El Hijo de la Diestra

VI Encuentro Juvenil Latinoamericano y Caribeño

Los Jóvenes del Futuro en la Edad del Amor Divino”

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos, y jóvenes en este VI Encuentro Juvenil Latinoamericano y Caribeño: “Los Jóvenes del Futuro en la Edad del Amor Divino”. Es para mí una bendición muy grande estar con ustedes aquí, y también con cada uno de ustedes, amigos y hermanos televidentes de Galaxy VII, canal 11, y PanAmSat 3, canal 24.

Que las bendiciones del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, nuestro amado Señor Jesucristo, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también.

En esta ocasión quiero leer un pasaje histórico de la Bendición de la Primogenitura: cómo esa Bendición de la Primogenitura pasó a un joven llamado Efraín.

En el capítulo 48 del libro del Génesis, encontramos la historia, comenzando en el verso 13 al 20, cuando José llevó ante la presencia de su padre Israel, o Jacob, a sus dos hijos Manasés y Efraín, para que les echara la bendición. Dice así:

“Y los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda de Israel, y Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel; y los acercó a él.

Entonces Israel (que es Jacob) extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede, aunque Manasés era el primogénito.

Y bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día,

el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra.

Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.

Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque este es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza.

Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones.

Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de Manasés”.

Y encontramos en el libro de Crónicas, capítulo 5, Primera de Crónicas, capítulo 5, algo muy interesante con relación a Efraín, y dice así:

“Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fuera dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito…)”.

Ahora, los derechos de Primogenitura fueron dados a los hijos de José.

En esta ocasión nuestro tema será: “EL HIJO DE LA MANO DE LA MANO DERECHA”, o sea: “EL HIJO DE LA DIESTRA”.

Encontramos que la Bendición de la Primogenitura siempre está en la diestra, en la mano derecha. Y por eso encontramos que cuando Jacob fue a bendecir con la Bendición de la Primogenitura, que es la primera bendición que se echa, José conociendo esto… porque era profeta y conocía la historia de la Bendición de la Primogenitura que tenía Abraham, y pasó de Abraham a Isaac, y de Isaac pasó a Jacob…; en donde podemos ver que siendo Ismael mayor que Isaac, la Bendición de la Primogenitura pasó al segundo; y siendo Esaú mayor que Jacob, la Bendición de la Primogenitura pasó al segundo.

Y siendo el tiempo para Jacob echar la Bendición de la Primogenitura sobre aquel que iba a poseer esa bendición que iba pasando de Abraham a Isaac, de Isaac a Jacob; ahora tenía que pasar a otra persona, y tenía que ser un descendiente de Jacob por medio de Raquel (que era la mujer amada, con la cual Jacob se casó).

Ahora, encontramos que José, al saber que su padre ya estaba enfermo para morir… Y ya por causa de su edad sus ojos estaban oscurecidos (o sea, que ya estaba ciego), y le había pasado lo mismo que le había pasado a Isaac, el padre de Jacob. Y así como fue de bendición que Isaac estuviera ciego, para que la Bendición de la Primogenitura pasara a Jacob, ahora Jacob estaba ciego cuando llegó el tiempo de echar la Bendición de la Primogenitura.

Y José, sabiendo que iba a hablar la Bendición de la Primogenitura, y sobre aquel que hablara esa bendición primero, ese se llevaría esa Bendición de la Primogenitura —y como todo padre que ama a sus hijos—: trajo a sus hijos para que recibieran la bendición de Dios, la Bendición de la Primogenitura, delante del profeta de Dios que tenía esa Bendición de la Primogenitura. Lo cual, todo padre que ama a sus hijos, debe hacer en el tiempo que le toca vivir; porque la Bendición de la Primogenitura es echada por medio de la Palabra hablada a través del profeta que Dios tiene para esa edad y para esa dispensación.

Ahora, José se presenta ante su padre Jacob, y su padre Jacob le dice: “No pensaba yo ver tu rostro”1. ¿Por qué? Porque sus hermanos, los hermanos de José, le habían dicho a su padre Jacob que una fiera parece que había matado a José; y Jacob le había dado por muerto, según lo que le hicieron creer los hermanos de José e hijos de Jacob2; pero luego Jacob encontró a José vivo y entre los gentiles, y con un nombre nuevo: Zafnat-panea3, que quiere decir: ‘el que revela los secretos’, y… ‘el que revela cosas secretas’, o sea, cosas que han de suceder.

Eso fue lo que reveló al Faraón, José, al interpretarle aquellos dos sueños4: el de las espigas muy hermosas, y las otras espigas todas raquíticas, todas flacas (como diríamos), las cuales se comieron a las que estaban gordas. Así que no siempre los más fuertes se comen a los más flacos; aquí fue al revés.

