer a vida eterna a esta persona”. El Señor Jesucristo es el que lo trae a vida eterna pero usa Sus canales, usa personas para llevar a cabo Su Obra.

Así que, que Dios nos use como usó a estos dos niños bienaventurados; que seamos como los dos niños bienaventurados en el Reino de Dios, colocando en las manos del Señor Jesucristo lo que tenemos para que Él lo bendiga y lo multiplique, y lo use para la alimentación de las personas que tienen hambre de oír la Palabra de Dios; que son dos grupos nada más: gentiles y hebreos nada más; no hay nada más sino los gentiles y los hebreos; y entre los gentiles pues ya ahí… están los hijos de Dios, los primogénitos, y está el resto de los hijos de Dios. Y luego entre los hebreos: el grupo de 144.000 hebreos, y además el resto del pueblo hebreo que no sabemos bien, quizás, cómo Dios va a bregar con el resto del pueblo hebreo, pero sí con 144.000 hebreos.

Bueno, que seamos como los dos niños bienaventurados, los cuales aparecieron en el momento preciso, en el momento que había una necesidad para la bendición de las personas hambrientas, las cuales ya estaban sintiendo esa necesidad pero estaban allí por escuchar la Palabra del Señor Jesucristo.

Y ya la tarde estaba cayendo e iba a anochecer. Y ya está pronto por anochecer, la noche de la gran tribulación está por caer; pero no tienen necesidad de irse: no tienen necesidad de morirse: hay Alimento por la Palabra creadora del Señor Jesucristo.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo, Dios les guarde.

Les di esto que Dios me dio aquí mismo, porque yo he dicho siempre: Enseguida que Él me dé algo, yo lo doy lo más rápido posible en la próxima ocasión que tenga, en la ocasión que tenga la oportunidad de hablar.

Ahora más adelante veremos qué más Él nos da acerca de este tema, y lo veremos también en algún video, el resto que vaya con esto que Él me ha dado en esta mañana.

Yo le agradezco mucho a Él, al Señor Jesucristo, que Él en esta mañana me haya dado, aquí entre ustedes, sobre estos niños con estos poquitos panes y peces. Y le pido a ustedes que oren mucho por mí, y yo oraré por ustedes, para que Dios los bendiga a ustedes y bendiga lo que ustedes colocan en las manos del Señor Jesucristo, lo multiplique, lo use grandemente en Su Reino, y los prospere grandemente, espiritualmente y materialmente también, y les prospere sus negocios.

Que Dios les bendiga, Dios les guarde. Muchas gracias por vuestra amable atención, y dejo con nosotros a Miguel Bermúdez Marín.

De lo que sobró, el Señor Jesucristo dijo que ¿qué? Que no se perdiera nada. Por eso siempre que se da la Palabra, siempre que tenemos las actividades, se recoge así1 todo, para alimentar después a otras personas; porque ese, siendo un Alimento creado por el Señor Jesucristo, no se podía perder nada; era Alimento que servía para otra ocasión también, servía para todas las ocasiones, para suplir la necesidad de las personas.

Así que, está muy bien hecho lo que estás haciendo, Alejandro: Recogiéndolo todo en video, y pasándolo después a imprenta, porque eso es Alimento creado por el Señor Jesucristo para alimentar en el fin del tiempo, en el glorioso Reino Milenial, a todos los hijos de Dios que desean escuchar la Palabra de Dios.

Bueno, eso había que colocarlo ahí porque está por aquí en una notita. No la vi ahora al final pero sé que está en algún lugar por ahí. Y yo le doy gracias a Dios porque nos ha dado la forma de almacenar el Alimento también; y como leyó Miguel en algún lugar, en las primeras páginas del libro de Citas, que fue vista una montaña de pan…

[En la primera cita]

La primera cita. Una montaña de pan. Y eso es lo que está formándose en nuestra edad y nuestra dispensación. No poquito, sino una montaña, para alimentar a todo el que tenga hambre de oír la Palabra de Dios.

Bueno, Miguel, ya en otra ocasión seguiré apuntando por aquí, para en otra ocasión ver qué más tienen estos dos pasajes bíblicos de los panes y los peces, la multiplicación, ver qué más tiene para nosotros, para conocer y aprender lo que Él quiera que nosotros sepamos; porque si están ahí registrados estos casos, una enseñanza importante tiene para nosotros, y también tiene el ángulo profético el cual hemos visto en esta mañana.

Así que Dios les bendiga, Dios les guarde. Muchas gracias también por haberme invitado desde el comienzo de estas actividades o desde tiempo atrás, para estar con ustedes en las actividades; para mí es un privilegio y una bendición grande.

