Muy buenos días, Miguel; muy buenos días, cada uno de ustedes aquí en Cayey, Puerto Rico, y cada uno de ustedes a través de la línea telefónica en los diferentes países del Caribe, de la América Latina, de Norteamérica, del Canadá, y diferentes lugares que están a través de la línea telefónica.
Es para mí una bendición muy grande estar con ustedes en esta mañana, para así saludarlos y pedirle a Dios Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes.
En esta mañana quiero leer en el Evangelio según San Juan, capítulo 21, verso 20 en adelante, y dice así… Esto fue ya cuando Jesús había resucitado de entre los muertos, aquí encontramos las cosas que Él hizo, y entre ellas esta es una: “Volviéndose Pedro…”, aquí estamos viendo el caso de Pedro, de San Pedro y de San Juan; dice:
“Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?
Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?
Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.
Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?
Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.
Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén”.
Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones y nos hable a nuestros corazones.
Aquí en este pasaje, encontramos al discípulo amado recibiendo una promesa de parte del Señor. San Juan fue el discípulo, el apóstol más joven, o uno de los más jóvenes, pienso que fue el más joven de todos ellos o uno de los más jóvenes; y fue el discípulo del cual el mismo San Juan dice: “… a quien amaba el Señor”, o sea que era el discípulo amado del Señor, era el discípulo que todos decían: “A este es al más que ama el Señor Jesucristo”; era el discípulo joven, el más joven, y era el discípulo que siempre estaba al lado del Señor.
Es el discípulo que subió también con Pedro y Jacobo (el hermano de Juan) al Monte de la Transfiguración, cuando el Señor Jesucristo dijo que el Hijo del Hombre vendría con poder y gloria en Su Reino o en el Reino de Su Padre. Veamos aquí en San Mateo, capítulo 16, verso 27 en adelante; dice:
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Ahora vean para qué el propósito de la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino; dice: “… entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
También en el Evangelio según San Lucas nos habla de la Venida del Hijo del Hombre, y nos dice del verso 26 en adelante, de San Lucas, capítulo 9, dice:
“Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles”.
Y luego, en San Marcos, capítulo 9, también nos dice así… capítulo 8, verso 38 en adelante, dice:
“Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles”.
Y ahora, podemos ver todo lo que acontecerá en la Venida del Hijo del Hombre en el Reino de Su Padre, la Venida del Hijo del Hombre en gloria, la Venida del Hijo del Hombre en esa Columna de Fuego, en donde el Señor Jesucristo en el fin del tiempo estará velándose y revelándose conforme a Sus promesas.
En la Venida del Hijo del Hombre en gloria Él se avergonzará de unos, pero para otros será de grande bendición. A unos dirá: “No os conozco”, como dijo a las vírgenes fatuas1, pero a las vírgenes prudentes, a ellas las llevará a la gran Cena del Cordero, porque Él estará dando o pagando a cada uno según sean sus obras.
Ahora, la Venida del Hijo del Hombre fue mostrada en el Monte de la Transfiguración algunos días después que el Señor Jesucristo habló esto a Sus discípulos. En San Mateo menciona una cantidad de días, y aquí en San Lucas Él también menciona una cantidad de días.
Ahora, San Mateo dice, en el capítulo 17, verso 1 en adelante, dice:
“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;
y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.
Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.
Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd”.
Aquí Él está mostrando la Venida del Hijo del Hombre en la gloria de Su Padre, la Venida del Hijo del Hombre en gloria, la Venida del Hijo del Hombre en el Reino de Su Padre, como fue prometido: el Hijo del Hombre viniendo en Su Reino.
Ahora, veamos aquí cómo dice San Lucas en el capítulo 9, verso 26 en adelante; dice:
“Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles.
Pero os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte (o sea, no verán muerte) hasta que vean el reino de Dios (hasta que vean el Reino de Dios).
Aconteció como ocho días después…”.
Aquí no da número exacto, sino “como ocho días después”; San Mateo dijo “seis días después”; así que está de seis a ocho. Así que para San Mateo fue después de seis días, o sea, en el día séptimo; y para San Lucas fue como ocho días después.
Bueno, no vamos a discutir fechas, sino que lo que vamos es a examinar el evento, porque el evento aquí es el evento de la Venida del Hijo del Hombre en el Reino de Su Padre, la Venida del Señor en Su Reino.
“Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.
Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente.
Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías (ellos estaban allí, estaban allí en cuerpos teofánicos);
quienes aparecieron rodeados de gloria (en esas teofanías estaban rodeados de gloria), y hablaban de su partida…”.
Ahora vean cómo esa manifestación de Moisés y Elías ahí en sus cuerpos teofánicos, estaban rodeados ellos de gloria; y tenemos también a Jesús con Su rostro como el sol, Su rostro se hizo otro. Allí estaba Jesús rodeado también de gloria.
“… y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén”.
Estaban hablando de la ida del Señor Jesucristo a Jerusalén, o sea, de la entrada triunfal a Jerusalén, donde Él entró como el Rey que ellos estaban esperando, y el cual fue prometido que llegaría en un burrito hijo de asna2, llegaría en esa ocasión en una forma sencilla. Estaban hablando de Su partida allá.
“Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él”.
Ahora, aquí tenemos una enseñanza también muy hermosa. Algunas personas, si les da sueño en una actividad, piensan que no estaba la bendición de Dios. Vean, aquí la bendición de Dios estaba, pero ellos estaban muertos del sueño; y estaba la gloria de Dios siendo manifestada allí, estaba Jesús allí con Su rostro resplandeciendo como el sol, estaban Moisés y Elías rodeados de gloria, y estaba la Columna de Fuego allí sobre ellos; y sin embargo estaban con mucho sueño Pedro, Jacobo y Juan, rendidos por el sueño.
