El tiempo de comer el Libro de los Siete Sellos

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, y televidentes por Galaxy VII, canal 11, y demás canales de televisión que están en esta noche transmitiendo esta actividad. Que las bendiciones de Jesucristo, del Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también.

Quiero leer en esta noche en Apocalipsis, capítulo 10, versos 8 en adelante, y dice así:

“La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.

Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “EL TIEMPO DE COMER EL LIBRO DE LOS SIETE SELLOS”.

Para entender este tema: “EL TIEMPO DE COMER EL LIBRO DE LOS SIETE SELLOS”, necesitamos saber qué es ese Libro.

En Apocalipsis, capítulo 5, encontramos ese Libro en la mano del que está sentado en el Trono. Y dice así en Apocalipsis 5, verso 1 en adelante:

“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.

Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?

Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.

Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo”.

Este es un Libro tan importante que ni en el Cielo ni en la Tierra ni debajo de la Tierra hubo ninguno digno de tomar ese Libro y abrirlo, hasta que llegó una sola persona que era digno.

Ahora, allí estaban Abraham, Isaac; Adán también estaba allí; estaban todos los profetas del Antiguo Testamento y también estaban allí presentes los patriarcas; y allí estaban presentes también los arcángeles, los querubines, los serafines, todas las huestes celestiales. Pero no era un Libro para ser tomado por los ángeles o arcángeles o querubines, sino por un hombre; porque este es el Libro de la Redención, este es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra.

Este Título lo tuvo Adán, pero con la caída perdió sus derechos a poseer este Libro y regresó a la mano derecha de Dios, o sea, a la diestra de Dios, al poder divino regresó ese Libro, porque el Dueño original es Dios.

Ese es el Libro de la Vida que contiene los nombres, desde antes de la fundación del mundo, de todos los escogidos de Dios, tiene los nombres de las ovejas del Señor, de las cuales Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y yo las llamo por sus nombres (o por su nombre)”1.

Ahora, encontramos que en diferentes lugares de la Biblia nos habla que hay personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo. El mismo Señor Jesucristo dijo a Sus discípulos, a los setenta que Él envió a predicar y a sanar a los enfermos, y a echar fuera demonios; cuando regresaron muy contentos por el éxito que habían tenido, en donde aun los demonios se sujetaban en el nombre del Señor, o sea, obedecían a los apóstoles, Jesús les dijo: “No os gocéis por esto de que los espíritus se os sujeten a ustedes en mi nombre, sino gozaos de que vuestros nombres están escritos en el Cielo”2. Porque Dios desde antes de la fundación del mundo ha escrito los nombres de Sus hijos en el Libro de la Vida del Cordero.

Ahora, San Pablo también afirmó que nuestros nombres están escritos en el Cielo, cuando dijo a los Hebreos en el capítulo 12, en su carta a los Hebreos, verso 22 y 23:

“… sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos”.

¿Dónde están escritos los nombres de los Primogénitos de Dios? En el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; están escritos en el Cielo los nombres de la congregación de los Primogénitos de Dios; están escritos en el Cielo los nombres de los santos del Nuevo Testamento, que es la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo.

Y encontramos que está representada en el Monte de Sion la Iglesia del Señor; y es la Iglesia del Señor Jesucristo la que representa aquí en la Tierra a la Jerusalén del Cielo, a la Ciudad de nuestro Dios; por esa causa la Iglesia del Señor Jesucristo es la Jerusalén celestial, y representa el Templo de Dios que está en el Cielo.

Así como el tabernáculo que hizo Moisés y el templo que hizo Salomón representaban el Templo de Dios que está en el Cielo; y el lugar santísimo de esos templos o tabernáculos representaban el Trono de Dios. Y encontramos que en la Iglesia del Señor Jesucristo, representada en un templo, en un tabernáculo, encontramos que tiene Lugar Santo y también tiene Lugar Santísimo.

Y siendo que en la Iglesia del Señor Jesucristo se ha ido materializando el Templo y las cosas que están en el Cielo, en el Templo de Dios en el Cielo, para representar aquí en la Tierra el Templo de Dios del Cielo; encontramos que ya en el Templo del Señor Jesucristo aquí en la Tierra, o sea, en Su Iglesia, nos encontramos en la representación del Trono que está en el Cielo.

Por lo tanto, nos encontramos en este tiempo en la Edad del Trono, la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, en representación del Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo; y por consiguiente, las cosas que están allá, en el Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo, las cosas que están allí, como el Trono y las cosas que están en el Trono, son representadas aquí en la Tierra en el Templo espiritual de Cristo en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular y Día Postrero, en donde Jesucristo está materializando en Su Templo y representando en Su Templo espiritual, las cosas correspondientes al Trono de Dios en el Cielo.

Por esa causa Él toma el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, el cual en otros tiempos Él no podía tomar, pues no había sido hecho el llamado para ser tomado ese Libro.