Vean si es una bendición grande, que me dio un mensaje aquí mismo al llegar. Llegando aquí, me senté y enseguida comenzó a venir ese mensaje para enseguida usarlo en esta mañana. Ya yo desayuné en esta mañana el alimento espiritual; por lo cual, le doy gracias a Dios. Y si ustedes no me hubieran invitado para estar con ustedes en estas actividades cuando yo vengo, en esta mañana yo no tendría un mensaje, todavía no hubiera yo desayunado espiritualmente. Y para mí lo espiritual es primero, y para mí ha sido una bendición grande estar con ustedes en esta mañana.

Bueno, que Dios les bendiga. Dios te bendiga, Elizabeth. Dios te bendiga, Alejandro. Miguel, Dios te bendiga. Dios te bendiga. Dios les bendiga a todos y les multiplique lo que ustedes colocan en las manos del Señor Jesucristo, y lo use en Su Reino.

Bueno, Miguel, que Dios te bendiga y adelante.

“DOS NIÑOS BIENAVENTURADOS”.

[El hermano Miguel continúa. Mientras tanto el hermano William hace anotaciones, está atento a lo que habla el hermano Miguel y continúa comentando -Editor]

[Gracias William, Dios te bendiga. Que Dios siga bendiciendo a nuestro hermano William, le siga dando más; por eso es que estamos orando para que Dios le dé más; porque a medida que Dios le da más, pues más recibimos nosotros también.

Estaba viendo acá lo que nos está hablando William. En la primera ocasión dice que alimentó cinco mil…]

Eso es ¿en qué? ¿En Mateo?

[Está en Mateo 14 la primera, Mateo 14; ahí alimentó cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños; y había apenas… dijeron: “No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces”. Cinco y dos son siete, ¿no? Pero cinco es número de gracia también; y dos pecesitos, que dos también es un número significativo delante de Dios por el doble ministerio, pero… Entonces dijo: “Traédmelos acá”. Y cuando terminaron de comer, sobró doce cestas llenas. Doce es fundamento también]

Perdona que te interrumpa. También desde otro punto de vista nos muestra, para la primera ocasión, en donde Él multiplicó el alimento espiritual allá en la Primera Venida; y Él trajo con los apóstoles, trajo el Evangelio de la Gracia para alimentar las multitudes, para alimentar desde los hebreos hasta los gentiles, hasta el fin de la Tierra.

Y la segunda ocasión, también desde ese punto de vista: El Evangelio del Reino en el fin del tiempo, para alimentar las multitudes en el fin del tiempo, desde el oeste, la tierra de América, hasta el este, la tierra de Israel.

[Aquí estábamos viendo, pues, en la primera ocasión, como les dije, sobraron doce cestas, doce es fundamento; y cinco panes que nos habla de gracia, cinco es gracia. Eso está en el capítulo 14 de Mateo, del 13 al 21. Y la segunda ocasión está en el libro de Mateo, el capítulo 15, el capítulo siguiente, está desde el verso 32 hasta el verso 39. Entonces: “¿Cuántos panes tenéis?”. Siete panes. En la segunda había siete panes. En la primera había cinco, que habla de gracia, pero ya cuando te habla de siete, ya te está hablando de completación…]

Algo completo.

[Sí, algo completo. Siete panes, dice… y unos pocos pecesitos. “Y mandó a la multitud que se recostaran en tierra. Tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y los dio a sus discípulos; los discípulos lo dieron a la multitud. Comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas”.

En la primera se recogieron doce, y aquí se recogieron siete…]

Fíjate, Miguel, perdona que te interrumpa. En la primera eran más personas, eran menos peces y menos panes: cinco panes y dos pecesitos. Era más gente y sobró más: sobraron 12.

En la segunda son siete panes y unos pecesitos, o sea, más de uno o más de dos; unos pecesitos, y sobraron siete cestas.

Y para el fin del tiempo, pues, ¿qué tenemos? Los siete mensajes de los siete ángeles mensajeros; y esto nos habla de, ya el Mensaje completo de las siete edades dado. Y con eso, recogido todo, esos siete panecitos con unos pecesitos, al tomarlo el Señor Jesucristo y bendecirlo, vean ustedes, ahí estaba el alimento para todos; pero al Señor multiplicarlo, ahí estaba.

¿De dónde ha salido el Mensaje del Evangelio del Reino? De lo que fue dado allá, el Señor lo ha tomado, lo ha multiplicado, y nos ha traído el Mensaje del Evangelio del Reino.