Así que miren ustedes, ellos estaban perdiéndose bastante de esta bendición por causa del sueño. Por eso cuando se va para las actividades es bueno uno ir lo más descansado posible, para que no pierda nada de las bendiciones de Dios; porque tenga sueño o no tenga sueño, una o muchas personas, la gloria de Dios estará manifestada. Se pierde la bendición, si se queda dormido, el que se quedó dormido; pierde de ver lo que Dios está haciendo.
Ahora, aquí podemos ver el orden de la Venida del Reino, podemos ver que aquí el Señor Jesucristo mostró a Sus discípulos Su Venida para el fin del tiempo. Y Él ahí, siendo que Él es el Rey de Israel, Él entraría a Jerusalén como Rey pero sería rechazado.
Encontramos que Moisés y Elías en sus teofanías estaban hablando con Jesús. ¿Por qué? Porque Jesús, siendo el Dios encarnado, estaba hablando con Sus dos profetas, los cuales estaban en teofanía; y ellos tenían una labor con el Señor Jesucristo para llevar a cabo, ellos desde sus teofanías; y esto muestra que en el fin del tiempo los ministerios de Moisés y Elías, en la Venida del Hijo del Hombre en gloria, estarán presentes aquí en la Tierra.
Cuando Pedro, Jacobo y Juan vieron a Jesús con Su rostro como el sol, Su rostro cambiado, transformado, se hizo otro, y vieron a Moisés y Elías, ellos estaban viendo la Venida del Reino en visión, ellos estaban viendo el orden de la Venida del Reino de Dios con el Hijo del Hombre en Su Reino.
Porque el título de Hijo de Hombre o Hijo del Hombre es un título de profeta. Cuando se habla de Hijo del Hombre se habla de la manifestación de Dios en un profeta. Por eso cuando el Mesías vino tenía que ser un profeta; cuando Dios se hizo hombre, tenía que ser un profeta; Dios fue manifestado en carne3, eso es Emanuel, Dios con nosotros4.
Ahora, el Hijo del Hombre viniendo en Su Reino, como Hijo del Hombre Él es el heredero de la Tierra; y para el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra se requiere la manifestación del Hijo del Hombre, porque a ese título le acompaña todo el poder y autoridad y gobierno de este planeta Tierra, porque como Hijo del Hombre es el heredero de todo el planeta Tierra con todos sus habitantes: seres humanos, animales, aves, peces, árboles, todo lo que hay en la Tierra, porque todo le pertenece a Dios; y Él a través de esos títulos de Hijo, Él manifiesta todo lo que Él tiene y lo coloca en funcionamiento.
Él es el dueño de todo (Dios), y para que todo esté sujeto a Él, Él tiene esos títulos de Hijo del Hombre, Hijo de David, que es heredero al Trono de David; Hijo de Abraham, que es heredero de la tierra de Israel, que fue otorgada a Abraham; e Hijo de Dios, que es heredero de los Cielos y de la Tierra. Y con esos títulos Dios gobierna toda la Creación.
Él, para el establecimiento de Su Reino en la Tierra, ha prometido en Su Palabra la Venida del Hijo del Hombre; y esto es lo que a través de la Escritura todos han estado esperando: la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino.
El profeta Daniel, al interpretarle al rey Nabucodonosor el sueño que tuvo de aquella estatua o imagen, la cual representaba el reino de los gentiles (comenzando con el reino de Nabucodonosor y continuando hasta el final, hasta los pies de hierro y de barro cocido, los cuales representan el reino o imperio del anticristo, de la bestia en el fin del tiempo), dice Daniel a Nabucodonosor, que veía (Nabucodonosor) hasta que una piedra no cortada de manos, una piedra salió del monte. Ese monte representa el Monte de Dios, el Reino de Dios.
Y esa piedra salió, no cortada de mano, vino e hirió a la imagen en los pies de hierro y de barro cocido; y dice el profeta Daniel al rey Nabucodonosor lo que eso significa. En el capítulo 2 y verso, vamos a leer 34 en adelante, 34 y 35 del capítulo 2; y del mismo capítulo 2, el verso 44 y 45… Verso 33, dice:
“… sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.
Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra”.
Ahora, miren ustedes, al imperio de la bestia representado en los pies de hierro y de barro cocido, también encontramos que se le aplica el nombre de Babilonia. ¿Por qué? Porque miren ustedes, el imperio de los gentiles comenzó con Babilonia, y ese imperio de los gentiles a través de sus diferentes etapas ha tenido la política y la religión babilónica. Ahora, Daniel capítulo 2, verso 43 al 45, dice:
“Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro.
Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre,
de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación”.
Ahora, encontramos en Apocalipsis, capítulo 19, y también en el capítulo 17… Veamos aquí en el capítulo 19, verso 19, donde aparece el Jinete que tiene por nombre Fiel y Verdadero, se llamaba Fiel y Verdadero, y viene sobre un caballo blanco; dice [verso 11]:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios”.
[San Juan 1:1] “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”.
[San Juan 1:14] “Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros…”.
Ahora, aquí tenemos nuevamente la Venida del Verbo de Dios.
“Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro…”.
Ahora, vean ustedes quién es el que recibe la bendición de esa promesa que fue hecha en Apocalipsis. Miren ustedes, la promesa fue hecha en Apocalipsis… vamos a leer el lugar donde fue hecha esta promesa: Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 y 27, dice:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
y (Él) las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre…”.
Ahora vean ustedes aquí. Estamos leyendo… leímos en el capítulo 2 de Apocalipsis donde Él hizo la promesa, capítulo 2 de Apocalipsis, verso 26 y 27. Y aquí en Apocalipsis 19, verso 15, dice:
“De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso”.
Allá dice lo que Él dará, hace la promesa; y aquí podemos ver que con esa Espada que sale de Su boca, Él las regirá, las herirá (a todas las naciones), “y las regirá con vara de hierro”.
“Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.
Aquí es donde la visión del Monte de la Transfiguración se convierte en una realidad para los escogidos de Dios; se convierte en una realidad, en donde el Señor Jesucristo se revela como Rey de reyes y Señor de señores.
Sigue diciendo el verso 17 al 21:
“Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios,
para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes.
Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.
Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.
Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos”.
Ahora vean cómo terminará el imperio o reino del anticristo, de la bestia, y también de la imagen de la bestia. Terminará el reino de los gentiles, el reino o imperio de la bestia, del anticristo, en una completa ruina; será destruido completamente.
Acá también, en el capítulo 17 de Apocalipsis, miren ustedes, verso 11 en adelante, dice:
“La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.
Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.
Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.
Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.
Ahora, vean ustedes, es que el Señor Jesucristo en esta manifestación final, Él no estará manifestándose como Cordero de Dios, sino que Él es Rey de reyes y Señor de señores; por eso Él los vencerá. Dice:
“Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes…”.
¿Y qué significa todo esto? Que Él estará con todo el poder y con toda la autoridad del Reino para regir con Su Palabra, para regir con vara de hierro a todas las naciones; y para con esa Palabra, miren ustedes, para con esa Palabra, dice:
“De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso”.
O sea que al estar en Su Reino, en la Venida del Reino, el Señor Jesucristo en Su manifestación final estará con esa Espada aguda, y regirá con vara de hierro a todas esas naciones, y las herirá con esa Espada de dos filos; y eso producirá los juicios apocalípticos que están señalados sobre todas esas naciones. Miren ustedes lo sencillo que será todo.
Ahora, podemos ver que la bestia se levantará con esos reyes en contra de Jesucristo en esa manifestación que Él tendrá en el fin del tiempo, en la Venida del Reino.
El séptimo ángel mensajero, cuando habló de Apocalipsis 19, en la página 256 del libro de Los Sellos en español, él dijo:
“[121]. … cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Eso será la Venida de ese Jinete, del Verbo de Dios, del Rey de reyes y Señor de señores. Así será el cumplimiento de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19. Es la Venida de Jesucristo, la Venida del Ángel del Pacto, la Venida de Cristo en esa Columna de Fuego, manifestándose, revelándose, a través de Su Ángel Mensajero, en Su manifestación como Hijo de David e Hijo del Hombre. Y ahí estarán esos títulos de Hijo de David e Hijo del Hombre, para Dios ponerlos en funcionamiento con todo lo que corresponde a la herencia de esos títulos.
Heredero del Trono de David corresponde al título de Hijo de David; heredero de la tierra de Israel, corresponde al título de Hijo de Abraham; heredero del planeta Tierra con todo lo que contiene, corresponde al título de Hijo del Hombre; y así Él cumplirá lo que Él ha prometido en el fin del tiempo; y heredero de los Cielos y de la Tierra, corresponde al título de Hijo de Dios.
Para el establecimiento del Reino de Dios en la tierra de Israel sobre el Trono de David, Él manifiesta, o se manifiesta como Hijo de David. Así se manifiesta la Columna de Fuego, Jesucristo, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Ángel del Pacto en este tiempo final, como Rey sobre Israel; y se manifiesta como Hijo del Hombre.
Por eso encontramos en Apocalipsis, capítulo 11, que el ministerio de los Dos Olivos y Dos Candeleros, que es el ministerio de Moisés y Elías, es un ministerio que para el tiempo de la gran tribulación tendrá autoridad, dominio, sobre toda la Creación, tendrá autoridad y dominio sobre este planeta Tierra con todo lo que tiene el planeta Tierra; porque ahí estará manifestándose Jesucristo como Hijo del Hombre, heredero del planeta Tierra con todo lo que está en el planeta Tierra.
Por esa causa es que el Título de Propiedad es traído del Cielo a la Tierra por el Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto, por el Señor Jesucristo en esa Columna de Fuego descendiendo en Apocalipsis, capítulo 10, y entregando ese Título de Propiedad, ese Librito, a un hombre, para que se lo coma.
Al entregarle ese Título de Propiedad le está entregando la herencia, le está entregando todo lo que contiene ese Título de Propiedad para nuestro regreso a la vida eterna; porque el contenido en ese Título de Propiedad, todas las bendiciones contenidas ahí, al ser ese Título de Propiedad entregado, esas bendiciones son efectivas para todos los hijos de Dios que reciban la Palabra que estará saliendo de la boca de Dios, de la boca del Señor Jesucristo en Su manifestación final; y así Él cumple lo que Él prometió.
Pero también estarán saliendo los juicios divinos que están escritos en este Libro también, para todas las naciones que se levanten en contra del Jinete que viene en ese caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19.
Lo que le espera a toda nación, a toda ciudad, a toda comunidad, a toda persona (familia o persona), o grupo político, social o religioso, que se levante en contra de ese Jinete de Apocalipsis, capítulo 19, que viene en ese caballo blanco como la nieve, lo que le espera es la ruina; pero para todos aquellos que lo reciban, le espera toda bendición de Dios hablada, registrada, en el Libro de la Vida del Cordero, y también en el Libro de la Vida, en la otra sección.
Así que vean ustedes dónde vendrán las bendiciones de Dios para los hijos de Dios, y dónde vendrán también los juicios divinos para todas las naciones; y principalmente para todas estas naciones que se unirán a la bestia y le darán su reino y autoridad a la bestia.
Así que podemos ver estas cosas y podemos ver el tiempo en que estamos viviendo, y podemos ver lo que es Apocalipsis, capítulo 19, este Jinete del caballo blanco, el cual es Fiel y Verdadero (tiene por nombre Fiel y Verdadero, se llama Fiel y Verdadero), y con justicia juzga y pelea; y Sus ojos, vean ustedes, eran como llama de fuego. También dice que Su nombre es: El Verbo de Dios, la Palabra de Dios hecha carne, la Palabra de Dios manifestada en carne humana.