Jesucristo estaba en el Trono de Intercesión, haciendo intercesión allí con Su propia Sangre, estando allí como Sumo Sacerdote, Jesucristo ofreciendo Su propio Sacrificio de Cordero de Dios delante de la presencia de Dios en el Trono de Intercesión, en el Trono Divino, el cual había sido representado en el propiciatorio que estaba sobre el arca, en donde estaban también los dos querubines, y en medio de los dos querubines estaba la presencia de Dios, estaba el Logos que salió de Dios, la Shekinah, Dios en esa columna de fuego.

Y ahora, eso mismo es lo que tenemos en el Cielo, en el Trono del Templo en el Cielo: a Dios sentado en Su Trono; y allí Él tiene un Título de Propiedad (un Libro) sellado con siete sellos, lo tiene en Su mano. Y cuando llega el tiempo para ese Libro ser abierto, se hace el llamado allá en el Cielo para que alguien tome ese Libro.

Y no se halló a ninguno digno, de los seres humanos que estaban allá en el Cielo; pues habían resucitado con Cristo millones de santos del Antiguo Testamento3, allí estaban los patriarcas; allí también estaban los apóstoles, y allí estaban los santos de las diferentes edades de la Iglesia gentil, juntamente con sus mensajeros. Pero encontramos que ninguno era digno de tomar ese Libro y abrir esos Sellos, porque todos habían venido a esta Tierra por la unión de un hombre y de una mujer, o sea, por las relaciones íntimas; por lo tanto, vinieron ya a la Tierra en una raza caída. Y el único que no había venido así, que era Adán, había caído. Y no aparecía por ningún lugar otra persona.

¿Y dónde estaba nuestro Señor Jesucristo? Haciendo intercesión cuando se hizo ese llamado, cuando se requirió que alguien apareciera.

Ahora, ese llamado estuvo en pie por un lapso de tiempo. Miren ustedes, estuvo en pie aun desde antes de Jesucristo hacer intercesión por el último de los escogidos; pues no aparecía.

¿Dónde estaba cuando ya el llamado estaba siendo hecho? Estaba haciendo intercesión por los últimos escogidos. Ya habían pasado las edades, y solamente quedaban los escogidos que estarían presentes después de las siete edades de la Iglesia gentil. Haciendo intercesión por ellos, por el último, para luego tomar el Libro y abrir sus Sellos; y así traer a la Tierra en Apocalipsis, capítulo 10, ese Libro que estaba sellado; traerlo abierto y colocarlo en medio de la raza humana, en Su Templo espiritual, en el Lugar Santísimo —que le corresponde—, como así estaba en el Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo.

Ese Libro, ese Título de Propiedad, no podía ser sacado del Cielo para ser colocado en alguna de las siete edades o etapas de la Iglesia gentil, porque corresponde al Trono de Dios, corresponde al Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo; por lo tanto, tiene que, en la Iglesia del Señor Jesucristo, estar el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, para ser colocado en ese Lugar.

Y por esa causa es que aunque el séptimo ángel mensajero habló del Libro de los Siete Sellos, luego en el mismo libro de Los Siete Sellos (mensajes que fueron predicados y luego fueron impresos), encontramos que él señala que eso está en el futuro4.

Y también en el mensaje “Almas encarceladas”5 dice: “En cualquier momento Cristo puede dejar el Trono de Intercesión para hacer Su Reclamo”; y entonces ya no habrá más oportunidad para ninguna persona, para intercesión de Cristo allá en el Trono de Intercesión. Eso es para cuando se complete el número de los escogidos de Dios que estarán viviendo en el fin del tiempo, fin del mundo y fin del siglo; y así se complete esa edad y se cumpla todo ese Programa.

Ahora, encontraremos que el contenido de ese Libro se ha venido cumpliendo de edad en edad; y lo que no se cumplió en las siete etapas o edades, se tiene que cumplir, se tiene que materializar, cuando las edades terminan y comienza una nueva edad: la Edad de la Piedra Angular, y una nueva dispensación.

Y ahí se cumple todo lo que tiene que ver con el Séptimo Sello, y también con todo lo relacionado al Sexto Sello, y todo lo relacionado al Cuarto Sello, a todo ese Programa Divino que Él tiene en favor de Sus escogidos. Y ahí es donde todo ese Programa Divino llegará a feliz realización y total cumplimiento, para que así cada hijo de Dios y en cada hijo de Dios se encuentre ese Título de Propiedad.

Encontramos que cuando Cristo tomó ese Título de Propiedad en el Cielo y lo trajo a la Tierra, miren ustedes, lo entregó a un hombre: el apóstol San Juan; el cual representa, a través de la revelación apocalíptica, a la Iglesia del Señor Jesucristo y a Sus mensajeros; no siete mensajeros, sino ocho ángeles mensajeros.

Ahora, encontramos que al traer ese Título de Propiedad, Jesucristo, el Ángel Fuerte, envuelto en una nube, o sea, en esa Columna de Fuego, lo trae abierto; y Juan, el cual en el fin del tiempo está representando al Ángel del Señor Jesucristo de Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, y Apocalipsis 22, verso 16, que es el Ángel del Señor Jesucristo, que viene con la revelación de Jesucristo para dar testimonio de estas cosas en las iglesias.