Ahora, el rey también vio siete vacas gordas, hermosas, que estaban comiendo en el pasto, y luego vio que aparecieron siete vacas flacas y muy feas en su apariencia; y cuando las ve, ve que vienen hacia las vacas gordas y se las comen.

Esto no parece algo normal, porque esto no se ve en lo natural; pero por cuanto era Dios que le estaba dando un sueño al Faraón, de cosas que iban a suceder; por cuanto Faraón no era profeta, y el único profeta que Dios tenía en la tierra de Egipto era José, y el otro profeta estaba en la tierra de Israel, que era Jacob, el padre de José… Así que los únicos dos profetas: uno era Jacob, y el otro era el hijo de Jacob; o sea, pertenecían a la misma familia.

Ahora, José le interpreta el sueño al Faraón; y con eso tan sencillo el Faraón reconoció que el Espíritu de Dios estaba en José, y que no había otro hombre mejor para colocarlo como segundo en el reino, para que llevara los negocios del rey, los negocios de todo el reino, para que fuera el administrador de ese imperio; no encontró el Faraón (y sus consejeros) uno mejor que José; porque estaba en él el Espíritu de Dios, el cual reveló esas cosas que iban a suceder.

¿Y saben que no hay ninguno mejor que un hombre, un profeta, donde esté el Espíritu de Dios para su edad o dispensación, para ser el administrador de todas las cosas de un reino, del reino que está en ese tiempo? Con razón Dios dice, Jesucristo dice: “Bienaventurado aquel al cual, cuando su Señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo: sobre todos Sus bienes le pondrá”5. O sea que le pondrá como el administrador de todos los Bienes de su Señor; y será entonces el segundo en el Reino y el Trono de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, solamente José le interpretó un sueño doble, o sea, dos sueños en uno, que significaban lo mismo, porque eran una confirmación; era: “De cierto, de cierto te digo, que vendrán siete años de abundancia sobre toda la Tierra, y luego siete años de escasez”6. Esa era la interpretación.

Pero miren, nadie sabía lo que significaban esos dos sueños, porque eran sueños dados por Dios, los cuales no podían ser interpretados por sabiduría humana, no podían ser interpretados por los sabios o por los magos, o por los astrólogos, o por los diferentes sabios que Egipto tenía. O sea que no podía ser aplicada la interpretación de los sueños, que ellos tenían para aplicarla a los sueños y a las visiones allá en Egipto.

Pero el Dios del Cielo tenía un hombre al cual le revelaba las cosas que iban a suceder, y él era el hombre para dar a conocer esas cosas que iban a suceder: ese era José; lo cual le valió su ascenso al trono como segundo en el imperio del Faraón, como el administrador de todos los bienes, de toda la casa, de todo el imperio del Faraón; y el Faraón estaba tranquilito, podía descansar tranquilo, teniendo un hombre así frente a todos los negocios del Faraón.

Con razón se quitó el anillo y dijo: “Tú eres el hombre”; ya descansó el Faraón; no tenía el anillo, que es el sello del Faraón con su nombre; se lo había colocado en la mano a José y le había cambiado el nombre por Zafnat-panea, que significa ‘el que revela cosas secretas’. Y ahora José podía llevar a cabo los negocios del imperio del Faraón, podía dictar órdenes y colocar el sello sobre esas órdenes. Y tenían que ser cumplidas. El Faraón dijo: “Nadie levantará su pie sin ti”, o sea, “sin que tú lo ordenes o lo permitas”.

El Faraón confió en José, porque confió en un hombre con el Espíritu de Dios, que revelaba las cosas que iban a suceder. Y le dijo: “Yo soy Faraón, y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto”. Le dijo también: “Tú estarás sobre mi casa (cuando dice ‘sobre mi casa’ es sobre todo el imperio), y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo”7. Eso sí es grande. Ya no era por la palabra del Faraón, sino por la palabra de José, de un profeta con el Espíritu de Dios; por la palabra del hombre que revelaba cosas secretas.

¿Saben ustedes una cosa? Hay una promesa en el libro del Apocalipsis: Apocalipsis, capítulo 3, verso 21, que dice: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono…”. Esa promesa va acompañada con la promesa de San Mateo 24, verso 44 al 47, que dice: “¿Quién es el siervo fiel y prudente, al cual puso su Señor sobre Su Casa…?”. ¿Ven? Lo mismo que hizo Faraón.

Ahora, ¿cuál es la Casa de su Señor aquí? Es Su Iglesia.

“… al cual puso sobre Su Casa (¿para qué?) para que les dé el alimento a tiempo. De cierto os digo que cuando su Señor venga y le halle haciendo así, sobre todos Sus Bienes le pondrá”. O sea, le pondrá como el administrador de todos sus bienes. Lo mismo que hizo el Faraón allá, y lo mismo que hizo Dios cuando Cristo ascendió al Cielo y se sentó en la diestra de Dios, se sentó allá en el Cielo.