Y cuando nos habla de siete, nos habla de algo completo. Por lo tanto, todos serán alimentados también, saciados, y sobrará: sobrará para el Milenio, quedará para el Milenio. Y al quedar siete, esto nos habla de algo completo: quedará un Mensaje completo: El Evangelio del Reino para la Dispensación del Reino.

[Bueno, fíjese que todo esto tiene una gran enseñanza para nosotros. Aquí pues podemos ver los… cuatro mil personas, hombres, sin contar las mujeres y los niños; que podrían ser… cuatro mil hombres y cuatro mil mujeres y cuatro mil niños, podían ser doce (4×3=12), podían ser como doce mil personas. No se sabe cuántas, ¿no? Pero digo que… que son… con una cosita tan poquita Dios alimentó tanta gente. ¿Y si hubiera sido más? ¿Creen ustedes que hubiera alcanzado? Si cuatro panes, cinco panes, alcanzó para alimentar cinco mil personas hombres, sin… porque son los que generalmente siempre comen más, los hombres, ¿no? Comemos más los hombres que las mujeres…]

En algunos sitios, yo creo…

[En algunos a lo mejor hay mujeres que comen más… pero generalmente, los hombres comen como dos veces lo que come una mujer; y comemos más que los niños, por supuesto, siempre la comida de los niños es poquita; siempre están poniendo el que come más… cinco mil hombres, sin meter…]

Perdona que te interrumpa… (Déjame apuntar esto por aquí…) Léete ahí cómo Él mandó a que se colocaran las personas.

[En la primera ocasión… Vamos a ver, tengo aquí Mateo 14, dice]:

[San Mateo 14:16-19]

“Jesús les dijo:No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.

Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.

Él les dijo:Traédmelos acá.

Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud”.

[Aquí hay otra enseñanza bonita, porque Jesús aun siendo Todopoderoso, con todo y eso levantó los ojos al Cielo, pidió el auxilio de Dios. Lo que yo les hablaba al principio, que no importa cuánto nosotros sepamos ni hagamos, ni cuánta experiencia tengamos, necesitamos el auxilio de Dios [Amén] siempre. Y aquí fíjese que Él con todo y eso… dice: “Levantando sus ojos al cielo (miró hacia arriba, dijo: ‘Padre, bendícelos, ayúdanos), los bendijo, los partió y los dio, los dos panes a los discípulos, y los discípulos lo dieron a la multitud”. Dice que los mandó a recostar sobre la hierba]

Ese es el caso de los…

[Ese es el de los cinco mil]

¿Y el de los cuatro mil?

[El de los cuatro mil… Dice]

De cincuenta en cincuenta, dice por ahí…

[San Mateo 15:34-19]

“Jesús les dijo:¿Cuántos panes tenéis?Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos.

Y mandó a la multitud que se recostase en tierra.

Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud.

Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas.

Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños”.

[Vamos a ver lo que dice en…]

Hay un caso, un lugar que dice que los mandó a recostar de cincuenta en cincuenta. Y cincuenta es Año de Jubileo.

[Vamos a ver si es Marcos 8:1… vamos a ver si está ahí]

¿El primer caso o el segundo?

[Este es el segundo caso, estoy con el segundo]

[San Marcos 8:1-9]

“En aquellos días, como había una gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:

Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer;

y si los enviare en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos.

Sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto?

Él les preguntó:¿Cuántos panes tenéis?Ellos dijeron: Siete.

Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud.

Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.

Y comieron, y se saciaron; y recogieron de los pedazos que habían sobrado, siete canastas.

Eran los que comieron, como cuatro mil; y los despidió”.

[Vamos a ver si… Puede ser que esa referencia tenga que ver con la primera vez… esa referencia que tú estás mencionando puede tener que ver con la primera ocasión (…).

Puede ser que en Lucas 9:10 (estamos en la primera ocasión) Vamos a ver cómo lo narra Lucas]

Siempre allá en el tiempo de Jesús y los apóstoles, correspondía para el año… para el día… era Año de Jubileo también, como edad, como dispensación, como edad. La Edad de la Piedra Angular siempre es la Edad del Año del Jubileo, para también cumplirse el Día de Pentecostés, el día cincuenta, el cual vino después sobre los discípulos el Día de Pentecostés; y para nosotros pues acá el Año de Pentecostés, el Año Cincuenta, que es el que… allá pues eran las primicias del Espíritu, acá es la plenitud del Espíritu para ser transformados.

[Bueno, son cosas muy importantísimas, ¿no? Tiene que ver con el Pentecostés… Aquí dice, en la otra porción que está en San Lucas 9:10, hasta el 17]

[San Lucas 9:13-17]

“Él les dijo:Dadles vosotros de comer.Y dijeron ellos: No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta multitud.