Encontramos que escucha la Voz, Juan, en representación del último ángel mensajero, o sea, del Ángel del Señor Jesucristo, del último profeta mensajero (en el cual estarán representados todos los escogidos del fin del tiempo, fin del mundo y fin del siglo, en donde estarán representados todos los miembros del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo). Encontramos que escucha la Voz del Cielo otra vez.

Dice Juan, dice de la siguiente manera en Apocalipsis, capítulo 10, verso 8 en adelante:

“La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra”.

Ahora, aquí recibe la orden de ir a tomar el Librito de la mano del Ángel que descendió del Cielo. Y Juan dice:

“Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel”.

Ahora, el contenido de ese Libro se lo va a comer al comerse ese Libro; y será dulce en su boca, pero en su vientre será amargo. No hay cosa más dulce que la Palabra de Dios, pero no hay cosa por la cual le hayan venido más persecuciones a una persona, a un pueblo o a una nación que por la misma Palabra de Dios. Personas han muerto, han sido perseguidos, han sido injuriados y han sido muertos; naciones también: El pueblo hebreo, por causa de la Palabra de Dios casi fue totalmente destruido, y también la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, encontramos que por causa de comer ese Librito pues le vendrán amarguras, problemas, persecuciones, luchas, y así por el estilo, como aconteció con todos los profetas del Antiguo Testamento, como aconteció con Jesús de Nazaret, y como aconteció con los apóstoles y con los mensajeros de las diferentes etapas de la Iglesia del Señor.

Ahora, al último profeta mensajero le vendrán amarguras, problemas, por causa de ese Título de Propiedad, Libro de los Siete Sellos, que él se come en el fin del tiempo. Y él, conforme a como aquí está mostrado, se lo comerá. O sea que esto se tiene que cumplir en el último profeta mensajero de Dios, que vendrá con el doble ministerio de Moisés y Elías, el cual será el Ángel del Señor Jesucristo enviado por Jesucristo para dar testimonio de estas cosas en las iglesias.

Ahora, encontramos que luego que se lo come, se come este Libro… Ahora, no es un libro literal, pues se lo puede comer. Es la Palabra. “No solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”6.

Ahora, este Libro es la Palabra de Dios, es la Palabra de Dios que estuvo manifestada en edades pasadas, y también la parte que corresponde a nuestro tiempo; y toda esa revelación divina es dada a ese Ángel Mensajero, para que él se coma esa Palabra. Y luego su orden es la misma que recibió el profeta Ezequiel en el capítulo 2, y capítulo 3 también. Capítulo 3, verso 8, dice:

“He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes”.

Ahora, aquí podemos ver que esa es la forma en que Cristo hará fuerte el rostro (o sea, la mente, el entendimiento, en cuanto al Programa de Dios) del último Ángel Mensajero. Así es como él tendrá una mente fuerte en cuanto al conocimiento de todo el Programa Divino del pasado, del presente y del futuro, para darlo a conocer a los escogidos de Dios de entre los gentiles, o sea, a la Iglesia del Señor Jesucristo, en una nueva edad: la Edad de la Piedra Angular, y en una nueva dispensación. Y también para darlo a conocer al pueblo hebreo.

Así es como Dios llenará de entendimiento a Su Ángel Mensajero, con la revelación de todas las cosas que tienen que suceder.

Ahora, encontramos que Dios le dio un Libro, un rollo abierto, al profeta, aquí en Apocalipsis, capítulo 10; y también encontramos que en el Antiguo Testamento Dios le dio un rollo abierto al profeta Ezequiel en el capítulo 2… En el capítulo 3 (vamos a leer, mejor), verso 1 en adelante, dice:

“Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel”.

Así también el Ángel del Señor Jesucristo, con el doble ministerio de Moisés y Elías, tiene que comerse el Libro de los Siete Sellos, para después hablarle a la Casa de Israel, y también profetizar sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes; profetizar las cosas que han de suceder, a muchos pueblos, naciones y lenguas. Ahora, aquí sigue diciendo:

“Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo.

Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.

Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras”.

Con esas palabras que estaban escritas en ese Libro, en ese rollo; con esas palabras era que iba a hablar al pueblo hebreo. Así como con esas palabras del Libro sellado en Apocalipsis, el cual es abierto, es que le hablará el Ángel del Señor Jesucristo con el doble ministerio de Moisés y Elías al pueblo hebreo.

Aquí encontramos que por esa causa es que viene Jesucristo, el Ángel Fuerte, envuelto en una nube. O sea, viene en la Columna de Fuego, en la Shekinah, a Su Templo, a Su Iglesia, y le entrega ese Título de Propiedad a Su Ángel Mensajero en la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo.

Y así también se cumple lo que dijo Dios a Moisés en el capítulo 25 y versos 19 en adelante, dice [Éxodo]:

“Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos.

Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines.

Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.

Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel”.

Ahora, de en medio de los ministerios de Moisés y Elías, de los Dos Olivos, que son los ministerios de los Dos Querubines materializados en esta Tierra en la Iglesia del Señor Jesucristo, será que saldrá toda Palabra de Dios para el pueblo hebreo.