Y ahora, vean aquí en Apocalipsis, para que ustedes se den cuenta que lo mismo que hizo el Faraón con José, hizo Dios con Jesús cuando ascendió al cielo; y eso mismo es lo que Jesús hace con el siervo fiel y prudente en Su Reino, en el Reino y Trono de David, para el glorioso Reino Milenial. Vamos a ver si lo dice, si Cristo dice:

“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.

Lo mismo que el Padre hizo con Jesús, Jesús dice que lo hará con el Vencedor. Esto mismo es lo que va ligado, atado, a lo que fue dicho por Cristo en Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 al 27:

“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin…”.

No al que llegó a la mitad, sino al que llega hasta el fin: hasta el fin del tiempo, hasta el fin de las edades de la Iglesia, hasta el fin de la Dispensación de la Gracia. Dice:

“… y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,

y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre”.

Como Cristo la recibió del Padre, así se la dará al Vencedor. O sea que hay una bendición grande para el Vencedor que llega hasta el fin guardando las obras de Dios; porque estará en la Obra de Dios del Día Postrero, trabajando en ella en la Casa de Dios, y dándole el alimento a tiempo a los hijos de Dios.

Y encontramos que toda promesa hecha en cada edad de la Iglesia, la cual fue cumplida parcialmente en el mensajero de cada edad, luego será cumplida en toda su plenitud en el siervo fiel y prudente que estará en el Día Postrero.

Por eso también dice: “Y le daré la Estrella resplandeciente de la Mañana”8. Y Cristo en Apocalipsis 22, verso 16, dice: “Yo soy la Estrella resplandeciente de la Mañana”.

Le dará la Venida de Cristo como la Estrella resplandeciente de la Mañana, para así aparecer en la mañana de una nueva dispensación con el Mensaje del comienzo del nacimiento de un nuevo día dispensacional, anunciando que el Sol de Justicia está naciendo, está saliendo; pues ese es el Mensaje de la Estrella resplandeciente de la Mañana: está anunciando que un nuevo día está naciendo, y está anunciando que el Sol está ya alumbrando, está saliendo. O sea que es la Estrella de la Mañana la que tiene el Mensaje de la Segunda Venida de Cristo como el Sol de Justicia. Y esa bendición Él la ofrece para el Vencedor.

Ahora, podemos ver que estas bendiciones divinas están ligadas a la Bendición de la Primogenitura. No puede recibir esta bendición ninguna persona que no sea un Primogénito. Por lo tanto, ese que recibirá esa bendición tiene que ser un Primogénito de Dios.

¿Y dónde encontraremos a los Primogénitos de Dios en el Día Postrero? En Hebreos, capítulo 12, verso 22 en adelante, dice:

“… sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos…”.

La congregación de los Primogénitos. No de un solo Primogénito, sino de los Primogénitos. Ahora, ¿cuál es la congregación de los Primogénitos? La Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por los creyentes en Jesucristo, nacidos de nuevo del Agua y del Espíritu; esos son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y de esos Primogénitos encontramos que Dios ha tomado uno de entre ellos para cada edad, para ser el mensajero de cada edad; así ha tomado siete Primogénitos, para ser los mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil.

Y luego, para el Día Postrero, para ser el mensajero de la Edad de la Piedra Angular y mensajero de la Dispensación del Reino, toma uno de esos Primogénitos también, de los miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo, que son lo que tienen la Bendición de la Primogenitura, que es donde está la Bendición de la Primogenitura que Cristo ha pasado del pueblo hebreo a los gentiles; pues cuando rechazaron a Cristo en Su Primera Venida, dos mil años atrás (el pueblo hebreo), encontramos que la bendición que era para el pueblo hebreo, para el mayor (representado en Manasés), ha pasado al menor, que es la Iglesia gentil.

Jacob, o Israel, al cruzar su mano y colocarla sobre Efraín, y luego cruzar la izquierda y colocarla sobre Manasés, pasó la bendición del mayor al menor, y la del menor al mayor.

Y Cristo, por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, pasó la Bendición de la Primogenitura a Su Iglesia gentil. Y la bendición que era para el mayor, pasó al menor, representado el menor en Efraín; y el mayor, el pueblo hebreo, representado en Manasés. Ahora la bendición mayor del Reino de Dios pertenece a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Encontramos que el pueblo hebreo tenía el orden de sacerdotes bajo la Ley, pero Dios dijo que quitaría esa bendición del sacerdocio9; y ahora la bendición que era del mayor ha pasado al menor. Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 5, nos dice así… el grupo de los redimidos de la Iglesia del Señor Jesucristo, en el capítulo 5 y verso 8 en adelante, dice:

“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;

y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.