Y eran como cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos:Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta en cincuenta”.

[Fue la primera vez. Está hablando de cincuenta en cincuenta. A lo mejor a la segunda vez también. No explica, pero… no dice, pero a lo mejor también los hizo sentar de cincuenta en cincuenta.]

Ya sabían cómo mandarlos a sentar…

[No tenían que preguntarle, ya sabían cómo hacerlo… La cosa grande es que… lo que es la mentalidad del Señor, ¿verdad? A Él le dicen: “Señor, esta gente tiene hambre, y ahora aquí tan lejos ¿cómo hacemos para alimentar esta gente? Manda que se vayan para su casa. Porque esta gente con hambre, se vienen contra nosotros, ¿de dónde sacamos? Nos metemos en un problema. Si se van, pues esta gente por ahí sin comer, si siguen adelante se pueden desmayar”.]

Los niños…

[Se pueden desmayar y vamos a tener que empezar a cargar gente desmayada pues para atrás. Bueno, entonces va a ser un problema”. Entonces Él les dijo: “Denles de comer ustedes”. Ahora, lo que es la mentalidad de Cristo, ¿no? La mentalidad de Dios, digamos, es una mentalidad infinita. “No necesitan irse. Denle ustedes de comer”. −“Pero ¿y de dónde?”. Nosotros enseguida empezamos a echar números. Dice que uno de ellos empezó con un lápiz: “Mira, 200 denarios no alcanzaría. ¿Y a dónde conseguimos una panadería ahorita? Primero un panadería que nos venda 200 denarios de un solo golpe…”]

¿Y cuánto es 200 denarios? Este edificio lleno aquí.

[Este o más de esto. “¿De dónde conseguimos una panadería contratando? ¡Son cinco mil personas! Sin contar… cinco mil hombres. Y empezó a echar número ahí… ¿De dónde?”.

−“Bueno (Él les dijo)… Bueno, ¿y cuánto tienen?” Mire que Él quería ver lo que tienen.

−“Pero si es que lo que tenemos es algo ridículo, no se puede ni mencionar entre tanta gente, miles de personas aquí; son cinco panes lo que hay por ahí”.

−“Tráiganlos acá. Eso es suficiente”. ¿Y si hubiera sido cincuenta mil personas? Igual, hubiera alcanzado; o si hubiera sido cien mil personas.

Ahora, si usted agarra el pan que se comieron cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y los niños, y pone eso, ¡hubiera hecho una montaña de pan usted con eso!

Y eso es lo que nos dice el hermano Branham cuando él llegó a aquel lugar que era un gran Auditorio, y había unas cortinas extendidas (no sabemos qué es lo que quiere decir él con eso), pero había unas cortinas ahí extendidas, y entonces él las movió, y ahí estaba una montaña de pan.

Y dice que había gente de todas partes, había gente de todos los sitios, que habían venido a comer; y había una gran audiencia. Pues claro, si la fe viene por el oír, por el oír de la Palabra, así que había miles de personas escuchando la Palabra. Así que habrá un momento en que habrá millones de personas escuchando en una gran audiencia.

Y cuando llegó el hermano Branham ahí, ya estaba esa montaña de pan ahí; él venía atraído por el Señor en una visión para mostrarle lo que había ahí. Vino de donde él estaba, de donde él estaba dando de comer, dice: Había un montoncito, había un montoncito pequeño, dice pequeño, ahí dijo que había un montoncito de pan cocido suave, un pancito suave, un montoncito pequeño.

Pero cuando Él lo trajo por otro camino, lo trajo por otra parte, y le mostró este edificio tan grande, y él removió esa cortina, entonces dice que había una montaña. Que para Dios no hay nada imposible, Dios es el que multiplica, Él puede hacer cualquier milagro.

¿Ustedes comenzaron aquí con qué? Aquí en Villahermosa. Yo recuerdo primero cuando yo vine con don Andrés, la primera vez que vine aquí a predicar donde estaba Andrés. Era una lona de esas de camión, que Andrés la había puesto de una pared a la otra, un lugarcito que él tenía alquilado, o era de él, no sé… Alquilado. Y entonces tiró una lona y unos palos puestos nada más, y la lona amarraba. Yo no sé cuántos de ustedes estaban ahí que se acuerden de eso. Usted estaba, usted también estaba. Bueno, ustedes son de los primitivos, ¿no? Bueno, ya ustedes ven, estaban allí.