Y a Moisés le fue dicho: “De en medio de los dos querubines yo te hablaré todo lo que le tengas que hablar al pueblo hebreo”; o sea que de ahí saldría el Mensaje para el pueblo hebreo, y Dios se lo daría a Moisés. Así como el Mensaje del Evangelio del Reino, que es el Mensaje de la Dispensación del Reino, será el Mensaje dispensacional que el ministerio de Moisés estará trayéndole al pueblo hebreo.

Ese Mensaje estará en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo; o sea, estará en la Edad del Lugar Santísimo, que es la Edad de la Piedra Angular de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la edad que representa el Trono de Dios.

El Trono de Dios que está en el Cielo es representado en la Iglesia del Señor Jesucristo en el fin del tiempo, en la Edad de la Piedra Angular. Y por esa causa el Título de Propiedad que estaba en el Cielo, en la mano de Dios, el cual está sentado en el Trono, es tomado por Cristo y traído a la Tierra a Su Templo espiritual, en donde el Ángel del Señor Jesucristo recibe la orden de tomar ese Libro, comerlo, y luego profetizar.

Así es que viene el ministerio profético del Ángel del Señor Jesucristo para traer el Mensaje Final del Evangelio del Reino a la raza humana, para así dar a conocer las cosas que deben suceder pronto, en una nueva edad: la Edad de la Piedra Angular, y en una nueva dispensación: la Dispensación del Reino, y en un nuevo día milenial, o sea, el séptimo milenio.

Y así es como surge el Mensaje de la Dispensación del Reino, siendo el contenido del Libro de los Siete Sellos, siendo traído a la Iglesia del Señor Jesucristo en el fin del tiempo.

En los ministerios pasados se cumplieron muchas cosas del Libro de los Siete Sellos, pero el Cuarto Sello no fue cumplido; aunque fue dado a conocer que sería la etapa final; la etapa final para el Programa Divino y también para el programa del anticristo, para el programa del diablo. Porque ese Libro de los Sellos muestra tanto la Obra de Dios que Él lleva a cabo como también la obra que el diablo, el enemigo de Dios, lleva a cabo en contra del Programa de Dios y de todos los hijos de Dios.

Ahora, en las edades pasadas no fue cumplido el Sexto Sello, porque el Sexto Sello está bajo el ministerio de los Dos Olivos, de los Dos Candeleros, de los ministerios de Moisés y Elías en el Ángel del Señor Jesucristo. Y tampoco fue abierto el gran misterio del Séptimo Sello, que es el misterio de la Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Ahora, así como Cristo estuvo sobre la Tierra dos mil años atrás, desde el año 4 antes de terminar el cuarto milenio (antes de comenzar el quinto milenio, 4 años antes, ya Jesucristo estaba en la Tierra); pero Él, en ese año 4, antes de comenzar el quinto milenio, Él no llevaría a cabo Su Obra como Cordero de Dios, pero ya estaba en la Tierra el Cordero de Dios. Luego, más adelante, entró en el quinto milenio, que es uno de los tres días finales, o sea, uno de los días postreros.

Así como los tres días postreros de la semana son jueves, viernes y sábado, los días postreros delante de Dios son el quinto milenio, el sexto milenio y el séptimo milenio; y así como el día postrero de la semana es el séptimo día (el sábado), el Día Postrero delante de Dios es el séptimo milenio.

Y también, de las dispensaciones, la dispensación postrera es la Dispensación del Reino. Las tres dispensaciones postreras son la Dispensación de la Ley, con Moisés, la Dispensación de la Gracia, con Cristo, y la Dispensación del Reino, con el Ángel del Señor Jesucristo con el doble ministerio de Moisés y Elías; en donde, así como Cristo, el Ángel del Pacto, estuvo con Moisés y en Moisés, y también estuvo con Jesús y en Jesús, también estaría con el Ángel del Señor Jesucristo.

Ahora, encontramos que en la Dispensación de la Gracia, cuando Juan el Bautista bautizó a Cristo, allí estaba comenzando, se estaba abriendo la puerta de la Dispensación de la Gracia; pero todavía encontramos que aunque Cristo fue presentado por Juan el Bautista como el Cordero de Dios, todavía no había hecho Su Sacrificio, Su Obra como Cordero de Dios. Tuvo un ministerio de tres años y luego subió al Monte de la Transfiguración, y todavía no había hecho la Obra de Cordero de Dios; pero estaba allí el Cordero de Dios.

Luego que fue adoptado en el Monte de la Transfiguración estuvo listo para hacer la Obra de Cordero de Dios en la Cruz del Calvario, tomando nuestros pecados y muriendo en la Cruz del Calvario. Pero todo ese Programa estaba sellado en Él.

Ahora, Él estaba llevando a cabo toda la labor que se requería para ser adoptado y ser tenido por digno de tomar nuestros pecados y pagar la deuda contraída en el Huerto del Edén, y así pagar el precio de la redención, el precio de la restauración de los hijos de Dios a la vida eterna.

Y encontramos que aún, Cristo después que fue adoptado, tuvo en Su ministerio seis meses más; y al final de la Venida de Cristo como Cordero de Dios, llevó a cabo la Obra de Redención.