Y también encontramos que, en el fin del tiempo, esta batalla que habrá, esta lucha que habrá…, como hubo luchas y batallas espirituales en otros tiempos, en donde muchos hijos de Dios murieron por la fe en Jesucristo; en este tiempo final encontramos que en esta batalla, por cuanto ya el tiempo de los mártires del cristianismo ha terminado (aunque eso no quiere decir que ninguno pueda morir por el Nombre de Jesucristo)…; encontramos que Apocalipsis, capítulo 11, morirá por Jesucristo y Su Palabra, pero resucitará.
Pero las grandes matanzas que hubo en edades pasadas sobre los escogidos de Dios, para los escogidos no se repetirá; para el resto sí: para las vírgenes fatuas y para 144.000 hebreos que recibirán la Palabra, sí, serán mártires durante la gran tribulación. Pero 144.000 hebreos resucitarán para estar en el glorioso Reino Milenial; las vírgenes fatuas resucitarán después del Reino Milenial; y el resto de los seres humanos resucitarán después del glorioso Reino Milenial, para ser juzgados por Cristo y Su Iglesia, los cuales estarán juzgando en ese Juicio Final.
Ahora, vean ustedes, el Reino de Dios viniendo para ser establecido, y para crecer y ser establecido el glorioso Reino Milenial, el profeta Daniel dijo que vendría en esa forma de una Piedrecita, una Piedra no cortada de mano, que vino e hirió a la imagen en los pies de hierro y de barro cocido, los desmenuzó; y desmenuzó la imagen completa; y luego esa Piedra creció, creció y creció, y fue un gran monte: el gran Monte del glorioso Reino del Señor Jesucristo: el Reino Milenial, y luego un Reino para toda la eternidad.
Ahora, a través de las edades pasadas todos desearon ver la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino, desearon ver la Venida del Reino de Dios, desearon ver la Venida del Hijo del Hombre, pero ¿quién fue el que quedó para ver la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino?
Muchos pensaron que Juan no moriría, decían ellos: “Juan no morirá, sino que vivirá hasta la Venida de Cristo” (o sea, que viviría dos mil años más o menos); pero eso no fue lo que significaban estas palabras.
Juan había visto la Venida del Reino de Dios en el Monte de la Transfiguración, pero esto Dios aquí en Su Palabra nos muestra que esto que Jesús dijo, que Juan quedaría hasta ver Su Venida, fue después que Jesús había resucitado; así que les está hablando de otro evento más adelante; y él en Apocalipsis vio la Venida del Señor.
En Apocalipsis Juan fue raptado o levantado al Cielo, en Apocalipsis, capítulo 4; y también encontramos en Apocalipsis, capítulo 10, que Juan vio a un Ángel Fuerte descender del Cielo con el arco iris sobre Su cabeza y Su rostro era como el sol; vio la Venida del Ángel Fuerte, la Venida del Ángel del Pacto, la Venida de la Columna de Fuego, la Venida de Jesucristo en esa teofanía con el Título de Propiedad, descendiendo a la Tierra y colocando el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra, sobre una isla; porque Juan estaba en una isla, tipo y figura de una isla donde el Ángel del Pacto, Jesucristo, la Columna de Fuego, pondrá Sus pies en el fin del tiempo.
Por eso el séptimo ángel mensajero cuando habló en el libro o mensaje “Señores, ¿es este el tiempo?”5, él muestra que él se desapareció de la gente (en un sueño que tuvo una persona), se fue desapareciendo, se fue yendo hacia el oeste, subiendo y bajando colinas, hasta que se desapareció; y luego fue hallado en una isla o islote en donde él estaba, y desde donde él habló; y le dijo (a la persona que había tenido el sueño): “Te veré en la isla”; porque cuando se desaparece Elías en su cuarta manifestación, la próxima manifestación de Elías, la quinta manifestación de Elías, está señalada para aparecer en una isla.
Recuerden que los pies de bronce, pies de bronce, eso nos habla de juicio divino; y el juicio divino son los profetas de Dios, los profetas son el juicio divino. Por eso el juicio divino, ustedes encuentran que a través de edades y dispensaciones y generaciones ha sido manifestado; pero detrás de todo juicio divino encontramos que ha estado un profeta mensajero de Dios.
Cuando vino el juicio divino del gran diluvio, allí estaba Noé, al cual vino la Palabra del juicio divino que vendría; él la habló y vino ese juicio divino.
El juicio divino sobre Egipto, miren ustedes, vino sobre Egipto; y Dios castigó a la nación que había esclavizado al pueblo hebreo por cuatrocientos y algo de años; pero detrás de ese juicio divino estaba un hombre: Moisés, al cual vino la Palabra del juicio divino al corazón de él, al alma de él, y a la mente y a su boca; y habló esa Palabra y se cumplió ese juicio divino; porque los profetas son el juicio divino.
Y cuando Dios coloca a un profeta mensajero en una nación o en un continente, ahí está el juicio divino y también está la bendición divina.
Allí estaba (en Egipto) la bendición divina, porque allí estaba Moisés con la bendición de Dios, la Palabra de bendición que Dios puso en su alma y en su boca; pero también estaba el juicio divino, pues Dios puso Su Palabra de juicio divino en el alma y en la boca de Moisés.
Así que cuando se habla de los pies de bronce, estamos hablando entonces del juicio divino, y estamos hablando del ministerio profético del fin del tiempo, que es enviado para traer las bendiciones de Dios, pero también para traer los juicios divinos, hablar esos juicios divinos y ser manifestados esos juicios divinos.