Ahora, toda bendición que iba para el mayor: el pueblo hebreo, ha pasado al menor: la Iglesia del Señor Jesucristo. Y el Orden de Sacerdotes y Reyes para el glorioso Reino Milenial está a cargo de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es un sacerdocio según el Orden de Melquisedec, y no según el orden de Aarón ni de Leví.

Ahora, podemos ver que lo que habló Jacob sobre Leví, que es de donde viene el orden sacerdotal del pueblo hebreo; encontramos que eso que él habló, para el tiempo de Jesús y para este tiempo final tendrá un cumplimiento en el cual el sacerdocio levítico sería quitado, y el Sacerdocio de Cristo con Su Iglesia como sacerdotes y reyes sería establecido.

Por eso en Génesis, capítulo 49, verso 5 en adelante, dice en la bendición, en el tiempo en que Jacob iba a morir, el cual dice… Vamos a comenzar en el verso 1 del capítulo 49, dice:

“Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los días venideros”.

Ahora, ¿cómo un hombre puede decirles a sus hijos?: “Vamos a reunirnos, vamos a tener una reunión, júntense. Yo les voy a decir lo que les ha de acontecer a ustedes en los días venideros”. ¿Por qué él podía decir así? Porque él era un profeta; y él tenía que hablar las bendiciones, y tenía que hablar las cosas que iban a suceder en medio del pueblo hebreo. Luego, más adelante vendrían otros profetas y traerían más luz con relación a esto que ya fue dicho.

Por ejemplo, Moisés cuando bendijo al pueblo hebreo dio más luz acerca de esas bendiciones que ya habían sido habladas. Ahora, dice:

“Juntaos y oíd, hijos de Jacob,

Y escuchad a vuestro padre Israel.

Rubén, tú eres mi primogénito,

mi fortaleza, y el principio de mi vigor;

Principal en dignidad, principal en poder.

Impetuoso como las aguas, no serás el principal,

Por cuanto subiste al lecho de tu padre;

Entonces te envileciste, subiendo a mi estrado”.

Perdió la Bendición de la Primogenitura, como la había perdido Esaú allá. Esaú la perdió por una comida literal, de un plato de lentejas; y este por una comida de sexo. Y ahora, dice a Simeón:

Simeón y Leví son hermanos;

Armas de iniquidad sus armas.

En su consejo no entre mi alma,

Ni mi espíritu se junte en su compañía.

Porque en su furor mataron hombres,

Y en su temeridad desjarretaron toros.

Maldito su furor, que fue fiero;

Y su ira, que fue dura.

Yo los apartaré en Jacob,

Y los esparciré en Israel”.

Esto no es ninguna bendición para Simeón y Leví, como tampoco fue una bendición para Rubén lo que Jacob habló; fue una pérdida de bendición que ellos tuvieron por actuar incorrectamente en el tiempo que ellos lo hicieron.

Leví y Simeón fueron los que pidieron al rey, padre de un joven príncipe que se había enamorado de Dina (la hermana de ellos e hija de Jacob), y había convivido con ella, y había venido a Jacob y a sus hermanos con su padre para pedirle que se la dieran como esposa, y ellos no estaban de acuerdo. Ella había actuado incorrectamente porque se había ido a conocer a las hijas, a las jóvenes, de aquella ciudad, o sea que estaba fuera del territorio que le correspondía, y tuvo problemas; como Eva tuvo problemas al salirse del lugar que le correspondía.

Ahora, Leví y Simeón se pusieron de acuerdo e hicieron un plan, y le dijeron a su padre Jacob, y al rey y al hijo de ese rey: “Nosotros no nos juntamos con personas incircuncisas; la única forma sería que ustedes se circunciden, y entonces le damos a nuestra hermana como esposa para el príncipe, y tomaremos mujeres de ustedes como esposas nuestras; y así nos juntaremos con ustedes”. Pero en el corazón de ellos hubo otra intención.

El rey y el hijo del rey le hicieron saber esto a su pueblo, y el pueblo estuvo de acuerdo en circuncidarse para tener derecho a obtener esposas, compañeras, de los descendientes de Jacob; y también los descendientes de Jacob tomar de entre las jóvenes, las mujeres, de ese reino, mujeres para esposas.

Y el pueblo y el rey estuvieron muy contentos y se circuncidaron; y al tercer día, que era el día más terrible por el cual pasaban todos los que se circuncidaban, el día más doloroso, el día en que la fiebre era fuerte; fueron Simeón y Leví con sus espadas, y entraron a la ciudad y mataron a los varones de aquella ciudad, incluyendo al príncipe y a todas esas personas10.

Y Jacob no estaba de acuerdo con eso, ni ellos consultaron a Jacob. El alma y el espíritu de Jacob no estaba en ese asunto. Fue algo contrario a la voluntad de Jacob. Y Jacob dijo: “Ahora ustedes me han hecho abominable a todas las demás naciones. Esto lo escucharán todas las naciones y se juntarán y me harán la guerra, por causa de ustedes dos”11.