Ahora, la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, es el misterio del cual dijo Cristo que nadie sabía cuándo sería el día y la hora; nadie sabía tampoco cuándo sería la edad y la dispensación. Este fue el misterio del cual Cristo dijo que ni los ángeles del Cielo conocían; dijo: “Ni aun el Hijo conoce este misterio; solamente el Padre”7.

¿Por qué? Porque ese misterio fue mantenido en la Mente de Dios mientras Cristo tuvo Su ministerio terrenal, y no le fue revelado a Cristo; o sea, no fue pasado del subconsciente al consciente; o sea, no había sido hecho consciente (Dios —este misterio— a Cristo) para Él darlo a conocer.

Pero Él profetizó acerca del cumplimiento de ese misterio. Cuando Él habló de la Venida del Hijo del Hombre, Él está hablando de la Venida del León de la tribu de Judá, del Rey de reyes y Señor de señores; Él está hablando de la Venida del Ángel del Pacto, del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, para llevar a cabo la Obra de Reclamo.

Ahora, al final del Séptimo Sello… el Séptimo Sello es la Venida de Cristo como León de la tribu de Judá. Cuando fue abierto en el Cielo este Sello hubo silencio por media hora o por casi media hora; allí los ángeles vieron, los querubines, todos los que estaban allí presentes, vieron ese misterio abierto; allí ellos vieron esos símbolos contenidos en ese misterio, ellos vieron todas las cosas relacionadas a la Segunda Venida de Cristo; y luego mantuvieron silencio: no hubo ni alabanzas, no hubo nada en el Cielo hablando; para que así no se interrumpiera el Programa Divino correspondiente al Séptimo Sello, hasta que estuviera cumplido ese misterio.

Encontramos que el Cielo guardaría silencio; y esto significa que, si el Cielo guarda silencio, aparentemente el Cielo no estaría respaldando el cumplimiento de ese misterio en la Tierra. ¿Para qué? Para que así no hubiera imitaciones que interrumpieran ese Programa.

Ese misterio se estaría manifestando en la Tierra, y luego, al final del Séptimo Sello, al final de la manifestación de ese misterio, entonces ahí es el fin de todas las cosas, es el fin de todo, y la introducción al glorioso Reino Milenial.

Ahora, toda persona siempre ha pensado: “Si algo viene de parte de Dios, el Cielo completo será visto respaldando esa labor”. Y también piensan: “Y todas las religiones lo tienen que recibir”. Pero miren, cuando vino Noé solamente Noé y su familia recibieron el Mensaje para escapar del juicio del diluvio; las demás religiones y sectas religiosas y líderes religiosos no creyeron ni entraron con Noé en el arca; ni los gobiernos de esta Tierra en aquellos tiempos tampoco creyeron ni respaldaron a Noé. Todos pensaron que Noé estaba loco. Pero lo loco de Dios, en un profeta, es más sabio que los sabios de este mundo y que la sabiduría que pueda haber en esta Tierra.

Cuando vino Cristo, las religiones y sectas religiosas de aquel tiempo, y principalmente del pueblo hebreo bajo el judaísmo; las sectas religiosas de aquel tiempo, que eran los fariseos, la secta de los fariseos, la secta de los saduceos y la secta de los herodianos, y también otras sectas que hubo; no creyeron a Jesús, no lo respaldaron. Pero Él continuó hacia adelante.

Y encontramos que parecía algo raro que el pueblo hebreo, que estaba esperando la Venida del Mesías, no creyó en Jesucristo. Sus líderes religiosos no creyeron en Cristo en su mayoría; por lo menos el 90% (para dejar un 10%…). El 90% de los líderes religiosos no creyó.

Cualquier persona podía decir: “Si este fuera el Mesías, todos los líderes religiosos tenían que creer en Él”. Y sobre todo el sumo sacerdote, que era la voz máxima de la religión hebrea. Lo que el sumo sacerdote condenara, el pueblo hebreo lo aceptaba así; lo que el sumo sacerdote dijera que era de Dios, el pueblo así lo aceptaba; y dijo que Jesús había blasfemado cuando dijo que era Hijo de Dios, y dijo que era digno de muerte8.

Ahora, ¿cuántas personas, que habían depositado su confianza en la religión hebrea, dirigida por el Concilio del Sanedrín (esos 70 sabios, juntamente con el sumo pontífice y demás sacerdotes)…? ¡Cómo estas personas de aquel tiempo fueron decepcionadas!, pues no creyeron a la Primera Venida de Cristo. Y el pueblo, el común del pueblo, creía que Jesús era el Mesías; pero miren ustedes, eran los líderes los que no creían.

Y los que siguieron el consejo de los líderes de aquel tiempo, de no seguir a Jesús, perdieron la bendición de la Primera Venida de Cristo, perdieron la bendición de ver esos años maravillosos en donde Cristo fue probado, y en donde tuvo ese glorioso ministerio que fue aprobado por Dios, y luego fue adoptado en el Monte de la Transfiguración, y luego, más adelante, llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario. Todo eso se lo perdieron las personas que rechazaron a Cristo y también los que siguieron a los que habían rechazado a Cristo.