Por eso en Apocalipsis, capítulo 11, encontramos que los juicios divinos vienen por medio del ministerio de los Dos Olivos, que es el ministerio de Moisés y Elías; el ministerio de Moisés por segunda ocasión y el ministerio de Elías por quinta ocasión.
Por eso los juicios que son vistos aquí en Apocalipsis, capítulo 11, son juicios divinos iguales a los que hizo Moisés, a los que trajo Moisés en Egipto, y a los que trajo Elías en medio del pueblo hebreo.
Así que tenemos un cuadro claro de estas cosas que están señaladas para el fin del tiempo, para la Venida del Hijo del Hombre en el Reino de Su Padre, o en Su Reino.
Y de los ángeles mensajeros del Señor Jesucristo en Su Cuerpo Místico, y del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, ¿quién quedó para ver estas cosas? Juan está representando al Cuerpo Místico del Señor Jesucristo con Sus ángeles mensajeros pasando por las diferentes etapas.
Por eso Juan, en representación del grupo que quedaría y del mensajero que quedaría en el fin del tiempo para ver estas cosas, y para recibir al Señor Jesucristo en Su Reino, para recibir al Señor Jesucristo viniendo en Su Reino con poder y gloria, Juan siendo el tipo y figura, él quedó hasta ver en Apocalipsis, capítulo 10, la Venida del Ángel Fuerte, la Venida del Ángel del Pacto con el arco iris sobre Su cabeza y Su rostro como el sol.
Estas cosas que él vio son las cosas que verá el grupo de escogidos de Dios en el fin del tiempo, y el Ángel Mensajero de ese grupo de escogidos de Dios; verán al Señor Jesucristo descendiendo del Cielo como el Ángel Fuerte, descendiendo en esa Columna de Fuego con Su rostro como el sol. Lo verán como el Sol de Justicia naciendo en un nuevo día dispensacional, lo verán en un nuevo día dispensacional, y lo verán como Rey de reyes y Señor de señores, lo verán como León de la tribu de Judá; por eso cuando descendió del Cielo clamó como cuando un león ruge, y siete truenos emitieron sus voces.
Así que estarán escuchando al Señor Jesucristo como León de la tribu de Judá. Y al estar escuchando al Señor Jesucristo, estarán escuchando las voces de esos Siete Truenos, estarán escuchando el Mensaje contenido en esos Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, estarán escuchando al Señor Jesucristo revelándose en el fin del tiempo a través de Su Ángel Mensajero, el que quedó de todos los ángeles mensajeros.
El que quedó en el fin del tiempo, encontramos que no fue el primer ángel mensajero: San Pablo, ni el segundo, ni el tercero, ni el cuarto, ni el quinto, ni el sexto, ni el séptimo; sino el Ángel del Señor Jesucristo enviado para la Dispensación del Reino y Edad de la Piedra Angular.
Y de los grupos de edades, ¿cuál es la edad y grupo de escogidos que queda en pie en el fin del tiempo, para estar en pie delante del Hijo del Hombre en Su Venida? Pues Él dijo: “Orad, que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que vendrán”.
¿Y cómo se evitan todas estas cosas que vendrán? Vamos a ver6: “… que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que vendrán (los juicios divinos, la gran tribulación), y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”.
Estando en pie delante del Hijo del Hombre, en la Edad de la Venida del Hijo del Hombre, la Edad de la Piedra Angular y Dispensación de la Venida del Hijo del Hombre, es ser tenido por digno para evitar los juicios que han de venir. Estar en pie delante del Hijo del Hombre en Su Venida, en la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino.
Jesús dijo7: “Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la Tierra?”. ¿Qué fe? La fe, la revelación de la Venida del Señor Jesucristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, la fe del rapto, la fe de la transformación, la fe que está basada en la Venida del Señor Jesucristo como Rey de reyes y Señor de señores, en la Venida del Señor Jesucristo como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19; de lo cual ya tenemos conocimiento que es la Venida de la Columna de Fuego, la Venida del Ángel del Pacto, de Jesucristo en esa teofanía, en esa Columna de Fuego, manifestándose en carne humana.
“[121]. … cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Esa es la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel Fuerte, de Jesucristo en esa Columna de Fuego, velándose en Su Ángel Mensajero, y revelándose a través de Su Ángel Mensajero: el que quedó para ver la Venida del Señor, la Venida de la Columna de Fuego, la Venida del Ángel del Pacto.
Y como Cuerpo Místico de creyentes, el grupo que quedó es el grupo de la Edad de la Piedra Angular, porque ya los demás grupos de las siete edades pasadas concluyeron su tiempo; o sea, ya esas edades no están vigentes ante la presencia de Dios, ya el tiempo de las edades terminó, el tiempo de las edades no es más, el tiempo de la Dispensación de la Gracia ha terminado, y ha comenzado la Dispensación del Reino.
Era algo duro y difícil de comprender por los teólogos y doctores en divinidad del tiempo de Jesús, aquellos grandes doctores de la Ley: fariseos, saduceos, sacerdotes, el sumo pontífice y demás líderes religiosos. Era algo difícil de entender para ellos humanamente, que la Dispensación de la Ley estuviera terminando en aquellos días y una nueva dispensación estuviera comenzando, con un nuevo mensajero dispensacional: Jesús de Nazaret.
Era algo imposible de entender, para ellos, que aquel joven carpintero fuera el mensajero de Dios, en donde Dios estaba manifestado en carne humana en toda Su plenitud, en donde Dios estaba velado en carne humana; y era Emanuel: Dios con nosotros.
Era difícil de comprender aquellas cosas en aquel tiempo; porque comprender las cosas de Dios no depende de la sabiduría humana que la persona tenga, no depende de los altos grados universitarios, altos grados teológicos que pueda poseer una persona.