Ahora, miren ustedes cómo lo que hicieron los levitas, los sacerdotes, el sumo pontífice con los sacerdotes de aquel tiempo, en contra de Cristo, luego vino a ser para problema del pueblo hebreo, pues fueron perseguidos y por poco los acaban; porque mataron a Cristo, su Mesías.

O sea que esa tribu de Leví viene a ser culpable de la muerte de Cristo; la tribu de los sacerdotes, levitas, y sumo sacerdote que desciende de Leví, del cual desciende Moisés y Aarón; tribu que tiene una maldición hablada por Jacob, donde dice que su espíritu y su alma no estará con ellos, ni en su consejo. Así que en el consejo de Leví y Simeón no estaba el alma y el espíritu de Jacob.

Ahora, podemos ver que la Bendición de la Primogenitura ni pasó a Rubén, ni pasó a Simeón, ni pasó siquiera a Leví (que era la descendencia de los sacerdotes), ni pasó tampoco a la tribu de Judá; sino que pasó a José cuando Jacob – cuando Israel bendijo a José bendiciendo a Efraín y a Manasés; bendiciendo primero a Efraín, y diciendo12:

“Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de Manasés”.

También había dicho Jacob o Israel13:

“Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido (hablando de Manasés); pero su hermano menor (o sea, Efraín) será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones”.

Y el menor, siendo la Iglesia del Señor Jesucristo, encontramos que es la que formará multitud de naciones; porque de entre todas las naciones de la Tierra, Jesucristo ha estado llamando un pueblo para Su Nombre14; y son millones de hijos e hijas de Dios, que han recibido a Cristo como su Salvador y han nacido de nuevo del Agua y del Espíritu durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, y durante la Edad de la Piedra Angular.

Y ahora hemos llegado al tiempo donde esa Bendición de la Primogenitura dada a Efraín será vista manifestada en la Iglesia del Señor Jesucristo, en el último ministerio que Cristo, el heredero de todas las cosas, el heredero de la Bendición de la Primogenitura…, el cual la ha pasado, como la pasó Jacob, la ha pasado a Su Iglesia gentil, representada en Efraín.

Ahora, es en medio de la Iglesia gentil que la Bendición de la Primogenitura será vista en el Día Postrero manifestada, aunque siempre ha estado ahí; pero será manifestada en toda su plenitud, para así los hijos e hijas de Dios, que han sido redimidos por la Sangre de Jesucristo, que son los Primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, recibirán su resurrección, los pertenecientes a las edades pasadas y algunos de los nuestros que han partido; y los que estamos vivos seremos transformados.

Porque la Bendición de la Primogenitura, la bendición del que está a la mano derecha, la tiene la Iglesia del Señor Jesucristo todo el tiempo, desde que nació hasta este Día Postrero, donde es hablada esa bendición contenida en el Libro que estaba sellado en el Cielo con siete sellos; porque la Bendición de la Primogenitura viene de la Diestra de Dios, está contenida en ese Libro que está en la Diestra de Dios.

Y es abierto ese Libro en el Día Postrero, y es traído a la Iglesia del Señor Jesucristo por nuestro amado Señor Jesucristo; y es entregado a Su Iglesia a través del ministerio que tiene la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero, que es el ministerio del Ángel del Señor Jesucristo.

Y así es como la Iglesia del Señor Jesucristo obtendrá todas las bendiciones contenidas en la Bendición de la Primogenitura, y será restaurada a toda bendición que perdió Adán y Eva en la caída; porque es el tiempo para la restauración de todas las cosas que fueron perdidas en la caída, las cuales le serán restauradas a la Iglesia del Señor Jesucristo: El derecho a la vida eterna, el derecho a un cuerpo eterno, el derecho a la juventud eterna, y a la salud eterna, y al poder eterno, y a la posición de reyes y sacerdotes sobre este planeta Tierra en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.

Esto es porque la Bendición de la Primogenitura, la bendición del Hijo de la mano derecha, la tiene la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Hijo de la mano derecha; es el Hijo que está delante de Dios; y Dios coloca Su Diestra sobre Su Hijo, representado en Efraín.

Siendo que Juan representa a la Iglesia del Señor Jesucristo pasando por sus diferentes edades, cuando llega a ver a Cristo con Su rostro como el sol y con una vestidura desde el cuello hasta los pies, y con el cinto de oro sobre su pecho o sobre su hombro15, lo cual representa a Cristo como Rey y como Juez de toda la Tierra; cuando Juan lo ve así, está viendo a Cristo en el Día Postrero. Por eso él dijo que estuvo en el Espíritu en el Día del Señor16.