Ahora, esto fue porque estaban ciegos al cumplimiento de lo que Dios había prometido para aquel tiempo. Y así está profetizado que sucederá en el fin del tiempo, fin del siglo y fin del mundo, con y en la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores.

Por esa causa Cristo mismo mostró el Reino de los Cielos en diez vírgenes: cinco prudentes y cinco fatuas. Las prudentes son las que ven el Programa Divino y tienen aceite en sus lámparas; y las fatuas son las que no tienen aceite en sus lámparas, no tienen el Espíritu de Dios (aunque crean que lo tienen), y no entienden plenamente el Programa de Dios para el tiempo en que viven; por lo cual tendrán que pasar en el fin del tiempo por la gran tribulación. Pues cuando vienen buscando aceite, o vienen para entrar con el Esposo a las Bodas y la Cena del Cordero, la Puerta ya está cerrada.

Esto nos muestra que esas vírgenes, que representan una sección del cristianismo, estarán ciegos espiritualmente; como el pueblo hebreo estuvo a la Primera Venida de Cristo, también lo estarán estas vírgenes fatuas o estas vírgenes durmientes o insensatas, estarán ciegos a la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo. Y no comprenderán que Cristo es la Puerta para entrar a las Bodas del Cordero, y también a la Cena de las Bodas del Cordero.

Cristo es la Puerta como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, para entrar a las Bodas y también a la Cena del Cordero, y para entrar a una nueva edad: la Edad de la Piedra Angular, y para entrar a una nueva dispensación: la Dispensación del Reino, con el Mensaje del Evangelio del Reino.

Y por esa causa es que cuando vienen al final, tocando a la puerta, ya está cerrada esa puerta para los gentiles. Y ya todo se ha llegado al final – todo ha llegado al final, y se tienen que atener a las consecuencias de los juicios de la gran tribulación. Pero no se perderán: ellos morirán por Cristo, no aceptarán la marca de la bestia, y al final del Milenio resucitarán; y entrarán a vida eterna luego que sean juzgadas, como las ovejas que Él coloca a su derecha en el Juicio del Trono Blanco9.

Estas son cosas que deben suceder, porque son contenidas en el Libro de los Siete Sellos.

Las cosas que corresponden a nuestro tiempo están ahí colocadas en símbolos, y se van materializando esos símbolos en este tiempo final.

Cada uno de ustedes está escrito en el Libro de los Siete Sellos, sus nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero en los Cielos; y por esa causa son llamados aquí en la Tierra por sus nombres, para entrar en el Programa de Dios correspondiente a este tiempo final, y así comer también el Libro de los Siete Sellos.

Así como lo come el Ángel del Señor Jesucristo, representado en Juan el apóstol, también lo comen los escogidos de Dios en el fin del tiempo; y así también se van materializando las cosas contenidas en el Libro de los Siete Sellos que corresponden a este tiempo final a los escogidos de Dios; se materializan en cada uno de ustedes y en mí también; para que así se cumpla el Programa Divino en la Iglesia del Señor Jesucristo, para que luego quede registrada la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo en el fin del siglo o fin del tiempo y fin del mundo, en un nuevo día milenial y en una nueva dispensación.

Todo eso quedará registrado en la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo, como ha quedado registrado en el Libro de Dios la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo de las siete etapas o edades de Su Iglesia gentil, correspondientes al Lugar Santo de Su Templo espiritual.

Ahora estamos viviendo en lo que más adelante será la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, en una nueva edad: la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Amor Divino, la Edad de la Venida de la Piedra Angular, la Venida de Cristo como León de la tribu de Judá y Su Obra de Reclamo; la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo también en una nueva dispensación.

Y quedará así registrada la historia del amor divino en y con Su Iglesia gentil, en la Edad del Amor Divino, en donde todos llegaremos a la perfección, a la estatura de un hombre perfecto, a la estatura de nuestro Señor Jesucristo, que es el hombre perfecto, al cual nosotros seremos hechos a imagen y semejanza de nuestro Señor Jesucristo para vivir por toda la eternidad.

Nosotros estamos en un tiempo muy importante, en el cual nos ha tocado comer el Libro de los Siete Sellos. Y la parte más importante de ese Libro es la que tiene que ver con nosotros; porque es la parte que llevará a perfección al Cuerpo Místico de Cristo completo, en la Obra que Cristo estará haciendo en Su Iglesia en este tiempo final.

Por eso es tan importante estar comiendo el Libro de los Siete Sellos abierto; y por esa causa es que en San Mateo, capítulo 24, verso 44 en adelante, al 47, dice Cristo:

“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa (o sea, ¿cuál es el mensajero fiel y prudente al cual puso su Señor sobre Su Casa…?, que es Su Iglesia) para que les dé el alimento a tiempo?”. ¿A quiénes? A la Familia de Dios, a los miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo, a la Iglesia del Señor Jesucristo; para que les dé el alimento espiritual.