El Señor Jesucristo dijo a Pedro, el cual contestó la pregunta de Jesús cuando Él preguntó: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”.
Comenzaron los discípulos a decir: “Unos dicen que tú eres Elías, unos dicen que tú eres Juan el Bautista, otros dicen que tú eres alguno de los profetas que ha resucitado”.
Y pregunta: “Y ustedes, ¿quién dicen ustedes que es el Hijo del Hombre?”.
Pedro le dice: “¡Tú! ¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!”.
Jesús dice: “Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en el Cielo. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia”8. ¡Sobre la roca de la revelación divina!, ¡la revelación de quién es Jesús en cada edad y en cada dispensación!
Ahora, Jesús en otra ocasión encontramos que se regocijó en espíritu, y dijo en el capítulo 11 de San Mateo, verso 25 en adelante:
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios…”.
¿Quiénes son los sabios? Los teólogos, son los sabios en teología que han estudiado la Biblia, han estudiado acerca de Dios; y todo el mundo piensa que no se les puede escapar nada a ellos, y que todo ellos lo pueden entender, lo pueden ver; pero miren ustedes:
“Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos (entendidos en las cosas religiosas), y las revelaste a los niños.
Sí, Padre, porque así te agradó”.
Aquellos “niños” eran los discípulos de Jesús, que estaban entendiendo quién era Jesús; y estaban viendo las obras que Él hacía, y decían que eran las obras de Dios.
Y miren ustedes, el sumo pontífice, los doctores de la ley, los grandes teólogos de la religión hebrea de aquel tiempo, decían: “Por el dedo de Beelzebú hecha fuera los demonios”9, y: “Este no es de Dios; este es samaritano y tiene demonios”10. Esa era la opinión que ellos tenían.
Esa opinión teológica que tenían acerca de Jesús aquellos grandes líderes religiosos estaba equivocada; habían fallado, estaban ciegos. Por eso Jesús dijo: “Ciegos guías de ciegos”11; les estaba diciendo la verdad, aunque ellos se ofendían.
Ahora, sigue diciendo:
“Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.
Aquí el Señor Jesucristo muestra que no es por conocimiento humano que la persona puede obtener el conocimiento de quién es Dios y quién es Jesucristo, sino por revelación divina, para saber que Jesucristo es el Dios encarnado, Emanuel, Dios con nosotros.
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”.
Y San Juan, capítulo 1, verso 14, sigue diciendo: “Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros…”. Ese Verbo hecho carne fue conocido por el nombre de Jesús, Jesús de Nazaret.
Hubo en aquel tiempo otras personas que se llamaban Jesús, pero solamente hubo uno que era Jesús el Cristo; solamente hubo uno, que era Jesús, en donde estaba la Columna de Fuego encarnada; el Cristo, el Ungido con esa Columna de Fuego.
Los demás podían tener ese mismo nombre, pero ninguno de ellos era el Salvador, ninguno de ellos era el Cristo, ninguno de ellos era el Señor; porque Dios lo hizo Señor y Cristo a Jesús de Nazaret12. Era Santo Señor, o sea, Elohim, Dios, como Cristo, el Ungido, la Columna de Fuego. Era la Columna de Fuego velada en carne humana, el Ángel del Pacto en carne humana, como dice el profeta Malaquías, en el capítulo 3 y verso 1, dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (ese mensajero fue Juan el Bautista, el que le preparó el camino al Señor Jesucristo. Y sigue diciendo); y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
¿Quién vendría? El Ángel del Pacto, el Ángel que le apareció a Moisés en aquella zarza ardiente, el Ángel del Pacto que guio al pueblo hebreo por el desierto, el Ángel del Pacto que sacó, libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, el Ángel del Pacto que trajo las bendiciones al pueblo hebreo y los juicios divinos al reino del Faraón egipcio. El Ángel del Pacto, la Columna de Fuego, vendría y estaría manifestado en la Tierra en carne humana.
Y cuando Jesús de Nazaret estuvo sobre la Tierra ministrando la Palabra, era el Ángel del Pacto, la Columna de Fuego en carne humana, velado (el Ángel del Pacto) en un cuerpo humano, llevando a cabo la Obra correspondiente para aquel tiempo; para realizar la Obra de Redención a través de aquel cuerpo; porque a través del cuerpo es que Él realiza la Obra que corresponde para cada ocasión.
Ahora, el Ángel del Pacto, Jesucristo, la Columna de Fuego, le apareció a Saulo de Tarso. Y Saulo cuando vio esa luz más fuerte que el sol, dijo que lo dejó ciego y lo tumbó del caballo. Y aquella Luz le habló a Saulo de Tarso, y le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón”13.
Saulo, sabiendo que aquella Luz era el Ángel del Pacto, era el Yo soy del Antiguo Testamento que le había aparecido a Moisés, le dice: “Señor, ¿quién eres?”. Aquella Luz, aquella Columna de Fuego, le dice a Saulo de Tarso: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”.
Vean ustedes, Jesús había dicho: “Salí del Padre, y vuelvo al Padre; salí de Dios, y vuelvo a Dios”14. Él había salido de ser la Columna de Fuego y se había convertido en carne humana, estaba velado en carne humana; y luego que subió al Cielo, ascendió al Cielo, encontramos que luego descendió en forma de Columna de Fuego.
Y así, la Columna de Fuego en el Nuevo Testamento, en la Dispensación de la Gracia, tomó el nombre Jesús, que es el nombre de la manifestación que tuvo en carne humana para esa nueva Dispensación de la Gracia.
Y la Columna de Fuego, Jesucristo, dice que tiene un Nombre Nuevo. Eso lo dice en Apocalipsis, capítulo 3 y verso 12, Él dice:
“Al que venciere (al Vencedor), yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.