Fue en el Día del Señor que él vio a Cristo con Su rostro como el sol, y lo escuchó hablando con esa Gran Voz de Trompeta, y lo vio con esa vestidura que le llegaba hasta los pies, y con el cinto de oro sobre Sus hombros, o sobre Su pecho, y lo vio con Sus ojos como llama de fuego, lo vio también con Su cabello blanco como blanca lana, como nieve, y vio Sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgentes como en un horno, y Su Voz como estruendo de muchas aguas; y vio que de Su boca salía una espada aguda de dos filos, lo cual también está mostrado en Apocalipsis, capítulo 19 y verso 11 al 21, donde podemos ver que de la boca del Jinete que viene en el caballo blanco de Apocalipsis 19 sale una espada aguda de dos filos para herir con ella a todas las naciones.

Apocalipsis, capítulo 19, verso 15, así lo dice, cuando dice:

“De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.

Porque Él es el León de la tribu de Judá en el Día Postrero, en donde Juan fue transportado al Día del Señor y lo vio así.

Ahora, dice: “… y su rostro era como el sol”17. Como también aparece en Apocalipsis, capítulo 10; y en San Mateo, capítulo 17, allá en el Monte de la Transfiguración, donde fue transfigurado y Su rostro resplandeció como el sol; y en Malaquías, capítulo 4, verso 2, dice: “A los que temen Mi Nombre, nacerá el Sol de justicia, y en Sus Alas traerá salvación”.

Ahora, aquí cuando Juan lo ve en el Día del Señor, cuando ya las edades han pasado, dice [Apocalipsis 1:16]:

“… y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí”.

Y esa es la Diestra donde está la Bendición de la Primogenitura. Y Él coloca Su Diestra aquí sobre Juan; y Juan representa a la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero, en el Día del Señor, en donde coloca Jesucristo el ministerio de Su Ángel Mensajero de la Dispensación del Reino.

Así que la Diestra de Cristo es colocada sobre Su Iglesia, la cual estará bajo el ministerio de Cristo a través de Su Ángel Mensajero. Y ahí podemos ver al Hijo de la Diestra, al Hijo sobre el cual Jesucristo coloca Su Diestra para bendecirlo.

Bendiciendo a Su Ángel estará bendiciendo a toda Su Iglesia en el Día Postrero. Por eso es que en Apocalipsis, capítulo 10, que es lo mismo, Cristo como León desciende del Cielo con Su rostro como el sol, con el Librito abierto en Su mano, y clama como cuando un león ruge, porque viene como el León y no como un Cordero, y siete truenos emiten sus voces.

Es la Voz de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, y Juez de toda la Tierra; y en Su mano, en Su Diestra, tiene un Librito abierto: es el Libro de la Bendición de la Primogenitura.

Y dice en Apocalipsis, capítulo 10, que Juan (el cual representa a la Iglesia con el Ángel de Jesucristo en el Día Postrero aquí), dice que escuchó otra vez la Voz desde el Cielo. Apocalipsis, capítulo 10, verso 8 en adelante, dice:

“La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo…”.

Ahora, esta Voz que habló del Cielo, ¿dónde está? Esta Voz que habló del Cielo es la Voz de Cristo como León. Habló cuando emitió los siete truenos y habló cuando levantó Su mano al cielo18 “y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más”.

El tiempo para los gentiles no sería más, el tiempo para las siete edades de la Iglesia gentil no sería más. ¿Por qué? Porque todo llega a su final en este tiempo, en el Día Postrero, donde Cristo se convierte en el León de la tribu de Judá, y viene con el Librito abierto en Su Diestra. ¿Para qué? El Libro que en el Cielo nadie podía mirar, ni podía leer, ni podía abrir; pues estaba sellado, cerrado; pero Cristo lo tomó y lo abrió en el Cielo19, y luego lo trae a la Tierra en Apocalipsis, capítulo 10.

Y ahora, ¿qué va a hacer Cristo con ese Libro? Veamos. Dice [10:8]:

“La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.

Y luego aparece el capítulo 11; y el verso 3 dice:

“Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio”.

Estos testigos son los Dos Olivos y los Dos Candeleros que están en pie delante del Dios de la Tierra. Estos son los Dos Ungidos de Zacarías, capítulo 4 y verso 9 al 10. Estos son los ministerios que estarán en el Ángel del Señor Jesucristo, que se come ese Librito y que lo comparte con el Cuerpo Místico de Jesucristo; y por consiguiente, el Cuerpo Místico de Jesucristo tendrá el ministerio profético del Día Postrero, ministerio de Moisés y Elías, en el Ángel del Señor Jesucristo.

Es en la Iglesia del Señor Jesucristo que Jesucristo coloca el ministerio profético del Día Postrero, que le toca profetizar sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.

Por lo tanto, el Cuerpo Místico de Jesucristo tendrá el beneficio de ese ministerio, porque estará recibiendo el conocimiento de todas las cosas que deben suceder pronto, en el Día Postrero; porque estará recibiendo el Mensaje del ministerio del Día Postrero, que es el ministerio del Ángel del Señor Jesucristo con el espíritu y virtud de Elías por quinta vez, y el espíritu y virtud de Moisés por segunda vez.