¿Se acuerdan qué era lo que había allí? Un grupito de nada. Era un grupito pequeñito y era una lona de camión lo que tenía Andrés ahí. Después les conocí por allá en Pueblo Viejo, en Valle Viejo… en Río Viejo, ahí en un lugar que había más zancudos que aquí todavía; y aquello…

Pero vean ustedes ¡cómo Dios les ha ido dando! ¿Usted puede imaginar que tengamos este salón ya para clases nada más? Y no uno. Ya todos los salones, los lugares, lo que ustedes han hecho de aquí para otros lugares, han ayudado a ‘tuti le mundi’. Ustedes con los techos, de aquí han salido los techos para… han ayudado a Veracruz, han ayudado a muchísima gente… Orizaba y todas partes. ¿Y con qué comenzaron ustedes?].

Con una lona.

[Con un pedazo de lona extendido allí, una lona de camión. Entonces vean cómo ha ido Dios… hablando aquí de ustedes nada más, sin irnos muy lejos]

En Puerto Rico con una Carpa que se compró usada.

[Sí, se estaba volviendo… ya se la vendieron a William porque ya era el que la…]

Estaba usada…

[El que se la vendió vio… pero ya estaba ya con sus parchitos ya. Quiere decir que ya el que la vendió dijo: “Ya esto no me dura mucho, así que consigo alguien que me la compre, hago buen negocio. Algo que me den por esto hago un buen negocio”. Consiguió que William pues, para empezar estaba bien]

Siempre hay que empezar con algo, porque siempre Dios bendice lo que uno tiene, aunque sea una tontería (como decimos nosotros), algo insignificante; Dios lo bendice, y entonces eso es lo que va creciendo y se hace grande. Entonces uno tiene que poner algo para que Dios lo bendiga, y uno mismo colocarse para que Dios lo bendiga, y así Él entonces sea glorificado.

Por eso encontramos que, encontramos que un millonario no aparece para trabajar en el Reino de Dios; o sea, no aparecen cosas grandes, sino cosas pequeñas y personas pequeñas, con cosas pequeñas, y entonces Dios se glorifica. Y vean todo lo grande que Dios ha llevado a cabo con cosas pequeñas, personas pequeñas, y con cosas insignificantes que fueron colocadas en las manos de Dios.

[Así es. Y “si en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré”. Dios habla de ser fiel en lo poquito. Comienza… siempre el Reino de Dios comienza poquito, todas las cosas de Dios usted ve que comienzan chiquititas, comienzan pequeñitas, y parecen hasta que… no parece que eso fuera a llegar muy lejos.]

Comienza de abajo hacia arriba. El reino de los gentiles comenzó de arriba para abajo, comenzó la cabeza de oro, algo grande, y se va a desaparecer.

[Y termina en unos pies de barro. Comienza con una cabeza de oro y termina con unos pies de barro…]

De barro y hierro mohoso…

[Así que imagínense ustedes. El de Dios comienza con un fundamento pequeño, una cosita chiquitita, el Reino de Dios con los apóstoles…]

Que nadie se imagina que iba a crecer.

[Y una gente… quién iba a pensar que una cosa tan pequeña iba a llegar a ser tan grande.]

¿Saben ustedes quiénes fueron los que dieron la explicación teológica más completa acerca de la Primera Venida de Cristo? No fue el sumo pontífice con su doctorado en teología, no fueron los doctores de la Ley. Fueron los pescadores, los apóstoles. Son los que tienen la descripción teológica más perfecta.

[Si los teólogos de hoy vieran eso, pero los teólogos de hoy siguen creyendo que eran gente muy inteligente. Y Pedro no sabía ni leer ni escribir. Entonces imagínese usted… que no depende de la inteligencia, depende del Espíritu del Señor]

La revelación…

[La revelación de Dios. Depende del Espíritu de Dios.

Así que las cosas de Dios comienzan pequeñitas y van creciendo hasta que se van fortaleciendo, desarrollando, hasta que llegan a culminar en algo grande.

Acá ustedes han avanzado pero seguro que dentro de poco tiempo tendrá cosas mayores aquí todavía; y se acordarán: “Mira, cuando teníamos aquel edificio ahí chiquitito y mire ahora lo que tenemos”. Ya tendrán cosas mayores, porque Dios irá bendiciendo cada día y multiplicando. Si somos fieles en lo poco, Él nos pone en lo mucho. “En lo mucho te pondré”. Lo poco es lo de acá de la Tierra, mis hermanos. Lo poco es esto]

[CORTE EN LA CINTA ORIGINAL]

“DOS NIÑOS BIENAVENTURADOS”.

[Revisión noviembre 2021]

1 [El Dr. Soto señala la cámara – Editor]

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