Esa es la promesa que Él hace para el Vencedor. Y para el Vencedor en el fin del tiempo, esa promesa se le convertirá en una realidad, porque él será el que quedó de todos los mensajeros de Dios; y su grupo será el grupo que quedó de todos los grupos, de todas las etapas.
El grupo que queda en el fin del tiempo es el grupo de la Edad de la Piedra Angular; los demás están viviendo en etapas y edades que ya han pasado, que no están vigentes delante de Dios. Por lo tanto, el grupo que quedó, también será llamado del Nombre Nuevo del Señor Jesucristo.
Así como a los luteranos, los del tiempo de Lutero o los seguidores del Mensaje de Lutero, pues les llaman luteranos; a los seguidores del Mensaje de Wesley, ¿les llaman cómo? Wesleyanos; y así por el estilo. También, en nuestro tiempo, a los seguidores del mensaje católico, pues les llaman católicos; a los seguidores del mensaje bautista, pues les llaman bautistas; a los seguidores del mensaje presbiteriano, pues les llaman presbiterianos; a los seguidores del mensaje pentecostal, pues les llaman pentecostales. Así siempre ha sido.
Y así con los hijos de Dios en el fin del tiempo, encontramos que será de esa manera. Los hijos de Dios, los primogénitos de Dios, serán llamados del Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, o sea, del Nombre Eterno de Dios.
Encontramos también que Dios en el Antiguo Testamento prometió que a Sus siervos, a Sus hijos, llamará por otro nombre, que la boca de Dios nombrará15. Vean ustedes que estas promesas son desde el Antiguo Testamento, y pasan al Nuevo Testamento para ser materializadas.
Todas estas bendiciones están señaladas para ser cumplidas en el fin del tiempo, y luego continuarán para el Milenio y para toda la eternidad; pero su comienzo es en este tiempo final.
Así que podemos ver que la bendición grande está para el grupo que quedó, y para el mensajero que quedó en el fin del tiempo en pie con su grupo, delante del Hijo del Hombre en Su Venida, para recibir todas estas bendiciones.
Por eso dice también en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21, dice:
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
¿Y qué significa todo esto? Todo lo que usted se puede imaginar bueno, más todo lo que usted no pueda concebir de bueno, está ahí escondido; todo lo que Dios pensó, todo lo bueno que Dios pensó para darle al Vencedor, será cumplido en el Vencedor.
Ahora, miren ustedes aquí, el Señor Jesucristo dice: “Al que venciere…”. ¿Y quién es el Vencedor aquí, que quedaría hasta ver la Venida del Señor, [para] recibirlo en Su Venida y ser el instrumento del Señor en Su Venida, en Su manifestación como Rey de reyes y Señor de señores? El que quedó hasta Su Venida, ese es el que recibe en toda su plenitud esta promesa. Los demás mensajeros fueron tipo y figura del mensajero final que recibiría esta bendición. “He aquí…”, dice:
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono…”.
El Trono de David allá en Israel; y el Trono de David en Su Cuerpo Místico de creyentes, o sea, en la Edad de la Piedra Angular, donde el Señor Jesucristo se sienta en Su Trono como Hijo de David, en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.
“… así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Miren ustedes, lo mismo que Dios, el Padre, le dio a Jesús, es lo mismo que Él dice que le dará al Vencedor. Dice: “… así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Y acá cuando leímos en Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 y 27, dice: “… como yo también la he recibido de mi Padre”. Así como Él la recibió de Su Padre, la da al Vencedor.
¿Por qué? Porque a través del Vencedor es que Jesucristo estará manifestando todo lo que Él ha recibido de Su Padre en el fin del tiempo.
Cosas que no podía manifestar y que no podía hacer en las edades de la Iglesia gentil, porque estaba como Cordero de Dios y como Sumo Sacerdote en el Cielo, Él como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, sí las puede hacer, porque estará en una dispensación diferente: en la Dispensación del Reino, en donde Él rige con vara de hierro a todas las naciones, y en donde Él establece Su Reino aquí en la Tierra.
Todo irá pasando de etapa en etapa, hasta que todo quede completamente materializado y tengamos el glorioso Reino Milenial aquí en la Tierra; pero todo comenzaría en forma sencilla, como una Piedrecita, una Piedra no cortada de mano, cortada de la Montaña de Dios, del Monte de Dios, que aparece en la escena, y que herirá a la imagen, a la estatua, al reino de los gentiles, al reino de la bestia, en los pies de hierro y de barro cocido.
Todo esto lo estaremos viendo nosotros, porque somos los que hemos quedado hasta la Venida del Señor.
Somos personas privilegiadas en este tiempo final. Hemos quedado hasta la Venida del Ángel del Pacto, de Jesucristo en esa Columna de Fuego con el Título de Propiedad. Y los escogidos no han quedado solos, porque ha quedado con el grupo de escogidos el Ángel del Señor Jesucristo con el doble ministerio de Moisés y Elías, para beneficio de todos los escogidos de Dios.
“EL QUE QUEDÓ HASTA LA VENIDA DEL SEÑOR”.
Cada uno de ustedes ha quedado hasta la Venida del Señor, y yo también he quedado hasta la Venida del Señor, hasta la Venida del Ángel Fuerte, del Ángel del Pacto en este tiempo final, para ver Su Venida en este tiempo final, y verlo a Él manifestado en Su Ángel Mensajero llevando a cabo lo que Él ha prometido para este tiempo final.
Nosotros estamos viendo las cosas que han sido prometidas a través de la Escritura, nosotros hemos quedado hasta ver Su Venida, hemos quedado hasta ver la Venida de Jesucristo, el Ángel del Pacto, la Columna de Fuego en este tiempo final, para la liberación de todos los escogidos de Dios, para nuestro regreso a la vida eterna con un cuerpo eterno.