¿Quién es ese siervo fiel y prudente al cual cuando su Señor venga le halle haciendo así? ¿Cuál es ese siervo fiel y prudente al cual cuando su Señor venga le halle dándoles a ellos el alimento espiritual del Libro de los Siete Sellos, y sobre todo el Séptimo Sello, dándoles ese alimento espiritual?

Pero no solamente se queda dándole el Séptimo Sello, que es el más importante de todos, sino que también le da el contenido de los demás sellos; o sea que le da a conocer también todas las cosas que pasaron, que sucedieron en el pasado, las cuales ya están reveladas; porque Dios las reveló al séptimo ángel mensajero, y ya esas cosas son historia.

O sea, que les dará también historia de la Iglesia del Señor Jesucristo pasando por las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, y se la mostrará en el Templo espiritual de Cristo, en el Lugar Santo; y luego les mostrará a la Iglesia en el Lugar Santísimo en el fin del tiempo. O sea que les mostrará todo el Programa Divino que Cristo tenía para llevar a cabo en y con Su Iglesia desde el comienzo hasta su final. O sea que tendrá un Mensaje completo, porque tendrá una revelación completa del Libro de los Siete Sellos.

Y donde los mensajeros pasados no pudieron hablar, porque les fue prohibido, y hubo cosas que no entendieron porque estaba en un idioma desconocido para ellos, al Ángel del Señor Jesucristo le es ordenado hablar esas cosas, le es ordenado hablar de esas cosas, le es ordenado dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto, luego de las cosas que ya sucedieron en las siete edades de la Iglesia gentil; le es ordenado hablar de una nueva edad y de una nueva dispensación, y de un nuevo Mensaje dispensacional; le es ordenado sonar la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, para que sean llamados y juntados todos los escogidos de Dios bajo el ministerio de Cristo en Su Ángel Mensajero con el doble ministerio de Moisés y Elías, en este tiempo final, dando a conocer las cosas que deben suceder pronto, como dice Apocalipsis, capítulo 4, verso 1; y Apocalipsis capítulo 22, verso 6:

“Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Y Apocalipsis 22, verso 16, dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Envía Su Ángel Mensajero para todas las iglesias, para todas las religiones, para todos los seres humanos; y sobre todo para Su Iglesia, Su Cuerpo Místico de creyentes, en el tiempo final; para dar a conocer, dar testimonio, de estas cosas; o sea, para hablar, para predicar, para revelar estas cosas que deben suceder en este tiempo final.

Y así es como se lleva a cabo la Obra de Cristo del fin del tiempo, en donde Cristo, luego de terminar esa Obra, de terminar esa labor, luego traerá en Su Reclamo a los muertos en Cristo en cuerpos eternos, y a nosotros los que vivimos: en cuerpos eternos al transformar nuestros cuerpos.

Y ahí llega a su culminación la Obra de Cristo como León de la tribu de Judá, reclamando todo lo que Él redimió con Su Sangre preciosa; ahí llega a su culminación el Reclamo de Cristo sobre Su Obra en este tiempo final; y ahí es donde cosas grandes van a suceder, de ahí en adelante. Pero antes, cosas grandes están sucediendo, pero que más adelante la humanidad completa verá al Cielo completo, con las huestes celestiales respaldando al Cuerpo Místico de Cristo, a la Iglesia del Señor Jesucristo y Su Ángel Mensajero del fin del tiempo; porque ya para ese tiempo todos estaremos adoptados.

EL TIEMPO DE COMER EL LIBRO DE LOS SIETE SELLOS”.

Estamos en el tiempo en que estamos recibiendo el conocimiento contenido en los Siete Sellos, y estamos comiéndonos todo ese conocimiento, toda esa revelación divina. Y a medida que lo hacemos, esa Palabra se hace carne en nosotros, y nosotros nos hacemos la Palabra; o sea que la Palabra se va haciendo carne, y la carne nuestra se va haciendo la Palabra, para poder luego recibir la transformación de nuestros cuerpos.

La Palabra estará hecha carne en toda Su plenitud, y la carne estará hecha la Palabra en toda su plenitud; y entonces ahí estaremos listos para la transformación, ahí seremos transformados, y luego estaremos en cuerpos eternos. Y ahí estará el cuerpo teofánico, que es el cuerpo de la Palabra; es la Palabra, la teofanía, encarnada en un cuerpo eterno, para vivir por toda la eternidad; y usted, que es alma viviente: dentro de ese cuerpo teofánico, vestido también de un cuerpo físico eterno.

Por eso es tan importante comer el Libro de los Siete Sellos, porque de eso depende, de ese Libro depende, nuestra transformación y la resurrección de los muertos en Cristo. De comer ese Libro depende nuestra restauración a la vida eterna. Y este es el tiempo de comer el Libro de los Siete Sellos.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde, ¡y adelante comiendo el Libro de los Siete Sellos!

El Ángel lo recibe y lo comparte con su Familia, con la Familia de Dios en la Casa de Dios, en el Templo espiritual de Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo; porque es compartido con la Iglesia del Señor Jesucristo por el Ángel del Señor Jesucristo, el que lo recibe y se lo come.