Son los ministerios de los Dos Olivos en el Ángel del Señor Jesucristo, que estará en medio de la Iglesia gentil primeramente, y después en medio del pueblo hebreo. Ministerios que tienen que venir a uno de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, a uno de los Primogénitos, a uno de la congregación de los Primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y así la Bendición de la Primogenitura, dada a Abraham, Isaac, Jacob y Efraín, será manifestada y vista en el Día Postrero, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, en el ministerio del Día Postrero, en el ministerio de Moisés y Elías, de los Dos Olivos; ministerios que estarán en el Ángel del Señor Jesucristo, el Ángel Mensajero de la Dispensación del Reino, en el Día Postrero, en el séptimo milenio, y en la séptima dispensación: la Dispensación del Reino.

Con esta bendición contenida en la Primogenitura será restaurado todo lo que perdió Adán y Eva en la caída, será restaurado a este Ángel del Señor Jesucristo y al Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; y así es como serán restauradas todas las cosas a la Iglesia del Señor Jesucristo y después al pueblo hebreo, donde será restaurado el Reino de Dios y el Trono de David, donde se sentará el Hijo de David.

Hemos visto la relación que hay para el Día Postrero, de la Bendición de la Primogenitura que le fue dada a Efraín, del cual fue dicho: “él formará multitud de naciones”. Y por eso es que la Iglesia del Señor Jesucristo obtiene el derecho de vivir y para vivir en la tierra de Israel, en Jerusalén.

Si no tuviera el derecho de la Primogenitura no podría vivir en la tierra de Israel, porque esa bendición es para los hijos de Israel, para vivir allí y tener su herencia allí; pero siendo que la Bendición de la Primogenitura dada a Efraín, pasó a la Iglesia del Señor Jesucristo: la Iglesia del Señor Jesucristo tiene el derecho de vivir en Israel, en Jerusalén, y ocupar su posición como reyes y sacerdotes en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo; en donde Cristo estará como Rey sobre todo Israel, y nosotros como reyes y sacerdotes con nuestro amado Señor Jesucristo.

Hemos visto la bendición tan grande que tiene la Iglesia del Señor Jesucristo. Y en el Día Postrero, todos los derechos de esa bendición, y en esa bendición contenidos, son reclamados por Cristo para Su Iglesia y Su Ángel Mensajero.

Por eso es que todo el poder y autoridad que tuvo Adán y Eva será restaurado a la Iglesia del Señor Jesucristo bajo el último ministerio que Cristo envía a Su Iglesia, que es el ministerio de Su Ángel Mensajero. Ese es el último don ministerial que Él coloca en Su Iglesia, y que coloca en medio del pueblo hebreo y en este planeta Tierra para la restauración de todas las cosas.

Por eso es que bajo el ministerio del Ángel del Señor Jesucristo, en donde estará operando el ministerio de Elías por quinta vez, todas las cosas serán restauradas; todas las cosas que perdió Adán y Eva en la caída, y que perdió el pueblo hebreo cuando perdió el Reino de Dios, el cual le será restaurado al pueblo hebreo y en medio del pueblo hebreo.

Y desde ahí reinará Dios, Jesucristo con Su Iglesia, sobre Israel y sobre todas las naciones; y habrá un glorioso Reino Milenial de paz, de amor y de felicidad para los hebreos, para los gentiles y para la Iglesia del Señor Jesucristo; la cual tendrá la posición más alta en ese glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo; porque tiene la Bendición de la Primogenitura.

Porque es la Iglesia del Señor Jesucristo la que está en la Diestra del Señor Jesucristo, recibiendo la bendición de la Diestra de Dios a la Diestra de Jesucristo; para, en el día final, la Diestra de Jesucristo traer la bendición plena de la Primogenitura sobre Su Iglesia, que estará bajo el ministerio de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero.

El que está a la Diestra de Jesucristo, el Hijo de la Diestra de Jesucristo, son los Primogénitos de Dios en cada edad, bajo el ministerio de Cristo a través del ángel mensajero de cada edad; y en el Día Postrero: a través del ministerio de Cristo en Su Ángel Mensajero.

“EL HIJO DE LA DIESTRA”. El Hijo que está a la Diestra del Señor, el Hijo que está a la Diestra de Dios. Así como Efraín estaba a la diestra de José y a la diestra de Israel. No parecía que iba a estar a la diestra de Israel, pero cuando cruzó Jacob, Israel, su mano, la colocó sobre la cabeza de Efraín, sobre la cabeza.

Ahora, vamos a ver aquí algo:

“Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí”.