Todos seremos libertados de este cuerpo mortal a un cuerpo inmortal, a un cuerpo eterno, como Él prometió; y seremos entonces a imagen y semejanza del Señor Jesucristo. Todavía no hemos sido transformados, pero tenemos esa Palabra y esa fe para recibir la transformación de nuestros cuerpos.
Así que en esta mañana hemos visto: “EL QUE QUEDÓ HASTA LA VENIDA DEL SEÑOR”.
Yo he quedado y ustedes han quedado hasta la Venida del Señor. No seremos delanteros a los que han dormido, ellos serán resucitados en cuerpos incorruptibles, y luego nosotros seremos transformados.
“EL QUE QUEDÓ HASTA LA VENIDA DEL SEÑOR”.
Que Dios les bendiga, que Dios les guarde. Muchas gracias por vuestra amable atención, cada uno de ustedes aquí en Cayey, Puerto Rico, y también cada uno de ustedes a través de la línea telefónica.
Y ya pronto, pues, vamos a tener las transmisiones vía satélite. Ya para el mes de noviembre, comenzaremos ya el día 19 (parece que es), el día 18, 19; estaremos ese viernes que cae 19 (creo que es), estaremos ya llevando a cabo esas transmisiones vía satélite, en donde en todos los países de la América Latina y el Caribe podrán recibir la señal, y tendrán imagen y voz, para que así llegue más directo a ustedes el Mensaje cada domingo y cada viernes; y domingo en la mañana y también en la tarde tendrán esas transmisiones. Y así será de más beneficio para todos los grupos en todos los países; porque aun podrán tener una antena parabólica en lugares donde ni siquiera hay teléfono; y podrán ver y escuchar la Palabra en todos esos lugares.
Así que oren mucho por todo este trabajo que se está realizando aquí en Puerto Rico, oren mucho; y también conforme a como Dios ponga en sus corazones colaborar económicamente, también así haga cada uno con alegría —no con tristeza, sino con alegría—, porque es una oportunidad que Dios le da a cada uno de ustedes; y vuestro trabajo en el Señor no es en vano16.
Así que cada uno luego recibirá de Dios de acuerdo a lo que haya hecho; aunque no lo haya hecho con el interés de recibir recompensa, sino que lo ha hecho con todo su corazón, con amor divino, porque ama a Jesucristo y Su Obra en este tiempo final; y también amamos la Obra que hizo en Su Primera Venida en la Cruz del Calvario para quitar el pecado de todos nosotros, por lo cual le estamos a Él eternamente agradecidos.
Bueno, ya Miguel les ha hecho saber para todos los países cómo pueden tener participación en esta labor, en este trabajo; y ya Miguel estará llegando a los diferentes países; y ustedes en los diferentes países podrán poner en las manos de nuestro hermano Bermúdez lo que ustedes de todo corazón han propuesto para esta obra, que será en favor de todos ustedes que están en los diferentes países de la América Latina.
Para nosotros mismos aquí en Puerto Rico no necesitaríamos tener una antena, tener estos equipos; porque aquí, estando aquí todos escuchamos la Palabra; pero para pasarla en el mismo momento a otros países necesitamos instrumentos que lleven la voz y la imagen; y ya Dios ha estado haciendo provisión para beneficio de todos los latinoamericanos y caribeños. Y hasta los norteamericanos podrán beneficiarse de estas transmisiones, y también los canadienses; y no sabemos cuántos más se van a beneficiar de estas transmisiones, si desean recibir la Palabra.
Así que no sabemos. Esta es una Obra que no tiene limitaciones, y nosotros no le vamos a poner limitaciones a esta Obra. Así que adelante en esta Obra que Dios ha colocado en nuestras manos en esta etapa, para que así todos ustedes tengan una buena participación en esta labor.
Bueno, esto ha venido a nosotros ¿por qué? porque esto es para el que ha quedado hasta la Venida del Señor; y nosotros hemos quedado; hemos quedado y estamos en pie delante del Hijo del Hombre.
“EL QUE QUEDÓ HASTA LA VENIDA DEL SEÑOR”.
Es un privilegio haber quedado en este tiempo final hasta la Venida del Señor, para ver Su Venida, ver Su Obra y recibirlo; y darle gracias por Su Obra en Su Primera Venida y por Su Obra en Su Segunda Venida como León de la tribu de Judá.
Bueno, que Dios nos continúe bendiciendo a todos, y que lo que ha sido dicho para todas las personas de todos los países de la América Latina y del Caribe, y de Norteamérica también y demás países, también es para cada uno de ustedes aquí presentes: Aprovechen esta oportunidad que Dios nos está dando a todos, para este trabajo que se está realizando con esta antena que ya pronto ustedes verán instalada aquí en Cayey, Puerto Rico, en los terrenos de La Carpa aquí en Cayey.
Bueno, que Dios les bendiga, Dios les guarde; y muchas gracias por vuestra amable atención. Y adelante, Miguel, que Dios te bendiga y te guarde a ti, y a todos los aquí presentes, y los que están a través de la línea telefónica.
Ya tenemos a Miguel. Bueno, que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL QUE QUEDÓ HASTA LA VENIDA DEL SEÑOR”.
[Revisión noviembre 2020]
1 San Mateo 25:12
2 Zacarías 9:9
3 1 Timoteo 3:16
4 San Mateo 1:23
5 SPN62-1230E “Señores, ¿es esta la señal del fin?”
6 San Lucas 21:36
7 San Lucas 18:8
8 San Mateo 16:13-19
9 San Mateo 12:24, San Marcos 3:22, San Lucas 11:15
10 San Juan 8:48
11 San Mateo 15:14
12 Hechos 2:36
13 Hechos 9:1-5
14 San Juan 16:28
15 Isaías 62:1-3
16 1 Corintios 15:58