Ha sido para mí un privilegio estar con ustedes en esta noche, amigos y hermanos presentes; y también con ustedes, amigos y hermanos televidentes de Galaxy VII, canal 11, y del canal 22 de televisión local en Puerto Rico, y también del canal 3 de Cable BuenaVisión; y también a través de las diferentes radioemisoras amigas en los diferentes países de la América Latina.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y que pronto hayamos comido completamente el Libro de los Siete Sellos en todo su contenido.

Muchas gracias por vuestra amable atención y pasen todos muy buenas noches. Con nosotros nuevamente Miguel Bermúdez Marín para continuar y dar algunos anuncios que él tiene, y luego finalizar nuestra parte en esta noche. Con nosotros Miguel Bermúdez Marín.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos.

EL TIEMPO DE COMER EL LIBRO DE LOS SIETE SELLOS”.

[El hermano William continúa hablando fuera del aire]:

En esta noche terminamos más temprano que ayer, ¿verdad? Para los que estaban aquí y para los que estaban por televisión.

Miguel tiene algunos anuncios. Vamos a dejar que Miguel pase los anuncios que tiene.

En este mes nos ha tocado a nosotros el compromiso, la responsabilidad, del satélite. Ya hemos escuchado a Miguel cómo ha sido de tan grande bendición tener ese satélite y los demás satélites que hemos usado, y los demás canales de televisión y de radio que hemos utilizado. Y hemos visto cómo Dios los ha estado usando para Su gloria, y cómo ha estado abriéndole el entendimiento a la gente, y cómo ha estado alimentando a la gente.

Quizás diez años atrás o veinte años atrás pensábamos: “De aquí a algún tiempo quizás no tendremos más alimento espiritual”. Pero miren ustedes, cada día hay más. Y ahora encontramos que desde las 6:00 de la tarde hasta las 12:00 de la noche se está transmitiendo vía satélite, y miles o millones de personas están viendo estas transmisiones.

En Torreón apareció una persona (que Miguel les cuente luego) que dijo: “Yo no soy de aquí del grupo y…”, Miguel les va a contar cómo él escucha el Mensaje. Y así por el estilo encontramos que todos ustedes aquí presentes, y todos los hermanos de todas las naciones que colaboran con esta labor, están llevando a cabo una labor muy importante.

Miren, ustedes tomarían más de un día en repartirle un tratadito a la ciudad de Cayey, de Cidra, de Aibonito y de Caguas, les tomaría más de un día; en lo que van de un sitio a otro ya les toma unas horas. Y sin embargo, en una sola noche están haciendo que llegue el Mensaje por todo México, todo Venezuela, parte de Colombia (ahora ya Colombia también con el nuevo satélite que se está usando), toda la América Latina; excepto muy pequeñas porciones de Brasil, pero la mayor parte de Brasil también está recibiendo el Mensaje vía satélite.

Una cosa que nos tomaría cientos de años en llevarle un tratado a las personas en toda la América Latina y el Caribe, ahora lo estamos haciendo en cosa de una noche; y luego a la otra noche volvemos con la Palabra para todas las personas.

Y el que tenga sed, pues que venga y tome del Agua de la Vida gratuitamente; así dice el Espíritu en nuestra edad y nuestra dispensación; así dice el Ángel del Pacto, Jesucristo, por medio de Su Palabra en este tiempo final; y así también dice Su Iglesia, Su Cuerpo Místico, cuando lleva el Mensaje; porque lleva el mismo Mensaje, con la misma oportunidad para todo ser humano.

Bueno, ya eso lo vamos a dejar para otro día. Si seguimos hablando, pues entraríamos en otro tema. Vamos a dejar a Miguel para que él continúe y les diga lo que tenemos o lo que él tiene para estos días.

También ustedes están trabajando mucho en la Obra. Ustedes, la mayor parte de ustedes, están conmigo desde que yo comencé en el ministerio allá en Ponce y Villalba. Hay algunos aquí de Ponce y de Villalba, y luego también de Sabana Seca, y también de Canóvanas, Loíza, por ahí, de todos estos lugares donde yo iba para tener actividades también, en diferentes grupos, congregaciones: Sabana Seca, también Canóvanas y otros lugares: Villalba, Ponce, Cayey también.

Y yo aprecio mucho la presencia y colaboración de cada uno de ustedes en la Obra de Dios, y les digo: Vuestro trabajo en el Señor no es en vano, sino que recibirá su recompensa, como Cristo lo ha prometido. Bueno, vamos a dejar a Miguel ya para que él continúe y así finalicemos en esta noche nuestra parte.

Bueno, Dios les bendiga y les guarde a todos.

EL TIEMPO DE COMER EL LIBRO DE LOS SIETE SELLOS”.

[Revisión enero 2022]

1 San Juan 10:27, 10:3

2 San Lucas 10:17-20

3 San Mateo 27:52-53

4 Los Sellos “La Brecha”, pág. 89, párr. 139

5 SPN63-1110M “Almas encarceladas”, párrs. 391-393

6 San Mateo 4:4, San Lucas 4:4, Deuteronomio 8:3

7 San Marcos 13:32

8 San Marcos 14:60-65

9 San Mateo 25:31-46

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