Y Jacob puso su diestra sobre Efraín. Y ahora Cristo coloca Su Diestra —que trae el Libro de los Siete Sellos— sobre Su Iglesia, al colocar Su Libro de los Siete Sellos sobre Juan, que representa al Ángel del Señor Jesucristo y a toda la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero.

Ahora miren cómo aquí, cuando Cristo puso Su Diestra sobre Juan, luego, en Apocalipsis 10, cuando le dio el Libro de los Siete Sellos, ahí está colocando Su Diestra sobre Juan, que es tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo bajo el ministerio del Ángel del Señor Jesucristo.

Siempre viene al ministerio colocado por Cristo, la Palabra; siempre es al ministerio que Dios ha colocado en cada tiempo, que viene la bendición de Cristo a Su Iglesia.

Y ahora, en el Día Postrero, podemos ver cómo viene la bendición de Cristo a Su Iglesia, esa Bendición de la Primogenitura, ese Título de Propiedad: viene por medio del ministerio que Cristo ha colocado en Su Iglesia en el Día Postrero, que es el ministerio de Su Ángel Mensajero, del mensajero de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular.

Hemos visto EL HIJO DE LA DIESTRA en este tiempo final.

El Hijo de la Diestra es el Hijo que recibe la Bendición de la Primogenitura siendo hablada. Estamos en el tiempo del Hijo de la Diestra de Jesucristo, así como Jesucristo es el Hijo de la Diestra de Dios.

Ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo con Su Ángel Mensajero en el Día Postrero es el Hijo de la Diestra del Señor Jesucristo. Por eso toda bendición que Él trae en Su Diestra, la coloca en el Hijo de Su Diestra, y después colocará la bendición que Él trae para el pueblo hebreo.

“EL HIJO DE LA DIESTRA”.

Que las bendiciones de la Diestra de Dios, pasada a la Diestra de Jesucristo, sean sobre la cabeza del Hijo de la Diestra, pues estamos en la Edad de la Cabeza del Hijo de la Diestra; y ahí son colocadas las bendiciones de la Diestra del Señor Jesucristo.

“EL HIJO DE LA DIESTRA”: La Iglesia del Señor Jesucristo encabezada en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero del Día Postrero, de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; en la Edad de la Cabeza de Oro, no del reino de los gentiles, sino del Reino de Dios.

Estamos en la Edad de la Cabeza de Oro del Reino de Dios, donde Cristo coloca todas las bendiciones que Él trae en Su Diestra en ese Título de Propiedad o Libro de los Siete Sellos abierto.

El Hijo de la Diestra está en la Tierra en este Día Postrero. ¿Dónde está? ¡Aquí estamos todos en el Día Postrero recibiendo las bendiciones de la Diestra de Dios a través de la Diestra del Señor Jesucristo!, para la restauración de todas las cosas que fueron perdidas en la caída, las cuales en el Día Postrero le son restauradas al Hijo de la Diestra.

Ha sido para mí una bendición muy grande estar con ustedes, jóvenes en este VI Encuentro Juvenil Latinoamericano y Caribeño: “Los Jóvenes del Futuro en la Edad del Amor Divino” que es la Edad de la Cabeza de Oro del Reino de Dios, que es la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Hijo de la Diestra en el Día Postrero.

Que las bendiciones de Jesucristo, de la Diestra de Jesucristo, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y se materialicen en cada uno de ustedes y en mí también.

Amigos y hermanos presentes y televidentes, dejo con nosotros nuevamente a Miguel Bermúdez Marín para finalizar en esta tarde nuestra parte, dándole gracias a Jesucristo por las Bendiciones de la Primogenitura que Él trae en Su Diestra en este Día Postrero.

Ahora dejo con nosotros a Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta tarde. Miguel continuará a través del satélite dándonos algunas palabras de despedida, dándonos algunas palabras en donde él les dirá algo acerca de lo que él también ha visto de esta Bendición de la Primogenitura que tuvo Abraham, Isaac, Jacob, y que pasó a Efraín; y que ahora encontramos que se encuentra en la Iglesia del Señor Jesucristo, y está en la América Latina y el Caribe.

Bueno, con nosotros Miguel Bermúdez Marín. Dios les bendiga.

“EL HIJO DE LA DIESTRA”.

[Revisión enero 2022]

1 Génesis 48:11

2 Génesis 37:31-35

3 Génesis 41:45

4 Génesis 41:1-36

5 San Mateo 24:46-47

6 Génesis 41:28-32

7 Génesis 41:37-45

8 Apocalipsis 2:28

9 Hebreos 7:11-18

10 Génesis 34:1-29

11 Génesis 34:30

12 Génesis 48:20

13 Génesis 48:19

14 Hechos 15:14

15 Apocalipsis 1:12-16

16 Apocalipsis 1:10

17 Apocalipsis 1:16

18 Apocalipsis 10:6

19 Apocalipsis 5:1-7

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